Los genes no perdonan.
Cuándo comenzó ésta historia tenía treinta y cinco años. No ha sido hasta años después, cuándo me he decidido a contarla, darla a conocer en la web de todorelatos. Para ello, he decidido contactar con el Sr. Azalais. Después de intercambiar multitud de correos, decidimos que valía la pena publicar el singular relato.
Cuándo comenzó ésta historia tenía treinta y cinco años. No ha sido hasta años después, cuándo me he decidido a contarla, darla a conocer en la web de todorelatos. Para ello, he decidido contactar con el Sr. Azalais. Después de intercambiar multitud de correos, decidimos que valía la pena publicar el singular relato.
Soy una mujer de 44 años, viuda en la actualidad, con un hijo de 21 años, Tomás, qué es mí única razón de vivir. Me casé estando embarazada, con un hombre mucho mayor que yo, haciéndole creer qué estaba embarazada de él, pero no quiero adelantar los hechos. Mi marido quería qué, nuestro hijo dejará la escuela nada más acabar la primaria, para que le ayudará a explotar las extensas tierras qué, el solo no podía explotar. Me opuse a que, mi hijo acabara siendo cómo era él: un garrulo qué no era nadie, en cuanto se bajaba de su tractor. Quiero dejar bien claro, antes de continuar con mi historia que, nunca he tenido nada en contra de las personas que trabajan la tierra.
Al contrario, ya que siempre me han parecido unas personas, con una «cultura de la tierra,» y de la conservación de la naturaleza muy enriquecedora e interesante, digna del mayor respeto y admiración, pero en el caso di mi difunto esposo no era así. Fue en vida un garrulo, que sólo sabía arrancar el tractor y poco más.
Yo acabé la carrera de magisterio, aunque no llegué a ejercer, por tener que cuidar de mi hijo. Tomás es un chico de 21 años, con un físico espectacular, ya que mide un metro ochenta y ocho centímetros. Es igual de alto que lo era mi papá. Además de la altura, es como un gigante, con unas proporciones físicas increíbles lo tiene todo enorme. Desde que cumplió los 13 años le hice practicar deporte, porque vi que sería un chico grande, con un físico rocoso como suele decirse.
Tiene unas manos enormes, con unos dedos cómo pequeños
bastones, una espalda ancha cómo un armario, no está gordo para nada, sino qué, es así de grande.
Como decía más atrás, es igual a como era mi papá. Mi hijo tiene una lengua que, es capaz de tocarse la punta de la nariz, realmente es increíble. Nada más acabar la secundaria, quise inscribirlo en el instituto de bachiller, pero el más cercano estaba de nuestra casa a más de 15 km. de distancia. Así, tuvimos que coordinarnos con ése centro, para que aceptaran que Tomás se conectara por internet, a diario, para no perder el ritmo de las clases.
Tuve que ponerme muy dura con mi hijo, ya que es un «ganso», al que hay que decirle a cada momento todo lo que tiene que hacer. El estar a más de 15 km. de la población más cercana, hacía que mi hijo, no tuviera apenas contacto con chicos y chicas de su edad.
Al igual que mi padre y mi hijo, yo soy una mujer de un físico fuerte y fibrada, una «hembra maciza», de muslos fuertes y rotundos, con unas caderas apretadas, y un culo respingón. Pero sin nada de celulitis, de carnes duras.
Mis pechos son medianos, tirando a pequeños, mostrándose inhiestos, seguramente por las caminatas que me pego, al bajar a la ciudad de dos a tres veces a la semana, juntos mi hijo Tomás y yo.
Hace tres años Tomás vino a buscarme a mi cuarto, con cara de preocupación ─mamá…necesito tu ayuda, estoy preocupado por algo y no sé qué hacer─.
Tomás aunque mide como expliqué, casi un metro noventa, es un chico muy parado para todo ─ ¿Qué te pasa cariño, y ésa cara qué traes? ─le dije─ tenía los ojos casi a punto de echarse a llorar ─me da…vergüenza…es algo muy vergonzoso, quizá papá sabrá ayudarme─.
Miré a mi pequeño a la cara, nunca le había visto así. Yo no mido más de un metro sesenta, peso sesenta y cinco kg. así que aunque estoy «fuerte» me sentía una muñeca casi, al lado de mi hijo.
Le cogí su enorme mano y me senté en la cama, haciendo se sentará a mi lado ─cuéntaselo a mamá anda bobo, te veo muy agobiado ─él se puso con la cara roja y poniéndose de pie, se bajó el pantalón y el bóxer, dejando al aire su polla, así sin decir nada.
Tomás es así, tan bruto cómo ganso…igual que mi padre…¡¡Joder con los genes de los cojones!!
Después de pasados varios segundos, cuándo reaccioné vi que tenía todo el glande muy enrojecido. La piel del prepucio aparecía claramente irritada a más no poder.
Realmente tenía que estar pasándolo mal, el glande no estaba aún descubierto, mostrándose el prepucio medio cerrado alrededor del glande.
A simple vista, mi hijo tenía para los 18 años una polla gruesa y nada pequeña, pero sin exageraciones.
─Tomás ¿Has estado tocándote verdad?
