Los huevos y la leche (II)

De nuevo la tienda fue testigo de mi deseo ardiente.

Estaba de nuevo de camino a la tienda de Don Camilo. Algunos minutos después me encontraba en la entrada, llegué al mostrador, pero no lo ví como de costumbre, así que decidí ir hacia el mostrador y me dirigí a la parte posterior de la tienda. Antes de llegar a la parte en donde se encontraban los costales, escuché una voz, pero no era él, me detuve de manera súbita detrás de unos anaqueles, guardé silencio y puse atención por un momento.

-Me gustas mucho, en verdad que sí. Lo que diera por que salieras conmigo -dijo mientras sostenía su celular.

De espaldas hacia mi estaba Ernesto, el hijo de Don Camilo. Se encontraba hablando a solas, lo cual me pareció algo raro al principio, pensé que tal vez habla con alguien por celular, pero noté que el celular lo tenía a la altura del tórax en la mano izquierda, entonces supuse que era un videollamada.

-Que rica te ves en esa foto, ese bikini te sienta muuuy bien. Me hubiese gustado estar allí para verte de cerca -dijo mientras se giraba.

De pronto había quedado en una posición que me permitió ver lo que estaba haciendo, pude ver que con su otra mano sostenía la verga toda erecta; estaba masturbándose mientras veía su celular, no lo podía creer, de momento pensé en volver sobre mis pasos para evitar cualquier situación embarazosa, pero algo me impidió hacerlo, solo me quedé allí viéndolo mientras seguía escondiéndome detrás de los anaqueles sin hacer el menor ruido.

-Mira cómo me tienes, te deseo tanto y no sabes cuánto -decía mientras jalaba su prepucio hacia atrás y delante de manera repetida -me gustas mucho Citlali.

Lo último que dijo me dejo boquiabierta, pero igual actuó como un resorte que me motivo a darme la vuelta y regresar al mostrador. Una vez allí, me quedé pensando qué hacer, no sabía si llamar o irme a mi casa, lo segundo no era una opción, ya que en casa me esperaba mamá con su encargo. Decidí llamar y tocar con los nudillos sobre el mostrador.

-¿Don Camilo, está usted aquí? -dije para no levantar sospechas.

No escuché nada. Llamé de nuevo y me respondió.

-Ya voy -respondió desde el fondo de la bodega.

Salió de la bodega y se acercó al mostrador. No pude evitar notar que aún mantenía un poco la erección que se había provocado.

-¡Hola Neto! ¿Qué tanto hacías allá atrás? ¿Y tú papá?

-Estaba acomodando una mercancía que traje hace un rato y escuchaba música con los audífonos -me dijo mientras sacaba el celular de su pantalón y me los mostraba-, por eso no te escuché la primera vez. Mi papá hace un momento se fue, si hubieses venido antes lo encuentras. ¿Qué necesitabas? -dijo algo nervioso.

-Pues vine por una media docena de huevos y una leche.

Metió los huevos en una bolsa mientras yo iba por la leche al anaquel.

-¿Algo más Citlali?

-También vine por un encargo de mi mamá, hace un momento estuve por acá y se lo pedí a tu papá, pero estuve comprando unas cosas de la tienda y se le olvidó a tu papá dármelo.

-¿Qué será?¿Sabes qué es?

Le dije que su papá me había comentado en donde lo tenía, tratando de no ser tan obvia. Había dado media vuelta para ir a buscarlo, pero le detuve.

-Oye, ¿me dejas ver que escuchabas en tu celular? Quiero ver si aún tenemos los mismos gustos que teníamos en el bachillerato -le dije mientras le sonreí-, recuerdo que hasta compartíamos el gusto por muchas bandas de rock.

-Pues… Claro que sí -dijo y se giró hacia mí para dármelo-, te lo encargo.

Había planeado todo rápidamente; en lo que él iba hacia atrás vería lo que estuvo viendo accesando a las aplicaciones recientemente abiertas, la curiosidad era mucha. Accedí y ví en la lista de aplicaciones la cuenta de su red social y la carpeta de imágenes, accedí a la red social.

