Los extraños gustos de mi hijo
Al día siguiente de su marcha volví del trabajo antes de lo habitual y me dí cuenta enseguida de que me hijo estaba rojo como un tomate como si hubiera estado a punto de sorprenderle en algo malo.
LOS EXTRAÑOS GUSTOS DE MI HIJO
La verdad es que hasta hace poco tiempo no sabía nada de estos temas, pero al ver esta página me he decidido a contar algo que comenzó a ocurrir hace casi un año y que ha cambiado mi vida por completo. He visto que la mayoría de las historias que aquí aparecen están contadas por hombres así que no les vendrá mal una historia real contada por mí, una mujer. Tengo 37 años y estoy casada, con un hijo de 14 años, un buen trabajo y hasta hace unos meses mi vida era de lo más normal.Yo creo que me conservo bien, me cuido y tengo todavía un cuerpo bonito, aunque era hasta antes de la historia una mujer bastante discreta y recatada. Mi vida sexual no era gran cosa, bastante monótona pero tampoco yo echaba nada de menos. Nunca he sido muy ardiente y mi marido se limitaba a cumplir cuando tocaba.
Todo esto se transformó cuando empecé a notar algo un poco extraño. Me dí cuenta de que algunas veces la ropa de mi cajón de prendas íntimas estaba un poco desordenada o, mejor dicho, colocada de una forma diferente a como yo la solía dejar. Al principio no le dí importancia, pero como se repetía decidí colocar algunas cosas conscientemente de una forma especial para ver si aparecían de nuevo descolocadas. Era una tontería pero comenzaba a obsesionarme. No entendía ni quién ni porqué podía ser.
No guardaba mas que mi ropa íntima en el cajón, ni dinero no nada más y sólo había tres posibilidades : mi marido, mi hijo o la chica que limpiaba de vez en cuando en casa. Los dos primeros imposible, luego sólo me quedaba la chica con quien tenía mucha confianza aunque no entendía las razones. Cuando ella recogía mi ropa nunca la guardaba sino que la metía doblada en el armario para que yo la colocara a mi gusto. Decidí preguntarle directamente sin darle importancia. Ella lo negó y dijo que no hurgaba en mis cajones para nada. Se molestó un poco, y yo pensé que lo mejor era asegurarse de qué era lo que pasaba exactamente.
Empecé una caza del personaje misterioso: los cambios seguían pasando y me percaté de que algunas prendas, pantaletas y brasieres estaban mal dobladas y en alguna ocasión parecían menos limpias de lo habitual. No estaban sucias pero tenian un extraño olor y daban la impresión de no estar bien lavadas. Comencé a inquietarme de verdad. ¿Qué significaba esto?. ¿Se ponía la chica mis prendas íntimas cuando yo no estaba?. En seguida adiviné que no era así. Los cambios seguían ocurriendo cuando ella no venía. Solo dos posibilidades: mi marido o mi hijo. O si no, me estaba volviendo loca, o alguien entraba en casa cuando no había nadie. Me dió miedo sólo de imaginarlo.
Mi marido viajaba mucho por negocios así que pude comprobar que tampoco era él. Los cambios seguían produciendose. ¿Mi hijo o un desconocido pervertido que andaba por casa?. Comencé a sentir pánico. Pensé en llamar a mi marido y decirle que se volviera del viaje. pero la incertidumbre duro poco. Al día siguiente de su marcha volví del trabajo antes de lo habitual y me dí cuenta enseguida de que me hijo estaba rojo como un tomate como si hubiera estado a punto de sorprenderle en algo malo.
Más amable y solícito de lo habitual, comenzó a contarme cosas cuando lo normal era que casi ni me hablara, ya sabeis,la edad. Cuando me fuí a cambiar la ropa y ponerme más cómoda pude comprobar que no sólo mi cajón estaba más desordenado sino también que faltaba una de mis pantaletas que conscientemente había colocado arriba del todo. Precisamente las más coquetas, rosas con encajes y muy ajustadas...que apenas me había puesto. Cuando acabé volví al salón donde estaba mi hijo. Pensé en preguntarle directamente, pero la sola posibilidad de equivocarme y provocar un numerito de adolescente agraviado me paró en seco. le miraba de reojo y me preguntaba si realmente era posible y porqué. Me voy a dar una ducha, le dije.
