Los intrincados caminos de un amor (15)
Los intrincados caminos de un amor Capítulo 15
Los intrincados caminos de un amor
Capítulo 15
Pablo
Varias conversaciones con Miguel, me tranquilizaron un poco, trató de hacerme ver, que quizás no tenía que tirar por el barranco mi relación con Patricia contándole lo sucedido con Fernanda, dado que yo mismo le había dicho que no había significado nada para mí, que al contrario, estaba más arrepentido y enojado conmigo, que a gusto con haberlo hecho.
Patricia me llamó permanentemente, y traté de dejar lo ocurrido a un lado, para poder verla y hablar en cada contacto.
Me fue mandando montones de fotos, del hotel, de la habitación, del Centro de Convenciones, de las presentaciones, de sus encuentros con Martina y el esposo y un montón más.
Supongo que ella también sentía la culpa con la que se había ido, y por eso nos comunicábamos a cada momento.
El sexo virtual del viernes, me dejó más caliente de lo que venía, y después de terminarme la cerveza que estaba tomando, aun desnudo en el sillón, me volví a masturbar pensando en Patricia y en todo lo que haríamos a su regreso.
Pero inevitablemente, a mi cabeza, venía una y otra vez lo ocurrido con Fernanda y decidí hablar con ella cara a cara, desde lo ocurrido, no habíamos vuelto a vernos ni a hablar, ni siquiera por mensajes. Ese mismo viernes, le dije de encontrarnos a las diez de la noche y el lugar, lo que aceptó inmediatamente.
Esta vez nos encontramos en otra cervecería más tranquila, con menos gente. Aunque me había dicho Miguel que no tomara nada si decidía hablar con ella, necesitaba soltarme un poco para poder hablar tranquilo.
No quería hacerle mal, ella no tenía la culpa de lo que yo estaba pasando y sintiendo.
A las diez menos diez, llegué y me senté en una mesa a la vista de la entrada, para verla cuando llegara.
Diez en punto entró Fernanda y al verme se acercó, claramente, su cara no era la de alegría de siempre.
-PABLO: Hola Fer! ¿Cómo estás?
-FERNANDA: Hola Pabli! ¿Vos cómo estás?
-PABLO: Sentate por favor, ¿qué tomás?
-FERNANDA: Una cerveza!
Le pedí al mozo las dos cervezas y sin más preámbulos fuimos directo al tema.
-FERNANDA: Creí que estarías enojado conmigo por lo que pasó.
-PABLO: No Fer, no estoy enojado con vos, y te voy a ser plenamente sincero, creo que no pasa nada entre dos personas, si uno de los dos no quiere que pase.
-FERNANDA: ¿Entonces vos querías?
-PABLO: Mira, no está en mi concepción de pareja, ser infiel, ya me fueron infiel una vez, me dolió mucho y no lo pude perdonar, imaginar que eso me pueda pasar a mí, me destrozaría la vida, siempre fui sincero con vos, respecto del amor que siento por Patricia y también de lo que siento por vos, y es por eso que siento que lo que pasó, no debiera haber pasado, y también quiero que sepas que nada tiene que ver con vos, sos una mujer hermosa, una buena persona, si sintiera lo contrario, no hubiéramos vuelto a vernos.
-FERNANDA: Sí ya lo sé, y también yo te quiero ser sincera. Después de lo que pasó, me sentí muy mal, me sentí muy egoísta, en ese momento solo pensé en mí y en lo que deseaba que pasara, pero después me di cuenta que no tenía sentido, ni siquiera para mí, creo que en el fondo sabía que, de pasar lo que pasó, de todas formas yo también saldría perjudicada, ¿Qué conseguí? ¿Acostarme con vos? ¿Qué pretendía lograr? Fui una estúpida y quizás me dejé llenar la cabeza por las chicas que me decían que fuera al frente, que no sea cagona, que avanzara yo, y no le voy a echar la culpa al alcohol, quizás me desinhiba, pero me hizo perder la perspectiva respecto de lo que era nuestra relación. Estuve muy mal, creí que no me ibas a hablar más.
-PABLO: Yo también me sentí mal, porque sentí que me aproveché de vos, sabiendo que vos estabas más que dispuesta a algo más, y en ese momento no pensé cómo te podrías sentir después.
-FERNANDA: Te quiero pedir perdón, y lo que menos quiero es que tengas problemas por lo que pasó, no me lo perdonaría.
-PABLO: Lo que necesito pedirte es, que hasta que vea cómo termina todo esto, no vernos ni comunicarnos. Seguramente no me lo podré callar, y se lo terminaré contando a Patricia, y de ahí en adelante, no sé que pueda llegar a pasar en nuestra relación. Espero que puedas entenderme y que sepas que no estoy enojado con vos, ni pienso nada malo de vos.
-FERNANDA: Por favor quedate tranquilo, si en algún momento nos volvemos a ver, será por casualidad o porque vos lo quieras, no tengo ningún interés en que algo que tenga que ver conmigo, te perjudique. No me sos indiferente, y creo que lo sabés muy bien, la paso muy bien con vos. He pensado tantas veces lo tarada que fui hace años en no darme cuenta, y lucho contra mí todos los días, para no sentir lo que siento por vos.
Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas, las sequé con mi pulgar y tomé su mano, nos miramos a los ojos y ninguno de los dos dijimos nada. Terminadas las cervezas, pagué lo que consumimos, y salimos, le ofrecí llevarla a su casa, pero me dijo que prefería que no, se tomaría un taxi, y ahí mismo en la puerta de la cervecería, nos despedimos con un beso y nos fuimos cada uno por su cuenta.
Por un lado me quede tranquilo con Fernanda, conociéndola sabía que no iba a hacer nada que pudiera complicar más, mi ya complicada situación, y que seguramente, esperaría a que yo la llame, pero por el otro me quedaba encarar la situación más difícil que era ser sincero con Patricia para contarle lo que pasó con Fernanda el día de mi cumpleaños y que nuestra relación se vaya al tacho.
