Los cuidados de una enfermera

Relato corto sobre una estancia en el hospital, es casi cierto todo.

"Me gustan los disfraces":

Hace ya algunos años tuve un accidente de trafico, la cosa no fue nada grave pero me fastidió la rodilla y tuve que quedarme un tiempo en el hospital con la pata tiesa y vendada hasta la ingle. Por aquel entonces yo tenia 19 años y después de una semana sin estar a solas con mi novia y sin siquiera poder estar a solas conmigo mismo, tu ya me entiendes, montaba la tienda de campaña sin previo aviso, con el agravante de que tanto mi compañero como yo estábamos totalmente desnudos, solo nos dejaron para taparnos una sabana.

En fin, ahora viene lo bueno, hacia más o menos una semana que estaba ingresado y esa mañana vinieron a llevarse a mi compi para hacerle unas placas y unas historias de esas (el pobre estaba mucho peor que yo), así que me quede solo en la habitación, y tuve una erección nada mas ser consciente de ello, "el cabezón" quería marcha ya y no estaba dispuesto a volverse a dormir hasta que no le hubieran dado gustito. No se si era por él, que estaba emocionado de que por fin lo sacaran a darle un meneito, o por el tiempo que había estado yo sin verlo, pero estaba más cabezón y duro que nunca, así que sin demorarlo más lo cogi y empecé a menearlo. Me estaba encantando, una acción que por aquel entonces practicaba casi cada día y no recordaba que nunca me hubiera dado tanto placer, pero de repente al abrir los ojos ví que ya no estaba solo en la habitación, me tapé lo más rápido que pude con las sabanas pero mi situación era de lo más evidente, así que me armé de valor y mire a los ojos a quien había entrado en la habitación, era una enfermera unos cuantos años mayor que yo supongo que rozaría la edad que tenemos nosotros ahora, no me aguanto la mirada y es más tenía la cara más colorada que la mía. Se me había acabado el rollo y encima con la vergüenza de que lo fuera contando por ahí, me arranque y sin más le dije que por favor no dijese nada, ella me miro y entonces supe que algo pasaba, ella seguía encendida pero lo que veía en su cara no era lo que yo esperaba, ni se me hubiera ocurrido tener tanta suerte, se acercó a mí sin decirme nada, se inclinó un poco sobre la cama y me la cogió a través de la sábana, Dios mío casi me corro al instante, era una chica normal, normal de cara, normal de cuerpo, lo único que casi consigue que me corra al segundo de cogermela (a parte de la abstinencia) fue que cuando se inclino su uniforme me dejo ver unos pechos, como no normales, recogidos en un sujetador blanco como su uniforme, y de buenas a primeras para llevarme a la, a veces jodida, realidad abrieron la puerta para traer a mi compi. Ella tuvo el tiempo justo para reincorporarse y hacer como si vigilara o controlara el goteo.

Ya no podía más, ni siquiera se me bajó cuando entraron al compi y lo volvieron a poner en su cama y le engancharon todo lo que tenía, como al pobre lo habían medio sedado para poderlo mover, se quedo dormido y yo acabe lo que había empezado tal y como lo había empezado, solo. Esa noche me desperté a mitad de la noche con mi polla en la boca de alguien y una mano en boca para que no dijese nada (yo? a quien?) cuando por fin me termine de despertar vi a mi enfermera, sentada de lado en la cama inclinada sobre mi y haciéndome una estupendisisima "rechupaita", yo me la quería follar allí mismo, empecé a tocarle los muslos y las tetas, como pude me incorporé un poco para comerle las tetas, metí la mano por debajo de su uniforme, y aparté sus braguitas para llegar allí. Pero yo quería follarmela, tiraba de ella con suavidad para que se subiera encima de mí, pero me dijo que era imposible por mi postura (pata tiesa y levantada) y me pidió que dejara que me la siguiera comiendo, en fin, yo por no molestar la dejé. Cuando me corrí intente avisarla pero no me hizo caso, así que me ahorré la limpieza con papel, yo seguía tocándola, con un par de dedos dentro de ella y cada vez me inclinaba más hacia ella en el intento de devolverle el favor, me la quería comer toda, así que ella, supongo que también para no molestar levanto su pierna y la paso a un lado de mi cabeza y la otra al contrario, y nos situó a ambos en un 69 al que no daba crédito ya que el respaldo de mi cama estaba un poco inclinado hacia arriba con lo ella tenía que estar aguantando casi todo su peso con sus brazos. Me lo dejo todo a mi alcance y me comí todo lo que a mi alcance dejó, fue increíble sobre todo cuando ya con mi amigo en su boca empezó a gemir sin sacarla de su boca, empezó a echar su cuerpo hacia atrás, y a aplastarme la cabeza entre la almohada y su entrepierna, siguió apretando hasta que de repente sus movimientos se volvieron desacompasados y repentinos y mi cara y boca se llenaron de ella. Ni que decir tiene que no aguante más y de nuevo ella evitó el uso innecesario de papel (que tía más ecológica). No volvió a visitarme y tampoco me dijo su nombre pero siempre recordaré ese uniforme y sus cuidados.

FIN