Los intrincados caminos de un amor (09)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 9

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 9

Pablo

Ese sábado, después de hacer algunas compras y ordenar un poco, me recosté a dormir una siesta.

Me despertó el ruido de la puerta y las llaves de Patricia, esta vez había llegado más temprano.

Escuché el ruido de su bolso caer al piso y sus pasos apurados recorriendo la casa, entró al dormitorio, desprendiéndose el jean y sacándose los zapatos bajos, se quitó la remera y se tiró sobre mí en la cama.

-PATRICIA: Que ganas tenía de verte! Cómo te extrañé! Que ganas tengo de vos!

-PABLO: Hola mi amor! Por fin estás acá!

Le desprendí el corpiño y se lo saqué. Le toqué el culo y le saqué la tanguita.

No entendía el por qué de su excitación, pero no era el momento de averiguarlo, necesitaba disfrutar de su cuerpo.

Al tocar su conchita, la encontré ya mojada, ¿Qué había pasado que había llegado tan caliente? Y ya mojada! ¿Quién o qué había provocado esa excitación? Ya después, trataría de saberlo, por ahora, me quería ocupar de calmar esa excitación.

Hicimos el amor durante más de media hora, luego de tres orgasmos, se quedó dormida.

Me quedé despierto a su lado, pensando en lo que podría haberla puesto así.

Cerca de las ocho de la noche, se despertó, nos besamos, me dijo que tenía hambre, le dije que ya tenía todo para la cena, me dijo que se quería dar un baño y yo le dije que mientras tanto preparaba la cena.

Puse el pollo en el horno y preparé las ensaladas. Me senté en el sillón, prendí el televisor y me puse a mirar uno de los capítulos de la serie que estoy mirando, mientras se cocinaba el pollo y Pato se terminaba de bañar.

Miraba la serie, cuando a pantalla del teléfono de Pato, que estaba sobre la mesita del estar, se iluminó con la entrada de un mensaje. Miré la pantalla y la vista previa de un mensaje de whatsapp, de Clara, que decía: ¿Cómo llegaste tesoro?

Nunca me había nombrado a una Clara, y si le estaba preguntando cómo había llegado, quiere decir que había estado con ella en La Plata o al menos al tanto del viaje.

Por supuesto, no miré su teléfono, más allá de lo visto, seguramente, ya me contaría quien era Clara.

Un rato después, apareció Pato con el pelo aún húmedo, con una remera ajustada y solo una tanguita debajo.

-PATRICIA: Que rico olor! Que hambre tengo!

-PABLO: En un momento ya comemos! Corazón, te sonó el teléfono!

-PATRICIA: Ah gracias mi vida!

Sentada a mi lado, respondió algunos mensajes y me dijo:

-PATRICIA: Era un mensaje de Clara!

-PABLO: ¿Quién es Clara? Nunca me había nombrado una Clara!

-PATRICIA: Clara es la esposa de Pedro, el secretario general del sindicato de San Isidro, nos conocimos en la cena del primer viaje a La Plata, y nos caímos muy bien, es divina, es un par de años más chica que yo y re macanuda. Cuando no tengo que ir a las reuniones con Carlos, nos hemos juntado para hablar, y estos días también estuvo en La Plata. Nos llevamos muy bien, me dijo que cuando anduviera por Mar del Plata, le encantaría conocerte, le he hablado tanto de vos que te quiere conocer.

-PABLO: Sí claro, no tengo problema, qué le habrás contado de mí...!

PATRICIA: Que sos mi amor, que sos divino, ¿qué más le podría contar de mi amorcito? Que me apoyás en todo y qué te bancás que me vaya de viaje y te deje solo.

-PABLO: No escuché tu llamada anoche, ya estaba durmiendo.

-PATRICIA: Me imaginé, era un poco tarde, la cena se extendió mucho más de lo esperado y tenía muchas ganas de jugar con vos, por eso es que llegué un poquito desesperada!

Cuando estuvo la comida nos sentamos a cenar, me contó detalles del viaje de las reuniones de las cenas y de sus salidas con Clara. Ya tenía curiosidad por conocerla.

Esa semana tuvo que volver a viajar, esta vez a Bahía blanca desde el jueves hasta el sábado.

Me dijo que se estaban cerrando las listas para las elecciones del sindicato y por eso había varios viajes programados.

La verdad es que tantos viajes, nos quitaban mucho tiempo de estar juntos.

El jueves que Pato se iba, yo tenía una reunión en el trabajo y no la podía llevar al sindicato, nos despedimos al dejarla temprano en el jardín.

Ese viernes salí temprano de la empresa, y decidí llamar a Fernanda para tomar un café y charlar un rato.

Me dijo que tenía la tarde complicada con una capacitación, pero igualmente, quedamos en encontrarnos a las ocho, para tomar una cerveza.

Llegué al bar un rato antes y me pedí una cerveza, apenas pasadas las ocho, la vi llegar, estaba realmente hermosa y se lo dije:

-PABLO: Hola Fer! Estás hermosa!

-FERNANDA: Vos también Pablín! Estás guapo como siempre!

Le pedí al mozo una cerveza para ella y unas papas para picar.

Al principio me contó de su trabajo y de la capacitación que había tenido y yo le conté que Patricia estaba otra vez de viaje y que volvía el sábado.

No pedimos un par de cervezas más y seguimos Charlando.

-PABLO: Contame Fer, ¿estás sola? Digo, ¿estás saliendo con alguien?

-FERNANDA: No Pablín! Creo que en los últimos tiempos, no he tomado decisiones acertadas. Después de que me fui de la consultora, conocí a un flaco que primero parecía divino, pero a las tres semanas, lo enganché con otra, y de ahí en más, estoy sola.  Y tengo que decirte algo, quizás pueda hacerlo después de las tres cervezas que llevo, que me arrepentí una y mil veces él no haberte hecho un lugar en mi vida, me equivoqué dejándote pasar, por lejos, sos el tipo más noble y buena persona que he conocido y estoy segura que podríamos haber tenido una relación o al menos intentarlo, pero... Como siempre me equivoco!

-PABLO: No lo veas así, a veces las cosas se nos dan, y otras veces no. En aquel momento, creí que algo podría pasar, pero no se dio.

-FERNANDA: Te juro no me puedo sacar de la cabeza, lo que me dijiste en el bar aquella tarde y lloré mil veces por haber sido tan estúpida!

Ante esa confesión, me quedé un poco aturdido, quizás me sorprendió que después de tanto tiempo, siguiera recordando aquel momento, y además arrepintiéndose.

Nos tomamos la cuarta cerveza y seguimos conversando como hasta la una de la mañana. Le dije que me tenía que ir porque al otro día después del mediodía llegaba Patricia.

La llevé hasta su casa, la acompañé hasta la puerta de su edificio y al despedirnos, cuando me acerqué para saludarla, me dio un beso en los labios.

La miré con sorpresa y al ver mi cara me dijo:

-FERNANDA: Perdón Pablo no lo pude evitar!