Bueno, no fué una ducha sino un baño relajante. De hecho, casi me quedé frita, estaba agotada. Cuando salí del baño, volví a mirar mi cajón, ahora más ordenado y con las pantaletas que faltaban colocadas en el mismo sitio que las había dejado pero más arrugadas y con una mancha en la parte delantera. Ahora sí que no tenía dudas. Mi primera reacción fué la de darle un grito a mi hijo. pero luego lo pensé: me intrigaba que significaba aquello. ¿Mi hijo era homosexual y le gustaba vestirse de mujer con mi ropa?¿La mancha era que se tocaba con mis pantaletas para masturbarse?. Yo ya sabía de los frecuentes "entretenimientos" con sus manos de mi hijo, son cosas, y manchas,que no se le escapan a una madre. Normal, es la edad, no soy una mojigata. pero esto...Decidí esperar a enfriarme un poco y meditar la forma de abordar el problema. Ahora mi hijo me parecía un desconocido, pero un desconocido que me preocupaba. esa noche tuve un sueño en el que mi hijo andaba por casa vestido con mi ropa, y la falda se levantaba por su erección.
Al día siguiente decidí hablar de ello con mi amiga Elvira. Era sicóloga y había trabajado una época en temas de sexología. Todavía recordaba cómo nos reíamos en las cenas cuando empezaba a contar casos raros de manías y perversiones. Quedamos para comer juntas. Mi hijo tenía una excursión y yo me fuí a comer con ella. No fué hasta el final de la botella de vino cuando me atreví a contarle lo que pasaba. Esperaba que pusiera cara de alucinada pero me miraba sin inmutarse. Le pregunté: ¿mi hijo es marica o un travesti de esos?, ¿está mal de la cabeza?, debería llevarlo a un sicólogo?...etc... Ella sonreía. Le parecía divertida mi angustia. Finalmente me explicó que no debía preocuparme tanto: no era tan raro. Podían ser muchas cosas...fetichismo por la ropa intima, complejo de Edipo, también tendencias homosexuales pero no le parecía por lo que yo misma le había comentado de las revistas que sabía que tenía escondidas y de su medio novia.
En cualquier caso pudiera ser que todavía estuviera definiendose sexualmente. O simplemente experimentaba. Lo que sí me aseguró es que lo peor que se podía hacer era intentar cortar traumáticamente con esto, con broncas, imcomprensión y sicólogo de castigo. Lo mejor es que le fuera tanteando, intentara sonsacarle poco a poco, buscando maneras de introducir el tema sin alarmarle demasiado..etc....Algo imposible pensaba yo. Y si lo que me preocupaba era la homosexualidad primero debía pensar que no tenía mucha posibilidad de cambiar las cosas y lo único que podía hacer era intenta provocar situaciones que me dieran datos sobre su tendencia sexual. ¿Cómo?. No sé...las madres tenéis mucha imaginación. En consecuencia, me había quedado más tranquila pero no sabía que hacer.
Pasó el tiempo, y aunque pasaba menos a menudo mi cajón seguía recibiendo las visitas de mi hijo. Había retirado las prendas más provocativas y había dejado sólo mi ropa interior más austera. No encontraba la forma de plantearlo a mi hijo sin desatar ninguna bronca, ni quería decirselo a mi marido, bastante estrecho en sus convicciones morales. Me acordé de algo que había dicho mi amiga: lo mejor es vencer a la tentación sucumbiendo a ella. Me fuí a comprar lencería sugerente: pantaletas y brasieres sexys, alguna combinación, incluso medias, no pantys, que yo jamás había usado. Había decidido facilitarle las cosas a mi hijo pensando en que se hartaría de ello. Si quería ropa íntima de mujer yo se la iba a facilitar. Mudaría mi verdadera ropa a un lugar más seguro y que él utlizara esta cuanto quisiera, a ver que pasaba.
