Los dos hombres de mi vida

Aunque el título pueda sonar algo sensiblero, la historia va sobre los dos tíos más importantes que han pasado por mi vida en el plano sexual.

Desde que el verano pasado me decidí a escribir la historia de mi vida, se me venía ocurriendo la idea de narrar también las memorias de los dos tíos más importantes que han pasado por ella. Porque además, son los únicos hombres a los que he besado y sus vergas, las únicas que he chupado. No quiere decir que no haya tenido relaciones con más gente, pero con los demás no he pasado de follármelos o permitir que me hicieran una mamada. Gus y Javi aparecen en la saga “Etiquetas” que encontraréis en mis relatos. Para quien no quiera leerla, haré un pequeño resumen: tengo treinta y dos años, estoy casado con una mujer, soy de Albacete pero estudié en Navarra, donde conocí a estos dos personajillos y comencé a tener aventuras con hombres. Javi se convirtió en mi mejor amigo y ahora es también mi amante, y nos vemos cuando podemos no sólo para follar. Aprecio absolutamente cualquier minuto que pase con él. Con Gus mi relación no ha sido tan cercana, pero también le considero mi amigo pese a que no nos hemos visto con mucha frecuencia. Sí hablamos por WhatsApp o nos llamamos de vez en cuando. Quedé con él la pasada Navidad para llevar a cabo mi plan.

Gustavo (Gus para los amigos)

Gus nació en Teruel, donde vivió con una familia que él denomina conservadora hasta los dieciocho. Su vida estuvo condicionada por dos cosas: su pluma y su enorme polla. Nunca tuvo dudas de que era gay, y siendo un adolescente salió del armario frente a su familia, que no se lo tomó demasiado bien. Su padre lo achacó a que entre la madre y sus dos hermanas le “amaricanaron”, mientras que la progenitora creyó que Gus fue un castigo divino. Cuenta que en su casa apenas le hablaban, y los dos años que estuvo desde que se confesó hasta que se independizó fueron los más solitarios de su vida, aunque el vacío que le hacían le sirvió para que buscara cariño fuera, moviéndose ya por el ambiente de Teruel donde tuvo sus primeras experiencias sexuales.

Pero fue en Pamplona donde se desinhibió por completo. Es cierto que su aspecto afeminado retraía a muchos tíos, pero en las puertas del Siglo XXI ya había gente a la que le daba igual. Su aspecto no importaba dentro de un cuarto oscuro, pero sí el tamaño de su miembro que encandilaba a más de uno que se consideraba un machote. La voz se fue corriendo y Gus ya era medio famoso en algunos bares de ambiente por lo que escondía entre las piernas. Sin embargo, se echó novio pronto, lo que le apartó de aprovecharse de su apreciable ventaja frente a la mayoría de los mortales. Sin embargo, su pareja estaba obsesionada con su cipote, y no hacía más que pedirle que le metiera esa enorme verga por el culo. A Gus le gustaba que le dieran a él también, pero el novio no era lo que se dice flexible. Acabaron dejándolo y Gus retomó su vida social, encontrándose de nuevo con la misma situación: los tíos a los que conocía querían comérsela o ser follados por él, y pocas veces cumplían sus expectativas. Sólo tenía amigas, las cuales no le utilizaban como un mero trozo de carne o le repudiaban por su amaneramiento. Volvía a enfrentarse a una época un poco sombría. Por aquel entonces me conoció.

-Lo recuerdo como si fuera ayer -me comenta.

-Y yo. “Llamadme Gus” -me burlé-. Presumiendo que te llevarías a tíos cachas a casa y jamás vi uno.

-¿Y tú qué? -haciéndote el macho delante de la gente y…

-Estamos hablando de ti -le interrumpo.

-Vale, pero reconoce que te avergonzabas de mí.

-Ya te lo expliqué en su momento. Yo estaba confuso.

-Y lo sigues estando. ¿Por qué no me invitaste a tu boda?

-No te hubieses divertido -me excuso.

-Ya, claro. Te imaginabas que iría con un traje rosa o algo así.

-Habíamos perdido el contacto.

-Lo que sea. Bueno, escribe sobre lo coladito que estaba por ti. Ah, y de esa noche que íbamos tan colocados y te la chupé en tu cuarto.

-Eso ya lo conté en otro relato. Insisto, hablamos de ti.

-Ya, pero fuiste mi amor platónico durante años -se ríe.

-Ya será menos.

-¿Te acuerdas de cuando me confesaste lo tuyo?

-Gus, que eso ya lo he contado. Y también cuando te la chupé y el trío que hicimos con Javi. Esta es tu historia, no la mía.

-Vale, vale.

Gus y yo nos habíamos convertido en amigos. Al principio sólo de puertas para adentro, pero luego salíamos y hacíamos cosas normales como escaparnos algún fin de semana a la montaña, al norte… Me resultaba un tío raro, lo confieso, pero más allá de su estrafalario aspecto…

-¿Qué dices? -me interrumpe.

-Cuando te teñiste de rubio. ¡Qué hortera, tío!

Pues eso, a pesar de su forma de vestir y de que a veces se hacía la loca, me resultaba un tipo interesante del que aprendí mucho. Sin embargo, nuestra relación se enfrió cuando conoció a un misterioso novio.

-Mentira, me cambiaste por Javi.

-No es verdad, te fuiste con el viejo ese.

Y es que nunca nos presentó a su nueva pareja, así que elucubrábamos sobre cómo sería llegando a la conclusión de que estaba saliendo con un viejo verde millonario o algo así. Algo de verdad había, aunque exagerada. El novio de Gus le doblaba la edad, sí, y era funcionario en el Ayuntamiento. Pero lo más importante fue que resultaba diferente a la mayoría, pues cumplía con las fantasías de mi amigo entendiéndose en la cama como con ningún otro antes.

-Cuéntame alguna experiencia con él -le pido.

-¿En la cama?

-Claro; esto tiene que ser un relato erótico, que de eso va la página.

-Pero es que me voy a poner cachondo.

-Anda ya.

