Los huevos y la leche

De compras en la tiendita, fuí por huevos y leche y regresé llena de ambos.

Hola a tod@s, me llamo Citlali, tengo veinte años, estudio la universidad; soy algo bajita de estatura, mido 1.58 cm, delgada, de tez clara, tengo el cabello semiondulado de color café oscuro, pero me gusta alaciármelo.

Les quiero contar lo que me sucedió hace algunas semanas atrás, en la tienda que está cerca de mi casa, el dueño suele hacerme piropos cada vez que le llegó a comprar, no pierde ni un momento para insinuárseme, pero pues siempre evito ir cuando está solo, su hijo lo ayuda por la tardes y procuro ir a la hora que él está con su papá, pero a veces no puedo evitarlo y tengo que ir.

Un sábado por la mañana mi mamá me mandó a comprar algunas cosas  a la tienda e igual me pidió que le preguntara a don Camilo por un encargo, así que me hice una cola en mi cabello para no ir tan desarreglada y me fui con lo que tenía puesto en ese momento, es decir, con un short de algodón ajustado, de color gris, que tenía en la parte de en frente un cordón para ajustarlo a la cintura, una blusa blanca con un estampado de un grupo de rock que me gusta y me puse mis tenis. Lleva un bikini blanco de algodón que estaba ribeteado con encaje y un sostén del mismo color.

Llegué a la entrada de la tienda y me percaté de que el hijo de don Camilo no estaba, pero como ya había llegado hasta allí no quise regresar sin lo que me habían pedido.

-Buenos días don Camilo.

-Buen día Citlali, que bonita te ves, digo, siempre lo estás, pero hoy se te pasó la mano -me dijo mientras me sonreía y me recorría con su mirada de los pies a la cabeza-, ¿Qué se te ofrece? ¿Qué vas a llevar?

-¿Tiene tortillas? -le dije mientras con la mirada buscaba la caja de leche y los huevos.

-Sí princesa, ¿Cuánto quieres?

-Medio kilo.

-¿Dónde tiene la leche y los huevos? -le dije.

-La leche la tengo acá con los huevos -me sonrió, pero no entendí hasta que después de pensarlo un poco ví en la doble se todo de su respuesta.

-Ay don Camilo, no me diga esas cosas - le dije algo incómoda.

-Ja, ja, ja. No te molestes, es broma. Puedes tomar la leche del anaquel de la derecha, está allí abajo. ¿Cuántos huevos vas a querer? - me preguntó, en lo que comenzaba a colocarlos en una bolsa.

-Me da media docena -le dije mientras le daba la espalda y me agachaba para tomar la leche del anaquel.

-Que hermosa te ves así Citlali.

Tomé la leche y me levanté de nuevo, lo miré y solo le sonreí un poco nerviosa y me ruboricé.

-Así me gusta verte, con una sonrisa en esos labios. Te ves preciosa con esa ropa, se te ve divina.

-Ya no siga con eso don Camilo. Mi mamá me pidió que le preguntará que si ya tiene su encargo -le dije para cambiar la conversación.

-Claro que sí, pásale, por acá se lo tengo. Deja mientras tus compras en el mostrador.

Lo pensé un poco, pero no tardé mucho e hice lo que me dijo y le seguí a la parte posterior de la tienda. Había muchas cajas, supongo, de mercancía. Lo ví parado en el fondo quitando unas cajas.

-Acá lo tengo, solo déjame mover estás cajas. Toma esas bolsitas de la caja -me dijo y se dio la vuelta para dejar a un lado las cajas que tenía en los brazos.

Ví unas pequeñas bolsitas dentro de la caja que había dejado en el suelo y que estaba sobre otra caja más grande, me agaché para tomarlas y en eso estaba cuando sentí que se me acercaban por detrás y me ceñían por la cadera, era don Camilo que en mi descuido se había deslizado sigilosamente detrás de mí y se aferró a mí cadera.