Había estado viendo imágenes de mi cuenta, de hecho, estaba en una de las carpetas que había creado y donde había subido fotografías de un viaje que hicimos a una playa, estábamos en un balneario y me había tomado algunas fotos con un traje de baño de dos piezas de color verde en dos tonos que se combinaban. En la foto que él había estado viendo, estaba sentada en la orilla de una piscina con los brazos extendidos hacia arriba ligeramente abiertos, el bikini me quedaba ajustado y mi vulva estaba ligeramente abultada.

La carpeta de las imágenes en su celular tenía algo más interesante de ver; había un par de fotos mías dentro de la tienda, muy probablemente realizando alguna compra, en una de ellas estaba de espaldas en el momento en que tomó la fotografía, tenía unos leggins deportivos color gris y una blusa color rosa con líneas blancas en los costados, esta última me llegaba a la cintura, dejando ver mi trasero. La otra fotografía había sido tomada cerca de mí y desde abajo, podía verse mi trasero y parte de la blusa que llevaba puesta ese día, el short que estaba usando permitía que el encaje de mi ropa interior se marcar un poco.

-¡Ya lo encontré! -dijo mientras escuché que venía hacia el mostrador.

Dejé el celular en la aplicación en donde, según él, había estado escuchando música.

-¡Que bien! Esos son, te lo agradezco.

-Aquí tienes -me decía al tiempo que me daba los sobres dentro de una bolsa-. ¿Y pudiste ver?

-¿Qué? -dije algo asustada, pensando que me había descubierto revisando su celular.

-Si aún tenemos los mismos gustos.

-¡Ah, sí!... ví la lista de tus canciones. Veo que seguimos teniendo los mismos gustos.

-Oye… saliendo del tema… pues quería… bueno, más bien quiero felicitarte por tu cumple. No había tenido la oportunidad por todo esto que está pasando, sé que fue hace más de dos semanas, pero quiero hacerlo.

-¡Qué lindo eres! Pensé que lo habías olvidado.

-No, como crees. No es necesario que me invites a tus fiestas de cumple para que me acuerde de ello. De hecho, tengo tu regalo desde hace una semana, igual no había podido dártelo -sacó detrás del mostrador una bolsa de regalo con un pequeño moño al frente.

-¡Gracias, eres un amor! -lo abracé y le dí un beso en la mejilla, a lo cual el correspondió de la misma manera.

-Es algo poco común, es decir, no es un regalo que se acostumbre a dar, pero… yo quería dártelo, ojalá y sea de tu agrado.

-Pues déjame verlo y te diré -estaba a punto de abrir la bolsa de regalo cuando me detuvo.

-No, hazlo en tu casa, en tu cuarto, es solo para ti y no me gustaría que alguien más lo viera. Me dices que te pareció, si ha sido de tu agrado.

-Ok, cuando este a solas en mi cuarto lo veré y ya te envío un mensaje al celular para decirte. Bueno, ya me tengo que ir. ¡Gracias de nuevo! ¡Cuídate!

-¡Igual cuídate!

Salí de la tienda y me dirigí a mi casa pensando en todo lo que acaba de pasar. El gesto de haberme felicitado hizo por un momento de que me olvidase de lo que había visto en la bodega, pasó a un segundo plano. Llegué a mi casa contenta, dejé las cosas en la cocina y me dirige a mi cuarto.

-¿Ya llegaste niña? -escuché que preguntó mamá desde el patio trasero de la casa.

-Ya mamá. Dejé tu encargo en la mesa de la cocina -le dije mientras subía las escaleras a toda prisa, me moría de ganas por ver mi obsequio.

Entré y le coloqué el seguro a la puerta. Me quité los tenis y me senté de piernas cruzadas sobre la cama con la bolsa de regalo entre mis piernas. Quité la cinta que mantenía cerrada la bolsa y comencé a sacar el relleno que traía, sentí algo en el fondo de la misma. Saqué dos empaques, eran coordinados de lencería.

