Los inicios del amor tribal III
En el proceso de consolidar mi trio de ensueño, tengo mi primera experiencia lésbica con Kili, una mujer diseñada para el sexo más salvaje...Mi primera vez tenía que ser así, una noche erótica al extremo, saturada del mejor y más puro sexo lésbico.
- Amor, sé que te estás muriendo por conocer a Kili, así que quiero que antes que cualquier cosa, la conozcas primero…sé que te vas a divertir.
Cuando escuché estás palabras me abalancé sobre Esteban y lo empecé a besar por todas partes diciéndole que lo adoraba. Él me conocía más que nadie en el mundo y sabía lo ansiosa que estaba por satisfacer mi curiosidad lésbica.
Esa misma tarde llamé a Kili y le dije que quería conocerla personalmente. Mientras hablaba con ella por teléfono mi corazón latía desaforadamente. Creo que Kili lo podía escuchar al otro lado de la línea. Mi diosa canela me dijo que ella también estaba ansiosa por conocerme, así que me invitaba a cenar esa noche a su departamento. -“No me lo perdería por nada del mundo, allí estaré a las 9 de la noche”- le contesté mientras en mis ojos brillaba una chispa de ansiedad.
Cuando colgamos eran las 6 de la tarde, así que me tenía que dar prisa si quería llegar a tiempo a mi primera cita con una chica. Tomé un baño en el que limpié delicadamente cada rincón de mi cuerpo. Luego de la depilación láser había quedado como una princesita de cuento de hadas, es decir, sin ningún vello molesto en ninguna parte de mi voluptuosa anatomía, así que no tenía que gastar tiempo en depilaciones innecesarias.
Salí del baño y mientras me alisaba mi pelo color caoba, una duda revoloteaba por mi mente…¿qué tipo atuendo sería digno de la ocasión?
Estuve tratando de escoger algo de lencería sensual para colocarme, pero no podía decidirme por nada, así que decidí que tal vez, lo mejor sería sorprende a mi amante y no colocarme nada. Sin hilos dentales, sin sostenes de encajes, nada. -¿Cuánto tiempo pretendía quedarme vestida?- la verdad…no mucho.
Escogí el color de los ángeles para sorprender a mí amante, esta noche sería su ángel caído. Me coloqué unos leggings blancos que se ajustaban perfectamente a mis caderas resaltando mi trasero suculento de una manera provocativa. No me coloqué sostén, igual mis senos siempre turgentes y firmes nunca lo han necesitado, pero precisamente hoy, quería sentirme y ser la mujer más sexual del mundo y no iba a escatimar esfuerzos, menos aún, quería usar prendas innecesarias. Me coloqué un top también blanco que se limitaba a envolver mi busto sugerentemente sin dejar nada a la imaginación, mis pezones se asomaban sin tapujos a través de la tela. -Exactamente lo que necesito- pensé. Mi torso quedaba desnudo y mi abdomen plano era una invitación sugerente a la lujuria. Como toque sensual, alrededor de mi cintura me coloqué una cadena de plata muy delicada que entallaba mis formas y que terminaba en un dije en forma de labios femeninos que descansaba muy cerca de mi sexo. Unos tacones altos; maquillaje casi imperceptible, sólo un poco de brillo para resaltar mis labios y algo de sombra en los párpados; una chaqueta de cuero corta, por supuesto blanca y, como no, quedamos listas para mi primer noche de locura lésbica.
- ¡Uuuuuuy amor, estás de infarto!, qué presencia tan sexy, seguro que vas a impresionar a Kili- Me dijo Esteban con los ojos bien abiertos, casi babeando un poco.
- Gracias mi corazón, no me esperes despierto que creo que me voy a demorar. Recuerda que te amo.- Me despedí de esteban mientras lo besaba con pasión para luego, poco a poco, irlo dejando atrás. Una imagen perfecta en una noche que se predestinaba perfecta.
De ida a la casa de Kili me pasé algunos semáforos en rojo y casi atropello un par de gatos. La verdad, no le estaba poniendo mucho cuidado al camino. De vez en cuando observaba por el retrovisor mi look de mujer fatal. Me encantaba. Sabía que esta noche dejaría libres mis más íntimos deseos lésbicos con una mujer de infarto que me traía loca con su cuerpo voluptuoso y con su carita de ángel. No podía esperar por saborear cada rincón de su cuerpo y para que de la misma manera, ella se metiera en mi cuerpo sin tapujos. Mi corazón latía con frenesí.