Gus había conocido a Iñaki en uno de los bares que frecuentaba cuando una amiga que tenían en común les presentó. Tenía por entonces cuarenta y tres años, aunque su pelo ya teñía canas. Vestía de manera informal y sus gafas de pasta le daban un aire juvenil. Gus concluyó que tenía algo de pluma pero él nunca ha sido muy selectivo en ese aspecto (me mira con recelo). Sí que le echaba para atrás la edad, pues no se sentía demasiado atraído por los maduros para no verse a sí mismo como su juguete o algo parecido. Pero Iñaki comenzó a cortejarle y Gus se dejó. Quedaron un par de veces más para tomarse algo antes de que le invitara a su casa. Allí le preparó una cena que hasta a Gus le pareció demasiado formal y hasta romántica, como preludio de que ya había llegado la hora de dar un paso más. Cuando comieron, Iñaki no se anduvo con muchos rodeos y le invitó a su dormitorio. Allí se besaron y se excitaron con magreos hasta acabar desnudándose. Los dos se sorprendieron al ver sus respectivos miembros. Gus agradeció que Iñaki la tuviera grande, aunque no tan gorda como la suya, y ya solo faltaba que fuese activo para considerarle su nuevo príncipe azul.

Intentó comerle la verga e Iñaki se dejó, así que la cosa iba bien. Disfrutó mamando ese gran falo todo el tiempo que quiso. Recuerda los gemidos de Iñaki mientras le acariciaba el pelo (que gracias a Dios ya era de su color natural). Volvió a encontrarse con su boca un instante y sin decir nada Iñaki le comió el culo. Notar la lengua le excitó y rememoró las pocas veces que se lo habían hecho con un tono lastimoso porque le encantaba, pero además auguraba que iba a taladrarle el ojete, así que parecía que su sueño se cumplía. Se confirmó cuando Iñaki se puso el condón y acercó su verga al ansioso agujero de Gus. De nuevo se dejó llevar por sus memorias para dilucidar si alguna vez le habían follado con una verga tan larga y creyó que no, aunque sí recordó a un taxista que la tenía desproporcionadamente ancha. Pero el tamaño no importaba, pues Iñaki había dilatado su culo para que entrase sin dificultad. El suave movimiento se tornó pronto en un vaivén enérgico que hacía que sus gemidos se fundiesen en el aire.

-¿Ves? -Gus me interrumpe de nuevo-. Me he puesto cachondo -señala su abultado paquete.

-Sigue anda. Luego te la cascas o algo.

-¿Te estoy contando todo esto para una simple paja?

-Venga tío, luego vemos qué hacemos -la narración con esas dos grandes pollas como protagonistas me estaba excitando a mí también.

Ninguno hablaba, así que parecía que ambos se sentían cómodos. Gus buscó la boca de Iñaki para besarle, pero la postura se lo dificultaba. Iñaki se sentó en la cama apoyando su espalda en el cabecero y Gus se clavó su polla a la vez que tenía acceso a la boca del otro. Quizá los besos les extasiaban de alguna manera, por lo que las embestidas ahora eran algo más impetuosas. Daba la impresión de que Gus se había olvidado de su propia verga, que rebotaba con el bamboleo sobre el vientre de Iñaki. Éste se decidió a agarrarla con la mano para pajearle. Gus se separó un poco para que tuviese mejor acceso, agradeciéndole el gesto con un movimiento pélvico que hizo que Iñaki se estremeciera. El mayor avisó que se iba a correr, sacando rápido la polla del culo de Gus, retirando el condón y acabar con un par de sacudidas que le llevaron a correrse en la espalda del otro. De la verga de Gus se ocuparon los dos, pues Iñaki le ayudaba a masturbarle o le acariciaba los huevos o los pezones hasta que Gus descargó también.

Los dos se sintieron cómodos tras esa primera experiencia, así que su encuentro dio pie a una relación más larga que duró años.

-¿Cuántos? -le pregunto.

-Cuatro o cinco.

-Ok. ¿Y después de Iñaki?

-Nada importante. Va, que mira cómo estoy -señala su verga de nuevo-. ¿Y tú?

Me giro y le dejo ver que también me he empalmado. Dejo volar mi imaginación unos instantes, pero casi prefiero seguir con la historia de Gus. A pesar de que su insinuación denotase que nuestra “amistad” parecía intacta, yo no estaba seguro de lo que quería más allá de cumplir mi objetivo de contar sus aventuras.

-Lo dices como si tú y yo folláramos cada vez que nos vemos -apunto-. Y en realidad han sido dos veces contadas. Y de la última han pasado años.

-¿Y qué? -insiste-. Aquí estamos ahora, ¿no? -No digo nada-. ¿No te pongo ni un poquito? -Su tonteo me recuerda a nuestra juventud.

-No es eso.

-Entonces es que te sigue avergonzando el tamaño de tu polla -trata de provocarme.

-No vayas por ahí, que ya somos mayorcitos.

-Por eso. ¿Cuándo nos volveremos a ver? ¿Y si para la próxima has engordado y te has quedado calvo perdiendo tu atractivo?

Le sonrío mientras dejo el portátil sobre la mesa.

-¿Qué quieres hacer? -le pregunto, pese a saber muy bien la respuesta.

-¿Tú qué crees? Tomar un té -se burla.

-No es eso, joder.

-Vale, se me olvidaba que tú necesitas tenerlo todo clarito, ¿a qué sí? Pues dime tú.

-Y a mí se me olvidaba que los gays lo complicáis todo.

-¡Pero si te lo estoy poniendo a huevo! Sólo dime si puedo besarte, si me la vas a chupar, yo a ti, si puedo follarte…

-¡De eso ni hablar! -se ríe.

-Ya lo sabía. ¿Y el resto?

-Ven aquí, anda -me acerco a él y le beso-. Para no tener la sensación de que me aprovecho de ti, haremos lo que tú quieras -le propongo.

-Vaya, qué generoso.

-No bromeo -matizo.

-Pero si ibas bien, ¿por qué no dejar que todo fluya? Encima somos los gays los complicados.

-Vale, vale. Luego no digas nada.

A pesar de mi gesto desinteresado, según todo lo que me acababa de contar sabía lo que a Gus le gustaba, así que es verdad que yo lo tenía más fácil y le estaba mareando. No obstante, yo quería comerme su verga, así que mejor que llevase yo la iniciativa y ya habría tiempo para complacerle.

Aunque el sexo con Javi es perfecto, alguna vez he echado de menos alguna relación un poco más salvaje desprovista de cualquier sentimiento. Con Gus no iba a suceder tampoco por el cariño que le tenía. Eso me sirvió para que volviera a tragarme una polla. Claro que la de Gus resultaba de lo más apetecible. Recordé el momento en que se la chupé por primera vez, habiendo soñado con ella desde que me la enseñó en mi dormitorio del piso que ambos compartíamos. Me atrajo su tamaño, claro, pero mi repentino capricho se basaba en pura curiosidad. Javi no estaba mal dotado, pero tanto su miembro como el mío se humillaban con respecto al de Gus. Sentir tamaño trozo de carne en mi boca me excitó. Gus jadeaba al compás de mis movimientos. Me había detenido en el capullo para saborearlo, degustando cierto sabor que las gotas de precum sazonaron. Siempre he dicho que comerme una polla es algo que no me entusiasma; en realidad comérsela a Javi, pero igual Gus tenía razón y quizá fuese la última vez que me encontrase en esa tesitura. Decidí aprovecharme y exprimirla todo lo que me dejase y hasta que yo me cansase. Claro que fue en ese momento de excitación, porque al poco de estar comiéndole el cipote en su totalidad y haberlo recorrido de punta a punta con mi lengua, la verdad es que me cansé.

