Los intrincados caminos de un amor (06)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 6

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 6

Pablo

Patricia me avisó que estaba entrando en Mar del Plata, decidí esperarla con unas facturas. Ordené un poco la casa, preparé el mate y bajé hasta la panadería de la otra cuadra.

Volvía con las facturas, cuando a la distancia vi parar el BMW de Carlos, ambos bajaron, él sacó el bolso de Patricia del Baúl y se despidieron con un abrazo. ¿Desde cuándo tanta confianza? ¿Desde cuándo tenían ese tipo de trato? ¿Debería de preocuparme?

Me faltarían unos treinta metros para llegar, cuando el auto arrancó, Patricia caminaba hacia la entrada, cuando me vio venir, dejó su bolso en el piso y corrió la distancia que nos separaba, y colgándose de mi cuello, me dio tremendo beso, ahí en la calle.

-PATRICIA: Hola mi vida! Que ganas de volver tenía! cómo te extrañaba!

-PABLO: Hola mi amor! No sabés lo que te extrañé yo! ¿Cómo fue todo? Vi que te trajo Carlos

-PATRICIA: Fuimos hasta el sindicato, Cristian lo llevaba a Ernesto a hacer un par de compras antes de ir a su casa, y Carlos me trajo a mí.

-PABLO: Vamos que mientras tomamos unos mates, me contás todo lo de la visita a Jansen!

-PATRICIA: Si mi amor!

Tomamos unos mates sentados en el sillón, y me contó lo que había sido la consulta con el doctor, le dije que me hubiera gustado estar ahí acompañándola, pero que a la consulta con la doctora Brizuela, si la acompañaría.

Del bolso sacó una bolsa con un regalo para mí, una camisa hermosa que me hizo probar en ese mismo momento, realmente era muy linda y me quedaba bárbara.

-PATRICIA: La vi, y me encantó, dije es para vos!

-PABLO: Me encanta! Gracias mi vida! Pero no tenés que traerme un regalo cada vez que vas a algún lado de viaje!

-PATRICIA: Me gusta mi vida! No gasto nada en los viajes, y me gusta sorprenderte con un regalito, es que a pesar de estar lejos, pienso todo el tiempo en vos. Para más tarde hay otro regalito, pero ese es para después de cenar!

-PABLO: Me tenés como a los chicos! Si como toda la cena tengo un regalito!

Y nos reímos los dos, la abracé y nos besamos, tenía tantas ganas de sentirla así, bien cerca, pegadita a mí.

-PATRICIA: Amor tengo que contarte algo más!

-PABLO: ¿Qué mi vida? ¿Es algo bueno o malo?

-PATRICIA: En el viaje de ida, Ernesto, el secretario general, comentó que le detectaron un cáncer de colon y tiene que hacerse estudios y tratarse, seguramente en los próximos días, lo tendrán que operar.

-PABLO: Uh! Que cagada! Pobre! ¿Es avanzado?

-PATRICIA: Aparentemente, se lo detectaron a tiempo.

-PABLO: Pobre, pero si fue a tiempo, seguro tiene buenas posibilidades!

-PATRICIA: Y también comentó que va a dejar el cargo durante el tratamiento y su lugar lo va a ocupar Carlos.

-PABLO: ¿El médico de secretario general?

-PATRICIA: Si, interinamente, hasta las próximas elecciones. Y hay algo más….

-PABLO: ¿Qué más mi amor?

-PATRICIA: Carlos me propuso ser su secretaria!

-PABLO: ¿Cómo su secretaria? ¿Y el trabajo?

-PATRICIA: Eso fue lo primero que le dije, que no quiero dejar el trabajo de maestra, y me dijo que no era necesario, él tampoco va a dejar de atender el consultorio por las mañanas, su trabajo en el sindicato será por las tardes.

-PABLO: ¿Y vos tendrías que ir todas las tardes al sindicato?

-PATRICIA: No mi amor! Solo tendría que ir dos o tres veces por semana y después puedo trabajar desde casa.

-PABLO: ¿Y vos que pensás, querés hacerlo?

-PATRICIA: Lo quería hablar con vos, este trabajo no sería ad honorem, me harían un contrato de trabajo y cobraría más o menos, el doble de lo que gano como maestra!

-PABLO: ¿Cómo el doble?

-PATRICIA: Si mi amor, ¿Te imaginás cobrar lo que serían tres sueldos de maestra? Vamos a poder empezar a ahorrar para nuestro sueño de la casa! Y yendo solamente dos o tres veces por semana! ¿No está bueno?

-PABLO: Si mi amor, está bueno, pero me preocupa tu salud, tanto trabajo ¿no te va a quitar horas de descanso?

-PATRICIA: Eso es verdad, pero si después de ver a la doctora Brizuela, me cambia el medicamento, seguramente voy a andar mucho mejor, y si veo que se me complica, siempre lo puedo dejar, ¿qué decís? ¿A vos que te parece?

-PABLO: Es una buena oportunidad, pero prometeme que si no te sentís bien, o estás muy exigida lo vas a dejar!

-PATRICIA: Te lo prometo amor mío, yo tampoco quiero correr ningún riesgo!

Se me instalaba una nueva preocupación, el aceptar ese trabajo, ¿implicaría tener que viajar más?

-PABLO: Amor, ¿y eso significaría que tendrías que viajar más?

-PATRICIA: En un principio no, Carlos me dijo que solo los necesarios mi vida!

-PABLO: Bueno, espero que así sea, te extraño mucho cuando te vas!

