Los Danzantes de la espiral Negra
Dialogo entre un lagarto y una gata.
Los danzantes de la espiral negra
Mil alabanzas salieron de mis labios y se impregnaron una a una en un rincón diferente de tu cuerpo; me sonreíste y te sonreí, tu incitante gesto felino asomó de entre la inmensa oscuridad y a punto estuve de caer en el embrujo de tus ojos: esas dos gemas que harían sucumbir a los mismos demonios del placer y la depravación. Supe ahí, que sino tenía cuidado, el que terminaría embrujado sería yo ¡Abrasé visto a un lagarto siendo seducido por una pequeña minina!
Cierto es que mi vida entera hubiera dado por que uno solo de mis dedos se paseara por tu piel desnuda ¡cierto es que por ves primera deseé no tener que ser el animal frió que sosiega sus impulsos! ¡Yo apetecí el néctar que guardas en tu cuerpo! ¡Sí! ¡Admito que no encontré peor castigo que el tener que contenerme y no lanzar mis labios directamente a los tuyos para probarte! ¡Lo admito!... Más la paciencia del lagarto, sólo es comparable con lo letal de su mordida
Y entonces nos miramos, ambos aún semiocultos entre un velo de misterio. La gata y el lagarto, el reptil y la felina se hallaban danzando en la espiral negra del deseo y de una batalla de seducción.
¿Quién habría de ganar? ¿Quién habría de perder? Si te tomó como mía, si te seduzco y al final la fiera felina termina ronroneando en mi regazo, habré ganado Pero si me dominas, si termino sucumbiendo ante tus encantos, ¿Podría considerarse cómo derrota? Bendito sea entonces el fracaso que me conduce a tus brazos y ser el juguete de tus deseos Más luego recuerdo, sacudo mi cabeza y recupero un poco la razón que te has llevado al menear tu cuerpo a mí alrededor.
Salieron luego, diez mil letanías de deseo y perversión, y esas empezaron a caer lentamente en tus puntos de placer, más ya no de tu cuerpo pues éstas, quiero, se claven una a una en tus pensamientos, en tus emociones y en tus sentimientos.
--- ¡Bienaventurados aquellos que entregan su alma al conjuro de los amantes!
» ¡Ven a mí ahora! ¡Veamos quien se convierte en cazador y quien resulta la presa! Al amparo de la noche deja que satisfaga todos tus deseos, que uno a uno los iré cumpliendo
Me retas, y me encanta el porte que proyectas, sonríes y me miras con altivez ufana, me desnudas con la mirada, pero sé que también te contienes por no lanzarte hacía mí.
Y al final nos acercamos La felina y el oscuro reptil al hallarse frente a frente se retan, ella lo circunda, él la sigue con la mirada clavada en todo su cuerpo, ella contiene el deseo por tocarlo, él se muerde el alma esperando el momento en que alguien vaya a dar el primer paso.
Al centro de la arena estamos, el punto donde peleamos es la jungla del placer, el tálamo que usamos para todo, menos para lo que fue creado.
Y entonces veo esas armas con las que definitivamente debo tener cuidado: Tus manos, deslizas suavemente tus dedos por mi espalda, y mi cuerpo reacciona arqueándose movido por el casi imperceptible tacto. Una nueva alabanza prodiga mi ser ante el control que tienes con tus dedos al pasar por mi piel. Y ante eso ¿Que he de hacer?
Las sostengo, más no con la firmeza de un opresor, sino con la delicadeza de aquel que toma la mano de una dama, llevo tu mano a mis labios y deposito en ella un dulce beso
--- Gracias --- te susurro luego al oído, mientras me acerco y de a poco lo beso y le mordisqueo pasando mi lengua en su contorno.
Me pregunto que eres ¿Gatita o pantera? En ambos casos, bendita sea la oportunidad que tengo por descubrirte, y descubrirme a mí en ti.
Me miras, me analizas, quieres decirme algo, mueres por ello, más yo te callo diciendo:
--- Calla, no intentes hurgar en el baúl de tus recuerdos ansiando intempestivamente encontrar alguna imagen con la que puedas relacionarme. No existo más que en tus sueños, tan solo soy el eco del viento, el susurro del aire que viaja a través de la noche para acariciar tu alma, y seducir tu cuerpo.
Esté extraño icor que me embriaga hace que acerque más y más mi cuerpo al tuyo, para embriagarme y entregarme por completo a ti.
Te sujeto por la cintura y muevo tu cuerpo y mi cuerpo al compás de las notas de una melodía arabesca que crea un ambiente de magia y encanto. Te elevo hasta mi cintura, y tus piernas rodean mi cuerpo mientras te sujeto de las caderas y tu espalda cae mientras damos vueltas Me rodeas con tus manos y muerdes mi cuello, mis labios desean tus pechos. Tan cerca pasan nuestros rostros, uno frente al otro, que puedo oler tu fragancia, mezcla de sentimientos y pasiones.
