Los fuertes brazos del vecino
No me pude quitar esa visión de la cabeza. ¿Acaso resultaría que soy gay? ¿Sería este el motivo de mi fracaso con las mujeres?
Los fuertes brazos de mi vecino el instructor del gimnasio.
Estaba nervioso, era la primera vez que iba a un gimnasio y tenía miedo de lo que pudiesen pensar los afiliados. Yo era un chico inocente virgen de 18 años que medía 1'68. Era muy delgado
y me veía a mi mismo muy débil y me avergonzada. Lo único que me gustaba era mi culo que curiosamente era lo que también me decían mis compañeras de clase.
Me acerqué al mostrador y realicé todos los tramites para suscribirme. Me quedé asombrado de la cantidad de hombres fuertes y sudorosos que se encontraban allí, me puse
más nervioso aún si cabe.
- De acuerdo, ya esta todo. Puedes ir a los vestuarios y empezar ya mismo. Si tienes dudas el entrenador de ayudará. - dijo el recepcionista.
Me vestí con una camiseta y unos pantalones cortos de de deporte que dejaban ver mis pequeñas piernas. Huí de la zona de pesas donde se encontraban todos los hombres musculosos y me puse a hacer sentadillas.
Con un sobresalto me sorprendí cuando noté una mano en mi hombro. Me giré rápidamente ¡Qué vergüenza era mi vecino! Un hombre de unos 35 años, 1.87, fuerte, pelo negro corto y muy musculoso. Se le marcaban las venas de los brazos. Miré fijamente sus verdes ojos y él emitió una carcajada.
- Hola vecino ¿Que haces por aquí? Es la primera vez que te veo... - dijo él. - Hola Iván, me acabo de apuntar. Por lo que veo en cambio tu no es la primera vez que pisas este lugar jajajaja - le respondí. - Pues no la verdad, llevo trabajando aquí unos pocos meses como instructor. ¿Sabes que estabas haciendo mal la técnica y que podrías lesionarte ?Mira como lo hago yo. - asintió.
Hizo un par de repeticiones. - Vamos prueba tú ahora. - expresó. Lo hice lo mejor que pude, pero no resultó lo esperado por él. - Mal, mal, mira ponte en posición. - declaró.
- Los brazos en alto. - expresó. Cojió mis brazos con suavidad y los dispuso mirando hacia el frente.
En ese momento noté una extraña sensación, ver sus grandes y fuertes brazos agarrando los mios tan pequeños comparando con los suyos...
- Haber, haz un paro ahora. Sí muy bien mucho mejor así. Voy a seguir con otras personas, suerte con lo tuyo. - finalizó. - Gra... Gra.. ¡Gracias! - intenté vocalizar con los nervios.
Seguí con mis ejercicios aquel día, pero ya no me pude quitar esa visión de la cabeza. ¿Acaso resultaría que soy gay? ¿Sería este el motivo de mi fracaso con las mujeres?
Acabé cansado y magullado después de esa sesión, el gimnasio estaba cerrando y la gente iba desapareciendo. De repente el aparació de nuevo.
- ¡Vaya! Así que aún sigues por aquí eh jajajaja. Huy ¿Y ese golpe? - refiriéndose a mí. Le expliqué que justo al finalizar los ejercicios me golpeé con una mancuerna. - Mmm, espera creo que tengo tenemos hielos dentro, sígueme. - dijo. - Pero si están cerrando ya... - respondí, y sin dejarme que terminara respondió. - Jajajaja. Tranquilo aquí el amo de llaves soy yo, soy siempre el último en salir no te preocupes. - asintió. Pasamos por diferentes salas donde solo puede entrar el personal del gimnasio.
Finalmente llegamos a una sala con una colchoneta. - Túmbate aquí un momento voy a por los hielos y vuelvo. - dijo. - Ya estoy aquí. - se sentó a mi lado y me agarro del brazo y me puso unos hielos. En aquel momento volví a notar esa sensación, un escalofrío recorrió cada extremidad de mi cuerpo. Yo me quedé fijamente mirando sus ojos. Cuando terminó me miró y me sonrojé completamente. - Tranquilo hombre es normal. - dijo mientras ponía su mano sobre mi muslo. En aquel momento puse mi mano encima de la suya, era bastante más pequeña en comparación. La agarré y la empecé a mover sobre mi muslo. Nos miramos y esbozó una leve sonrisa maliciosa. Tomó mi mano la besó, se acercó lentamente y me empezó a besar. Conectando sus carnosos y humedos labios con los míos. Notando su dulce perfume que se mezclaba con el sudor y testosterona que rezumaba.
El se levantó y me tomó para que me levantará con él. Se quitó la camiseta. Puede apreciar su atlético cuerpo que parecía sacado de alguna escultura griega. Con sus grandes hombros, definidos pectorales y abdominales que me hacían entender que él era un hombre de verdad y que me iba a tocar hacer de mujer...
CONTINUARÁ...