Volví temprano a casa y me acosté a dormir.
El sábado cerca del mediodía me llamó Miguel para almorzar juntos, ya que en la noche no nos podríamos encontrar, porque era el cumpleaños de su madre.
Casi a la una del mediodía, nos encontramos en una parrilla, pedimos asado y achuras para comer y un vino tinto.
Mientras esperábamos que nos trajeran la comida le conté a Miguel el encuentro con Fernanda.
-PABLO: Anoche me encontré con Fernanda!
-MIGUEL: ¿Y qué pasó?
-PABLO: No fue un encuentro muy largo, habremos hablado media hora mientras nos tomamos una cerveza.
-MIGUEL: Boludo te dije que no tomaras nada!
-PABLO: Tranquilo, fue esa nada más! Dejamos las cosas en claro, nos pedimos perdón mutuamente y le pedí de no vernos, ni llamarnos, ni mandarnos mensajes.
-MIGUEL: ¿Pensás que se va a quedar en el molde?
-PABLO: Estoy seguro! Es una buena mina, no la imagino haciendo nada que pueda complicar las cosas!
-MUGUEL: ¿Y pensaste que vas a hacer con Patricia?
-PABLO: Creo que tenés razón, no será de momento, pero si decido contarle, tampoco quiero que pase mucho tiempo. Me di cuenta que tengo dos opciones, contarle y atenerme a las consecuencias, incluido que ya no quiera estar conmigo o callármelo para siempre y buscar la forma de sacármelo de la cabeza, de enterrarlo en algún lugar!
-MIGUEL: Yo en tu lugar, haría esto último, un error cometemos todos, y si no significó nada para vos, no valdría la pena que tu relación con Patricia se fuera a la mierda por algo así. Al menos así lo pienso yo, un hecho aislado e insignificante en tu vida, creo que no tiene suficiente peso contra una relación como la de ustedes dos.
-PABLO: Puede ser, pero por algo igual, yo corté una relación, lógico sería que Patricia ya no quiera seguir conmigo.
Hablamos un rato más hasta que nos terminamos el vino en la sobremesa y volví a casa, me puse a limpiar y ordenar un poco, mañana llegaba Patricia, y quería que encontrara todo en orden, lo que no conseguía que estuviera en orden, era mi cabeza, constantemente pensaba en lo que había hecho… qué pelotudo!
Patricia
Me volví a probar el vestido con una tanguita blanca, la única limpia que me quedaba, y era la más chiquita de las que había traído, no me terminaba de decidir, me quedaba bárbaro el vestido, apenas se traslucía la tanguita, me veía provocativa pero elegante, Y entonces pensé, aquí nadie me conoce, y como tantas veces me dijera Carlos, que aprovechara a disfrutar, aunque pensara que yendo a un cumpleaños estaba haciendo nada malo, lo que me hacía sentir mal era no contárselo a Pablo.
Minutos antes de las veinte treinta, me llegó un mensaje de Carlos, diciéndome el nombre y la dirección de un hotel, donde me estaría esperando en la puerta.
Era una noche de calor, pero para no salir con el vestidito solo, por si Roberto y Alejandra me vieran, me puse una chamarra corta por encima.
Me terminé de maquillar de ponerme los accesorios, y bajé, al pasar por el restaurante, efectivamente estaban Roberto, Alejandra y otro hombre en una de las mesas, me acerqué a saludarlos, me presentaron a ese hombre, y me despedí de ellos diciéndoles que me estaba esperando mi amiga.
Uno de los empleados del hotel me pidió un taxi, que llegó en un par de minutos, le pedí al chico del hotel, qué hablaba castellano, si podía explicarle al taxista hasta dónde me dirigía.
El viaje no alcanzó a durar diez minutos, y cuando llegué a la puerta del hotel, lo vi a Carlos, me sorprendió su vestimenta, un pantalón blanco, de esos que suelen usarse en lugares tropicales, sueltos y anchos y una remera escote en V en tonos de Celeste y turquesa y unas zapatillas blancas. Acostumbrada a verlo tan formalmente vestido, parecía otra persona.
Cuánto el taxi se detuvo, él se acercó y le pagó el viaje al taxista.
Cuando baje, vi su mirada de aprobación por haberme puesto el vestido que me había comprado.
-PATRICIA: Disculpe Señor yo me tenía que encontrar con Carlos!
Y riéndose a carcajadas me contestó:
CARLOS: Disculpe señora, Carlos no pudo venir y vine yo en su lugar!
-CARLOS: Estás hermosa boluda!
-PATRICIA: Vos con ese look también boludo!
-CARLOS: ¿Te gustó el vestido? ¿Te quedó bien?
-PATRICIA: Me encanta, es hermoso! y decime vos si me queda bien!
-CARLOS: Te queda muy, pero muy bien!
-PATRICIA: Gracias boludo!
Flexiono su brazo para que yo lo tomara y caminamos hasta su auto.
En quince minutos, llegamos a la casa de Alberto, y me sorprendí ampliamente, era un caserón, en un barrio muy coqueto, estaba rodeado por un parque, y se entraba por un portón de hierro de dos hojas.
Carlos dejó el auto en una parte del parque, donde ya había algunos otros estacionados y caminamos del brazo hacia la escalera de entrada a la casona.
Una hermosa chica en la entrada, nos pidió que esperáramos un momento, fue hacia adentro, y volvió un momento después y detrás de ella venía Alberto.
Nos saludó a los dos muy efusivamente y pasamos a la casa, tras un ambiente que hacía las veces de recibidor, un gran salón, con mucha gente, música suave, una barra en el fondo, y a unos metros la salida trasera al parque.
Mozas por doquier, entregando comida y bebida a los presentes.
Distribuidas por el salón, unas mesitas bajas con manteles blancos hasta el piso, con un arreglo floral y una vela en el centro, rodeadas de silloncitos blancos con un pequeño respaldo.
