Los intrincados caminos de un amor (13)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 13

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 13

Pablo

Las dos semanas en Villa Carlos Paz, fueron una locura, no quería volver, la pasamos muy bien, salimos, recorrimos, conocimos, nos divertimos, nos reímos, pero sobre todo hicimos disfrutar a nuestros cuerpos, no podría contar los orgasmos de Patricia en esos quince días, lo hacíamos en cualquier lado, de todas las formas, por todos lados.

Pero cómo lo bueno siempre dura poco, volvimos el treinta y uno, y yo tenía que volver a trabajar al día siguiente.

Ese primer día de trabajo, al volver, Patricia me esperaba con el mate preparado y unas tostadas con mermelada, mientras tomábamos unos mates sentados en el sillón, sonó su teléfono y ella lo atendió, era un llamado de Carlos.

A Patricia aún le quedaban dos semanas de vacaciones antes del comienzo de las clases, pero cuando cortó la llamada con Carlos, me dijo que tendría que ir al sindicato porque tenían que armar un proyecto para un congreso.

Y así comenzó ese mes de febrero, Patricia iba todas las tardes al sindicato, algunos días volvía a la hora de cenar, y otros volvía luego de las diez o las once de la noche.

De tener unos días solo para nosotros dos, y además tremendamente sexuales, pasamos de la noche a la mañana, a no poder hacerlo en dos semanas.

Entendía que Patricia llegaba cansada, y por supuesto, no iba a presionarla, esperé a que ella tuviera la necesidad de volver a encontrarnos sexualmente.

Fue recién el sábado once por la noche, ese día, a pesar de haber ido al sindicato, al volver cenamos y después nos fuimos a jugar a la salita. No fue una noche larga, pero yo la necesitaba y creo que Pato también.

Nos volvimos a sentir, lo hicimos suavemente, no quería que fuera una noche extenuante para ella, en esos últimos días, la había notado cansada como nunca antes.

En la siguiente semana, Patricia sintió unas molestias como si de una infección urinaria se tratase, pidió un turno y fue a una consulta con la doctora Inés Balmaceda, su ginecóloga.

Efectivamente, cursaba una infección urinaria y aprovechó también para quitarle el DIU, lo retiraría, y finalizad el tratamiento para la infección, le volvería a colocar uno nuevo, durante unos días, teníamos que evitar las relaciones sexuales.

El lunes trece de febrero, Patricia comenzó las clases en el jardín, y luego del jardín se iba para el sindicato, la iban a buscar a la escuela en un auto del sindicato y luego la traían a casa.

En este mes, nos habíamos visto muy poco, y no podía dejar de pensar en que había pasado más tiempo en el sindicato y con Carlos que conmigo, incluso el último fin de semana de febrero, también tuvo que viajar a La Plata, se fueron el jueves después del jardín y volvieron el sábado por la tarde. Por supuesto la vi llegar esa tarde en el auto con Carlos y despedirse con un abrazo, un beso y algún comentario que la hizo sonreír.

Terminaba febrero, cuando una tarde al llegar del trabajo, me encontré con Patricia en casa con el mate preparado, me dio tanta alegría encontrarla en casa, como hacía tanto tiempo, que le di un tremendo abrazo y un intenso beso, quizás buscando algo más.

-PABLO: Qué alegría encontrarte mi amor!

-PATRICIA: Ya terminamos el trabajo mi amor! Por fin terminamos, la verdad es que ya me tenía agotada!

-PABLO: Ya lo creo mi vida, ese sindicato no te ha dado descanso en todo el mes!

-PATRICIA: Amor, necesito contarte algo, que me enteré ayer, pero anoche estaba tan cansada que preferí que lo hablemos hoy para poder hablarlo bien.

-PABLO: ¿Qué cosa mi cielo?

-PATRICIA: Es sobre el congreso.

-PABLO: ¿Qué pasó con el congreso? No me digas que te hicieron trabajar tanto todo el mes al pedo!

-PATRICIA: No mi amor, al contrario! El proyecto está muy bien y es el que se va a ser presentado en el congreso.

-PABLO: Muy bien mi cielo! Todo eso es mérito tuyo!

-PATRICIA: Pero eso no es todo!

-PABLO: ¿Y eso qué significa?

-PATRICIA: Qué tendría que ir al congreso!

-PABLO: ¿Y cuándo es el congreso?

-PATRICIA: Es el mes que viene! Pero el tema no es cuándo, si no dónde!

-PABLO: ¿Y dónde es?

-PATRICIA: En Río de Janeiro!

-PABLO: ¿Ehh? ¿Río de Janeiro?

-PATRICIA: Si mi amor, en Brasil!

-PABLO: ¿Y cuántos días?

-PATRICIA: Cinco días en Rio de Janeiro mas el tiempo de viaje mi vida! Por un lado me entusiasma la idea de ir y poder ver a Martina después de tantos años sin tener que pagar un peso, pero por otro lado, este mes hemos compartido muy poco vos y yo, y no quiero dejarte otra vez solo! Todavía no confirmé si iba o no, porque primero quería hablarlo con vos y que lo decidamos juntos!

