Los extraños del cielo 3
El dia más triste de Miska
Miska se despertó de nuevo en su celda, pero la celda estaba abierta, le dolia mucho un punto de su espalda y notaba algo raro, como su tuviera algo que no es suyo, con el sigilo de los Felis, salió de su celda, no olia a nadie, exploró los rincones de la nave en busca de una salida, pero de repente captó un olor, un olor delicioso.
-es estúpida, se está desviando al laboratorio de virología – dijo uno.
-no, algo captó su atención – decía Jose
Entró en una habitación llena de tubos de ensayo y fluidos de diferentes colores, le atraían la atención, pero el olor la atraía, ese delicioso olor, entonces los vió.
Pequeñas criaturas de cuatro patas, no mas grandes que su mano, eran muy velludas, con colas largas e incisivos afilados, las criaturas se asustaron al verla.
Ella agarró uno por la cola, lo observó curiosa, el olor era una delicia, abrió la boca y hundió sus dientes en la carne de la criatura que exhaló su ultimo aliento antes de ser masticada muy despacio, siendo extraido su sabor y trozo a trozo la carne de la criatura recorria el interior del sensual cuello de Miska.
-¡no! ¡puta verdosa! ¡esas son mis ratas de laboratorio! ¡joder! ¡ahora va por mis cobayas! ¡mis ratones! ¡mis conejillos de indias!
-al parecer es carnívora, devora mamíferos pequeños, aunque no sean del planeta – dijo Jose.
-¡se está llevando las jaulas! ¡¿nadie va a detenerla?!
-ya clonaras otros roedores para martirizarlos con los virus de este planeta.
Miska se llevaba tres jaulas de esas deliciosas criaturas, tal vez pudiera criarlas, si se reprodujeran lo suficientemente deprisa, tal vez no necesitara salir de la cueva, no volverían a viajar en busca de nuevas zonas llenas de manadas de presas para su sustento, podrían dejar de ser nomadas, solo buscar un sitio comodo y quedarse, aún recordaba esa pradera, tan humeda, tan llena de dulces olores vegetales, cuanto la echaba de menos.
Cuando llegó a la cueva, todos los de su tribu la abrazaron, se preocuparon por ella, pero les sorprendió las criaturas que habia traido y el extraño calzado que portaba.
Los alimentos que Miska traia eran deliciosos, la sangre roja les gustaba bastante, incluso decidieron pintar una pared con ella contando el dia de hoy.
lo que les atraía la atención eran las jaulas de plástico, era transparentes, duros, algunos miembros de la tribu propusieron usarlas para transportar agua ya que la parte de arriba de la jaula era abierta.
Miska habló de las criaturas que habia encontrado, como vivian, como vió un macho fertilizar a su hembra ante los cada vez más asombrados miembros de la tribu.
Pero Miska sentia algo, como si la observaran, como si la escuchara, como si vieran a través de sus ojos y de sus oídos.
de repente la llamaron, ella acudió, sabia que a el no le gustaba que le hicieran esperar.
El consejo de viejos, los más viejos y sabios de la tribu, ella les hizo una reverencia, entre los viejos, estaba Trupol.
Antaño, Trupol era un temido guerrero que se decía que podía aniquilar manadas de gigantescos carnívoros el solo, ahora, era un anciano muy longevo, se decía que los espiritus de los que murieron en sus manos lo mantenían vivo para que no los cazase en el mundo del sueño eterno, era tan viejo que ya era viejo cuando el abuelo de Miska era un recién nacido, al menos es lo que se decía, su largo pelaje, era blanco como la nieve.
-bienvenida niña, me han dicho que has conocido criaturas extrañas en tu perdida ¿puedes contármelo? – decía el amable anciano.
Miska le contó al anciano con todo detalle lo que recordaba, el anciano escuchaba con serenidad en un contraste con los asombrados viejos.
-hija ¿tenian un símbolo? ¿un rectángulo con un cuadrado azul lleno de estrellas de cinco puntas y el resto con rayas rojas y blancas?
Miska hizo memoria, habian varios rectángulos, uno de ellos era idéntico al que decía, asintió temerosa con la cabeza.
-hija, ellos no son de nuestra tierra, son de más allá de los cielos, un dia me encontraba persiguiendo a dos saqueadores de otra tribu, mi rabia relampagueaba pomo la tormenta, juré acabar con la tribu entera sin piedad, pero vi algo que caia, incumplí mi promesa para saciar mi curiosidad, era un monton de metal ardiendo, vi ese símbolo, pero pude arrancar una placa de oro, Lofot, enséñaselo.
