Los gemidos de las lesbianas 8. Cena y baile

Salgo a cenar y a bailar, con Marta y Laura porque ellas me lo han pedido; por mi nos hubiéramos quedado en casa para intentar normalizar una relación de tres, que ellas me han obligado a tener...pero es cierto que lo estamos normalizando más en la calle.

Los gemidos de las lesbianas

Capítulo 8. Cena y baile

Una vez he terminado de pajearme en la ducha, mientras ellas follaban en la ducha; me arreglo un poco nervioso, jamás he estado con dos mujeres a la vez y aún menos con lesbianas.

Ella son novias, yo soy un tipo chantajeado que han decidido incluir en sus prácticas; no sé si sentirme afortunado por estar cumpliendo un sueño o desgraciado, porque todo esto en un solo click puede convertirse en una pesadilla.

No tengo nada en casa, asi que no tengo nada que regalarles; por lo que me dirijo a su casa, ya que son mis vecinas y llamó al timbre.

Escucho sus risitas y los ladridos del perro antes de abrirme, una vez me abren, veo a Marta con un vestido blanco de brillitos espectacular; el vestido le cubre las nalgas por los pelos y se ciñe en el escote sin mostrarlo…mostrando que está bien armada, tiene un buen culo; unas buenas piernas embutidas en unas medias de altura colegiala semitransparentes, el pelo ondulado y los labios de un rojo apagado.

-      Pasa cariño, nuestra novia aún no termina. – la reprocha.

-      Te he oído. – se queja Laura, desde el baño.

El perro viene a saludarme afable, lo saludo y la beso en los labios; ella sonríe al hacerlo, me da una lata de coca cola.

-      Ponte cómodo, creo que va a tardar. – susurra, haciéndome sonreír.

-      Tambien te he oído. – se queja Laura de nuevo, asomando su cabeza.

Esta bastante maquillada como si no solo compitiera con Marta por mí, sino con cualquier otra; sus labios son rosas y brillan, su pelo rubio tiene una trenza arriba y liso por debajo.

-      Estas guapo. – me piropea, poniendo morritos.

-      Tu preciosa. – le digo y le doy un beso.

-      ¿si? gracias. – dice emocionada.

Cuando me siento y me abro la lata, veo una cara larga de parte de Marta.

-      Esto va a ser difícil, lo sabía… ¿Qué le pasa ahora? – me pregunto mentalmente.

Ella se da una vuelta, mostrando lo bonita que esta.

-      ¿Cómo estoy yo? – pregunta, observando mucho.

-      Tú, hermosa. – la piropeo, preocupado.

-      Gracias, cariño. – dice y me da otro beso. – deberías haberte dejado la barba, estabas más guapo. – me susurra.

-      Di que no, que sin la barba está más guapo. – comenta Laura, que demuestra tener un oído; excelente y ser bastante, controladora.

Marta está sentada a mi lado, al poco sale Laura del baño; da una vuelta sobre sí misma, lleva un vestido rojo con un escote digno de ella y que casi muestra su rajita ya que la falda se eleva por delante.

-      ¿os gusta? – pregunta, a mí se me abre la boca de par en par y a Marta se le salen los ojos. – Ya está vuestras caras lo dicen todo. – suelta con una risita.

-      ¿nos vamos? – dice, Marta.

-      Vámonos. – acepta Laura.

Marta se levanta y por ultimo me levanto yo, las miro a las dos y nada más pensar que las dos se presuponen mías; me pongo erecto, Laura se fija en eso.

-      ¿Qué andas pensando que ya estas asi? – me pregunta con una risita.

-      Alfonso, ya va pensando en el postre. – Ríe Marta, haciendo reír a Laura.

-      Mucha tentación, estáis preciosas y oléis rico las dos. – digo oliéndolas, una huele a limón y la otra a caramelo.

-      Zalamero – me riñe Marta.

-      ¿te gusta mi perfume? – me pregunta Laura.

-      Todos tus olores. – respondo y ella sonríe, Marta resopla.

-      Que profundo eso. – dice con sarcasmo.

-      Encantador, a su manera. – ríe Laura, haciendo sonreír a Marta y a mí.

Abrimos la puerta, salimos y ella cierra bien; tras eso, Marta se agarra a mi brazo por la derecha y Laura se agarra al mío por la izquierda. Tengo la polla que me va reventar, el corazón que va a explotar; nos metemos en el ascensor, suficientemente apretujados.

-      ¿estas feliz o es que te alegras de vernos? – pregunta Marta, bromeando.

-      Ambas cosas. – confieso, sonriente.

-      Como para no estarlo, tiene dos buenas bellezas para el solo. – contesta Laura, toqueteando en mi cara las tetas de Marta; que pone cara de placer y toquetea las tetas de Laura, hasta que el ascensor llega a la planta baja.

