Los huevos y la leche (III)
Una vez más doy rienda suelta a mis deseos dentro de la tienda de Don Camilo.
Hacia algunos días que había tenido relaciones con Neto, todavía podía recordar cada momento, cada penetración. Nos habíamos estado enviando mensajes, aunque ya no como antes, ahora éramos cómplices en una relación que se desbordaba en deseo y placer consumado. Tenía las ganas de estar de nuevo con él, pero no quería decírselo abiertamente, quería que el tocara el tema y de allí terminar en una cita para poder estar juntos de nuevo, tenía muchas ganas de que me hiciera suya de nuevo. Quería sentir de nuevo su verga dentro de mí.
El miércoles por la tarde nos pusimos de acuerdo para vernos el sábado siguiente, lo vería en la tienda, lo tendría que planear para que fuera algo bonito y placentero. En esos días había estado lloviendo, son de esos días que solo quieres estar en cama, miras por la ventana y ves caer la lluvia y puedes percibir el olor que proviene de fuera. Esperaba que el cielo nos diera una tregua y ese día no lloviera, pero llegó el día fijado y se veían nubes cargadas, pero quise ser optimista, así que me vestí con el conjunto que me había obsequiado, el de color salmón, me puse un vestido blanco con estampado de flores que me llegaba arriba de la rodilla, hacia algo de fresco, así que tomé mi chamarra de mezclilla, me puse mis balerinas y salí para ir a verlo.
-Ya regreso mamá, iré a buscar unos apuntes con Laura.
-No te tardes mucho, parece que lloverá de un momento a otro, llévate la sombrilla.
-No tardaré, no creo que la necesite.
-Bueno, pero no te tardes, regresa temprano.
Salí de la casa y apresure el paso hacia la tienda, una ráfaga de viento intento levantarme el vestido, pero se quedó en eso solamente. Llegué a la tienda y me acerqué al mostrador, hablé y para mis sorpresa salió Don Camilo.
-Buenas tardes, Don Camilo.
-¡Hola Citlali!... No me digas así, ya te dije que me puedes decir Camilo a secas.
-Sí, pero no sea que escuche alguien y piense mal.
-Bueno, podrías tener razón en ello, pero no te preocupes, estoy solo en la tienda.
-¿No está Neto entonces? -pregunté tratando de no delatar el motivo de mi presencia.
-No, hoy por la mañana lo envié por unas cajas que no me habían subido a la camioneta el día que fui a la central de abastos. ¿Lo viniste a buscar a él?
-Sí, me iba a prestar su calculadora científica, es que la de él sí gráfica y la mía es más sencilla. Me comentó que no la estaba usando y se la pedí prestada -fue la única respuesta que logré ordenar en mi cerebro en ese momento.
-No pues no me dijo nada y no ví que la trajese hoy que estuvo por aquí.
No sabía que decir, solo pensé en retirarme de ahí. De repente, escuché como empezaba a caer la lluvia en la calle, me giré y caminé hacia la entrada de la tienda. La cantidad de agua que caí era impresionante, no había quedado nadie en las calles. Me sentí atrapa en la tienda.
-Ya te agarró la lluvia en la calle Citlali -me dijo al tiempo que se me acercaba y se colocaba a mi lado, quedando junto a mí.
Sentí que deslizó su mano por detrás mío, me agarró toda la vulva por debajo, al hacerlo había metido mi vestido entre mis piernas y rápidamente saqué su mano y acomodé mi vestido.
-No Camilo, no ve que pueden vernos.
-No mi amor, si no hay nadie en la calle -dijo y metió de nuevo su mano por detrás de mí, pero esta vez me había levantado el vestido y me tenía la mano acariciando el puente del calzón.
-Espérese Camilo, en serio -dije sacándole la mano de nuevo y bajando mi vestido-, nos pueden ver.
-Es que me pones loco cuando te veo. Vamos a atrás, acompáñame.
Me jaló por el brazo y en un abrir y cerrar de ojos me tenía detrás del mostrador. Me alzó mi vestido y metió su mano para tocar mi vulva por encima de mi calzón. Por mi parte, abrí un poco las piernas para que lo hiciera mejor y no le costara trabajo.
-¡Que rica conchita tienes!
-Me vas a calentar Camilo.
-Si eso es lo que quiero.