-ALBERTO: Son ustedes Bienvenidos en mi casa, le reservé una mesa, por favor vengan conmigo.
Nos sentamos los tres en esa mesa, y al pasar de una de las mozas, tomó tres copas de champagne y nos ofreció.
-ALBERTO: Por los amigos argentinos! Por favor siéntanse como en su casa!
Brindamos con él, hablamos un momento, y luego disculpándose, fue a recibir a otros invitados.
Me quedé observando todo aquello, el lugar era fantástico, y los presentes, todos muy bien vestidos.
Pasaron las mozas ofreciéndonos algo para comer y le dije a Carlos:
-PATRICIA: Tengo que comer algo sino me voy a poner en pedo!
Y Carlos me miró riéndose.
Comimos algunos canapés, y otros bocaditos que no sé cómo se llamaban, pero que eran muy ricos y Carlos me dijo de recorrer el parque.
Caminamos y yo iba agarrándolo del brazo, al salir de ese salón, una hermosa galería también con mesas, y bajando un par de escalones, al césped del parque varios gazebos distribuidos por el parque, con sillones también blancos y mesas con pequeñas velas, sólo iluminado, por algunas antorchas clavadas en el césped.
Alberto tenía una hermosa casa, más que casa era un palacio.
Después de recorrer el parque, volvimos a la mesa, Alberto, se acercó a nosotros acompañado de una hermosa rubia, alta y con una figura envidiable, al ver a Carlos, le sonrió y se saludaron con un abrazo y un beso.
Se sentó con nosotros en la mesa, junto con Alberto, quién al pasar de otra moza tomo copas de champagne para todos.
Carlos tenía apoyado el brazo en la mesita, y la rubia puso sus manos en el brazo.
Hablaban muy familiarmente en portugués, lo que no me permitía saber de qué estaban hablando, ambos sonreían, y por dentro tuve una sensación cómo de ¿celos?
Creo que Alberto se dio cuenta de la situación, y empezó a conversar conmigo, y lo primero que me pregunto, fue desde cuando estábamos juntos con Carlos, ¿acaso parecíamos una pareja?
-PATRICIA: No estamos juntos Alberto, yo sólo soy la secretaria del sindicato!
ALBERTO: Te pido disculpas Patricia, al ver la cercanía entre ustedes, y creí que al fin alguien lo habría enganchado! Pero veo que con este Carlos, eso es difícil!
Reímos los dos de aquel comentario, y fue entonces dónde le dije que yo estaba casada.
La rubia en un par de ocasiones, se volteó a verme, y pensé ¿Qué le pasa que me mira tanto?
-ALBERTO: Te vuelvo a pedir perdón, no quise incomodarte con ese comentario!
-PATRICIA: No pasa nada Alberto! No te agobies! Nos llevamos muy bien, y en el tiempo que llevamos trabajando juntos, hemos tomado confianza, quizás sea por eso!
Mientras hablaba con Alberto, la rubia me seguía mirando, y en un momento pude ver como se acercó a Carlos y le dijo algo al oído, y me volvió aquella sensación, qué reprimií. Pero él podía hacer con esa chica, lo que quisiera, al fin y al cabo es un hombre libre. Pero entonces, ¿qué razón tenía mi presencia allí?
Hablaron un momento más, y la rubia se puso de pie, luego Carlos, y se despidieron con un abrazo y un beso.
Alberto y la chica se alejaron de nuestra mesa, y no sé con qué cara lo habré mirado a Carlos, que me pregunto si me pasaba algo, y en ese momento me sentí una estúpida intérprete de una escena de celos, que nada tenía que ver en la relación que yo tenía con Carlos.
Traté de volver a la normalidad, hablando de cualquier tema, creí que en algún momento, me iba a contar algo sobre esa chica, pero no fue así, y eso me dejó más intrigada ¿habría pasado algo entre ellos? Seguramente!
La gente comenzó a bailar, y Carlos me tomó de la mano, para ir hacia la pista.
Bailamos algunos temas tropicales, hasta que empezaron algunos temas más suaves, fue cuando Carlos me tomó de la cintura, yo tomé su mano para bailarlo.
-CARLOS: Tamara, se llama Tamara la rubia!
-PATRICIA: Ah! Se ve que se conocen bien!
Y después de decir eso me arrepentí.
-CARLOS: Nos hemos visto varias veces cuándo he venido a Río, es amiga de Sara, la mujer de Alberto.
Estuve tentada en preguntarle si había pasado algo con ella, pero no lo hice, me contuve.
-CARLOS: Tengo que decirte algo, que me comentó al oído.
Y sin dejarlo terminar de hablar, me salió decirle.
-PATRICIA: Si te pinta algo con ella, no hay problema Carlos, me vuelvo en un taxi al hotel.
Se sonrío y acercándose a mi oído me dijo:
-CARLOS: Sería al revés, el que me tendría que volver al hotel sería yo, al oído me dijo, que vos le gustabas, Tamara es lesbiana, y durante toda la conversación, me pregunto si tendría alguna oportunidad con vos esta noche!
-PATRICIA: ¿Y qué le dijiste?
-CARLOS: Le dije que estabas casada, y que no sabía si tendrías algún interés en tener algo con ella! Qué le pareciste una mujer hermosa y que tu acento argentino le encanta.
-PATRICIA: Si volvés a hablar con ella decile que muchas gracias por el piropo, pero que no está en mi horizonte, tener algo con otra mujer!
Y automáticamente se me vino Clara a la cabeza, pero eso no se lo diría a Carlos.
Aquella conversación, me puso en otro estado, ¿quizás el saber que no se Iría con Carlos? ¿O tal vez esa cosquilla que me provocó pensar en Clara y lo que ella quería conmigo?
Volvimos a la mesa, y una de las chicas volvió a dejar dos copas de champagne. Yo ya estaba un poco picadita y entre risas comentábamos el tema de la rubia.