-PABLO: Mi amor, sabes que yo te banco en todas, si vos querés ir porque ese fue tu trabajo y tu esfuerzo de todo el mes de febrero, y además, si tenés la oportunidad de ver a Martina, yo no me voy a oponer!

-PATRICIA: Yo me imaginaba tu respuesta, pero igual no sé qué voy a hacer! No estoy segura de ir!

En ese momento me pasaron muchas cosas por la cabeza, por un lado quería que se sienta segura y recompensada por su esfuerzo, y por otro, ya me estaban cansando tantos viajes, un dilema en mi cabeza, que tenía que resolver en una fracción de segundo, sin tener la real dimensión de las consecuencias.

-PABLO: No lo desaproveches mi cielo! No sería la primera vez, que estemos cinco días separados! A pesar de extrañarte cada vez que viajás, no creo que sea yo quien tenga que decidir o dar el visto bueno para que viajes, sé de tu esfuerzo, de tu dedicación, además de tener la posibilidad de encontrarte con Martina después de tanto tiempo, ¿quién soy yo para decidir si vas o no?

-PATRICIA: Ya lo sé mi cielo! Pero me hubiera gustado ir a Brasil con vos, que conocieras a Martina y conociéramos Rio de Janeiro los dos juntos, que podamos disfrutar los dos de un viaje así!

-PABLO: Ya tendremos la oportunidad de ir, si todo va bien, podemos pensar un viaje para el próximo verano! ¿Y qué día se irían?

-PATRICIA: El ocho de marzo, por suerte un día después de tu cumpleaños!

La noticia me cayó como un balde de agua fría, no me la esperaba, pensé que después de un mes entero de trabajo, tendríamos más tiempo para nosotros, pero que podía decirle, había trabajado para ese bendito congreso todo el mes, y tenía la oportunidad de ver a su amiga, no iba a ser yo quién se la negara, pero a decir verdad, no me entusiasmaba mucho la idea de que se fuera a Brasil cinco días y encima con Carlos y vaya a saber con quién más.

Durante la cena volvimos a hablar del tema, y le dije que no desaprovechara la oportunidad, que fuera tranquila, ¿Qué podía decirle? ¿Qué no me gustaba nada que se fuera a Brasil con el sindicato? ¿Qué tampoco me gustaba para nada la relación que tiene con el médico? Creo que decir todo eso, me haría ver y sentir como un marido controlador, como un hombre inseguro y desconfiado, y no es eso lo que quiero que sienta, mi forma de quererla es apoyarla en cada cosa que desee hacer, es mi forma de respetar su individualidad, de apoyarla, de que sienta que estoy orgulloso de ella y decidido a compartir la vida juntos.

Después de la preparación de ese proyecto, el trabajo en el sindicato, había vuelto a la normalidad y sólo iba una o dos veces por semana.

Los días siguientes, tocamos el tema del viaje todo el tiempo, tengo que decir que no la veía muy entusiasmada, al menos delante de mí, creo que sentía cierta culpa por irse tan lejos sola.

En una cena que salió el tema del viaje le pregunté:

-PABLO: ¿Quienes van a Brasil corazón?

-PATRICIA: Van Carlos, Roberto, el subsecretario, Alejandra del Departamento legal y yo. Hoy me dijo María Marta que ya se reservaron los pasajes de avión y los días de estadía en el hotel!

-PABLO: ¿Hablaste con Martina para decirle que ibas a Rio?

-PATRICIA: Todavía no, la tengo que llamar!

-PABLO: Llámala! No sea cosa que justo esos días no esté en Río de Janeiro y no puedan encontrarse!

-PATRICIA: Tenés razón! Ya la llamo!

Fue a buscar su teléfono y la llamó, puso el altavoz y pude escuchar toda la conversación. Y por supuesto confirmé, qué hice bien en no poner objeciones a que se fuera a Rio de Janeiro! Los gritos de su amiga, me hicieron ver lo feliz que estaban ambas de poder reencontrarse después de tanto tiempo sin poder verse!

Faltaban unos días para el viaje, cuando al llegar del trabajo una tarde, me encontré a Patricia con una cara de preocupación, que no podía ocultar, y como de haber estado llorando, lo primero que pensé, es que se había suspendido el viaje, o que al final ella no iría.

-PABLO: ¿Qué pasó mi cielo? ¿Por qué esa carita?

-PATRICIA: Es que tengo que darte una noticia que no hubiera querido darte!

-PABLO: ¿Qué pasó?

Y con un par de lágrimas que brotaban de sus ojos, me dijo:

-PATRICIA: Es que se adelantó el viaje mi amor, me avisaron hoy que se adelantó!

-PABLO: ¿Para cuándo?

-PATRICIA: El vuelo es el seis de marzo a las nueve y media de la noche!  Carlos va a ser quien exponga en el congreso, y necesitamos estar un día antes.

Me partió verla llorar! ¿Qué podía decir?

-PATRICIA: Yo quería estar para tu cumple mi amor, yo quería estar con vos ese día!