El primer empaque, contenía un coordinado de una tela era muy suave y transparente de color salmón, el sostén y el bikini tenían encaje floral del mismo color, que lucía suuuper hermoso, además de sexy me pareció tierno. En el otro coordinado, la tela era de malla fina de color negro con estampado de lunares, tenía ribete fruncido, la tela era muy bonita, tiene muy lindos los detalles, los lunares se ven super coquetos, se me hizo tierno y sexy también.

Ahora entendía porque me había pedido que lo viera a solas. Ambos coordinados me habían gustado mucho, tendría que lavarlos para usarlos y ver cómo se me veían; ese mismo día los lavé. Luego, mientras estaba acostada, estuve pensando en el porqué de ese regalo tan “intimo”; cerré los ojos y recordé el momento en que lo ví masturbándose mientras veía mis fotos, era obvio que le gusta mucho. Al recordar la manera en que se estuvo acariciando, me imaginé tocándole su verga lista para ser metida, me produjo una sensación de excitación placentera, había deseado en ese momento ser penetrada por él, sin darme cuenta ya estaba acariciando mi vulva y mojándome de nuevo, me detuve y abrí los ojos, había recordado que aun llevaba en mi vagina los líquidos de su papá, eso me sacó de mis pensamientos tan placenteros, me dirigí al baño para ducharme y scarme esas ideas de la cabeza.

Pasaron varios días, una semana para ser exacta, desde aquel sábado. No le había mandado ningún mensaje para decirle si me había gustado o no su obsequio. Lo pensé bien y decidí enviarle un mensaje, tomé mi celular y le escribí.

-¡Holi! Gracias por el obsequió, me gustó mucho.

-¡Hola, que bueno! Tuve mis dudas y como no te he visto en estos días, llegué a pensar que te habías molestado.

-No, para nada. ¿Estás en la tienda?

-Sí, aquí estoy.

-¿Está tu papá contigo?

-No, hoy fue a buscar mercancía a la central de abasto. ¿Por?

-Ah, pues para ir a platicar un rato contigo.

-Ah, ok, me parece bien, acá te espero.

Ya estaba saliendo de mi cuarto cuando me detuve, pensé un momento y regresé a cambiarme la ropa interior, quería llevar puesto lo que él me había obsequiado. Me quité el vestido, quité mi sostén y bajé mi cachetero y lo metí todo en el cesto de la ropa sucia. Busqué en la cómoda los coordinados, estuve pensando cuál ponerme, me decidí por el negro, el de lunares. Antes de ponerme el vestido, me ví en el espejo, me gustaba como se me veía, el ribete le daba un toque sexy a mi cuerpo. Tomé mi celular y abrí la cámara, me tomé tres selfies; en una estaba de frente, podía verse cómo el calzoncito se adaptaba a mis formas sinuosas; en otra estaba de tres cuartos, podían verse mi trasero levantadito, los pezones de mis senos podían verse a través de la tela del sostén; en la última foto fui un poco más atrevida, la tomé dese abajo encuadrando mi trasero, el cual se veía enorme en esa posición, parte del calzoncito se había metido entre mis nalguitas. Continue arreglandome, pasé mi dedo en la orilla de mi calzoncito para acomodarlo, coloqué mi vestido y salí hacia la tienda, en donde seguramente ya me estaba esperando Neto.

Llegué a la tienda y en el mostrador ya me esperaba él, me sonrío y me saludo alegremente.

-¡Hola de nuevo Citlali! ¿Cómo estás?

-¡Qué tal Neto! Pues bien, ¿y tú?

-Bien también, aquí esperándote. Qué bonita te ves con ese vestido, se te ve lindo.

-Gracias, eres muy amable.

-De nada. Entonces… ¿Si te gustó lo que te obsequié?

-Sí, mucho.