Aunque no quería decírselo, además de extrañarla, me molestaba un poco que todos esos viajes fueran con Carlos, no quería hacer una escena de celos, ni siquiera cuestionar, pero ese abrazo al llegar a casa, no me había caído nada bien.

Es verdad que yo tengo compañeras de trabajo con las que tengo confianza y un trato que va mucho más allá de lo laboral, pero también es verdad que no me voy de viaje por días con ellas.

En general Patricia no me contaba mucho de Carlos en particular, ni de las conversaciones que tiene con él, aunque por el comentario en la puerta del sindicato del día que lo conocí, “Se la pasa hablando de vos”, quiere decir que no solamente hablan de temas laborales o sindicales. Pero no me quiero hacer la cabeza, por el momento no veo motivos y no quiero ponerme en marido desconfiado y hacerme películas raras.

Después de cenar, charlamos un rato sentados en la mesa del comedor, hasta que me dijo que me esperaba en la salita, al igual que la otra vez,  me dijo que cuando escuchara la música entrara. Si era en la salita, tendríamos acción, y eso es lo que estaba ansiosamente esperando.

Fui a nuestro dormitorio, me saqué toda la ropa, y me puse uno de los slips que me había regalado en el primer viaje, y mientras me imaginaba con lo que me sorprendería, empezó a sonar una música suave, del estilo chill out. Entré a la salita que estaba iluminada tenuemente de color verde y Patricia de espaldas con un muy pequeño short muy sexy de tela de jean, con una buena parte de su hermoso culito a la vista y una remerita blanca bien ajustada, a través de la cual podía ver que no llevaba corpiño. Cuando cerré la puerta y ella se dio vuelta, estaba con el aceite que usamos para los masajes en su mano, buena parte de la remera mojada y sus tetas transparentándose a través de la tela aceitada, se veían claramente sus bonitos pezones marcados en la tela. Yo ya no cabía dentro del slip, y cuando me vio, con cara de pícara me dijo:

-PATRICIA: Ay amor! Qué tonta! Mirá lo que me pasó! Fui a buscar el aceite para los masajes y mirá! Cuando lo abrí, se me volcó justo acá!

-PABLO: Uy qué pena mi cielo! Como se te mojó toda la remerita nueva!

Me acerqué, la besé suavemente primero y después mi lengua buscó la suya, le toqué las tetas por sobre la tela y le dije:

-PABLO: Este shortcito te queda muy, pero muy bien mi vida! Me encanta es culito al aire y esta delicia de tetitas todas mojadas!

-PATRICIA: Yo pensaba que quizás le podría hacer unos masajitos con aceite a mi amiguito! ¿Vos que decís? ¿Te gustaría machito mío?

-PABLO: Me encantaría!

Y bajándolo lentamente, me lo agarró con las manos aceitadas y lo empezó a acariciar suavemente.

-PATRICIA: Venia mi amor, recostate que tu masajista te va a dar una sesión muy especial de masajes!

-PABLO: Mmm me encanta! Qué masajista tan sexy!

Me recosté desnudo y me dejé hacer, me tocó todo, sus manos recorrían todo mi cuerpo aceitado y yo ya estaba para acabar.

Aun con el short y la remera mojada, arrodillada en la cama a mi lado, me empezó a pajear con las dos manos, lento pero constante, con mi pija mirando al techo, volvió a ponerse aceite en las manos, esas caricias resbalosas, me tenían en el aire, ya estaba a punto de explotar.

-PATRICIA: Acabame mi cielo, debés estar muy cargado, acabame y después seguimos.

No terminó de decir eso cuando eyaculé, la primera descarga salió hacia arriba y cayó en mi panza y las manos de Patricia que seguía masturbándome y yo seguía acabando, que locura!

-PATRICIA: Si mi cielo!, así! Acabá machito mío!  Qué rico!

Y al terminar, Patricia llevó sus dedos con semen a su boca y con la mejor cara de putita, los chupó mirándome a los ojos.

-PATRICIA: Cómo me gusta el sabor de mi hombre! Cómo te amo pijudito mío!

-PABLO: Me volvés loco putita linda! Y ahora te voy me voy a devorar a mi masajista!

-PATRICIA: Si mi amor! Devorate a tu putita masajista!

La acosté boca abajo y le lamí las piernas desde los talones hasta el culo, me llené las manos de aceite y las recorrí de punta a punta. Metí las manos por debajo y desabroché el short, lo bajé lentamente para encontrarme con una minúscula tanga perdida entre sus nalgas. Volvía a aceitarme las manos y recorrí su culo por completo, incluso jugué con su esfínter, haciendo círculos con los dedos y una leve presión con el índice, bajé mi mano entre sus piernas para llegar a su empapada conchita y al segundo movimiento de mis dedos sobre su clítoris, llegó su orgasmo, una locura!, su cuerpo temblaba y sus ojos cerrados y sus manos bajo su cuerpo tocando sus tetas.

Subí lentamente su remerita hasta sacarla por su cuello, recorrí toda su espalda con la lengua y luego con mis manos aceitadas.

Ya vuelto a empalmar, la di vuelta, nos abrazamos, nos besamos y en la posición del misionero la penetré completamente, lento pero hasta el fondo, ella apretaba mi espalda y luego de dos o tres minutos de bombeo, tuvo otro orgasmo.

Y a partir de allí nos amamos en todas las posiciones, de todas las formas, en la cama, parados frente al espejo, sentado en el silloncito con ella cabalgándome, una noche completa de amor y placer. Nos agarraron casi las tres de la mañana y exhaustos, nos fuimos a nuestra habitación y desnudos nos dormimos hasta casi el mediodía del domingo.

