Los deslices de mi esposa Silvia (2)
En esta ocasión mi mujer sigue con sus deslices provocando que mi cornamenta se incremente, aunque esta vez se pasa de la raya ya que es con mi propio hermano con el que tiene el desliz.
- LOS DESLICES DE SILVIA (2)
Buenas en esta ocasión les contaré cómo mi mujer sigue con sus deslices y aumenta mi cornamenta, pero esta vez se ha pasado de la raya ya que es con mi propio hermano.
Después de lo sucedido con mis compañeros de trabajo en una cena de empresa y con mi propio jefe el día después, pareció volver todo a la normalidad, por lo menos en mi casa, ya que durante un tiempo, mi mujer pareció tranquilizarse, o por lo menos yo no me enteré de nada más.
Sin embargo en la oficina se había corrido el rumor, en la empresa todo eran chismorreos y comentarios sobre lo sucedido en la cena de empresa, y al parecer mis compañeros no fueron muy discretos con lo que había pasado entre mi esposa y ellos, nadie se atrevía a decirme nada directamente, pero podía sentir las miradas de todos y cada uno de los miembros de mi empresa, desde los más cercanos hasta los más desconocidos, todos sin excepción clavaban sus miradas en mi, unos con pena, otros con sorna y burla, pero sus miradas eran autenticas laceraciones en mi orgullo, sentía como mellaban mi confianza y me humillaban hasta límites insospechados, estar en esa oficina se convirtió para mí en un autentico tormento.
A pesar de todo, intente continuar con mi vida sin que todo eso me afectase, tanto en el plano personal como en el profesional, tenía que continuar, no podía dejar que me afectase, y con el tiempo tenía la esperanza de que se olvidase y todo volviese a una relativa normalidad.
Así pues un viernes como otro cualquiera quedamos mi hermano y yo para cenar con nuestras respectivas parejas, hacía tiempo que no coincidíamos y decidimos quedar en su casa aprovechando que no teníamos hijos esa noche ninguna de las parejas, y por lo tanto podríamos disfrutar de una velada, sin prisas y tranquila.
Mi mujer como siempre se vistió de manera provocativa y sugerente para la ocasión, siempre le gustaba vestir así, como decía ella si tienes un bonito cuerpo porque no lucirlo.
Reconozco que en mi interior había una lucha interna cuando la veía vestir así, por un lado me excitaba y me encantaba poder presumir de mujer, ver cómo se la comían con la mirada y oír esos comentarios soeces que solía recibir me hacían sentir afortunado y orgulloso de ser su marido, de ser el hombre que ella había elegido para estar a su lado, aunque a veces no considerase oportuno el hecho de que fuese tan provocativa, y hoy era uno de esos casos.
Pero por otro lado también sabía que eso era una provocación y una incitación para aquellos hombres que no solo se limitaban a mirar y piropear, sino que les gustaba el juego, el riesgo, poseer lo que no era suyo, y vistiendo así lo veían como una invitación a probar ese manjar, como un reto u objetivo, se que puede sonar un poco misógino y machista, pero últimamente mi esposa estaba desconocida, tan alocada y desbocada que me producía miedo, la veía disfrutar con esta nueva situación, el morbo de lo prohibido, las situaciones comprometidas, sentirse deseada por desconocidos y poder experimentar nuevas cosas, en definitiva la sentía como pez en el agua, como una persona que había descubierto algo nuevo que le atraía y gustaba, pero no estaba seguro que su reacción en esos momentos fuera la de una mujer casada y fiel.
Para esta ocasión había elegido un vestido negro de una sola pieza muy ajustado y muy escotado por delante y por detrás, era evidente que iba sin sujetador, con una minifalda muy por encima de medio muslo, de hecho tenía que estar muy pendiente de ella para no mostrar más carne de la debida, todo ello a juego con unos zapatos negros de tacón infinito que hacían destacar esas piernas largas y esbeltas.
Yo me quedé embobado, simplemente no tenía palabras para describir lo que estaba viendo, estaba radiante, deslumbrante, era una diosa, una autentica delicia para la vista, y ella lo sabía y me lo hacía saber regalándome una de esas sonrisas suyas que tanto me gustaban.
