Los cuernos nacen, crecen, se reproducen y… 4 part

Cada vez más lanzada; exhibicionismo... alguna pajilla y al final...

Los cuernos nacen, crecen, se reproducen y…

Cuarta parte.

El que quiera mirar, que mire.

Tardamos unas semanas en volver a la playa. Fue ella la que sugirió la playa y el sitio donde ponernos: una zona en la que había algunas parejas. No muchas, pero casi todas las chicas hacían top less. Nos sentamos en un rinconcito, al lado de unas rocas. Detrás, estaba la playa nudista.

-. Estreno bañador, dijo.

No sabía ni qué se le había comprado.

Fuera camiseta y… ¡¡¡Un mini bikini blanco!!!. De infarto. Ni que decir que me dejó boquiabierto. El sujetador, pequeño y con el tamaño de tetas que tiene pues tapaba lo justito. ¿Y las braguitas?. Pequeñísimas, casi tipo tanga.

-. ¿Te gusta? ¿No será muy provocativo? Es parecido al de la zorra aquella a la que te follaste ¿no?.

Ni conteste. Simplemente me quedé mirando cómo se movían esos melones apenas sujetos por tan poca tela.

De repente, se calla y se me queda mirando con carita de niña inocente y me dice: suéltame el corchete. Me sorprendió.

-.¿Y eso?

-. Ya ves...

Solté el corchete. Se volvió aun con el sujetador colgando.

-. Quítamele del todo, dijo susurrando y con cara de vicio. Voy a lucir mis tetas por toda la playa.

Dicho y hecho. Adiós sujetador. Ya se que no era lo más adecuado allí, que podía haber gente mirándonos, pero no me importó. Se las agarré y las metí un buen manoseo. Sujetándolas por debajo las sostuve en la palma de las manos y me las quedé mirando. Los pezones estaban de punta.

Con sus brazos al cuello me acercó y me dio un intenso morreo apretando con fuerza sus pechos junto al mío.

-. Te quiero, me dijo.

Su voz sonó sincera.

-. Caramba.... Se te esta poniendo dura.

-. Y a ti se te estará mojando el coño.

-. Mentira.

-.¿Mentira?

-. No se está mojando… ¡¡¡Está calado!!! Dijo pícara y coqueta.

Bajé la mano y se lo toqué. Hasta las bragas estaban húmedas.

-. Joder. Fue lo único que pude decir.

Acercó su boca a mi oído: Me dejaría follar ahora mismo.

Sonreí.

-. No te sientes, espera. Súbetelas bragas. Más, que se meta la tela por la raja del culo. Venga ahora por delante. Tira más, que se te marquen bien los labios del coño... Oye guarra, tienes que recortarte un poco esas melenas ¿eh? Que se te salen los pelillos. Joder mira que mancha tienes...

Muy bien... y ahora te vas a dar un paseíto, eso es, que vean todos lo buena que está mi mujer.

-. Y lo puta que es, remató ella con cierta malicia.

Obedeció y dio un paseo al rededor de las piedras, como buscando el mejor sitio. No solo obedecía por que la gustase lo que la estaba mandando hacer. Lo hacía también por calentarme. Meneos de culo, inocentes, pero provocadoras posturitas, y sobre todo, oscilantes y sugerentes balanceos de las tetas mirándome de reojo.

Por fin se sentó a mi lado y miró disimuladamente hacia los lados. Metió la mano en la bolsa y sacó un pequeño peine y la crema solar.

Aunque la tela estaba muy tensa, consiguió apartarse la braguita. Dejó su coño al aire. Estaba irreconocible. Lanzada a tope. Ya no tenía vergüenza.

-. También tiene derecho a que le de el sol… dijo burlona. ¿o no? ¿No me miras? Mira, mira cornudo…. Mira que puta soy, mira como enseño el coño.

Con el peine separó su espesa pelambrera. El clítoris sobresalía excitado de entre los labios. No la fue fácil peinar sus pelos. Estaban mojados, pegajosos. Su sexo brillante por los jugos femeninos.