-CARLOS: ¿Nunca pensaste tener algo con otra mujer?
La pregunta de Carlos me tomó por sorpresa, nunca habíamos tocado temas de nuestra intimidad, y me salió responderle con otra pregunta:
-PATRICIA: ¿Alguna vez pensaste tener algo con otro hombre?
-CARLOS: Claro que no! Ni en sueños!
-PATRICIA: Bueno! Yo igual!
Nos reímos los dos, aunque no había dicho toda la verdad, pero ese tema con Carlos no lo tocaría.
Necesitaba ir al baño, y al ponerme de pie estaba bastante mareada, Carlos se dio cuenta y con una sonrisa me dijo que me acompañaba.
Entré al baño y para mi sorpresa, me encontré con la tanguita húmeda, ¿Acaso mi entrepierna tiene vida propia?
Salí del baño, Carlos me volvió a tomar de la cadera, sabía perfectamente, qué su mano estaría palpando el elástico de mi tanguita. Y una imagen cruzó mi cabeza, la de esa chica y yo desnudas en una cama y Carlos observándonos, y sentí una costilla en mi entrepierna, ¿qué me estaba pasando?, ¿acaso estaba sopesando la idea de algo con la rubia? ¿Por qué mis pensamientos van al plano sexual?
Traté de desechar ese pensamiento y volver a la realidad.
Volvimos a bailar con Carlos, qué posando su mano directamente sobre mi espalda, me pegaba a su cuerpo y volvía a sentir mis pezones rozar contra su pecho. La puta madre, me estaba excitando! Masturbarme antes de salir, lejos de calmarme, creo que me había excitado aún más, y esta situación no me ayudaba! Tenía que controlar mi estado y mis pensamientos.
Volvimos a la mesa y pedí una copa de agua, si seguía con el champagne, iba a terminar mal.
Un rato después, la rubia se volvió a sentar en nuestra mesa, esta vez se dirigió a mí, con esa mezcla de español y portugués, me pregunto si la estaba pasando bien.
Le contesté que muy bien, y de frente, cara a cara, me pregunto si me gustaría pasarlo mejor.
Esa pregunta me puso nerviosa, creo que ella lo notó, y apoyando su mano en mi brazo y acercándose a mi oído, me dijo directamente qué le gustaría tener algo conmigo.
Lo veía a Carlos mirar para otro lado, sin prestar atención a nuestra conversación.
Aunque a mi entrepierna, esa proposición pareció no serle indiferente, cómo pude, busqué la manera, sin ser hiriente, de decirle qué no.
-PATRICIA: Te agradezco la invitación, pero estoy casada y por el momento, no deseo estar con una mujer, sos una mujer hermosa, pero espero que entiendas, que lo mío son los hombres, en particular, mi hombre.
Con su mirada, comprendí qué entendía lo que le dije, y con un gesto amable, me tomó de la mano y dándome un beso en la mejilla, me dijo:
-TAMARA: Necesitaba intentarlo! Espero perdones mi franqueza!
-PATRICIA: Claro que sí! Tranquila, no pasa nada!
Y seguimos charlando de otros temas, pero se me volvió a cruzar esa imagen.
Me volvió a dar un beso para despedirse y se alejó de nuestra mesa.
Hablamos con Carlos sobre su proposición y me miró como diciendo, “te lo dije”.
Pasaban de las doce de la noche, por suerte al otro día, no teníamos que ir al congreso por la mañana.
Mientras charlábamos, cómo automáticamente, me terminé la copa de champagne.
Me sentía bien picadita, y ya me reía de cualquier cosa, en ese momento, a pesar de mis pocas luces, decidí no tomar más alcohol.
Volvimos a bailar con Carlos, y esta vez le tuve que pedir, que no me suelte, tenía miedo de hacer un papelón.
Después de un par de canciones, le dije que necesitaba tomar un poco de aire.
-CARLOS: ¿Estás bien?
-PATRICIA: Un poco sofocada!
No podía decirle que estar pegada a su cuerpo, era lo que me sofocada.
Salimos al parque, Carlos me llevaba de la cintura. Podía sentir su mano completamente apoyada en mi cuerpo, y un casi imperceptible movimiento de sus dedos en mi costado.
Lejos de sofocar el incendio que venía creciendo en mi interior, salir al parque, no solo no lo apaciguó, sino que fue echar más leña al fuego.
Aprovechando la poca luz del parque, las parejitas daban rienda suelta a los morreos y coqueteos, incluso algunos más subidos de tono se metían mano, caminamos un poco hasta encontrar a Tamara sentada sola en uno de los sillones fumando, caminamos hacia ella y por el olor, me di cuenta que era un porro. Cuando casi llegábamos, Carlos me dijo:
-CARLOS: ¿Te puedo dejar un momento con Tamara? Tengo que ir al baño!
-PATRICIA: ¿Boludo, me estás entregando?
-CARLOS: No boluda! Pero me da vergüenza hacer pis delante de gente!
Y riéndose, cuando llegamos al sillón donde estaba la rubia, se volvió para la casa.
Tamara, me recibió con una hermosa sonrisa y ni bien me senté, me ofreció el porro. Dudé pero terminé aceptando una pitada, me inquietaba la forma en que me miraba. Pitó ella y acercándolo hacia mí, me lo pasó y le di una calada, mientras ella con un gesto delicado, apartaba de mi cara un mechón de pelo. Estábamos a muy poca distancia, giré mi cabeza para expulsar el humo, y al volverla hacia ella, me encontré con su boca a centímetros de la mía, y sus ojos clavados en los míos. Me quedé inmóvil, esa situación me tensaba y me inquietaba por igual, sentí sus labios apoyarse en los míos y seguí inmóvil, como petrificada, solo me sacó de ese transe, el sentir su lengua recorriendo mis labios, y como hipnotizada, entreabrí mi boca y su lengua irrumpió suavemente en ella, hasta encontrarse con la mía por unos segundos, segundos en que se reconocieron y que fueron suficientes para que mi conchita acusara recibo.