En el trayecto hasta la casa de mi hermano, mientras conducía observe varias veces como la falda se subía mas de la cuenta, no podía dejar de observarla mientras me preguntaba si llevaría ropa interior, ella me pillo varias veces observándola y parecía hacerle gracia, por lo que intuyendo lo que estaba pensando levanto sus piernas y las apoyo en el salpicadero abriéndose de piernas lo suficiente para ver que llevaba una tanguita negra minúscula que cubría lo justo.
Para mi sorpresa la cosa no quedo ahí, ya que comenzó a tocarse, estaba claro que la situación la estaba excitando, yo de manera furtiva y sin dejar de conducir y mirar al frente introduje una de mis manos en su entrepierna y pude confirmar que estaba muy caliente, ya que ese hermoso coñito estaba rezumando liquido, ella al contacto de mis dedos emitía pequeños gemiditos y cerraba sus ojos.
Silvia:”Uff cariño busca un sitio, ¡para por Dios¡, necesito que me folles, o no me hago responsable de lo que pueda suceder si me dejas en este estado”
La mire fijamente a los ojos necesitaba comprobar que lo que me estaba pidiendo era serio, que no me estaba tomando el pelo, ella pareció percatarse de mi duda, y con la mejor de sus sonrisas, esa que hace que se le ponga esa carita de zorra insaciable, se reincorporo y me coloco una de sus manitas en mi paquete.
Casi al instante mi polla reacciono a ese dulce masaje, y en mi cabeza solo tenía buscar un lugar donde parar, un sitio donde poder disfrutar de esa diosa que tenia a mi lado.
Ella seguía a lo suyo, y no tardo mucho en sacarme la polla de su prisión, en liberarla de mis pantalones para introducírsela en su caliente boca y hacerme una mamada de fantasía.
Yo recordé que cerca de la urbanización de mi hermano había un descampado, un polígono industrial nuevo sin apenas movimiento, así que pensé que esa era la mejor opción, y allí me dirigí raudo y veloz sin pensarlo demasiado.
En cuanto llegamos, vi una zona oscura y apartada, mi esposa estaba muy afanosa en su mamada, de seguir así no tardaría mucho en correrme y deseaba más.
En cuanto pare el coche me acomode el asiento, recostándolo para quedar casi tumbado, momento en el que mi esposa se retiro a un lado el tanga y aprovecho para ponerse a horcajadas sobre mí y dejándose caer se empalaba ella misma, era una delicia ver desaparecer mi congestionada y dura polla en sus entrañas para volver aparecer casi por completo, una y otra vez cada vez más rápido, cada vez más profundo, dándome un placer indescriptible, mientras amasaba uno de sus pechos.
Cuando estábamos a punto de corrernos, en el momento más álgido, centrados en nuestro placer, un haz de luz asomo por uno de los cristales, dejándonos deslumbrados y dándonos un susto de miedo.
Mi esposa de un salto se coloco en su sillón mientras yo me incorporaba y comprobaba que teníamos un coche policial a nuestro lado, mientras uno de los policías nos daba al cristal y nos indicaba que lo bajásemos.
Cosa que hice sin dudar, mientras un escalofrió me recorría toda mi espalda, haciendo que todos los músculos de mi cuerpo se contrajeran.
Policía:” ¿Se puede saber que están haciendo aquí?”
Estaba muerto de vergüenza, sentía enrojecer mis mejillas, la situación era cuando menos cómica y surrealista, dos personas adultas disfrutando de nuestros cuerpos como dos auténticos colegiales.
Yo:”Vera…, la verdad es que...””A mi esposa se le ha caído algo y lo estábamos buscando”
La verdad es que no sabía que decir y lo primero que me vino a la cabeza es lo que solté, aunque después me arrepentí inmediatamente de haberlo dicho sin pensarlo.
El policía me miro de manera dura e inquisidora, y después miro a mi esposa, cuando lo hizo vi como su rostro se relajaba e incluso una mueca, una sonrisa se dibujaba en su rostro.