-PABLO: No es nada Fer, pero quiero que sepas que estoy enamorado de Patricia, y no quisiera que te confundas, la paso muy bien con vos, pero solo como amigos.

-FERNANDA: Perdón Pablo! Ya lo sé! No va a volver a pasar.

Le di un abrazo, un beso en la mejilla y entró al edificio.

Me subí al auto y de camino a casa iba pensando en lo sucedido, no podía decir que me fue indiferente, había algo en ella que no me permitía rechazarla.

Ya en la cama, seguí pensando y llegué a la conclusión de que si yo hubiera aflojado, hubiéramos pasado la noche juntos. Pero ya me había tocado vivir la traición desde el otro lado, creo que de haber pasado algo con Fernanda, no lo habría podido ocultar. Y en ese momento decidí, poner un poco de distancia con ella, no quería jugar con fuego.

Esos dos meses largos, me sentí bastante solo, Patricia viajaba todas las semanas. Entendía que era parte de su trabajo, pero estar tantos días separados, me generaba una distancia, a la que no estaba acostumbrado y tampoco me quería acostumbrar.

Esperaba que llegada la fecha de las elecciones en el sindicato, todo volviera a la normalidad. Entendía que la normalidad, también implicaba que tuviera que viajar, pero no tan seguido.

La mayoría de los viajes eran así, se iba los jueves y volvía los sábados o los domingos, se ve que a los sindicalistas les gustan las cenas, ya que según me contaba Patricia, siempre cenaban en elegantes restaurantes, los viernes o los sábados.

Si va a La Plata, a Buenos Aires, a Bahía Blanca, a Olavarría o Tandil, volvía el sábado, en cambio si iba a San Isidro o a Zárate, volvía el domingo.

Fue entonces cuando empecé a salir los viernes por la noche, con Miguel, y a veces con Juan, o con ambos, hasta incluso, algún viernes, me fui a tomar una cerveza solo.

Tres semanas después, de aquel encuentro con Fernanda, un jueves por la tarde, me llamo para encontrarnos. Ese fin de semana, Patricia había viajado a San Isidro, y como estaba solo, en un primer momento dudé,  pero terminé aceptando cenar con Fernanda el viernes, después de todo, no había nada de malo en cenar con ella.

La pasé a buscar por su casa y fuimos a cenar a una cervecería de calle Güemes.

Nuestras conversaciones eran muy amenas, hablábamos de todos los temas, parecía que el tiempo no había pasado, nos reíamos mucho y compartíamos varias cervezas.

Ese viernes después de cenar, cerca de la una de la mañana fuimos a un bar, uno que yo conocía, donde ponían música de los ochenta. Yo me pedí un gintonic y Fernanda un fernet con cola, el lugar estaba lleno y no encontramos ninguna mesita para sentarnos, después de un rato, encontramos un hueco en la barra y nos sentamos. Seguimos Charlando y riéndonos, hasta que en un momento, con una canción que a Fernanda le gustaba casi me arrastró a bailar.

Nos tomamos un par de tragos más cada uno, y ya íbamos a los tumbos.

Fernanda me dijo de irnos que ya no daba más, ya no aguantaba las sandalias de taco alto.

Salimos del bar riéndonos y a los pocos metros, se sacó los zapatos y caminó en pata hasta el auto.

La verdad es que lo pasaba muy bien con ella.

Con lo que había tomado, fuimos hasta su casa, muy despacio y por calles con poco tráfico, durante el trayecto, se largó a llover torrencialmente.

Cuando llegamos a la cuadra de su edificio, las calles estaban llenas de agua, tuve que estacionar a unos treinta o cuarenta metros de su casa. Baje para acompañarla, y en esos metros nos empapamos.

-FERNANDA: Subí Pabli estás empapado, no te vayas con esta lluvia, y con lo borracho que éstas! Cuando pare un poco te vas!

PABLO: Bueno dale! Qué manera de llover! La puta madre!

-FERNANDA: Mientras para de llover, te preparó un café!

Entramos a su departamento, dejó la cartera y los zapatos y fue hacia su habitación, un momento después, volvió con unas toallas, apoyó una en mi cabeza, y me secó los pelos.

-FERNANDA: Pabli, tenes la ropa empapada, ¿Querés sacarte y la pongo a secar? Te va a hacer mal quedarte todo mojado.

-PABLO: Si, pero no me puedo quedar en bolas, mientras se seca!

-FERNANDA: Por mí no hay problema, jaja!  Es broma no te pongas colorado! Espera que te traigo algo para ponerte!

Fue a su habitación y volvió con un jogging y una remera.

-FERNANDA: Creo que es lo único que tengo que te puede entrar! Sacate la ropa mojada, y la ponemos a secar en la estufa. Mientras vos te cambiás, yo me voy a sacar la ropa mojada.

Me saqué la camisa y el pantalón, y me puse el jogging, me quedaba un poco ajustado, al igual que la remera.

Un momento después, Fernanda volvió con un short de jean y una remera, con la que claramente, se notaba que nos llevaba corpiño debajo.

Prendió la estufa y puso mi ropa a secar.

Preparó café y lo tomamos sentados en el sillón. Aunque trataba, no pude evitar en varias ocasiones, mirar sus pezones, que se marcaban en la tela de la remera, incluso creo que ella un par de veces, pudo darse cuenta qué le miraba las tetas.

En un momento se levantó para dar vuelta mi ropa, y me dio la espalda, y no pude dejar de observar, el hermoso culo de Fernanda, que apenas asomaba por el diminuto short.

Tuve que disimular, la incipiente erección que se marcaba en el pantalón, apoyando mis brazos sobre las piernas para ocultarlo.

Para qué negarlo, me gustaba lo que veía.

Pasadas las cinco de la mañana, cuando mi ropa ya se había secado, le dije que me iba para casa. Llovía todavía, aunque bastante más despacio.

Me paré, fui hacia la estufa, la camisa ya estaba seca, me saqué la remera y me puse la camisa. Fernanda estaba sentada en el sillón, dando la espalda a la estufa, y ahí me saque el jogging y me puse mi pantalón.

Me acompañó hasta la puerta y antes de abrirla, me dio un abrazo. Pude sentir sus tetas contra mi pecho y tuve que luchar contra mí, para no volver a tener una erección. Para qué negarlo, aquella situación me había calentado.

-FERNANDA: Gracias Pablito! Como siempre, la pasé muy bien con vos!

-PABLO: Yo también Fer!

-FERNANDA: Llámame cuando quieras y cenamos otra vez!

-PABLO: Dale! Cuando esté solo te llamo!

Me fui de su casa, y ya en el auto camino a la mía, pensaba si estaban bien estos encuentros, en el fondo, sabía que si yo aceptaba, pasaría algo con Fernanda, y podría asegurar, que ella lo estaba esperando.

Podía entender, que ella lo quisiera, pero yo no quería aprovecharme de esa situación y crearle ningún tipo de expectativas.