Al llegar, subí hasta el segundo piso rápidamente y con el corazón en la mano, toqué al timbre. Kili no demoró en aparecer tras la puerta. Fueron un par de segundos que me parecieron horas. Cuando la vi bajo la luz de la instancia quedé de una sola pieza. Mis pupilas se dilataron al máximo al observar una verdadera diosa viviente.
Kili también se había cepillado el pelo que, totalmente lacio, descansaba sobre sus hombros. Su piel canela se camuflaba con las sombras sensuales de una sala en penumbras bañada por la luz superflua de unas cuantas velas. Sus ojos verdes emitían chispas de lujuria y sus labios carnosos teñidos de un rosa pálido sólo incitaban ser mordidos. Se había colocado un vestido negro enterizo súper entallado que no dejaba nada a la imaginación. Todas sus curvas sinuosas características de una mujer voluptuosa se insinuaban descaradamente. El perfil de sus senos enormes, turgentes y firmes se exhibía llamativamente. Su abdomen plano remataba en unas caderas perfectas, típicas de mujer mulata, lo suficientemente amplias para sostener dos nalgas majestuosas perfectamente paradas. Me quedé sin palabras. Mi instinto me decía que Killi tampoco llevaba ningún tipo de ropa interior bajo su traje negro.
Por primera vez, en un segundo eterno, nos miramos a los ojos. Una sonrisa cómplice se dibujo en nuestros rostros y, como dos amantes perdidos en los desvaríos del tiempo, con esa primer mirada, supimos con certeza, que éramos la una para la otra. Intuimos lascivamente que aquella primera noche nos íbamos a devorar sin tapujos y que sin dudarlo, nos íbamos a perder en los placeres de la carne.
- Hola Amanda. Sigue corazón, estás preciosa.- Kili se acercó a mi sensualmente y me dio un beso en la comisura de mis labios. Por primera vez nuestros pechos turgentes entraron en contacto. Un pequeño frenesí recorrió mi cuerpo agitando mis sentidos.
Con paso firme, crucé el portal que definiría el resto de mi vida como amante, encontrándome en una amplia sala a media luz, decorada con un estilo minimalista exquisito. La mesa del comedor de cristal tenía dos puestos y soportaba un candelabro con tres velas que refulgían como llamas, abriéndose la luz campo a través de la sutil penumbra. Sonaba en el estéreo una melodía calma de bossa nova y al fondo un gran sofá con aires de diván se encontraba presto a soportar los arrebatos lujuriosos de un combate lésbico que se aproximaba con el paso de los minutos.
Kili, se colocó a mis espaldas. Muy cerca de mí, de manera que sutilmente sus senos turgentes acariciaron mi espalda. Quitándome la chaqueta muy lentamente, casi que deteniendo el tiempo, la colocó sobre el perchero que se encontraba a la entrada. Por un instante su aliento tibio sobre mi cuello erizó cada poro de mi piel.
Aquella diosa trigueña espectacular me indicó que me sentara a la mesa y sin mediar palabra, fue sirviendo una copa de vino blanco. El sonido del vino llenando la copa, los aromas otoñales que se desprendían y los senos de Kili con sus pezones marcándose a través de la tela, saturaban mis sentidos haciéndome sentir un poco turbada. Miré de reojo mis senos, también estaban turgentes, marcándose mis pezones descaradamente sobre la tela del top. Tragué saliva.
- Espero que te guste la comida de mar. Preparé mi especialidad. Coctel de camarones al mango.
- Sí, me encanta. También me gusta cocinar comida de mar.-Respondí mirándola fijamente a sus ojos esmeralda.
- Entonces sabrás, ¿por qué escogí prepararte comida de mar hoy? Es una de sus principales característica. -Kili dejó la pregunta flotando en el aire. Hubo un momento de silencio. Creía conocer el porque pero quería que mi anfitriona sugiriera una respuesta.
Kili se acercó a mi oído. -“es afrodisiaca”-Respondió con un susurro sensual que me acarició el lóbulo de la oreja. Luego muy lentamente se dirigió hacia la cocina contoneando sus caderas y su precioso trasero de diosa de un lado a otro. Yo recorría hipnotizada sus pasos, recogiendo a manos llenas los acordes lujuriosos de su cadencioso caminar. Al llegar al horno, se inclinó ligeramente para sacar la cena, en ese preciso instante su culo de fantasía tensó la tela de su vestido, recogiéndose ésta unos cuantos milímetros. Lo suficiente para que una mínima fracción de su exquisita concha quedara desnuda ante mi mirada por un segundo. Comprobé lo que mi instinto me gritaba desde hace rato. Kili bajo su sensual vestido, no traía nada puesto…
Mi princesa, se sentó a la mesa justo enfrente de mí. La cena estaba deliciosa. La comida de mar, mariscos, calamares, mejillones, combinaban a la perfección su sabor salobre con el dulce suave y fantástico de una cremosa salsa de mango. -Exactamente a esta combinación de sabores, debe saber el sexo de mi nena. –Pensé- pensamiento que inmediatamente humedeció mi sexo.