Y además la cara de Gus parecía implorar que me lo follase, así que no me demoré mucho. Escupí saliva sobre mi verga y empecé a metérsela al tiempo que mi amigo me miraba agradecido. Le sonreí mientras le penetraba con suavidad, aunque ese agujero recibió mi polla casi absorbiéndola. Fue un ritmo normal; ni demasiado pausado ni con brusquedad. La mirada de Gus me decía que parecía el idóneo. Gemíamos porque no había lugar a articular ninguna palabra, pues yo no suelo hablar en esos trances ni para decir guarradas ni para ratificar que me gusta lo que estoy haciendo. La imagen de Gus pajeándose el pollón mientras le follaba me incitó a avivar el ritmo. Me vino a la memoria la primera vez que un tío me la chupó en un baño y lo que sentí al verle masturbarse mientras me la mamaba. Aquello confirmó mi interés en los hombres, y aquello me sigue poniendo a mil. Asimismo, la cara de Gus denotaba una cándida felicidad, pues ya me había confesado hacía años que estaba loco por mí, así que supongo que se sentiría al menos tan cómodo como yo, si bien lo que viniese después de ese polvo podría traer consecuencias dispares.

Me corrí dentro de él tras darme su consentimiento. Esperé con mi polla flácida sintiendo los chorros deslizándose por ella sin sacarla de su culo hasta que un gemido anunció que Gus iba a descargar. Vi cómo su polla expulsaba los chorros con un furor que acompañó a un par de espasmos ambientados con un vibrante gemido que se intensificó cuando por fin mi verga abandonó su culo. Suspiramos a la vez cuando me tumbé a su lado. Se acercó a besarme y me preguntó si aún quería que le contase su historia. Déjame que me recupere -le pedí, pero él comenzó a hablar.

-Pues después de Iñaki me olvidé de los hombres. Es verdad aunque no te lo creas. En realidad me centré en las oposiciones, que él me había sugerido mil veces. Quedé con un par de tíos, pero la cosa no trascendió. Cuando aprobé me fui a Sitges y tuve un verano loco. De vuelta en Pamplona conocí a Manolo, pero le dejé porque no quería salir de su casa. Creo que se avergonzaba de mí al igual que tú. Luego con un hombre casado que vivía en tu edificio, pero no duró mucho. Después un chaval de veinte añitos que se coló por mí, pero no era lo que yo buscaba. Me le follé varias veces, pero se volvió un poco obsesivo presentándose en mi casa sin avisar. Luego llegó Richi, que es con el que estoy ahora.

-¿Tienes pareja? -me incorporé sorprendido-. ¿Por qué no me lo has dicho?

-Porque igual te frenaba.

-O sea que lo tenías todo calculado.

-¡Toma no! Me llamas después de no sé cuánto tiempo para decirme que quieres escribir un relato sobre mi vida sexual ¿y quieres que no me haga ilusiones?

-Joder, pero le has sido infiel conmigo.

-¿Y?

-O sea que no es la primera vez.

-Sí, es la primera vez.

-¡Joder!

-¿Qué? Pero si no va a cambiar nada. ¿Te sientes culpable?

-Pues un poco, porque no quería llevarte a esto. Te juro que la intención no era que acabásemos follando.

-Da igual. ¿Te cuento algo con Richi o ya tienes suficiente?

-Como quieras, pero algo jugoso.

-Vale, ¿para ponernos cachondos otra vez?

-Ya veremos.

-¿Y entonces con Javi vas a hacer lo mismo?

-Ya veremos.

-¿Cuándo le ves?

-Mañana.

Me despedí de Gus con un fuerte abrazo. Lo pasé bien no sólo por el relato y el sexo. Su carácter desenfadado y despreocupado me provocaba cierta envidia. Al final había hecho con su vida todo lo que le había dado la gana. No tenerse que preocupar por tu familia era un alivio, aunque debe ser duro que tampoco ellos quieran saber de ti sólo por el hecho de ser gay. Cavilé sobre mi propia familia, pensando en cómo se lo hubiesen tomado, pero no llegué a ninguna conclusión porque nunca se habló del tema ya que en su entorno no había nadie fuera del armario. Quizá si Gus hubiese venido a la boda algún comentario hubiese surgido. No sé si me arrepiento o no. Siempre tuve cariño por Gus, pero estoy convencido de que nuestro distanciamiento no fue sólo culpa mía. Puede que fuese verdad que se pilló por mí y decidió distanciarse, pero yo nunca le insinué que entre nosotros pudiera haber algo. Vale sí, le dejé que me chupara la polla una noche de borrachera, pero ya me ha dicho que ha mamado muchas, y no creo que se haya enamorado de todos esos hombres.

Con Javi sí que tuve más dudas. De haber alguien por el que yo lo hubiera dejado todo hubiese sido él. Pero tuve la suerte o la desgracia de que cuando tuve mi crisis de identidad él no quería parejas y vio en mí un colega cómplice de sus aventuras más que una relación estable. Como digo, siempre existirá la incertidumbre de saber qué hubiera ocurrido si Javi hubiese querido ser mi novio en vez de mi mejor amigo. Quizá ahora que iba a aquedar con él para que me contara su vida, resolvería mis dudas.

Javier (Javi para todo el mundo excepto su madre)

Javi es de Pamplona de toda la vida. Hijo único, siempre tuvo lo que quiso en el plano material, aunque eso le sirvió para ser un tío independiente y tener las cosas siempre muy claras. Me confesó una vez que de adolescente era feucho y descuidado, y que por ello no ligaba, aunque nunca me creía lo primero. En esa época sólo tenía a las chicas en mente, pero todo cambió al llegar a la universidad. El muy masoca empezó a estudiar Magisterio de Educación Física, una carrera con mayoría de hombres, y muchos de ellos con cuidados cuerpos que diferían bastante del suyo. Ahí empezaron sus inquietudes, primero achacándolas a cierta envidia por querer ser como ellos, pero no tardó en darse cuenta de que su intranquilidad se debía a algo más. El deporte le sentó bien; conoció a Guillermo, mi compañero de piso en tercero y uno de los tíos más atractivos con los que me he topado, pero también de los más bordes y antipáticos. Estuvieron tres años en una relación basada en el sexo y los celos.