-Pues la verdad me hubiese gustado verlo mientras lo… -se detuvo y se sonrojó un poco-, perdón.

-No te preocupes -dije sabiendo de antemano lo que había querido decirme-. ¿Qué me ibas a decir?

-Pues… que me hubiese gustado mucho ver cómo te quedaban, pero no creo que se pueda, no creo que sea correcto, no quiero ofenderte.

-Me imagino que sí te hubiese gustado… y no me ofendes. De hecho, quería mostrarte algo, ya que te has tomado la molestia de obsequiármelos, lo menos que puedo hacer es enseñarte esto.

Me fui hacia atrás del mostrador y me coloqué a su lado, saqué mi celular y le mostré la primera imagen. Quería ver su reacción.

-¡Vaya, que bien se te ves! ¡Luces divina!

Ví el asombro en su cara, pasé a la siguiente foto y de ahí a la tercera, en la cual me detuve un poco más de tiempo. Podía ver que le había gustado mucho, de hecho, pude ver que había sufrido una erección, pero traté de disimular.

-Me han quedado a la medida, el otro aun no me lo pruebo -dije mientras apartaba el celular de su cara.

-En verdad que te luce genial, ten por seguro que el otro te quedará igual de bien que este. ¿Cuándo lo has usado?

-De hecho… lo traigo puesto. Las selfies las acabo de tomar antes de salir de mi cuarto. Quise mostrártelas. No te las envié porque… pues, no es que desconfíe de ti, pero no quiero que vayan a parar a otras manos.

-No, como crees. No haría algo que pudiera dañarte. Sabes que te quiero mucho y que no me perdonaría que por mi culpa pasara algo que te hiciera sentir mal -dijo en un tono serio que me conmovió.

-Sí lo sé -le dije mientras tocaba su antebrazo.

-Sabes que siempre me has gustado mucho -dijo sosteniéndome la mano.

Mientras decía eso me le acerqué un poco más para poder facilitarle las cosas, quería que me besara, la idea me pareció cursi y me gustaba. Me tomó de la cintura y me dio un beso que correspondí y el cual duró mucho tiempo, tocó mi lengua y sentí algo muy rico cuando lo hizo. Siguió besándome mientras una de sus manos tocó mi trasero, le detuve la mano.

-No…

-Lo siento, no quise que…

-Aquí no, nos pueden ver.

-¿Quieres ir? -me dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalarme la parte de atrás.

-Sí -le dije mientras tomaba su mano y la apretaba con la mía.

Noté que estaba sudando un poco, le seguí tomando la mano y lo jalé hacia mí par que me sintiera cerca de él y le sonreí. Él, al igual que su papá, es alto, bueno, más alto que yo. Llegamos a la parte de atrás, cerca de donde se encontraban los costales de maíz, en donde unos días atras había estado cogienndo con su papá y en donde le había visto masturbarse.

Comenzamos a besarnos apasionadamente, sus manos me sujetaban por la cintura y yo le dejaba hacerlo. Lo besaba con deseo, el me correspondía con la misma intensidad. Fue inevitable sentir como su verga se endurecía a cada momento, eso me excitaba y me hacía pensar en muchas cosas.

-Me gustas mucho Citlali… en verdad que sí -me dijo a el oído, al tiempo que se me erizaba la piel.

-¿Sí? -mis labios temblaban levemente por lo excitada que me encontraba.

-Sí, te has vuelto mi único deseo.

Bajó sus manos a mi trasero y comenzó a tocarlo, lo que me gustaba mucho, sentía recorrer sus manos… sus dedos seguían la línea del borde de mi calzón de arriba hacia abajo, llegaban hasta donde el vestido se lo permitía. Me giré para darle la espalda, comenzó a besarme el cuello y el lobulo de la oreja… Sentí cómo me arrimaba la verga en mis nalgas, eso me volvía loca.

Subió sus manos hasta llegar a mis senos y comenzó a apretarlos suavemente.

-¿Quieres verme sin el vestido? -le dije y me giré para verle su cara.