Los deliciosos sabores del paladar se combinaban perfectamente con la fantasía visual que tenía frente a mí. Muy muy cerca, Kili tenía su espalda totalmente recta, de tal manera que sus senos grandes y perfectamente turgentes se exhibían sin tapujos. Durante toda la cena, esos deliciosos melones eran coronados por unos pezones descarados que nunca dejaron de estar erectos. Yo no podía quedarme atrás, así que adrede tensaba mi espalda para que las formas perfectamente redondeadas de mis pechos quedaran explícitas a través de mi top. La visión majestuosa de las tetas perfectas de mi diosa canela me tenía completamente excitada, así que no tenía que esforzarme para que mis pezones erectos y tiesos como piedra, se marcaran sobre la tela. Aunque trataba de evitarlo, de vez en cuando, Kili me pillaba mirando con morbo sus senos. Podría jurar que le fascinaba pues, no sé si consciente o inconscientemente, cada vez que esto pasaba, por un instante mi anfitriona aprovechaba para acomodarse el vestido, acariciando con sutileza sus pezones.
Hablamos de todo un poco, de nuestras vidas, de nuestros anhelos, de Esteban y, pese a que el ambiente estaba cargado de una evidente atmósfera sexual que esperaba a ser liberada, la empatía fue total. No sólo nos atraíamos físicamente, sino también que congeniábamos muy bien como seres humanos. Nos reímos mucho disfrutando de una complicidad total a medida que los anécdotas se trascurrían a lo largo de la noche. De la misma manera, entre sonrisas y entre miradas lujuriosas, a medida que el tiempo evanecía, las botellas de vino iban desapareciendo una tras otra.
La cena fue una maravilla, buena comida, una conversación excelente, vino de calidad y lo mejor… la mujer más hermosa y erótica que hubiera conocido en mi vida, era mi compañera de velada. Sus profundos ojos verdes, su piel canela y sus tetas de antología, me tenían hechizada.
Sentí que era tiempo de pasar al siguiente nivel, así que cambié de conversación.
- Gracias por el video que nos enviaste, fue la cosa más sexual que he visto en mi vida, me encantó.- Le dije lascivamente a Kili mirándola fijamente a los ojos.
- ¡Me alegra que les hubiera gustado! Al principio no fue fácil empezar a filmarlo, pero creo que al final salió bien. ¿No te pareció un poco, como decirlo, pasado de tono?- Killi pregunto con la mirada baja sonrojándose un poco.
- ¡No, no seas tontita!, como te dije fue la experiencia más sexual de mi vida, me encantó. Para confesarte algo, estaba tan ansiosa que lo vi por primera vez en el trabajo y me…me tuve que masturbar allí mismo, estaba que explotaba. –Al decir esto mis palabras se entrecortaron un poco.
- ¡Guauuu!, me encanta oír eso y, ¿qué tal le pareció a Esteban?- Killi mordió su labio inferior en un gesto supremamente sensual.
- También le encantó. Con decirte que lo hemos visto juntos unas tres veces y mientras lo vemos, hemos tenido el mejor sexo de nuestras vidas. Y he de confesarte algo…mientras follamos y miramos de reojo al televisor, le pido a Esteban que piense que eres tú a la que se está tirando. – Al decir esto me percaté de que el vino, ya se me estaba subiendo a la cabeza.
- ¿Quieres un trago más fuerte, un margarita por ejemplo?-preguntó Kili cambiando abruptamente de tema.
- Si, deli, me encanta el tequila.
- Si quieres ponte cómoda en el sofá, te lo traigo en un instante.
Mientras se dirigía al refrigerador, nuevamente me perdí en el movimiento hipnótico de las caderas de aquella exótica mujer. La atmósfera de la sala ahora se encontraba saturada de la cálida voz de Norah Jones. Me dirigí al sofá y me senté a un extremo de ese gran mueble. Traté de relajarme, sabía que en unos cuantos minutos, ese sofá, estaría siendo utilizado como campo de batalla para las artes amatorias mujer-mujer. Cerré los ojos y mientras pensaba en los senos turgentes de Kili, me dejé llevar por el piano sobrecogedor de Norah.