Y abrazándola para que no se sintiera mal, le dije:

-PABLO: Tranquila mi cielo! no pasa nada! No llores por favor!

-PATRICIA: Es que me hace sentir muy mal no poder estar con vos el día de tu cumpleaños!

-PABLO: No pasa nada mi amor! Lo festejamos cuando volvés, no estés mal por eso!

Qué podía decirle, ya no había vuelta atrás, ya había confirmado su participación en ese congreso y no me quedó otra que resignarme, la vi tan angustiada, cómo hacía tiempo no la veía, ya le había dado mi apoyo, y aunque no me cayera bien, traté de restarle importancia y que no se sintiera tan mal por eso.

-PABLO: No pasa nada mi cielo! Me traes un lindo regalito de Brasil y festejamos a tu vuelta! No te pongas mal por eso por favor!

-PATRICIA: Es que me siento una mala mujer, que deja a su hombre sólo el día de su cumpleaños!

-PABLO: Por favor no lo pienses así! Vos no sos ninguna mala mujer, y menos por esto! Viajá tranquilami vida y aprovechá esos días para ver a Martina que hace tanto no se ven!

Los días siguientes, salimos a comprar lo necesario para el viaje, una maleta, algo de ropa y algunas cosas personales y de perfumería que necesitaba para llevarse.

La última noche antes de su viaje, hicimos el amor en la salita, aunque tuve que volver a usar preservativos, su ginecóloga, todavía no había vuelto a ponerle el Diu.

El día del viaje saldrían todos desde el sindicato, en una de las camionetas, ya que en un auto no entrarían los cuatro con sus equipajes, e Irían directamente al aeropuerto de Ezeiza.

Ese día le pedí a Don Mario, salir al mediodía para poder llevarla y despedirme de ella.

Cuando llegamos al sindicato, estacioné el auto y bajamos los dos, yo llevaba su maleta y ella su mochila y una cartera.

Cargaron su equipaje en la camioneta, salude a Carlos estrechándonos la mano, y Patricia me presentó a Roberto, un hombre de unos sesenta y largos años, no muy alto y algo rellenito y con cara de pocos amigos, y a Alejandra, la chica que iría con ellos, una chica calculo yo, que un par de años más que Patricia, no muy bonita de cara, pero con un buen cuerpo, que no hacía nada por ocultar, enseñaba sus curvas con un pantalón blanco ajustado y una remera ajustada al cuerpo que marcaba sus voluptuosidades.

Patricia no podía ocultar la tristeza en su mirada, yo trataba de que no se fuera mal, tratando de hacerle alguna broma y hablarle de otra cosa.

-PABLO: Disfrútalo mi vida! Aunque no la conozco, dale mis saludos a Martina, y decile que algún día la vamos a ir a visitar los dos! Tengo una idea, vení!

Nos apartamos unos pasos de los demás y le dije que grabara un video de nosotros dos, en el que yo le iba a mandar saludos a Martina. Patricia estuvo de acuerdo y estirando su brazo nos grabó a los dos mientras yo decía: “Hola Martina, es un gusto para mi poder mandarte un gran saludo, aunque no nos conozcamos personalmente aún, ya llegará ese momento, Patricia me ha hablado mucho de vos y estoy feliz de que puedan encontrarse, se lo que te quiere Pato. Te mando un beso grande” y para terminar el video, Patricia dijo: “Chau nena! Nos vemos mañana!”

Esto pareció animarla un poco y volvimos donde estaba los demás.

-PATRICIA: Como te voy a extrañar mi amor!

-PABLO: Sabes que yo también mi cielo! Y te voy a estar esperando cuando vuelvas!

-PATRICIA: Te voy a llamar todos los días!

-PABLO: Cuando puedas corazón! Y si algún día no podés no pasa nada!

-PATRICIA: ¿Qué vas a hacer mañana?

-PABLO: La verdad todavía no lo sé, seguramente iré a tomar una cerveza con los chicos y después me volveré para casa!

-PATRICIA: Me hubiera gustado tomarme esa cerveza con vos!

-PABLO: Ya la vamos a ir a tomar cuando vuelvas!

Le rompí la boca de un beso, ahí, delante de todos, no me importó quién nos estuviera viendo!

Y con lágrimas en los ojos, Patricia se subió a la camioneta.

Un último chau con la mano, y las suyas, como otras veces, formando un corazón con los dedos, mirándonos a los ojos, hasta que la camioneta arrancó y se fue alejando.

Volviendo a casa, me compré un par de cervezas, y fui pensando que ese iba a ser el primer cumpleaños que no amanecía con ella.

Patricia me iba enviando mensajes, contándome cuando iban por la ruta dos, cuando llegaron a Buenos Aires y cuando entraron al aeropuerto de Ezeiza. Me dijo también que le da un poco de miedo el avión y que hubiera querido estar conmigo en ese momento. Por supuesto que yo hubiera querido estar con ella en su primer vuelo.

El último mensaje de ella, fue cuando ya estaba sentada en el avión, y para mi sorpresa y la de ella era un asiento en primera clase, cómo les gusta el lujo a estos sindicalistas, pensé pero no se lo dije. Me dijo también, que se sentía mal por no poder vivir eso conmigo. Traté de que no se sintiera de esa forma y que pueda disfrutar de su logro y del encuentro con su amiga.