El día estaba lluvioso y durante la siesta, volvimos a hacer el amor, esta vez un poco más calmados y llenándonos de caricias y besos, fue fantástico!

La semana siguiente, fuimos a ver a la doctora Brizuela, nos pareció una doctora estupenda, de un excelente trato, una claridad en sus explicaciones y para alegría de Patricia coincidía con el tratamiento propuesto por  el doctor Jansen, por lo que a partir de ese momento, comenzaba a dejar las medicaciones que estaba tomando y paulatinamente, iría incorporando la nueva. El proceso demoraría cuatro semanas, en las cuales Patricia estaría de licencia en el jardín, para evitar que durante el proceso se pudiera presentar alguna crisis.

Estando Patricia en casa, trataba de salir lo más temprano posible del trabajo para pasar más tiempo con ella en casa.

En esas primeras dos semanas, todo parecía ir bien, solo en un par de oportunidades tuvo que ir al sindicato, la primera fue para firmar el contrato de su puesto como secretaria y otra para una asamblea donde se anunciaba que el médico ocuparía interinamente el cargo de secretario general hasta las próximas elecciones.

En su tercera semana de licencia una mañana al llegar al trabajo, don Mario me dijo que como parte de la expansión en la planta de enlatado que se venía llevando a cabo en uno de los galpones que se había refaccionado, se iba a adquirir una plataforma de enlatado nueva y que el fabricante chino, tenía un agente comercial en Chile y dos empresas de manufactura de productos enlatados de ese país, ya habían montado sus plantas y lo invitaban a don Mario a Chile para ver las plantas en funcionamiento y si don Mario se decidía, se discutirían las cuestiones comerciales, el plan de financiamiento y se pondrían de acuerdo para el proceso de montaje y puesta en funcionamiento.

Por esto fue que don Mario me pidió que lo acompañara a Chile la semana siguiente, iríamos también con el jefe de planta, serían solo tres días, del miércoles al sábado por la mañana.

Al llegar a casa, mientras tomábamos unos mates con Patricia, se lo comenté:

-PABLO: Amor, don Mario quiere que lo acompañe a Chile para ver en funcionamiento la planta de enlatado nueva y para cerrar la compra y el montaje.

-PATRICIA: Qué bien mi amor! ¿Y cuando viajarían?

-PABLO: Esa es la cuestión! El viaje es la semana que viene, y no sé qué hacer! No me quiero ir y dejarte sola en este momento!

-PATRICIA: Tranquilo mi cielo! Por ahora viene todo bien, solo un par de veces sentí algo de cansancio y pesadez en los ojos, pero nada más!

-PABLO: Por eso me preocupo!

-PATRICIA: No va a pasar nada mi cielo, yo voy a estar todo el día acá en casa, para el sindicato trabajo desde acá! Además si no me llego a sentir bien, la llamo a doña Luciana que está todo el día en su casa!

-PABLO: ¿Seguro?

-PATRICIA: Si mi amor, ese viaje es importante para vos! Que don Mario vea lo capaz que sos y tu dedicación por la empresa.

-PABLO: Si, tenés razón! Además sé que me considera y me tiene confianza!

-PATRICIA: Seguro! Por eso te pide que lo acompañes! Andá tranquilo mi vida, nada me va a pasar, me voy a quedar esos días en casita esperándote! Descansando, leyendo y viendo series!

-PABLO: Gracias mi vida! Estaba pensando que antes de irme, te voy a hacer las compras para esos días, para que no tengas que salir, y si te falta algo, lo pedís por teléfono y que lo traigan.

-PATRICIA: Claro mi vida! Hacemos así!

Me quedé un poco más conforme, aunque no del todo tranquilo, para mí no sería lo mismo estar a veinte minutos de casa que a miles de kilómetros.

Don Mario, no quería ir en auto, no quería viajar tantas horas, y decidió que fuéramos en avión desde Mar del Plata a Buenos Aires y de allí a Santiago de Chile.

El martes por la tarde hice todas las compras, bastante más que para tres días, pero así me quedaba más tranquilo.

Hablé con nuestra vecina, doña Luciana, le avisé que me iba unos días a Chile por trabajo, que Patricia quedaba sola, que si no se sentía bien, la llamaría, más que nada para que le hiciera compañía. Me dijo que estaría atenta y en esos días, se daría una vuelta por casa para saber que todo estuviera bien. Le agradecí y pensé que le traería algún presente de Chile por su buena predisposición.

Después de cenar el martes, nos acostamos temprano e hicimos el amor en nuestra habitación, quería sentirla antes de irme para no extrañarla tanto.

Temprano en la mañana, desayunamos juntos, Juan Alberto me pasaría a buscar y nos encontraríamos con don Mario en el aeropuerto de Camet.

Nos despedimos con Patricia y bajé para esperar a Juan Alberto.

-PABLO: Por favor mi vida, cualquier cosa me avisás y si no te llegás a sentir bien, la llamás a doña Luciana.

-PATRICIA: Si mi amor! Andá tranquilo! Te mantengo al tanto!

-PABLO: Me hubiera gustado que la primera vez que voláramos lo hubiéramos hecho juntos!

-PATRICIA: Ya tendremos otra oportunidad! Si todo va bien, quizás podamos hacer pronto algún viaje juntos mi vida! Buen viaje! Avisame cuando lleguen! Te amo mi cielo!

-PABLO: Claro que sí! Yo también mi vida! Nos vemos el sábado!