Cuando regresé al mundo, Kili estaba sentada junto a mí y traía consigo dos margaritas. Las copas tenían sal por el borde y estaban adornadas con media rodaja de un verde limón.
- Brindemos por esta noche. Por una unión que hoy comienza y sobre todo, brindemos por nuestros cuerpos de mujer hermosos y sensuales.- Killi alzó la copa y mirándome con un rayo fulminante, aproximó la copa a sus electrizantes labios rosa.
- ¡Salud!- fue lo único que atiné a decir. Estaba muy nerviosa. Temblando. Mi corazón latía como el de un caballo desbocado.
Al llevar la copa a mi boca, el limón se resbaló y como un designio del destino cayó entre el escote de mi top. Cuando estaba a punto de recogerlo, Kili intercedió. Sin pensarlo dos veces tomó mi mano y la colocó sobre su seno derecho. Luego puso su copa sobre la mesa de centro y con ambas manos tomó mis senos excitados. Los sujetó con firmeza. Sensualmente sacó su lengua larga y grácil de sirena y con ella recorrió la totalidad de mi cuello hasta llegar a mi oído. Allí, mientras mordía mi lóbulo, me susurro una serie de frases que me mojaron la concha al instante dejándome petrificada.
- Créeme que no sabes las ganas que tengo de recoger con mi boca ese limón de tus deliciosas tetas. Me has tenido idiotizada con ellas toda la noche…Tus pezones de hembra ardiente han estado parados toda la velada…me muero por chuparlos…¿me dejas?
Mi respiración se cortó de improviso y con mi mente nublada por esas palabras de lujuria, sólo podía hacer una cosa…seguir el juego, llevarlo al extremo.
- ¡Si mi corazón, no sabes cuánto deseo que me comas las tetas, que me muerdas los pezones, que me comas entera… que me culees toda, enterita toda!
Kili empezó a lamer el lóbulo de mi oído, al mismo tiempo que con sus manos, jalaba con furia mi top hacia abajo liberando al ambiente de la noche lésbica mis senos turgentes sedientos de su lengua. Un ligero gemido se escapó de mis labios.
- ¡Te voy a chupar tanto que te voy a sacar leche de esas tetas perfectas de diosa que tienes…!
Las palabras cargadas de lujuria de mi princesa me llevaron al límite, perdí el poco control que me quedaba. Quería entrar como una verdadera golfa por las puertas frágiles del lesbianismo.
- ¡Ahhh, si princesa, chúpame las tetas! Lo deseo. ¡Mis senos son tuyos comételos todos! ¡Sácame leche! ¡Quiero que me palmotees las tetas! ¡Quiero ser tu putita esta noche!
- ¡Si mi nena, te deseo tanto! ¡Te voy a culear entera esta noche! ¡hoy eres mía y sólo mía!
- ¡Ahhhh mi nena, me gusta que me hablen sucio mientras me follan! ¡Adoro el sexo sucio sin inhibiciones!... ¡muero porque que me culees toda!
- ¡No sabes la noche que vamos a pasar! ¡te voy a culear como una hembra se culea a otra hembra! ¡voy a empezar por tus tetas hermosas de puta, pero esta noche serás toda mía! ¡te voy a chupar la concha y te voy a follar ese culito rico que tienes! ¡esta noche, todo tu cuerpo será mío mi putita divina!
- ¡Ahhhh, sí! ¡Me encanta que me digas puta mi nena!...!susúrrame, dime puta!
- ¡Puta, puta…te voy a comer viva mi putita hermosa!
Nunca había estado tan caliente en mi vida, mi alma y mi eros fluían libres sin inhibición. Kili y yo nos perdimos en un beso lésbico frenético, nuestras bocas querían devorarse enteras. Sus labios contra los míos succionando mi lengua y yo, chupando la de ella. Nuestras bocas totalmente abiertas daban paso a nuestras lenguas que como serpientes en celo se buscaban, se encontraban y se enrollaban la una con la otra. Kili metía su lengua al fondo de mi garganta, yo hacía lo propio con la mía. Probaba su saliva como dulce elixir de pasión. Disfrutábamos de aquellos besos salvajes gimiendo lenemente, mientras nuestros labios se fusionaban, mientras nuestras lenguas se amaban. La noche aún era joven, y lo mejor, era nuestra, amor salvaje y lésbico en su más pura esencia.
Continuará…