-Así te quería tener Citlali, doblada con ese culito bien levantado. Que ricas nalguitas tienes.

Traté de pararme y quitarme sus manos de mi cadera, pero me tenía bien agarrada. Por más que me moví no pude soltarme, me tenía bien empinada. Me atrajo más hacia él y pude sentir un enorme bulto en mi trasero.

-¿Qué está haciendo don Camilo? Suélteme ya... No ve que pueden vernos -le dije para tratar de disuadirlo para que me soltara-, va a entrar su hijo y nos va a ver.

-No te preocupes, mi hijo no está y va a tardar en regresar.

Soltó mi caderas para tomarme por la cintura y por debajo de mis senos, me abrazaba de tal forma que no podía escabullirme. Seguía arrimándose detrás de mí, podía sentir que comenzaba a frotarme su verga entre mis nalguitas, lo que me hizo emitir un pequeño gemido de mi boca, el cual no pasó desapercibido para él.

-¿Te gusta?... Sé que te gusta, no me lo puedes negar. Ese culito pide verga a gritos. Hace un tiempo que vengo notando que te has puesto riquísima.

-No don Camilo... Por favor deténgase -le dije, poniendo aún resistencia-, pare por favor.

Comenzó a besar mi cuello por la parte de atrás, mi voluntad iba cediendo de a poco, ya me resistía menos a sus deseos. Él lo advirtió y bajo la mano que tenía en mi cintura y comenzó a tocar mi vulva. Puse mi mano sobre la suya para tratar de detenerlo, pero fue inútil, sus movimientos continuaron y eso estaba calentando mi vulva.

-¡Ay don Camilo! ¿Por qué me hace esto? No ve que me está excitando.

-Porque me gustas mucho mi amor, y quiero comerte esa conchita.

-Pero usted es mayor que yo -le dije mientras sentía su mano recorrer toda "mi conchita".

Don Camilo, según mis cuentas, andaba en los cuarenta, su hijo era de mi edad, así que no se veía tan mal, estaba aún bien conservado.

-Eso no es ningún problema -me dijo al tiempo que con la otra mano tocaba mis senos, cuyos pezones se endurecían con cada caricia que me daba.

Metió su mano por debajo de mi blusa y buscó mis senos, los sacó de mi sostén luego fue a tocar mi pezón derecho, el cual comenzó a apretar suavemente con su dedos, cuando logró hacer que estuviera bien duro se cambió al otro para hacer lo mismo. Su mano derecha seguía tocando mi vulva por encima de mi ropa, la que ya empezaba mojarse por los fluidos que emanaban de mi vagina. No perdió el tiempo y metió su mano en mi bikini y pudo sentir lo mojada que ya me tenía.

-Que rico, ya se te mojó tu pantaletita mi amor. Que suavecita tienes esa conchita, ¿Te la has depilado? -dijo apretándome toda mi vulva y soltando mi pezón.

-¡Ay!... Siiií -dije mientras me recorría un temblor en todo mi cuerpo-, me la depilo don Camilo, me gusta tenerla así.

-Me gusta cómo se siente. Está suavecita, dan ganas de comérsela.

En ese momento ya estaba muy caliente, mi vagina pedía ser penetrada a gritos; me hizo dar la vuelta y ví que bajaba su pantalón y sacaba su verga, la cual me pareció enorme, lo miré a los ojos y con un gesto de su cara comprendí lo que deseaba, la tomé entre mis manos, que son pequeñas, solo para ver qué se veía descomunal.

-Que grande la tiene don Camilo -dije mientras trataba de acariciarla con ambas manos.

-Ya no me digas "don Camilo", solo dime Camilo. ¿Te gusta lo grande que es?

-Sí, es la primera vez que veo una así.

La comencé a acariciar, empujé su prepucio hacia atrás para dejar descubierto su cabeza que igual era grande. No podía creer que la tuviera en las manos y aún menos que se la estuviera jalando.