Así fué: el descubrimiento debió ser una fiesta para él ya que el cajón apareció más desordenado que de construmbre. Enseguida descubrí su predilección por las bragas rosas con encajes y puntillas, ajustadas, de lycra sobre todo...y las transparencias..También los camisones aparecían arrasados. las medias sin embargo, aunque aparecían mal dobladas, no parecía que se hiciera nada con ellas...quizás miedo a romperlas y delatarse. También decidí averiguar cual eran los gustos de mi hijo : mujeres u hombres. Si estabamos solos en casa, veía la tele con él...buscaba las películas con más escenas fuertes que antes me hacían sentirme íncomoda si estaba él para ver como reaccionaba...o programas donde salían chicas poco vestidas.
Me parecía que como a todos los chicos se le iban los ojos detrás de las chicas jóvenes con pechos grandes. De repente, comencé a notar que a veces me miraba de una forma especial. Si iba con bata y al sentarme se habría un poco descubriendo los muslos...o llevaba una falda un poco corta...o su mirada se iba tras el escote...Bueno esas cosas. Decidí provocar un poco la situación: si mi hijo miraba incluso a su madre de esa manera era que no le desagradaban las chicas ¿no?. Comencé a pasearme por la casa con poca ropa, con combinaciones cortas, bata entreabierta. A ponerme las faldas más cortas que tenía y las blusas con menos botones. También a dejar la puerta entrevierta cuando me cambiaba, dejando ver aunque claro hasta un cierto límite. Parecía que aquello le gustaba ya que cuando era así buscaba mi compañía...y notaba sus miradas furtivas. No sé porqué pero pensé que tenía que asegurarme.
Otra noche de viaje de mi marido fuí al cajón famoso y saqué algunas de las prendas que había comprado para él. Saqué las pantaletitas de lycra que tanto le gustaban...me desnudé y me las puse.Fué una sensación: la tela se ajustaba a mis partes más íntimas como una segunda piel y tenían un tacto delicado y sensual...me encantaron. Pero lo más fuerte es que no pude evitar pensar que él se había frotado ahí con ella ...o se las había puesto. era como si rezumaran sexo y sentí una excitación desconocida pra mí...un cosquillleo que no podía controlar. Los pezones se me pusieron duros al instante. Decidida me puse el sujetador a juego y por encima un camisón cortito de tirantes que transparentaba un poco...lo suficiente para adivinar la forma de las pantaletas bajo la tela. me sentía por primera vez en mucho tiempo sexy y estaba como borracha de sensaciones. Nerviosa fuí al salón.
El estaba viendo la tele como siempre. ¿Has visto mi bata? le pregunté. Su mirada sorprendida recorrió mi cuerpo centímetro a centímetro. me pareció una eternidad...me sentí tocada por sus ojos por su imaginación. Sus ojos se detuvieron intentando adivinar las pantaletas que llevaba debajo.No la he visto, contestó sin mirarme a los ojos. Volví a la habitación acalorada y excitada. No pude evitar acaricarme por encima de la ropa, por encima de esas pantaletas que antes habían rozado sus cuerpo, su sexo y que seguro él volvería a tocar ¿pensando en mí?. Estaba avergonzada pero no me podía controlar. Una ducha de agua fría sería lo mejor, o eso dicen.
Bueno, ya estaba claro que las mujeres no le desagradaban...pero seguí provocando sus miradas como excusandome porque quería asegurarme cuando en realidad ya lo sabía. Empecé a comprarme más lencería sugerente, no de esa pequeña y hortera, pero si prendas de tacto sensual, con encajes, transparencias, ajustadas....Comencé a cambiar de gustos con la ropa...faldas cortas, medias, vestidos vaporosos...ropa más femenina y más insinuante. Olvidé la separación que había hecho de la ropa que realmente me ponía y la que dejaba en el cajón para que él la cogiera. Sentía como si compartieramos una intimidad muy especial a través de mis prendas intimas.
