Los dos abuelos entran por mi puerta trasera

Sentí trabajar por mi trastienda y parecía tenia buena experiencia pues ahora su lengua jugaba y dilataba junto un dedo aquella pequeña y atemorizada abertura, alternando roces y caricias con su estilete al que frotaba para calentar y preparar la penetración.

Me dirigí a por la tarde a un centro comercial en Maspalomas a buscar gangas de trapitos que nos gustan a las mujeres, comprando un poco de ropa interior y algo para arriba fresquito y con trasparencias para motivar a mis amigos.

Me senté en una terraza pues el calor no arreciaba aun, a tomar algo fresquito para aliviar los calores, viendo que frente a mi había dos abuelos de muy buen ver, ambos con pelo blanco por lo que deduje andaban jubilados ya, y los dos como unos pantalones cortos y la camisas media abiertas luciendo uno un forraje masculino tórrido y otro algo menos frondoso pero con un tono oscuro que me ponía cachonda.

Los vi medio discutiendo pues sus caras y gestos los delataban, pensando una que sus parejas  estarían comprando y ellos aprovechaban para limpiar asperezas, aunque hubo algo que me dejo atónita, y fue que uno en el ardor de la pequeña riña, le agarro la mano con las dos suyas como pidiéndole disculpa, para después poner una de ellas sobre uno de sus fuertes muslos y acariciarlo levemente.

Me dije que había perdido la oportunidad de tantear aquel par de abuelos buenorros, aunque si hubieran aparecido sus esposas tampoco hubiera podido hacer nada, pensando para mi interior que no cesaba de imaginar sexo con la gente y más cuando veía alguien que me gustaba.

Parecía el otro no perdonarlo pues le retiro la mano y se me quedo mirando como si se diera cuenta que me estaba quedando con aquella pelea, aunque con mis gafas amplias de sol, disimulaba bien, haciendo pequeños  gestos de estar despistada.

Ademes di un paso más, siendo más atrevida y con disimulo levante una de mis piernas, mostrando mis braguitas con discreción, imaginando que si eran gay no les seria de interés  y así pasaba más desapercibida en aquella disputa de pareja.

Continuaron con aquel pequeño rifirrafe, cuando uno derramo la copa cerveza que tenía sobre la mesa y al ir a cogerla para que no cayera al suelo parece se hizo un pequeño corte pues esta estallo en sus manos.

Se levantó brusco y cogiendo unas servilletas  de papel intento tapar la pequeña herida, si bien por la escasez de gente a nuestro alrededor me miraron como si les podía ayudar.

Me hice la tonta como si acabara de darme cuenta y al ver la mano les dije que llevaba unas pequeñas tiritas en el bolso y unas toallitas para limpiarse si quería le ayudara.

Me dijeron muchas gracias tras limpiarle la herida con varias toallitas, viendo que era un pequeño corte que ya no sangraba aunque le puse una tirita para evitar se manchara la ropa, sintiendo una agradable sensación cuando le curaba su mano, pues esta era masculina haciéndome avocar en sensaciones de placer con su tacto y  sobre todo por sus dedos fuertes y con cierto vello por arriba que la hacía muy sexy.

Se presentaron como Guillermo y Pablo, diciendo eran de Santander y que habían venido de vacaciones, invitándome acto seguido a que me sentara con ellos para agradecer   la ayuda ofrecida.

Les pregunte indiscretamente donde habían dejado las parejas, riendo uno de ellos, que sin tapujos me dijo, que eran los dos separados pues sus mujeres no habían entendido ni respetado sus gustos y ellos ahora intentaban mantener una relación, aunque como había visto, volviendo a reír, hoy parece no es el día… ya vistes que andábamos discutiendo un poco.

Me hice la loca y despistada, diciendo que no me había dado cuenta, entablando una buena conversación con ellos                 que al final lograron les contara parte de mi vida también, diciendo que en mi caso había sido por desgracia del fallecimiento de mi esposo, pero bueno era guapa y seguro tendría más de un admirador para  rehacer la vida.