-¿Quieres chuparla? Vamos, chúpala -me animó-, dale unas chupadas para que veas lo rica que está.

Moví mi cabeza de manera afirmativa y me senté en el piso a sus pies, pero no la alcancé, así que tuve que arrodillarme. En esa posición, desde abajo, la tomé con una mano y la dirigí a mi boca, comencé a paladearla y luego intenté meterla un poco, pasé mi lengua por debajo de su verga, eso le gustó porque me sonrió.

-Que rico, chúpala bien... Eres un amor. ¡Aaah! ¡Qué bien lo haces! -me dijo al tiempo que me agarraba por la cola de mi cabello y me jalaba hacia su verga-, se ve que lo has hecho antes, chúpala, mi amor.

Empecé a chuparla de la punta a el tronco, iba y venía propinándole besos al por mayor; la llevé a mi boca, pero era muy grande para poder meterla toda, así que de vez en cuando la sacaba llena de saliva mientras sentía arcadas cada vez que me la empujaba hacia atrás de mi garganta. También estuve jugando con su bolas, las acaricié y las chupé un poco.

-Está muy grande Camilo -le dije con más confianza-, no me imaginé que la tuviera de ese tamaño.

Continúe chupándosela y agarrándole sus bolas, me tenía excitada estar allí, a sus pies, con su verga en mi boca.

-Ven para acá -me dijo mientras me sujetaba del brazo y me la sacaba de la boca.

Me levantó y me llevó cerca de unos costales de maíz que tenía en la parte de atrás, la cual usaba como bodega. Me acostó sobre los costales, me acomodó y me bajó el short con todo y bikini, le ayudé a quitármelos y abrió mis piernas para poder comerse mi vulva.

-¡Que rica conchita te mandas Citlali! ¡Está bien rica! -me decía mientras me pasaba su lengua en mis labios y clítoris-, huele riquísima y está bien sabrosa.

-Sí Camilo, cómeme mi conchita -le decía mientras le sostenía la cabeza para que no dejará de chupármela-, así, no de detenga. ¡Ay!... ¡Aaaah!

Empezó a meterme el dedo en la vagina, mis líquidos hacían que se deslizarán fácilmente hacia mi interior.

-Ya está bien mojada tu conchita amor -dijo mientras con una mano se acariciaba la verga y la iba preparando para meterla en mi vagina.

Sabía que me la iba a meter en cualquier momento, lo deseaba, pero tenía un poco de miedo. No podía evitar pensar si me dolería al metermela, pero la deseaba, quería sentirla ya dentro de mí. Quería que me metiera su enorme verga para sentir el placer que produciría en mí cada estocada que me diera.

-Métemela con cuidado, no me vaya a lastimar. Hágalo despacio, por favor.

-No te preocupes, te la voy a meter despacio. Ya la tienes bien lubricada y se te va a ir suavecita -dijo levantando y sujetándome una de mis piernas.

Se acomodó entre mis piernas y puso su verga en la entrada a mi vagina con su otra mano, empezó a meter su punta muy despacio. Sentía que me estaba doliendo, pero quería que la metiera, estaba muy caliente y deseaba que me penetrara con esa enorme verga.

-Despacio... ¡Ay!... Despacio... ¡Que rico... Camilo! ¡Aaaah!... Métemela de a poco.

Pude sentir como la punta de su verga iba abriéndose camino en mi vagina, logró meterla después de unos segundos y todo lo demás entró más fácil, levantó mi otra pierna y empezó a moverse para meterla y sacarla despacio, después fue acelerando sus movimientos y su penetración fue más fuerte, sentía muy rico cada vez que me la dejaba ir hasta el fondo, me estaba metiendo toda su verga, no lo podía creer, casi me entraba toda y eso me tenía excitada.

Ahí estaba con las piernas en el aire, sostenidas por don Camilo, podía ver mis tenis sacudirse en cada embestida que me daba.

-Estas bien apretada chiquita, ¡Que rico!... ¡Sí! ¡Aaah!... ¡Que rica se siente tu conchita! Es lo más delicioso que he probado.