Era como recuperar un vínculo con mi hijo sólo que ahora tenía un regusto erótico al que no me podía sustraer. MI hijo estaba encantado evidentemente con los pases de modelo en lencería, o la visión de mis piernas con medias casi del todo descubiertas por la brevedad de mis faldas y vestidos, o las transparencias de mis blusas. Pero no sólo era eso. En el trabajo empezaban a mirarme algunos hombres de otra forma: notaba sus miradas clavarse en mi espalda, o recorrer mis piernas hasta el borde de mi falda cuando me sentaba. Al compañero que normalmente se sentaba enfrente comenzaron a caersele continuamente las cosas al suelo y a la vez que las recogía notaba como se demoraba buscando ver bajo la sombra de mi falda. para mí era como volver a ser una jovencita sólo que ahora me sentía dueña de la situación y la disfrutaba. Sentía renacer mi cuerpo, como se volvía mas suave y dulce.
Más sensual y me provocaba sensaciones que no había sentido nunca. Tenía unas piernas largas y bien formadas pero sólo ahora disfrutaba luciendolas. Siempre había pensado que mi pecho era demasiado grande pero ahora me parecía el colmo de la sensualidad y lejos de ocultarlo lo remarcaba con sujetadores ajustados y escotes. Y no sólo eran los chicos: Comencé a fijarme como vestían otras chicas del trabajo. Me fijaba en como se marcaba su cuerpo bajo las ropas, que prendas se ponían y espiaba en el baño la ropa interior cuando había ocasión. Empecé a entender que había algo muy erótico en todo ello y sentía que comprendía algo más a mi hijo. En especial, una de mis compañeras de trabajo, Rosa, me parecía el modelo a imitar. Nunca iba demasiado estridente ni descarada pero había algo en su formad e vestir y comportarse que la hacía muy insinuante...Y no sólo para mí.
Llegué a comprarme un modelo de sujetador porque se lo había entrevisto a ella en el baño y fué una visión erótica con la que soñé varias veces. ¿Qué me estaba pasando?. Se me ocurrió una forma de justificarlo: quería volver a sentirme atractiva y deseada, ya se sabe, cerca de los cuarenta, buscando recuperar la pasión de su marido( nunca la tuvo), y recuperar la confianza consigomisma...ese rollo que me contaría Elvira.El caso es que mi marido seguía sin hacerme caso a pesar del cambio evidente en mí y yo cada vez tenía más sueños eróticos.
Pero lo que seguía siendo el colmo del placer culpable y vergonzoso era la intimidad que compartía con mi hijo a través de mis prendas intimas. Ahora sólo me ponía las prendas de ropa interior que sabía que el usaba para masturbarse...y en el colmo del morbo comencé a acariciarme. masturbarme más bien con las bragas puestas para a continuación ponerlas en el cajón sabiendo que mi hijo cogería esa prenda llena de mis flujos vaginales.
Tenía que hacer algo. O cortar del todo o algo parecido.Y se dió la ocasión. Mi marido de viaje otra vez. Bueno, otra vez paseo en combinación por casa...mi hijo que me mira....que a pesar de ser viernes no quiere salir con sus amigos y cena en casa. Le digo "hoy cena especial". Le preparo su plato preferido, me ducho y me visto de fieta para él. Falda de vuelo muy vaporosa y cortita, blusa sin mangas que deja transparentar la combinación corta que llevo por debajo y medias color marfil. El vino de la cena hace el resto. En la sobremesa, una copa sirve de espuela y le digo a mi hijo: "Que te parece el modelo que llevo hoy?" . "estás muy guapa, mamá" responde. Sigo preguntandole cosas cada vez más abiertamente :¿te parece que tu madre es todavía atractiva para otros hombres? y cosas así.
