Los Hombres del Tren. #1
La soledad de un hogar sin hijos y la de un buen marido que no para de trabajar, se me dio por viajar y conocer gente. Esto me llevo a tener varios amantes.
Los Hombres del Tren: # 1.
Me levanté temprano para acompañar a mi marido ,Roberto , para desayunar. Despeinada y con las pantuflas Puestas le prepare sus tostadas con café negro. Fui a buscar el diario a la puerta y saludé al encargado que venía bajando con las bolsas de basura.
Por 29 años la rutina se cumplió al pie de la letra. Una taza caliente de recuelo , un beso y un _cuídate , mi amor_ .
A su regreso, tarde por la noche, se ponía su pijama y encendía el televisor. Nuestras conversaciones se dirigían al programa y/o película de turno. Y a dormir..../
Tuvimos dos hijos que ahora conviven con sus respectivas parejas; el mayor se mudo a pocas cuadras, y el otro se fue a la provincia de San Luis. Nos vemos los fines de semana y nos sentamos a comer al mejor estilo familia "Tana".
El departamento estaba hecho un desorden, porque la noche anterior festejamos el cumpleaños 53 de mi esposo. Estaba tan cansada que me fui a dormir ,sin ni siquiera levantar un vaso de la mesa.
A pesar de mis obligaciones, me volví acostar hasta que se hicieron las nueve de la mañana:
Baje a lo del "chino" para reponer mercadería, regué las plantas del balcón , organice la comida para la noche y me senté a mirar televisión.
La soledad del hogar no me aburria , sabia cómo entretenerme.
Por las tardes hacía una siesta de dos horas, es decir, gozaba de una vida muy relajada. Creo
Que, a mis 47 años, había logrado todo lo que me propuse en mi juventud: casarme, tener hijos para criar y verlos volar a otro nido. Nunca fui muy ambiciosa , tan solo repetí el modelo de vida de mis padres y abuelos.
Sobre mi cabeza tenía un techo seguro, un marido sano y trabajador , y para más satisfacción vivía en un barrio hermoso, Flores.
A veces, me arrepentia de no haber cultivado amistades, siempre me mantuve dentro de mi círculo familiar y consideraba una perdida de tiempo reunirme con otras personas ajenas a mi sangre. .
Hoy siento ese vacío , sobretodo cuando mi esposo se va de pesca con sus compañeros de trabajo.
Hermanos y primos no tuve, así que muchos lugares para ir no tengo. Lo que más deseo en mi presente es ser abuela para poder seguir con mi maternidad, que es la única zona de confort dónde me siento segura.
De vez en cuando, me paro a charlar con las vecinas o me voy a mirar vidrieras por la avenida Rivadavia... Cuando me canso de la trivialidad de las conversaciones me subo a algún transporte público para ver otros barrios de la ciudad.
Una mañana de septiembre,
el sol estaba tan lindo que para ir a comprar la carne, cruce por la plaza Pueyrredón. Al llegar a las vías paso el tren y me detuve para verlo pasar.
_ ¿ A dónde irá? _ me pregunté.
Nunca antes tuve la necesidad de tomarlo y ni siquiera conocía otras estaciones del ramal Sarmiento. El tren se movía hacia el oeste , con poca gente y los vagones se veían inmaculados. Mire la hora y aún me quedaban varias horas hasta que llegara mi marido. Fui a la boletería para comprar un boleto, ida y vuelta.
Para el Este iba hasta la estación del Once y para el otro lado llegaba a Mercedes y un poco más, teniendo en cuenta los transbordos.
Con mi bolsa de compras, joggins y zapatilla me subí con ganas de conocer otros lugares, otras personas. Las puertas se cerraron y arranco con zumbidos y chirridos de las ruedas contra los rieles . Con el puño de mi manga limpie el vapor que empañaba el vidrio para poder ver mejor. Un vigilante bostezaba y un vendedor ambulante levantaba del piso la mercaderia que se le había caído, sin saber cómo le había sucedido.
A medida que el tren avanzaba los edificios iban desapareciendo , dejando paso a casitas de bellos jardines como las que tenian mis abuelos italianos . También ví pobreza, esquinas llenas de basura: El mal olor entraba por la ventana. Perros flacos paseando sin dueños , con niños descalzos en zanjas de agua sucia.
Paso el guarda picando boleto con su gorro torcido y la chaqueta desabrochada . cinco personas, desperdigadas, ocupaba_mos el vacio vagón.
A mí lado , tomo asiento un cincuentón, muy bien vestido , un hombre común como cualquiera , como los que cruzó a diario. . Un poco calvo y de pocos cabellos rubios a los costados . De estatura media y de aspecto deportivo.