─S…sí mamá es que me duelen mucho los…los… ─ ¿Los qué? ─ lo corté increpándolo nerviosa, ante la visión de aquella polla, que parecía estar más gruesa por momentos ─los huevos, los noto hinchados…─. Al fijarme mejor, pude descubrir los huevos, y me quedé con la boca abierta, parecían huevos de gallina, eran enormes y peludos, se veían hinchados y de un color rojizo.
Tragando saliva pues tenía la boca reseca, alargué la mano cogiéndolos con cuidado, estaban calientes y se notaban llenos, eran cómo dos bolas duras.
Nada más acariciarlos, la polla vibró poniéndose más gruesa y tiesa, teniéndola a la altura de mi cara. La miré, notando mís mejillas arder, mientras mi mano acariciaba las enormes y peludas bolas ─ ¿T…te duelen mucho ahora cariño?─ no…así no mamá, me duelen cuándo…─miré a Tomás y tenía la cara púrpura pobrecito mío ─dime hijo, no te apures, ¿Cuándo te duelen…Mmm? ─tragando saliva, me dijo ─cuándo me toco la polla, a los pocos minutos me viene un dolor muy fuerte─.
Al oírlo sentí que el rubor me subía en intensidad, a la vez que notaba mi boca más reseca a cada momento ─antes…─ carraspee para aclararme la voz, e intentar que Tomás no me viera nerviosa y para mi sorpresa excitada, pues noté como mi coño se humedecía, cosa que no notaba desde hacía bastante tiempo ─…antes no habías notado dolor, ¿Es eso cariño─ le pregunté─ tras un instante me respondió con un hilo de voz, igual que lo haría un crío de diez años, pero qué media casi uno noventa… ─antes…no…no me había tocado nunca─.
Tras escucharlo, estaba claro que alguno de sus compañeros del instituto, le había dado la idea de pajearse.
─ ¿Nunca Tomás, no me engañas? ─ no mamá─ me respondió de forma precipitada, notando como tenía clavados los ojos en mís tetas. Al mirarlas descubrí tenía los pezones tiesos, marcándose mucho en la camiseta, pues al ser medianos, casi nunca llevaba sujetador.
Durante éste rato que hablé con él, no aparté mís ojos de la polla, qué estaba mirando al techo. Con la boca reseca, agarré aquella polla gruesa como no podía imaginar que, un chico de 18 años pudiese tener.
Estaba cómo una piedra y caliente, notando como latía entre mís dedos. Después de apretarla varias veces entre los dedos, deslicé mi mano con suavidad, la piel del prepucio estaba muy irritada.
Me levanté y fui por un poco de crema para la piel. Al untársela, Tomás sintió alivio, viendo en su cara una sonrisa, a la vez que la polla ganaba grosor. Le di un suave pero firme tirón, y conseguí descubrirle la cabeza de la polla.
Apareció más gruesa y amoratada de lo que me había parecido, viendo cómo se hinchaba por momentos. Mientras le acariciaba toda la polla, apreté muy fuerte los muslos, al notar cómo mi coño estaba mojando las bragas.
Tomás se quejó dando un pequeño grito, a la vez que movía las caderas, buscando las caricias de mi mano ─¡¡Ah mamá!! Mmm…─ ya está cariño ¿Te dolió?─ le dije─ sí, un poco─ espérate ganso─ le respondí, echándole más crema. Ésta vez por toda la polla, dejándola toda lubricada, me noté como me dolían los pezones, que se veían clavados en la camiseta. Tomás no les quitaba los ojos, mi coño lo sentía más húmedo por momentos.
Con la polla bien lubricada de crema hidratante, acaricié toda la verga, cerrando con fuerza mís dedos alrededor del tronco venoso, notando como me costaba respirar por lo excitada que me sentía, de tener una polla cómo aquella en mi mano.
La de mi marido, parecía la de un crío al lado de ésta. Con la otra mano masajee las dos bolas que aparecían hinchadas y duras, se notaba estaban llenas. A los pocos minutos de masajearle la polla a Tomás, aceleré los movimientos de mi mano, notando como se le ponía más gruesa y más dura. Tomás sentía mucho placer por como empujaba sus caderas hacia mi mano, haciéndome saber que sentía mucho gusto ─¡¡Mamá!!…Aaahhh…Aaahhh…no aguanto…Ooohhh…Ooohhh…siento algo muy rico…Ooohhh parece voy a mearme…no aguanto más mamá Yyyaaa…Aaahhh… ─no te aguantes Tomás…no te meas, es la leche cariño, córrete hijo, suéltala toda no te dolerá…córrete cariño… ¡vamos!
Al ser tan alto él y yo estar sentada en la cama, su polla quedaba a la altura de mi cara prácticamente. Cuándo se corrió, chilló de placer lanzando varios chorros potentes de leche, yendo a parar algunos de ellos a mís tetas, uno me cayó en la cara, notando a la vez, como mi coño soltó jugos, empapando las bragas.
─Ooohhh…Ooohhh…Yyyaaa…me sale mamá Ooohhh qué gusto…sí.
─Sí cariño eso es suéltala toda.
Después de qué se hubiese corrido, seguí acariciándole la polla, hasta que dejó de soltar leche, descubriendo para mi sorpresa que, continuaba con la polla igual que antes de correrse, prácticamente sin haber perdido apenas ni grosor ni dureza.