Aunque disfrutaba de los encuentros con ella, sigo enamorado de Patricia.

Por supuesto en cada viaje de Pato, me encontraba con Fernanda, hablábamos mucho, nos reíamos mucho y la pasábamos muy bien. Incluso algún viernes, me invitó a cenar a su casa, y por supuesto, también la pasamos muy bien.

Un fin de semana, que Patricia estaba en Buenos Aires, Fernanda se encontraba con sus amigas, por el cumpleaños de una de ellas.

Ese viernes yo salí solo a tomarme una cerveza, y como a la una de la mañana, me llamo una amiga de Fernanda desde su teléfono, para pedirme si la podía ir a buscar, que estaba muy borracha. Le dije que sí y me mandó la dirección.

Al llegar al bar, tres chicas estaban con ella en la puerta, una de ellas la sostenía, Fernanda me vio, y borracha como estaba, con las palabras enroscadas dijo:

-FERNANDA: Ahí llegó mi ángel guardián!

Y todas sus amigas me miraban y se reían, todas estaban bastante tocadas.

AMIGA: Llévatela ángel guardián! Y pásenlo lindo! Aprovecha que está a punto caramelo!

Me reí de ese comentario y la tomé por la cintura para sostenerla. Caminamos hasta el auto, la senté en el asiento del acompañante, y le coloqué el cinturón de seguridad, no pude evitar, rosar sus tetas. Al sentarse, la minifalda que llevaba, se le subió y podía ver su tanguita blanca.

Yo venía un tanto picadito también, y aquella situación, me provocó una erección. Desde arriba del auto saludé a sus amigas, y arranque camino a su casa.

Durante el trayecto, iba diciendo cosas sin sentido, Incluso un par de veces, me dijo mi amor, ¿Acaso Fernanda estaba enamorada de mí? ¿Me estaba viendo como algo más que un amigo?

No quería confundir las cosas, pero como dice el dicho, los niños y los borrachos no mienten, y quizás sobria, no se animaba a decírmelo.

En un momento me pidió que parara porque quería vomitar, paré a un costado, bajé y di la vuelta, le solté el cinturón de seguridad y la ayudé a inclinarse para que vomitara en el asfalto. Después a volví a acomodar en el asiento y seguimos camino.

Llegamos a su casa, y la tuve que bajar del auto, estaba tan borracha, que parecía desmayada, su cuerpo se aflojó en el viaje y tuve que alzarla, para entrar al edificio.

De su cartera saqué las llaves y abría su puerta, no alcancé a dar dos pasos, cuando se inclinó y vomitó nuevamente, esta vez en su ropa, sus zapatos y el piso.

La senté en una silla de la cocina, era un desastre, no coordinaba sus movimientos y se iba para un costado.

De camino, pensaba acostarla en su cama e irme para mi casa, pero en ese estado no podía dejarla sola.

Le saqué su camisa vomitada, la minifalda y los zapatos también, quedando solo con un conjunto de ropa interior blanco.

No sabía si recostarla en la cama, pero entendí que no podía dejarla sola en ese estado.

La levanté de la silla para recostarla en el sillón, hablaba pero no podía entender lo que decía, fui a su pieza a buscar una manta para taparla, al volver, se inclino y volvió a vomitar en el piso del estar.

Fue entonces cuando decidí, meterla bajo el agua de la ducha.

La dejé recostada en el sillón y fui al baño, puse el tapón en la bañera y abrí la canilla para llenarla, mientras volvía a buscarla, decidí meterla con la ropa interior, no la iba a desnudar. Con la bañera a medio llenar, toqué el agua para ver la temperatura.

Volví a buscarla y la lleve alzada hasta la bañera, la senté dentro del agua, pero no se podía mantener sentada, entonces me saqué la ropa, dejándome solo el bóxer,  me senté detrás suyo en la bañera con su espalda apoyada en mi pecho.

Mojaba su cara y su cabeza con mis manos y a medida que el agua se iba enfriando, volvía a abrir la canilla de agua caliente.

Un par de horas después, empezó a estar un poco más consciente, incluso se dio cuenta dónde estaba y con quién, y hablando entre dientes y arrastrando las palabras, típico de borracho, me decía que no recordaba, como habíamos llegado.

-PABLO: Fer, ¿crees que te puedas levantar? Así te puedo secar y recostarte.

-FERNANDA: Creeeeeo, que siii!

Salí yo primero de la bañera y me sequé con un toallón. Salí del baño, me saqué el bóxer mojado y me puse mi pantalón.

Volví a entrar y la ayudé a salir de la bañera. Le sequé el pelo y desde atrás la envolví con un toallón. Le desprendí el corpiño mojado y con mi ayuda, ella se lo sacó. Luego le dije que se sacará la tanguita blanca.

Salimos del baño ella envuelta en el toallón, la llevé hasta su dormitorio, abrí la cama, la ayudé a acostarse, la tapé y una vez tapada, le dije que me diera el toallón. Cómo pudo se sacó el toallón y me lo dio, cuando levantó las mantas para dármelo, pude ver sus hermosas tetas.

Traje otro toallón seco y  lo apoye sobre la almohada porque tenía el pelo aun mojado.

La tapé bien y le dije que durmiera, y me pidió por favor que no me fuera.

Me recosté junto a ella, al otro lado de la cama y puse la alarma del teléfono a las nueve de la mañana.

Me dormí pensando en todo lo ocurrido, me despertó el teléfono a las nueve, me levante, fui a la cocina y prepare café.

Con los dos café y unas tostadas, fui a su dormitorio, cuando me senté en la cama, abrió los ojos.

-FERNANDA: Qué vergüenza! Perdón Pabli! Nunca me había emborrachado así! Que dolor de cabeza tengo!

-PABLO: Qué lindo pedo te agarraste nena!

-FERNANDA: Es que empezamos a tomar antes de comer, y cuando quise acordar, me costaba hablar! Las chicas no estaban mucho mejor que yo, ninguna estaba con auto, y cuando me dijeron a quién podían llamar, les dije que te llamaran a vos. Perdón Pablo por arruinarte la noche!

-PABLO: No pasa nada Fer, no me arruinaste nada! Justo estaba por volver a casa.

-FERNANDA: Tengo que ir al baño, me estoy haciendo pis!

-PABLO: Espera que salgo, que estás desnuda!

-FERNANDA: Qué vergüenza Pabli me viste desnuda!

-PABLO: No tranquila! Te acostaste envuelta en el toallón, y cuando estuviste tapada te lo sacaste, así que tranquila que no te vi desnuda, ahora salgo, para que te pongas algo.

Cuando escuché que salía del baño, volví a la habitación, estaba con una remera puesta, nos tomamos el café con las tostadas.

-PABLO: Bueno Fer, me tengo que ir, en un rato vuelve Patricia y quiero estar en casa. Tómate esto y dormí unas cuantas horas, cualquier cosa me llamas!