Policía:”Bueno vale, espero que hayan encontrado lo que buscaban, pero ahora por favor les agradecería que se marcharan de aquí”
Le di las gracias y arranque el coche casi de inmediato, cuando mire hacia mi esposa entendí porque el cambio de actitud del policía, ya que con el susto mi esposa no se dio cuenta, y si lo hizo no puso remedio, de que tenía un pecho fuera del vestido y la falda completamente remangada en su cintura con el tanga corrido a un lado dejando entre ver todas sus vergüenzas.
Cuando salimos del polígono tanto mi esposa como yo rompimos a reír de manera nerviosa y convulsa, la situación había sido surrealista, son habían pillado con las manos en la masa como a dos colegiales, no podíamos contenernos reíamos a gusto liberando esa tensión que habíamos acumulado, y tras adecentarnos y recuperar la compostura nos dirigimos a casa de mi hermano como si no hubiese pasado nada.
Cuando llegamos a casa de mi hermano, no tarde mucho tiempo en observar como sus ojos lascivos inevitablemente se clavaban en la figura esbelta y firme de mi esposa sin mucho disimulo por su parte, ella también pareció percatarse y lejos de molestarse o recriminárselo parecía gustarle la situación, e incluso pude ver cómo echaba más leña al asunto ya que lo miraba directamente, como desafiándolo o bien le sonreía de manera divertida.
Esa actitud de mi esposa me hizo recelar por un momento, pero rápidamente deseche cualquier idea de que estuviesen juntos, no por ella sino por mi hermano, no sería capaz, creía conocerlo bien y sabia que no podía ser capaz de tal afrenta, el me quería.
Mi hermano alentado por esa reacción, en el momento de los saludos de rigor vi como palmeaba el culo de mi esposa y le agraciaba sus oídos diciéndole lo buena y guapa que estaba, mientras me miraba de forma divertida y me comentaba lo afortunado que era de tener una esposa así.
Era mi hermano lo conocía, y no le di ninguna importancia, no me entraba en la cabeza que mi propio hermano me haría algo así, además la mujer de mi hermano también era una mujer bonita, pero su vestimenta para mi gusto iba más acorde a la situación que la de mi esposa, y a ella no parecía importarle la actitud de mi hermano con mi esposa.
Me estaba volviendo paranoico, veía fantasmas por todos lados, incluso donde no los había, pero seguramente los últimos deslices de mi esposa provocaron una ferviente y exagerada desconfianza hacia cualquier acción de ella, tenía que tranquilizarme, esto no podía ser bueno.
Ya después de las presentaciones fuimos al salón y cenamos tranquilamente, estaba todo delicioso, Marta que así se llamaba la mujer de mi hermano no solo era atractiva además tenía buena mano para la cocina.
Tras la cena estuvimos de sobremesa, hablamos de todo un poco, de fútbol, de la situación social, de nuestras familias, mientras hablábamos de todos esos temas de manera distendida mi hermano se encargaba de amenizar la velada sacando todo tipo de bebidas, yo ese día no podía beber ya que luego me tocaba conducir, pero él y mi esposa llevaban buen ritmo.
Marta estaba de guardia era enfermera y trabajaba en el hospital de la ciudad y la podían llamar en cualquier momento así que tampoco bebía, pronto mi hermano se le noto algo perjudicado por el alcohol y comenzó a contar las típicas batallitas de críos, hasta que como siempre llegamos al plano sexual.
Ahí Marta se la veía algo mosqueada con él, no sé si por el estado en el que se encontraba mi hermano o por los temas que estaba sacando, fuera cual fuera el motivo a Marta se la veía molesta y miraba con dureza a mi hermano en reiteradas ocasiones síntoma evidente de su enfado.
Marta al ver el poco o nulo caso que mi hermano le hacía, molesta como estaba decidió pasar de él y no darle más importancia a la situación, sabía que estaba así por el alcohol ingerido, así que comenzó a preguntarme a mí sobre temas triviales y estuvimos comentando cosas sobre nuestros trabajos, mientras mi esposa y mi hermano seguían con sus temas de índole sexual.
En un momento dado me pareció ver en mi esposa esa mirada felina que pone cuando está cachonda o quiere algo, en un principio supuse que sería por la conversación, pero me di cuenta como miraba a mi hermano y este no tenía las manos a la vista, fue ahí cuando una bombilla de alarma se encendió en mi cabeza.
