Los infortunios de Luisa

Se trata de una violación lésbica, si no les gusta esta temática, no lean

La vida de Luisa iba lo mejor que podia imaginar, la mejor estudiante de  una universidad prestigiosa, tenia el novio más popular del centro y sus notas eran perfectas gracias a su gran inteligencia además de un metabolismo envidiable que le daban el cuerpo de una diosa.

Eso alimentaba uno de sus peores defectos un ego desproporcionado, no era malvada pero se le escapaba alguna frase como ¿de verdad te cuesta entender esto? Es muy facil, ¿solo comes una manzana? Yo como tres hamburguesas y no me pasa nada.

Odiosa ¿verdad?

Bueno, todos los grandes imperios tuvieron su momento de gloria y su decadencia.

Luisa celebró que iba a conseguir el trabajo de sus sueños, tenia apalabrado el puesto con el jefe de una gran compañía que quedó impresionado por sus habilidades para el puesto.

Una noche para desmelenarse.

Una noche para perder el control.

Una noche para un fatídico error.

Borracha como una cuba decidió que era gracioso dar una patada a una fila de motos y que estas cayesen como un domino.

Las propietarias de las motos salieron del bar.

Creerme, nadie daña sus motos sin pasar por un… correctivo.

Luisa corrió como el rayo, pero al parecer alguien salió de un callejón y la detuvo.

-¡NO SABÉIS CON QUIEN OS ESTÁIS METIENDO! - gritó Luisa.

-no sabes lo que te van a meter – decía la jefa.

Las motoristas la agarraron y la metieron dentro del bar.

Era un bar de lesbianas, la propietaria intentó detener al grupo de lincharla.

La jefa, una mujer de recordaba mucho a la soldado Vazquez de Aliens el regreso

-¡adivina quien pagará las motos! - decía la jefa.

Luisa escupió en la cara de la jefa, la pandilla quedó enmudecida.

Sabían como se las gastaba su jefa.

La imponente motorista se relamía la cara, limpiándose el escupitajo y sacó un cuchillo de caza.

Ahora Luisa se quedó pálida del miedo.

El filo se acercaba lentamente a la cara de Luisa que empezaba a llorar.

-tranquila, me gusta tu cara, pero he de cortarte algo.

En ese momento, el filo cortaba el vestido de Luisa.

Luisa iba a gritar, pero el filo del cuchillo penetró un poco en su piel, haciendo que pequeñas gotas de sangre recorran su piel hasta su generoso escote.

Sus compañeras motoristas animaban a la jefa a cortar más el vestido, descubriendo el indefenso cuerpo de Luisa, la jefa cortaba la tela con lentitud morbosa.

Lo que veía la jefa le estaba encantando, una piel suave como la de un bebé, unos pechos hermosos, grandes, pero no exagerados, la guinda del pastel eran unos pezones pequeños y rosados.

-seria una lastima que te corte esas hermosas tetas – decía la jefa.

-te pagaré, van a darme un buen trabajo, pagaré tus motos, pero por favor, no sigas.

La jefa tapó la boca de Luisa con el filo del cuchillo.

-vas a ser castigada, no para mi placer, sino por que lo necesitas, necesitas que alguien te meta en la cabeza que hay consecuencias en esta vida.

Mantuvo el filo del cuchillo en la boca un buen rato, para dejarla en claro que no tiene derecho a hablar.

-sigamos – dijo la jefa.

Luisa empezaba a llorar, el vestido fue completamente cortado, mostrando unas bragas que contenían un montón de vello púbico.

-ya se que cortar – decía la jefa.

Eso aterró a Luisa que empezó a gritar, la jefa cogió el látigo de su cinturón y lo envolvió en el cuello de la pobre chica que notaba como comprimía sus vías respiratorias.

-¿quieres respirar? - preguntó la jefa.

Desesperada, Luisa movía afirmativamente la cabeza.

-¿no harás ruido? - preguntó la jefa apretando más fuerte.

El rostro de Luisa empezaba a azularse y negaba con la cabeza con rapidez, cuando la jefa aflojó la presión, Luisa tomaba cada bocanada de aire como si fuera la cosa más valiosa del universo.

Con la mano, la jefa arrancaba las bragas de Luisa, dejando su velluda concha al descubierto, aspiró el olor de esas bragas y se las pasó a sus esbirras que las olían con ganas.