Además de las cervezas, para la cena me compré una milanesa con papas fritas, que después calentaría.

Cené mirando un poco la tele y tomándome las cervezas.

Tenía una sensación de soledad, que no había tenido en otros viajes, ¿sería por la distancia? ¿El saberla tan lejos? además de que en las últimas semanas, nos habíamos visto muy poco.

Me fui a la cama después de tomarme las dos cervezas.

Sabía que Patricia me iba a llamar cuando llegaran, el vuelo de Buenos Aires a Rio de Janeiro tarda unas tres horas, y me quedé despierto hasta su llamado.

Pasaron unos minutos de las doce y media de la noche, cuando llegó la llamada de Patricia, con clara voz de estar llorando me dijo:

-PATRICIA: Hola mi cielo Feliz cumpleaños! Como quisiera tenerte acá conmigo y darte un beso y un abrazo!

-PABLO: Gracias mi vida! Yo también corazón! ¿Qué tal el vuelo?

-PATRICIA: Todo bien mi amor, al principio un poco de miedo, pero después se me pasó, es como viajar en colectivo, pero mucho más cómodo, ahora estamos esperando el equipaje y de acá nos vamos en una combi al hotel.

-PABLO: Bueno mi cielo, disfrútalo, cuídate y cuando puedas me llamás!

-PATRICIA: Te tengo que cortar, ahí está llegando nuestro equipaje, mañana desde el hotel te llamo!

-PABLO: Dale mi amor! Te amo, pásala lindo! No te olvides de tomar la medicación!

-PATRICIA: Yo también te amo mi cielo! No me olvido! Hasta mañana! Que empieces muy bien tu día mi cielo!

Me levanté como todos los días, me di un baño y me fui para el trabajo, al llegar a la empresa, me encontré sobre mi escritorio, con una torta que don Mario había comprado, me cantaron el feliz cumpleaños, soplé la velita pidiendo los tradicionales deseos y luego con unos mates y café, la comimos entre todos.

A eso de las nueve me llamó Patricia, hablamos un rato y me contó que después del trabajo en el lugar donde se haría el congreso, tenían la tarde libre, y ya había arreglado con Martina para encontrarse a las dos de la tarde.

Llegué a casa como a las cuatro y media de la tarde, hacia bastante calor, me di una ducha y me senté a mirar las redes sociales y responder los mensajes de saludos.

A eso de las cinco, me llegó un mensaje de Pato, preguntándome si ya estaba en casa, le dije que si, y me hizo una videollamada, la veía con la playa de fondo, cuando me empezaron a cantar el feliz cumpleaños con Martina, estuvimos hablando un rato, hasta que la llamada se cortó, Pato me dijo que estaba con poca batería en el teléfono hablamos hasta que se quedó sin batería.

Después de eso, me quedé dormido en el sillón, hasta que un rato después me despertó el sonido de una llamada en mi teléfono, en la pantalla del móvil, vi que era Fernanda.

-FERNANDA: Hola Pablín Feliz cumpleaños!

-PABLO: Hola Fer Muchas gracias! ¿Cómo te acordaste?

-FERNANDA: Hoy me desperté pensando en vos y cuando me di cuenta del día, me acordé que era tu cumpleaños.

-PABLO: Qué descortés, yo no me acuerdo del tuyo!

-FERNANDA: Para el mío falta poco, es el once de mayo! ¿Y cómo se festeja hoy?

-PABLO: La verdad es que no estoy con mucha onda de festejo, Patricia está en un congreso en Brasil, y vuelve el doce de marzo a la noche!

-FERNANDA: Uh! Qué garrón! Pero igual tenés que festejar! No te vas a quedar solo en tu casa el día de tu cumpleaños!

-PABLO: Los amigos me dijeron lo mismo, y seguramente vamos a salir a tomar unas cervezas por ahí.

-FERNANDA: Yo hoy salgo con unas amigas, vamos a calle Olavarría, ¿vos?

-PABLO: Seguramente iremos también, siempre que salimos con los chicos vamos a una cervecería de calle Olavarría, pero no se muy bien que tienen pensado para hoy!

-FERNANDA: Quién te dice, por ahí nos cruzamos!

-PABLO: Es verdad, por ahí nos cruzamos!

-FERNANDA: Bueno Pablín, qué pases muy bien tu día, y si nos vemos nos tomamos una cerveza y brindamos por tu cumpleaños, ¿dale?

-PABLO: Sí claro, gracias por el llamado!

-FERNANDA: Chau Pablín! Te mando un beso grande y pasalo de diez!

-PABLO: Chau Fer! otro!

Me di un baño y mientras me estaba cambiando, llamó Patricia, estuvimos hablando más de media hora, hasta que ella se tenía que preparar para ir a cenar y yo me tenía que ir para encontrarme con Miguel y Juan.

Me contó de su encuentro con Martina, de cómo iba todo en el congreso, y de lo increíble que le pareció Rio de Janeiro.