Oía de fondo a Marta pero no le prestaba atención, había otra cosa en esa sala que requería toda mi atención, un sudor frío corría por mi espalda, y la angustia de que mi mujer estuviese tonteando con mi hermano me inquietaba, más viendo el estado de mi hermano y conociendo su historial mujeriego, aunque también debemos ser justos ya que el comportamiento de mi esposa últimamente dejaba mucho que desear y me provocaba de todo menos confianza.
Al cabo de un rato todos mis temores se confirmaron, sentí como la mano de mi hermano se movía bajo la mesa y como mi esposa de forma disimulada se acomodaba, seguramente para facilitar el manoseo al que mi hermano estaba llevando acabó bajo la mesa, yo estaba rojo de ira, no me lo podía creer, mi propio hermano y en mis propias narices.
Mi cabeza iba a mil por hora, tenía que comprobarlo, necesitaba verlo, confirmar mis peores presagios y que no me equivocaba, pero como hacerlo sin montar un pollo...
En esas estaba cuando vi como mi esposa me miraba fijamente, por un momento nuestras miradas se encontraron y fue como si nos leyéramos la mente, ella se sonrió y vi como sus mejillas se coloreaban, el brillo de sus ojos la hacía más deseable todavía y vi como sus labios se separaban suavemente de manera muy sensual y erótica, mientras me cucaba un ojo.
Solo eso basto para que mi polla se endureciese y mi mente se desatara imaginando lo que podía pasar entre ellos.
Yo estaba fuera de mi, rojo de ira, mi hermano era un imbécil, pero mi esposa estaba jugando con todos, y parecía divertirse y sentirse muy tranquila y a gusto en esa situación, se movía como pez en el agua, la verdad es que si me ponía en la situación de mi esposa, dejando a un lado la conducta ética, no podía ser más estimulante y morboso para ella que ligarse al hermano pequeño de su marido con su esposa delante y en su propia casa.
Para mi esposa no consistía más que en un juego cruel y maquiavélico, pero excitante y morboso a partes iguales, poco o nada había pensado las consecuencias que podrían acarrear si esto saliese mal.
En esas estábamos cuando para colmo llamaron a Marta para atender una urgencia, debido al estado en el que estaba mi hermano no podía llevarla al hospital, y ella no conducía, y a esas horas no había ya ningún autobús urbano, así que no me quedo otra que ofrecerme para llevarla yo hasta el hospital, ya que durante toda la noche no había probado el alcohol, la situación cuanto menos era rocambolesca ya que debido a esto mientras yo llevaba a Marta al hospital también estaba dejando a mi esposa en bandeja de plata a mi hermano, ya que se quedarían solos sin que nadie los molestase durante un buen rato.
En cuanto me ofrecí a llevarla pude ver en la cara de mi esposa una sonrisa de complicidad y una mirada lujuriosa con mi hermano que la delato, estaba claro lo que iba a pasar, y lo peor de todo es que no sabía cómo evitarlo y no será porque no lo intente, pero sin mucho éxito.
Yo:"cariño podrías acompañarnos, y ya nosotros nos vamos para casa directamente"
Silvia:"cariño aún es pronto y me parece mal dejar a tu hermano solo con todo el fregado"
Marta:"Silvia cariño no se te ocurra hacer nada lo haré yo cuando venga mañana, y este con la melopea que lleva se va a ir a dormir enseguida"”que mañana le toca estar con los pequeños”
Silvia:"venga va llévala rápido y vienes a por mí, mientras tanto yo recojo un poco esto y nos vamos en cuanto vengas"" avísame que sales y te espero en la calle"
Me quedé sin argumentos, así que muy a mi pesar me marché con Marta dejando a esos dos allí solos.
El trayecto se me hizo angustioso, Marta no dejaba de hablarme y darme coba pero yo no tenía otra cosa en mente que lo que estaría pasando en ese momento en su casa, imaginaba a mi hermano disfrutando de mi esposa, y eso me frustraba, por mi cabeza solo pasaban imágenes de mi esposa y mi hermano comiéndose la boca, disfrutando de sus cuerpos con deseo y pasión, no dejaba de imaginarme a mi hermano amasando el culo y los pechos de mi esposa, hasta acabar penetrándola, mientras mi mujer lo incitaba como tantas veces lo había hecho conmigo.
