Los infortunios de Luisa 2

Intentará olvidar lo de esta noche, pero...

Luisa se despertó, se había quedado dormida en la ducha, aún no se creía lo que le pasó, fue…

no quería recordarlo, se agarraba la cabeza en un intento de borrar esos recuerdos, recordaba cada roce, cada beso, cada…

se frotaba su cuerpo, como si quisiera borrar esas sensaciones, se sentía enferma, sucia, usada.

Le robaron la identificación, de modo que ya sabían quien era, donde vivía, eso la aterraba.

Estuvo toda la noche en la ducha, como si fuera el único punto seguro de todo el mundo.

Pero tenia que salir, tenia que trabajar, era su primer día, no podía dejar que… eso la afectase.

Se puso su mejor ropa, un conjunto intimo blanco, sobre ese conjunto, se colocó una camisa blanca con una falda negra que le llegaba a las rodillas, se puso una chaqueta negra y unas medias negras con zapatos de tacón negros, se maquilló, se puso rimen y un lápiz de labios escarlata, pero solo los lados de los labios.

En el centro, seria un color más suave, se sentía atrevida, combinar dos colores aunque sean casi idénticos, quería probarlo ¿que efecto tendría? Bah, seguro que no se darían cuenta.

Ensayó su sonrisa, pero la notaba… apagada, se abofeteó la cara y emitió la más radiante sonrisa que pudo emitir.

Perfecto.

Se dirigió a su lugar de empleo, un gran edificio de oficinas.

La secretaria le dijo que el dueño de la empresa se jubiló, curioso, era un hombre de 50 años y todavía tenia mucha energía.

Y no podía negarlo, a pesar de ser maduro, tenia un buen polvo, se cuidaba bien, pero cuando oyó que su nueva jefa era una mujer de su edad, le dio un escalofrió.

Pero la secretaria le dijo que era una mujer severa, pero inteligente, mucho más eficaz en el negocio que su padre, por eso su padre la puso al mando.

Luisa entró timidamente, toda su seguridad se fue ¿era por que era una mujer? Tranquila, tranquila.

Iba a presentarse cuando la jefa habló.

-se quien es usted, buenas calificaciones estudiantiles, disciplinada, cum lauden universitario.

Esa voz, esa voz la escuchó antes, no sabia donde, pero su cuerpo, empezaban a temblar las piernas, tenia taquicardia, cada célula de su cuerpo le exigía que se fuera del lugar.

-pero con un pequeño problema de alcoholismo y tendencia de romper las cosas de los demás.

Del sillón salió volando una tarjeta, era su DNI, solo que en su foto había un beso de carmín.

No no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no, era la única palabra que resonaba la mente de Luisa.

Se giró la silla.

¡era ella! ¡era la jefa de la banda! ¡ella era su jefa!

Luisa hiperventilaba, retrocedió hasta la puerta mientras se puso la mano en el pecho ya que su corazón.

-¿que le pasa señorita Luisa? ¿esta….enferma? - dijo la rencorosa.

El rimen de Luisa empezaba a correrse debido a las lagrimas provocadas por el miedo.

  • ya, ya me iba, lo siento – decía Luisa con miedo.

-oh no, no vas a ningún lado, todavía tienes que pagar los desperfectos de nuestras motos y tenias razón, el puesto que aspiras es de una paga muy buena, pero si te vas… no podrás pagar ya que este es el único trabajo que puedes tener, porque…

la jefa manipuló su móvil y un mensaje apareció en el móvil de Luisa, al mirarlo, vio un video.

Un video de algo que quería olvidar.

Su violación.

-imaginate esto circulando por internet ¿dirás que te violaron? No me hagas reír ¿desde cuando una mujer viola? Lo que pensaran seguramente es que es… un trabajito porno que hiciste, es más creíble que piensen que es una actuación a una violación, si por suerte consigues trabajo, será para que te manoseen, puede que acabes siendo la putita de la oficina, pero lo más probable es que acabes en una esquina dando… servicios.

Luisa cayó de rodillas, su mundo, sus proyectos, sus sueños, destruidos todos, tenia la mirada perdida, tanto que no vio que la jefa se acercaba a ella descalza.

-pero si trabajas para mi y haces de… secretaria particular, este video nunca verá la luz.

-seré una puta toda mi vida – dijo Luisa como un zombie.

-¿toda la vida? Lo dudo, puede que me canse de ti algún día y te considere una empleada más, se útil para la empresa y puede que me piense perdonarte.

Luisa miró a los ojos de su jefa con esperanza, seria la mejor trabajadora, daba igual los sacrificios que haría, todo con tal de minimizar su humillación.