-FERNANDA: Gracias Pablito! No sé cómo hubiera hecho para volver sola a casa! Ya son varias las que te debo!

-PABLO: No me debés nada! Para que están los amigos!

Nos despedimos con un abrazo y un beso y me fui para casa.

Al llegar, me acosté otro rato, me dormí pensando en que no podía contarle esto a Patricia, seguramente, me traería problemas, o al menos la haría dudar, si realmente había pasado algo entre Fernanda y yo. No quería qué pensara que me iba de joda cuando ella no estaba. Sólo le diría que fui a tomar una cerveza.

Me desperté pasadas las dos de la tarde, y mientras me tomaba otro café, recordaba las palabras de su amiga, " está a punto caramelo", seguramente si hubiera querido, hubiera podido pasar la noche con ella, aunque eso hubiera sido aprovecharse de su borrachera.

Como a las cuatro de la tarde salí al balcón a fumarme un cigarrillo, y unos minutos después, como tantas otras veces, Patricia bajaba del auto de Carlos, se saludaban con un abrazo, y Patricia subía al departamento.

En ese tiempo que tardó en entrar a casa, no pude sino pensar, que últimamente, Patricia pasaba más tiempo con él que conmigo. Yo siempre la apoyé en sus decisiones, pero esperaba que estos viajes, se terminaran, que no nos traigan problemas en nuestra relación, en verdad, todo esto no me gustaba nada…


Patricia

En este último tiempo, los viajes tan seguidos y el trabajo en el sindicato, no me permitían estar mucho tiempo con Pablo, muchas veces llegaba a casa después que él, y viajaba todas las semanas, unos fines de semana volvía el sábado, y otros el domingo, ese rato de la tarde de los domingos, eran los únicos que compartíamos. Por un lado, tengo que reconocer, que los viajes me gustaban mucho, aunque siempre tenía el deseo, de compartir con Pablo todo aquello, los hoteles,  los restaurantes y todos esos lujos, pero era en realidad con Carlos con quién lo hacía.

Después de tantos viajes, tantas conversaciones y tantos momentos compartidos, habíamos logrado una confianza mucho mayor, que la que teníamos al comienzo. Me había acostumbrado tanto a sus regalos, que no sólo ya no se los cuestionaba, sino que ya deseaba ver con que me sorprendía en cada viaje, podría asegurar, qué fue gracias a él, que me acostumbré a usar ropa más sugerente y atrevida, que la que había usado en mi vida hasta ese momento. Incluso me había acostumbrado, a usar los vestidos sin corpiño, había descubierto, esa libertad en mis pechos, que antes no me permitía. Incluso hubo viajes, en que directamente no me los ponía, ni siquiera para las reuniones, donde siempre iba con camisa y chaqueta. Tantas veces pensé que estaba entrando en un terreno fangoso del que no sabía si podría salir.

Casi siempre, al volver de los viajes, le contaba a Pablo, todo lo que había hecho, bueno, en realidad no todo, solo lo que no me causara problemas con él, y él me contaba que muchas veces salía a tomarse algunas cervezas, para no estar tanto tiempo solo en casa.

Entendía que se sintiera solo, y pensé que cuando estuviera en casa, lo acompañaría a tomar unas cervezas, para compartir con él, eso que le gusta. Sentía la necesidad de compensarlo, y creo que en el fondo, tenía miedo de que buscara en otra mujer, lo que no tenía conmigo.

Así fue que un fin de semana que volvimos de La Plata el sábado, hicimos el amor a la tarde, descansamos un rato y a la noche nos fuimos a una cervecería. Quería vestirme sexy para Pablo, así que me puse aquel primer vestido que me comprara Carlos, sólo con una tanguita y sin corpiño, y unas sandalias de taco alto. Me maquillé y me puse unos accesorios plateados, y al verme en el espejo, me vi muy sexy.

Fuimos a una de las cervecerías de calle Olavarría, que Pablo frecuenta.

Nos tomamos un par de cervezas, y después de cenar, nos fuimos a un bar qué a Pablo le gusta, porque ponen música de los ochenta, la pasamos muy bien, nos tomamos otra cerveza y estuvimos bailando hasta pasadas las dos de la mañana, estaba consciente que había tomado un poco más de lo recomendado, pero estando con Pablo nada me preocupaba.

Nos reímos mucho, lo veía muy contento y yo estaba feliz de compartir eso con él. Cuando salimos del bar, yo estaba bastante picadita, nos besamos apasionadamente en la calle y en el auto, y al llegar a casa, nos fuimos a jugar a la salita. Esa sí que fue una noche larga, volvimos a hacer el amor excitantemente, por casi dos horas, besándonos, lamiéndonos, tocándonos, recorriendo nuestros cuerpos y cogiendo en todas las posiciones, en la cama y fuera de ella, cuatro orgasmos me sacó aquella noche.

En esa seguidilla de viajes, nos tocó ir a la ciudad de Campana, nos fuimos el jueves y volvimos el domingo. Y como casi todos los últimos viajes, íbamos solo Carlos y yo.

Pablo me llevó del jardín al sindicato y nos despedimos como siempre en la puerta, como en otros viajes, Cristian cargaba mis cosas en el auto y me llevaba a casa de Carlos, y desde allí nos íbamos en su auto. Me costaba mucho no contarle a Pablo esta movida de salir de la casa de Carlos, pero de momento era mejor que no lo supiese.

Paramos en un hotel cinco estrellas sobre la ruta nueve a unos diez minutos de la ciudad de Campana, nos instalamos y salimos para una reunión a las seis y media de la tarde.

Terminada la reunión, Carlos se quedó hablando con unas personas y cerca de las ocho y media, volvimos al hotel. Cenamos en el hotel y a eso de las once de la noche, ya estaba en mi habitación llamando a Pablo para vernos un rato antes de acostarme.

El viernes después de desayunar, teníamos una reunión en la ciudad de Zárate, a una media hora del hotel, la reunión era a las once, pero llegamos unos minutos antes.

Después de la reunión, pasada la una del mediodía, nos invitaron a almorzar a un restaurante muy elegante de la ciudad.

Como a la cuatro de la tarde, volvimos al hotel y en el trayecto de regreso, Carlos me dijo que esa noche se iba con Pedro, el esposo de Clara a Buenos Aires a un asado en casa de un amigo en común.

-CARLOS: Patri, te llevaría conmigo, pero es un asado de hombres, yo me voy de acá a eso de las ocho, lo paso a buscar a Pedro por San Isidro y nos vamos juntos. Voy a pasar la noche en Buenos Aires, no quiero volver para acá de madrugada.

-PATRICIA: Perfecto Carlos, no hay problema, yo me quedo acá en el hotel!

-CARLOS: Yo vuelvo mañana al mediodía. Si querés también, podés arreglar con Clara, te dejo en San Isidro cuando levanto a Pedro, y te paso a buscar mañana cuando volvemos, digo…, para que no te quedes sola!

