Los intrincados caminos de un amor (18)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 18

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 18

Pablo

Esa noche me la pasé en el auto, tomándome todas las cervezas que había comprado y fumándome todos los cigarrillos que tenía, me sentía tan mal que no quería hacer nada, no sabía qué hacer.

El sábado me puse a pensar dónde podría pasar la noche, necesitaba darme un baño y una cama para dormir, encontré un hotel barato y tomé una habitación.

En una mochila llevaba mi compu y una muda de ropa, eso y lo puesto era todo cuánto tenía.

Me di un baño y me tiré a la cama.

Había pensado qué no podía ir a trabajar en este estado, y decidí llamar a don Mario, a pesar de que era sábado.

Le conté que había tenido un problema familiar y que necesitaba tomarme unas vacaciones, amablemente me preguntó si podía hacer algo por mí, y le conté que por problemas con Patricia me había ido de casa y que necesitaba un par de semanas para estar un poco mejor y poder volver a trabajar.

Después de esa llamada me quedé dormido, me desperté y ya era de noche, no tenía idea de la hora, al mirar el teléfono vi que eran las cuatro de la mañana, tenía hambre, hacia casi dos días que no comía nada.

Me vestí y salí a buscar algún lugar para comer algo.

Caminé casi una hora, sin saber a dónde ir, y terminé tomándome un café con leche y unas galletitas en una estación de servicio.

No sabía qué hacer, ¿comunicarme con ella? ¿Enviarle un mensaje? La imaginaba encontrándose peor de lo que yo estaba, seguramente no se esperaba nada de lo que pasó, y mi confesión, la debe haber destrozado. Cómo pude ser tan hijo de puta! ¿Cómo pude hacerle eso?

Qué no intentara comunicarse conmigo, me daba la pauta, qué no quería verme ni escucharme. Tampoco lo pretendía, seguramente me está odiando, y maldiciendo la hora en que me conoció, y pensando que soy una mierda, como pensé yo aquella vez de la que fuera mi mujer.

Pero a mi favor, y no como una justificación, reconozco que fue un error, pero no fue premeditado por mi parte, no fue algo preparado por mí para que sucediera, solo se dio y no lo supe evitar, en ese bendito momento, no fui consciente de las consecuencias. Tampoco voy a responsabilizar ni al alcohol ni a Fernanda, el único responsable soy yo qué no supo mantener la pija dentro del pantalón, y llegado el momento, no puso por delante el respeto a su mujer.

Volví al hotel y me tiré a dormir,  me despertó el teléfono, al ver la pantalla,  vi que era una llamada de Miguel,  no quería hablar con nadie, quería estar solo maldiciéndome a mí mismo por lo que estoy viviendo y sufrir en soledad las consecuencias de mis actos.

Al quinto llamado, decidí atenderlo.

-MIGUEL: Hola Pablo, ¿donde andas metido que no contestás?

-PABLO: Hola Migue, en un hotel, me fui de casa!

-MIGUEL: ¿Cómo? Decime dónde estás que ahí voy!

Le pasé la dirección y veinte minutos después, de la conserjería, me avisaban que alguien me buscaba.

Bajé y nos sentamos con Miguel en unos sillones de la recepción.

-MIGUEL: Contame boludo! ¿Qué pasó?

-PABLO: El viernes le conté a Patricia lo de Fernanda!

-MIGUEL: ¿Y te echo a la mierda?

-PABLO: No Migue, yo me fui!

-MIGUEL: ¿Y qué te dijo?

-PABLO: No dijo nada, solo no paraba de llorar!

-MIGUEL: Conociéndote, ya sabía que no te lo podrías guardar!

-PABLO: Intenté,  te juro que intenté,  pero no pude, ya no podía vivir con eso! y se lo hubiera contado hace tiempo,  pero convulsionó en un colectivo y en ese momento, no podía hacerlo, me hubiera sentido peor, esperé hasta que se recuperara.

-MIGUEL: ¿No te llamó o mandó algún mensaje?

-PABLO: No debe querer ni verme Migue! No debe querer saber más nada de mí! Y me lo tengo merecido! Si hubiera sido al revés, seguramente yo tampoco querría saber de ella!

-MIGUEL: Pero no puede terminar así! Te equivocaste, estas arrepentido, pero todavía la seguís queriendo! Y estoy seguro que ella también!

-PABLO: ¿Pero qué puedo hacer? ¿Golpearle la puerta y decirle que la sigo amando?

-MIGUEL: Claro boludo! Lo tenes que intentar! hacerle entender que te equivocaste, que estás arrepentido, pero que la seguís amando!

-PABLO: Si, pero eso sí quiere verme, pero ni me llamó! La destrocé Migue! la destrocé! Yo después de algo igual, no perdoné, y me terminé separando!

-MIGUEL: Pero no es lo mismo, Marianela se acostó varias veces con el tipo, vos solamente una y ni siquiera pensaste en volver a hacerlo, además, Marianela no era el amor de tu vida, Patricia sí! Y tenes que luchar por eso! O al menos intentarlo, no te vengas abajo, a veces estas cosas tienen solución! Y tenes que tratar de encontrarla!

Salimos a comer algo y a tomarnos unas cervezas, le conté que me había tomado dos semanas de vacaciones y me siguió insistiendo en que tenía que hablar con ella, pero no sé, no estoy seguro de cómo enfrentar la situación, seguramente me dirá todo lo que no pudo decirme en ese momento, y eso me hundiría aún más!

Volvimos al hotel y me hizo prometerle, que lo iba a atender cada vez que me llamara.

Me tiré en la cama a llorar, no podía con mi ser!

Al día siguiente me despertó un llamado de Miguel, diciéndome que a las cinco de la tarde pasaba por el hotel.

Me di un baño, y lo espere en la puerta fumándome un cigarrillo.

-MIGUEL: Hola Pablito! ¿Hasta cuando tenés pago el hotel?

-PABLO: Lo pago por día.

-MIGUEL: Bueno anda a buscar tus cosas y le decís que dejás la habitación! Te venís para casa!

-PABLO: No Migue gracias! Pero necesito estar solo!