Despegó su boca de la mía y me miró a los ojos, yo como avergonzada, bajé la mirada y me separé un poco de ella, y creo que entendió mi confusión, y ya no volvió a insistir.
Momentos después, volvió Carlos y se sentó con nosotras en el sillón, quedando yo entre medio de los dos.
Mientras charlábamos, Tamara apoyó su mano en mi brazo y lo acariciaba con las yemas de los dedos, pensé que cada uno de sus movimientos, estaban dirigidos a tentarme, y al no encontrarse con una negativa a su beso, seguramente creía que tenía alguna chance.
Aquel juego con Tamara y el roce con las piernas de Carlos, me tenía completamente alterada.
Si pude sobrellevar una situación así con Pablo y Clara, tengo que poder con esta.
Creo que aquella tensión, que al menos para mí era evidente, la descomprimió una de las chicas, que se acercó para ofrecernos bebidas, fue como el campanazo que finaliza el round en una pelea de box, como un llamado a la realidad.
Aunque mi excitación seguía ahí. Tamara miró hacia la casa y vio que Alberto la llamaba con la mano, se levantó del sillón y caminó hacia la casa.
Creo que en ese momento me aflojé, y sin pensarlo apoyé mi cabeza en el brazo de Carlos, que al sentir el contacto, levantó su brazo y lo pasó por sobre mis hombros, apoyando su mano en mi brazo, y haciendo que mi cabeza se apoye en su pecho.
-CARLOS: Cuando vos digas, volvemos al hotel.
-PATRICIA: Cuando vos quieras!
Decidimos volver al hotel, pasaban las dos de la mañana, nos paramos y Carlos me volvió a tomar de la cintura, caminamos con mi cuerpo pegado al suyo.
Buscamos a Alberto para despedirnos, lo encontramos hablando con Tamara y con su esposa. Nos acompañaron hasta la puerta, hablamos un momento y la esposa de Alberto se despidió de nosotros y volvió a la fiesta.
Carlos hablaba con Alberto sin soltarme, en un momento Alberto le dijo, que antes de irse, le hiciera un favor, nos dejaron a Tamara y a mí en el vestíbulo y entraron un momento en la casa.
Y por impulso, como si alguien más lo hiciera por mí, tomé a Tamara de la mano, apartándonos hacia un rincón y tocando su cara, acerqué mi boca y la besé suave en los labios, mi lengua busco la suya, y por un momento, se encontraron y jugaron, podía sentir lo mojada que estaba, apoyé mis tetas en las suyas y segundos después, di por finalizado el beso, no quería ir más allá.
Nos quedamos charlando, hasta que volvieron. Le di un abrazo a Tamara, otro a Alberto, le agradecí su hospitalidad y lo bien que la había pasado, y después de que Carlos los saludara a ambos, salimos rumbo a su auto.
Seguía bastante mareada, y el trayecto me pareció muy corto, íbamos con Carlos comentando de la fiesta, y cuando me di cuenta que estábamos entrando en el estacionamiento del hotel.
Desde así fuimos en ascensor a nuestro piso, Carlos me seguía tomando por la cintura y mi cuerpo iba pegado al suyo mientras caminábamos, Me sentía como en el aire.
Llegamos a la puerta de mi habitación, y busqué con poco éxito, la tarjeta para abrir la puerta.
-CARLOS: ¿Te ayudo?
Y entregándole mi cartera le dije:
-PATRICIA: Por favor!
La puerta se abrió y quedamos parados en la entrada, lo miré a los ojos y le dije:
-PATRICIA: Gracias boludo! Fue una hermosa noche!
-CARLOS: El agradecido soy yo, por haber disfrutado de tu compañía!
Y abriendo mis brazos, lo abracé, apoyando mi cuerpo contra el suyo, el abrazo duró más de lo normal, se sentía bien, y sin siquiera imaginarlo, acercó su boca y me besó.
Sus brazos apretaron más mi cuerpo contra el suyo, nuestras lenguas se encontraron, una electricidad me recorría el cuerpo y dando un paso hacia atrás, entramos en mi habitación sin dejar de besarnos.
Claramente no estaba segura de lo que estaba haciendo, pero la excitación de toda la noche, no me dejaba pensar.
Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, nos separamos un momento, supongo que Carlos querría confirmar lo que estaba pasando, y sin tiempo para pensar nos volvimos a besar. Pude sentir su erección crecer contra mi cuerpo, y eso detonó mi locura. Mientras acariciaba su cabeza y su nuca, bajó a besarme el cuello, se me erizó la piel, acariciaba mis hombros con ambas manos y deslizando suavemente los breteles del vestido, llegaron hasta mis hombros, los sentía deslizarse hacia abajo, sabía que eso significaba, quedar en tetas delante suyo, ya no había vuelta atrás, estaba entregada, mi excitación me dominaba y pronto mi vestido llegó al piso.
Carlos se sacó la remera, y mis tetas fueron contra su pecho, nos volvimos a besar, retrocediendo lentamente en dirección a la cama.
Al llegar al borde, me recostó lentamente y se terminó de sacar toda la ropa.
Me sentía mojada, acarició mi cuerpo suavemente, mis piernas, mi panza, hasta llegar a mis tetas, sus dedos las recorrieron haciendo círculos alrededor de mis pezones.
Me desabrochó y sacó las sandalias, subió por mis piernas besándolas hasta llegar a mi conchita, qué besó sobre la tela de la tanguita.
Ya no tenía nada claro, ya no podía pensar, sólo sentir, mi cuerpo estaba entregado.
Noté como suavemente sus dedos tomaban por los costados la tanguita y la iban bajando hasta llegar a mis pies. Volvió besando y lamiendo mis piernas hasta llegar a mi raja empapada.