Le conté que me iba con Miguel y Juan a tomar unas cervezas, y que le había avisado a don Mario, que al día siguiente, llegaba un rato más tarde, seguramente luego del mediodía.

Nos encontramos con los chicos a las nueve de la noche, en la cervecería de siempre, que por supuesto como todos los días, estaba a tope de gente, a pesar de eso decidimos quedarnos allí.

Nos pedimos una picada y unas cervezas y brindamos por mi cumpleaños.

Como otras veces, a eso de las doce, Juan dijo que tenía que volver a su casa, nos quedamos un rato más con Miguel tomándonos otras cervezas y charlando.

A la una y media de la mañana, dijimos con Miguel de irnos, nos despedimos en la puerta con un abrazo, y cada cual fue en busca de su auto.

Me faltaba más o menos media cuadra para llegar al auto, cuando suena mi teléfono, creí que sería Patricia que me llamaba antes de irse a dormir, pero era Fernanda.

-FERNANDA: ¿Estás por Olavarría o ya te fuiste Pablín? Las chicas se acaban de ir y te estaba buscando!

-PABLO: Hola Fer, justo estaba yendo para el auto!

-FERNANDA: Espera no te vayas! Y nos tomamos una cerveza, ¿te pinta?

-PABLO: Bueno dale, ¿dónde estás?

-FERNANDA: En la puerta de la cervecería que venís siempre!

-PABLO: Espérame en la puerta, que ahí voy!

Por la voz me parecía que venía bastante picadita, y un poco me preocupé cuando me dijo que la dejaron sola, un poco borracha y sola puede ser peligroso.

Al verme llegar, caminó hacia mí y me dio un abrazo, y diciéndome feliz cumpleaños, me dio un pico.

No quise darle importancia a ese beso en los labios, como tampoco le había dado importancia, a los picos de Clara.

Estaba realmente hermosa, con un vestidito corto, y unas sandalias de taco, con el pelo recogido y unos aros colgantes, y claramente, pude ver que no llevaba corpiño, por el movimiento de sus tetas y por sentirlas contra mi pecho durante el abrazo.

Y pensar que cuando trabajábamos juntos, se vestía tan formal, que hasta a veces parecía una mujer de cincuenta años, con el tiempo, se había soltado y se animaba a insinuar su cuerpo, al menos cuando sale en las noches.

La tomé de la cintura para que no trastabillara, y pude sentir la fina línea del elástico de su bombachita.

-FERNANDA: Vamos a tomarnos una cerveza para festejar tu cumpleaños!

-PABLO: Se ve que ya te has tomado unas cuantas!

-FERNANDA: Una más con vos no me va a hacer nada!

Entramos en la cervecería que seguía llena de gente, encontramos un lugar en la barra y pedimos un par de cervezas, yo también venía un poco picadito, con los chicos nos habíamos tomado cinco o seis.

Mientras charlábamos, Fernanda en un par de tragos se bajó toda la cerveza.

-FERNANDA: Otra Pabli!

-PABLO: ¿Te parece? Vamos a salir gateando de acá!

-FERNANDA: La última! Porfa! Es tu cumpleaños!

Pedimos otra más para cada uno, charlamos un rato, nos reímos de nosotros mismos de la forma en que estábamos hablando, se nos enroscaban las palabras.

Cuando salimos, apenas podíamos caminar, nos reíamos de cualquier pavada.

Camino al auto iba pensando si era buena idea ir manejando. Y en un arranque de sensatez, decidí llevar a Fernanda a su casa en un taxi, después decidiría si volvía a buscar el auto esa noche o al otro día.

Durante el viaje nos reíamos cómo dos tarados, al bajar del taxi, tuvimos que caminar abrazados para que no se caiga.

Antes de entrar al edificio, se sacó los zapatos.

Tuve que buscar la llave en su cartera para poder entrar, me costó encontrarla, y me costó abrir la puerta.

Entramos a su departamento, tiró sus zapatos al suelo, colgó su cartera en una de las sillas y nos desparramamos en el sillón, apoyó su cabeza en mi brazo y yo mi brazo por sobre sus hombros.

-PABLO: Hacia mucho que no me emborrachaba de esta manera!

-FERNANDA: Yo la última vez, fue la que me trajiste vos! Esa vez fue para tomar coraje, pero me pasé de largo!

-PABLO: ¿Coraje? yo creo que más que tomar coraje, te habías tomado hasta el agua de los floreros esa noche!

-FERNANDA: No boludo! Y ahora también me tomé varias cerveza porque también necesitaba tomar coraje!

-PABLO: ¿Coraje para qué?

-FERNANDA: Coraje para.... para....para pedirte que..... que me beses.....y que.... que.... que te quedes conmigo esta noche!

-PABLO: Fer, escuch..

-FERNANDA: Si ya sé que tenes novia, ya sé que estás enamorado, ya sé que no tengo que pedirte esto, pero….  solo esta noche, como regalo de cumpleaños!