-MIGUEL: Y en casa estás solo pelotudo! Sí yo laburo todo el día, llegó a las seis de la tarde! No seas boludo y venite para casa! Entiendo que quieras estar solo, pero también es bueno hablar con un amigo en estos momentos! Qué mejor que quedarte en casa! Si necesitas llorar ahí podés llorar tranquilo, si necesitas estar solo te quedas en la habitación, y si necesitás hablar, me tenés ahí!

Le di un abrazo y fui a buscar mis cosas, avisé que dejaba el hotel y fuimos para su casa.

Me dejó el dormitorio que no utiliza y me dijo que me manejara como si estuviera en mi casa. Hasta ropa que ya no usaba me dejo para que me pueda cambiar.

-MIGUEL: Esta nueva boludo, pero a mí ya no me entra!

-PABLO: Gracias Migue!

-MIGUEL: Escúchame, algunas noches no vengo a dormir, me quedo en casa de Irene, pero las demás, si me querés esperar con la cena, hacelo nomás! Pero quédate tranqui, qué cuando no venga te aviso!

-PABLO: Hace la tuya boludo! No me tenés que dar explicaciones!

-MIGUEL: Es para que ese día no cocines nabo!

Nos reímos los dos y nos tomamos unos mates.

Más tarde Miguel pidió una pizza y nos la comimos, con dos botellas de cerveza.

A pesar de que al principio no quería, estar en lo de Miguel, me daba algo de paz.

Pero no podía dejar de pensar en Patricia, en cómo estaría, y en qué pensaría de mí.

El miércoles estaba tirado en el sillón, mirando la pared y pensando, cuándo entró un mensaje al teléfono, creí que era Miguel que me avisaba qué se quedaba en casa de su novia, pero el corazón se me aceleró, cuando vi que era de Patricia. Tardé en abrirlo, tenía miedo de lo que iba a encontrar. El escueto mensaje decía: "Pablo, necesito que hablemos"

No tuve el coraje de contestarle, no podía encontrarme con ella y mirarla a la cara, sabía que me iba a decir, todo lo que no pudo ese día, eso me haría sentir peor y acabaría conmigo.

Decidí no contestarlo.

Un rato después, un segundo mensaje, "Pablo, por favor!"

A pesar de haber atravesado momentos duros en mi vida, encontrarme con Patricia me generaba un temor inédito en mí. Me sentía incapaz de enfrentarla nuevamente, sabiendo que en todo cuanto pudiera decirme o insultarme, tendría razón y yo lo merecía.

Un rato más tarde, cuando terminaba de darme un baño, un llamado, no había tenido el coraje de responder sus mensajes menos aún lo tenía para responder una llamada.

Y finalmente un mensaje de audio que decía: "Hola Pablo, necesitamos hablar, el otro día no pude hacerlo, por favor pasa por casa"

Escuchar su voz, me hizo saltar las lágrimas, se la oía tranquila, habló pausado y sin usar palabras cariñosas. Tampoco podría pretender que las usará, no me las merecía. Pensé mucho el por qué quería verme, seguramente para arreglar el tema del departamento, y para qué me llevara todas mis cosas. No veía ni remotamente, la opción de que me perdonara y me pidiera que volviera con ella.

Cuando llegó Miguel, le conté y le hice escuchar el audio.

-MIGUEL: Ahí está boludo! Te quiere ver, le tenés que hacer entender que fue un error, qué te equivocaste, pero que la seguís amando, y qué no podés imaginar una vida sin ella, abrite boludo! Decile lo que sentís! No te guardes nada, si lo necesita dale los detalles, contale todo, desde cómo pasó, hasta cómo te sentiste después. Y si necesitas que hable con ella me lo decís! Yo fui testigo de lo mal que te sentiste después de esa noche, hasta le podría hacer escuchar los audios que me mandaste, y los mensajes que me escribiste, diciéndome lo que sentías. No seas pelotudo! No dejes pasar esta oportunidad! Puede salir bien o puede salir mal, que vos veas las cosas como las ves no quiere decir los demás las vean de igual forma, quizás ella pueda entender, qué te equivocaste, y que no vale la pena, tirar por el barranco una relación como la que tienen. Pensalo boludo! Haceme caso! Si no vas, te llevo de las orejas como un chico! No me hagas calentar!

-PABLO: Te voy a parecer un pelotudo, pero me da miedo enfrentarla y que me putee, y lo triste es que tiene razón, yo mismo me puteo todo el tiempo!

-MIGUEL: Yo te digo lo que haría, hablaría con ella, escucharía todo lo que tenga para decirme, le diría que tiene razón en todo, de hecho, no te va a decir nada que vos ya no te hayas dicho, y después de eso, ver qué pasa, ver entre los dos si hay alguna posibilidad de seguir juntos. Puede que sí o puede que no, pero de existir esa posibilidad, probablemente no sea inmediata, seguramente tengas que remar la situación, tratar de conseguir que ella vuelva a confiar en vos.

-PABLO: ¿Creés que pueda volver a confiar en mí después de lo que le hice?

-MIGUEL: Eso no lo puedo saber yo, ni lo podés saber vos, eso queda en ella y en cómo decida ver las cosas. Hay mujeres, como la mujer de Sebastián, un amigo, que cuando se enteró de una infidelidad de él, le dijo que le pagaría con la misma moneda, y lo hizo! Se acostó con otro tipo y Seba se la tuvo que fumar. Quizás tengas que estar preparado para algo así, no creo que sea el caso de Patricia, no me la imagino en esas, pero por las dudas, tendrías que estar preparado.

Aquello último que me dijo Miguel, me dejó pensando, ¿y si Patricia decidiera hacer algo así como para castigarme, para que yo sienta lo que ella sintió? ¿Cómo lo tomaría?

Si ella decidiera eso, no le podría decir nada, me mataría claro, pero llegado el caso, ni siquiera lo podría tomar como una infidelidad, porque yo estaría sabiendo que va a ocurrir. Y si lo pienso bien, me lo tendría merecido.

¿Pero cómo podríamos seguir después de eso? ¿Se podría dejar atrás todo lo ocurrido y seguir adelante, sabiendo que ambos estuvimos con otras personas? ¿Es eso posible?

Todo este pensamiento caía en saco roto, no veía en la forma de ser de Patricia, ese sentimiento de revancha o venganza por mis actos, pero de ser así, volvía a sentirme desolado imaginándola con otro hombre.