Me dio la vuelta, se colocó por detrás y siguió tocándome por el frente, apretaba mi vulva mientras me arrimaba la verga en mi trasero. Metió su mano en mi calzón y comenzó a pasar su dedo en mis labios y clítoris, comenzaba a mojarme.
-Chúpamelo, ven arrodíllate.
Me arrodille frente a él, quedando oculta detrás del mostrador. Bajó el cierre de la cremallera y metió su mano para sacar su verga que empezaba a ponerse dura. Se sentó en un banco que tenía, me le acerqué y quedé entre sus piernas, tomé su verga y comencé a acariciársela, iba poniéndose dura en cada movimiento que le hacía. De la punta de su verga brotó un líquido transparente, acerqué mi lengua y la pasé, se formó un hilito pequeño y luego me la metí a la boca, comencé a chuparla, me gustaba chupársela.
-¡Que rico! Me gustas como me la chupas, lo haces delicioso.
-Me gusta chupártela, la tienes bien rica -le dije al tiempo que le pasaba mi lengua a su punta.
-¡Aah!... ¡Siií!... Si que sabes usar esa boquita mi amor.
Con un mano se la estaba jalando mientras se la chupaba y con la otra comencé a acariciarme por encima de mi calzón, eso lo excitaba más todavía.
-¿Te gusta cómo te la chupo? -le pregunté mientras lo veía a los ojos y ponía su verga en mis labios.
-¡Me fascina! Tus labios saben hacerlo muy bien.
-¿Quieres metérmela ya? -le dije muy excitada.
-Sí mi amor, ven, vamos para atrás.
Se levantó y me ayudó a pararme, lo agarré por la verga y lo llevé para atrás. Quería que me la metiera como el solo sabía hacérmelo.
Llegamos a la bodega, me quité la chamarra, me saqué el vestido y lo dejé en un anaquel. Su mirada se posó en mi y pude sentir el deseo que tenía por empezar a metérmela, veía su enorme verga apuntando hacia mí. Me le acerqué y la agarré de nuevo, la seguí jalando, estaba dura y lubricada.
-Que bonito calzón traes puesto. Me gusta su textura y color, se siente suave.
-Me lo he puesto pensando en ti.
Me llevó hacia la pared y me bajó el calzón mientras yo me quitaba el sostén. Sentí como acomodo su verga en la entrada a mi vagina y de un golpe me la metió toda.
-¡Ay!... ¡Que rica se siente! -dije cuando la metió toda.
Comenzó a metérmela una y otra vez, me tenía bien caliente y mojada y solo podía pedir que me siguiera cogiendo con su enorme verga. Me tenía agarrada por la cintura y me jalaba hacia su verga para poder metérmela toda de golpe.
-Me gusta cogerte mucho, tu culito está riquísimo. No hay día que no esté pensando en ti.
-Ya estoy aquí, ahora métemela, dame duro… ¡Aaah!... ¡Siií!... Me gusta que me la metas hasta el fondo.
-Sé que te gusta, eres una putita, eres mi putita.
-Sí… soy tu putita, dame duro…¡Siií!... ¡Aaah!... ¡Que rica la tienes!
Siguió cogiéndome, entre ratos disminuía el ritmo con el que me la metía y luego volvía a acelerar sus movimientos, era una ricura. Me dio unas nalgadas que me excitaron más, agarraba mis senos y los apretaba de una manera que me excitaba.
-Me gustan tus pechos -dijo y apretó mis pezones.
-Son pequeños… ¡Aaah!... ¡Ay!... ¡Siií!
-Me gustan así, pequeños.
Me sacó la verga y me hizo arrodillarme para que se la volviera a chupar. Ahí estaba a sus pies, chupándosela toda, disfrutando de cada chupada que le propinaba. Me tomó por la cabeza y me comenzó a coger por la boca, sentía que cuando me la metía toda me daban ganas de vomitar por las arcadas que sentía en mi estómago, mis ojos se llenaban de lágrimas por la sensación, pero aun así dejaba que me cogiera de esa manera, me excitaba y mucho.
Había una mesa pequeña, me subió a ella y me acomodo de lado, hizo que mi trasero quedara al borde y me abrió la nalgas para aproximar su verga a la entrada de mi ano.
-¡No Camilo! No me vayas a romper mi culito… No me lo metas por ahí -le dije algo asustada-, nunca lo he hecho así, la tienes muy grande y me va a doler mucho.
-No te lo voy a meter por el culito, no te preocupes, solo quería acariciarte con la verga ese hoyito.