-PATRICIA: Podría ser también, pero, ¿no sé donde me podría quedar esta noche?

-CARLOS: Si hablás con Clara, ella seguro te dice que te quedes en su casa, también va a estar sola!

-PATRICIA: Bueno dale, hablo con Clara y cualquier cosa te aviso!

Nos fuimos cada uno a su habitación, no sabía qué hacer, me podía quedar en el hotel y descansar, usar los servicios de spa y cenar ahí, o llamar a Clara y decirle que iba. Si la llamaba, sabía que me diría que vaya y me quede con ella, y seguramente en su casa.

Me tiré en la cama para decidir qué hacer, nos mandamos mensajes con Pablo, que todavía estaba en el trabajo.

Me estaba dormitando, cuando sonó mi teléfono, creí que era Pablo, que ya desocupado me llamaba, pero al ver a pantalla, era una llamada de Clara:

-PATRICIA: Hola Clara ¿Cómo estás?

-CLARA: Hola tesoro! Feliz de escucharte! ¿Vos cómo estás?

-PATRICIA: Muy bien! Acá en el hotel descansando un poco!

-CLARA: Hablé por teléfono con Pedro recién, y me dijo que se va a un asado a Buenos Aires y que Carlos lo pasa a buscar, y te llamaba para que te vengas con Carlos y te quedás acá hasta mañana. No te vas a quedar ahí sola!

-PATRICIA: Justo estaba pensando que hacer!

-CLARA: No pienses más! Traete algo lindo y te venís al pub, comemos algo acá y después vemos que hacemos! Ahí lo llamo a Carlos y le digo que te traiga cuando viene a buscar a Pedro y mañana cuando vuelven de Buenos Aires, te pasa a buscar! Dale! Te espero! No me digas que no!

-PATRICIA: No sé Clara, estaba pensando que hacer, pero… Bueno, está bien! Voy con Carlos!

-CLARA: Ponete el vestidito de la otra vez que te queda re lindo! Y traete una muda de ropa para cambiarte.

-PATRICIA: Dale, nos vemos a la noche!

Le mandé un mensaje a Carlos para avisarle que me iba con él a San Isidro y me quedaba con Clara hasta el otro día.

Estaba preparando una de las carteras grandes con ropa para cambiarme, cuando golpearon la puerta de mi habitación, era Carlos que traía una de las bolsas, de esa casa de ropa que siempre me había comprado.

-CARLOS: Hola Patricia, Clara me dijo que te diera esto, a las ocho te espero en el lobby del hotel!

-PATRICIA: Gracias Carlos! A esa hora bajo!

Miré la bolsa y era el vestido que me había regalado Clara.

Me di un baño y me cambié, solo una pequeña tanga blanca y el vestido, me maquillé, me recogí el pelo y me puse un colgante y unos aros.

Miré la hora y ya pasaban de las ocho, Carlos ya me estaría esperando, me puse los zapatos de taco, la chaqueta y bajé.

Al verme, Carlos me dijo:

-CARLOS: Pato, hermosa como siempre!

-PATRICIA: Gracias Carlos!, perdón por la demora!

-CARLOS: Tranquila que no estamos lejos, llegamos bien!

Carlos siempre ha sido adulador cuando me veía arreglada, pero esta vez me sorprendió que me dijera Pato, era la primera vez que lo hacía.

Tardamos unos veinte minutos en llegar, no estacionó el auto, solo bajamos y entramos al pub, Pedro y Clara, estaban sentados en su mesa, hablando con una mujer. Al vernos, se despidieron de la mujer y vinieron hacia nosotros, Pedro vestido informalmente con una remera y un jean, y Clara con un vestido bien corto de color negro, con un escote no muy revelador y unos zapatos de taco alto, elegante y sexy, pero no escandaloso. Nos aludamos y los hombres nos dijeron que ya se iban.

-CLARA: Bueno, espero que lo pasen lindo! Patricia se queda en casa! Pórtense bien!

-PEDRO: Como siempre!

-CARLOS: Mañana al mediodía estamos acá!

-PEDRO: ¿Qué les parece si almorzamos juntos?

-CARLOS: Buena idea!

-PATRICIA: Por mí no hay problema!

-CLARA: Claro que sí! Yo hago reservas en “El Antiguo”!

Nos despedimos y después de que Carlos y Pedro se fueron, entramos al pub, Clara saludo a algunas personas, y me pidió que la acompañara a la oficina del entrepiso.

Una vez dentro me abrazó y me besó suavemente en los labios.

-CLARA: Necesitaba abrazarte, pero no quería que nadie nos viera!

-PATRICIA: Por favor corazón no me presiones!

-CLARA: Tranquila tesoro sabes que no, voy a esperar el tiempo que necesites! Solo necesitaba darte un abrazo!

-PATRICIA: No te puedo asegurar que algún día llegue ese momento!

-CLARA: Lo sé corazón, lo sé…! Pero no pierdo las esperanzas.

Después bajamos y nos sentamos en la mesa que tienen reservado para Pedro y ella. Cenamos algo liviano y nos tomamos una cerveza.

Pasadas las diez de la noche, dimos una vuelta por el local, al igual que la vez anterior, al ir a la zona más liberal, no pude dejar de mirar a toda esa gente, tan desentendida del mundo, cada cual en la suya, gays, lesbianas, transexuales, tríos, y todo aquello que es imposible ver en otros lugares, no podía dejar de ver la cara de toda esas personas, creo que de felicidad, por poder vivir su sexualidad libremente, sin la mirada acusadora de los demás.

Apoyado contra una columna, dos mujeres y un hombre, intercambiaban besos, las mujeres entre sí, y ambas con el hombre, verlos me resultaba tremendamente excitante.

Clara saludó a algunas personas, y un rato después tomándome de la mano, me dijo que la siguiera. Salimos del local sin saber dónde íbamos.

-CLARA: Hoy no me toca estar acá, se queda mi hermano, quiero aprovechar que estás vos!

-PATRICIA: ¿A dónde vamos?

-CLARA: A un lugar más tranquilo!

Subimos a su coche, el viaje duró poco más de veinte minutos, y entramos en la cochera de un edificio, pensé que era la casa de Pedro y Clara. Desde la cochera subterránea, subimos por el ascensor hasta el cuarto piso.

-CLARA: Este es el departamento donde vivía antes de irme a vivir con Pedro, pero tengo que pedirte que no digas nada de este lugar, Pedro no sabe que todavía tengo este departamento.

-PATRICIA: ¿Y no te da miedo de que alguien te vea venir acá?

-CLARA: Aunque no está muy lejos, acá estamos en Vicente López, bastante lejos de mi entorno.

-PATRICIA: ¿Supongo que lo usas para cosas que no tienen que ver con Pedro?

-CLARA: Tal cual, aunque vengo seguido cuando necesito estar sola, todavía lo siento como mi lugar!

-PATRICIA: ¿Eso quiere decir qué has estado acá con Carlos?