El se dehace en alabanzas. pero su mirada se pierde en el borde mi falda, cada vez más arriba casi sin enterarme. Estas medias son nuevas así que se me bajan un poco le digo mientras me las ajusto subiendo un poco más la falda y dejándole ver el final de las medias ,mis muslos y la puntilla de mi combinación. Veo por primera vez claramente su bulto bajo el pantalón y por primera vez intento imaginarme como será su pene en erección.Me estoy mojando. Me dejó recostar sobre el sofá y mi falda se sube hasta que deja descubiertas no solo mis piernas sino el principio de mis pantaletas. Noto su mirada como si penetrara la tela a través de los encajes y me tocara directamente pero no me muevo. Estoy un rato así....el hace verdaderos esfuerzos por disimular hasta que le digo: ¿te gustan mis pantaletas?. Se pone colorado. Me subo más la falda: las conoces bien...me las has cogido muchas veces.
Ya no está colorado, está escarlata y veo que el bulto se ha bajado de golpe. No quería avergonzarle así que intento arreglarlo: no te estoy riñendo...en realidad me gusta compartir ese secreto contigo y quiero que continues haciendolo. No se esperaba eso y me miraba extrañado. Sigo: entiendo lo que debes sentir (no lo tenía muy claro) y me gustaría que no me lo ocultaras....que tengamos eso en común. Cara de incredulidad. te refieres a que no te importa que me ponga tus ....calzones , me dijo casi susurrando( o sea que realmente se las ponía...no sólo se tocaba). Claro que no ...repondí. Si quieres te puedes poner algo estando conmigo no tienes porque esconderte...es más...me gustaría que lo hicieras ahora. Puedes ponerte como quieras. Su cara se iluminó. Lo que nos esperaba era que me dijera: me gustaría ponerme la ropa que llevas tu ahora. Si decía que sí no había marcha atrás. Mis pantaletas estaban totalmente empapadas. Espera aquí le dije. me fuí a mi habitación me quité toda la ropa y me puse el camisón más transparente que tenía y unas pantaletas rosas tipo tangas casí transparente por los encajes. Mis pezones destacaban bajo la tenue tela oscuros y durisimos.
Volví al salón con la ropa en la mano. Pontela le dije. Todo? preguntó...Solo lo que quieras, le dije, es como si fuera tu ropa. Cuando se retiró a su habitación me quedé diciendome a mi misma...Estás loca, loca, loca...... Antes de que acabara de reñirme a mi misma volvió él con la combinación puesta: parecía a punto de estallar...él era ya más corpulento y ancho que yo. Llevaba también las medias puestas y se marcaba muchísimo bajo la tela de la combi las pantaletas y el bulto que era imposible de ocultar. Pese a lo que me había imaginado otras veces no era un imagen ridícula lo que veía...sino una mezcla de femenino y masculino que me resultaba irresistible. Y además era como si cuerpo que había sido rozado antes por esas prendas le acariciara a él ahora. Dejame ver como te queda.
El volvía a estar rojo como un tomate y temblando...pero ahora su erección no bajó. Le subí la combinación. Te tienes que ajustar un poquito mejor las pantaletas le dije mientras ponía voz casi indiferente.Pero mis piernas temblaban más que las suyas ante lo que veía. Bajo la tersa y fina tela de las pantaletas se marcaba con nitidez un pene erecto y más grande de los que imaginaba que comenzaba a mojar la tela con una mancha oscura de humedad que casi podía oler.
Demasiado para mí. Realmente deseaba no solo ver más sino tocar y...bueno. Es hora de ir a dormir dije , reuniendo todas las fuerzas de las que era capaz. Espero que duermas con esa ropa y que cojas siempre que quieras mis prendas si te apetece.Tendremos ese secreto en común ¿esta bien?. Buenas noches hijo. me dí la vuelta corriendo para no ver su cara decepcionada. y me fuí a la cama. No hay que decir que me masturbé como una posesa pero al final me había controlado. Me decía: está bien, no has hecho nada malo. Lo que decía Elvira, desdramatizar y dejar que las cosas sigan su curso, ponerselo fácil para que supere su manía. Pero estaba cachonda no lo podía evitar.