-. Tócatele.

-.¿Quieres que me masturbe aquí? ¡¿Estás loco?!

-. No sé, eso es cosa tuya, yo quiero que te toques. Quiero ver lo cerda que eres.

Llevaba tiempo pensándolo. Cuando estaba pedo y hablábamos de estos temas se ponía como loca. Se desataba. Ahora no había alcohol. Vamos a ver hasta dónde llega, me dije.

Se quedó quieta, indecisa, pensativa. Mirando a su entrepierna.

-.¿Qué pasa que hay que animarte so guarra?. La dije tocando descaradamente su pezón. A ver si después de lo que hiciste en el chalet te va a dar vergüenza tocarte el coño.

-. No es lo mismo. Aquí puede verme mucha gente… Me da un poco de corte.

-. Seguro que la tía con la que estuve ya estaría con los dedos dale que te pego.

Sabía que recordar ese tema la excitaría. No la di opción a que reaccionara.

Comencé con el típico “según me dijo aquella putita”, tanto ella como su marido eran muy liberales. Les gustaba lo del intercambio de parejas y lo hacían a menudo. Y a ella “la encantaba” –dije con voz de niña pija- probar pollas distintas. Mientras la contaba de nuevo lo que había hecho con mi pareja, cerró los ojos y comenzó a masturbarse. Con disimulo. Muy discreta. Lentamente. Pero se estaba haciendo una buena paja.

Sus movimientos se iban acelerando según la describía cómo la había metido la polla o lo bien que me la chupaba.

-. Sigue... dijo susurrando.

Y claro, yo seguí contándola lo que hacía la otra, cómo gemía, cómo se movía en la cama, y lo que más la calentaba, mis sensaciones al cepillarme a otra tía de esa forma tan distinta mientras al mismo tiempo se lo estaban haciendo a ella. Yo oía sus gemidos y sus gritos en la otra habitación y mientras, me estaba calzando a otra, y me la follaba excitado por saber que cada vez que yo empujaba mi polla, a mi mujer la estaban haciendo lo mismo, que estaban usando su cuerpo, que me estaban poniendo unos cuernos de campeonato.

Un pequeño y disimulado orgasmo sacudió su cuerpo. Dejé que calmara un poco su agitada respiración.

Me miró sonriendo. Sus dedos impregnados en sus jugos acabaron en mi boca. Miró hacia los lados. Todo en calma. Se abrazó a mi riéndose divertida y nerviosa.

-. Jo, me he hecho una pajilla en público. Ni yo me lo creo.

-. ¿Y que tal?

-. Ufff. ¡Qué morbazo!...

-. ¿Ves qué fácil es ser una buena puta?

-. Eres un cabronazo.

-. Ya lo sé, dije mirándola a la cara.

Esa mirada de picardía no presagiaba nada bueno.

-. Ahora te toca a ti.

Con disimulo me la sacó del traje de baño.

-. Cierra los ojos. Ya vigilo yo.

Apenas tardé. Estaba como una moto. Recogió con cuidado toda la leche en la mano y me enseñó como parsimoniosamente se la extendía por los pechos, como si fuera crema solar.

-. Así huelo a puta, dijo con voz lasciva.

Otro intenso morreo.

-. ¿Te ha gustado? Preguntó picara. Te invito a una cerveza. Vamos al chiringuito.

Espera, se me ocurrió en ese instante. ¿Quieres que te miren, verdad putita? Ya verás si te van a mirar…

Ponte el sujetador del bikini. Pero muy flojo. Sácate un pecho. Como si se hubiera escapado por descuido. Eso es. Como si se te hubiera salido y ninguno de los dos nos hubiéramos dado cuenta.

Me miró un poco con cara rara. Es fácil pensé. Desnuda nadie mirará y menos en una playa nudista. Eres una más. Pero “vestida”…  Sonreí con ironía. El morbo de querer ver lo que no se ve.