Miguel se fue a casa de Irene y me quedé solo, cerca de las ocho de la noche, mientras me tomaba una cerveza y me fumaba un cigarrillo, decidí responderle los mensajes a Patricia.

Se lo mandaría al otro día, ya me parecía tarde, sería un mensaje de texto, escribí y borré varias veces hasta estar seguro, el mensaje decía: “Hola Pato, perdón por no responder antes tus mensajes y llamadas, no he tenido el valor de hacerlo, me siento muy avergonzado de lo que hice, sé que no tengo perdón, pero si vos estás de acuerdo, puedo pasar mañana a la hora que vos me digas. Te mando un beso”

Estuve tentado en despedirme con un “Te amo”, pero pensé que podría generar rechazo en ella, en hacerla pensar que si la amaba, como pude hacerle eso.

Lo dejé escrito y me fui a tirar a la cama, me dormí imaginando lo que podría ser ese encuentro, ¿Habría gritos, insultos, lágrimas?, cuestionamientos seguro, pero si me daba la oportunidad, se lo contaría con pelos y señales, ya no había nada que perder, y no me quería guardar nada.

El jueves me levanté a eso de las nueve, me preparé unos mates y me senté en el sillón, la hora de enviarlo, sería a las once de la mañana. Miraba el reloj a cada rato, estaba nervioso.

Minutos antes de las once, la ansiedad me pudo y apreté la flechita para enviarlo. Segundos después, la aplicación de mensajes decía “Escribiendo” y el corazón se me aceleró.

Por fin llegó, su respuesta fue inmediata: “Hola Pablo, te espero en casa mañana después de las cuatro de la tarde, a esa hora se va Martina, y podemos hablar tranquilos. Te mando un beso”

Si bien el mensaje no era lo cariñoso que solían ser, no notaba demasiada distancia, incluso se despidió mandándome un beso, y una pequeña luz de esperanza se encendió a lo lejos.

Me sorprendió que estuviera Martina, ¿Se habrá venido de Brasil al enterarse de lo ocurrido para acompañarla? ¿Tan mal estaría?

Por supuesto que ese día no pude parar de pensar, que decir, como actuar, hasta los detalles más estúpidos que se me ocurrieron, ¿cómo saludarla? ¿Un beso en la boca, en la mejilla, no darnos un beso?

Esa noche no me podía dormir, a pesar de haberme tomado dos cervezas, no había caso, mi cabeza no paraba.

El viernes después del mediodía, me di un baño, me cambié y esperando la hora, me senté en el sillón, decidí ir caminando, como para calmar la ansiedad, me había dicho después de las cuatro, pero a las cuatro en punto estaba en la puerta del edificio, no me había llevado las llaves, y llamé por el portero eléctrico.

La chicharra sonó y entré, minutos después, estaba golpeando la puerta de la que fuera nuestra casa…


Patricia

Por suerte por la noche pude descansar bien, quizás porque Martina me estuvo hablando todo el tiempo, contándome cosas de su vida, de su trabajo, de los amigos en Rio y montón de cosas más, seguramente para no dejarme pensar.

Nos levantamos y mientras tomábamos unos mates, empezó a guardar sus cosas en la maleta, el remís que la llevaría a Ezeiza, la venía a buscar a las tres de la tarde.

Yo estaba un poco nerviosa, pero Martina trataba de tranquilizarme, me aconsejaba sobre cómo encarar la  conversación, como decirle las cosas, me decía que trate de estar tranquila, que no grite ni me exaspere.

Comimos algo a la hora del almuerzo, y faltando poco para que la viniera a buscar el auto, nos sentamos en el sillón.

-MARTINA: Cambiate, ponete linda, arreglada pero tranqui, nada exagerado, no te pintes mucho, hasta ver cómo van las cosas, no seas muy cariñosa.

-PATRICIA: No sé, ahora te digo todo que sí, pero cuando lo tenga delante, no sé cómo voy a hacer! Voy a estar re nerviosa, me van a temblar las piernas!

-MARTINA: Ya lo sé! pero tenés que estar lo más tranquila que puedas, sobre todo por el bebé!

-PATRICIA: Voy a hacer lo posible!

-MARTINA: Te deseo de corazón que todo salga bien! Vas a ver que el embarazo los va a volver a juntar! Por favor, te pido que después de la charla me digas que pasó! No importa la hora!

-PATRICIA: Claro que sí! Ni bien pueda te llamo!

La hora llegó y acompañe a Martina hasta abajo. Nos despedimos en la vereda y se me escaparon unas lágrimas.

-MARTINA: Suerte nena! Voy a estar rezando por vos!

-PATRICIA: Gracias por todo Marti, no sabés lo que te quiero!

-MARTINA: Y yo Patito! Nos vemos pronto!

Volví a casa y me senté en el sillón un momento, decidiendo que ponerme, aunque no era lo importante. Me di una ducha y mientras me secaba el pelo decidí, no contarle en una primera instancia del embarazo, quería ver como se presentaba la situación, una vez que el sepa de mis infidelidades. El embarazo quizás haría que la posibilidad de seguir juntos no se basara en nuestro deseo de hacerlo, sino en la obligación que ser padres. Me hacía sentir que utilizaba a mi hijo para mantener nuestra relación. Si la decisión era separarnos, en otro momento se lo diría.

Ya lista, me senté en el sillón a esperar que llegara, no se había llevado las llaves de casa, tendría que tocar timbre.

A las cuatro en punto, sonó el timbre, apreté el botón de apertura de la puerta de entrada y el corazón se me aceleró.

Momentos después, escuché golpear a puerta, tomé aire y abrí.

El corazón me latía a mil, abrir la puerta y entró, cerré la puerta, y por instinto, lo abracé y le di un beso en los labios. Aún sin saber cómo resultaría todo, me alegré al verlo.

-PATRICIA: Hola Pabli!

-PABLO: Hola Pato!

Estaba nerviosa cómo para tratar de amenizar el encuentro, le pregunté

-PATRICIA: ¿Querés tomar unos mates?

-PABLO: Sí claro, lo que vos quieras!

Me fui a buscar el mate que ya tenía preparado, volví y nos sentamos los dos en el sillón, aunque mirándonos.