A la mañana siguiente era como si nada hubiera pasado. me desperté como si hubiera sido un sueño nada más. Pero no lo era: me fuí a preparar el desayuno y ví de refilón que me hijo se había despertado y que estaba en el baño. Me puse la bata para tapar un poco mis ropas tan evidentes y fui a su habitación a avisarle del desayuno. Acudió enseguida y se tomó el desayuno en un dos por tres sin decir nada y después se fué corriendo con la escusa que tenía partido con los amigos.Me quedé cortada. Por un momento pensé que había sido demasiado lo de la noche. Fui a su habitación: pero alli no encontré la ropa que le había dejado. Fuí a la mía ¿la habría devuelto?. Tampoco.
Entoces miré en el carto de baño en el cesto de ropa sucia..Allí estaba....la combinación sólo que ahora con su olor tan masculino, las medias arrebujadas y...las pantaletas echas una bolo y ¡ llenas de! ...no podía ser...pero era...llenas de su semen. Se acaba de venir en mis pantaletas cuando le había visto meterse en el baño. Aquello fué más de lo que podía soportar, estaba como hipnotizada, como en trance....no pude aguantarme pasé un dedo y me impregne del cálido y viscoso jugo y lo chupé. Probe el semen de mi propio hijo. Después las pasé rozando mis pezones. Quería venirme de nuevo..Me fuí a la habitación me puse las pantaletas empapadas en su leche y me masturbé sintiendo como mojaban mi vagina. Apretaba con un dedo metiendome la tela dentro de mis labios vaginales. Tuve el orgasmo más fuerte de mi vida.
Extenuada me dije a mi misma que no volvería a pasar hasta que sonó el teléfono: era mi marido. No volvía esta noche...lo que me daba otra noche más a solas con mi hijo. Mi promesa no duró, empecé a planear lo que pasaría cuando volviera él del partido. Había que vencer la tentación sucumbiendo a ella.
Vovió a comer serio y esquivo. No hice ningun comentario. Sabía que si fuera una situación normal el se iría después de comer a su habitación a leer o jugar con el ordenador. Así fué, pero sobre su cama le había dejado las ropas más incitante de todo mi arsenal. Entré al cabo de un poco, no se había puesto nada y casi no me miraba. ¿Así que no me miras?, pensé.
El estaba mirando la pantalla de su ordenador...frente a la cama. Así que dije en voz alta: Bueno...si no te gusta esta ropa....me la pondré yo. Lentamente, me comencé a desabrochar la blusa.Noté su mirada clavada en mí. Sin mirarle a él pero enfrente suyo me saqué la blusa mostrandole mis pechos a punto de estallar en el sujetador negro que llevaba, más pequeño de lo que debía. Me desabroché la falda y comencé a bajarla poco a poco.
Cuando le mostré del todo mis pantaletas, mi corazón palpitaba y los pezones querían salirse de los pechos.Después...como había visto en las películas me alisé y ajusté las medias acariciando insinuantemente mis piernas desde los pies hasta el final de mis muslos, mientras le miraba.El ya no miraba la pantalla sino a su madre, ardiente y llena de fantasías a punto de estallar, y por primera desde que todo había empezado, no esquivaba mi mirada sino que la sostenía con ese brillo de deseo y fascinación que a mi me incitaba a ir cada vez más lejos. Me puse de espaldas a él y casi sin respirar me quite el brasier. Aunque no podía ver mis pechos por la posición era como si me los estuviera acariciando. Apoyé mis manos en la cintura de mis pantaletas y las bajé repentinamente mostrando mi culo desnudo.