Acerté de pleno. Todo el mundo la miraba. La hice pasar delante de todos los hombres solos que encontramos por el camino. Alguno se la comía con los ojos y yo se lo recordaba constantemente. De vez en cuando la decía cosas como ese de ahí te follaría ahora mismo,..

Camino del chiringuito, estuvimos paseando por la playa cogidos de la mano y hablando sin parar de todas las morbosas sensaciones que estábamos descubriendo. El caminar así a mi lado, con los pechos semi desnudos, con los pezones de punta, sabiendo que se la comían con los ojos…

La estaba gustando. Me lo confesó.

Súbete la braguita todo lo que puedas… ténsala…

Caminó unos metros delante de mí. Delicioso ver así su culito, con el bikini apretado, metido entre los glúteos, tipo tanga, moviéndose de esa forma tan excitante... Invitaba a darla un buen cachete. Creo que si no me hubiera corrido hacía poco tiempo ten dría una erección difícil de disimular.

Fuimos al bar de la playa. Menudos caretos los del camarero. Indescriptible. No sabía ni como decirnos que se la había salido una teta. Y ella disimuladamente se las colocaba. Pero como los tirantes estaban muy sueltos, pues… unas risas… un movimiento cualquiera y zas, otra vez que se la salían y lo clientes comiéndosela con los ojos… Si a eso le sumas que por detrás enseñaba completamente sus nalgas no te quiero ni contar.

Me dijo que se sentía como si estuviera completamente desnuda. Me gustó y yo la exhibía para que todos los tíos la miraran. Sobre todo si las miradas eran  tan lujuriosas. Ella era mi putita y yo tenía que enseñársela a todos.

No parábamos de hablar de ello. De calentarnos con nuestras fantasías, con nuestros pensamientos, con algún que otro recuerdo de la aventura del chalet. Los dos llevábamos una calentura exagerada y mi polla estaba comenzando a despertar otra vez.

En ese momento se me ocurrió.  Estaba apoyada con las dos manos en la barra. El camarero en el otro extremo. No había “moros en la costa”. Con disimulo metí la mano. La acerqué a su coñito. Un respingo. Una mirada y un “estate quieta so puta”, suficiente. Comencé masturbarla con suavidad por encima del bikini. Destensé un poco las cuerdas. La tela seguía metida entre sus glúteos. Moví la braguita, y uno de los labios fuera. Luego la mandé aflojar otro poco la cuerdecita… los dos labios fuera y mis dedos masturbando libremente su coño.

-. Joder como me estás poniendo… cabrón…. Cuando me pongo así me encanta que me traten como a una puta, me confesó. Me pone a mil que me insultes… que me llames… ¡de todo! … Una pena que no estemos solos… Me gustaría que me dieras unos azotes en el culo por zorra.

Miré sorprendido. Eso era nuevo… Es que he descubierto mi lado masoca, me dijo sin yo preguntar nada. Sabía perfectamente con quien y dónde había descubierto ese lado oculto.

-. ¿Sabes lo que me gustaría ahora?.

¿Ves a aquellos cuatro tíos que juegan a las caras?. Si los cuatro que me comían con los ojos cuando pasamos cerca… Pues me gustaría que vinieran aquí. Y que me arrancaran el bikini. Y con las cuerdecitas, que me ataran las manos al grifo de cerveza… Ufff… Y aquí mismo, encima de la barra, que me violaran de uno en uno… Si… mientras tu miras… ¿Te gustaría cornudo?... Si… seguro que si…

Jadeaba. Casi ni podía hablar ya… y yo movía cada vez más rápido los dedos. Estaba calada… la estaba gustando. Y a mí también claro.

Los pezones estaban puntiagudos. Destacaban como el botón de un timbre.

-. Hijo de puta… vas a conseguir que me corra como una cerda… Cabrón… No sé quien gozaría más… si ellos follándome como a una puta, yo gimiendo y gozando o tu viendo como se cepillan a tu mujer…

Disimuladamente miró a mi bañador. Tenía la polla a punto de explotar.

Miró desafiante a los ojos. Retadora.