-PATRICIA: Pablo quería que hablemos, el otro día no pude, no me salieron las palabras.

Cuando vi que bajó la mirada, supongo que avergonzado por lo que pasó.

-PABLO: En todo lo que tengas para decirme, tenés razón. Voy a hacer plenamente sincero con vos, pregúntame lo que sea, y te voy a responder con la pura verdad, no te voy a ocultar ni a mentir en nada.

-PATRICIA: No te puedo decir qué no me dolió tú confesión, realmente no me lo esperaba. ¿Fue con aquella rubia del bar?

-PABLO: Sí, se llama Fernanda y es la compañera de trabajo, qué me gustaba cuando trabajábamos juntos.

Estuvimos mucho tiempo sin vernos, hasta que en una inspección de la agencia federal de impuestos en la empresa, ella era la inspectora. Recién ahí nos volvimos a ver, después de eso, nos vimos algunas veces cuando vos estabas de viaje. Nunca pasó nada, solo tomábamos algún café o alguna cerveza.

Y si no te conté esos encuentros, era porque no quería que pensaras, qué cuando vos te ibas de viaje de trabajo, yo andaba de joda por ahí, para mí tomar una cerveza o un café con ella, era cómo hacerlo cualquiera de los chicos, te juro por mi vida, que nunca busque tener algo con ella.

Supongo que ella se pueda haber enamorado de mí, aunque nunca me dijo nada. La noche de mi cumpleaños, después de tomar unas cervezas con los chicos, estaba yéndome a buscar el auto para volver a casa, me mandó un mensaje diciéndome que estaba en la cervecería donde habíamos estado hasta hacia un momento, y me dijo tomar una cerveza para brindar por mi cumpleaños, y acepté.

Fueron dos las cervezas, más las que ya había tomado con los chicos. No voy a poner como excusa el alcohol, estaba lo suficientemente cuerdo, cómo para no volver en auto, y fuimos hasta su casa en un taxi, ella estaba un poco más borracha que yo, la acompañé hasta su departamento, me dijo de tomar un café y acepté, hablamos un rato y cuando me empezó a besar, me dejé llevar y terminamos en su cama. Inmediatamente después me sentí para la mierda, estaba yéndome de su casa sin siquiera avisarle, le estaba por dejar una nota, diciéndole que había sido un error, pero no tuve tiempo, ella se levantó y se lo dije personalmente.

Solo por momentos me miraba a la cara, creo que estaba haciendo un esfuerzo contándome todo con detalles, detalles que por otro lado no quería saber, pero lo dejé que hablara, ya llegaría mi turno.

-PATRICIA: ¿Sentís algo por ella?

-PABLO: En realidad la siento, como una especie de amiga, aunque tampoco puedo decir que lo sea, es una buena mina, pero no tengo para con ella otro tipo de sentimientos, hace años, creí tenerlos, pero muy poco tiempo después de dejar de vernos, me di cuenta de que no, de lo contrario hubiera sufrido su ausencia. Después de esa noche, volví a verla para pedirle perdón y explicarle que lo que había pasado, para mí, no tendría que haber pasado, que había sido un error.

-PATRICIA: ¿Dónde estás durmiendo?

-PABLO: Estoy en casa de Miguel, el fin de semana estuve en un hotelito, pero Miguel me insistió de que fuera a su casa.

Pablo Ya me había contado todo, me daba cuenta qué sufría por lo que había hecho, ahora era mi turno de sincerarme, que sepa que también yo le había sido infiel.

-PATRICIA: Quizás el otro día después que dijiste que habías estado con otra, estuve cómo bloqueada, no pude decir nada, la verdad es que no podía hablar, se me había hecho un nudo en la garganta.

-PABLO: Nunca tuve intención de lastimarte, aunque sé que lo hice, y es el día de hoy qué no me lo perdono.

-PATRICIA: Ese día tendría que haber dicho cosas qué no dije, no tuve el valor de hacerlo.

-PABLO: Entiendo que no quieras tener más nada conmigo, te traicioné y merezco lo que me pasa, Pero quiero que sepas que nunca, nunca tuve intenciones de lastimarte, me equivoqué y tengo que asumir las consecuencias.

-PATRICIA: Te escuche y sé que me dijiste la verdad, tu mirada no me miente, puedo entender qué estás arrepentido de lo que pasó. Ahora necesito que me escuches, yo también te voy a hablar con la verdad.

-PABLO: Voy a escuchar todo cuanto tengas para decirme.

-PATRICIA: Me va a resultar muy difícil y por supuesto que lo estoy sufriendo también, pero voy a ser sincera con vos.

Y en ese momento me explotaron las lágrimas, tuve que parar un momento porque se me había cerrado la garganta.

-PABLO: ¿Un vaso de agua?

Asentí con la cabeza, no podía hablar, volvió con el vaso  y me tomé un par de sorbos de agua.

En ese momento, me vino una náusea, y tuve que salir corriendo al baño.

-PABLO: ¿Estás bien?

-PATRICIA: Sí, solo que de los nervios, se me revolvió la panza.

-PABLO: Bueno!

-PATRICIA: Lo que te voy a decir, sé que no te va a gustar, pero te lo tengo que decir, yo también te fui infiel.

Su rostro se entristeció y le saltaron las lágrimas, no dijo nada y decidí seguir hablando, ya había empezado y le iba a contar todo.

-PATRICIA: Voy a ser tan sincera cómo lo fuiste vos, te voy a contar todo lo que necesites saber, llevo mucho tiempo muy mal por esto. Supongo que lo estás pensando y si…, tenés razón, me acosté con Carlos. También para mí fue un error, también me dejé llevar, y es por eso qué al volver renuncié al sindicato, no podía seguir trabajando ahí.

