Los extraños anales de Júlia (Prólogo)

Prólogo

El culo me empezaba a doler de verdad. Después de correrme se me suele cerrar, y ya hacía unos minutos que yo había terminado. Sin embargo, el negro que tenía a mi espalda me lo seguía follando a una velocidad increíble. Como ya me estaba dando el bajón y él no daba el más mínimo síntoma de desfallecer, decidí ayudarlo un poco, abriendo y cerrando el agujero de mi culo a pesar del dolor, y empujando mis caderas contra él con todas mis fuerzas.

  • ¿Te gusta? ¿Te gusta mi culo? ¡Fóllatelo, vamos, más fuerte, cabrón! -le gritaba- ¡Rómpeme el culo con ese pollón que tienes!

Y menudo pollón tenía. Justo lo que hacía tiempo que andaba buscando: la polla más grande que encontrara para que me follara el culo. Era como una excentricidad romántica, la gran despedida al tipo de vida del que estaba tan harta, pero que no quería dejar sin cumplir una de mis fantasías. 27 centímetros de largo y 18 de perímetro me parecieron la mayor despedida que pude encontrar, sin duda lo más grande que he tenido delante.

Agradecí a los dioses cuando aquella bestia se corrió dentro de mi culo maltrecho, pese que se dejó caer sobre mi, aplastándome contra el colchón, respirando un aire caliente, fuertemente viciado por un olor penetrante a sexo y a sudor. Noté cómo poco a poco esa polla se deshinchaba dentro de mi, y lo hice salirse antes de que se le resbalara el condón XXL que hacía 3 meses que llevaba encima.

Cuando se levantó y fue al baño noté alivio y frescor; por el aire contra mi piel empapada, por mi culo abierto, por la vida que estaba dispuesta a llevar a partir de ahora, sorprendiéndome a mi misma por no sentir ningún miedo. Era justo lo que quería hacer.

Pero todo esto empezó realmente hará trece años. Siempre sola en casa por las tardes, hacía rebotar una pelota de tenis al suelo con fuerza, para que llegara hasta el techo, paseando de esta forma por todo el piso. ¡Me llega a pillar mi madre y me mata! Arriba y abajo con la pelota... Por el pasillo, el comedor, el despacho, la habitación de mis padres... Y ahí fue dónde la pelota rebotó en el techo cayendo encima del armario.