-CLARA: Antes de estar con Pedro muchas veces, y después sólo algunas!

Entramos al departamento, un amplio estar con dos sillones de cuero color hueso enfrentados, una mesa entre ambos y otro sillón individual formando una especie de U, un ventanal que daba al balcón, la cocina separada por una barra y una mesa para cuatro personas, un pasillo con el baño a mitad de camino y el único dormitorio al final. Hermosamente decorado y ordenado.

Me saqué la chaqueta, quedando solo con el vestido, y Clara hizo lo propio.

-CLARA: Sentite como en tu casa! Ponete cómoda, sentate donde quieras!

-PATRICIA: Dale, le voy a dar descanso a los zapatos!

Diciendo esto, me senté en uno de los sillones y me saqué los tacos y apoyé mis pies en la mullida alfombra, Clara me imitó y nos reímos las dos.

Fue hasta la cocina y de la heladera sacó un champagne y lo trajo junto con dos copas.

-PATRICIA: Nena, ¿me querés emborrachar?

-CLARA: No corazón, se que te gustó y lo traje para que nos tomemos una copa y charlemos!

Me sirvió una copa y nos sentamos a charlar en el sillón, charlamos de muchas cosas, me preguntó sobre mi enfermedad y como había logrado controlarla, de mi familia y de mi relación con Pablo.

-CLARA: Contame de Pablo, ¿Cómo le cae esto de que viajes tanto?

-PATRICIA: Pablo siempre me apoyó mucho, en todas las decisiones que he tomado, sé que me extraña cuando viajo, pero creo que a pesar de extrañarnos, estamos mejor que nunca.

-CLARA: ¿Y en el terreno sexual?

-PATRICIA: Hasta Mariano, mi primer pareja, mi sexualidad era muy limitada, fue con él con el que empecé a disfrutar de mi cuerpo, pero tengo que reconocer, que es con Pablo con quien di rienda suelta al placer, a mis deseos, la verdad es que me gusta mucho todo con él, me fui abriendo a un montón de cosas que nunca había probado, creo que mi sexualidad dio un salto de calidad y de intensidad.

-CLARA: Mmmmm!!! ¿Es muy fogoso?

-PATRICIA: Somos muy fogosos! Al principio, éramos más medidos, por el tema de la epilepsia, Pablo cuidaba los horarios, los momentos, no trasnochábamos demasiado, pero de a poco se fue incrementando, y empezamos a “jugar” como decimos nosotros, empezamos a probar otras cosas, nada raro, solo cosas que hasta ese momento no habíamos probado, que se yo…. ropa interior sexy que él me regala o que yo me compro, algunas cositas por ahí por la calle, en el auto y esas cosas que para nosotros son nuevas.

-CLARA: Creo que eso es lo importante, que se puedan conocer, saber lo que les gusta, lo que los excita, y hacerlo juntos!

-PATRICIA: En casa tenemos dos dormitorios, el nuestro y otro donde tenemos la cama que era mía de cuando vivía sola y que usábamos como escritorio o para guardar cosas. Hace un tiempo la transformamos en “la salita de juegos”.

-CLARA: La verdad, no te imaginaba en esas! ¿Y cómo es esa salita?

-PATRICIA: La ordenamos, sacamos todo lo que había y ya no usábamos, solo dejamos un silloncito y la empezamos a ambientar. Pablo compró una lámpara led que se puede manejar desde el teléfono y cambia de colores, después compramos unas sábanas de seda, un pequeño equipo de música, le pusimos espejos a las puertas del placard y ahí tenemos velas, algunos aceites que utilizamos para darnos masajes y diferentes perfumes para la ocasión.

-CLARA: Qué bueno! Nunca se me hubiera ocurrido! ¿Y… como amante cómo es?

-PATRICIA: Por lejos, el mejor que he conocido! Te juro que me hace volar! A veces creo que no se si sé corresponderle, si estoy a la altura! Se ocupa tanto de mi placer, me hace gozar tanto! No hay vez que lo hagamos que no me haga tener tres o cuatro orgasmos, ¿sabés que me ha dicho varias veces? Que para él mi placer es el suyo, que mi goce es su goce, que no le importa si acaba o no, lo que más lo excita es mi placer.

-CLARA: Ay nena! Que hombre tenés! Y ahora la pregunta indiscreta, ¿está bien dotado?

-PATRICIA: La verdad es que para mí sí, de todos los hombres con los que he estado, él es el que la tiene más grande, pero tampoco es que tenga mucho con que compararla.

Terminé de decir eso y Clara se levantó y fue, supongo que a buscar algo, un momento después, volvió con un consolador de color piel en la mano.

-CLARA: ¿Y si lo comparás con este?

Y tomando por primera vez un consolador en mis manos, le dije:

-PATRICIA: La de Pablo es un poco más larga que esta y un bastante más gorda!

-CLARA: Ay Pato, que macho tenés en tu cama! Esta es más o menos como la de Carlos, a veces me vengo para acá, me desnudo y me masturbo con esto, me encanta masturbarme, y este me lo meto por todos lados!

-PATRICIA: Hace un tiempo, estábamos jugando en la salita y me dijo que le excitaría verme masturbándome. Le dije que se sentara en el silloncito y me masturbé para él, mientras él se hacía una paja viéndome! Y desde ahí lo hacemos bastante seguido. En cada viaje, cuando me voy a dormir, le hago una videollamada y nos masturbamos los dos viéndonos!

-CLARA: Ay qué lindo! Nunca hice eso con nadie! ¿El día del video que me mandaste fue así?

-PATRICIA: Ese día lo llamé pero era tarde, ya estaba durmiendo, no me atendió y me masturbé sola.

-CLARA: ¿Y han probado todo?

-PATRICIA: Vamos probando, todo todavía no, hace un tiempo me empezó a acabar en la boca, siempre creí que me daría asco o que se yo…. Pero no, y lo siento como una forma de complacerlo. Lo próximo que quiero darle es la cola, el nunca me pidió tener sexo anal, pero creo que a todos los hombres les atrae y quiero dárselo, además, es lo único virgen que me queda y se lo quiero entregar a él.

-CLARA: Qué enamorada estás! Te juro que quisiera estar así con alguien!

-PATRICIA: ¿Y vos con Pedro?

-CLARA: La verdad es que con Pedro nos llevamos muy bien, no te puedo decir que es el amor de mi vida, pero me trata bien, me da mi lugar y en la cama nos va bien, no puedo decir que es un semental, ni que está bien dotado, pero tiene experiencia, sabe aguantar y hace maravillas con la lengua. Aunque a veces parezca, no soy una experimentada sexual que se acostó con diez mil tipos, tuve un par de relaciones más o menos serias, algunas de una noche y con Carlos.

-PATRICIA: ¿Cómo es la onda con Carlos?

-CLARA: A Carlos lo conocí antes que a Pedro, de hecho a Pedro lo conocí por él, desde el principio supe que no tendría una relación con Carlos, pasó una noche en un evento donde yo estaba trabajando para una empresa de catering como encargada de las mozas, me miró y me atrajo.