De nuevo mi mente me engaña y mis labios buscan tus labios, pero me detienes cuando esquivas al beso que te ofrezco, aún y cuando por fuera te lo reproche, muy en el fondo te lo agradezco, porque al probar tus labios corro el riesgo de mezclar el placer con los sentimientos.
Y no sé porque, en verdad que no lo entiendo, porque pudiendo hacerte todo lo que deseo, contarte las más bajas pasiones que poseo, tan sólo atisbo a recitarte una vieja leyenda, mientras los sonidos del viento y las flautas se mezclan en el aire cómo si de amantes se trataran.
--- Dice la leyenda --- Te susurró mientras damos vueltas y el viento juega con mechones de tu cabello --- que entre las sombras que yacen más allá de los mares del olvido, atrás de las cumbres del silencio, existe un pequeño paraíso, perdido entre la nada y el infierno, un pequeño sitio al que sólo llegan los amantes prohibidos, que han perecido juntos en medio del deseo
» Dicen --- volteo a mirar tu rostro y te encuentro con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, noto que tus manos bailan en mi espalda, igual que mis manos se deslizan por tus caderas y buscan --- que antes de morir, los amantes ven iluminado el cielo, con fuegos fatuos de colores púrpuras, y mariposas con piel de terciopelo vuelan entre ellos. Dicen que esos pequeños fuegos fatuos son luciérnagas que igual, caen en el juego del placer inmenso que sienten los amantes mientras se juran amor eterno --- He cerrado mis ojos y sólo siento cómo empiezas a acercar más y más tu rostro a mi pecho, suspiras, corto el cuento diciendo --- Dicen que un suspiro dado, es un beso deseado pero no recibido --- Te muerdes los labios para no decir que es cierto, mientras tus piernas siguen en el aire, dándome la vuelta, y siento más cercano tu aliento --- Conforme los amantes, cuenta aquella leyenda, van subiendo en deseo y se incrementa el calor de su cuerpo, en el cielo se dibuja una señal eterna que marcará el principio de su duelo, será su condena e irónicamente su consuelo. Las estrellas se mueven de su sitio abriendo en el centro del cielo una espiral negra, más fuliginosa que la oscuridad misma que mora en las honduras de los mares aparece marcando su camino, sellando su destino y mostrando el sendero --- Tu mano ha empezado a dibujar una espiral en mi espalda, mientras mis manos, bailan por encima del vértice de tu falda y se regodean en tu cuerpo --- Una cruz tan grande deben cargar esos amantes que en esté mundo no pueden estar juntos, una cruz tan grande, sólo superada por lo grande de su deseo.
Siento una ligera humedad provenir de ti, pero no es producto del deseo, sino algo más puro incluso, es una lágrima derramada mientras musitas una frase que esperas que yo no escuche, quizá un Te quiero quizá. Empiezas a mover tus caderas despertando en mi una profunda excitación, y mis manos retoman la fuerza de las caricias primeras y mis labios callan para darle paso a un beso en uno de tus pechos
Pero me pides que siga, me pides que continúe y yo no entiendo si te refieres al relato o a mis besos. Luego comprendo que es a ambos.
--- Los amantes entran a la espiral bailando en el ritual del erotismo de su pasión, y así van danzando, perdiéndose entre orgasmos y penumbras, abrazando al olvido y a la nada, juntos. Entre gemidos de placer se despiden, mientras las luciérnagas mueren y las mariposas se vuelven polvo que se lleva el viento. Consumado sea el amor prohibido de aquellos amantes que ahora yacen danzando dentro de la espiral negra del deseo y el encanto Y para siempre sean bendecidos.
Tus movimientos han cesado, y la madrugada ha caído, la luna pronto sucumbirá y el sol nunca ha sido mi amigo. Pequeña gatita, te deposito con cuidado entre las sabanas de tu alcoba y me retiro de nuevo antes de que el sol me sorprenda, o las velas se apaguen.
Cuando despiertes, grácil mujer de figura felina, habrás de entender porque lagarto
Porqué con mis labios, con mis palabras, no sólo te he dejado una huella en el alma, sino que parte de ti me lo he llevado en un bocado.
Que no mato, cierto es, más como droga más que adictivo resulto
Duerme, ya seguiremos luego con otros cuentos, o mejor aún, terminando nuestro encuentro.
Y si hasta aquí has llegado, querida mía, quede claro algo, que si un estigma tuyo en mí ha quedado, tanto como el mío en tu cuerpo marcado
Era el destino y nada más.