De frente nos topamos con la vecina vieja, esa mujer que no puede ni verla; nada más vernos le cambia la cara, su mirada de odio irracional y de asco era visible.

-      ¿esto qué significa? – pregunta.

Los tres la miramos y hacemos como que no está, pasamos hacia delante y se tiene que apartar.

-      ¿ahora que estas con ellas? Pues también vamos a ir a por ti. – me amenaza.

-      Señora, chúpeme el huevo. – digo y se horroriza, mientras Laura y Marta sueltan una risita.

Luego de eso mientras nos marchábamos ignorándola, soltó toda la retahíla de insultos e improperios que se conocía; nosotros la ignoramos hablando entre nosotros, como si no fuera con nosotros y la gente nos miraba con curiosidad.

No solo por tener una abuela loca detrás insultándonos, sino por ser una extraña pareja de tres; un hombre, con dos mujeres y lo que no sabe la gente que más bien es dos mujeres con un hombre.

Por el camino a alguna parte.

-      Estoy orgullosa de ti – dice Laura y me besa

-      ¿Por qué? – le pregunto, sin entender porque.

-      Esa manera de enfrentarte a la bruja. – aprecia Marta.

-      Nada que no haría un novio normal y corriente. – comento, quitándole importancia.

Ellas dos sonríen mucho ante esa referencia, pero no dicen nada; por el camino aprovecho para conocer más a Marta, sin olvidarme de prestarle atención a Laura y evitando asi que se ponga celosa.

Laura y Marta se van fijando descaradamente en mujeres, lo peor que me las señalan; empiezo a sentirme el hombre más afortunado del mundo, espero no acabe siendo mi peor pesadilla.

Ni Laura intenta ligar con ninguna, ni Marta tampoco; ni intentan que ligue yo, simplemente hacen lo mismo que cuando miro a una chica…contemplar su belleza.

Llegamos a un restaurante que está pegado a la playa, se llama restaurante “el pescaito frito”; no hace falta ser un genio para saber lo que vende este restaurante, para mis adentros lo temo y es que odio el pescado.

-      ¿te gustaría comer aquí? – pregunta Marta, iba a responder que lo odiaría.

-      Me encantaría. – responde Laura, me muerdo la lengua; para no decirlo.

-      ¿y a ti, cariño? – me pregunta Marta y me encanta que me haya preguntado.

-      Si, comamos aquí. – suelto, por Laura; estar enamorado de ella, me tiene idiotizado.

Entramos y en la puerta ahí una chica preciosa, que me mira de arriba abajo y yo hago lo mismo; si las chicas no hubieran hecho lo mismo, me hubieran pillado segurísimo.

-      ¿quieren los señores una mesa? – pregunta la muchacha, devorándome con la mirada; sin perder cuenta que mis acompañantes y yo, la devoramos con la mirada también.

-      Si, claro; para eso vinimos, guapa. – piropea Laura.

-      Ponnos la mejor mesa bonita, que hoy venimos de celebración. – le pide Marta.

-      ¿sí que celebran? – pregunta la chica, mientras nos guía restaurante adentro.

-      Formar una relación de tres. – dice Marta marcando terreno, la chica pestañea rápido sorprendida.

-      ¿vaya de tres, sois novios los tres? – pregunta sorprendida.

-      Si, hoy hemos empezado – le comunico.

-      Vaya enhorabuena. – nos felicita, aunque no se la ve muy emocionada.

-      Aunque donde caben tres, caben cuatro. – propone Laura, ganándose una mirada de reproche de Marta y una sonrisa de mi parte.

-      No creo que haya camas tan grandes. – esquiva la muchacha.

-      Sí que las hay, solo tienes que buscarlas. – dice Laura, sin rendirse y causando la risa de la muchacha.

-      Aquí tienen la mesa, enseguida les mando a su camarero. – nos comunica, deseando marcharse.

-      ¿no nos atiendes tú? – pregunta Laura mirándola con carita de cordero degollado.

-      No, lo siento. – se disculpa y se marcha.

-      Que salida estas – la recrimina Marta.

-      Es que eres la novia ideal. – la alago y ella se ríe, Marta hace un sonido de molestia.

-      Teniéndonos a nosotros no necesitas a nadie más. – le riñe Marta. – y tú no la animes. – me riñe a mí.

-      Ya, pero… - se intenta excusa Laura.

-      Esta que te cagas y para una noche esporádica. – le cuento a Marta, que no parece parecerle mala idea.

-      Si fuera para una sola noche, no me opondría. – comunica Marta.

-      Esa es mi chica. – la felicito y Laura se molesta.

-      No la mimes tanto, que es una gruñona. – dice y ambas se sacan la lengua, haciéndome sonreír a mí.