Quiero que sepas, qué no fue premeditado, no me interesa defenderlo, pero nunca me insinuó, ni me propuso, ni me obligó, ni nada por el estilo, si lo miro a la distancia, fue una sucesión de situaciones, qué me llevaron a hacer lo que hice, él siempre fue muy atento, incluso con algunas actitudes paternales, no te voy a mentir, me sentía deslumbrada por ese ritmo de vida, hoteles, restaurantes de lujo, autos caros, vuelo en primera clase, toda esa gran vida, qué se dan los sindicalistas, no intento justificarme, sé que me dejé llevar, y no pude controlar muchas cosas. Y no solo eso, también me siento mal por ocultarte muchas cosas, sabiendo que si te las contaba seguramente tendríamos problemas, con Carlos estuvimos en fiestas, en la inauguración del pub de Clara, y en cenas que no tenían que ver con el sindicato y además, me ha regalado un montón de ropa, que nunca traje a casa, no podría explicártelo sin generarte un sentimiento de duda sobre lo que pasaba con él. De eso también me arrepiento y mucho.

Desde hace un tiempo, con vos mi sexualidad se incrementó de una manera qué no imaginaba, experimenté sensaciones qué no conocía, con esto no quiero justificar mis acciones, solo que hubo estímulos, qué despertaron en mi otras sensaciones, por eso también necesito contarte, qué también te engañé con Clara, hubo situaciones, que también las considero una traición, por haberlas hecho a espaldas tuya. Nos hemos besado y abrazo estando desnudas, nos hemos masturbado una frente a la otra, no sé si por su desparpajo, o su manera frontal de ver y decir las cosas, en ese momento no las consideré inaceptables, incluso me dijo abiertamente, que haría un trío con nosotros dos. Creo que cuando ella estuvo acá en casa, o cuando estuvimos en Córdoba, si alguien lo hubiera propuesto, creo que yo lo hubiera aceptado. Esa noche en Brasil en el cumpleaños de un amigo de Carlos, otra mujer también me propuso tener algo conmigo, y me besé también con ella, ese ambiente más unas copas de champagne, más algunas situaciones que vi esa noche, me hicieron perder la cabeza, y no ver con claridad lo que estabahaciendo. Y te dije que te iba a decir toda la verdad, me arrepentí en el mismísimo momento en que lo había hecho. Desde ese momento, es que me siento una mierda, traicionándote cómo lo hice, de la manera que lo hice y las veces que lo hice. Y para nada me consuela, en que los dos hayamos hecho lo mismo, no tuve el valor de contártelo cuándo volví, tenía un terrible miedo, a que me dejaras, me sentí la peor de todas, por hacerte lo mismo qué tiempo atrás te había causado tanto dolor y por lo que te habías separado, no podía ni puedo, imaginarme la vida sin vos. Por eso es que necesito pedirte perdón, por mí traición, te mentí, te mentí muchas veces, te oculté muchas cosas, no te merecés todo lo que te hice, maldigo cada día el haber entrado al sindicato.

Pablo me miraba sin decir nada, veía la tristeza en su cara, sus ojos rojos de tanto llorar, imaginaba su decepción.

-PABLO: Tengo que preguntarte lo mismo que me preguntaste vos, ¿sentís algo por él?

-PATRICIA: Claro que no! Te juro que no! En el momento me dejé llevar, porque no te lo voy a negar, estaba excitada, pero ningún sentimiento me une a él, de hecho, sentí un alivio al renunciar al sindicato, no soportaba la idea de seguir trabajando con él, y con Clara me cuesta explicarte lo que me pasó, nunca sentí atracción por las mujeres, pero ella me generó algo que ni yo termino de entender.

-PABLO: A pesar de haber sido mutuo, no deja de ser doloroso, nos traicionamos mutuamente, llegado el momento, no pensamos en el otro, nos dejamos llevar y eso no es lo correcto, en dos personas que se aman, distinto sería, si hubiera sido consensuado, cómo lo hacen algunas parejas, pero en mi caso al menos, no puedo verlo así, te engañé y me engañaste, y eso no puede ser, al menos en mi concepción de pareja!

-PATRICIA: Lo sé, y eso es lo que me atormenta, no encuentro la forma de enmendar mi error, se que la cagué y sé que como dijiste vos, me toca hacerle frente a las consecuencias de mis actos.

-PABLO: El dolor en el pecho me mata, me lo provocó mi actitud, y también la tuya, creo que los dos, nos faltamos el respeto, más allá de las causas, los dos fallamos, no sé si en este momento puedo ver las cosas con claridad, trato de estar tranquilo, pero estoy por explotar, pero quizás tengamos que ver las cosas de otra manera, creo que lo nuestro no estaba tan bien como creíamos, que pasaban otras cosas y no supimos verlo. Creo que en estas circunstancias, nuestra relación ha llegado a su fin.

Esas palabras de Pablo, me atravesaron el pecho, en este momento Martina me diría, qué le contara de mi embarazo, pero no quería que nuestro hijo, sea la variable determinante en nuestra relación, sí seguíamos juntos o no, no tenía que depender de nuestro hijo, sino de nuestra convicción porque así sea, además no tenía el coraje de decirle también que dudé sobre quién era el padre de mi hijo, pero en este momento, daba lo mismo, nuestra relación se estaba terminando.

Nos quedamos callados un momento, Pablo había bajado la mirada, las lágrimas le seguían cayendo al igual que a mí.

Un momento después, se puso de pie, me miró y me dijo:

-PABLO: Creo que lo mejor va a ser que me vaya, en verdad no puedo con esto.

Camino hacia la puerta de casa, yo lo seguí detrás.

-PATRICIA: Por favor Pablo no te vayas!

-PABLO: Perdón Patricia, ya no puedo!

Y parados frente a frente, con la puerta abierta, lo abracé, me abrazó, solo me miro a los ojos, y pude ver la tristeza en su mirada sin decir más nada, se fue de casa.

No pude sino tirarme en el sillón a llorar, nuestra relación se había ido al carajo.

En algún otro momento, tendría que decirle del embarazo, y reconocerle también, que tuve la duda sobre quién era el padre.

Me sentí una mierda, ¿qué le esperaba a nuestro hijo?, unos padres, qué dicen amarse, pero que se fueron infieles, dos personas angustiadas y sin un futuro claro. ¿Y ahora qué tengo que hacer? ¿Volver a llamarlo para decirle que estoy embarazada? ¿Ocultárselo, y que mi hijo crezca sin su padre?

Pero como me dijeron tanto Martina como María Marta, tengo que pensar en el bienestar del bebé que llevo dentro.

Me senté en el sillón, respire hondo para tratar de tranquilizarme, pero me resultaba imposible pensar en otra cosa.