Una vez hubo salido del cuarto, mi hijo, me eché en la cama, pajeándome como hacía mucho tiempo no lo hacía. Las bragas estaban empapadas de jugos, las aparté metiéndome los dedos hasta el fondo del chocho, acariciándome a la vez el clítoris y estirándome muy fuerte los pezones. Me puse tan cachonda, qué arqueé la espalda levantando el culo de la cama. Mientras metí rápido y profundo los dedos hasta el fondo de mi coño, produciendo un lascivo chapoteo, por la cantidad de jugos que me salían del coño, mientras gemía de gusto, recordando la polla de mi hijo.
─Aaahhh…Aaahhh…así hasta el fondo…Ooohhh mi coño…me corrooo…OH… ¡Qué polla tienes cariño!...Ooohhh sí qué gusto tengo en el coño…Qué polla…me corrooo…Sssííí…
Esa tarde tuve que volver a pajearme en el lavabo, para que no me escuchara mi marido, sin poder evitar recordar, cómo había pajeado a mi hijo.
A los dos días, Tomás volvió a venir buscándome, con cara de estar agobiado de nuevo ─mamá…me pasa…lo mismo del otro día, me duele mucho…─ está bien cariño─ le respondí ─ya sabes qué puedes confiar en mamá, ¿Es el mismo problema del otro día…? ─ nada más acabar de preguntarle, me noté como los pezones se ponían duros y el coño se humedeció.
─S…sí mamá pero me duele más y está más…más hinchada.
Esto último, lo dijo mi pequeño poniéndosele las mejillas algo ruborizadas, pobrecito mío. Me senté en el sofá-cama que tenemos en el salón, haciendo que Tomás se quedará de pie como la vez anterior. Al bajarse el pantalón y el bóxer, saltó la polla como si tuviera un resorte.
Realmente se veía más gruesa que el día anterior, el cipote estaba morado al máximo y muy grueso, brillante, dejando ir alguna gota de líquido pre seminal. Nada más agarrarla, cerré los dedos alrededor con fuerza, notando lo dura que estaba.
Apreté y solté los dedos mientras acariciaba toda la polla, notando como se me alteraba la respiración y mi chocho mojaba las bragas.
Tuve que aclararme la voz, para que Tomás no notara lo excitada que me puso, verle así la polla.
─E…está más gruesa que el otro día hijo, sí…y los huevos parecen más llenos ¡¡Cómo estás cariño!!
─Sí…me duelen más…Aaahhh─ espera cariño ahora viene mamá ─le respondí─.
Fui por crema y se la extendí por todo el tronco, tocándole la polla de forma morbosa, sintiendo en mís dedos cómo ganaba grosor y dureza, con mís caricias. Tomás se acercó más, empujando su culo hacia mi mano, gimiendo por el placer que le daba, cómo le agarraba la polla. Apreté mísmuslos, notando como me chorreaba el coño, haciendo que rozará mi clítoris por cómo los apretaba.
─Ooohhh mamá…qué bien lo haces…Mmm…Sí no pares Mmm…tu mano qué bien me acaricia…Ooohhh…Te quiero mucho mamá.
─ ¿Lo hace bien mamá así hijo? ¿Quieres que siga cariño?
─Sí por favor…Ooohhh…qué gusto.
Mi hijo se inclinó hacia mí, cogiéndome las tetas, tocándomelas con fuerza ante mi sorpresa, sin yo reaccionar.
Sin saber cómo, me cogió los pezones apretándolos con fuerza y estirándolos, haciendo se pusieran más duros y gruesos, arrancándome un gemido de placer que me salió del alma ─¡¡ Aaahhh…!!Tomás… ¿Q-que…Mmmppp…?
Cuándo iba a protestarle, mi hijo me besó en los labios, con dulzura peró lascivamente a la vez, no tardando en meterme su enorme lengua, en busca de la mía. Estiró mís pezones apretándolos entre sus dedos con fuerza, produciéndome por igual placer y dolor, haciendo qué, mi coño se humedeciera como una fuente.
Tomás dejó de besarme y acercó su polla a mi cara, gimiendo de gusto y diciéndome lo ricos que sentía mís pezones ─Ooohhh mamá…Mmm tus pezones que duros están, uuufff…Sí te han puesto muy duros y gordos…
─Ooohhh hijo… Qué me haces…Mmm no me los aprietes tanto…Uuufff no seas malo con mamá cariño…
Me frotó la polla en la cara y los labios, abriendo yo los labios para atrapársela y lamerla toda, sin dejarme sus huevos. Al sentir cómo se la lamía, apretó con más fuerza mís pezones, haciendo que me quejará por el dolor.
Aunque mi coño lo notaba más húmedo a cada momento.
─¡¡OH!!...Mmm Ooohhh ¡¡BRUTO!! Qué soy tu madre…Aaahhh no tan fuerte.
Me cogió del pelo metiéndome la polla hasta la garganta ─Así mamá cómemela toda…Ooohhh…Sí.
─MMMPPP…MMMPPP…MMMPPP…Ooohhh…Me ahogas cariño…MMMPPP…Ooohhh…qué polla tienes ¡¡VICIOSO!! MMMPPP…
Mi hijo me hizo perder el control totalmente, haciendo que recordará como mi padre en paz descanse, me hizo su perra sumisa, usándome cómo a su esclava sexual, llegando a violarme mientras dormía, atándome en su cama.