La besó y la lamio suavemente, después siguió hacía mis tetas, lamió chupó mis pezones y siguió hasta mi boca, me volvió a besar y sentí su cuerpo sobre el mío.
Ninguno de los dos decía nada, sentía su erección rozando mi piel, y sabía que iba a suceder.
Como si no quisiera que todo pasara tan rápido, iba y venía recorriendo mi cuerpo besando y lamiendo mi piel, hasta que apoyando sus brazos a ambos lados de mi cuerpo, pude sentir su glande en mi entrada.
Separé las piernas para facilitárselo, y mientras me besaba, empecé a sentir como entraba, estaba muy caliente, y quería sentirla toda adentro.
Comenzó un vaivén lento y suave, momentos después, más profundo.
Mis manos acariciaban su espalda, y su boca besaba mi cuello.
La intensidad de las embestidas empezó a aumentar y ya tenía mi orgasmo en la puerta, mi respiración agitada, y jadeos que no podía ocultar.
Carlos lo debe haber notado, y aceleró las embestidas, fueron más intensas y profundas y me llevaron al orgasmo, entre temblores pude sentir momentos después llegar el suyo.
Se recostó a mi lado acariciando mi cuerpo. Cuando me recobré del orgasmo, no lo pude evitar y me sentí la peor de todas. Mi cara lo debe de haber dicho todo, porque Carlos minutos después se sentó en la cama, me miró y sin decir nada empezó a juntar su ropa.
-CARLOS: ¿Estás bien?
-PATRICIA: No lo sé!
-CARLOS: Me voy para mi habitación.
-PATRICIA: Por favor!
Se acercó un suave beso en los labios y sin decir nada salió de mi habitación.
La puerta se cerró, y me largué a llorar, ¿Cómo pude? ¿Cómo pude hacerle esto a Pablo? ¿Cómo pude dejarme llevar de esa manera? Maldiciéndome y llorando, imaginando lo que pasaría de ahora en más, como mi relación con Pablo se iría a la mierda por mis traiciones, lloré y me maldije, y pensando en que Pablo me dejaría, totalmente angustiada, me quedé dormida.
Me desperté con el sonido del teléfono, al mirarlo vi un mensaje de Carlos, preguntándome si bajaría a desayunar. Mi escueta respuesta fue “no”.
Pedí el desayuno a mi habitación, no podía parar de llorar, me sentía muy mal, me sentía la peor de todas, ¿Cómo podría mirar a Pablo a la cara? ¿Cómo no pude manejar mi excitación? Y no puedo culpar a Carlos, fui yo! Toda la culpa fue mía! Me dejé besar, lo dejé entrar en mi habitación! Es mi culpa! Me sentía una mierda de mujer! Por un polvo, que encima, nada tuvo que ver con lo que me hace sentir Pablo, ni a los talones le llega, y pensar qué Clara me dijo que era un buen amante. Qué pelotuda que soy!
Por jugar con fuego, me terminé quemando, que imbecil!
Al mediodía, la llamé a Martina, necesitaba verla. Había decidido no ir al congreso a las presentaciones de la tarde. No quería encontrarme con Carlos.
-PATRICIA: Marti, Necesito verte!
-MARTINA: ¿Pasó algo?
-PATRICIA: Si podes venir te cuento!
-MARTINA: Si boluda decime a qué hora y voy! ¿Te voy a buscar al hotel?
-PATRICIA: Si por favor, cuando puedas!
-MARTINA: En media hora estoy ahí!
Media hora después me mandó un mensaje diciéndome que estaba en la puerta.
Bajé y me subí a su auto llorando.
-MARTINA: ¿Qué pasó boluda?
-PATRICIA: Por favor Vámonos de acá!
Manejó unos cinco minutos, y paró el auto en un parque.
-MARTINA: Contame que te tiene así!
-PATRICIA: La cagué boluda, la cagué!
-MARTINA: ¿Qué hiciste?
-PATRICIA: Anoche me acosté con Carlos!
-MARTINA: Jodeme boluda!
-PATRICIA: Si, por pelotuda! Me dejé llevar! Estaba caliente y me dejé llevar!
-MARTINA: Para! Tranquilízate! Respirá y contame lo que pasó!
-PATRICIA: Te lo resumo, la otra noche fuimos con Carlos a un bar que el dueño es un argentino conocido de él, y nos invitó a su cumpleaños, que era anoche en su casa, fuimos sólo los dos, me regaló un vestido hermoso y me lo puse, tomé varias copas de champagne, una rubia hermosa, se quería acostar conmigo. No se me fui al carajo, no te lo voy a negar, estaba excitada, baile con Carlos, la cercanía con él, más el champagne, más unas pitadas a un porro, mas la rubia que me miraba con deseo, me tenían caliente, y a llegar al hotel, lo hicimos en mi habitación.
-MARTINA: ¿Te busco él?
-PATRICIA: Si boluda fue un beso, pero no lo frené! Me acompañó hasta mi habitación y nos dimos un abrazo, como siempre, pero después del abrazo me besó y ahí arrancó todo.
-MARTINA: Bueno boluda tranquilízate! No te hagas la cabeza, no mataste a nadie!
-PATRICIA: Si boluda, me maté yo, lo maté a Pablo ¿Cómo hago para mirarlo a la cara después de esto?
-MARTINA: Te voy a contar algo que nadie sabe, también le fui infiel a Felipe, cómo te pasó a vos, me dejé llevar y terminé en la cama con un flaco del gimnasio. Por supuesto me sentí mal, por supuesto me arrepentí, pero decidí que eso no me podía cagar la vida con Felipe! ¿Sabés cómo lo miro yo? Un polvo y nada más, porque no fue más que eso, al flaco no lo volví a ver, de hecho cambié de gimnasio, al flaco no me unía nada, apenas supe cómo se llamaba y nada más, ni siquiera le di mi teléfono.