Les dije y no sé si por ser ya la segunda copa de vino con mi estómago vacío, que ciertamente galanes no me faltaban y tampoco algún rufián, pero que aún no había encontrado ninguno me hiciera tilín…. Bueno tilín si me hacían “le dije sin darme cuenta de donde me metía”, pero no el tilín de formar pareja estable.

Se rieron ellos por mi sinceridad y la confianza en mis palabras, respondiendo uno de ellos que también les pasaba algo parecido, pues  eran bisexuales ambos  y muchas veces los conflictos entre ellos venía por temas de mujeres.

Me lo creo, les dije, son ustedes bastantes atractivos y   seguro a más de una les gustaría tenerlo entres sus sabanas..

Jajaja, se reía uno, gracias por el cumplido pero ya ves estamos en la reciente jubilación y no te creas, todo es fachada , a propósito tu no serás una de esas que piensa como dices … volviendo a reír..

Bueno si les soy sincera cuando les vi me parecieron dos abuelos que tenían un buen repaso, pues ya les digo que las mujeres  a veces tenemos más pensamientos impuros que vosotros los hombres.

Ese es a veces el problema de nosotros, pues cuando ha salido una ocasión con alguna mujer, pues como te decimos, también están entre nuestros gustos, los pequeños celos surgen y el miedo a irse uno con pareja femenina, nos crea estos conflictos.

Todo se puede arreglar,  “les dije inocentemente”, solo encuentren una mujer que les entiendan y así todo solucionado.

Bueno viendo que de tus sabios consejos, te vamos a invitar a cenar y así esta noche nos ayudas a encontrar esa mujer a ver si de este modo,  no nos pelemos más, así que no admitimos respuesta negativa, acompáñanos al apartamento que nos cambiemos de ropa pues a ti te vemos que estas preciosa y bien arreglada y vamos a cenar a una marisquería que nos encanta aquí cerca.

No me dejaron rechazar la invitación y a los pocos minutos estaba con aquel par de abuelos en su apartamento, era amplio  con una barra americana en el salón y un  baño junto a la habitación y una pequeña terraza, me ofrecieron otra copa de vino que tenían abierto en la nevera y unas aceitunas mientras ellos se iban a duchar y cambiarse.

No  anduvieron con miramientos pues uno se quitó la camisa  y pantalones mientras entraba al baño, mostrándome su blanco trasero que me pareció muy atractivo para su edad y un cuerpo de ensueño, velludo y  masculino como pocos.

El otro le dijo entre risas, date prisa  que si no voy a tener que ir yo a sacarte de la ducha, mientras se despojaba también de su camisa aunque no de los pantalones, mostrándome su pectoral velludo pero negro y frondoso que contractaba con el pelo blanco de su cabeza, aunque conforme iba bajando ese vello hacia sus partes, este se volvía mas blanco, intuyendo en mi mente calentorra que abajo tenia buen arsenal forrado con pelo canoso.

Si entras dijo el otro desde la ducha, igual Rosa nos tiene que esperar un buen rato, pues ya sabes que debajo del agua soy un diablillo, riendo ambos, si bien el que estaba junto a mi lado, me dijo,..-espero Rosa no seamos muy vulgares y demasiado atrevidos delante de ti.-

Tranquilos les dije, estoy curada de espanto, soy una mujer muy  liberal y no me asusto fácilmente, todo lo contrario a veces soy muy atrevida.

Rosa dice que si no sales entra en la ducha a por ti, dijo el que tenía a mi lado riendo, contagiándome también, con su cómica y atrevida proposición.

Pues entonces sí que no salgo decía, mientras lo oía canturrear bajo el agua, invítala y tráela anda que así se refresca y nos da consejos.