.
Con el rabo de mi ojo lo observé , con disimulo, Llevaba apoyado en sus piernas un par de carpetas llenas de papeles y una agenda de cuero gastado.
A los diez minutos , dos estaciones después , empezó a llover y recordé que no había traído mi paragua. .
Un vendedor de gaseosa paso a los gritos ofreciendo el 2x1 y quejándose con un pasajero que no tenía cambio chico . Un niño corrío por el pasillo y, sin querer, tiro al suelo los papeles de mi compañero de viaje. Me agaché para ayudarlo y nos tocamos las manos. El estaría acostumbrado a los roces propios del viaje , en cambio, para mí, fue algo vergonzoso . Mientras me agradecía, yo le pedía disculpas.
Nos pusimos a charlar del clima y al ver que no tenía para cubrirme me "prestó" su paragua, con la condición que se lo devuelva la próxima vez que nos crucemos en el viaje. Le expliqué que no tomaba el tren muy seguido y que lo de hoy había Sido una casualidad...Se hecho a reír y me dijo que deseaba verme pronto. En la otra estación se bajó y desde el andén me saludo con un gesto de mano, y se hecho a correr para no mojarse. Parecía un hombre solitario, como Yo .
Viaje cinco minutos más y cambie de tren para regresar a mi barrio_ . Me sentía satisfecha con mi "aventura" y por haber conocido aquel amable sujeto.
Volví con una sonrisa y no podía dejar de pensar en ese hombre. Tenía la sensación de haberlo conocido en otra parte. Me sentía animada y muy contenta.
Los gritos de los vendedores , el llanto intermitente de un crío me traían a la realidad presente . Seguía observando por la ventanilla y con mis manos jugaba con la bolsa de compra, que me recordó mis obligaciones como ama de casa.
Los días sucesivos eran de ansiedad por devolver el paragua o para volverlo a ver , no me sentía tranquila quedándome en el departamento, tomaba el tren y buscaba entre la gente al hombre calvo. Miraba los andenes de punta a punta y recorría cada vagón..
Más de una vez intenté olvidarme del tema , pero por las noches se volvía un sueño recurrente en dónde el protagonista me reclamaba con tristeza distintos elementos que aparecían de la nada en mi pesadilla: paraguas, zapatillas, llaves y un sin fin de objetos cotidianos.
Hasta, que una tarde de calor , lo ví subirse al final de la formación, lo reconocí por sus carpetas llenas de papeles . Fui a su encuentro y al vernos , extrañamente, nos pusimos muy alegres.
A partir de ese día, casi a diario, nos empezamos a citar en distintas estaciones del ramal , íbamos a los bares, caminábamos por las plazas , hasta sentirnos cómo mejores amigos. ... Y algo más !.
Nuestras conversaciones se volvieron más íntimas , hasta que nos dimos un largo beso en una esquina concurrida, la gente nos miraba con sorpresa , los automovilistas nos tocaron bocina e inclusive los niños de un micro escolar nos aplaudieron .
El también era un señor casado , Desde hacía mucho tiempo, con hijos. Cansado , como Yo, de las rutinas y de la vida opaca.
Cuando mi marido salío a trabajar, Desempolve vieja ropa que ya no usaba, me peine con gel y me puse los únicos zapatos negros con tacones que tenía.
Baje desde un tercer piso por escalera para que el encargado y ningún vecino me vieran salir tan arreglada.
Tuvimos nuestra primera relación en un hotel próximo a la ruta . Al principio la culpa no me dejaba gozar. Pero después de tanto insistir mis piernas se abrieron , al igual que mi corazón. Realmente hacíamos el Amor, sentíamos cosas muy lindas el uno por el otro. O, eso era lo que quería creer.
Con los meses nos fuimos enfriando, hasta no vernos más.....! Un día me dejó plantada y desapareció para siempre. No me importo y no lo volví a buscar.
Regrese a las viejas rutinas de antes, pero algo en mi había cambiado ... Nunca más fui la de Antes....!
Buscando emociones me seguí subiendo a los trenes de distintos ramales para buscar hombres con ganas de querer a una "vieja".
Conocí mucha gente, buena y mala, llegué al límite de poner en riesgo mi integridad física, tuve enfermedades venereas, me metí en cuevas con sujetos drogados y "salvajes"..hasta busque afecto en los brazos de una mujer.
Lamentablemente , por pequeños errores que cometí, me llevo a un divorcio muy triste y doloroso. ...que en otros posteos les contaré ...!
Hoy en día, vivo sola en una pensión , con la ayuda económica de mis hijos, esperando que pase la pandemia y que me llegue la edad para jubilar me.
Besos. Tw: @LitaLuz69