-PATRICIA: ¿Y ahora qué hago? Es mi trabajo, y si quiero seguir trabajando ahí, lo tengo que seguir viendo.
-MARTINA: Háblalo con él, decile que te equivocaste, que no querés arruinar tu relación con Pablo, y si es necesario, dejá el trabajo, no cambies un sueldo por tu relación con Pablo.
-PATRICIA: ¿Y qué hago me lo calló? ¿Cómo hago para callar esto?
-MARTINA: ¿Pablo alguna vez te fue infiel?
-PATRICIA: Estoy segura que no! Vive para mí Martí! Ni siquiera puedo decir que estoy mal atendida! Está pendiente de cada cosa que me pasa. Encima una mujer le fue infiel, y la dejó, no la perdonó, si me deja me muero Marti!
No podía parar de llorar, mi cabeza era un lío, ¿Cómo pude ser tan boluda?
-MARTINA: Escúchame Pato! Pero dejame decirte que lo tendrías que haber pensado un poco mejor, debieras de haber cortado de plano ciertas actitudes, vos decidiste jugar y ahora te tenés que bancar las consecuencias. Entendiendo cómo son las cosas, creo que lo mejor sería dejar el trabajo, cortar por lo sano, dejar de verlo, háblalo con él y explícale, si es un buen tipo, lo va a entender y no va a hacer quilombo. ¿Él está enamorado de vos?
-PATRICIA: No boluda! Estoy segura que para él puedo ser una conquista más! Y si está enamorado de mí, no creo que se lo hubiera guardado tanto tiempo, además, si quería empezar algo conmigo, la cama no era un buen principio. Pero sí, tengo que hablar con él!
-PATRICIA: Bueno escúchame! Un polvo no es la muerte de nadie, salvo que a vos te pase algo con él, si es así tenés que tomar una decisión, y sí con él no te pasa nada, olvídate de lo que pasó, escondelo en lo más profundo de tu ser, y seguí tu vida con Pablo. Ahora es muy reciente, y te hace sentir para la mierda, pero dentro de un tiempo te vas a dar cuenta que no significó nada, y si no significa nada, no puede malograr tu relación con Pablo. ¿Cómo lo tomarías vos, si el que se echó un polvo por ahí fuera Pablo? Es una mierda, ya lo sé, ¿Pero vale la pena tirar todo por la borda por un error? No te castigues, te equivocaste y lo estás pagando, incluso antes de que Pablo lo sepa, eso quiere decir que sos consciente de tu error, y que la mejor manera de continuar, es apostar a lo que sentís por Pablo y olvidarte de lo que pasó anoche. Sin alcohol y sin todos esos estímulos, ¿lo hubieras hecho? Seguro que no, porque hubieras evaluado las consecuencias, anoche no pudiste, te dejaste llevar por la calentura, no dejes que esto te arruine la vida!
-PATRICIA: Lo que más me preocupa, es que mañana vuelvo y me voy a encontrar con Pablo, ¿cómo voy a hacer para borrar esto de mi mente?
-MARTINA: Justamente, deja de pensar en esto y pensá en lo que tenés con Pablo, a lo que pasó anoche echale tierra encima que sea un secreto bien guardado para que no arruine tu vida. Ya te digo, yo lo tengo bien escondido, y sigo adelante con Felipe, no puedo asegurar que Felipe no se haya cogido a alguna mina por ahí, sí lo hizo, lo tiene bien guardado, y seguimos adelante, proyectando juntos, hablando de hijos, de familia y de una vida en común. Que esa sea tu meta, una vida junto a Pablo y que este error, no la trunque. Y si necesitas ayuda, sabés que contás conmigo y si te resulta difícil superarlo, hace terapia, no hipoteques tu futuro por un polvo de mierda!
Ahora, si te pasa algo con Carlos, creo que tenés que poner blanco sobre negro en tu vida, y ser sincera con Pablo y bancarte lo que él decida.
A las cinco de la tarde, Martina me volvió a llevar al hotel, entre en mi habitación y lo llamé a Carlos.
-PATRICIA: Hola Carlos, ¿estás en el Congreso?
- CARLOS: Hola Pato, sí, estoy acá. ¿Vos como estas?
- PATRICIA: Podrás venir un momento al hotel antes del discurso?
-CARLOS: Si necesitas que vaya, por supuesto!
-PATRICIA: Tengo que hablar con vos!
-CARLOS: En quince minutos estoy ahí!
-PATRICIA: te espero en el bar!
A las ocho de la noche, Carlos tenía que dar el discurso de cierre del congreso, sabía que él quería que estuviera ahí, y además si no iba, tendría que dar explicaciones a Roberto y Alejandra.
Mu fui al baño, me lavé la cara, me tranquilicé y bajé al bar con un jean y una remera, me pedí una botella de agua y me senté a esperar.
Diez minutos después, llegó Carlos, venía de traje y corbata, al verme, se acercó la mesa y se sentó frente a mí.
-CARLOS: Hola Pato, ¿cómo estás?
-PATRICIA: Mal Carlos, bastante mal!, lo que pasó anoche, no debería haber pasado! Amo a Pablo y lo que hice es lo que me pone mal, me dejé llevar y no medí las consecuencias, le fui infiel y sé que no me lo va a perdonar, que mi vida se va a ir a la mierda.
-CARLOS: Escuch..
-PATRICIA: Dejame terminar! Necesito que sepas que lo que pasó anoche, no debió haber pasado y no va a volver a pasar, me siento muy mal por lo que hice.
-CARLOS: Pato, necesito pedirte perdón por lo de anoche, yo también me dejé llevar, pienso que quizás no estabas del todo consciente de lo que estábamos haciendo, y supe perfectamente al terminar, que había sido un error.