-Vaya resumen, macho -Javi no parece estar de acuerdo.

Mientras salía con él nos conocimos. Hicimos buenas migas desde el principio, compartiendo además mucho tiempo juntos tanto en la facultad como en mi casa. Tanto que yo llegué a agobiarme un poco.

-Yo también.

-No es verdad -bromeo.

-¿Por qué te agobiaste?

-Porque Gus se acababa de echar novio y no paraba por casa, en la facultad estaba todo el tiempo contigo… no sé, mi vida social se resintió. Y además yo estaba explorando.

-Es verdad, ahí fue cuando te volviste gay por mí -se mofa.

No me hice gay por él porque empecé a experimentar antes de conocerle. Es cierto que fue el primer tío al que besé y su polla la primera que chupé, pero eso es otra historia.

-Cuéntame sobre Guillermo, vuestro consolador y tú.

-¿Consolador? Ah coño, sí. Tenía uno en la mesilla. Tampoco me acuerdo, tío. ¿Por qué no follamos y hago memoria?

-Anda ya. Así si estás salido entras en más detalles.

-La verdad es que Guillermo tenía un cuerpazo; no como tú. Pensar que te cambié por él…

-No le dejaste por mí.

-Ya, hombre. Que sólo bromeaba. ¿Una cerveza?

-Venga, no te entretengas y acabemos con esto.

-¿Con Gustavo has sido igual de sieso?

-Luego te lo cuento.

-¿Qué? ¿Te lo has tirado?

-Sí.

-¡Venga ya! Creo que estoy celoso, ja, ja.

-Mira que eres infantil, ¿eh?

-Me acuerdo del trío que hicimos. Vaya polla tiene el cabrón.

-Bueno, pues me invento esta parte y te dejo como la putita de Guillermo.

-Me da igual que me piques. Aunque de alguna manera lo fui.

-¡Cuéntamelo!

Guillermo caía en general bastante mal. Tenía pinta de creído y en realidad lo era. Si muchas veces me he preguntado cómo sería la vida con una polla como la de Gus, también he pensado en cómo debe ser si eres tan atractivo como Guillermo. Hablo de una época en la que ir al gimnasio no estaba de moda, y aunque quizá en la facultad de Educación Física pasara más desapercibido, fuera de ella era un tío que llamaba la atención. Y en el ambiente gay ya ni te cuento. Le tenían casi por un Adonis. No sólo eran sus músculos, sino las facciones de su cara, masculinas y robustas, el color de su piel, su pelo… Además yo le conocí en plena crisis de identidad sexual, así que menos mal que era un borde desagradable… Bueno, para Javi no lo era tanto, sólo que había que saber llevarle. Pero se ve que la gente no era capaz, porque Guillermo iba cambiando de piso cada año y entonces se cruzó conmigo y consecuentemente Javi también.

Mi amigo perdió la virginidad con él. Recuerda vagamente esa primera vez en la habitación del piso que Guillermo compartía. Estaba nervioso y reconoce que Guillermo se comportó muy bien. Le dejó probar su polla a su propio ritmo dándole las indicaciones justas. Trató de follarle, pero Javi y su culo se resistieron, así que al final fue él quien penetró al otro. Porque Guillermo además era muy versátil, así que parece el hombre perfecto… E insaciable -apunta Javi-, porque desde aquella primera vez el sexo se había convertido en algo rutinario. De ahí que necesitaran juguetitos para mantener la chispa. Yo recuerdo el consolador porque entré una noche en su cuarto en busca de condones y lo vi en la mesilla de noche.

-Se lo metía Guillermo, que ya te digo que era insaciable.

Y mientras lo aguantaba en su culo, le chupaba la polla a Javi, y éste a él, que a su vez recibía los dedos de Guillermo en su ano multiplicando la estimulación al máximo. En los pisos en los que estuvo dos años apenas estaba solos, aunque ya en el nuestro Gus y yo les dábamos más intimidad porque como nos caía mal salíamos mucho. Sin embargo, poco antes de mudarse, Guillermo estuvo unos días en casa de sus padres porque éstos se habían ido de vacaciones. Estar todo el día juntos disparó la libido del deportista, y tener una casa entera a su disposición dejaba volar su imaginación. Practicaron sexo en casi cada rincón de la casa. Incluso lo intentaron en la piscina pese a que el tiempo en Pamplona en septiembre no es lo que se dice caluroso. Hacerlo bajo el agua fue un descubrimiento para ambos. La primera vez que se corrieron en ella fue haciéndose una paja mutua. Más tarde se la intentaron chupar e incluso Javi le penetró pese a que esto no resulta del todo fácil.

Javi decidió acabar con su relación unos meses después porque necesitaba respirar y probar cosas nuevas. Fui su compañero de aventuras en esa época. Nos fuimos a trabajar juntos a un camping de Murcia donde se tiró al hijo de los dueños la misma noche que yo le follé por primera vez. Allí Javi se dio cuenta de que nuestra relación era especial. Reconoce ahora que tuvo miedo de que aquello pudiera estropear nuestra amistad, pero fue todo lo contrario. Tuvimos la suerte de que fuimos capaces de seguir siendo amigos y acostarnos de vez en cuando. Con todo, su curiosidad y esa recién adquirida libertad le llevaron a hacer muchas locuras. Se folló a tías, pero admite que le van más los hombres. Tal como me pasaba a mí, cuando no les conoce prefiere ejercer su rol de activo, siendo selectivo a la hora de dejarse penetrar. No lo es tanto en cuanto a los tíos con los que follaba. Le gustaban tanto los yogurines de dieciocho como los cuarentones atractivos. Se movía a sus anchas por los garitos de ambiente de Pamplona, asiduo a los cuartos oscuros donde se dejaba llevar y se lo hacía con dos tíos a la vez; o incluso más.

-En uno de ellos vi cómo te follaban -le recuerdo-. No se me va a borrar esa imagen en la vida.

-Claro, estarías celoso perdido.

-Será eso -le sonrío.

Aunque todo esto lo hacía sin mí, una vez se llevó un susto con un par de tíos que le invitaron a su casa y desde entonces salía sólo si yo le acompañaba.

-No hace falta que me cuentes eso -le advierto.

-Da igual; han pasado años.