Tomás me acarició el coño por encima de las bragas, descubriendo como lo tenía de húmedo. Después de pasar repetidamente sus gruesos dedos por las bragas empapadas, tironeó la tela hasta clavármela entre los hinchados labios de mi coño.
Esto provocó, que me abriera muchísimo los labios, enseñándole toda la pelambrera, con un aspecto lascivo y guarro, con varios mechones apegados de jugos. La tela me estaba rozando el clítoris, que estaba hinchado al máximo.
Tomás me tironeó los labios abriéndomelos mucho, hurgándome todo el coño a su capricho, haciéndome sentir una madre muy guarra y muy puta.
Poniéndome más caliente por cómo me acariciaba, recordándome más a mi padre a cada instante.
─Ooohhh mamá eres una guarra y una puta…Ooohhh tienes el chocho chorreando jugos, mira cómo te entra el dedo ¡¡PUTONA!!...qué coño tan peludo tienes…Mmm qué rico está…Uuufff toma mi dedo así ¡¡GUARRA!!
─Ooohhh…nene…Ooohhh…sí méteme así el dedo Ooohhh ¡¡CABRÓN!! Eres cómo tu abuelo…Aaahhh…me corrooo sí métemelo así.
─Ooohhh cuantos jugos sueltas…¡¡AH!! Sigue comiéndote mi polla…me voy a correr en tu boca…Ooohhh mamá toma mi leche, me corrooo sí me corrooo…Mmm.
Mi hijo movió más rápido las caderas, metiéndome la polla, hasta la garganta. Al sentir cómo se le ponía más gruesa, lo sujeté por las nalgas, tragándome toda la polla.
─MMMPPP…MMMPPP…Sí dale a mamá toda la leche así…MMMPPP…MMMPPP…
Tomás se corrió en mi garganta, notando cómo me dieron con fuerza varios chorros de leche, en el fondo de la garganta.
Mientras no dejaba de correrse, siguió metiéndome el dedo, haciendo que me corriera, con él, excitada de ver cómo me estaba tocando, usándome como hiciera conmigo mi padre, hacia 22 años. Sí, Tomás era hijo de mi padre, ahora estaba más segura que nunca.
Durante todo el mes siguiente, Tomás me hizo que le sacará la leche de sus enormes huevos, llenándoseles cada día más.
Yo, igual que hice con mi padre hacia años atrás, lo estuve provocando, vistiéndome para él, cuándo su padre no estaba en casa. Me ponía faldas muy amplias que lo enseñaban todo, y también mini faldas muy cortas.
Tomás quería follarme, pero me negué en redondo, disfrutando al verlo así de excitado por follarse a su madre.
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MÍ RELACIÓN CON MÍ PADRE.
Recuerdo que cuando falleció mi madre, mi primera idea fue preocuparme por mi padre, y ocupar el puesto de mi madre, aunque no supiese ni me hiciera una idea clara, de lo que eso significaba realmente.
En casa recuerdo haber oído alguna vez, gritar a mi madre, como si mi padre la estuviera torturando, matando o algo parecido. Al día siguiente los veía besarse cómo enamorados, mirando yo a mi madre preocupada. Para mi sorpresa ella lucía una sonrisa en sus ojos, al mirar a mi padre que no me dejaba dudas.
Mi madre estaba loca, sí, peró loca de amor por mi padre, no entendía aquello.
Sí vi muchas veces, a mi madre bajar la mirada al dirigirse a mi padre. Pero no atisbé jamás miedo alguno en ella, al contrario, era cariño, admiración, entrega hacia mi papá, qué tan bien parecía conocerla, y hacerla feliz.
Ingenua yo, me vestí y provoqué a papá durante varios meses, vistiéndome con minifaldas de escándalo, mirándole con un deseo obsceno e incestuoso, qué me hacía hervir la sangre.
Papá cuándo menos lo esperaba, me abrazaba por detrás cogiéndome mís menudas tetas, con todo descaro, cómo si fuera de su propiedad.
─Eres una nena traviesa y mala, si te vistes así vas hacer qué papá se vuelva loco, eres ya toda una mujer.
─¡¡NO!! ─protestaba yo, cómo una zorra calienta pollas ─no es verdad…papá, suéltame no me cojas así las tetas─ ¿no es verdad?─.
Mí padre me soltó las tetas, dándome una nalgada que casi me empotró en la encimera. Para sonrojo mío, noté cómo mí coño se humedecía, diciéndome para mís adentros ─que reputa eres…Uuufff, ¡¡CABRÓN!! Qué azote me dio─.
Yo seguí provocándolo, sin hacer caso de sus palabras. Él se fue haciendo más osado, metiéndome las manos debajo de la falda, morreándome cuándo le daba la gana, haciendo que mojará las bragas, etc.
─Nena…no seas así ─me dijo un día─ hace ya seis meses que mamá murió, necesito una mujer que me sepa hacer sentir, como lo hizo tu madre, no provoques así a papá ─papá yo no te provoco, ─le respondí─ está sólo en tu imaginación─.
Lo cierto es que no había noche prácticamente, qué no me metiera los dedos y acariciará mí clítoris, corriéndome de forma intensa, recordando cómo provocaba a mí padre, y cómo él me tocaba y se rozaba conmigo.
Un Viernes harto de mís provocaciones, papá me echó en sus muslos, sin hacer caso de mís protestas y pataleos.
─Papá no me toques…AH…suéltame pervertido, te voy a denunciar a la policía, no me toques.