-PATRICIA: No te culpo a vos Carlos, fue mi culpa, culpo al alcohol, al porro, a Tamara pero sobre todo a mí, por no poder controlarme y no poder ver las cosas con claridad. Voy a estar presente en tu discurso de cierre, voy a tratar de hacer de cuenta, que nada pasó, pero indefectiblemente, la relación entre vos y yo, no va a ser la misma, espero que lo entiendas, no sé todavía cómo seguirá mi vida, ni siquiera sé si voy a seguir trabajando en el sindicato, muy probablemente ya no siga.
Carlos abrió los ojos, al oír que no sabía si iba a seguir trabajando con él, pero era una decisión que de momento no podía tomar, todavía tenía que volver a Mar del Plata y encontrarme con Pablo.
La conversación con Martina, me había dado otra mirada sobre el asunto, quizás tenga razón y este tenga que ser mi secreto, pero Carlos no es un desconocido que me encontré una noche y con el que me eché un polvo.
-PATRICIA: Necesito pedirte Carlos, que lo que pasó anoche quede entre vos y yo, apelo a tu caballerosidad, para que nadie sepa lo que pasó, ni siquiera Clara. Todavía no sé cómo voy a hacer con Pablo, lo traicioné y no se lo merece y sé que lo voy a destruir, espero que me entiendas, y como yo, lo sepultes en lo más profundo de tu ser.
-CARLOS: Eso dalo por hecho! No soy de los que van por ahí pavoneándose de sus actos, y menos tratándose de vos, sabes lo que te aprecio, y no tengo la mínima intención de perjudicarte! Por ese lado quedate tranquila! Pero tengo que ser sincero con vos, deseaba que pasara, quizás no de esa forma, y menos que menos con estas consecuencias. Me sentiría muy mal, si por esto que pasó, dejas el trabajo, sentiría la culpa de perder a una persona, tan capaz y tan laburadora como vos.
-PATRICIA: Sobre eso no te puedo decir nada, necesito volver a mi realidad con Pablo y ver si mi vida sigue con él. Por favor, espérame que suba a cambiarme y vamos para el congreso.
Subí a mi habitación y decidí llamarlo a Pablo, en este momento estaba un poco más segura para hacerlo.
Hablamos como veinte minutos, como si nada hubiera pasado, aunque no podía dejar de llorar. Traté por todos los medios, de qué Pablo no lo notara, pero de todas formas, me preguntó si me sentía bien, le tuve que volver a mentir, diciéndole que algo de la cena de la noche anterior, me había caído mal y que me tenía que cambiar para ir al congreso, Nos despedimos diciéndole, que al otro día nos volvíamos a ver, que llegaría a casa entre las nueve y las diez de la noche, me dijo que me esperaría con la comida.
Corte la llamada y no pude sino seguir llorando, ¿Cómo pude ser tan hija de puta?
Me vestí formal y bajé, durante el trayecto, ninguno de los dos tocó el tema, sólo hablamos del discurso.
Al llegar, Alejandra al ver mi cara, me preguntó si me sentía bien, y le dije lo mismo que a Pablo, que algo no me había caído bien.
Llegó la hora del discurso de cierre, acompañé a Carlos hasta el escenario, cuando subía le hice un gesto con el pulgar levantado.
El discurso estuvo muy bien, el auditorio lo aplaudió y el presentador dio por finalizado el congreso, lo siguiente era la cena de despedida.
Aduciendo a mi malestar casi no probé bocado, pero en realidad no tenía hambre, ya quería volver al hotel y acostarme a dormir.
Necesitaba ponerle fin a todo esto, y enfocarme en el día siguiente, llegar a casa y abrazar a Pablo, decirle cuanto lo extrañé y cuánto lo amo.
Volvimos al hotel antes de las doce, nos despedimos y cada cual fue a su habitación.
Ya en mi habitación me llegó un mensaje de Carlos, solo un "Gracias" que no respondí.
Me di un baño y me metí a la cama.
Le mandé un mensaje a Martina, para ver si estaba despierta, me respondió al momento y la llame por teléfono. Hablamos más de media hora, me dijo qué iba a ir al aeropuerto para despedirme. Después de hablar con ella, necesitaba hablar con Pablo y lo llamé, me respondió con voz de sueño, estaba dormido, pero por suerte me atendió, le dije que el congreso ya había terminado y que estaba deseosa de llegar a casa. No sabía que iba a pasar, pero quería volver.
Al día siguiente desayunamos los cuatro, y luego de preparar nuestros equipajes, nos dirigimos al aeropuerto.
Cuando llegamos Martina ya me esperaba, nos apartamos del resto y hablamos hasta el llamado para abordar el avión.
-MARTINA: ¿Más tranquila?
-PATRICIA: Un poco, ayer hablé con Carlos, y le dije que quizás no siga en el sindicato, que lo que pasó fue un error y que nadie se entere. Y después traté de enfocarme en Pablo, en unas horas me voy a encontrar con él, y al menos de momento quiero dejar esto en el olvido.
-MARTINA: No va a ser fácil olvidarlo, a mí al menos no me resultó fácil, pero tenés que seguir tu vida con Pablo si es lo que deseas, y te aconsejaría que dejes el trabajo en el sindicato, el verlo todos los días, te va a complicar el poder olvidar lo que pasó.
-PATRICIA: Tenés razón! No puedo seguir trabajando ahí! Ya veré la razón que le diré a Pablo para no seguir trabajando, seguramente él se va a poner feliz y eso es lo importante para mí. Ya buscaré la forma y el momento.
Nos despedimos con un fuerte abrazo, cuando nos llamaban para abordar.
Durante el viaje en avión y el de regreso a Mar del Plata, casi no hablé con Carlos.
La combi que nos llevaba, nos dejaba a cada cual en su casa, dejaron primero a Carlos, después a mí en la puerta de casa, y luego a Roberto y a Alejandra, me despedí de los dos y bajé de la combi.
Arrastrando mi maleta y mi incertidumbre por la vereda y por el pasillo del edificio, llegué a casa con el corazón saliéndose del pecho, respire hondo y metí la llave…
Continuará…