Todas esas ideas me estaban atormentando, me angustiaba la idea de que esos pensamientos se convirtiesen en realidad, imaginarme a mi hermano con mi esposa me estaba revolviendo todo el cuerpo, no me lo podía creer, mi esposa esta vez se había pasado había cruzado la raya, el límite de lo ético y lo moral.
No daba crédito ni entendía que había echo mal con mi esposa, reconozco que la rutina había echo que nuestras sesiones de alcoba se habían reducido, que hubiesen perdido intensidad y fogosidad, la mayoría de las veces por el cansancio acumulado de mi trabajo, pero si me esforzaba tanto en el trabajo era por darles una vida digna y con todos los lujos posibles a mi esposa e hijas, y ella parecía pagármelo humillándome con cualquier persona cercana a mí, primero fueron mis compañeros de trabajo, luego mi jefe pero ahora mi hermano, me parecía demasiado, no estaba seguro de poder soportarlo, no me lo merecía, y lo que más me fastidiaba es que no podía enfadarme con ella, la quería con locura y sabia que siempre la acabo perdonando todas sus ofensas, pero esta vez había ido muy lejos.
No dejaba de moverme inquieto en el asiento del coche imaginándome a mi esposa poseída por mi hermano, con todos esos pensamientos.
Y si todo esto rondaba en mi cabeza no era sino por los últimos deslices de mi esposa, no sabía como habíamos podido llegar a esto, la rutina, el exceso de rato libre y mi dedicación al trabajo, pero era evidente que mi mujer necesitaba más atención y en vista de que yo no sé la daba lo buscaba fuera, sacando lo peor de ella.
Y me castigaba haciéndome participe de sus infidelidades, humillándome.
Deje a Marta en el hospital y casi con la palabra en la boca me marché a toda velocidad hasta la casa de mi hermano, decidí no avisar a mi esposa, quería pillarlos en el ajo, comprobar si me era fiel o infiel con mis propios ojos.
No tarde mucho en llegar, a esas horas no había mucho tráfico y sinceramente le pise con ganas ya que no veía la hora de llegar a la casa para poder comprobar que mi esposa estaba siendo infiel con mi hermano.
Aparque un par de casas más abajo del portal de mi hermano, no quería que me viesen, y me acerque sigilosamente hasta la casa.
Entre en el jardín y fui por la parte de atrás, comprobé que las luces del cuarto de estar estaban encendidas pero no estaban allí, no vi a nadie, debían estar en la parte superior, en las habitaciones, ¿Sería posible?
Estaba angustiado, nervioso como un gato acorralado que no tiene salida, ¿Estaba siendo traicionado por mi hermano y mi esposa? No podía quedarme así, necesitaba saberlo, verlo con mis propios ojos.
¡Pero como¡ no tenía las llaves de la casa de mi hermano, y si iba hasta mi casa a por la copia tardaría demasiado...., estaba poniéndome muy nervioso, sentía un nudo en el estomago, no veía ninguna alternativa, hasta que alce la mirada y vi las ramas del nogal que mi hermano tiene en el jardín, allí habíamos construido la casa árbol de mi sobrino, y varias veces habíamos reído la gracia a mi hermano que cualquier día el hijo los pillaba jugando, ya que daba justamente a su habitación.
Rápidamente subí a la casa árbol, era pequeña pero era un escondite perfecto, y para más inri había unos prismáticos, imagino que los usarían para observar las aves.
Los cogí, y a la vez que me los llevaba a los ojos, una sensación difícil de describir me embargaba, por un momento dude si quería mirar, si deseaba ver lo que estaba pasando, si sería capaz de soportar la cruda y dura realidad.
Pero esa duda fue un momento ya que enseguida mire en dirección a la ventana de la habitación de mi hermano en la que había luz, y además para más suerte las cortinas estaban corridas por lo que pude ver de manera nítida lo que pasaba en el interior.
Y desgraciadamente, lo que vi me hundió en la miseria, ya que pude ver a mi esposa completamente desnuda y como su cabeza subía y bajaba de manera frenética, mientras mi hermano estaba tumbado en la cama, dejándose hacer.
