Los deseos de mamá
Si a tu madre la follan... por que no ayudar.
Tengo que reconocer que mi madre siempre ha sido algo puta. Su nombre es Dolores, pero todos le decimos Lola. Mujer morena y de un metro setenta y cinco de estatura no pasaba desapercibida por donde iba. Sus tetas eran grandes sin ser exageradas, tenía una talla ciento diez. Sus caderas anchas eran perfectas para agarrarla y penetrarla por detrás, golpeando su hermoso culo.
Estaba casada con un tipo por segunda vez. Mi padrastro era un tipo bastante estúpido cuya mejor cualidad era el dinero que ganaba, no nos faltaba de nada. Si a eso unimos que estaba totalmente enamorado de Lola, todo era perfecto. Mi madre lo engañaba con quien le apetecía y no era capaz de ver la realidad. Ella, cuando el volvía de sus numerosos viajes por España o por el extranjero, le regalaba un polvazo que lo volvía sumiso por un buen tiempo.
Lola se casó con mi padre muy joven. Ambos tenían diecinueve años y yo nací cinco meses después de la boda, por lo cual todos supieron la causa de aquella rápida boda. Mi madre adoraba a mi padre. En los momentos nostálgicos de mi madre me cuenta cosas de él con verdadera adoración. Cuando yo tenía sólo dos años, mi padre cogió no se que virus que se lo llevó en poco más de cinco meses. Durante algún tiempo mi madre estuvo deprimida y yo viví con mis abuelos. Casi un año le duró su mal y, después de buscar trabajo, decidió que me criaría ella sola.
Entró a trabajar en una multinacional de limpiadora y llegó a ser secretaria de dirección. Según me contó le prometía a los tíos que se la follarían si le daban cosas. Era manipuladora y no folló con ninguno, sólo con el director general de España, que mira por donde hoy es mi padrastro. Sabía manejar a los hombres y que hicieran lo que ella quería. Supongo que después de peder a su verdadero amor, para ella el sexo simplemente era cuestión de gozo físico.
Cuando yo cumplí los dieciocho años, la relación de mi madre conmigo se hizo más madura, era como si fuéramos amigos. Mantenía un hermoso cuerpo, pareciendo más joven que algunas de mis amigas y a mis amigos no les importaba que se viniera a la feria del pueblo o nos acompañara en los días de Semana Santa, siempre que no estuviera su marido, si no tenía que ir a actos sociales con los poderes del pueblo. La verdad es que todos los hombres se la comían con los ojos.
Hablábamos de todo sin complejos, de sexo, de amor, de la vida... era como tener una amiga las veinticuatro horas del día. No por ello me descuidaba, a veces tenía que llamarle la atención pues se convertía en madre cuando estábamos con mis amigos y la tenía que para. Ella lo comprendía y seguía el día.
Os preguntaréis por qué os digo que mi madre era puta. Pues resulta que cuanto más se acercaba a los cuarenta, más le iban gustando los jóvenes. Me lo había confesado y parecía que cada vez más quería tener relaciones con chavales. Yo le propuse si quería que hablara con alguno para que pudiera tener lo que fuera, pero ella estaba recelosa de mis amigos.
Estábamos cerca de los exámenes y mi amigo Jorge se quedó en casa a estudiar. El marido de mi madre estaba de viaje de negocios por Nueva York y estaría mucho tiempo fuera. Ese día mi madre fue a visitar a mis tíos que vivían cerca de nosotros para dejarnos aprovechar la tarde.
-¡Que buena está tu madre! me dijo Jorge en cuando mi madre salió de la casa. Había sido un comentario que le salió del alma y por el cual se puso colorado.
-A mí también me gusta, aunque siendo mi madre nunca haría nada, reconozco que está demasiado buena. le dije - ¿Tú te la tirarías?
Jorge se quedó mirándome. Tenía la misma edad que yo y supongo que pensar en tirarse a una mujer como mi madre lo volvía loco, seguro que la usaba en más de una paja para excitarse.
-Hagamos una cosa. le propuse Quédate esta noche a estudiar aquí, yo haré lo posible para que la hagas feliz, lo único que te pido es que después me cuentes como es follando.