Al poco llega nuestro camarero por su sonrisa socarrona ya sé que esta puesto al corriente, las chicas están haciendo manitas bajo la mesa; entre ellas y conmigo, como si nada.

-      Buenas tardes / noches feliz pareja, ¿Qué desean para beber? ¿lo han pensado? – dice mirándonos a los tres, preparando su máquina.

-      Quiero vino, ¿Qué me recomienda? – dice, provocándolo un poco; mientras me la agarra, entrelazando su mano con Marta que ya me la estaba agarrando y entre ellas intercambian una sonrisita.

-      ¿Qué clase de vino le gusta? Dulce, amargo; fuerte, afrutado… - enumera el muchacho, viendo la provocación de esta y mirando mi cara de feliz; seguro que piensa que soy tonto y que no me doy cuenta de nada.

-      Dulce, me gustan las cosas dulces. – dice y se relame Laura.

-      Y afrutado, el sabor a fruta me chifla. – añade Marta, sonriéndole mucho también.

-      Os recomiendo un Sauci joven entonces. – recomienda.

-      Vale, trae una botella de eso – le pido.

-      Les dejo la carta, para que vayan mirando lo que quieren comer. – suelta, antes de marcharse.

Una vez nos deja solos…

-      Hoy estáis juguetonas. – aprecio, ellas me sonríen.

No podéis imaginar el morbo que da que te toquen la polla, dos mujeres a la vez y más en un sitio prohibido; entre otras cosas porque cada una lo hace de forma diferente y que se den amor con sus manos con tu polla en medio mano de santo, no quiero imaginar cuando lo hagan con otra cosa.

-      Solo estamos jugando, cariño – se sincera Marta.

-      Él va a desear tener toda la vida, lo que tienes tu hoy. – me guiña el ojo Laura.

-      Eso seguro, aunque da un poco de miedo. – confieso.

-      ¿miedo? – se sorprende Marta.

-      ¿eso sientes? – me pregunta Laura.

-      Es más bien una mezcla, miedo; morbo… - empiezo a decir.

-      Excitación. – añade Laura y ambas se ríen.

-      Pero brutal, me va a reventar. – les susurro, haciéndolas reír de nuevo.

-      ¿y que más sientes? – pregunta Marta.

-      Es complejo. – le explico sin dar mucho detalle.

Cuando va a preguntarme, llega el camarero con la botella de vino; en la carta busco desesperadamente algo que no lleve pescado hasta que lo encuentro, aunque sé que las bocas de mis novias van a saber a pescado será un sufrimiento que tendré que pasar.

-      Aquí tienen el vino, señoritas y caballero; ¿han mirado que quieren ya para comer? – nos pregunta.

-      Que va, teníamos las manos ocupadas. – suelta Laura, soltando una risita.

-      ¿ah, sí? – pregunta el camarero, me mira atónito.

-      Muy ocupadas. – apoya Marta, entre risas; aunque un poco más avergonzada.

-      Bueno, les dejo un poco más de tiempo entonces. – dice el camarero, huyendo de allí.

Tengo que reírme, igual que las chicas.

La verdad es que me lo estoy pasando bien, aunque en realidad me da un poco de vergüenza que me la toquen en público y todavía les agradezco que no intenten hacer que me corra; porque me sentiría peor, tras el rato agradable.

-      ¿tú que vas a pedir? – me pregunta Laura.

-      ¿yo? – le pregunto para confirmar.

-      Sí, claro tú. – dice Marta, también interesada.

-      Algo que no lleve pescado – me confieso

-      ¿y eso? – pestañea rápido, sorprendida; Laura.

-      ¿no te gusta el pescado? – ríe Marta.

-      Solo el que tiene piernas. – digo y las dos se rien.

-      Hoy te va a sobrar pescado, entonces. – suelta Marta, haciendo a Laura soltar una pequeña carcajada.

-      Huy, que me mira todo el mundo. – dice riéndose sin poderse contener.

El jefe del local nos mira mal, pero nos da igual.

Bebemos vino.

-      Mmm…esto sí que esta bueno. – saboreo.

-      ¿bueno? Bueno te van a saber nuestros chochos esta noche. – se relame Laura.

-      Que bruta eres. – ríe Marta.

Tras un rato de cachondeo, el camarero vuelve y ya hemos elegido lo que queremos cada uno.

-      Quiero lubina con patatas asadas – pide Laura.

-      Yo rodaballo con pimientos fritos – Quiere Marta.

-      Por mi parte quiero croquetas de jamón, melón con jamón y patatas fritas. – le comento al camarero y ellas dos se ríen.

-      Eres el único que viene a un restaurante de pescado y se pide otra cosa. – comenta Marta.