Me abrió los muslos ayudándose de sus piernas, subiéndome la minifalda. Me acarició el culo con calma, manoseándolo cómo si comprobará lo duro y terso que estaba.
─Has sido una hija descarada y has provocado a papá, sé que te gustaría ocupar el puesto de mamá, aunque me lo niegues. ─mientras me hablaba, sus manos me acariciaron toda─ Mereces ser castigada, necesitas unos buenos azotes, para que aprendas a ser una hija obediente, no ser una descarada, y provocar a papá cómo lo haces─.
El primer azote me dejó sin respiración, después vinieron otros cuantos hasta que perdí la cuenta, llorando y gritándole a mi padre, sin que él me hiciera caso. Yo le había provocado, era cierto, y había querido ocupar el puesto de mi madre.
Ahora estaba descubriendo qué significaba eso. Conforme mí papá aumentó la intensidad de los azotes, mí coño lo sentía más excitado y húmedo a cada instante.
Me notaba el culo ardiendo, cuándo papá me quitó las bragas, que estaban pegadas a mis abultados labios. Tengo un coño de labios carnosos, abultados hacia fuera, y velludo. Yo protesté ante su atrevimiento, insultándolo y diciéndole de todo. La respuesta de él no se hizo esperar.
─ ¿Has llamado a papá pervertido y cabrón? ¿Eso has dicho, pequeña calienta pollas? ─ te voy a denunciar a la…─ sin dejarme acabar de hablar, me llovieron varias nalgadas, a cuál más intensa, haciéndome llorar de verdad.
─PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…─Aaahhh…Aaahhh…no papá…perdona no te lo diré más…─ nada de perdona, so descarada ─me espetó él─ mira cómo tienes el coño de húmedo, so viciosa, no paras de chorrear jugos…¡¡PUTONA!!─.
Era cierto, pues notaba como los jugos empapaban mí coño, hasta bajarme varias gotas por los muslos. Eso me hizo ponerme roja de vergüenza, de saberme descubierta así.
Mí papá me acarició todo el culo cómo quiso, sabiendo acariciarme cómo nadie lo había hecho nunca, ningún chico ni hombre. Me abrió los labios, hinchados de excitación, separándomelos mucho, y me metió un dedo hasta el fondo del coño, acariciando las paredes del coño, hasta hacerme correr, y hacer que le mojará el dedo.
Me corrí varias veces mientras mí papá me pajeó, dándome más gusto y placer que el que había sentido jamás, ni si quiera tocándome yo misma.
Esa noche papá me «castigó», enviándome a la cama sin cenar. Nada más estar a salvo entre las sabanas, me acaricié cómo nunca lo había hecho hasta entonces.
Mís manos recorrieron toda mí piel, imaginándome que eran realmente las manos de mí padre. Después de acariciar mí vientre, amasé mís tetas hasta que los pezones me dolían de lo duros que estaban. Estiré duro los pezones, notando cómo mí conejo se humedecía a cada instante, disfrutando una quemazón en los pezones, qué me puso loca de lujuria y morbo.
Llevé una mano a mí vulva, metiéndome un dedo hasta el fondo, a la vez que me acariciaba mí hinchado clítoris, notando cómo tenía más húmedo el coño por momentos.
Atenacé primero un pezón, apretando los dedos duro, sintiendo cómo se ponía más duro, a la vez qué el dolor me ponía más perra y cachonda.
Saque el dedo de mí lubricada vulva, para acariciarme las tetas, y sentir cómo mís pezones se ponían más gruesos y duros, cuánto más los estiraba.
En mí mente sentía las manos de mí padre, azotándome duro y acariciando mí coño cómo él quería. Solté una de mís tetas, para meterme dos dedos en el fondo del coño, haciendo un sonido acuoso muy guarro, que me puso loca de excitación.
Levanté mís caderas del colchón, sacudiendo mí coño de forma compulsivamente, mientras me corría en un orgasmo encadenado muy largo. A la vez le pedía a mi padre que me follará y me azotará.
─Aaahhh…¡¡PAPÁ!!...Aaahhh…sí folláme más…Aaahhh…folla a tu hija así…azótame duro por ser una nena muy guarra…qué bien me follas ¡¡CABRÓN!! Aaahhh…mí coño lo siento lleno de tu polla, azótame duro, me corrooo…¡¡OOOHHH!!─.
El chapoteo que hacía mí coño por la cantidad de jugos, me puso más salida. Corriéndome varias veces. Cuándo más fuerte me azotaba el orgasmo, creí ver a mi padre espiándome desde la puerta entornada.
Esto provocó qué clavará más hondo, y con más intensidad mís dedos, en el fondo de mí chorreante coño.
Sacudí mí coño en el aíre toda espatarrada, hacía dónde estaba mí padre espiándome, sacudiendo el coño cómo una vulgar guarra, corriéndome a chorros «CÓMO UNA PUTA».
Hable soezmente, insultando a mí padre, sin apartar la mirada de la puerta, viendo la sombra de mí perverso y vicioso padre pajeándose…
─Aaahhh…¡¡CABRÓN!!...Me corrooo…sin parar por ti ¡¡VICIOSO!!...Ooohhh…¡¡ME CORROOO PAPÁ!!...Ooohhh que gusto…Sí ¡¡TOMA MÍ CHOCHO!!─.