Subí al auto de Juan Alberto, nos despedimos con la mano y tirándonos besos y salimos. Solo deseaba que nada le pasara estos días, creo que me sentiría muy mal si le pasa algo cuando yo no estoy.


Patricia

Ahora me tocaba a mí, quedarme en casa extrañando y esperándolo, aunque su situación era diferente a la mía, viajaban tres hombres, lo que no quiere decir que no se puedan ir por ahí en la noche de Santiago, quizás a buscar mujeres de la noche, saqué esa idea inmediatamente de mis pensamientos, Pablo no es así!

Pero me puse a pensar, ¿Cómo me hubiera sentido yo, si el dueño de la empresa hubiese sido una mujer adinerada, atractiva, elegante y se fueran juntos? De solo pensarlo me ya me preocuparía, ¿Así se sentiría Pablo cuando me voy? ¿Y si además de eso, volviera con un traje caro comprado por la hipotética mujer, y me contara que cenaron juntos en restaurantes caros, y se hospedaron en hoteles cinco estrellas? Definitivamente, yo aseguraría que se lo quiere cojer. ¿Acaso pensará eso Pablo cuando me voy de viaje con Carlos?

Aunque no le había dado motivos para que pensara algo así o estuviera preocupado, es cierto que le ocultaba algunas cosas y le mentía en otras, creo que contarle que estuvimos solos con Carlos en Buenos Aires, que me volvió a regalar ropa cara, que me llevó a un excelente restaurante y luego a un pub como festejo de su cumpleaños y que me contó ciertas intimidades, crearía situaciones de desconfianza y problemas entre nosotros, Pablo seguramente pensaría, que Carlos me está seduciendo para llevarme a la cama. Pero estoy muy segura de que eso, eso nunca pasará!

Me sentía muy egoísta, disfrutando de todo aquello a espaldas de Pablo, hasta me sentía una mala esposa ocultándole tantas cosas, pero siempre pensando en no crear malos momentos, tan solo por disfrutar de algunas cosas.

Terminé de cenar y me fui a la cama, ahora podía entender a Pablo, cuando me decía cómo se sentía al llegar a la cama y tener que dormir solo.

Pablo me fue poniendo al tanto de todo lo que iba haciendo por mensajes de texto, me mandó fotos, audios y también hablamos por teléfono.

El jueves me levanté cerca de las diez de la mañana, mientras desayunaba me puse a hacer unos escritos para el sindicato y se los envié a Carlos por mail. Cerca del mediodía me llamo Carlos:

-CARLOS: Hola Patricia, ¿cómo estás?

-PATRICIA: Hola Carlos buen día, por suerte muy bien!

-CARLOS: ¿Sigue todo bien con el tratamiento?

-PATRICIA: Por suerte sí, sólo por momentos un poco de cansancio corporal y a veces pesadez de ojos, pero nada más, todo bien!

-CARLOS: Patricia, necesitaría pedirte un favor, esta tarde hay una reunión importante y quería preguntarte si podrás estar, es a las seis de la tarde y supongo que no va a durar más de una hora.

-PATRICIA: Sí Carlos, contá conmigo!

-CARLOS: Buenísimo! ¿Te parece que te pase a buscar a las cinco y media? Y después de la reunión te llevo a tu casa.

-PATRICIA: Me tomó un taxi Carlos!

-CARLOS: De ninguna manera, yo te voy a buscar y te llevo de vuelta!

-PATRICIA: Está bien Carlos te espero cinco y media!

-CARLOS: Perfecto! Hasta luego!

Después de almorzar, me volvió a llamar Pablo, estuvimos hablando más de media hora, me contó cómo iba todo en Santiago, que el viernes viajarían unos doscientos kilómetros hasta una de las plantas que visitarían. Me dijo que a la noche me volvería a llamar y me fui a dormir una siesta.

Me levante a las cuatro de la tarde y me di un baño, me cambié y me senté en el sillón a esperar a Carlos.

Llegó pasada las cinco y media, y fuimos para el sindicato, la reunión duró poco más de una hora, en la que tuve que hacer un acta y un escrito que firmaron todos los presentes.

Salíamos con Carlos, qué se detuvo a saludar a un par de personas, y antes de las ocho, estábamos camino a casa.

Sentía los ojos un poco pesados y necesitaba ir al baño.

-PATRICIA: Carlos necesito ir al baño, y creo que es urgente!

-CARLOS: Estamos cerca de casa, ¿querés que paramos primero en casa?

-PATRICIA: Si por favor, creo que no voy a aguantar hasta llegar a casa!

Cuando me desperté y me pesaban los ojos, cuando se me aclaró un poco la visión, pude darme cuenta que estaba en la casa de Carlos, recostada en su sillón, tapada con una manta. Me dolía un poco el cuerpo, la puta madre, automáticamente me di cuenta que había convulsionado. Todo estaba en silencio, al girar la cabeza, pude ver el reloj de pared de números romanos, eran las seis menos cuarto, al no ver claridad en la ventana, me di cuenta que era la madrugada. Lo último que recordaba, era estar subiendo al auto de Carlos. Por suerte no sentía ningún dolor en el cuerpo por haberme caído.

Me senté en el sillón, aún tapada con la manta. Unos minutos después, lo vi aparecer a Carlos, con una remera y un short deportivo.

-CARLOS: Patricia!, ¿cómo estás?

Se sentó a mi lado en el sillón y me miró con cierta cara de preocupación.

-PATRICIA: ¿Convulsioné verdad?