Y antes de terminar la frase, su boca se pegó a la mía, un suave beso que no rechacé, y para colmo, al inclinarse contra mí, uno de sus pechos aparecía casi por completo por el escote del vestido, que a más de ser corto, se le había subido cuando nos sentamos y dejaba ver casi hasta su entrepierna.

El beso no fue intenso ni largo, separó sus labios de los míos y luego me volvió a besar.

Ese beso no hizo más que terminar de encender mi hombría, que ya era indisimulable bajo mi pantalón.

-PABLO: Fer! Por favor!

-FERNANDA: Por favor, no digas nada!

Me siguió besando, su lengua invadió mi boca y no me pude quedar expectante, nuestras lenguas jugaron en un intenso beso.

-PABLO: Fer! Por favor!

-FERNANDA: Shhhhhh!

El beso continuó y pude sentir su mano, recorriendo suavemente mi bulto por sobre el pantalón, cada vez me estaba costando más rechazarla.

No lo podía responsabilizar, pero quizás mi estado etílico no me permitía mantenerme firme en mi decisión, y mi erección parecía pensar por mí.

No me podía engañar, sus caricias y los besos, más el alcohol, más la casi abstinencia del último mes, más lo buena que está Fernanda, más lo entregada que se mostraba, terminaron por derribar mis defensas.

Mi mano derecha, seguía apoyada sobre su hombro, y la izquierda, que hasta ese momento estaba sobre mi pierna, obedeciendo a mis testículos más que a mi cerebro, se posó en el muslo izquierdo de Fernanda, recorriéndolo suavemente desde la rodilla, hacia su entrepierna.

Su mano ya no sólo acariciaba mi bulto a través del pantalón, sino que palpaba mi miembro, en toda su extensión.

Mis dedos llegaron a su entrepierna, encontrándose con un calor y una humedad, que no había imaginado, ni siquiera en aquellos tiempos en que trabajábamos juntos y que me sentía atraído por ella.

Fernanda abrió levemente sus piernas para permitirme llegar a donde quisiera, y llegué donde no estaba seguro de querer llegar, pero mi excitación no me dejaba pensar.

Sus piernas se abrieron aún más y ya recorría su húmeda raja con la yema de los dedos.

Sentía su respiración agitarse y su cuerpo pegarse al mío.

-FERNANDA: No digas nada por favor!

-PABLO: Esto no está bien!

-FERNANDA: Hace tanto que deseo sentirte!

-PABLO: Fer….

-FERNANDA: Shhh! Aunque sea esta una única vez!

Una parte de mí sabía que no estaba bien, pero la parte que dominaba la situación en ese momento, no me permitía sacar las manos del cuerpo de Fernanda.

Sin darme cuenta en qué momento, ni como pasó, mi pantalón estaba desprendido, sólo la fina tela del bóxer, separaba su mano de mi miembro, que a esta altura, estaba en su máxima expresión.

Mis dedos seguían recorriendo toda su raja, hurgando en los bordes de su bombachita, intentando descubrir su tesoro.

Fernanda se giró, apoyando sus tetas en mi pecho, y mi mano derecha que aún estaba en su hombro, bajo acariciando su espalda hasta llegar a su culo.

Estaba al borde del abismo, pero sin fuerzas para dar el paso hacia atrás.

Fernanda giró todo su cuerpo, sentándose a horcajadas sobre mí, apoyando sus rodillas en el sillón. Mis dos manos fueron a su culo, su vestido ya estaba arrollado en su cintura y nuestros sexos se rozaban, separados solamente por la tela de nuestra ropa interior.

Desabrochó mi camisa y en un solo movimiento se sacó el vestido por la cabeza y volvió a apoyar sus tetas en mi pecho.

Ya no había vuelta a atrás, le besé y lamí sus tetas y sus pezones, mientras ella movía su cadera buscando el roce con mi miembro.

-FERNANDA: Vamos al dormitorio Pabli!

Y en un último intento por negar lo que ya era innegable, como si de buscar un pretexto se tratase, le dije al oído:

-PABLO: No tengo preservativos Fer!

-FERNANDA: Yo sí! Vení!

Se levantó y estirando su mano para que yo la tomara y la siguiera, fuimos a los tumbos hasta su dormitorio.

Al caminar detrás de ella, veía por primera vez casi al desnudo su hermoso culo.

Se sentó en la cama y me bajó el pantalón junto con el bóxer, facilité la maniobra cuando ambas prendas llegaron a mis tobillos, se llevó mi pija a la boca y la empezó a chupar, un momento después, no acostamos los dos, yo desnudo y ella solo con su tanguita negra.

No hubo muchos preliminares, nos besamos abrazados, le toqué y le chupé las hermosas tetas y los pezones, mientras ella acariciaba mi espalda y mi cabeza.

Fernanda, estirando su mano hasta su mesita de noche, sacó del cajón un preservativo, lo abrió y fue ella misma quién me lo puso.

Después de eso, me acosté sobre ella, aparté la tanguita a un lado y mi glande buscó su entrada, la encontró con ayuda de ella, que con su mano, la dejó en la entrada de su conchita, solo faltaba mi movimiento pélvico para conquistar su interior.

