Los hombres de Paco

Lucas tendrá que hacer un gran sacrificio por los derechos y libertades de los españoles.

Lucas, un policía de carácter fuerte y barba de cinco días consiguió entrar en una red mafiosa de trata de blancas, hizo varios trabajos sucios, falta muy poco para que esa red internacional cayese, atendió al celular que sonaba, una voz masculina dijo.

-Lucas, tenemos un trabajito para ti, ese puto inspector Miranda se está metiendo demasiado en nuestros asuntos, tenemos que darle un "pequeño aviso".

Lucas escuchaba preocupado, Paco Miranda no era un hombre de muchas luces, pero coño, es su compañero y admiraba su dedicación por su trabajo, pero tenia que detener a esa mafia.

-deja de parlotear como una maruja y dime que hay que hacer – decía Lucas de forma dura.

  • así me gusta, bueno, el inspector Miranda, tiene una hija, quiero que la dejes preñada, así recordara que hay gente con la que no se puede meter, hazlo y te meteremos de lleno en nuestra familia – decía la voz del teléfono.

Lucas estaba turbado ¿le habían ordenado que violase a Sara, la hija de Paco? Bueno, la única que se alegraría seria ella, la cría estaba totalmente coladita por el, pero, coño ¡no podía hacerle eso a Paco!

Al día siguiente se encontró a solas con Miranda, un inspector gordito con barba y... cara de idiota, admitámoslo.

-oye Paco estoy a punto de entrar en esa red y...

-bueno, sigamos así, que este caso e mu grande Lucas, no hay que desfallece ni dudar – decía Paco.

-pero Paco – decía Lucas.

-Lucas, ya se que esa gente e mu chunga, pero nuestro deber como fuerzas de seguridad e proteger al ciudadano de a pie – decía Miranda sin escuchar a Lucas.

-¡Paco joder! Que me han ordenado que cometa una atrocidad, que esto me puede hasta a mi – decía Lucas.

Miranda se quedó pensativo, Lucas era un tío duro, si el decía que era algo gordo lo que le pedían, es que era una cosa realmente chunga, pero si esa mafia caía, caía el 90% de la red de trata de blancas.

-bueno Luca, si por defender los derechos y libertades de los españoles se tiene que delinquir, se delinque y punto – decía Paco.

-pero Paco, escu... – intentaba decir Lucas.

-¡que no te preocupes! Yo asumo totalmente la responsabilidad de lo que hagas – decía Miranda.

-escucha yo... – intentaba decir Lucas.

-que si, que no te preocupes, yo no se na de todo eso – respondía Paco.

Lucas, viendo que Miranda no le escucharía, decidió seguir con la misión.

A medida que pasaban las horas, Lucas dudaba, ¡coño! Ella era una cría, si, el es primero en admitir que está más buena que un banquete después del Ramadán.

La duda es la siguiente, dejar que esa mafia campen a sus anchas y sigan esclavizando chicas o tirársela y derruir esa red.

¡Mierda! Pensaba Lucas, no si al final Paco tendrá razón y todo.

La noche caía sobre la ciudad, Lucas seguía a Sara, una jovencita de largos cabellos rubios oscuros y de hermosa mirada verde, agradecía que su cuerpo no fuese una carretera, mucha gente hubiera muerto por sus peligrosas curvas.

Lucas siguió a Sara, esta notaba como Lucas le seguía, no sabia por que, pero sabia que era el.

Sara se metió en un callejón apartado.

¡Será mema! ¡Meterse en estos sitios no es muy aconsejable! Pensaba Lucas.

Cuando entró desenfundando el arma, se encontró con Sara apoyada a la pared de forma sensual.

-hola Lucas, ¿al fin te decidiste? – decía Sara.

Lucas no sabia que decir, pero respiró hondo y dijo.

-desnúdate, despacio.

Las ropas de Sara se componían de una camiseta ceñida, unos pantalones ajustados, unas zapatillas deportivas con calcetines cortos y su ropa interior.

Cogió el borde de su camisa ceñida y lo levantó lentamente, mostrando la blanca prenda de su sujetador que lentamente se descubría, al quitarse totalmente la prenda, la dejó caer en el suelo y se quitó los pantalones, los desabrochó lentamente bajando despacio la cremallera, mostrando una prenda con la cara de Mickey Mouse.

Los pulgares de Sara se introdujeron en sus pantalones, bajándolos lentamente, desnudando sus caderas, los pantalones cayeron despacio acariciando sus sedosas piernas.

Lucas se excitaba ante la escena, podía sentir su erección pidiendo salir del cautiverio de sus pantalones.

Sara le dio la espalda y se desabrochó el sujetador, dejando a merced de los ojos de Lucas su hermosa espalda.

Lucas la abrazó desde atrás agarrando los jóvenes senos de Sara, besándola en el cuello, Sara notaba como la erección de Lucas acariciaba su trasero respingón, Sara sentía dulces escalofríos al sentir las varoniles manos de Lucas acariciar sus pechos suaves y firmes.

Los chupetones de Lucas la excitaban más, a medida que sus chupetones eran más profundos, Sara se humedecía marcando sus bragas.

Lucas dejó los chupetones y se desabrochó los pantalones, Sara, al oír la cremallera se puso de rodillas.

La visión de la verga de Lucas la excitaba, era la primera que veía y estaba algo nerviosa ¿lo haría bien?

Acarició la verga de Lucas temerosa y la relamía con cuidado, pero Lucas agarró la cabeza de Sara y empezó a marcarle el ritmo.

Sara no estaba acostumbrada, pero la sensación de estar siendo dominada por su macho la excitaba, agarraba las nalgas de Lucas con fuerza mientras luchaba por no atragantarse, Lucas, presa de la excitación, no dudaba en forzar aún más los dulces labios de Sara y acabó dentro de su boca.

Sara sintió con sorpresa como el semen de Lucas llenaba su boca, no tuvo más remedio que tragarlo, sentía que se asfixiaba, pero Lucas la mantenía con la boca llena.

Cuando decidió soltarla, Sara tosió, quería quejarse, pero Lucas la levantó y arrancó las bragas de Sara antes de que dijese alguna palabra.

-p-por favor, t-ten cuidado soy mmmñññrrnn – decía Sara sintiendo como Lucas entraba en ella con fuerza rompiendo su himen.

Lucas la agarró por las caderas mientras Sara lo abrazaba con sus brazos y piernas, sintió dolor, pero lentamente el dolor desaparecía, de sus ojos no brotaban más lagrimas de sufrimiento, solo de gozo, porque por fin la persona que amaba la estaba tomando, las gotas de sangre de su virginidad rota caían a medida que Lucas la bombeaba cada vez con más fuerza, a el le hubiera gustado no hacerlo, pero se lo ordenaron.

Sara notaba como algo caliente y liquido inundaba su ser mientras ella llegaba al clímax, abrazó a su amante con tanta fuerza que parecía querer aplastarlo, las gotas rojas fueron sustituidas por gotas blancas.

Lucas dejó a Sara en el suelo y se abrochó los pantalones, Sara vio con admiración como Lucas se iba fríamente, al vestirse, no encontraba sus bragas, Lucas se las llevó al jefe para probar que ya estaba hecho el trabajo.

Días después toda la red cayó como un castillo de naipes, propusieron a Paco para ascender y fueron todos a celebrarlo, Lucas no se atrevía a hablar con Paco que ignoraba inocentemente que el precio de este éxito, era la virginidad de su hija.