Jorge dudó pero al final, sin saber muy bien qué hacer, aceptó. Llamó a su casa y le dijo que esa noche se quedaría conmigo a estudiar. Cuando llegó mi madre, sobre las nueve de la tarde, se asomó a mi habitación donde los dos seguíamos estudiando.
-¿Cómo va eso? preguntó Estaréis aprovechando bien el tiempo.
-Sí mamá, pero nos queda bastante y Jorge se quedará esta noche aquí para estudiar.
-Vale, prepararé la otra habitación para él. y salió.
Corrí detrás de ella y la abordé en el pasillo. Te he conseguido un joven para esta noche. le dije y sus ojos brillaron de felicidad, aunque al momento cuestionó lo que le había dicho.
-No será Jorge el que me has conseguido.
-Pues sí... no es que sea un figurín, pero si quieres carne fresca. le comenté.
-Lo pensaré... y después de la cena ya te contestaré.
La verdad es que Jorge no era precisamente un Adonis de lo más agraciado. No era muy musculoso y parecía un espárrago subido. Pero si ella quería desahogarse con un joven, no pude conseguirle, de momento, nada mejor.
Pasó un rato y nos dispusimos a cenar. Cuando acabamos, recogimos la mesa y mi madre me indicó que Jorge le bastaba aquella noche para satisfacerse. A los dos les había puesto la misma condición, yo grabaría todo con una cámara. Mi madre fue a su habitación para cambiarse de ropa y prepararse. A Jorge lo llevé a la habitación que le había preparado mi madre y allí se duchó y se vistió con la misma ropa que traía. Para que no se reconociera en el video le dejé un pasamontañas.
Mi madre nos llamó desde su habitación cuando estuvo preparada, encendí la cámara y entramos. Ella estaba de rodillas en la cama con una bata transparente, bajo la cual se le veía un tanga que le cubría su coño totalmente depilado y sus hermosas tetas las sujetaba con un sujetador con unas copas pequeñas que dejaban los pezones al aire. A contraluz veíamos su hermosa figura, sus caderas y su pelo. Encendí la luz del techo para poder grabar bien.
-Ven machote, a ver que guardas para mí. le dijo mi madre a Jorge y se lo acercó.
Yo grababa a Jorge de pie delante de mi madre con aquel pasamontañas y mi madre, sentada en el filo de la cama con un exuberante antifaz de no se que carnaval puesto, que le quitaba la ropa poco a poco. Jorge se quitó la camiseta y mi madre le quitó todo lo que tenía por abajo. Delante de ella tenía una polla fláccida y gordita que colgaba del delgado y musculoso cuerpo de él.
-Chúpamela Lola. dijo él.
-¿Estás caliente? le preguntaba comenzando a masturbar con la mano su polla. ¡Dios, qué es esto!
Mi madre no podía creer lo que estaba viendo. La polla le había crecido y endurecido. Tendría unos veintisiete centímetros y era gorda. Mi madre la agarró con dos manos y la acariciaba, abrió su boca y le pasó la lengua por su glande. Jorge gimoteaba y acariciaba su cabeza.
-Siempre he soñado con esto. le decía a ella. Cada vez que he venido a tu casa he soñado con poder follarte... y hoy se hace realidad.
-Y yo siempre he buscado algo de este tamaño... y hoy lo tendré. mi madre estaba súper excitada, yo no sabía que le gustaba ese tamaño y menos que Jorge lo tuviera. Cariño, no dejes de grabar ni un momento como me voy a follar esta polla, quiero tener un recuerdo para siempre. me dijo.
Abrió la boca y empezó a meterse el glande, era lo único que le entraba, lo chupaba y acariciaba el resto de la polla. Con aquella polla Jorge no había tenido ninguna oportunidad de usarla y, sentir a mi madre, hizo que se corriera pronto. No le dio tiempo a avisarla y enormes chorros de semen salieron de su polla y cayeron en la boca de mi madre que lo tragó sin reparos.
-Gracias Lola y perdona que no te haya avisado.
-No te preocupes, me lo iba a tragar aunque me hubieras avisado. ¿Es la primera vez que lo haces? le preguntó ella.
-Sí, no he encontrado nadie que le guste este tamaño... hasta ahora.
-A mí me encanta... decía mi madre mientras le seguía agitando la polla con una mano y lamía el poco semen que salía por la punta de la polla.