Entró lentamente pero hasta el fondo, los gemidos de Fernanda, comenzaron a escucharse, su excitación hizo que de a poco acelerara mis embestidas y unos minutos después, sus gritos de placer, al llegar su orgasmo, me hicieron acabar sin poder contenerlo más.

Fernanda me seguía abrazando y besando amorosamente.

Liberada la tensión, y recuperando lentamente el ritmo normal de mi respiración, automáticamente me invadió la culpa. Me recosté mirando al techo, y una terrible angustia se apoderó de mí.

Qué había hecho! Había roto mi fidelidad a Patricia por un polvo que no pude, no supe o quizás no quise evitar.

Sin decir nada, ninguno de los dos, un momento después, Fernanda se quedó dormida y mis lágrimas afloraron, más por bronca que otra cosa.

Como pude ser tan boludo! Como pude quebrantar así mis convicciones! Cómo no me pude contener!

Cómo me dejé llevar, por un polvo, que ni siquiera puedo decir que fue alucinante!

Cómo fue que terminé haciendo, lo mismo que me habían hecho a mí hace tiempo y que me causó tanto dolor!

Una traición, por qué es eso! Una traición! No voy a ser capaz de callar esto!

Me levanté y fui al baño, me saqué el preservativo, y aún algo mareado por el alcohol, me insulté a mí mismo, mirándome al espejo!

Salí del baño, busqué mi ropa y me empecé a vestir, quería irme a casa, quería salir de ahí, como si el huir de la escena, borrara del delito. Necesitaba pensar en que hacer ahora, como enfrentar lo que pasó frente a Patricia.

Dudé en avisarle a Fernanda que me iba, y ya vestido, decidí dejarla dormir y escribirle una nota, sonaba a cobardía, pero prefería no decir más nada, no tenía cara para mirarla a los ojos y decirle que lo que pasó entre nosotros, no tendría que haber pasado, que había sido un error.

Encontré una lapicera en el mueble y busque un papel, no encontré ninguno, estaba nervioso y angustiado. Lo único que encontré fue una caja como de zapatos vacía, di vuelta la tapa como para escribir en ella, y cuando me disponía a escribir, apareció Fernanda aún desnuda, me abrazó desde atrás y me dijo:

-FERNANDA: ¿Qué pasa Pabli? ¿Te vas?

-PABLO: Perdón Fernanda! Lo que pasó no tendría que haber pasado!

-FERNANDA: No te sientas mal! Los dos lo deseábamos!

-PABLO: No me siento mal por el acto en sí, me siento mal por no haberme podido resistir!

-FERNANDA: Pero Pabli!

-PABLO: Perdón Fernanda, no te tendría que haber hecho esto!

-FERNANDA: Por favor perdóname vos! Soy yo la que no tendría que haber hecho lo que hice! Fui una egoísta! Por favor perdóname Pabli!

Y su cara de angustia, me hizo sentir aún más culpable!

-PABLO: Perdón Fernanda pero necesito irme!

-FERNANDA: No te vayas, por favor hablemos!

-PABLO: Perdón Fer, pero ahora no puedo, después te llamo y hablamos!

Y dándole un abrazo, que intentó mitigar su angustia, me fui de su casa.

Caminé yendo a buscar el auto y durante las más de veinte cuadras, no paraba de recriminarme lo que había hecho.

Ella no era culpable de cómo yo me sentía, seguramente ella lo deseaba, era lo que quería que pasara, aún me retumban sus palabras durante el coito, “así mi amor”, imbécil sería si no me diera cuenta que ella tiene algún sentimiento hacia mí, pero yo tendría que haber tenido la claridad para discernir mis acciones llegado el momento.

¿Cómo pude por Dios? ¿Cómo pude dejarme llevar por una calentura? ¿Cómo fue que me cagué en mis convicciones de esta manera?

Llegué al auto, lo abrí y me senté a llorar!

¿Cómo sigo después de esto? ¿Cómo miro a Patricia a la cara?

Llegué a casa y me tiré en la cama así como estaba, puse la alarma del teléfono y no sé en qué momento, me quedé dormido.

Llegué al trabajo y todos me preguntaron por mi cara, tuve que mentirles y decir que algo que había comido, me había caído mal.

Por primera vez desde que estamos juntos, deseaba que Patricia no me llame, no sabría si podría ocultar cómo me sentía.

Pero minutos antes de las tres de la tarde, me llamó.

Traté de mostrarme normal, pero algo que dije, o de la manera en que lo dije, hizo que Patricia me preguntara si estaba bien.

Le atribuí lo contrariado que podría haber parecido, al trabajo, inventándole que me había olvidado hacer unas declaraciones juradas que tenía que presentar ese día, y que estaba trabajando contra reloj para poder presentarlas.

Hablamos un momento y me dijo que a la noche me volvía a llamar.

Salí del trabajo y me fui para casa, me senté en el sillón a pensar que pasaría a partir de ahora.

Lo llamé a mi amigo Miguel para encontrarnos y contarle lo que había pasado y como me sentía.

Nos encontramos a las siete de la tarde en una cervecería más tranquila que la que vamos habitualmente.