-CARLOS: Sí Patricia, pero por suerte nada pasó.

-PATRICIA: Lo último que recuerdo es estar yendo para tu auto.

-CARLOS: Cuando subiste me dijiste que necesitabas ir al baño urgente, cómo estábamos cerca de acá, te dije de pasar por casa, en verdad no te vi muy bien, me pareció qué hablabas un poco raro, Cuando llegamos acá y bajamos del auto, te tambaleaste un poco, y me imaginé que algo te iba a pasar, subimos y en el hall, antes de entrar al departamento, se te fue la vista hacia arriba y supe que venía una convulsión, te apoyé en el piso para que no te golpearas, no duró mucho, creo que no llegó a un minuto, y después de que pasó te entré al departamento.

-PATRICIA: ¿Me sacudí mucho? …Ay Perdón Carlos tengo que ir al baño!

-CARLOS: Si claro, ¿podés levantarte?

-PATRICIA: Si, creo que sí!

Y al levantarme me di cuenta que no tenía mi ropa, estaba con un pantalón deportivo que supuse era de Carlos.

-PATRICIA: ¿Me hice pis?

Y afirmó con un leve movimiento de su cabeza.

Fui hasta el baño me estaba haciendo pis, al entrar y bajarme el pantalón, me di cuenta que estaba sin la bombacha, la puta madre!, Eso quiere decir Carlos me sacó la ropa mojada y me vio desnuda, al menos de la cintura para abajo, ¡qué vergüenza por Dios!

Mientras hacía pis, pensé en que seguramente Pablo me había llamado por teléfono en la noche y no le había podido contestar, que preocupado que estaría!

Volví al estar y Carlos me dijo:

-CARLOS: Perdón Patricia, tuve que sacarte la ropa mojada, no te podía dejar así, pero ya la puse en la lavadora y se está secando.

-PATRICIA: Ay Carlos qué vergüenza!

-CARLOS: No es nada Patricia, no tengas vergüenza, siendo médico te imaginarás la cantidad de personas que he visto sin ropa! Eso es lo de menos, por suerte estabas conmigo, peor hubiera sido si estabas sola! Te hubieras caído y te podrías haber golpeado. Pero tengo que decirte que me siento culpable por lo que pasó, te hice salir de tu casa para ir al sindicato.

-PATRICIA: Tenés razón, quizás en casa me hubiera pasado de todos modos, Y seguramente me hubiera pegado flor de golpe!

-CARLOS: ¿Cómo te sentís ahora?

-PATRICIA: La verdad es que bien, debe ser porque dormí unas cuantas horas

-CARLOS: Seguramente, el cuerpo se relajó con las horas de descanso.

-PATRICIA: Además al no haberme caído, por suerte no me duele nada!

-CARLOS: ¿Querés tomar algo, un té o un café,  debes tener hambre, estás sin cenar!

-PATRICIA: La verdad es que sí, estoy muerta de hambre!

-CARLOS: No suelo desayunar en casa, por ende, no tengo nada para comer, pero conozco una panadería que está abierta a esta hora, ¿qué te gustaría comer?

-PATRICIA: Cualquier cosa Carlos, no tengo problemas!

-CARLOS: Ahora vengo! no tardo!

Se cambió y salió.

Estuve unos minutos, sentada y después volví para el baño, quería lavarme la cara y acomodarme un poco los pelos.

Cuando volvía del baño, pasando por una de las habitaciones que hacía las veces de estudio o escritorio, delante de una estufa encendida, vi mi ropa secándose, entre para ver si ya estaba seca y ponérmela. Aún estaba algo húmeda y al darme vuelta, vi sobre el escritorio, la computadora de Carlos con el WhatsApp abierto, sé que está mal, pero me pudo la curiosidad y miré que era un chat con Clara, y sin leer en detalle los mensajes, en uno de ellos vi mi nombre. Fue entonces cuando los leí, detenidamente, estaban hablando de mí.

Carlos le contaba lo que me había pasado, lo que había tenido que hacer, pero hubo unos mensajes que me pusieron nerviosa:

Carlos: "le tuve que sacar el pantalón y la bombacha, la limpie con unas toallitas húmedas y la sequé" Clara: "Seguro te aprovechaste y la tocaste, sinvergüenza!

Carlos: "Te juro que no, estaba más preocupado que otra cosa, me siento culpable por hacerla salir de su casa"

Clara: "Me voy a poner celosa, la viste desnuda!"

Carlos: "solo de cintura para abajo"

Clara: "y seguro te gustó!"

Carlos: "la verdad, no tiene nada que envidiarte, y para mejor, peladita como a mí me gusta!

Clara: "sos muy cerdo, jaja!"

La puta madre, no solo me había visto sin bombacha,  sino que también me había tocado para limpiarme y para colmo le gustó que estuviera depilada! la puta que los parió! ¿Se habrá excitado tocándome? Más nerviosa me puse, ya quería vestirme e irme para casa!

Dejé todo tal cual estaba y volví al sillón del estar a esperar que volviera Carlos.

Minutos después, regresó con unas facturas, masitas y un budín, fue a la cocina a preparar el café para él y el té para mí. Volvió con una bandeja donde además había dos vasos de jugo de naranja. La verdad estaba muerta de hambre, me comí dos medias lunas y unas masitas mientras tomaba el té.

-CARLOS: Al final lo vas a poder ver, está amaneciendo, ¿recordás que la vez que estuviste, te conté de lo lindo que es ver amanecer desde acá?  Hoy lo vas a poder ver!