-Siga metiéndola... me gusta. Métemela toda. No se detenga… ¡Ay! ¡Qué rico se siente!

-¿Te gusta que te esté cogiendo?

-¡Sí, me encanta que me coja!... ¡Aaah! ¡Sí!... ¡Que rica verga tiene!... ¡Aaah!

Mi vagina se había dilatado y ya solo sentía mucho placer en cada estocada que me daba don Camilo, su verga me tenía excitada y solo quería seguir siendo penetrada por él. De repente sentí que tenía un orgasmo y me vine con su verga dentro, don Camilo no se detuvo y siguió cogiéndome, aceleró su penetración.

-¡Sí mamita! Voy a darte mi leche, voy a llenarte ese hueco de lechita ¡Aaah!

-No Camilo, no me la deje dentro, no se vaya a venir dentro de mí -le dije.

-¿Dónde quieres que te la eche mi amor?

-¡Aaah!... ¡Ay, Camilo!... ¿En mi boca?

-Eres una putita... Pídemelo entonces.

-Dame tu leche en la boca... ¿Quieres? ¿Sí?... ¡Aaah!

-Sí mi amor, ahí te va -dijo mientras me la sacaba.

Me levanté y me arrodillé frente a él a esperar su leche, lo cual no tardó mucho en suceder, pues don Camilo se dio un par de jaladas y me la acercó a la boca, la abrí y sentí como un chorro de su leche entraba hacia el fondo de mi garganta y me llenaba la boca, escurriéndose por la comisura de mis labios.

-¡Siiií!... ¡Que rico!... ¡Aah! -dijo don Camilo, descargando su leche en mí. Me dio unos golpecitos en mi cara con su verga.

Me tragué toda su leche y me limpié la boca.

-¡Tenía mucha leche! - le dije mientras buscaba mi ropa.

Me subía mi bikini y mi short, acomodé mis senos dentro del sostén y di una última mirada a su verga que aún se veía apetecible, me mordí el labio inferior.

-Sí mi amor -me dijo mientras limpiaba su verga y luego se vestía-, me gustó cogerte, tienes un rica conchita.

-A mi igual, pero ya tengo que irme -salí al mostrador y tomé mis cosas-, ¿Cuánto es?

-No es nada mi amor, ya me diste lo que necesitaba - me dijo mientras bajaba su mano a mi trasero y me lo apretaba.

-¡Que rico culito! Cuídalo. Puedes venir cuando tengas ganas de coger, mi verga te estará esperando.

Sonreí y me fui a casa. Tenía mi vulva un poco inflamada, mi vagina un poco adolorida y mis piernas algo cansadas, pero estaba satisfecha, me había comido la verga de don Camilo y me había tragado su leche, lo que me había gustado mucho.

Llegué a casa y dejé las cosa en la mesa de la cocina. Mi mamá llegó a la cocina al escucharme llegar, me vio, se me acercó y me sacudió la espalda con la mano.

-¿Qué te pasó nena? ¿Te caíste?... Tienes sucia tu espalda mi niña.

-Quizás me ensucié al pararme junto a los anaqueles de la tienda de don Camilo.

-Debería de darle una limpieza a su tienda es rabo verde. ¿Y te dio mi encargó?

Me quedé sin palabras, me había concentrado en la cogida que don Camilo me estaba dando que lo había olvidado por completo. De hecho, se había quedado en la caja de dónde nunca salió.

-Lo olvidé en la tienda mamá -dije apenada.

-Ay Citlali, andas enamorada mi niña. Ve de nuevo, pero esta vez si te lo traes. Te compras otro bote de leche y media docena más de huevos, esos nos van a alcanzar.

-Sí mami, ya voy.

Sonreí y salí hacia la tienda de don Camilo, de nuevo, por más leche y huevo.

Espero les haya gustado mi relato. Envíen sus comentarios. Cuídense, besos.