-      Que va, os sorprendería saber la de gente que hace eso. – me defiende el camarero.

-      Además, estoy aquí por vosotras. – digo y ambas me besan en la boca.

-      Si es que eres más bueno. – me acaricia la cara Laura.

-      Te mereces una recompensa. – susurra Marta.

-      Bueno, ¿les traigo algo para picar? – pregunta el camarero, viendo que nos ponemos tiernos.

-      Una ensalada – pide Laura.

-      Perfecto, ahora os la traigo. – dice el camarero, marchándose y llevándose las cartas.

Una vez nos quedamos solos.

-      ¿ensalada? – pregunta Marta.

-      Hay que cuidar la línea para nuestro chico. – responde Laura.

-      A mí me gustáis tal como sois. – contesto, haciéndolas sonreír.

Entre mimos y carantoñas, vamos hablando de tonterías; de nada especial, simplemente relajándonos juntos y al poco nos traen la ensalada.

-      ¡Ala! Que buena pinta. – dice Laura.

-      Sí que la tiene. – observa Marta.

-      Hinquémosle el diente. – propongo y me echo en el plato el primero.

Nos comemos la ensalada, luego el plato principal y no nos queda hueco para el postre; asi que decidimos marcharnos.

-      Uf, me puesto gorda. – comenta Laura.

-      Tranquila, un trio quema muchas calorías. – dice Marta y me deja alucinado. – y tú no me mires asi, si ya sabes lo que va a pasar esta noche. – comenta Marta.

-      Si pero que lo digas tú, lo ratifica. – añado, haciéndola sonreír.

-      ¿y teniendo dos novias, te hace falta ratificarlo? – pregunta, alzando una ceja.

-      No mucho, estaba buena la comida del restaurante. – aprecio, recordando el sabor.

-      ¿y esto te sabe bien? – dice, Laura; acercando sus labios a los míos.

Al principio pienso que va a saber horrible y lo hago porque la quiero, pero me llevo una sorpresa brutal; su boca sabe rico.

-      ¿y la mía? – dice Marta, besándome; pienso que sabrá a pescado, pero no.

-      ¡Joder!, ¿que habéis hecho? – les pregunto impresionado.

Marta me enseña desde su bolso un enjuague bucal.

-      Si es que os tengo que querer. – y me las como a besos.

Poco después llegamos a la discoteca, nos vamos directos a la barra; aún no está muy llena, la camarera nos atiende rápido y nos pedimos una copa cada uno.

-      Vodka limón – pide Marta

-      Ron cola – pide Laura

-      Otro – me sumo.

-      Sois muy parecidos, vosotros dos. – dice Marta

-      Nah, no tanto. – le quito importancia.

-      Un poquito, no más. – me ayuda a quitarle importancia.

Tras darle el primer trago, nos vamos los tres a la pista y del tirón nos convertimos en algo que observar; las dos chicas empiezan a bailar guarreandome, como es obvio. Mi polla sube de un tirón, una en cada pierna; a veces una de espaldas y una de frente, otras veces las dos de espaldas o las dos de enfrente y muchas veces besándome con una u otra o incluso con las dos a la vez.

-      Uf que calor. – se abanica Marta, tras un par de canciones.

-      Yo estoy seca. – bebe como cosaca Laura.

-      Yo voy a reventar – susurro, pero no me escuchan.

Nada más beber, Laura me pone el culo en la polla y lo empieza a mover sensualmente; la escucho jadear, la rodeo con mis brazos y le como el cuello…Marta viene por detrás, me coge el culo; me acaricia el cuerpo, pega sus tetas en mi espalda y me come la nuca sensualmente mientras jadea también.

-      ¿nos vamos a casa? – le pregunto a Laura.

-      ¿ya? Si acabamos de llegar. – ríe divertida.

-      Es que quiero follaros ya. – le susurró al oído.

-      Aguanta, lo bueno se hace esperar. – contesta mordiéndose los labios.

-      ¿Qué dice? – pregunta Marta, clavándome las tetas en la espalda.

-      Que ya quiere irse y follarnos. – ríe Laura y hace reír a Marta.

Laura se da la vuelta, roza su chocho con mi polla; sus tetas con mi pecho, mientras Marta me coge el culo y me clava sus tetas en la espalda meneándolas sensualmente las dos mientras bailan conmigo. Se empiezan a morrear conmigo en medio, aprovecho y le como el cuello a Laura; mientras le agarro el culo a las dos, esta empieza a gemir bajito y de verdad estoy que reviento.

Puedo decir que soy el tío más deseado por las mujeres en la discoteca, el tío mas envidiado por los tíos; ellas son las victimas de miradas de asco por parte de las tías, de miradas de morbo de los tíos y esta noche serán las musas de las pajas o dedos de mucha gente.