-PATRICIA: Tenés razón! Ya está clareando!

-CARLOS: Patricia, anoche sonó tu teléfono un par de veces, era Pablo, no quise atender y preocuparlo estando tan lejos.

-PATRICIA: Hiciste bien! Se hubiera quedado preocupado y más si lo atendías vos, después, más tarde lo llamo.

Terminamos de desayunar viendo aparecer el sol sobre el mar, la verdad una belleza!

-CARLOS: ¿Querés descansar otro rato? Yo a eso de las diez me voy para el consultorio, pero vos te podés quedar durmiendo si querés, no tengo problema!

-PATRICIA: Te agradezco Carlos! En todo caso cuando te vas me dejás en casa o me tomo un taxi.

-CARLOS: Claro que no! Yo te llevo! Voy a ver si se terminó de secar tu ropa.

Fue hasta la habitación y un momento después, volvió con la ropa seca en sus manos.

-CARLOS: Acá te dejo, ya está seca! Todavía quedan unas horas, yo me voy a recostar un rato.

-PATRICIA: Perdón Carlos! Por mi culpa pasaste la noche en vela!

-CARLOS: No es nada mujer! Descansá otro rato, cuando me levanto te despierto!

Me recosté y unos momentos después me volví a dormir. Me despertó Carlos a las nueve y media, el ya estaba bañado y con su traje como siempre.

Me dejó en casa casi a las diez, y ni bien subí y le mandé un mensaje a Pablo: “Hola amor! Recién veo tus llamadas! Perdón! Me quedé dormida y no lo escuché!

Le tenía que volver a mentir, no le iba a decir que había ido al sindicato, que había convulsionado, que Carlos me había visto desnuda y que había pasado la noche en su casa. No tenía sentido que supiera todo eso, mis explicaciones no sé si lo dejarían conforme, además estando tan lejos, y conociéndolo, si alguna otra vez tuviera que viajar, su preocupación no lo dejaría irse.

Después de comer algo, me tiré en el sillón un rato, y no pude dejar de pensar en lo ocurrido, me imaginé la situación, Carlos sacándome el pantalón todo mojado, la bombacha, limpiándome y secándome toda desnuda, seguramente, recostada en el sillón, qué papelón! ¿Habrá aprovechado mi inconsciencia para tocarme? ¿Me habrá dado vuelta para mirarme el culo? ¿Me habrá abierto las piernas para ver mi conchita bien abierta? ¿Se habrá masturbado conmigo desnuda? Por Dios, que pensamientos tan obscenos! Él es médico! Y yo en ese momento una persona con un problema de salud! Muy degenerado tendría que ser para hacer eso! No lo creí capaz de algo así, y me tranquilicé un poco. Pero no pude dejar de pensar en aquel mensaje a Clara y su apreciación sobre mi cuerpo y mi entrepierna depilada…


Pablo

Nunca había viajado en avión, para que mentir, no me daba miedo, pero sí, cierta ansiedad. El vuelo a Buenos Aires fue muy corto, un par de horas entre ir de Aeroparque hasta Ezeiza y esperar el vuelo, y luego el viaje a Santiago. Un vuelo tranquilo sin nada raro.

Al llegar a Chile, fuimos directamente para el céntrico hotel sobre la calle Santa Magdalena, nos dieron nuestras habitaciones, don Mario en una, y Juan Alberto y yo compartiríamos la otra. Luego de descansar un rato, nos encontramos para cenar, salimos de hotel y caminamos algunas cuadras por la Avenida Bello, hasta que encontramos un restaurante con lugar y entramos a cenar. El restaurante de estilo italiano, elegantemente ambientado.  Después de cenar, volvimos para el hotel a descansar, al día siguiente, arrancábamos temprano con una visita a las oficinas comerciales de la empresa china.

Antes de subir a la habitación, la llamé a Patricia, hablamos más de media hora y me fui a dormir.

El jueves por la mañana, fuimos a la empresa y desde allí a la localidad costera de San Antonio, donde estaba funcionando una de las instalaciones montadas por la empresa china. Don Mario quedó muy conforme con el funcionamiento.

Volvimos para Santiago cerca de las seis de la tarde, descansamos un rato en el hotel y nos volvimos a juntar para cenar.

Cenamos en un restaurante a una cuadra del hotel, don Mario estaba un poco cansado y al terminar de cenar, se fue para el hotel. Nos quedamos charlando un rato con Juan Alberto y pasadas las once de la noche, me dijo de ir a tomar una cerveza a un bar que estaba a unas cuadras.

Entramos en ese bar, y rápidamente me di cuenta que tipo de bar era.

-JUAN ALBERTO: Que se le va a hacer Pablo, me andan haciendo falta unos mimos!

-PABLO: Está muy bien Juan!

Pedimos un par de cervezas y nos sentamos en unos taburetes con una pequeña mesa, había mucha gente y sobre todo muchas chicas buscando candidatos para que les paguen una copa y algún otro servicio.

Unos minutos después, se acercaron dos chicas de unos treinta calculo yo, de muy buen ver, para que negarlo, se pusieron a conversar con nosotros, cosas triviales, rápidamente se dieron cuenta que éramos argentinos, Juan Alberto se acercó bastante a una de ellas y comenzaron a hablar entre ellos. Con la otra chica hablamos un rato más y al terminar mi segunda cerveza, les dije que me retiraba. Juan Alberto me dijo que él se quedaba un rato más, seguramente quería intimar con aquella señorita. Los saludé amablemente y me fui para el hotel pasada la media noche.