Esa noche dormí cómo hacía mucho tiempo no lo hacía. El Sábado por la mañana al despertarme, papá tenía preparado el desayuno.
Cuándo fui a darle un beso de buenos días, en braguitas y camiseta, no perdió ocasión de devorarme con sus vivos ojos. Yo deseaba darle en realidad un pico, pero por nada quería qué mí padre pensara era una putilla incestuosa, (aunque lo era realmente).
Él parecía querer lo mismo, giramos la cara los dos, a un lado, al otro, al final papá sonriéndome me cogió de las mejillas diciéndome ─¡¡nena…!!─ y darme un pico sin más.
Yo le sonreí soltando un coqueto ─¡¡papá!!─, él lo ignoró diciéndome ─a desayunar qué se enfría─.
Mí coño lo noté húmedo por momentos, notando cómo humedecía las bragas.
El día transcurrió muy tranquilo, aunque no le quité ojo al culo y al paquete de mi padre. Él no le quitó ojo a mi abultado coño ni a mí culo tampoco.
Cada vez que notaba la mirada de papá en mí coño, notaba cómo se humedecía. Nada más cenar me entró un sueño pesado, me excusé con mí podre y me acosté quedando profundamente dormida en seguida.
No sé qué hora sería, cuándo mí mente se llenó con un sueño erótico. Intenso y real cómo no lo había sentido jamás.
Sentía cómo si una lengua enorme, semejante a una serpiente, ascendía con toda calma por mís piernas. Sintiéndome indefensa e incapaz no sé porque, de que me lamiera cómo lo estaba haciendo.
Con cada lametón aquella lengua o serpiente, hacía que la sangre me subiera a la cabeza.
A la misma vez, sentía cómo si una descarga eléctrica me recorriera toda la espalda, hasta llegarme al coño, que sentía más húmedo con cada caricia. Al llegar a mi velluda pelambrera, la lengua o lo que fuera, no me lamió el coño.
Rodeó toda la pelambrera, sin rozar si quiera mís carnosos y húmedos labios, haciendo qué le empujara mí coño para que se lo comiera todo.
Aquella criatura diabólica, lengua o serpiente, ignoró mís gemidos y sollozos, lamiendo sin prisa mí vello. Cuándo acarició mís labios, cómo si los azotará, penetrándolos con descaro, me corrí cómo una fuente, sintiendo cómo se bebía mís jugos cómo un animal sediento.
Lamió cada pliegue de mí coño, hasta meterse toda dentro, sin olvidarse de mí hinchado clítoris. Al enroscarse en mí hinchado clítoris, me corrí de nuevo, bramando de placer, empujando mí coño contra aquella serpiente o lengua que, me estaba matando a orgasmos, la muy perversa.
Después de correrme no sé cuántas veces, recuperé la respiración pausada y profunda.
A los pocos segundos un fuego caía sobre mí culo, haciendo que lo notará cómo me ardía. Cómo si un cometa o un asteroide hubiese caído sobre mís nalgas. Después de ése impacto en mí culo, hubo un segundo y un tercero, hasta que me quemó tanto qué parecía ser real.
Tan real que me desperté, agitada, sintiendo aún la quemazón más que en el sueño.
¿Cómo era posible si estaba ya despierta? En ése instante un nuevo impacto me hizo aullar ─Aaahhh… ¿Pero…?─.
Al abrir los ojos vi a mí padre a mi lado, desnudo y yo…¡¡ATADA!!
Antes de poder reaccionar, un nuevo golpe chocó en mí ofrecido culo. La postura en la que me vi atada, me hizo sonrojarme hasta ponerme púrpura de vergüenza.
Tenía mís manos atadas a las patas de la cabecera, mís muslos estaban abiertos al máximo, con los tobillos en alto, cómo si hiciera el pino. Mí coño y culo expuestos en una postura obscena, cómo nunca había visto.
Pasados los primeros instantes, vi a mí padre de rodillas encima de la gran cama… ¡un momento! ─ ¿Qué coño hacía yo en la cama de mí padre?─ me pregunté─.
Cuándo comprendí qué había pasado, lo que le dije me salió del alma, sacudiendo todo mí cuerpo de pura rabia, en un inútil intento de tratar de desatarme ─¡¡CABRÓN!!...T-te voy a…d-denunci…─ antes de acabar la frase un bofetón me hizo callarme.
Sin darme tiempo a reaccionar, mí padre me metió la polla en la boca, diciéndome el muy pervertido ─ ¿No te he enseñado que con la boca llena no se habla?─ MMMPPP…MMMPPP…vifios…MMMPPP…so─. Me dio unos azotes hasta qué me callé, comiéndole la polla cómo si me fuera la vida en ello.
Con todo esto, empecé a darme cuenta que mís pezones, no podían estar más tiesos, porqué me dolían de lo excitada que me sentía. Mí coño aparecía todo abierto, brillante, con los labios hinchados, empapados de jugos.
Esto me hizo ponerme más sonrojada de vergüenza, si eso era posible. Mí culo parecía un tomate gigante, me ardía como si tuviera fuego en las nalgas.
Me sentía para mi «humillación», feliz, excitada cómo nunca lo he estado antes, deseando que mí padre me usara cómo quisiera.