-mira que viejo es ese felino – decía Mark.
-¿Qué están…? ¡¡¡¡!!!! ¡tios! ¡esa es la placa del voyager – decía Rose.
El anciano mostró una placa dorada que mostraba un mapa del sistema solar y tres figuras, un hombre levantando la mano, una mujer y un niño.
-¿las criaturas son asi? – preguntó el anciano.
Miska quedó con la boca abierta, lo afirmó.
-hija, al parecer, según ellos, hay nueve mundos, nueve reinos que están habitados por criaturas, según esto, ellos vienen del tercero y la dirección de ese mensajero de hierro era en nuestro mundo, al parecer quieren que sepan que ellos existen, pero… ¿son amigos?
Miska enseñó su calzado metalico, le acercó su pie al anciano, este lo olfateó.
-cuidado hija, muchas tribus te agasajan de regalos y fiestas, pero cuando más confiado estas, sacan sus garras y te despedazan, pero ahora disfruta de la fiesta, ya que es tu ultima noche como niña, disfruta de tu niñez, te lo dice un anciano con corazón de niño.
Miska hizo una reverencia y se dirigió a la fiesta, entre los pelajes verdes destacaba un extranjero, un felis de color castaño con manchas negras y cola más corta, era corpulento, muy corpulento, habia vencido a Torol en un combate amistoso y le daba un extraño liquido que le daba buen humor a su amor platónico.
El forastero puso sus ojos en Miska y de un salto se puso ante ella.
Lo que para los humanos eran maullidos simples, era un lenguaje que se entendían los Felis.
El, le mostró la mejor de sus sonrisas y le hizo una reverencia a Miska.
-salve hermosa Miska, mi nombre es Gorgon espalda azul, hijo de Yifas la terrible y Trarok el romperocas, que es al mismo tiempo hijo de Gastral “el que hace templar” rival de vuestro patriarca Trupol “el invencible” como ves por mi pelaje, vengo de tierras montañosas atraído por lo que decian mis compañeros de caza que hablaban de una felis de la selva, la más bonita que habian visto, yo les dije ¡no os creo! Pero ellos me dijeron ¡nos insultas! ¡peleemos! Y derroté a los tres a la vez, pero les dije que iré a verlo con mis propios ojos y si es cierto, os traería a mi tribu.
Le cogió la mano con suavidad y le dijo.
-y por las piedras de la montaña donde vivimos, es cierto, por ello participare en el combate y te llevaré allá, eso si, me llevaré la paliza de mis compañeros de caza como disculpa
Miska lo consideraba un poco engreído, pero no tanto como Feess, pero… le caia bien, la hacia sonreir ¿su patriarca era un guerrero poderoso? Le pidió que contara historias de el.
Le contaba historias de que se peleaban hasta arrancarse la piel a tiras, que competían por saber quien cazaba más, provocándoles el destierro de su tribu original debido a que extinguieron la caza, la tribu de las piedras mojadas, la tribu de los felis azules, los felis azules eran raros, vivian en las costas dedicándose a la pesca y ocasionalmente a la caza, el le mostró con orgullo su espalda, su pelaje era azul claro, le dificultaba el camuflaje en la montaña, pero era la prueba que era descendiente de un poderoso guerrero, los felis de montaña eran de naturaleza guerrera, no eran tan agiles como los felis verdes, pero lo compensaban con una fuerza mayor, de hecho, no dudaba en mostrar su musculatura.
-está como un tren – decía la chica de José mordiéndose los labios.
-¡Irene! ¡estoy aquí! – dijo José.
-venga, seguro que pensabas en follarte a esa chica – decía Irene.
-no, se lo habría pedido a Mark mientras monitori…¡ay! ¡¿Qué coño te pasa?! ¡Maria!
-hombres – decía la guerrera canela.
Miska se reunió con sus amigas, hablaban de su vida lo que disfrutaron cuando eran pequeñas pero que ahora serian esposas, madres, su mundo cambiaria cuando se emparejen.
Ella se limpió todo su cuerpo, sus manos pasaron por sus pechos, unos pechos que pronto serian cubiertos por otras manos, su vientre, un vientre que se llenará de vida, su útero, que se llenará de carne de su macho.
Ella se aseó con resignación.
El dia llegó, las chicas como trofeos, veian los combates con sus mejores galas Torol era fuerte, Feess era cruel, pero Gorgon era imparable, pero noble, al contrario que Feess, el paraba cuando el rival no podía más, aunque no se lo pidiera.
Pero el combate de Torol y Feess fue algo que traumatizaría a Miska.