Esa noche terminamos acá, pero supe que era de Mar del Plata, y que no nos veríamos seguido, pero él venía para acá o nos encontrábamos en Buenos Aires. Después lo conocí a Pedro y dejamos de vernos por un tiempo, pero la verdad, es que me puede, no sé… su forma de ser, de tratarme, y es así que de vez en cuando nos encontramos, trato de que no se me arme lio con Pedro, por eso es que tratamos de ser bien discretos. Sé que le estoy siendo infiel, pero también sé que Pedro tiene lo suyo por ahí, boluda no soy, pero no digo nada.

Cuando me quise dar cuenta, charlando nos habíamos tomado la botella de champagne, me quise levantar para ir al baño y todo me daba vueltas, se lo dije a Clara y me acompañó al baño riéndonos.

Volvimos al sillón, le pedí a Clara que me preparara un café. Fue a la cocina y preparó café para las dos, nos tomamos el café y seguimos hablando sobre nuestra sexualidad. Será por la conversación, será por el alcohol, pero ya me sentía excitada, pero para nada nerviosa, con Clara me sentía muy cómoda, como si fuéramos amigas de toda la vida.

-PATRICIA: Boluda, las dos veces que estuve en la parte de atrás del pub, salí caliente!

-CLARA: ¿Sí? ¿Te calienta ese ambiente? ¿Qué es lo que más te calienta?

-PATRICIA: Debe ser que no estoy acostumbrada, pero cuando veo a mujeres besarse y tocarse, a hombres devorarse las bocas, ver al tipo con las dos mujeres besándose y tocándose entre los tres, me provoca una sensación que me es difícil de explicar, no sé, como de espectador de sus intimidades, de participe secundario de esos actos, no sé… me calienta.

-CLARA: ¿Y te gustaría probar algo de eso?

-PATRICIA: La verdad, es que no lo sé, estoy en una etapa bastante sexual, pero toda esa exploración es gracias a Pablo y por supuesto es con él, no estoy segura de hacer cosas sin él o a sus espaldas, la verdad es que no estoy segura!

-CLARA: ¿Querés que te cuente algo? A mí todo lo que se ve en el pub, tampoco me resulta indiferente, cada vez que voy para la parte de atrás, tengo que hacer esfuerzos para no quedarme mirando, sobre todo a las mujeres tocándose y a los tríos o a los grupitos de mujeres y hombres. Es más, varias veces he subido a la oficina, apago todas las luces y me masturbo mirando alguna situación de las que veo por el vidrio.

-PATRICIA: ¿Y si alguien te descubre?

-CLARA: Ahí no sube nadie, pero por las dudas, le hecho llave a la puerta! Y te tengo que decir algo más, varias veces me masturbé viendo tu video!

-PATRICIA: Por favor Clarita! Borrá ese video! Me muero si alguien lo llega a ver!

-CLARA: Tranquila corazón, nadie lo va a ver! Me gustó que me digas Clarita! Dicho por vos suena muy dulce. Yo te voy a decir Patito!

Nos reímos las dos, parecíamos dos nenas jugando. Se levantó y fue hasta su habitación y volvió con un cigarrito de marihuana y un encendedor.

-PATRICIA: Epa! ¿y eso?

-CLARA: No siempre, pero de vez en cuando me fumo uno, me gusta cuando estoy tranquila y relajada.

-PATRICIA: Nunca fumé marihuana!

-CLARA: ¿Querés probar?

Y antes de que le responda, se sentó pegada a mí, apoyó una mano en mi pierna y acercó el cigarrillo a mis labios, no supe qué hacer si probar o no, sé que muchos epilépticos se tratan con cannabis, pero no sabía si hacía bien.

-CLARA: Aspirás despacio, lo mantenés un momento y después lo largás! Probá una!

Y probé, nunca había fumado, ni siquiera cigarrillos y no me resultó desagradable, hasta incluso me inquietó su mano apoyada en mis labios, era una sensación extraña.

Se recostó en el sillón y apoyó su cabeza en el respaldo mirando hacia arriba, apoyó sus piernas en la mesita y siguió dándole pitadas al porro, me volvió a ofrecer y volví a pitar.

Le dio la última calada, y lo dejó en el cenicero sobre la mesa.

Se volvió a recostar y apoyando sus manos sobre sus piernas, las comenzó a acariciar lentamente, con la cabeza nuevamente apoyada en el sillón, mirando hacia arriba y con los ojos cerrados.

Sus manos recorrían sus piernas y yo no podía dejar de mirarla, cada vez subían mas, empezando a levantar su vestido.

Me recosté en el sillón y también apoyé los pies en la mesita, me sentía rara, supongo que por el champagne y el porro. Cuando volví a mirarla, ya su vestido estaba levantado y podía ver su pequeña tanguita negra. En el silencio, podía escuchar su respiración agitándose.

-CLARA: Patito, estoy muy excitada! Siento ganas de tocarme!

Y en ese momento se enderezó, me miró y se paró. Rodeó la mesita y se paró delante del sillón enfrentado al mío. Mirándome a los ojos y sin decir nada, se desprendió el vestido y se lo sacó, lo dejó sobre el sillón y se sacó también la tanguita. Se sentó en el sillón, volvió a apoyar sus pies en la mesita y separó las piernas, dándome una perfecta visión de su entrepierna totalmente depilada.

Cómo hipnotizada, no podía dejar de mirarla, sus dedos recorrían sus pezones y bajaban por su panza hasta su conchita.

-CLARA: No me podía aguantar! Me voy a masturbar para vos!

Y se empezó a tocar toda, sobre la mesita, había quedado el consolador y estirándose para tomarlo me miró con cara de deseo.

-CLARA: Nada me daría más placer que masturbarme viéndote desnuda! ¿Serás capaz de cumplir mi fantasía?

Y creo que por cómo me sentía y lo excitada que estaba no me costó nada ponerme de pie y sacarme el vestido, mirarla mientras se tocaba y sacarme también mi tanguita blanca.

Me volví a sentar en el sillón enfrentada a ella y también me empecé a tocar, ya estaba empapada.

Me apoyé en el sillón y cerré mis ojos, me dejé llevar por la situación y para cuando empecé a recorrer mi conchita con los dedos, ya me había sacado un orgasmo, pero seguía tan excitada que me seguí tocando. Tumbada en el sillón, con los ojos cerrados, imaginando que me tocaba para Pablo, pero en realidad lo estaba haciendo para ella. No sabía que hacía Clara, mis ojos seguían cerrados y mi conchita empapada, jugando con ella mi mano derecha y con mis tetas la izquierda.

En un momento abrí mis ojos y pude verla, ya no recostada en el sillón, sino sentada casi al borde con sus piernas abiertas y el consolador entrando y saliendo de su entrepierna y mirándome con cara de deseo. Aquella visión me excitó aún más!