Esos dos tíos eran mayores que él, de unos treinta y pico. Hablaron muy poco antes de marcharse, pero lo justo para que mi amigo les dejara las cosas más o menos claras. Sin embargo, ellos o no le escucharon o le ignoraron completamente, pues trataron de someterle y Javi eso de la sumisión no lo llevaba nada bien. Recuerda que uno se sentó encima agarrándole los brazos para inmovilizarle mientras le ponía la verga en la boca y el otro trasteaba su ano. Javi se resistía, pero los otros no pararon hasta que notaron por fin la seriedad en su semblante. No llegaron a violarle ni nada, pero se asustó lo suficiente como para no seguir yéndose tan a la ligera con desconocidos.

-La verdad es que me relajé porque te tenía a ti y desfogaba, ja, ja. Aunque el verano que estuve sólo en Murcia también fue de traca.

-Cuenta.

-¿Cómo se llamaba el hijo? José algo…

-José Manuel. ¡Eso! Qué memoria tienes.

-Pero si le vimos el año pasado.

José Manuel perdió la virginidad con Javi. Aunque al principio el joven era quien se follaba a mi amigo, para el verano siguiente decidió que prefería que le petaran el culo. Javi lo hizo varias veces durante su estancia en el camping. A veces sólo y a veces con otros tíos que igualmente querían follárselo. Y es que el chaval estaba hecho toda una putita y se las comía dobladas. Sus padres nos habían dejado un baño propio en la parte de atrás del edificio principal que acabó convirtiéndose en un improvisado cuarto oscuro donde cualquier cosa podía pasar. Una noche Javi se llevó a dos alemanes borrachos como cubas. Javi les desnudó y se dejó hacer por ellos, aunque fueron más lejos de lo que él esperaba, porque además no tenía ni idea del idioma de la Merkel… El caso es que uno dejó escapar un poco de meada (normal después de la ingente cantidad de cerveza que llevaban en su cuerpo). Javi creyó que por su estado no fue capaz de controlarse, pero se equivocó. A los dos rubios y robustos alemanes les iba algo más hardcore . El otro le imitó y ambos mearon a Javi. No fue asco lo que sintió, pero no acabó de desagradarle, aunque no llegó a tragarse nada. Quizá alguna gota cuando engulló sus pollas después. Se insinuó para que le follaran, pero ninguno dio el paso, así que volvió a chupárselas hasta que se corrieron. Se marcharon y Javi se quedó masturbándose en soledad rodeado de orín y esperma alemán.

-Joder tío, me he puesto calentorro -se interrumpe.

-¡Ya te digo! Me acuerdo de cuando llevamos a un tío a mi casa y le measte.

-Ja, ja. Sí, tu cara fue un poema. Pero al final te moló.

-Tampoco mucho.

-Si es que esa noche hicimos de todo y nos corrimos no sé cuántas veces. Vaya aguante tenía el tipo. ¿Por qué no escribes sobre eso?

-Porque esta historia está centrada en ti.

-Ya, pero es que mi vida sin ti ha sido aburrida.

-Qué zalamero eres.

-Bah, escríbelo mientras me hago una paja o algo, ja ja.

-Ni de coña. La escribo cuando llegue a Albacete y ya si eso la incluyo.

-¿Y qué te cuento entonces?

-No sé, algo más reciente.

-Si sabes que no he hecho nada; que me he vuelto formal y decente.

-Seguro.

-La mayoría de mis recuerdos son contigo. ¿Te acuerdas de la despedida de soltero en El Algarve?

-Joder si me acuerdo. Vaya detallazo. Si en el fondo eres un romántico -me acerco y le beso agradeciéndole por enésima vez ese fin de semana.

-Creí de verdad que iba a ser el último.

-No nos pongamos melancólicos -le animo-. Cuéntame algo de ese novio tuyo.

-¿Novio? Yo nunca he tenido de eso.

-Álex.

-Bah, no éramos novios.

-Si estuvisteis un montón de tiempo.

-Pero no llevábamos vida de novios: salíamos de fiesta, follábamos. Vamos, lo que hacía contigo, pero con diez años más.

-Entonces puedo decir que Javi no ha tenido pareja.

-Lo más parecido a una pareja has sido tú y lo sabes.

-Pues mira, cuando venía en el coche pensaba en qué hubiese sido de mi vida si tú y yo hubiésemos sido novios.

-No me diste tiempo, ja, ja. Te lísate con Raquel.

-Me refiero antes, cuando tú cortaste con Guillermo y me decías que no querías más relaciones. Fue el momento en el que yo estaba más confundido.

-¿Me estás diciendo que podíamos haber sido novios?

-No lo sé. Y la verdad es que tengo curiosidad.

-Yo creo que no hubiésemos aguantado.

-Pero no lo digo por eso. En lo que tengo dudas es en que si hubiera salido del armario, si hubiera seguido acostándome con tías, liarme con Raquel…

-Pues tío no lo sé. Pero no te ralles. ¿Eres feliz?

-Sí.

-Pues ya está.

-¿Tú?

-No.

-¿Cómo que no?

-Pues porque no.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-¿Entonces?

-Joder, pues no sé. Estoy bien, pero no tengo la sensación de ser feliz.

-¿Qué te falta?

-No lo sé.

-¿Una pareja?

-Qué va -negó tajante.

-Pues chico, no sé. Pero que sepas que yo estoy aquí para darte lo que quieras.

-Seguro -masculló.

-¿Qué has dicho?

-Nada.

En ese instante Javi yo follamos de nuevo. Como dije antes, el sexo con él es simplemente perfecto, pero no tengo la capacidad de describirlo para poder transmitirlo, aunque sí lo he intentado en otros relatos. Os cuento mejor la historia del trío que comentábamos más arriba. Aunque mi intención era centrarme en Javi, parte de razón tiene porque hemos vivido muchas cosas juntos y en esta que os voy a relatar él tiene más protagonismo que yo por ser bastante más lanzado.

Fue después del trío con Gus que nos hizo dar un paso más, movidos por querer probar cosas nuevas o repetir las que Javi ya había experimentado. El caso es que nos propusimos otro trío y decidimos a buscar a alguien masculino y discreto que nos complaciera. Descartamos internet en un principio y recurrimos a amantes conocidos sin mucha suerte, si bien nos daba más morbo hacerlo con extraños. Las zonas de cruising nos causaban cierto rechazo, aunque acudimos un par de veces para nuestra “caza” sin encontrar a nadie que nos atrajera físicamente. Los bares de ambiente podían ser otra opción, pero no siempre reinaba la masculinidad. Casi desalentados conocimos por fin a Sergio, un hombre de treinta y tres años que nos sacaba una década, pero aparentaba ser más joven y, sin ser un adonis, mi amigo y yo coincidimos en su atractivo: metro setenta, corpulento sin llegar al sobrepeso y pelo rapado para disimular una incipiente calvicie.