Cómo si mí padre leyera mí mente, me metió toda la polla hasta la garganta, mientras me susurró al oído con una voz cargada de excitación, perversidad…─Papá te va a educar bien, para que seas mí perra incestuosa, mí esclava sexual…¡¡PUTA!!─.
Al oír esto, brame de placer cerrando mís labios con más intensidad, alrededor de la cabeza de la polla, provocando que mí padre me dijera ─¡¡OH!!...nena sí, qué perra eres cariño, cómo voy a follarte ¡¡GUARRA!!─.
Cogiéndome del pelo, metió la polla en mí garganta, sin que pudiera respirar a penas, produciéndome arcadas a cada instante.
Me folló la boca de forma perversa, a la vez que me acarició las tetas, estirando y retorciéndome los pezones con fuerza. Hizo que se pusieran gruesos y duros cómo no los había tenido jamás.
A la vez que me follaba la boca, y me pellizcaba los pezones, me dio fuertes nalgadas en mí culo que me ardía por los azotes, mientras me sentía como soltaba jugos el coño.
Me hacía sentir muy perra y guarra, por cómo disfrutaba que mí papá abusaba de mí.
Mí padre al ver cómo mí chocho estaba de húmedo, me metió su grueso dedo corazón, que parecía una polla por su grosor, haciendo que mí coño hiciera un chapoteo lascivo, por los jugos que no paraba de soltar.
A la vez con su dedo pulgar, acarició mí excitado clítoris. Excitada y cachonda perdida, me corrí sin parar de gemir cómo una perra en celo. Me comí con lujuria la polla de papá, empujando el coño para qué no dejará de meterme el dedo, hasta el fondo de mi hambriento coño.
Después de ponerme el culo morado, con la marca de sus manos en mís nalgas, papá se puso de rodillas entre mís muslos.
Me tenía con todo el coño y el culo en alto, ofrecidos, con mís pies atados en alto a un barra de metal, encima del espejo de la cabecera.
Su lengua me lamió los labios del coño, cómo si fuera una serpiente, chupando y lamiendo todo mí coño por dentro. A cada lametón, mí coño soltaba más jugos, sin que pudiera evitar empujar mí coño contra aquella lengua enorme.
Me lamía cada pliegue dentro de mí chocho, bebiéndose mís jugos, como si fueran el néctar más sabroso que jamás hubiera probado ─Mmm…Oh nena, qué sabroso tienes el chocho cariño, te lo voy a comer hasta qué no puedas correrte más GUARRA…¡¡Qué chocho para mí lengua!!...MMM─ AH…AH…AH…¡¡PAPA!! Sí, me voy a correr…¡¡CABRÓN!!...OH tu lengua me la estás metiendo en el fondo del coño, ¡¡vicioso!!...ME CORROOO…YA OOOHHH─.
Cuándo empujé mí coño contra su boca, mí padre me cogió los pezones, estirándolos a la vez que me encajó la boca en todo el chocho, follándomelo con su gruesa lengua…bebiéndose todos mís jugos. El pervertido me hurgó el ano, haciendo se dilatara y metiéndome su dedo, notando cómo mi esfínter apretaba fuerte el grueso invasor.
Notaba cómo mí ano, quería atrapar aquel invasor, que sabía acariciar mi recto cómo nadie lo había hecho antes.
Me corrí gozando lo bien que mí papá me comía todo el coño, con aquella lengua que parecía una polla, por su grosor y tamaño. Grité sacudiendo mí coño de forma convulsiva contra la boca de mí padre, frotándole mí coño para que se lo comiera más.
Al ver lo perra y cachonda que me tenía, me chupó el clítoris, atrapándolo entre sus labios, a la vez que lo azotaba con su lengua, mordisqueándomelo el muy perverso.
Al sentir cómo mí papá me mordía la pipa, me corrí intensamente, llenándole la boca de mís jugos.
─SLURPPP…Mmm…Qué pipa tan rica e hinchada tienes nena, dásela toda a papá cariño…córrete en la boca de papá ¡¡PUTONA!! Qué pipa tan sabrosa tienes nena SLURPPP…Mmm…no paras de correrte perra incestuosa…
─AAAHHH…AAAHHH…OH PAPÁ…OH PAPÁ…SÍ ME CORROOO…¡¡CABRÓN!! TÓMA MÍS JUGOS…COMETE MÍ PIPA MÁS.
─SÍ NENA…SLURPPP…Mmm DALE A PAPÁ TODOS LOS JUGOS…¡¡PUTA!!...SLURPPP…Mmm…QUE CHOCHO TAN SABROSO TIENES PERRA…
Después de hacerme correr sin parar hasta perder la cuenta, mí padre cogió una vara flexible, haciéndola silbar en el aire varias veces.
Al verlo acercarse a mí con aquella vara le supliqué, pero no me sirvió de nada.
─Papá no…por favor─ ¿Quién te ha dicho qué hables?─ me respondió él─ papá perdona, pero no me des con esa…─ antes de acabar la frase, la vara impacto en mís nalgas, arrancándome un grito.
─Aaahhh...No ¡¡Para papá!!
A ése siguieron unos cuantos más, sintiendo cómo mí coño se humedecía más a cada golpe.
Mí padre lo descubrió, metiéndome un dedo hasta el fondo del coño, haciendo que chapoteara jugos, por lo perra y excitada que me sentía ─¡¡Qué perra eres hija!!─.