-me llamo Raquel, por cierto había una emperatriz china que exigía que la saludasen con un culiningus ¿como me saludaras?

Luisa cerró los ojos con fuerza y sus temblorosas manos fueron a los pantalones de Raquel, desabrochó el cinturón y bajó con dudas la cremallera.

Tenia unas bragas rojas sangre, con asco, metio los dedos a los lados.

-no, Luisa, aparta la braga y empieza a trabajar.

Y así hizo, recordaba ese coño, su olor, su sabor, lagrimas de impotencia brotaron de sus ojos.

Pero sus labios se acercaron a esos otros labios, empezaron a besar, a recorrer ese coño, con asco y miedo, su lengua empezaba a recorrer los labios menores, poco a poco, su lengua se introdujo dentro de esa mujer.

Notaba las manos de Raquel acariciando sus cabellos y agarrando la cabeza, indicándole que aumente el ritmo, cosa que hizo e hizo bien.

Notaba el fluido de su superior derramándose en ella mientras Raquel gemía en un orgasmo contenido.

-vaya, que sucia estas, ven a mi mesa, ven a cuatro patas, tienes que saber a partir de ahora, cual es tu sitio.

Y así hizo, caminando a cuatro patas, se dirigió a la mesa de Raquel. La cual le dijo que se subiera en sus rodillas.

Luisa, impotente, se sentó en sus rodillas.

Raquel acariciaba los cabellos de Luisa y su rostro mientras la miraba a sus ojos.

-dime ¿tienes novio?

  • s-si – dijo Luisa.

-vaya ¿como es? - dijo Raquel acariciando los botones de la camisa de Luisa.

  • musculoso, muy seguro de si mismo, es capitán de un equipo de futbol.

-mmmm ¿como te folla? - preguntaba Raquel mientras desabrochaba uno a uno los botones de la camisa de Luisa.

Luisa iba a negarse, pero la mirada asesina de Raquel le indicaba que lo mejor era obedecer.

-me coge en brazos como una princesa y me lleva a la cama, me quita la ropa con los dientes.

-¿asi? - preguntaba Raquel mientras desabrochaba los botones con su boca.

Luisa se sorprendió lo bien que quitaba esos botones, tanto que no se dio cuenta de que su camisa ya estaba totalmente desabrochada.

-¿que tal te quita el sujetador? - preguntó Raquel.

-le le cuesta, no es muy hábil, a veces me lo arranca – decía Luisa.

Raquel con una mano quitó el cierre del sujetador, Luisa notaba como se aflojaba, pero no caia.

-te recomiendo una lencería muy buena, este sujetador es tan soso, tan aburrido.

Luisa sollozaba notando como esas manos estaban acariciando sus pechos aun enfundados por el sujetador.

-¿como te quita las bragas? - dijo Raquel mientras desabrochaba la falda de Luisa.

-con los dientes – dijo Luisa tapándose la cara.

Raquel hizo que Luisa se sentara en la mesa y hundió su cabeza dentro de la falda de la empleada, la cual, notaba como su superior la estaba relamiendo por encima de las bragas, las apartaba con la lengua y saboreaba esa conchita que ni hacia 12 horas fue mancillada.

Luisa notaba como esa mujer profanaba su flor prohibida, necesitaba a su novio, necesitaba que la follase y si le propone ser compartida por sus amigos, no dudaría en decir si.

Al fin Raquel mordió la tela de sus bragas y tiró lentamente sus bragas, arrastrándola por sus sedosas piernas, pasando por sus rodillas y luego por sus tobillos hasta sacarlas.

Luisa miraba impotente como Raquel olía sus bragas, que hace un momento protegían su… intimidad, ahora estaban en manos de esa… enferma.

Raquel sonreía al ver la mirada de miedo y asco, haciendo que relamiese esas bragas.

-¿tu novio te come el coño? - preguntaba Raquel.

Luisa se tapó la cara sabiendo que pasaría, susurró un débil si.

Raquel subió bruscamente la falda de Luisa, veía esa almeja tan apetitosa, se relamía la boca cuando la vió.

Acercó la nariz a esa puerta prohibida, oliendo la fragancia de mujer de Luisa, con sus dedos, abrió la vulva de Luisa, mostrando su rosado interior.

Luisa odiaba que Raquel se tomase su tiempo para… eso, quería que empezase ahora para acabar lo más rápido posible, notaba como Raquel relamía sus muslos y sus ingles, evitando su vagina.

El problema es que esa furcia sabia donde y cuando tocarla, notaba como la mano de Raquel estaba acariciando su vulva.

-mira, veo que estas tan enferma como yo – decía Raquel.