Quede medio aturdida por la rapidez de los acontecimientos y más cuando Pablo que era el que estaba a mi lado, me dijo… anda acompáñame no te cortes, a la vez que se despojaba de sus pantalones, mostrando un arrugado pero grueso pene, pues no usaba slips, además como había imaginado rodeado de un frondoso pelo blanco y una par de enormes y colgantes bolas que me dejo atónita.

Fui a negarme pero con  la rapidez de sus manos  y un beso cariñoso,  que me dejo medio hipnotizada, me despojo de mi blusa  para después retirar cortésmente mi sujetador y pasar a mi falda y braguitas, quedándome petrificada por la facilidad que le había dejado desnudarme toda.

Acompáñame, poniéndome delante de él, y llevándome a la ducha, por cierto una bañera redonda y amplia, a la vez que dijo, mira que tesoro traigo.

Ummmmmmm resoplo Guillermo debajo del agua todo desnudo y medio enjabonado, cariño estas hecha un bombón… haciéndome ruborizar y más cuando me quede atónita mirando la tranca morcillona que colgaba entre sus piernas….bastante más larga que la de Pablo pero no tan gruesa, pues la de este asustaba en grosor pensando para mí cuando aquello se pusiera dura me destrozaba.

Pasa tesoro, alargándome la mano para que entrara en la bañera, aunque picaronamente me agarre a su péndulo, diciéndole tomo esto que me veo más segura si una se resbala.

Madre mía que tesoro más rico dijo Pablo, frotándome la espalda mientras Guillermo me echaba agua por mis pechos, bajando dulcemente su boca a besarlos y degustar mis  duros pezones que andaban como pitones -

Me besaba dulcemente mi cuello Pablo cuando sentí rozar en mi traserito algo que parecía  más grueso de lo que había visto antes, alargando mi mano libre hacia atrás y palpar ante mi sorpresa por la rapidez que se había inflado, un grueso y gordo rabo cuya cabeza parecía querer entrar por mi puerta trasera, restregándolo sin tapujos por mi asustadizo pompis mientras la otra mano seguía testando como iba endureciéndose el que tenía delante.

Me sentía agasajada y   presa entre aquel par de buenorros abuelos, que parecían iban a darme una tarde de sexo de escándalo, pues aunque los dos rabos eran muy dispares, pues uno era largo y medio grueso, el otro algo más corto lo superaba con creces en grosor.

La mano de Pablo serpenteo por mi cintura hasta llegar a mi sexo que acaricio como un experto gurú del sexo, diciéndole a su pareja, mira que potorrito más rico tiene Rosa, a la vez que mi cabeza se inclinaba hacia atrás apoyándola en su hombro  por el placer de sus caricias mientras  la boca de Guillermo  mordisqueaba en mis senos, bajando  este con sutiles besos hasta mi sexo tras  retirar  la mano para  comenzando a besarlo dulcemente.

Gemía con los ojos medio cerrados por el placer de aquel par de expertos abuelos , cuando Pablo se giró poniéndose en un lado de nosotros y acercando ahora su grueso pene que parecía el doble que al  inicio,  pues me asustaba ver aquel grosor  y temí me reventara al penetrarme, lo puso entre mi sexo y la boca de su pareja que rápidamente lo mordisqueo y chupo la gruesa cabeza, agarrándola con la mano para frotar esta por mis labios vaginales sin dejar de besarlo y comerlo.

La imagen me pareció tan caliente que estaba a punto explotar y más sintiendo el cálido roce de aquella vestía por mi asustadizo conejito.

Busque con la mirada la de Guillermo, y esta había perdido algo de fuelle y colgaba toda larga rozando el suelo de la bañera, por la posición que tenía este en cuquillas mientras jugaba con mi conejito y el pollón de su pareja.

Se levantó Guillermo y Pablo que parecía coordinado se agacho y agarrando aquella tranca, comenzó a comerla para ponérsela dura otra vez, mientras este me besaba y pellizcaba  mis pezones con maestría.