La mamada que mi mujer le estaba haciendo parecía satisfacer a mi hermano ya que su cara era una mueca de placer y no dejaba de suspirar.
Estuvo un buen rato hasta que mi hermano pareció coger las riendas de la situación y colocando a mi esposa de cuatro sobre la cama, se colocó tras ella y la penetro, en un principio lentamente, me fijé en sus caras, mi mujer gemía, la podía oír desde donde me encontraba, con los ojos cerrados y la boca abierta, mi hermano por su parte tenía la mirada clavada en las podaderas de mi esposa, con una sonrisa pícara y malévola, seguramente pensado cual iba a ser su siguiente paso.
Ambos estaban disfrutando el momento y al parecer sin ningún remordimiento por parte de ambos.
Mi hermano comenzó a incrementar el ritmo aferrado a sus caderas mientras mi esposa le pedía más.
Mi hermano comenzó a juguetear con el orificio trasero de mi esposa, que al sentirlo se volvió a mirarlo con esa mirada de gata celosa que a mí me vuelve loco, y con una sonrisa vi como mi hermano comenzó a meterle primero uno para más tarde meterle dos dedos por el culo mientras seguía percutiendo el coño tragón de mi esposa.
Al cabo de un rato, mi hermano decidió dar por terminado el castigo al coño de mi esposa y se centró en el culito, comenzó a pasarle la lengua y a meterle nuevamente un par de dedos para dilatarlo, hasta que cogiéndose la polla orientó su glande sonrosado e inflamado para introducirlo de un golpe seco en las entrañas de mi esposa, que al sentirlo se aferró fuertemente a la cama y escondió su cabeza entre sus brazos mientras salían de su boca todo tipo de improperios.
Mi hermano se quedó un momento inmóvil, disfrutando el momento, y al cabo de unos segundos sorprendía a mi esposa dejándose caer sobre ella para introducirle toda su barra candente en su orto de una sola estocada, violenta y certera estocada.
Esta al sentirlo dio un chillido que lo pudieron oír en todo el barrio.
Pero mi hermano lejos de parar comenzó a penetrarla de manera violenta, haciendo que el hermoso cuerpo de mí esposa se agitase violentamente, al igual que la cama que parecía estar a punto de romper.
Hasta que tensando todo su cuerpo y bramando como un toro se corrió en el interior de mi esposa, para finalmente dejarse caer sobre el cuerpo desnudo de esta.
Yo estaba completamente alucinado, vaya espectáculo había presenciado, me sentía traicionado por las personas que más quería y confiaba, no sabía cómo reaccionar, pero por el contrario la erección que tenía en ese momento era impresionante, así que casi al instante estaba yo en la casa árbol con la polla en la mano haciéndome una de las mejores pajas que recuerdo gracias a las imágenes imborrables que me habían dejado mi hermano y mi esposa.
Tras eyacular, decidí llamar a mi esposa y avisarle de que iba para allá.
Tras comunicárselo, vi como le daba un morreo a mi hermano de manera apasionada y tras una breve conversación se levantaron rápidamente y comenzaron a vestirse.
Momento que aproveche para bajar del árbol e ir al coche, tras un rato vi como mi esposa salía de la casa de mi hermano, y este le palmeaba su culo de manera cómplice mientras mi esposa se volvía sonriente y le regalaba la mejor de sus sonrisas.
Salí de mi sitio y recogí a mi esposa, cuando le pregunté qué tal, la muy zorra pareció hacerle gracia e hizo un juego de palabras con doble intención que no me hubiese enterado de no ser porque los había visto.
Silvia:"cariño he estado limpiando""esa llamada a Marta ha sido para que me den a mi por el culo""Ahora mismo estoy agotada"
A mi esa contestación hacía que me hirviese la sangre, no solo me traicionaba sino que disfrutaba pasándome lo por el morro y por si fuera poco haciendo gracias.
La situación para mi había sido hiriente pero a ella parecía hacerle gracia, en ningún momento observe en ninguno de los dos arrepentimiento, para ellos simplemente era un juego.
Yo:"y mi hermano""¿No te ayudo?"