Me volvieron las náuseas, creo que voy a tener que dejar el mate.

El fin de semana estuve sola en casa, me obligué a alimentarme como corresponde, mi bebé tiene que crecer sano.

Ya un poco más tranquila, el domingo llame a Martina, le conté del  encuentro con Pablo, entendió mis razones, para no contarle del embarazo, necesitaba dejar pasar unos días, para ver qué pasaba con Pablo.

El lunes pedí turno con la ginecóloga, quería ponerla al tanto del embarazo y ponerme en sus manos, para que todo vaya bien. Me dio un turno para el miércoles en la mañana, fui a verla y me dijo todo lo que tendría que hacer, para llevar a buen término el embarazo, me pidió el teléfono de mi neuróloga, para comunicarse con ella y acordar el seguimiento de mi embarazo.

Cuando salí de la consulta, llame a María Marta para vernos.

Me dijo si quería que almorzáramos juntas, y así lo hicimos en un restaurante a unas cuadras del sindicato.

-MARIA MARTA: Hola mi chiquita, ¿Cómo estás?

-PATRICIA: La verdad, Cómo puedo! Solo pensando en mi bebé!

-MARIA MARTA: ¿Pudiste hablar con Pablo?

-PATRICIA: Hablamos el viernes en casa, y le conté todo.

-MARIA MARTA: ¿También que estás embarazada?

-PATRICIA: Eso aún no, necesitaba saber qué pasaba con nuestra relación, y que nuestro hijo no sea el motivo para estar juntos, si no es realmente lo que deseamos.

MARÍA MARTA: Perdón que te lo diga, pero Pablo debe saberlo, lo que pase entre ustedes dos, es una cosa, pero tienen un hijo en común, y para ambos eso tiene que ser lo más importante.

No puedo saber si la relación entre ustedes tiene futuro o no, pero el saber que van a ser padres, puede ayudar a dejar atrás todo lo que pasó, por ambos lados.

-PATRICIA: Te entiendo Mary, pero si volvemos a estar juntos, que sea por nuestra decisión y elección, y no porque estamos esperando un hijo. Al menos de momento lo veo así.

-MARIA MARTA: Perdón Pato, no es mi intención, meterme en tu vida y decirte lo que tenés que hacer. Con la mano en el corazón, ¿seguís enamorada de Pablo?

-PATRICIA: Claro que sí, más que nunca, aún más sabiendo que espero un hijo suyo!

-MARIA MARTA: ¿Y crees que él sigue enamorado de vos?

-PATRICIA: Estoy segura que sí, por su forma de mirarme, porque de no ser así, ya me hubiera mandado a la mierda y hubiera planteado la separación, se hubiera llevado todas sus cosas, que sé yo. Seguramente fue muy duro para él, saber lo que hice con Clara y que me acosté con Carlos, y qué de no haber estado él con otra mujer, ya me habría borrado de su vida. Otra mujer le fue infiel y la relación se terminó.

-MARIA MARTA: Creo que deberían volver a hablar, me parece qué no todo está terminado, él tiene que saber qué esperás un hijo suyo.

-PATRICIA: No sé qué hacer, no sé cómo seguir, lo único que me preocupa es que el bebé crezca sano.

-MARIA MARTA: Pero también es importante que vos estés bien, y creo que la presencia de Pablo, aunque no sea como tu pareja, puede hacer que tengas un buen embarazo y estoy segura que te cuidaría se ocuparía de vos y del bebé, aunque no estén juntos.

-PATRICIA: En algún momento se lo diré, no sé cuándo. Desde el viernes no nos hemos comunicado.

-MARIA MARTA: Llámalo, vuelvan a hablar, y contale del embarazo, es mi consejo.

Hablamos un momento más, hasta que María Marta tuvo que volver al trabajo.

Me fui para casa, pensando en lo que me había dicho, pero aún no estaba convencida de contárselo, necesitaba primero, saber cuál era la situación con Pablo.

La semana pasó, y no nos comunicamos, quería darle un tiempo para que pudiera pensar y tomar alguna decisión sobre nuestro futuro, antes de contarle del bebé.


Pablo

El encuentro con Patricia, me dejó destrozado, aquello que tantas veces tuve miedo que pasará, que tantas veces imaginé que podía pasar, finalmente había pasado, se había acostado con Carlos, me tuve que contener, para no levantarme y desaparecer, a pesar de que ambos habíamos sido infieles, y se podría decir qué estábamos a mano, en ese momento sentí que nuestra relación se había terminado, no veía un futuro posible, ¿basado en qué? ¿En el respeto mutuo? ¿En la confianza mutua? Ambos habíamos quebrantado todo eso, ¿Cómo se vuelve de esa situación? Y no solo eso, también lo que hiso con Clara, y las mentiras y las cosas que ocultó, demasiadas cosas, y vaya a saber si es solo eso.

Necesitaba tomar una distancia, necesitaba pensar y sentir, toda mi vida se había trastocado, todo aquello que creí que era mi seguridad, de repente dejó de serlo, hasta me hace pensar que no nos amábamos tanto como creíamos.

Esa semana ni me llamó, ni la llamé, ni mensajes, ni audios, nada. No sabía cómo seguir, a pesar de pensar todo el tiempo en ella.

Cada vez veía más cercana la idea de que nuestra relación no tenía futuro, no podía dejar de pensarla en la cama con ese tipo, entregándose a disfrutar con otras personas como lo hacía conmigo. ¿Necesitó probar otras cosas, otros hombres? ¿Realmente habrá sido el único?

Al pensar aquello no podía obviar que yo también me había metido entre otras piernas que no eran las suyas. Estaba enojado, con la situación, no podía enojarme con ella más de lo que me enojaba conmigo mismo. No me sentía en condiciones ni de perdonar, ni de ser perdonado, ni de comprender, ni de ser comprendido. Mi despelote mental era tal, que decidí buscar un profesional, un psicólogo o psicóloga para tratar de acomodar un poco mi cabeza y encontrarle un norte a mi vida.

Tantas sensaciones, tantos pensamientos, tantas vueltas le doy durante todo el día, que llego siempre a la conclusión, que creo que no existe posibilidad de seguir juntos.