Estaba completamente desnuda delante de él y me sentía como una colegiala: como aquella vez que jugando de niños con mi primo nos desnudamos del todo uno frente al otro. Sólo llevaba las medias puestas y me giré para coger la ropa que había en la cama y durante un breve instante él pudo ver mis pechos grandes pero aún en forma y el vello de mi sexo. Y pude ver bajo la mesa que el se tocaba bajo el pantalón mientras seguía mirando sin perder detalle.
De espaldas de nuevo me puse las pantaletas y el brasier que había cogido de la cama: era un conjunto rosa de encajes. Me dí la vuelta y mirandole a los ojos le pregunté: ¿qué pasa, no te gusta este conjunto?....pensaba que te gustaría. Me gusta ..me gusta mucho....dijo con un hilo de voz y temblando. Ven aquí que te lo pongo....dije mordiendome el labio cuando lo ví caminar con su pantalón entreabierto y el inmenso bulto bajo los calzoncillos. Le quité la camiseta y le bajé los pantalones. Sentada en la cama comencé a bajarle los calzoncillos. Su polla,porque era su polla aunque hasta ahora solo hubiera podido pensar en ella como su pene o su sexo,saltó como un muelle a escasos centímetros de mi cara. estaba hinchadisima pero con la punta aún cubierta por el prepucio.
No me pude aguantar: acerqué mi mano y suavemente le descubrí el capullo que ya estaba goteando. pensé que se iba a correr ya mismo sobre mi cara pero aguantó. Mi lengua asomaba por entre los labios deseando lamer esas gotitas que perlaban su punta enrojecida. Me levanté y me volví a sacar el suje y las pantaletas: ël, inmóvil, estaba tan cerca de mí que mientras lo hacía sentía el roce de su punta en mi piel. Cuando me agaché a recoger las pantaletas que me había quitado su capullo rozó mi pecho.
Le acaricié el cuerpo con ellas y susurré: ¿seguro que quieres que te las ponga?. El asintió sin decir nada. se las puse lentamente. Cuando estaba a punto de cubrir su polla con los encajes no pude resistir más y le dí un lametazo a ese capullo que apuntaba directamente a mis labios rojos. Sentí su sabor más íntimo y caliente de su líquido preseminal en mi boca. Se las acabé de ajustar y mientras le decía cosas dulces y lo bien que le quedaban comencé a acariciarle el sexo por encima de los encajes. Lo tumbé en la cama y el empezó a tocarme los pechos yo le llevé su mano a mi coño y mojé sus dedos para luego llevarlos a su boca. era como si me tuviera un orgasmo suavemente pero sin parar. Me puse a darle besos por encima de las pantaletas....estiradas totalmente por su erección y luego a lamerlas....a soltar toda mi saliva sobre ellas hasta empaparlas. Me metí su punta en la boca sientiendola a traves de la tela y noté como se contraía....no me aparté. Sentí su leche saliendo a borbotones... atravesando la tela de las pantaletas e inundandome la boca del líquido más viscoso, caliente y sensual del mundo. Lo chupé todo mientras hundía mis dedos en el coño con los espasmos de mi último orgasmo.
Cuando logré incorporarme su semen resbalaba por mis labios mezclandosé con el carmín rojo.El estaba con cara de felicidad tumbado con los ojos cerrados y yo no me sentía avergonzada como había imaginado, sino satisfecha y más unida a mi hijo que nunca. Se durmió. Eso como todos. Durante el resto de la tarde él estuvo vestido con mis ropas y yo me vestí como a él le apetecía: es decir, provocativa.
Esa noche dormimos los dos en la cama, ambos con camisón de satén y con muchas caricias y juegos placenteros hasta que nos dormimos. Aquella situación no duró mucho...no podía llegar. Nunca quise que hicieramos el amor hasta el final y enseguida él comenzó a tener interés en otras personas. Abandonó la ropa interior femenina, al menos la mía....Pero en mí había cambiado algo que ya no podía parar....ero eso es otra historia.
CATALINA