Mi esposa me miró sonriente.
Esposa:"tu hermano es un encanto, pero sí de normal no hace nada hoy con su estado lo único que hizo bien es darme por el culo”
Yo no dije nada, pero cada comentario de mi mujer era sangrante para mí, no hacía más que regodearse de mi condición de cornudo, no solo me era infiel sino que lo disfrutaba diciéndomelo de manera subliminal, aunque ella no sabía que lo había visto todo y que lo sabía, de hecho no podía quitarme las imagines que acababa de ver.
Al llegar a casa mientras mi esposa se quitaba los zapatos la aborde por detrás, y la tire a la cama.
Ella dio un chillido de sorpresa, no se esperaba esa reacción por mi parte.
Esposa:"cariño estoy agotada, no tengo ganas de jugar"
Yo no le conteste, simplemente me eché encima de mi esposa y comencé a mordisquear sus pechos sintiendo como estos se endurecían, y la penetre de manera violenta de un solo golpe de cadera, sin lubricantes ni preliminares, no me importaba lo mas mínimo que la puta de mi esposa disfrutase ese momento, ahora era yo el que estaba disfrutando con la situación, era mi momento y lo iba a aprovechar.
Ella protestaba por mis formas, y me decía que tuviese más cuidado que le iba a romper el vestido, pero yo no reaccionaba solo tenía en mente las imágenes de mi hermano, y quería follarmela, subí un poco su vestido y comprobé que no llevaba ropa interior, la mire fijamente y ella se sonrió...
Silvia:"igual me las olvide en la casa de tu hermano"
La muy zorra seguía apuñalándome con sus comentarios.
Yo:"¿Así?"" ¿Mi putita se ha olvidado la ropa interior en casa de mi hermano?""ummm pues habrá que castigarte"”Has sido muy mala y te mereces un castigo”
Y sin esperar a que mi esposa dijese nada más la volteé y comencé a darle varias cachetadas en su trasero, dejándoselo muy colorado, ella protestaba, pero diría que hasta le estaba gustando, yo me sentía humillado, estaba rabioso quería devolverle la afrenta y no sabía cómo, así que sin pensarlo mucho cogí sus brazos y se los inmovilice contra su espalda mientras con mi otra mano cogía mi polla y la coloque en la entrada de su culo, está al ver mis intenciones cambio su tono y comenzó a pedirme que parase.
Lógicamente no hice ningún caso, es mas ahora sí que disfrutaba con esa sensación, sentir a mi esposa asustada y suplicándome que parase me excitaba mas todavía y me reafirmaba en mis intenciones, además en ese momento vinieron a mi mente las imágenes de cómo mi hermano la penetraba sin ninguna compasión, así que al igual que mi hermano había echo con anterioridad, penetré a mi esposa de una sola estacada, alojando más de media polla en su dilatado culo, y mientras me movía rítmicamente le daba varias cachetadas a sus nalgas haciendo que estás cogieran un color rojizo, solo la solté cuando sentí chocar mis huevos sobre su pelvis, en ese momento me aferre con fuerza a las caderas de mi esposa para poder encularla con todas mis fuerzas, podía sentir como sus anillos anales cedían ante mis acometidas, mientras ella se aferraba a las sabanas fuertemente.
Así hasta que me corrí, y como mi hermano me eché sobre ella, esta no decía nada, había aguantado estoicamente mis envites sin darme el gustazo de verla sufrir, si lo hizo que seguro que si lo hizo en silencio.
Yo:"ufff cariño este culito hay que usarlo más" "vaya gozada"
Ella no dijo nada, se quedó inmóvil, cuando mi polla perdió su vigorosidad me levanté y al hacerlo vi como una gotita de sangre salía de su culo, cosa que en lugar de darme pena me produjo placer, le había roto su culo, era mi pequeña venganza a su ofensa.
Tras esto yo caí en los brazos de Morfeo mientras observaba entre sueños como mi esposa se iba al baño para asearse un poco.
Nunca más hablamos del tema, yo no quería saber nada, y ella no me decía nada, así que lo dejamos pasar.
Espero les haya gustado y según su aceptación continuaremos con la saga.
Se aceptan ideas.