Luisa cerró los ojos con fuerza, no quería ver eso, pero notó el filo de ese cuchillo cortando sus vellos púbicos, le dolía, pedía que al menos lo hiciera menos doloroso.

Nadie la escuchaba, la gente disfrutaba viendo como la afeitaban.

Cuando no quedaba más pelo, la jefa quedó extasiada al ver lo que esos horribles pelos ocultaban.

Un coñito cerradito, como el de una virgen.

La jefa abrió ese coñito, mostrando un interior rosadito.

-veo que estas usada, lastima, bueno, al menos tienes buena carrocería.

Luisa no decía nada, tenia demasiado miedo al castigo.

-veamos que profunda es.

-¡ni se te ocurra enferma! - gritaba Luisa.

Pero la jefa se levantó y la abofeteó con ganas.

Luisa se quedó de piedra, acariciaba su mejilla adolorida mientras miraba aterrada a la jefa.

-veo que tienes cosas que estrenar ¿soy la primera que te ha abofeteado? Bah da igual – dijo  mientras hundía sus dedos dentro de ella.

Esta vez lloraba, las otras clientas intentaban marcharse o decir que parasen, pero…

el miedo que infundía la jefa hizo que solo se limitasen a sorber sus bebidas de forma incomoda, algunas, por morbo, miraron como sometían a Luisa.

La pobre victima sentía esos dedos explorando su interior, sintiéndose violada, ultrajada, quería irse, pero esa mujer era terrorífica.

Pero lo peor eran las miradas de las otras motoristas, mirándola como si fuera una actriz porno, se excitaban, empezaban a tocarla, sentir ese tacto de sus manos profanando su cuerpo.

Pero lo peor eran las miradas, llenas de deseo impuro, que no la miraban como un ser humano, sino como una presa herida a la que hay que devorar viva.

Luisa apretó los dientes intentando contener un orgasmo que la jefa le estaba provocando.

Pero la jefa siguió estimulando el ya de por se sensible clítoris de Luisa y relamía el abdomen de su victima, subiendo hasta la parte inferior de sus pechos, recorriendolos con la lengua.

-para, para por favor – decía Luisa entre lagrimas.

-admítelo putita, quieres esto – decía la jefa.

-no, no quiero esto con una panda de enfermas.

La jefa furiosa decidió morder uno de los pezones con fuerza, cosa que hizo que Luisa gritase tan fuerte que podría romper un vaso.

-seria una lastima que te los arrancase ¿volverás a insultarme? - preguntó la jefa.

~~-~~ no no, perdoname.

-¿perdona que?

Luisa tragó su orgullo.

-perdóneme mi ama.

-mejor.

Las manos de la jefa acariciaban con suavidad los símbolos de mujer de Luisa, la cual reciba con una mezcla de placer y asco esas caricias.

La jefa se retiró de esos pechos, eso aliviaba a Luisa, pero vio los pantalones de esa mujer.

Se los desabrochaba.

-por favor no.

-hora de usar esa boquita pequeña puta.

Luisa tenia demasiado miedo, solo quería acabar con eso de una vez, hundió su boca en los labios vaginales de la motorista, una de las esbirras aprovechó para frotar su clítoris en el de Luisa, la cual no se atrevía a quejarse.

Más manos y lenguas recorrían sus pechos y su abdomen, algunas frotaban sus pezones en los suyos, solo tumbó las motos ¿por que la hacían eso?

-con más ganas puta – decía la jefa.

Eso hizo que  Luisa lamiese con más ganas la vagina de la jefa, la cual empezaba a jadear.

-ah, puta, que bien lames, se nota que te criaste en una esquina – decía la jefa.

Esas palabras herían a Luisa, pero seguía lamiendo esa vagina, quería acabar con esto lo antes posible.

Notó como la jefa estaba llegando al orgasmo, notaba con asco como el flujo de su violadora  mojaba totalmente la cara.

Tras recuperarse, la jefa puso su rostro frente al de Luisa y le dijo.

-buen trabajo putita.

Acto seguido sacó un billete de diez euros y los metió en lo más profundo de la vagina de Luisa.

-seguid con ella tías, las del bar, animaos, que es una puta caliente.

Ahora esta mirando tu cara.

-eh lectora, animate a follarte a esa puta, escribe en los comentarios lo que harías, no seas tímida, que esa puta se lo merece