Nuestra “presa” estaba identificada, ahora lo difícil resultaba cómo contarle nuestras intenciones. La suerte nos ayudó porque estaba en la barra, así que la excusa de invitarle a una copa se nos antojó un buen comienzo. A él no le desconcertó mucho que le entrásemos los dos a la vez, imaginamos porque no sería la primera ocasión. Nos devolvió la invitación al ofrecernos un cigarro en la calle, y aunque Javi y yo no fumábamos tabaco, aceptamos. Mi amigo es más lanzado, por lo que comenzó a hablarle, pero Sergio le interrumpió:

-Buscáis un trío, ¿no? A mí me va el sexo cañero, que me tratéis como vuestra putita y hagáis conmigo lo que queráis.

Su comentario, lejos de amedrentarnos, nos estimuló aún más, corroborándolo con una lasciva mirada de aprobación que Javi y yo nos dirigimos. Sergio lo interpretó como un acto de consentimiento y siguió hablando.

-Por vuestra edad imagino que no tenéis sitio, pero yo conozco una zona discreta…

-Vivo solo -le interrumpí.

-Mm, eso lo hace todo mucho más sencillo. ¿En qué zona?

Javi le indicó cuál era mi barrio sin entrar en muchos detalles por si al final se echaba para atrás.

-Bueno, por ahí viven familiares míos, pero a estas horas no hay problema.

-Hay garaje en el edificio -puntualicé.

-¿No será el de los lofts?

-¿Lo conoces?

-Anda que no hay maricones allí. Viejos verdes sobre todo.

-Te mola la idea entonces, ¿no? -quiso confirmar Javi.

-Sí, pero que quede clara una cosa: si alguna vez nos cruzamos por la calle haré como que no os conozco.

-Va, eso no es problema. Yo soy de aquí también y éste tiene novia -me señaló.

-Perfecto.

En el coche Sergio no paraba de hablar. Al principio sobre el tema de la discreción y tal, los tíos con los que había estado, las cosas que le habían hecho y después trató de ponernos en antecedentes de lo que iba a pasar en mi casa diciendo cosas como “me follaréis mi culito de puta entre los dos…”

-¡Y la boca para ver si te callas! -le gritó Javi provocándome una sonora carcajada.

A Sergio no le sentó mal, reconociendo que en esas situaciones no puede parar de hablar por la excitación y los nervios. Al llegar a mi casa le ofrecí algo de beber, pero lo rechazó y fuimos directamente al grano, pues ya habíamos conversado más de lo necesario. Sergio analizó el lugar, quizá buscando el sitio más apropiado para que abusáramos de él.

-¿Qué miras, puta? -me sorprendió la súbita rudeza de Javi-. Vamos, desnúdate ahí mismo.

Sergio le hizo caso y se deshizo de su ropa quedándose con un ridículo tanga que no pudo evitar que me riera, aunque Javi se había metido ya en su papel:

-Así que eres muy puta de verdad, ¿sí?

-Sí, ¿os gusta el tanguita que le he robado a mi mujer?

-Queremos ver ese culo de viciosa que tienes.

Sergio se giró y se inclinó mostrándonos su agujero tras apartarse las nalgas con las manos.

-¿Has visto qué culito tiene? -mi amigo se dirigió a mí, no sin causarme cierto pudor. Pero me guiñó un ojo y continuó:

-Vamos, ven aquí y quítanos la ropa.

Se arrodilló ante nosotros.

-No, no. Primero a mi amigo, que quiero ver tu cara cuando descubras su polla.

Me desabrochó el cinturón mientras yo me quitaba la camiseta. Me mordió el paquete por encima del calzoncillo haciendo que mi verga se activara. Luego la lamió sobre la tela hasta que se endureció.

-¿No quieres verla? -azuzó Javi.

Obedeció y mi polla salió disparada golpeándole la cara al bajarme la ropa interior.

-Ahora a mí.

Y repitió los pasos hasta que la verga de Javi quedó desnuda ante él.

-¿Cuál quieres probar primero?

Sergio comenzó a lamer el capullo de mi amigo agarrando la mía al mismo tiempo. Le vi deslizar la lengua por el tronco y alcanzar los huevos para chupetearlos después, retornando sin despegar su húmedo músculo hasta tragarse el glande de Javi en varias ocasiones con movimientos cortos y rápidos. Llegó mi turno y comenzó ahora por los huevos, donde se detuvo más tiempo, imagino que porque colgaban más que los de mi amigo y le resultarían, pues, más apetecibles.

-Vamos, cómele la polla -le animó.

Se la tragó de golpe haciéndome soltar un sonoro gemido que Javi amortiguó al besarme, si bien fue un beso con más violencia de lo habitual, pues se acercaba a mi boca y se despegaba de ella de forma brusca, pasándome la lengua por los labios o mordiéndomelos. Quise seguir su juego, aunque me costó un poco más que a él.

-No pares, zorra -me atreví a decir.

Le agarré de la cabeza e hice que se la tragara entera aguantándola dentro unos segundos mientras sentía sus labios en mi pubis. Después le despojaba de ella de golpe, escuchando ese sonido típico de succión y vacío cuando su boca se liberaba. Pero no le di tregua durante un par de minutos, repitiendo los bruscos movimientos sin que Sergio llegara a quejarse.

-¿Te gusta eso?

-Sí, quiero más de vuestras pollas.

Cogió las dos para tratar de metérselas a la vez en su boca. Sentir el caliente miembro de Javi rozándome ahí abajo me desató y fui yo ahora quien buscó sus labios, también de manera ruda. Mi amigo me pellizcó los pezones y yo le imité sin separar nuestras lenguas y sin que Sergio se despegara de nuestras pollas. Tras un rato con las dos dentro, comenzó a intercalar lamidas de una manera casi compulsiva. Se tragaba enérgico una y después otra, hecho que excitaba más por verlo que por sentirlo.

-Mira cómo le gustan las pollas.

Y entonces él nos miraba con ojos lascivos que confirmaban que le encantaba lo que estaba haciendo. Y no se detenía demasiado para recibir instrucciones, así que seguía con su propio ritmo torturando nuestras vergas.

-Correos en mi cara -nos pidió.

-¿Ya? ¡Queremos follarte!

-Vamos valientes, que la noche no acaba más que empezar -nos retó.