Luisa abrió los ojos y vio como un fluido viscoso cubría los dedos de Raquel.

Sus propios fluidos.

Eso significaba que estaba excitada, preparada para… recibirla, ese pensamiento la enfermaba, apartó la mirada de ese fluido, evadiendo la realidad.

Raquel lamió esos dedos untados de fluido femenino y acercó su cara lentamente a la vagina de Luisa, la cual, notaba como un chispazo la lengua de su jefa penetrándola sin pudor, explorando el interior de la joven, su cuerpo recibía esa lengua con placer, pero su mente…

Luisa empezaba a llorar, eso molestaba a Raquel, la cual, pellizcaba el clítoris de Luisa, que evitaba gritar ¿que pensaría la gente si la viera así? ¿y si su novio se enterase? No podia, este momento jamás debía ver la luz.

Dejó que el placer la invadiera, dejó que ella la invadiera, saborease su interior, que la profanase sin ningún problema.

Raquel exploraba cada rincón de el interior, sus dedos y su lengua manipulaban la gruta sagrada de Luisa, la cual, empezaba a jadear, cada jadeo era una victoria para Raquel, pero para Luisa.

Es una cadena a su esclavitud, una prueba de que era suya.

No de Luisa.

Raquel manipulaba el clítoris y las zonas más sensibles del interior de Luisa, la cual sentía como el orgasmo se acercaba.

Un orgasmo lleno de culpabilidad.

La lengua de Raquel recorría el abdomen de Luisa mientras todavía estaba masturbandola, su lengua recorría el cuerpo de la empleada hasta llegar a sus pechos.

Relamía los pezones de Luisa con lentitud y osadía, no por placer personal, sino para humillarla más.

Cosa que conseguía.

De repente, de su comunicador se escucha a su secretaria, comunicándole que han venido gente para hacer negocios.

Eso fastidió a Raquel, pero le dio una idea.

Cogió unas esposas y las puso a los brazos de Luisa, dejándolos detrás de la espalda, después le introdujo un vibrador conectado a un mando y puso a Luisa en una esquina, totalmente desnuda, apenas oculta, si el cliente mirase a esa dirección la vería.

Los clientes entraron, Luisa se quedó callada y quiera, como una estatua.

Luisa oía las negociaciones, Raquel era buena, muy buena, pero luego notaba que el vibrador se activaba.

Luisa apretaba los dientes para no soltar un gemido, menos mal que no la oyeron.

Raquel, manipulaba el mando mientras atendía a sus posibles clientes, se divertía viendo la cara desesperada de Luisa.

El cuerpo de Luisa temblaba, notaba como esa maquina que tenia dentro la estimulaba de sobremanera, no quería que la pillaran, si lo hacían…

no lo soportaría.

Raquel seguía alargando la negociación, quería seguir torturando a Luisa, después de todo esa furcia se lo merecía.

Las piernas de Luisa apenas resistían, si se caía la oirían y la verían.

Por favor, termina, pensaba la empleada sabiendo que no iba a aguantar más.

Tras varias horas aguantando orgasmo tras orgasmo sin ceder las piernas por pura fuerza de voluntad, por fin había terminado la reunión, Raquel acompañaba a sus clientes a la puerta con la mejor de las sonrisas.

Cuando cerró la puerta, Luisa al fin cedió y cayó al suelo agotada.

Raquel la miraba, sudada, con una gran mancha en el suelo de sus flujos vaginales.

-¡mira como me has dejado el suelo! ¡limpialo con la lengua!

Luisa, como una autómata, obedeció, lamió el suelo, notando su propio sabor mientras Raquel colocaba victoriosamente su pie en la cabeza de su empleada.

Cuando terminó, Raquel le dio unas bragas especiales a Luisa, unas bragas con vibrador.

-¡cuando la notes ven a mi despachó! ¡sin demora! ¡ahora vístete y vuélvete a casa!

Luisa, con lagrimas en los ojos se vistió lentamente, cuando se puso esas bragas, las notaba como una cadena en su cuello.

-¿que eres? - preguntó Raquel.

-tu putita – dijo Luisa derrotada.

-otra vez – ordenó Raquel.

-tu putita – dijo Luisa sintiendo la necesidad de llorar.

-¡OTRA VEZ!  - dijo Raquel con autoridad.

-¡tu putita! - dijo Luisa estallando en lagrimas.

-bien, putita, mañana te quiero bien puntual ¿estamos? - dijo Raquel.

Luisa afirmó con la cabeza.

Raquel se fue del despacho y Luisa, tras dejar de llorar y lavarse la cara, se fue del edificio.

Ya no se sentia ella, no era ella.

Era una propiedad