-¿En serio? ¿Me enseñarías?

Asentí con la cabeza, me retiré dos pasos de él y alcé mi vestido para poder sacarlo, dejándole ver lo que tanto deseaba. Ante sus ojos quedé solo con el sostén y el calzón que me había obsequiado. Su mirada me recorrió de pies a cabeza, quedando boquiabierto al verme así.

-En verdad que estas hermosa, tus curvas me matan.

Se acercó a mí y comenzó de nuevo a besarme y tocarme de manera apasionada, su manos recorrían mi cuerpo, no dejó lugar sin haber tocado. Se colocó detrás de mí y bajo su mano a mi vulva y la metió dentro de mi calzón, comenzó a tocarla, pasaba su dedo por mi rajadita, eso me calentó todavía más.

-¿Quieres verlo? -me dijo tocándose por encima del pantalón.

-Sí, quiero verlo.

Bajó su pantalón y su ropa interior y de golpe se asomó su verga, la cual estaba bien dura. Me dio la vuelta de nuevo y comenzó a pasármela por detrás, sentía cada arrimón entre mi nalguitas. Ya no aguantaba más y quería que me la metiera, lo deseaba tanto.

-Hazme tuya -le dije-, quiero tenerte dentro de mí.

-Esto es como un sueño hecho realidad -me dijo mientras me miraba a los ojos-. ¿En verdad lo quieres?

-Sí, me gustas mucho -le dije y comencé a bajarme mi calzón.

-No te lo quites -me dijo-, me gustaría hacértelo con tu braguita puesta.

Se quitó la playera y la colocó sobre los costales, me pidió subir en ellos, de tal manera que quedara en cuatro, con las rodillas y manos sobre los costales. Se acomodó detras de mí para poder metérmela, hizo a un lado mi calzón, abrió mis labios con la verga y comenzó a pasarla por mis labios hasta dejarla en la entrada a a mi vagina.

-Hazlo despacio -le dije-, para que no me duela.

-Sí Citlali, lo haré con cuidado.

Me la fue metiendo de a poco, me quejé un poco para que pensara que me dolía y se excitará más.

-Despacio… métela despacio. ¡Ay!, así… ve metiéndola despacio.

-Sí mi amor, que rica estas… no sabes cuánto desee este momento.

Cuando ya me la tenía toda dentro comenzó a sacármela y metérmela, con cada una de sus estocadas fue aumentando la velocidad de sus penetradas. Me sentía muy excitada, mi vagina está bien mojada, podía sentirla muy húmeda por mis líquidos y los suyos, su verga entraba y salía sin el menor esfuerzo. Me tenía asida por las caderas, comenzó a jalarme con fuerzas para poder metérmela toda.

-¡Que rico! -le dije-, que rico se siente.

-¿Te gusta mi amor?... Que rica estas.

-¡Ay siií!... me gusta lo que me estás haciendo, métemela, me gusta que me lo hagas así.

-¡Aah!... ¡Siií!... Se ve que no te habían cogido antes, quiero que sientas mi verga en tu vagina.

-¡Sí Papi!... Métemela para que pueda sentirla toda, házmelo rico… ¡Ay! … ¡Siií!... No te detengas, sigue así.

Siguió metiéndome su verga una y otra vez, cada movimiento producía un ruido que era música a mis oídos, pues su pubis chocaba con mis nalgas y se escucha algo así como un “Plap” en cada arremetida que me daba. Estaba bien excitada, solo quería que me siguiera penetrando, deseaba que me siguiera metiendo su rica verga en mi vagina.

-Que rica cogida te estoy dando, no lo había imaginado así, estas riquísima. Me gusta verte así, en cuatro.

-¿Te gusta?... ¿Te gusta cogerme así como estoy?... ¡Ay! ¡Que rica la tienes!... Cógeme papi, no te detengas.

-La verdad no me canso de decirte que estas riquísima. Me gusta tu trasero, me gusta tenerte así… bien clavada, con mi verga hasta el fondo de tu vagina.