Eso significaba que el tío iba a tener aguante para rato, y pensar en correrme varias veces esa noche me puso cachondísimo. Volví a sujetarle la cabeza para follarle la boca otra vez. Escuchaba sus arcadas, y veía cómo su mejilla cedía ante mi polla una vez dentro, momento en el cual movía mi pelvis en círculos para recorrer cada centímetro de sus tragaderas y el cabrón la succionaba haciéndome estremecer. Mientras pajeaba a Javi me dediqué a mí hasta correrme. Lo hice sobre su cara, esparciendo restos de mi leche desde la frente hasta los labios, que luego se chupeteaba para metérsela en la boca.

-Qué zorra eres. Vamos, bébete mi leche.

Javi no le dejó mucho tiempo para hacerlo porque repitió mis pasos y le penetró la boca con una desconocida violencia. Sus restos de lefa coincidieron con los míos llenándole la cara del espeso líquido resultando una imagen difícil de olvidar. Nos fuimos hacia la cama, donde Javi me pidió que levantara una pierna y la pusiera sobre el colchón dejando mi culo expuesto. Me negué al principio, porque él sabía bien que mi ano era sagrado.

-Calla, que esto te va a gustar.

Le hice caso sin fiarme demasiado y al momento me escupió en el trasero.

-Vamos, cómele el culo a mi amigo.

Sentir la lengua de Sergio me hizo estremecer. Nunca antes me habían hecho eso, y aunque no lo veía muy masculino, reconozco que resultaba de lo más placentero. Más aún cuando Javi le cogió de la cabeza para dirigir sus movimientos. Sentía entonces su nariz aplastándose y cómo se agitaba sin dejar de lengüetear la zona que pillase, pero siempre tratando de sondear la parte más recóndita de mi cuerpo creyendo imposible que una lengua pudiese llegar donde lo hacía. Acto seguido volvió a hacer lo mismo con Javi. Mi polla no había tenido tregua activándose de nuevo. Javi le hizo tumbarse sobre la cama para ponerle otra vez el culo en la boca, haciendo movimientos bruscos que Sergio correspondía. Para no dejarme al margen, Javi me agarró de la polla sin avisar con la intención de que me pusiera de pie en la cama. Así, mientras a él le comían el culo se iba tragando mi verga sin aspavientos. Se ve que Javi notó que la putita se cansaba de su ano y se quitó de encima abandonando también mi polla.

-Vamos a follarnos a esta zorra.

-Mm, sí, metedme esas pollas de niñatos que tenéis.

-¿Polla de niñato? Aquí tienes mi polla de niñato.

Javi se la metió en la boca otra vez sin que Sergio ni yo lo viéramos venir. Se colocó a horcajadas sobre su pecho animándome a que empezara a abrirle el culo al tiempo que a él se la seguía comiendo. Levanté sus piernas, aparté el hilo del tanga y posicioné mi capullo en su esfínter. Quise hacerlo lento, pero entró con una facilidad que no esperaba, así que me puse a embestirle llevado por la agitación del momento, evitando toda suavidad y pensando sólo en el placer que me estaba llevando al follarme ese culo. Javi hablaba entonces, pues Sergio tenía la boca llena con el rabo de mi amigo.

-¿Te gusta? Verás cuando te la meta yo. Vamos, pétale el ojete a esta guarra.

No necesitaba que me animasen, pues yo había implementado mi propio ritmo decidido a mantenerlo hasta correrme dentro de nuestra putita. De esa forma eyaculé por segunda vez, llevándole una de ventaja a mi amigo, que se había apartado de su cara para ver cómo me le follaba. Nada más vaciar su agujero Javi lo rellenó de nuevo. Sergio ni se inmutó, y yo decidí quedarme un poco al margen para recuperarme si acaso íbamos a seguir. Javi, en vez de descargar dentro de su culo, se acercó raudo y se corrió otra vez en la cara de Sergio, que recibió otra descarga que mi amigo extendió después con su propia polla al tiempo que iba perdiendo dureza. Casi lo contrario que yo, que al ver tamaña guarrada, creí que me empalmaría otra vez. Un sonoro gemido de Javi captó mi atención fijándome en que Sergio se la estaba mamando nuevamente.

-¡Joooodeeeerrrr! -exclamó él.

-Cómo le gusta a esta zorra la leche -apunté.

Si Javi no se hubiese apartado, imagino que casi torturado, Sergio habría seguido ordeñándole.

-Joder con nuestra putita, qué ganas de mamar tiene.

Javi fue a la cocina a por un par de cervezas. Me entregó una mientras me dio un beso y se sentó a hacerse un porro. Sergio se levantó, aunque mi amigo trató de impedírselo con el pie. Le ignoró y se encendió un cigarro. Parecía tiempo de descanso y le ofrecí una cerveza, pero la rechazó. Nada más acabar de fumar, Javi volvió a darle caña.

-¿Has pensado qué te gustaría que te hiciésemos ahora?

-Sorpréndeme, que lo estáis haciendo muy bien.

Yo cavilé sobre más posturas, viniéndome a la cabeza la doble penetración que Javi y yo le habíamos hecho a Gus, si bien tampoco le vi mucha gracia, pues, siendo egoísta, no me pareció muy placentera.

-¿Quieres mojarte? -preguntó mi colega dejándome un tanto confundido, pues no supe interpretar a qué se refería.

-¿Ves cómo no necesitas que te diga nada? -apuntó el otro.

Se fueron para el aseo ante mi asombro. Sergio se metió en la bañera, pero ninguno abrió el grifo. Entonces Javi se posó delante de él y ¡comenzó a mearle! A pesar de todo lo que habíamos hecho juntos no se me hubiera pasado jamás por la cabeza. De hecho, sentí cierto rechazo ante la idea de mearle a un tío en mi propia bañera. No obstante, Javi me animó a hacerlo, pero no me sentí capaz. Apenas puedo describir la sensación de ver cómo esa putita recogía la orina de mi amigo y la iba escupiendo poniendo mi cuarto de baño casi perdido. Creo que no se la tragaba, pero pensar esto tampoco redujo mi pudor. Ante la insistencia de Javi me acerque y traté de imitarle. Me costó que el chorro saliera, pero la impaciente boca de Sergio, con la lengua fuera deseosa de ser regada provocó que comenzara a evacuar. Al no verme muy convencido, Javi me agarró de la polla para dirigirla y que Sergio se fuera empapando bien. Él fue capaz de soltar otro chorro incluso, y así, de ver una cara llena de semen, la imborrable imagen pasaría a ser un semblante lascivo y húmedo, así como un cuerpo brillante y varonil desnudo en mi bañera, donde además, Sergio se pajeó por primera vez al tiempo que lamía nuestros capullos cuando no echaban líquido.