El lunes diecinueve, tenía que volver al trabajo, aunque no tenía cabeza, las dos semanas se habían pasado en un abrir y cerrar de ojos y tendría que poner mi mejor cara y presentarme en la empresa.

También empecé a barajar la idea de buscarme un lugar para vivir, no podía seguir indefinidamente en lo de Miguel, mientras se resuelve mi vida.

Miguel me recomendó a Daniela Vázquez, una amiga de Irene que es psicóloga, y la llamé para empezar con ella. Me dio un par de horarios para elegir, y tomé el de los martes a las seis de la tarde.

El fin de semana, iba a estar solo, Miguel se quedaba en casa de Irene desde el viernes.

La soledad me estaba matando, no había momento en que no pensara en ella, que si estaría mateando con ella en vez de solo, que estaríamos cenando  juntos, que la encontraría al llegar del trabajo, que haríamos el amor, pero también, la imaginaba con el médico, o con Clara, y recordaba sus mentiras, y siempre terminaba igual, llorando y maldiciendo lo que nos pasó.

El lunes salí del trabajo para ir al banco, casi sin pensarlo demasiado, fui hasta el jardín de Patricia, necesitaba al menos verla de lejos. Llegué unos minutos antes de la hora de salida. La puerta estaba llena de padres y madres esperando a sus hijos. Fueron saliendo los pequeños y la puerta se empezó a despejar. Luego vi retirarse a algunas de sus compañeras y minutos después, ya no quedaba nadie en la puerta. ¿Se habría quedado hablando con alguien? Viendo que nadie más salía, bajé del auto y me acerqué a una mujer de unos cincuenta y pico de años que estaba en la puerta. Al consultarle si Patricia Miralles ya había salido, me contestó que estaba de licencia, en el momento en que le iba a preguntar el motivo de la licencia, otra mujer, la llamó desde adentro y disculpándose entró apurada.

Volví a la empresa pensando en que le habría pasado, ¿Acaso había vuelto a convulsionar? ¿Estaba tan mal por lo nuestro que no podía trabajar?

Me preocupé, tenía que saber si estaba bien, y decidí enviarle un mensaje, no quería decirle qué había pasado por el jardín, le preguntaría cómo está y quizás me diría que no está trabajando. El mensaje fue escueto: " Hola Patricia, ¿Cómo estás?"

Me quedé esperando, pero no hubo respuesta, y fue cuando me preocupé aún más, ¿estaría internada por otra crisis? Y me sentí muy culpable, ella debería estar tan mal como yo, y yo tantos días sin siquiera preguntarle cómo estaba. La puta madre! El corazón se me aceleró, ¿y si se volvió a caer? ¿si se lastimó? Me estaba cambiando para pasar por la que fuera nuestra casa, cuándo llegó un mensaje suyo, con el que me volvió el alma al cuerpo, "estaba durmiendo, recién veo tu mensaje"

Y un segundo mensaje que decía, "supongo que debo estar tan bien como lo debes estar vos"

Con eso me quería decir que estaba tan mal como yo, ¿qué hacer ahora?  Un arranque, creo que de instinto, le pregunté si podía llamarla, Su respuesta fue " dame diez minutos" mire la hora para calcular cuando llamarla, necesitaba escuchar su voz, aunque suponía que lo nuestro estaba terminado. Pero no me lo podía negar a mí mismo, sacando las horas del trabajo, ella ocupaba mi cabeza, no podía sacarla de mis pensamientos. Diez minutos después, marque su contacto, timbró un par de veces y me contestó:

-PATRICIA: Hola Pablo, ¿Cómo estás?

-PABLO: Aquí voy! ¿Vos cómo estás?

-PATRICIA: La verdad no muy bien, no estaba con ánimos de trabajar y me pedí una licencia.

-PABLO: ¿Por la epilepsia?

-PATRICIA: Por suerte no! De ánimo! No Tengo cabeza para trabajar con los chicos! ¿Vos estás trabajando?

-PABLO: Sí, ya volví! La verdad es que tampoco tengo ganas, pero ya no podía tomarme más días.

-PATRICIA: Me gustaría, que puedas pasar un día de estos, para que podamos seguir hablando.

-PABLO: Un día de estos paso!

-PATRICIA: Te voy a estar esperando!

-PABLO: Te tengo que dejar, tengo que ir a terapia!

-PATRICIA: ¿Estás haciendo terapia?

-PABLO: Hoy empiezo! Entendí qué necesito ayuda, solo no me resulta fácil!

-PATRICIA: Espero que te vaya bien! Cuando puedas pasá por casa!

-PABLO: Dale! Te mando un beso!

-PATRICIA: Y yo otro!

Esa Llamada me dejó mucho más tranquilo, al menos no le había pasado nada, y de ánimo definitivamente estaba tan mal como yo.

Fui a la terapia, cómo suponía para una primera sesión, solo fue contarle a Daniela un poco de mi historia y el por qué de mi visita, para que me vaya conociendo.

Salí de ahí y me fui a tomar un par de cervezas y después volví a lo de Miguel.

El miércoles cuando salí de trabajar, decidí  pasar por lo de Patricia, y grande fue mi sorpresa, cuándo al llegar a la  puerta de la que fuera mi casa, estacionado justo frente al edificio, el auto de ese tipo y la puta madre que lo parió, ¿qué carajo hacia ese tipo acá? ¿Por qué Patricia lo había recibido en su casa, sí me había dicho que ya no quería verlo?

Salí de ahí como alma que se la lleva el diablo.

Pare en el primer bar que encontré y me tomé una cerveza, después otra, y otra, y perdí la cuenta, salí de aquel bar, a las ocho y media de la noche, bastante borracho. Di vueltas con el auto y llegué a lo de Miguel como a las once.

Miguel estaba en el sillón, mirando una película, al ver mi cara me dijo:

-MIGUEL: Estás borracho boludo! ¿Qué pasó?

-PABLO: Fui a lo de Patricia, y el auto del tipo estaba en la puerta!

-MIGUEL: ¿Estás seguro que era el auto del tipo?

-PABLO: Sí Migue, le conozco la patente!

-MIGUEL: Bueno boludo, no te hagas la cabeza, quizás era algún tema del sindicato!

-PABLO: Ella me dijo que no quería verlo más y ahora estaba en nuestra casa! Bueno la de Patricia!