La vi crecer y ponerse enorme de larga y dura y pensé que si me lo metía toda me atravesaba y me ensartaba.

Me mordía yo sola los labios del  placer que sentía, cuando el ahora  me chupaba los lóbulos de mis orejas a la vez que me dijo en todo cálido pero firme.. Que a ellos les gustaba entrar por atrás, que me relajara.

Fui a decir que no pero se puso tras de mi restregando todos sus atributos por mis temerosas posaderas, a la vez que me besaba la nuca y me acariciaba la cintura.

Se sentó Pablo en el filo de la bañera mientras Guillermo me  inclinaba  con finura y maestría  para poner mi boca cerca de  la enorme tranca de su compañero de faenas, sujetándome con una mano sobre una de sus gruesas y masculinas  piernas y la otra agarrando aquel arsenal  aunque apenas podía tomarlo de lo gruesa que era.

Suspire cuando sentí jugar con sus dedos por mi puerta trasera y al abrir la boca intente meter parte de aquel enorme cabezón que estaba imponente  de duro y grueso, a la vez lo deje  libre pues la rigidez le hacía estar recto, pasando mi mano  a acariciar aquel par de jugosas y canosas pelotas que mojadas por el agua de la ducha parecían tersar y duras.

Sentí trabajar por mi trastienda y parecía tenia buena experiencia pues ahora su lengua jugaba y dilataba junto un dedo aquella pequeña y atemorizada abertura, alternando  roces y caricias con su estilete al que frotaba para calentar y preparar la penetración.

Fue paciente haciéndome gemir como una perra en celo, pues movía sin darme cuenta mis cadera como buscando más juego por ahí, azotándome con toque sutiles de sus manos en mis posaderas mientras ahora puso su cabeza en la puerta y con un leve empujón metió parte de aquel armamento, y esperando mi reacción que fue de un largo suspiro, termino por metérmela toda de una ligera estocada, pegando mi boca con el impulso sobre el monstruo marino que intentaba comer.

Jugaba con la cadera con una carencia de movimientos tan dulces y armónicos que explote con un orgasmos descomunal, devorando con pasión  lo que tenía frente a mi cara,a veces con tanto ímpetu que Pablo me calmaba diciendo “tranquila que hay carne aquí para rato”

Me sentía flotar  con el placer de aquel largo apéndice entrando por mi puerta trasera, con una maestría que casi me deja exhausta  tras unos largos minutos de intenso placer, cuando lo vi disminuir en el ritmo pero sin sacarla de mi interior, levantándose Pablo y dejándome medio inclinada sobre el fino la bañera, para ponerse también por atrás a la vez que se retiraba su compañero sacando su largo estilete y ocupando la posición de sentado para ponérmela a degustar ahora frente a mi boca.

Fui a negarme y decir que él no, que la tenía muy gorda, pero la mano de Guillermo guio mi cabeza a la punta de su gordo nabo y me tapo está entrando su cabeza hasta casi mi garganta, pues la finura y longitud la hacían más fácil de chupar y tragar, que la de su pareja.

Sentí entonces como el otro monstruo marino intentaba abrir  aún más mí ya dilatada abertura trasera pues su dura cabeza se postuló en la puerta y como rompiendo los músculos de las paredes fue entrando, no sin hacerme soltar un grito entre placer y dolor desgarrador, que se mitigo por el caramelo que entraba y salía por mi boca.

Tranquila dijo Guillermo, es gruesa pero entra, te lo digo por experiencia, primero duele pero después mmmmm quieres repetir.

Me sentí calmada con sus palabras y más aun con los movimientos armónicos de aquel viejo que follaba como los ángeles, pues sus manos parecían las de un pulpo mientras cancaneaba mi asustado trasero con una maestría que me hacía dudar quien de los dos era más bueno.