-La putita se va a correr.

-Sí, meadme, dadme más.

Menos mal que la cerveza ayudó y que Sergio no tardó demasiado, porque estaba completamente seco. Casi con nuestras últimas gotas soltó las suyas sin dejar de mirarnos con esa cara de lujuria y vicio. Javi se acercó a ella y la lengüeteó un par de veces, de nuevo ante mi estupor, pues estaría probando nuestro propio orín, pero me alivié al verle escupirle en la cara. También para mi sorpresa, la corrida de nuestra puta no significó el fin de la noche. Porque nada más correrse se acercó de nuevo a comernos la polla.

-¡Vaya aguante tiene esta zorrita!

-Así que quieres más.

-Sí, dadme más. Quiero vuestras pollas y vuestra leche. Me la voy a tragar toda.

Yo creo que al ver que Javi era quien llevaba la iniciativa, se centró en mi verga para dejarle a él hacer a su antojo. Y no se equivocó, pues mi amigo se metió en la bañera y se volvió a follar ese culito ansioso. Sin soltar mi verga, Sergio se incorporó para apoyar su pierna en el filo de la bañera y dejarle acceso a Javi, que no tardó en embestirle con aspereza mientras soltaba todo tipo de improperios.

-Síiii, correos en mí -decía cuando se sacaba la polla de mi boca-. Dame fuerte, más, más. Fóllame. Oh sí.

Los dos nos corrimos de esa forma, yo descargando en su garganta y Javi en el culo, con un coro de gemidos que no menguaban a pesar de ser nuestra tercera corrida. Y hubo una cuarta, pues me quedé con ganas de follarle otra vez. Le hice que se limpiara y le esperé en la cama.

-¡Cómeme la polla! -le ordené.

Cuando noté que me la había puesto dura le hice que se la clavara. Si montarle así no era bastante, el cabrón comenzó a moverse haciendo círculos con la pelvis agudizando el placer que de por sí dan las acometidas. Javi se subió a la cama de pie para que le comiera la verga, pero lo justo para dejársela dura. Esa última vez me costó más correrme ya fuera por haberme exprimido tanto o por cansancio, pues apenas tenía fuerzas para levantar la pelvis y romperle el culo a mi ritmo y con la fuerza que yo estipulase, pues no parecía hacerle ascos a nada. Eyaculé de nuevo dentro de Sergio, quien no paró de cabalgar incluso después de haber descargado, provocándome un delirio mezcla de placer con tortura y hasta una pizca de dolor. Tuve que apartarle y percibí mi verga laxa y enrojecida de tanto trote. Igual debía estar su culo, pero Sergio era consciente de que aún le faltaba mi amigo, y estaría casi seguro de que algo había tramado.

Efectivamente, le hizo colocar la cabeza en el suelo y apoyar la espalda en el lateral de la cama exponiendo su culo hacia arriba. Javi se arrodilló sobre el colchón, y desde ahí se dejó caer hasta alcanzar el agujero con su polla. Me incorporé por simple curiosidad por aquella inusitada postura que se me hacía la mar de incómoda. Debió serlo porque Javi no tardó mucho en elucubrar otra. A Sergio no tuvo que moverle, y le cogió de las piernas, se colocó cruzando las suyas y se la clavó sumiéndoles en un intenso sollozo que denotaba que, pese a la incomodidad, tenía que ser de lo más placentera. Sergio hizo gala de una gran elasticidad, quedándose al final con el único apoyo del cuello y la sujeción de sus piernas por Javi, que se las flexionaba como si acabara haciendo una voltereta hacia atrás, apretándole incluso el culo para que recibiera su verga con mayor fricción. De esa manera se corrió en su ojete, sacándola y volviéndosela a meter incluso después de correrse, arrastrando consigo los restos de semen que con la punta de su cipote pretendía que el ano se volviese a tragar, aunque éste todavía expulsaba fluido ayudado por las contracciones del esfínter. De nuevo otra imagen para grabarse en le memoria.

Imágenes hay muchas, pero siendo sincero, las que más me han llegado han sido algunos de los momentos que he pasado a solas con Javi. Desde que me casé hemos tenido la suerte de poder quedar con regularidad sin levantar sospechas gracias a mi trabajo. La flexibilidad en el suyo también ha jugado en nuestro favor. Pese a que hace ya más de diez años que le conozco no hemos perdido la chispa, o al menos yo tengo esa sensación. Me pongo nervioso cuando sé que voy a verle y enormemente decaído cuando nos despedimos.

-¡Oh, qué bonito!

-Calla.

Eso no me ocurre con nadie más. Ni siquiera mi mujer.

-¿Vas a hablar ahora de tu mujer?

Un lector comentó en uno de mis relatos si es posible estar enamorado de dos personas a la vez. Yo creo que sí, pero de manera diferente porque me aportan cosas distintas. No es exactamente lo mismo, pero es como si te preguntan si quieres más a papá o mamá.

-No digas esas cosas.

-¿El qué?

-Se supone que es una web de relatos eróticos, así que no hables de amor.

-¿Te molesta?

-¿Qué más da?

-Has soltado ya dos pullitas, así que no des lugar a una tercera y dime qué piensas.

-Que no es nada.

-Sabes que te quiero, ¿verdad?

-No te pongas ñoño.

-Vale, vale. ¿Escribo algo más? ¿Algo interesante con el Álex ese?

-Ya te he dicho que no -Javi está serio, pero no quiere contarme.

-¡Que no estoy serio!

-Vale. Pues mañana me iré para Albacete preocupado pensando que te pasa algo.

-No me chantajees.

-I love you -le digo sonriente.

-Sabes que yo también te quiero, mamón.

Se me acerca riendo y me rodea el cuello con el brazo para besarme. Le correspondo y nos dejamos caer en el sofá tonteando. De repente todo se para, nos miramos y nuestros labios se juntan de nuevo esbozando una sonrisa algo ambigua. Me marcho al día siguiente triste como siempre. Odio las despedidas con Javi. Paso casi todo el trayecto de vuelta pensando en él y recordando lo que hemos hecho. Esta vez también pensé en Gus y cómo llevaría la resaca de nuestro encuentro, con la esperanza de que no hubiese supuesto nada que le apartase de la felicidad de la que presumía. Lo contrario que Javi, del que tengo la sensación que se ha quedado con las ganas de decirme algo. Supongo que recordar viejos tiempos puede resultar doloroso si uno no tiene ahora lo que quiere. Y es cierto, a pesar de todo, ni Javi ni yo tenemos lo que queremos.