-Síguemela metiendo, pero no por ahí.
La acomodo de nuevo en mi vagina y siguió cogiéndome como un desesperado; sentía que cada vez se dilataba más mi vagina, al tiempo que me mojaba toda mi conchita.
-¡Hay Camilo, mira cómo me tienes!... Solo pienso en tu verga todo el día… Tenía muchas ganas de que me cogieras, así como me lo estas haciendo… ¡Aaaah!... No te… ¡Ay!... no te detengas.
-Me gusta que estés así, toda caliente para mí… Esa conchita que tienes aprieta bien rico mami. Quiero que solo sea mía.
-Es tuya papi… ¡Aaah!... Solo tuya… ¡Ay!... Métemela, hazlo más duro.
-¡Que rico mami!... Estas bien mojada, puedo sentirlo… Eso me encanta.
-¡Que rico me coges!... Mi conchita solo quiere de tu verga papi… Complácela, dale lo que quiere.
Aceleró el ritmo de sus arremetidas, cada vez que me la metía toda escapa de mis labios un quejido… Quería que me cogiera como el sabía hacerlo, me excitaba mucho tener su verga dentro, ya había tenido varios orgasmos.
Me giró sobre la mesa, ahora me tenía boca arriba, me acomodo al borde de la mesa y me levantó las piernas al tiempo que las abría. Agarré su verga y me la puse a la entrada de mi vagina de nuevo y me la dejó ir toda de nuevo.
-¡Aaaay! ¡Que rica verga tienes!... ¡Métemela papi!... ¡Métemela toda!... ¡Aaaah!... ¡Asiií papi!
-Mira nada más como se te va… ¡Aaah!... ¡Eres mi putita!
-¡Sí papi, soy tu putita!... ¡Aaaah!... ¡Aaay!... No te detengas -le decía mientras apretaba mis senos.
-Voy a llenarte de leche… ¿Dónde quieres que te la eche?
-No la saques… ¡Aaay!... Vente dentro… ¡Aaah! ¡Aaay!... ¡Siií papi!
-¿Quieres que me venga en tu culito?
-No te preocupes, lléname de leche - Le señalé el parche que traía cerca del abdomen y le sonreí.
-Sí amor, te voy a llenar de leche ese hoyito tan rico que tienes.
Aceleró sus arremetidas a mi vagina y de repente sentí como se vaciaba en mí, su semen caliente inundó mí útero y vagina por completo, sacó su verga y se hizo hacia atrás, me bajé de la mesa y fui a chupársela de nuevo, no quería que nada cayera al suelo, se la chupé hasta que no salió más semen.
-¡Aah!... ¡Que rico! -me dijo-, si que sabes chuparla mi amor.
-No puedo evitarlo, me gusta tu verga y tu leche.
Su semen comenzaba a salirse de mi vagina y pasé mis manos para recogerlo y llevarlo a mi boca, así lo hice un par de veces más, hasta que dejó de salir.
-Me gusta cuando haces eso… No sabes cuánto.
-No quiero que se desperdicie tu leche amor, está bien rica.
Fue por papel higiénico al baño y me dio un poco, se terminó de limpiar la verga y se vistió de nuevo. Me limpié la entrepierna y los labios, fui por mi calzón y sostén y me los puse.
-Que bonita ropa interior trajiste hoy, te ves muy sexy.
Le sonreí, me puse el vestido y luego la chamarra, me arreglé el cabello; se acercó a mí y me besó en la boca, sentí su lengua buscar la mía y le correspondí. Me agarró por el trasero y apretó mi nalgas, me las abrió y sentí que el calzón se deslizó dentro de ellas. Luego pasó su mano a mi vulva y me la apretó.
-Cuídame esa conchita, no se la des a nadie.
-Claro que no se la doy a nadie, es tuya.
-Así me gusta, que solo seas mía.
Me volvió a besar y apretar las nalgas.
-Cuando venga Neto le digo que lo viniste buscando.
-No te preocupes, ya le mando un mensaje y le digo.
Me giré para ir a la salida y me dio una sonada nalgada. Le sonreí y me acompañó hasta la salida de la tienda.
Había escampado y fui a casa, quería ir a tomar un baño y luego descansar, la cogida que me había dado Don Camilo me había dejado extenuada. Quería descansar, dormir un poco tal vez, luego… luego ya pensaría en la próxima travesura que haría.
Gracias por leerme. Hasta el próximo relato. Cuidense. Besos.