Los días con los tíos

Una sobrina en un pueblo de provincia

LOS DÍAS CON LOS TIOS

Cuando tenía quince años tuvimos que ir  vivir con mis tíos Lencho y Tito, dos solteros empedernidos sí los llamaba mi madre que era su hermana.

Era un pueblito tranquilo de la provincia. Muy rural, con algunas pocas casas y escasa diversión por supuesto.

En ese tiempo a mi no me pareció importante. Porque iba a la escuela, volvía, y luego realizaba muy pocas actividades.

Al tiempo empecé a ir al club. Allí se juntaba todo el pueblo, los pocos jóvenes que en aquel lugar vivían.

Mi madre tal vez a los dos años de llegar se puso de novio y se fue a vivir a una estancia. La misma quedaba a unos veinte kilómetros, camino de tierra del pueblo. Por supuesto ella no me llevo consigo y quede por ende al cuidado de mis tíos.

Ellos no eran muy severos, en realidad me dejaban hacer lo que me viniera en gana. De todas formas no era una chica problemática. Tengo buen carácter hasta el día de hoy. No he cambiado mucho en eso y en tantas otras cosas.

Fui creciendo y note también que mi cuerpo fue cambiando y tomando formas. Los hombres empezaron a mirarme y yo me di cuenta.

Pasaba por las calles del pueblo y hombres jóvenes y viejos, casados y solteros se daban vuelta para verme.

Debo decir que me gusto y me sentí muy admirada. Se empezaron a interesar en mi, los compañeros varones y debo decir que alguna que otra chica también.

En tanto en casa, notaba que mis tíos se ponían nerviosos a mi paso. Yo ayudaba en todo los quehaceres. Atendía el gallinero. Atendía la casa. Y había aprendido a cocinar muy bien, por supuesto me habían enseñado mis tíos y empecé a recordar alguna cositas que pasaban y que yo inocente no me daba cuenta.

Por ejemplo aquellos pequeños roces entre nuestros cuerpos. Tocamientos inocentes, y recuerdo sentir sus durezas en mis nalgas y no saber que diablos era aquello. Ahora caía en la cuenta que ellos se daban cuenta de mis tetas prominentes, de mi culito saltón y fuerte, de mis muslos cada vez mas desarrollados, todo mi cuerpo se había convulsionado y yo me sentía caliente todo el día, eso también era verdad.

Las clases llegaron a su fin y mis dieciocho años me ponía en la dura decisión de que haría con mi vida a partir de esa época. Para seguir estudiando debería viajar o irme a vivir a otra ciudad, donde se pudiera estudiar lo que deseaba que aún no sabía muy bien que sería.

En fin mis tíos, notaba yo andaban como locos. El verano se sumaba. Nuestros cuerpos sudorosos andaban todo el día pegajosos.

__¿Tienes pensado irte?__ preguntó un día de esos el tío Lencho.

__¡No lo sé! de verdad todavía no lo tengo pensado…

__¡Nosotros con tu tío te apoyaremos en lo que sea!__ dijo tiernamente

__¡Gracias!!__ Dije y lo abracé, apoyándole mis tetas en su pecho. Noté su nerviosismo y su calentura transmitida directamente a su pija que se puso dura instantáneamente. Sonreí para mi adentros.

Otro episodio fue cuando tío Tito andaba por los gallineros, buscando una gallina para darle un remedio contra una peste, yo me puse a correr al animal, sin darme cuenta me agachaba delante de el y el culo se marcaba de una manera rabiosa, cuando me acerqué  con el ave, note el bulto exagerado en el pantalón, me corría el sudor por el pecho y los labios, el estaba como petrificado y pensé, es más supe, que no eran inmunes a mis encantos femeninos.

La noche siguiente vino tormenta. Una lluvia suave pero continua. Truenos, rayos y relámpagos. Debo contar que le temo mucho a las tormentas. Era mi momento me dije. ¿Para qué?.Para hacer felices a los tíos.

Alguna vez recordé , mientras me invadían esos pensamientos, haber escuchado la camioneta salir a altas horas de la madrugada y luego de un rato escuchar voces. mas de una vez la voz era de mujer y parecían bastante jóvenes.

Luego oía gemidos y palabrotas, muchas veces, pensé que estaba soñando. Creo que era mucho mas que eso. Era cuando los tíos tenían necesidades y se saciaban trayendo a alguien.

Me había bañado temprano. Mi piel olía a limpio y fresco. Me puse unas cremas, por todas partes, en especial en mis genitales.

Caminé por el pasillo a oscuras, iba a llegar al cuarto de los tíos. Debo contar que duermen en un gran habitación. Dos camas amplias, allí duermen mis tíos. sí que debo intuir que compartían sus chicas o una sola chica.