-CLARA: Que hermosa sos! Cómo me gustaría tocarte!

No contesté, a pesar de mi estado, no estaba segura de dejarme tocar, era una barrera que no tenía en claro si quería atravesar.

No volví a cerrar los ojos, nuestras miradas se cruzaban y recorrían el cuerpo, que enfrente, se daba placer.

Su respiración se empezó a acelerar al ritmo del consolador entrando y saliendo, y un momento después, explotó en un sonoro orgasmo, que terminó por desatar también el mío.

Se recostó nuevamente en el sillón, cerrando sus piernas y presionando el consolador aun en su interior.

Automáticamente luego del orgasmo, me sentí culpable, me sentí traicionando a Pablo, al masturbarme para otra persona.

-CLARA: Es tan excitante ver tu placer, no me pude contener! Me imaginé siendo yo, quien te proporcionaba ese placer, siendo yo quien recorría tu cuerpo con mis manos y mi lengua!

-PATRICIA: Es la primera vez que hago esto para alguien que no es Pablo!

-CLARA: Cuando éramos adolescentes y descubrimos la masturbación, lo hacíamos juntas con una vecina que era mi amiga!

Ya repuesta del orgasmo, tomé mi ropa para vestirme.

-CLARA: Un último deseo! Por favor!

La miré deseando que todo acabara ahí, no estaba en condiciones de decidir si dar el siguiente paso.

-PATRICIA: Por favor Clarita! No me pidas más por el momento!

-CLARA: No es nada más, solo me gustaría darte un abrazo antes que te vuelvas a vestir!

Y diciendo esto se paro, rodeo la mesita y acercándose a mí, extendió su mano para que me ponga de pie. Deseando que solo fuera eso, me paré.

Paradas las dos a unos pocos centímetros de distancia, se acercó y me abrazó. Sus tetas se encontraron con las mías, sus manos acariciaron mi espalda y un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Mis manos fueron también a su espalda, nuestras caras a unos centímetros y nuestras miradas enfrentadas.

-CLARA: Me gustás Patito! No puedo explicar por qué, pero me gustas!

Bajó sus manos por los costados de mi espalda, hasta llegar a mis piernas, intenté separarme y viendo mis intenciones, se apuró a darme un suave beso en los labios.

-PATRICIA: Por favor Clarita!

Al escuchar mi súplica, nos separamos y mirándome a los ojos me dijo:

CLARA: No sabés lo que daría por dormir con vos así, desnudas y abrazadas.

No respondí, solo me comencé a vestir, miré la hora en el reloj sobre el mueble, eran casi las dos de la mañana.

-PATRICIA: Ya es un poco tarde!

-CLARA: Tenés razón! Me visto y nos vamos para casa!

Ya no lo llamaría a Pablo, era muy tarde y me arriesgaba a que me pidiera de hacer una videollamada y le tendría que explicar donde estaba, con quién y por qué con qué ropa. Le tenía que ocultar todo esto, ya le diría mañana, que la cena terminó muy tarde.

Clara se terminó de vestir y nos fuimos para su casa.

Durante el viaje, no estuve muy conversadora, quizás pasado el efecto del champagne y la marihuana, solo necesitaba acostarme y dormir, dejar de pensar.

Llegamos a su casa, un enorme chalet de dos plantas rodeado por un parque.

Al entrar, hicimos una recorrida por la planta baja, realmente era un caserón con todo el confort imaginable.

En la planta alta, cinco habitaciones, dos de ellas con baño privado. Entramos en la cual yo dormiría y antes de irse para la suya, con cara de pícara me dijo:

-CLARA: Yo preferiría no tener que hacer dos camas mañana!

-PATRICIA: Clara! Por favor!

-CLARA: Ya te dije que te iba a ser sincera, es así! Me gustaría dormir abrazada con vos!

Sin contestarle, le di un abrazo.

-PATRICIA: Que descanses!

-CLARA: Vos también! A eso de las diez te despierto con el desayuno!

Cerré la puerta y pensé que ya era muy tarde para llamar a Pablo, me saqué el vestido y me acosté solo con la tanguita, recordando lo vivido un rato antes, me volví a tocar y me saqué un orgasmo recordando la imagen de Clara, tocándose y metiéndose el consolador, hasta imaginé que era yo quien lo metía y sacaba de su depilada conchita.

Después del orgasmo me puse a tratar de analizar lo que me estaba pasando, me sentía mal por poner en mi cabeza, en ese momento de autosatisfacción, imágenes que no tuvieran que ver con Pablo, pero por otro lado, me convencía que eso no era infidelidad, en todo caso se podría considerar una relación con una amiga íntima, con la suficiente confianza para verse desnudas, abrazarse y masturbarse juntas. Con esos pensamientos, me quedé dormida.

Me despertó Clara con una bandeja de desayuno en mi habitación, estaba solo con una remera y una bombachita, y yo en tetas.

Fui al baño así como estaba, y al volver, saqué una remera de mi bolsito y me la puse, con cara de picara al verme, me dijo:

-CLARA: Por mí no hacía falta!

-PATRICIA: Clarita! No empieces!

Nos reímos y desayunamos las dos en mi cama.

Después de desayunar, me di una ducha y me puse la ropa “más normal” que había traído. Lo llamé a Pablo y estuvimos hablando más de media hora. Cuanto lo extrañaba! Necesitaba que me abrace y que me haga el amor!

El día estaba hermoso y bajamos a sentarnos al sol y tomar unos mates en las reposeras del parque, a esperar que llegaran Pedro y Carlos.

-CLARA: Patito, por favor acordate de no decir nada del departamento delante de Pedro, decimos que cenamos en el pub, después dimos unas vueltas y nos vinimos para acá. Si le querés contar a Carlos, no hay problema.

-PATRICIA: Tranquila que no digo nada! eso queda entre vos y yo!

-CLARA: Como va a quedar entre ellos, lo que hayan hecho anoche, seguramente se hayan divertido de lo lindo con algunas chichis!

-PATRICIA: ¿Vos decís?

-CLARA: Seguro nena! Si se quedaron allá por algo debe ser!

A las doce y media llegaron y nos fuimos directamente al restaurante, un lugar hermoso, una terraza a la vera del rio. Los hombre contaron del asado y todo lo que habían hecho y nosotras le contamos lo nuestro.

Por la tarde, teníamos una reunión en Zárate, Carlos me preguntó si necesitaba pasar por el hotel, de no ser así, nos íbamos directamente para la reunión. Le dije que no era necesario, así que una hora antes de la reunión, nos despedimos y directamente desde el restaurante, nos fuimos para Zárate.

Después de la reunión, volvimos para el hotel y cenamos ahí con Carlos.

Nos despedimos y al entrar a mi habitación, lo llamé a Pablo, hablamos un buen rato y le dije que llegaríamos como siempre a eso de las cuatro o cinco de la tarde.

Ya quería estar allí, ya quería estar entre sus brazos! Ya quería entregarme a él, ¿por culpa…?