-MIGUEL: ¿Qué pasó Pablo? Algo tiene que haber pasado para que quieras que nos veamos con tanta urgencia!

-PABLO: Si boludo! La cagué!

-MIGUEL: ¿Qué cosa cagaste?

-PABLO: A Patricia! La cagué a Patricia!

-MIGUEL: Pará! Tranquilizate y contame!

-PABLO: Anoche después que nos despedimos me llamó Fernanda, que me andaba buscando para tomarnos una cerveza por mi cumpleaños. Ya habíamos hablado a la tarde, le dije que me encontraba con ustedes, y ella me dijo que se juntaba también por ahí con unas amigas.

-MIGUEL: ¿Y qué pasó?

-PABLO: Me agarró justo cuando llegaba al auto para irme para casa, y me dijo que me estaba buscando en la cervecería donde habíamos estado, así que volví y la vi, estaba hermosa con un vestidito y zapatos de taco!

Nos tomamos un par de cervezas más. Cuando salimos, yo estaba bastante arruinado y no quise manejar, dejé el auto y fuimos a su casa en un taxi, estaba bastante borracha y no la iba a mandar sola a la casa!

-MIGUEL: ¿Y?

-PABLO: No te voy a mentir, bastante borracho que estábamos, yo venía con una abstinencia importante y ella que para serte sincero, no me es indiferente porque algo me atrajo de ella hace años, y ahora encima, está más linda que antes, a eso sumale que no sé si por calentura o porque siente algo más, no le costó mucho trabajo que cayera, y terminamos en su cama.

-MIGUEL: Uh boludo, y ahora!

-PABLO: Me siento para el culo! En el momento que terminé de acabar, automáticamente caí en cuenta de lo que había hecho!

-MIGUEL: ¿Y después que pasó?

-PABLO: Creo que se me pasó el pedo en ese mismo momento, me sentí para la mierda y me quería ir, me vestí y cuando estaba por dejarle una nota, se me apareció desnuda. Yo no quería estar más ahí, le dije que no tendría que haber pasado y me fui. Sé que se quedó mal porque me pedía perdón por lo que pasó.

-MIGUEL: Yo creo que no te tendrías que hacer la cabeza, pasó!, no tendría que haber pasado pero pasó!

-PABLO: Pero, ¿y ahora? ¿Cómo la miro a Patricia a la cara? Por algo así yo corté una relación!

-MIGUEL: Conociéndote cómo te conozco, sé que se lo vas a terminar contando a Patricia, pero si aceptás un consejo, yo te diría que esperes unos días, primero para calmar esa angustia que te atormenta, y además tener en claro si con Fernanda te pasa algo.

PABLO: Con Fernanda no me pasa nada más allá de una a mistad, es una linda mina, una buena mina, nos vemos seguido o hablamos por teléfono, supongo que a ella sí, le pasa algo conmigo, pero te juro que no tengo un sentimiento más allá de la amistad con ella.

-MIGUEL: Mejor, si no, supongo que estarías en problemas, como sé que se lo vas a contar a Patricia, yo te aconsejaría, que esperes un poco, y que busques el momento adecuado. Estás arrepentido, ya lo sé, ya me doy cuenta, y estoy seguro que entre esa chica y vos no va a volver a pasar nada, al menos mientras estés con Patricia.

-PABLO: Encima, ni siquiera fue un polvo alucinante que disfruté, te lo digo en criollo, ni siquiera valió la culpa que cargo. Pero lo que sí pienso que tendría que hacer, es hablar con Fernanda, se quedó muy mal cuando me fui de su casa, y no la puedo culpar a ella por lo que pasó, pero necesito que entienda que sintiendo lo que siento por Patricia, lo que pasó no tendría que haber pasado.

-MIGUEL: Puede que tengas razón, si vas a hablar con ella, yo te diría que sin alcohol y no en su casa.

-PABLO: Eso seguro! Pero te puedo afirmar que no va a volver a pasar nada con ella.

Llegué a casa un poco más tranquilo, la conversación con Miguel me había hecho pensar en los pasos a seguir, y decidir en qué momento contárselo a Patricia.

Aún faltaban unos días para que volviera de Brasil y como me dijo Miguel, tenía que pensar las cosas con calma.

Pero ¿cómo pensar las cosas con calma? Por más vueltas que le dé a los hechos, la situación es la misma y el desenlace también.

Traté de imaginar cómo reaccionaría Patricia al saberlo, imaginaba su enojo, su decepción, su tristeza, su dolor, hasta imaginé la ira que podría llegar a desatar la noticia en ella, y el momento en que me diría que lo nuestro se terminó por mi culpa, y eso lo tendría que aceptar.

Yo por una situación de traición igual, no pude entender, no perdoné y terminé la relación.

Tenía que empezar a pensar, que cuando Patricia lo supiera nuestra relación se terminaría, ¿cómo haríamos para superarlo y poder seguir adelante? Era imposible que pudiéramos seguir juntos, la había cagado y ahora me tocaba afrontar las consecuencias!

Ese pensamiento, me hizo llorar desconsoladamente...

Continuará…