Mi babydoll era transparente y para el infarto. Entré al cuarto. Oía los ronquidos. Un trueno sonó a lo lejos y me estremecí.

__¿Quien anda ahí??__preguntó el tío Tito.

__¡Soy yo, los truenos!!__ balbucee en mi mejor modo de película de terror

__¡Oh pobre niña!!__ dijo el tío Lencho encendiendo la luz. Vi su rostro iluminado cuando vio mis carnes a través de la tela traslucida.

__¡Oh tiito, saben el miedo que tengo a las tormentas!!__ casi gemí

__¡Ven criatura, ven con nosotros, no temas!!

__¡Oh no mi ángel ven acuéstate en medio!!__ dijo tío Tito que se había cruzado a la cama del tío Lencho. Rápida observé que tenía la verga como un caballo. Mis pezones se pusieron duros. No pude evitar rozar las durezas de aquellos machos encabritados.

Los toqué en forma descarada y ellos suspiraron y me dejaron hacer.

__¡Que tremendas erecciones!!!__comenté ya muy caliente

__¡Pero Elisa como sabes tu de eso!!__dijo el tío Lencho

__¡Una aprende tío, ya estoy grande!!¡Y estoy muy caliente!!¡Necesito tocar y ver esos pedazos de forma inmediata!!

__¡Pero esta chica!!__ comento tragando saliva el tío Tito, en tanto yo hundía mis manos avarientas para atrapar esas herramientas de fuego.

__¡Quiero mamar esa vergas, ya!!__ dije y trate de sacar las pijas, ellos ayudaron y en un momento estuvieron los dos mástiles a mi disposición.

__¡Ohh son hermosas y están tan duras!!!

__¡Ahhh que mujercita eres, ohhhh, si acarícialas!!!__ gimió el tío Lencho

__¡Oh chiquilla…eres tan puta como tu madre!!!__dijo creo que sin querer el tío Tito.

Las tomé con mi boca ardiente y jugosa. Ellos permanecían sentados y yo los mamaba a todo vapor. Eran pijotas grandes y salobres, pero yo estaba mareada de la calentura. Me encantaba chupar esas pijas. Realmente estaban duras. Me tomaban del cabello, como pudieron me quitaron el camisón transparente y solo quedé con el hilo de la tanguita rosada. Culo hacia arriba. Metiendo esas pijas en la boca, profundamente. Ellos se mordían en gritos salvajes. Gruñidos animales.

Con los dedos empecé a jugar con sus bolas magnificas. Enormes, llenas de leche. Me encantaba el sexo oral, después en mi vida sería una de mis mas queridos vicios. Chupar penes y bolas.

Aquella era mi primera vez con dos hombres, grandes, nunca antes había estado con dos machotes como aquellos. No era virgen, pero mi mandíbula empezó a sentir el esfuerzo. Me faltaba practica pero todo se calmo cuando los dos machos empezaron a llenar mi boca con sus respectivas descargas de leche que fue realmente grande y sabrosa. Los dos gritaron como marranos. Aliviados y felices.

Un rato después estaban chupando mis tetas. Uno cada lado, con una teta cada uno, mis pezones me dolían de lo parado que estaban. Mis jugos se salían y chorreaban de la vagina. Metían sus dedos en la jugosa fruta y me arrancaban orgasmos uno detrás de otro.

Yo me estaba conociendo y estaba aprendiendo. Todavía y me llevaría tiempo, no sabía de las reacciones de mi propio placer, era todo nuevo, pero lo mas importante es que me encantaba. Era una increíble carrera hacia el abismo de la lujuria y la perversión.

Tío Lencho siguió besando y chupando mis senos y el tío Tito se fue para abajo. Encontró mi jugosa conchita y allí metió su lengua juguetona y rapaz. Glotona. La hundió sin mas.

El delirio se apoderó de mi y mas jugos chorrearon, era casi parecido a hacer pis, pero no era, enseguida bañé las sábanas, e inunde la boca del tío que no se corría y quería más.

Aquellos dos hombres me estaban haciendo gozar de manera increíble. Tío Lencho me abrió la boca metiendo su tremenda lengua hasta la campanilla. Me besó de forma que nadie lo había hecho antes. Deduje que con hambre, con ardor, con ganas. Como un macho caliente besa a su hembra alzada.

La saliva de nuestras bocas chorreaba y eso me hacía sentir mucho mas como perra caliente.

Tío Tito subió un poco más y beso mi vientre, lo lamió, paseo su lengua babosa por ahí, subió un poco más su cuerpo largo y esbelto. Abrí las piernas un poco más y fue colocando despacio su vara allí, en mi húmeda y babosa cuevita, quería que la metiera de una vez.