A llegar, y teniendo la habitación para mí solo por un par de horas, la llamé a Patricia para ver si podíamos jugar a la distancia, sonó varias veces hasta terminar en la casilla de mensajes, volví a marcar y nuevamente no respondió, seguramente ya estaría durmiendo, mi ilusión sexual de esa noche quedó trunca, realmente tenía ganas de verla y disfrutar un poco con ella.

La mañana siguiente no la quise llamar al despertarme, esperaría que ella me llamara cuando se despierte. A eso de las diez, me llegó un mensaje de Patricia, diciéndome que no había escuchado mis llamadas, después de leer el mensaje la llamé:

-PABLO: Hola amor mío! Cuanto te extraño!

-PATRICIA: Hola mi vida! Yo también!  Anoche no escuché el teléfono, me acosté a mirar un capítulo de la serie y me quedé dormida, hace un ratito me acabo de despertar.

-PABLO: ¿Cómo estás corazón?

-PATRICIA: Bien Pabli! Por suerte bien! Ayer me pesaron un poco los ojos, estuve un poco cansada, pero nada más! ¿A vos como te está yendo?

-PABLO: Muy bien, solo nos queda una reunión esta tarde para cerrar las negociaciones y mañana ya estoy ahí!

-PATRICIA: Te voy a estar esperando vida mía! Ya te quiero abrazar! ¿No habrás estado por ahí de joda verdad?

-PABLO: Si! No sabés! nos fuimos de joda toda la noche con don Mario!

-PATRICIA: Me imagino!

-PABLO: Te compré un regalito!

-PATRICIA: Hay que lindo! ¿Qué es?

-PABLO: Ah no!, vas a tener que esperar hasta que vuelva!

-PATRICIA: No seas malo!

En realidad, aún no se lo había comprado aún, pero ya lo había visto en un local a unos metros del hotel, un atrevido vestido de color hueso, muy corto, muy escotado, bien pegado al cuerpo y con la espalda descubierta hasta bien abajo, para estrenarlo y jugar en la salita. También había visto un bonito juego de aros y collar que también le llevaría.

Con las negociaciones finalizadas, las condiciones financieras y los plazos de entrega y montaje definidos, volvimos al hotel, don Mario estaba muy conforme y entusiasmado por lo logrado y por lo que significaría esta nueva planta en la producción de la empresa, en agradecimiento nos dijo que por ser la última noche en Santiago, iríamos a cenar a un buen restaurante y por supuesto, pagado por la empresa.

Me puse la mejor ropa que había llevado y fuimos a cenar a un hermoso restaurante, don Mario estaba muy contento y sobre todo conmigo, por cómo había llevado la negociación adelante y nos dijo ahí mismo que los dos recibiríamos como premio al esfuerzo, una semana en San Carlos de Bariloche  con todo pago para nosotros y un acompañante. No puedo explicar la alegría que me dio pensar en pasar una semana con patricia en el sur y me imaginé lo contenta que se pondría!

Después de tan magnífica cena en tan hermoso lugar, volvimos al hotel.

El sábado antes de las diez de la mañana, después de desayunar, nos fuimos para el aeropuerto Merino Benítez, el vuelo salía doce y diez y llegaríamos a Buenos Aires más o menos a las dos y media de la tarde.

Llegamos a Ezeiza a horario. El vuelo había sido un poco más movidito, sobre todo al cruzar la Cordillera de los Andes, pero bastante pasable, al menos para un novato en vuelos como yo.

El vuelo a Mar del Plata salía dieciséis cuarenta y cinco desde Aeroparque, y pasadas las seis de la tarde, estábamos subiendo al auto de Juan Alberto, que me dejaría en casa.

Al llegar a casa y abrir la puerta, Patricia saltó del sillón y corrió para abrazarme y besarme!

-PATRICIA: Ya estás acá! Cómo te extrañé!

-PABLO: Yo también mi vida! Ya estoy acá!

Charlamos un rato sentados en el sillón tomando unos mates, me fui a dar un baño y un rato después, antes de cenar, le di los regalos que le había traído. Primero fue el conjunto del collar con los aros, que le encantó y después, saqué el paquete del vestido perfectamente envuelto y se lo di.

-PABLO: Y este regalo es para que lo uses vos, pero estoy seguro que me va a gustar más a mí vértelo puesto!

Abrió el paquete y al sacarlo, me miró con cara de pícara y me dijo:

-PATRICIA: Esperame acá que ya vuelvo!

Y se fue para el dormitorio y unos minutos después volvió con el vestido puesto, unas sandalias de taco alto blancas, el pelo recogido y el collar y los aros colocados.

No pude evitar la inmediata erección que me provocó ver lo sexy que se veía con ese vestido, claramente sin corpiño y se le marcaba, por lo ajustado del vestido, una diminuta tanguita debajo.

-PATRICIA: Me encanta! ¿Cómo me queda?

-PABLO: Perfecto! Mucho mejor de lo que me imaginé! Estás para comerte entera!

-PATRICIA: Comeme mi vida! Comeme toda!

La acosté boca abajo en la cama de la salita, subí por sus piernas besando y lamiendo su piel, al llegar a su culo, levanté lentamente el vestido hasta casi la cintura dejando su hermoso culo a mi vista, solo con esa diminuta tanguita que nada le tapaba. Lo besé, lo acaricié, lo mordí, y luego seguí recorriendo su espalda con la lengua hasta llegar a su nuca. Besé y lamí su cuello y el lóbulo de su oreja, apoyé mi erección en sus nalgas y ella al sentir el contacto, lo comenzó a mover lentamente haciendo círculos.