Otro orgasmo tan fuerte como el anterior me hizo doblar las rodillas, y menos mal que andaba clavada y bien clavada y sujeta por la boca, pues pensé desfallecía de tanto goce y placer, pidiéndole que parara que no podía más con aquella monta en toda regla.

Pareció compadecerse de una y acelerando el ritmo levemente pero con toques finales marcando al  fuego, me inundo con una serie colosal de ráfagas de cremosa leche que aunque no veía  su espesor y si sentía su rica afluencia que lubrificaba aquella abertura ricamente.     Con un cambio de guardia rápido y preciso me vi ahora ensartada por Pablo que quería terminar la faena que antes había comenzado pues ahora su ritmo siendo también muy armónico, sí que era más raudo y profundo sintiendo el fuerte balanceo de su pelotas golpear parte de mi conejito con los fuertes vaivenes, mientras limpiaba con mi lengua los jugos sobrantes de aquella morcilla que estaba regresando a un estado más comible debido a su leve flacidez.

Explote nuevamente y contagie a mi jinete con mis gemidos, pues deposito  también simultáneamente  una espesa crema donde su pareja hacia minutos había dejado  su huella, golpeando ahora con una furia salvaje varias estocadas mientras sus ráfagas iban aminorando y una entrando en un estado de trance que pensé me desmayaba de placer.

Le temblaron las piernas tras desengancharse de mí, sentándose en el suelo de la bañera, pues su corrida decía le había dejado fundido, tomándome y apoyando mi espalda sobre su pecho dulcemente para que descansara una también.

Volvió abrir el gripo de agua tibia Pablo y jugueteando con la manguera nos echaba agua para que recuperáramos aliento, acariciándome los pechos y la cara con dulzura y dándome las gracias por ese momento tan especial.

Apenas podía levantarme pero al final nos incorporamos  y  en medio de aquellos dos viejos sementales acabe por ser duchada y masajeada completamente con especial cuidado en algunos agujeros.

Parecían no perder fuelle, pues se recuperaron pronto  y tras invitarme nuevamente a otra copa de vino destapando otra botella,  nos pusimos a charlar si bien sus intenciones no eran dejar la tarde así tranquila.

No sé cómo llegue pues les digo que es cierto pero me embrujaron de tal forma que a los veinte minutos, estaba espatarrada sobre el sofá cama del salón comedor mientras Pablo devoraba mi conejito y sentado sobre un lateral Guillermo me daba biberón con su enorme y larga tetina.

Dos cortos pero intensos orgasmos dieron pie a que Pablo cambiara de postura y ahora a lo tradicional se puso sobre mí y perforo mi chochito con sutiles vaivenes de cadera que me hacían gemir como una posesa, mientras entre nuestras bocas un estilete largo y duro se posicionaba en medio para ver quien la devoraba mejor.

Recibió tan buen trato, que tras largos minutos de jugar de boca en boca acabo aflorando un mana blanco y espejo que supe compartir con aquel caballero que dulcemente me montaba y que casi a la vez  de mi último y colosal orgasmo de la noche, mezclo el,  su refrescante y espesa horchata en mi caliente y húmeda coctelera, acabando en un idílico y apoteósico final de los que dejan huella.

El silencio inundo por segundos la sala, esperando tomar aliento ellos y una un soplo de aire fresco que levantara mi ánimo, para al finar volver a retomar una ligera y rápida ducha ya individual, y tras vestirme y arreglarme, fuimos aunque con algo de retraso a cenar siendo invitada por aquellos dos galanes  que no parecían tener la edad que tenían.

Y es que aquel par de abuelos me habían hecho pasar un  rato inolvidable  y aunque les quedaban tres días más aun en la isla, prometieron invitarme nuevamente a cenar, con las consiguientes consecuencias que eso acarreaba, mientras ambos reían y a una se le encogía el alma ,pero de gusto, pensando en lo que nuevamente me espera.