__¡Oh métela allí tiito, méteme tu pijota, hazme tuya oh si  cógeme bien cogida!!!

__¡Sí chiquita abre tu conchita puerca para mi, ábrete, oh, si si !!__ una vez dentro empezó a bombear rápido, feroz, como si regresara del más allá y hubiera pasado años sin penetrar a nadie.

Saca y mete, saca y mete, la vergota de tío Tito me llenaba y me hacía vibrar, seguía consumiéndome en orgasmos, uno detrás de otro. Era una loca enajenada de verga.

Mi otro tío me chupaba los pezones, dejándomelos colorados de tanta fricción, casi que ya me dolían. Su poronga se había alzado como roca nuevamente. Podía rozarla con mi brazo. El presto me la colocó en la boca y tuve que mamar otra vez aquella belleza de pedazo.

Las mandíbulas de tío Tito se apretaron, su cara se puso roja y jadeando como animal, empezó a descargar su semen dentro de mi cuevita que volvía a largar jugos por todos lados. Se descarga fue rabiosa y me lleno de su pegajoso esperma. Cayo sobre mi, respiraba muy cerca y tuve que dejar de mamara la poronga del otro tío.

Pronto se corrió y tío Lencho colocándose de espaldas señalo para que me subiera a su erguida espada.

Sin dudarlo allá fui. Desesperada de verga como parecía haber estado durante todo ese tiempo. Me clave la espada. Empecé a subir y bajar. Un poco recuperado, tío Tito me acariciaba la espalda y llegaba hasta las nalgas. Las tocaba y apretujaba, en tanto me besaba suavemente el cuello. Pasaba su lengua por las orejas y las salivaba, estaba llena de fluidos por todas partes. Y eso me encantaba. El tío Lencho me agarraba las tetas. Pasaba sus dedos por los duros pezones, y las lágrimas de placer me caían por mis mejillas acaloradas.

Un chirlo sonó en mi cola, suave, pero firme, así que al tío Tito le gustaba dar algunos chirlos, sonreí para mi, mientras gozaba como perra. El fierro de tío Lencho seguía penetrando y horadando mi concha abierta y mis orgasmos sacudían eléctricamente mi cuerpo.

Así después de un rato el tío Lencho fue largando su lechita dentro de mi. Aquellos hombres eran de tener buenas reservas de leche, me lleno. Entonces fui yo la que cayó sobre el pecho del tío. Acarició mi pelo, mientras sentía como latía aquella vergota aún dentro de mi. No me movía, agotada por completo de aquella cogida impresionante.

__¡Que mujercita increíble Elisa!!__ dijo Tito mientras erguía acariciando mis nalgas

__¡Hacía años que no disfrutaba tanto con una chica, eres una belleza!!!

__¡Me han hecho gozar como perra!!__ dije yo con una voz que me salía gastada ya al punto del desmayo.

Me quedé dormida.  Todos nos quedamos dormidos, satisfechos. A la siguiente mañana me desperté y estaba sola en la cama, aún sucia de manchas y flujos. Corrí rápidamente al baño a darme una ducha.

El día se fue dando como todos. Parecía que nada había pasado. Trabajamos. Ordenamos. Atendimos a los animales. Cada uno hizo las tareas de siempre.

La noche se nos vino encima. Habíamos andado todo el día de aquí para allá. Al fin nos sentamos a cenar liviano, el calor rondaba, a pesar de la lluvia del día anterior.

__¡Ha sido un día largo!!__ dije mientras servía algo de comida

__¡Sí el calor aflojo un poco!!__ habló tío Lencho

__¡Estuvo bien!!¡Que rico se ve esto Elisa querida!!__ dijo Tito poniendo una mano sobre mi muslo.

__¡Hago lo mejor que puedo!!

__¡Tu eres lo mejor!!__ dijo Lencho poniendo también la mano sobre mi otra pierna. Comimos así. Entre tocadas y subidas de vestido. Yo los dejaba a hacer a estos machos que rendían pleitesía. Me gustaba ser la hembra de estos hermanos maduros y ardientes.

La comida llegó a su fin. Junte los platos, mientras cada uno metía mano adonde quería, eso me ponía muy caliente, aunque no dejaba de hacer lo que estaba haciendo. Cuando hube terminado de ordenar . Ellos miraban un poco de televisión. Me senté en medio trayendo una copitas de licor, como todas las noches.

Uno de ellos, tío Lencho me levantó el vestido. Arrancó mi tanguita negra brillante. Acarició lentamente mi vagina, sobando mi clítoris y haciendo que me retorciera de placer.