-Ahora te devolveré lo que tú me has hecho. le dijo él y se arrodilló entre las piernas de ella.
Mi madre se quitó la bata que llevaba y quedó con el pequeño tanga y el sujetador. Él la tumbó sobre la cama y le levantó las piernas y las abrió a ambos lados. Ella apartó la tirita del tanga y abrió los labios del coño con una mano. El sacó su lengua y comenzó a pasarla por toda la raja de mi madre. Yo lo grababa todo y mi polla estaba a cien. Me acerqué para hacer un primer plano de cómo Jorge le comía el coño y miré a mi madre. Estaba preciosa, gimiendo por la chupada del otro. Alargué la mano y acaricié una de sus tetas. Ella me miró, me cogió la mano y empezó a lamerme uno de los dedos.
-Pon la cámara sobre aquel mueble y únete a nosotros. me dijo mi madre.
Rápidamente me levanté, solté la cámara sobre el mueble para que siguiera grabando, me desnudé rápidamente y de rodillas en la cama le puse la polla a la altura de la boca de mi madre. Ella la agarró y la empezó a chupar mientras Jorge le metía varios dedos en el coño a la vez que le chupaba el clítoris.
-¡Me estáis volviendo loca! Jorge túmbate en medio de la cama.
Él obedeció a mi madre y se le podía ver tan largo, canijo y con aquella enorme polla que emergía en medio de su cuerpo. Mi madre abrió las piernas, dándole la espalda a Jorge se fue metiendo la polla muy poco a poco para que no la partiera. Cabalgaba sobre él con precaución hasta que la tuvo toda dentro. Yo estaba de pie delante de mi madre y veía su como su cara cambiaba a cada centímetro que se metía en el coño. Desde arriba la veía subir y bajar, sus tetas se movían al ritmo de la follada y yo le acerqué mi polla que aceptó chupándola.
Jorge le tocaba el culo y la acariciaba. Empezó a meterle un dedo por el ano y ella lo animó a que siguiera. Pasado un rato en que la polla de Jorge le llenaba por completo su vagina y la mía la boca, ella se giró sobre Jorge, sin sacarse la polla, y le ofreció las tetas para que las chupara y la follara a la vez. Yo le acariciaba el culo y veía como el enorme falo de él le entraba hasta el fondo. Podía ver el ano de mi madre y no lo pensé. Me pegué a su culo e intenté llevar mi polla a su ano. Mi madre me miró y se paró.
-Déjame que te guíe. me dijo.
Tomó mi polla y la dirigió, pero no hacia su culo, si no a su vagina que estaba ocupada por Jorge. La empecé a empujar y se fue haciendo un hueco por donde entró. Mi madre follaba con dos hombres y las tenía las dos pollas por la vagina. Acompasamos los movimientos y Jorge y yo la penetrábamos a la vez. Mi madre gemía al sentirse tan llena y a los pocos minutos comenzó a gemir de placer.
Le saqué la polla y vi como Jorge la follaba más rápido y como ella entre gritos y gemidos acababa por correrse unas cuantas veces más. Jorge sacó la polla de mi madre y la dejó entre las nalgas a la vez que grandes chorros de leche le llenaban a ella la espalda.
Se levantó de Jorge, se puso a cuatro patas en el filo de la cama y me ofreció su parte trasera para que la follara. Me coloqué de pie detrás y ella tomo mi polla por debajo de su coño y lo dirigió a su entrada. Empujé y la penetré. Estuve un rato follándola y cuando no pude más le avisé que me iba a correr. No dijo nada, siguió follando y se corrió al sentir mi esperma llenarla por dentro. Nuestros gritos llenaron toda la casa cuando nos corrimos. Se giró, me besó en la boca y no echó a nuestros cuartos, se iba a duchar y a dormir.
Desde entonces no hemos vuelto a comentar nada Jorge y yo de lo que pasó aquella noche, pero lo que si es verdad es que desde entonces cuando mi madre quiere follar con un jovencito, no necesita que le presente a ningún amigo, para eso estoy yo... y follamos muy a menudo. Respecto al tamaño de la polla de Jorge, mi madre dice que sentía morbo por probarlo, pero que el mito ya ha muerto y que las prefiere más normales. Mi madre es bastante puta, sí señor.