Mi mano fue a su raja completamente empapada y la acaricié por sobre la tela de la bombachita. Después mis dedos buscaron su humedad por dentro de la tela y frotaron sus mojados labios buscando el clítoris. Breves momentos de caricias y llegó su primer orgasmo.

La di vuelta y sin sacarle el vestido, aparté a un lado la tanguita y la penetré profundamente, despacio pero hasta el fondo. Abrí el escote del vestido para encontrarme con sus pezones ya duros, los besé, los chupé, los mordí mientras la embestía lentamente.

Después, sin salirme, me giré abrazándola para quedar debajo, y fue ella la que empezó con sus movimientos hacia atrás y adelante, hacia arriba y abajo, haciendo círculos con su cadera, mis manos se ocupaban de sus tetas, mis dedos presionaban sus pezones. Cómo me gusta sentirla moviéndose sobre mí, buscando el placer en cada movimiento! Ya estaba al borde de la eyaculación, tratando de retrasarla para llegar juntos, cuando aceleró el ritmo de sus movimientos, supe que vendría, y en el momento que explotó su orgasmo, me descargué en su interior, nuestros gemidos fueron a coro, que placer!

Sin salirse se recostó sobre mí y nos besamos apasionadamente, diciéndonos cuanto nos amamos.

Nos quedamos dormidos en la salita y al despertarnos el domingo, lo volvimos a hacer, despacio, lento, sin apuro, disfrutándonos, amándonos.

Por la tarde salimos a caminar un rato y nos quedamos a cenar en uno de los restaurantes del centro comercial. Luego volvimos a casa a descansar, al otro día, tenía que volver a trabajar.

El lunes al llegar a la empresa, Paula, la secretaria, me mostró una carta de notificación, para una inspección de la Agencia Federal de Impuestos para el día viernes a las diez horas, indicando toda la documentación requerida. No me resultaba ninguna complicación, en la empresa tenemos todos los papeles en regla y al día. De todos modos verifiqué qué no faltara nada y en la semana preparé todo lo necesario para la inspección.

Esa semana, llegué temprano todos los días sabiendo que Patricia estaba en casa.

El viernes llegué un poco más temprano a la empresa, dejé toda la documentación lista y le pedí a Paula que preparara café para ofrecer al inspector. No era la primera vez que recibíamos una inspección de la agencia, y siempre hemos tratado de tener un trato cordial con los agentes.

Minutos antes de las diez, Paula me avisó que ya habían llegado los inspectores, le indiqué que los hiciera pasar.

Mayúscula fue mi sorpresa al entrar los dos inspectores, un hombre de unos cincuenta años y una mujer más o menos de mi edad, se presentaron como el inspector Gerardo Bermúdez y la inspectora Fernanda López Laredo, sí!, aquella Fernanda compañera de trabajo, de la que creí que me estaba enamorando.

Qué chica es esta ciudad por Dios!, pensé al verla parada frente a mi escritorio.

El saludo de rigor estrechándonos las manos, me llamó la atención, qué Fernanda me saludara como si no me conociera, al ver su actitud, decidí comportarme de la misma manera, supuse que por razones de protocolo o como parte de su trabajo, ese sería el trato correspondiente.

Les pedí que tomaran asiento, les ofrecí un café que aceptaron, y comenzó la inspección.

El trato de Fernanda, era correcto y distante, como suele ser el trato de los inspectores.

Presentados todos los papeles, revisaron minuciosamente toda la documentación y labraron el acta correspondiente, que los tres firmamos.

Terminada la inspección ambos se pusieron de pie, nos volvimos a saludar estrechándonos las manos, agradecieron el café y se retiraron con un saludo formal.

Al ponerme a juntar y guardar todo los papeles, encontré que debajo de una de las carpetas, había quedado un teléfono y supuse que era de Fernanda, porque era del lado en que ella estaba sentada.

Estaba por salir de mi oficina para alcanzarlos antes que se fueran, pero en ese momento Fernanda volvía a buscarlo, cuando entró me encontré con la mirada de la Fernanda que yo conocía, y con una sonrisa se acercó y me abrazó.

-FERNANDA: Hola Pablito! Lo dejé a propósito para poder volver a saludarte y darte un abrazo!

-PABLO: ¿Cómo estás Fer? No entendía nada cuando te vi entrar!

-FERNANDA: Yo tampoco! no sabía que estabas en esta empresa! Pero me tuve que quedar en el molde, Gerardo es mi supervisor, y no podía mostrar que te conocía!

-PABLO: Me lo supuse, por tu trato!

-FERNANDA: Menos mal que no dijiste nada, si mi supervisor hubiera sabido que nos conocíamos, no hubiera podido hacer yo la inspección! Bueno, me tengo que ir que me está esperando! Tengo el mismo número, ¿lo tenés todavía?

-PABLO: Todavía lo tengo.

-FERNANDA: Llamame! Así charlamos un poco, hace mucho que no nos vemos!

-PABLO: Dale, en estos días te llamo!

-FERNANDA: Trabajo hasta las cuatro, después estoy libre! Llamame ¿Si?

-PABLO: Dale te llamo y charlamos un poco!

Me dio un beso en la mejilla y se fue. Tengo que reconocer que estaba más linda que hace unos años, con el pelo más rubio, con otros anteojos que le quedaban muy bien, y perfectamente arreglada… y me quedé pensando, ¿Por qué el destino la había puesto nuevamente en mi camino?...

Continuará…