Diciéndome esto, me puso dos pinzas de madera en los pezones, metiéndome la polla hasta el fondo de la garganta.
Soltó la vara y me nalgueó el culo, y me palmeó el coño, notando cómo soltaba más jugos a cada nalgada, excitada de verme tratada así, cómo una perra sumisa por mí padre.
Siendo azotada y usada como si fuera su perra y su esclava sexual.
Además no paraba de decirme lo guarra y viciosa que era, al ver cómo mí chocho no paraba de soltar jugos.
Insistiendo en que necesitaba ser educada y domada cómo una perra sumisa e incestuosa, para ser su puta esclava.
─Necesitas qué papá te azote así perra…PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF…cada vez tienes el chocho más húmedo, cuanto más te azoto…¡¡GUARRA!!
─MMMPPP… ¡AH!...no papá…MMMPPP… ¡AH!...MMMPPP…
─ ¿No papá? Sigue comiéndote mí polla y no pares…perra incestuosa…mira cómo tienes el coño…¡¡PERRA!!
Diciendo esto, me metió dos dedos hasta el fondo del coño de forma intensa y rápida, repetidamente, haciendo mí coño un sonido guarro y acuoso que nos excito a los dos, cómo a animales.
─Si no paras de soltar jugos…¡¡PUTONA DE PAPÁ!!
─…AAAHHH…¡¡PAPÁ!!
Mí padre viendo cómo estaba de cachonda, y cómo me chapoteaba el coño me sacó la polla de la boca. Poniéndose de pie entre mís ofrecidos muslos, me la clavó toda en el chocho, de forma lasciva, de arriba abajo, notando sus peludos huevos chocar en mí coño, produciendo un ruido acuoso mís jugos, que lo pusieron loco de excitación a él y a mí.
Hizo que me corriera sin parar nada más metérmela, y sentir la fuerza con que me la clavaba toda.
─ ¿AH PAPÁ? Mira cómo tienes el chocho guarra…Mmm…¡¡OH!! Qué bien te entra toda la polla ¡¡PUTA!!...¡¡OH!! Tómala toda así de arriba abajo ¡¡GUARRA!!...Qué húmedo y estrecho tienes el coño nena, así…¡¡TODA!!...AH ¡¡QUE COÑO!!
─¡¡¡OH PAPÁ!!!...SÍ…SÍ…LA TIENES MUY GORDA…¡¡AH!!...NO PARES DE FOLLARME…¡¡AH!!...¡¡ME CORROOO!! ¡¡CABRÓN FÓLLAME!!
Mientras me la metió toda, y me hizo correrme dos veces, me quitó las pinzas, sintiendo al hacerlo un dolor punzante, hasta que me untó los pezones con saliva. Nada más quitarme las pinzas, mí padre me soltó las manos y los tobillos, sin dejar de follarme mientras me desataba.
Al verme libre del cáñamo, atenacé a papá con mis muslos por sus caderas, lo cogí por el cuello con tanta fuerza que casi no le dejaba respirar.
Papá al verse cogido así, me pasó las manos por debajo del culo, cogiéndome bien fuerte, dándome así un mete saca profundo y rápido, que me puso loca, notando su cipote en el fondo de mi coño.
─OH…Cómo me tienes cogido…¡¡PUTONA!!...Así papá te va a clavar toda la polla…¡¡GUARRONA!!
─…AAAHHH…AAAHHH…AAAHHH…SÍ PAPÁ…¡¡CLAVAME TODA LA POLLA!!...OH CABRÓN…ME CORRO…YA…
Nada más correrme empapándole la verga de jugos, mi padre me hizo sentarme encima de él, metiéndomela más si eso era posible, azotándome sin parar, teniéndome echada encima de él, mientras se comía mís tetas, mordiéndome duro los pezones, el muy vicioso. Cuándo se cansó de follarme y azotarme así, me hizo darme la vuelta y sentarme en su polla dándole la espalda, para vernos los dos en el gran espejo de la cabecera.
En esa postura tan guarra, me folló muy duro, pudiendo ver el mete saca tan rico que me daba, viendo cómo me clavaba su gruesa polla muy fuerte, sin dejar de azotarme las nalgas, cómo a su perra sumisa.
Me puso loca de excitación, ver en el espejo, cómo el perverso me la metía toda en cada embestida, viéndome muy guarra y muy puta, por cómo me corría sin parar, con la polla de mí padre, en el fondo de mí hambriento coño.
─AH…¡¡PAPÁ!! AH…Así me la metes más…AH, AH, tu polla…me la metes toda…SÍ…Me corro sin parar papá…¡¡FOLLA MÍ COÑO!! AH…Cómo la veo entrar toda…
─OH NENA…sí me corro contigo ¡¡PUTONA!! Mira qué bien te la clavo así TODAAA…Qué bien follas cariño…Toma toda la polla de papá así…ME CORRO HIJA…
─SÍ PAPÁ…DAME TU LECHE…OH PAPÁ…
─OH NENA…
─OH PAPÁ…SÍ ME QUEMA TU LECHE…ME CORROOO…
─SÍ NENA…ME CORROOO…
─SÍ PAPÁ…
─SÍ NENA…
Después de corrernos juntos, mi padre me llevó a mí habitación en brazos, cómo si fuera su novia.
Me quedé dormida a los pocos segundos, con una sonrisa en mís labios.
Continuara…
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