-¡Sí papi! ¡Cógeme!... No te detengas, ¡Ay!... me gusta mucho que me lo hagas así. Más duro, dame más duro… ¡Sí papi!

-¡Sí Citlali!... ¡Que rico te mueves! Tienes un culito bien rico.

-Es tuyo mi amor, cógeme rico.

Me siguió penetrando y se agachó sobre mi para poder alcanzar mis senos, los sacó del sostén y quedaron suspendidos en el aire al tiempo que se movían al compás de cada metida de verga que me daba. Comenzó a acariciarlos y apretarlos suavemente,  luego con más fuerza, con sus dedos apretó mis pezones y eso me volvió loca. Podía sentir cansancio en mis piernas, pero no quería detenerme y dejar que mi vagina se perdiera de esa rica verga.

De nuevo se levantó y siguió metiéndome su verga con más fuerza todavía, solo podía gemir de placer, mi vagina palpitaba y se mojaba de tanto placer.

-Cógeme mi amor, dame duro, hazme tuya… Hazme sentir llena de ti, ¡Ay, sí! No te detengas.

-Me voy a venir amor… ¡Aah!... Ya no aguanto.

-¡Aaah! No te vayas a venir dentro de mí. ¡Aaaha!... No quiero quedar…  embarazada… ¡Ay!

-No te preocupes, solo dime donde quieres que te la eche.

-¡Que rico papi! No sé... ¡Aaah!... ¡Que rico me coges! ¿En dónde quieres echarmela?

Sacó su verga de mi vagina y rápidamente bajo mi calzón y echó toda la leche en mi trasero, sentí que se escurrió por entre mi nalgas y llegó hasta la entrada de mi vagina y empezó a gotear sobre su playera.

-¡Que rico! ¡Aaah! Me ha gustado mucho -le dije mientras movía mi trasero de manera pícara.

-Sí, ha sido algo rico. Me gustó mucho -dijo y se apretaba su verga para que terminara de salir toda su leche.

-¿Aun te sigue saliendo semen? -le pregunté al tiempo que ponía cara de asombro.

-Sí, solo un poco que quedó dentro. ¿Te ha gustado?

-Sí, muchísimo. Me he venido un par de veces.

-Que bien, eso me gusta.

-La pregunta es, ¿ahora cómo me limpio?, me llenaste el trasero de semen.

Fue rápidamente a un pequeño cuarto situado al fondo, supongo que el baño, y regresó con papel higiénico, y así como estaba sobre los costales, me limpió mi trasero, paso el papel entre mis nalgas y me limpió toda la leche que tenía.

-Ya -me dijo-, aquí tienes más papel por si lo necesitas.

Me levanté y me a limpiar la entrada de mi vagina y mis labios con el papel que me dió, aun salían mis liquidos mezclados con los suyos, al terminar de limpiarme me subí y acomodé mi calzón, lo miraba y veía sus ojos sobre mí, le sonreí. Metí mis senos dentro del sostén e iba a ir por mis vestido, pero el ya lo tenía en su mano, me lo dio y me vestí.

Después de ver como se limpió su verga, se vistió más rápido que yo. Se me acercó y me dio otro beso en los labios, le correspondí.

-Eres lo mejor que me ha pasado -me dijo después de besarme-, no voy a olvidar nunca esto.

-¿En serio?

-Sí, es en serio.

Me acompañó al mostrador y me dio un último beso. Me despedí y me dirigí a casa, iba muy alegre, sonreía.

Había tenido una nueva experiencia, fuí cogida por alguien que sentía algo por mí, eso me gustó. Me había llenado de su rica leche, lo que me dio mucho placer, esperaba volver a estar con él y realizar otros juegos que no pude realizar, pues los reservaba para otra ocasión, pero pronto estaría disfrutando de esas experiencias junto a él, de eso estaba segura.

Espero les haya gustado mi relato, escríbanme, espero sus comentarios. Hasta luego amig@s. Besos.