-MIGUEL: Escúchame Pablo, tranquilízate, andá a dormir, y no te hagas la cabeza, ¿Qué pensás, que estaba culeando con el tipo en tu casa? No seas pelotudo, y dejate de pensar boludeces!

Me fui a la cama borracho, enojado, y con dolor en el pecho, otra vez me inundaba la angustia, de solo pensarla con ese tipo.

En los días siguientes, no la llamé, no podía dejar de pensar, me costaba concentrarme en el trabajo.

El fin de semana Miguel se quedaba en casa de Irene, y la soledad volvió a matarme.

A media tarde del domingo, estaba tirado en la cama, cuando sonó un mensaje en mi teléfono, no quería hablar con nadie y ni mire de quién era el mensaje. Rato después, me levanté para ir a comprar unas cervezas, era la forma de ahogar un poco la soledad.

Miré la hora en el teléfono, y vi que el mensaje era de Patricia. Dudé en abrirlo, pero lo terminé leyendo, "Hola Pablo, te sigo esperando, cuando puedas pasá por casa"

No sabía que contestar a ese mensaje, con enojo pensé, " te tendría que avisar, para no cruzarme con ese tipo" por supuesto no daba enviarle eso, pero era lo que sentía. De momento no lo contesté  fui a comprar las cervezas, y recién después del tercer vaso, me salió contestarle, " Hola Patricia, si no estás ocupada, en cualquier momento pasó" y su respuesta fue, " cuando quieras estoy siempre en casa"

Y como venía siendo habitual, el domingo me acosté borracho.

En la sesión de terapia del martes, Daniela me noto como " desencajado" me hizo contarle que me tenía así, y después me propuso un ejercicio, que pusiera en palabras mis sentimientos, definiéndolos con una sola palabra, todos mis sentimientos, sin obviar ninguno, y me dio una hoja y una lapicera para que los escriba.

Mis palabras fueron, tristeza, soledad, culpa, decepción, enojo, dolor, incertidumbre, amor, duda, desconfianza, miedo y ansiedad.

Luego me dijo que trazara una línea, y que esas palabras que había escrito, las dividiera en tres grupos, los que tenían que ver solo conmigo, los que tenían que ver con Patricia y los que tenían que ver con la situación.

Terminado el ejercicio, creí que me diría algo, pero dio por finalizada la sesión. Lo único que me dijo Daniela, fue que entre las palabras no había escrito algunas como por ejemplo odio, ni rencor, ni venganza. Qué de aquí a la próxima sesión pensara y analizará los sentimientos que tenían que ver conmigo.

Al salir de la sesión, paré en un bar a tomar una cerveza, y en ese momento, decidí ir a ver a Patricia al día siguiente, pero esta vez, le avisaría.

Había encontrado un monoambiente amueblado a buen precio, y estaba pensando en alquilarlo.

El miércoles al mediodía, le mandé un mensaje a Patricia, diciéndole qué al salir del trabajo pasaría por su casa.

Llegué a las cuatro y media, y le toqué timbre, la chicharra sonó y entré. Patricia ya me esperaba con la puerta del departamento abierta, bajé del ascensor y ella retrocedió para que entrara.

Al cerrar la puerta, me dio un abrazo. Nos sentamos en el sillón y en la mesita estaba el mate preparado. Me dio un mate y me dijo:

-PATRICIA: Creí que ibas a venir la semana pasada! Te esperé toda la semana!

Y con gesto serio les conteste:

-PABLO: Vine el miércoles, pero no quise interrumpir!

-PATRICIA: ¿Interrumpir qué?

-PABLO: No te avisé que venía, y cuando llegue vi el BMW blanco!

Patricia me miró con cara de no entender nada, y segundos después, esbozo una pequeña sonrisa.

-PATRICIA: Qué creíste, que estaba Carlos?

-PABLO: Era su auto, le conozco la patente!

Con cara de enojo me dijo:

-PATRICIA: ¿Y creíste que lo había hecho venir a casa?

-PABLO: No creí nada, pero si te querías encontrar con él, lo podrías haber hecho en otro lado! Perdón, es tu casa y podés hacer lo que quieras!

-PATRICIA: Y yo te dije que no quería verlo más!

-PABLO; ¿Y qué hacía acá?

-PATRICIA: No era Carlos! Él se compró un auto nuevo, y ese se lo vendió a Alejandra, qué vino a traerme unos papeles para firmar y la liquidación del sindicato!

Y en ese momento me sentí el más boludo de todos, haciendo una escena de celos, cuando de momento estábamos separados, bajé la mirada y el tono de voz y solo me salió decir

-PABLO: Perdón, va a ser mejor que me vaya!

Le devolví el mate, y me paré para irme, me sentía un tarado.

-PATRICIA: Espera !No te vayas!

-PABLO: Es que no me siento bien, me siento un tarado, no sé por qué me comporté así, no estamos juntos y podés hacer lo que quieras! Esto no tiene sentido!

-PATRICIA: Sé que puedo hacer lo que quiera, pero justamente lo que no quiero, es ver a Carlos! Pero creo que antes de suponer, deberías preguntar, claro está, qué la confianza ya no existe! Y me lo tengo merecido! ¿Acaso yo te he preguntado qué has hecho en este tiempo o quien te has encontrado?

-PABLO: Tenés razón! Perdón, soy un tarado!

Y ahora sí me paré para irme, mi comportamiento no tenía razón de ser, y lejos de entablar una conversación madura, me sentía un adolescente inexperto, pero mis sentimientos hablaron por mí.

-PATRICIA: ¿Te vas a ir?

-PABLO: Perdón Patricia, esto no tiene sentido!

Y abriendo la puerta, salí del departamento, para no esperar el ascensor, bajé por la escalera, las lágrimas me caían otra vez.

Cuando estaba por abrir la puerta para salir a la calle, se abría la puerta del ascensor, y mientras se acercaba me preguntó.

-PATRICIA: ¿Por qué te vas?

Y con mis lágrimas cayendo, le contesté

-PABLO: Porque no sé qué hacer, no sé qué decir, ya no sé nada! No entiendo nada! Ya nada de esto tiene sentido!

Abrí la puerta y salí a la calle, me subí al auto y a las pocas cuadras, paré para llorar...

Continuará…