Torol saludó, pero Feess no, en ese momento, ambos saltaron y sus garas chocaban entre si, aunque Feess era fuerte, Torol no daba su brazo a torcer, lo vencería por su amiga.
El combate se alargaba, eso impacientaba a Feess, Torol lo notó, el estaba siempre a la defensiva, su cuerpo estaba lleno de heridas, pero su espíritu era fuerte, Gorgon sonreía impaciente por combatir contra Torol, para el, los de espíritu fuerte son los más deliciosos en combate.
-Miska es mia, perdedor – gritaba Feess.
-¿no me lo digiste hace…? No se ¿Cuándo se escondió el sol? Ahora amanece – decía Torol probocandole.
Feess se lanzó al ataque, pero Torol lo esquivó a tiempo y lo lanzó contra la pared y le clavó las garras en el cuello, Feess, gritó que se rendía y Torol, sin creerlo, se alzó victorioso, miró a Miska sonriendo.
Fue lo ultimo que veria.
Las traidoras garras de Feess cortaron la yugular de Torol, derramando su sangre verde por el escenario, todos enmudecieron ante ese acto indigno, salvo Gorgon, que lanzó un rugido y se lanzó a por Feess, el cual pudo escapar aprovechando la confusión.
Gorgon no podía correr tan rápido como Feess, pero podía hacer una cosa.
Con sus garras, abrió el pecho del Felis muerto y hundió su mano en el, sacando algo, el corazón, un corazón aun latiente, Gorgon masculló una letania y devoró el corazón ante los atonitos ojos de la gente.
Miska, sin creérselo, huyó, quería velar por Torol, pero el miedo que le provocaba Gorgon era inmenso, verle comerse el corazón de su amado, quería irse, quería escapar ¿y si esos viajantes la llevaban? Si, lejos, donde la pena y el miedo no la alcanzasen jamás.
Jose estaba preocupado, todos vieron ese acto cobarde con indignación, pero las lecturas de Miska indicaban tristeza y miedo ¿haria alguna locura?
Algo caia a sus pies, vió a Miska, con decoraciones de piedras preciosas, en su boca portaba una criatura muerta que se la ofrecia.
-¿te encuentras bien? – preguntó Jose.
Ella no entendía, hizo gestos señalaba la criatura muerta y luego le señalaba a el, luego se señaló a si misma y señaló al cielo.
-¿quieres que te llevemos con nosotros a cambio de carne? Lo siento, no podemos – dijo Jose que se disponía a dar la vuelta.
Pero Miska no se rendía, se quitó las ropas que la cubrían y se pegó en la espalda de Jose mientras ronroneaba.
-Jose notaba los suaves pechos de la felis en su espalda, intentó no hacerle caso, pero vió a la felis de rodillas ante el, en ese momento Miska recordó.
Con sus garras, arrancó los pantalones, el retrocedió pero cayó de espaldas, ella se colocó encima de el.
Ambos se miraron, ella tenia una mirada tan sensual.
El unos ojos tan hermosos.
Miska, besó al humano, era un beso torpe, pero su lengua es tan aspera, su abrazo tan dulce, pero lleno de tristeza, no pudo evitar que se le levantara.
Ella lo notó, era dura, calida como el amor, puso su cara felina a la altura del miembro para mirarlo, siguiendo sus recuerdos, abrió la boca y la enguchó.
Ahí notó José la aspereza de la lengua de Miska, apretó los dientes de gusto mientras Miska lamia con ganas aquel miembro, ella miraba la cara del macho con sus ojos felinos y luego proseguía.
-p-para gatita, me corro – decía Jose sin poder evitar disparar sus semillas dentro de la garganta de Miska.
Ella notó el sabor de Jose, lo miró esperanzada.
El jadeaba satisfecho, pero preocupado.
Ella pensó que si tenia un hijo con el, el accedería a llevarla, se puso sobre el y sintió carne dentro de ella, por primera vez.
Su verga seguía dura, pero su agujero era tan estrecho y pequeño que dolia.
-dame un hijo, dame un hijo – decía Miska mientras hundía la carne del macho dentro de ella.
El disfrutaba, quería evitarlo, pero su instinto masculino de vaciar su material genético dentro del primer útero disponible, le cogió los pechos a la pequeña felina, con suavidad, con dulzura, ella notó esas calidas manos en sus senos, su dolor desaparecia lentamente para aumentar el placer.
Ella entre lagrimas le pedia un hijo, se lo pidió hasta que el orgasmo la invadió, los invadió a ambos, en ese momento, agotada tanto física como mentalmente, se desmayó sobre Jose.