Tío Tito quitó mi remerita y se prendió a mis tetas que estaban sin corpiño. Me volvían loca sus caricias. Yo gemía y quede desnuda en minutos.

__¡Eres una hermosura!!__ gemía Lencho mientras buscaba mi boca para besarme

__¡Oh que tetas, que puerquita eres chica!!!__ decía enloquecido Tito.

En un momento tío Lencho poniéndose de pie se quito su ropa en un instante. Me tomo de los hombros y me giro, poniendo mis rodillas sobre el sillón y haciendo arquear mi cuerpo. Mi culo fue atrapado por las férreas manos de aquel macho. Abrió mis nalgas y fue con su lengua a mi agujero fogoso. Chupó, lamió, escupió y lo fue abriendo, mientras gemía y resoplaba murmurando cosas que no entendía.

Primero fue un dedo y luego dos, yo movía mis caderas enloquecida y gozando, tiraba jugos para todas partes.

__¡Quieres mi verga allí, perrita!!__ dijo mi tío caliente

__¡Cógeme, sí!!__ decía yo sacada y sacando mi cola traviesa. El hombre apoyo su vergota en la entrada de mi culito. Empujó y empujó, suave y mas de prisa, fue abriendo, en realidad entrando, despacio, apretado, yo gemía y sentía el punzante dolor, unos momentos, después todo fue placer. Por fin todo el animal estuvo dentro. Empezó a ir y venir, abriendo y amoldando mi ojete a su medida.

__¡Mira la cara de goce de la putita!!__ exclamaba Tito viendo como me penetraba y taladraba el ojete su hermano.

__¡Que culito tan apretadito, ohh, que dulce ojete, ahhh, ohhhh!!!__ casi gritaba el tío Lencho a punto de llenarme l ojete con su semen. Se prendió fuertemente a mis caderas y empezó a serrucharme mas veloz. Entre gritos y bufidos fue largando sus jugos dentro de mi, en tanto yo tenía unos cuantos orgasmos mojados, uno detrás de otro, lanzando chorros y gritos desde el fondo de mi ser.

Ahí nomás para completar el ciclo y repitiendo lo de anoche, tío Tito hundió su verga en mi abierto culito. Empujó y entró fácilmente. Estaba entregada. Gozando como no había gozado hasta conocer anoche a estos hombres que convivían conmigo. Las bolas de tío Tito golpeaban mis nalgas. Iba y venía dentro mío. Me penetraba suave y luego aceleraba. Me tomaba de las tetas. Las apretaba y mordía mi cuello. Yo aullaba de lujuria, sintiendo aquel fierro que machaca y agrandaba mi culito.

__¿Te gusta puta?__ preguntaba alzado mi tío

__¡ohhhh sii tiito, sigue, sigue quiero tu leche también!!

__¡La tendrás perrita, ohhhh, si la tendrás!!!

__¡dámela, si, dámela, ahhh!!__ aullaba yo para que sus sentidos se alteraran un poco mas. El hombre iba y venía, me clavaba su aguijón, muy profundo, se quedaba quieto unos segundos, luego otra vez le daba velocidad, apuraba las embestidas, hasta que dando un grito salvaje me largo su leche, llenando mi ojete un poco más, rebalsándome, como catarata chorreaba leche, se me escurría entre las nalgas, quedé casi sin sentido colgada del sillón, estuve un rato así. Parecía sin vida. Los machos también quedaron exhaustos.

__¡Siento que muero!!

__¡No digas eso tío Lencho!!

__¡Hermano, estas viejo!!__ dijo riendo Tito

__¡No seas malo!!__ dije yo mientras me acomodaba nuevamente en el sillón, mientras las pesadas gotas de leche de los hombres se mezclaban y caían sobre la tela, manchándolo.

__¡Debo ir al baño!!__ dije y me puse de pie

__¡Ve, ve queremos verte desnuda en plenitud!!__ dijo Lencho

__¡Es hermosa!__ comentó Tito, no sé si con su hermano o para el mismo. La cuestión es que lo escuché.

Me di un nuevo baño sacando todos los restos de flujos de mi cuerpo.

Cuando regresé nos fuimos al cuarto. Continuamos cogiendo hasta altas horas de la madrugada.

Así fue mi vida todo aquel verano, hasta que tuve que irme a la ciudad para seguir estudiando. No voy a negar que no los extrañé a mis tíos, por supuesto que si y al contar esta historia y rememorar aquello mas de una vez me he masturbado recordando.

En fin, seguí con mi vida. Tuve parejas, tuve hijos, separaciones, en fin, la vida. Pero guaro un especial recuerdo de aquella época de mi vida que fue todo descubrir.-