-. Cornudo… Te mueres de ganas… Estás obsesionado con que me follen… ¿No tuviste bastante con lo del chalet?. No… seguro que no… Seguro que disfrutarías viendo cómo me revientan el coño a pollazos… A lo mejor así hasta aprendes algo… Ojala me lo hicieran… Necesito un buen rabo que me folle ahora mismo…

No la dejé seguir…. Si tantas ganas tienes de que te follen, hazlo… si zorra, ábrete de piernas y déjate joder so puta…

Tensó su cuerpo… el orgasmo fue súper intenso. Apretaba los dientes. Luchaba por no gemir, por no cambiar la cara, por no delatarse… al final un silenciado jadeo….

-. Hijo de puta cornudo… me he corrido.

Sin darla tiempo a que reaccionara agarré su mano y la llevé hacia mi polla. Hice que mi capullo se rozase con la palma de su mano. La corrida fue casi instantánea. No la dije nada pero ella sabía qué tenía que hacer. Puso la mano en forma de cuenco y recogió toda la leche. Lasciva acercó la palma a la boca. Sacó la lengua y lo lamió mirándome a los ojos…

Ya no tenía más leche en mis huevos, si no me corro por segunda vez.

Naturalmente tuvimos que irnos pronto. Teníamos demasiadas ganas de follar como para quedarnos todo el día tomando el sol.

Recogimos las toallas y las cosas en un pis pas. No se puso el sujetador. Solo una blusa playera. Quería que las domingas se la balancearan libres. Quería seguir sintiendo su desnudez.

En el coche seguía alterada, contenta, como una niña que acaba de hacer una travesura.  No paraba de repetir que la había gustado, que no se creía lo que acabábamos de hacer en la playa.

Más que excitada, estaba alterada. Muchísimo. Esa peculiar mezcla de rubor y morbo al exhibirse la estaba literalmente volviendo loca. En cuanto salimos a la carretera me dijo:

-. Hoy me siento puta.

Lentamente se abrió la blusa. Provocadora se las acariciaba con obscenos tocamientos. Más de un coche de frente la vio las peras. Me sacó el rabo. Alucinante. Jamás se me había ni pasado por la cabeza que se atreviera a hacer una cosa así a plena luz del día.

Camino de casa me hizo una paja soberbia mientras me contaba las ganas que tenía de follar con otro. Yo no decía nada. No la hablaba. Simplemente escuchaba alucinando en colores todo lo que me decía sin responder siquiera a sus preguntas.

Otra vez mi leche volvió a untar sus pechos.

Aparcamos en el garaje. No vi a nadie y se me ocurrió.

Serio, como si estuviera verdaderamente enfadado la dije: abróchate la blusa so puta. Se quedó algo cortada. Inmóvil.

-. ¡Que te tapes las tetazas!.

No sabía ni como reaccionar. ¿Mi enfado era de verdad o de mentira? ¿Se habría pasado en la playa? ¿O en el coche cuando me pidió que de verdad la dejara follar con otro?

Con brusquedad la giré y coloqué las manos sobre el techo del coche.

La bajé el pantalón corto y las bragas con violencia. Metí los dedos repentinamente en su coño. Calado, completamente calado.

-. ¡Puta, has disfrutado mostrando tu cuerpo a todos! ¡Pidiéndoles a gritos que te follaran! ¡Marrana! ¡Cerda!.

Un par de sonoros azotes en el culo mientras la recordaba todo lo que había hecho el coche y en la playa, y sobre todo, lo que me había dicho en el chiringuito mientras la masturbaba. De mi boca salieron todos los insultos del mundo:

-. ¡Puta! Menudo espectáculo has dado. No tenías bastante con lo de la playa, tenías que ir luciendo los melones en el coche. ¡Zorra!. Y otra vez dos buenos azotes: plas, plas.

Alternando azotes, bruscas masturbaciones e insultos la fui poniendo incandescente.

-. Puta... mira como disfrutas recordándolo. ¿Te vas a correr? ¿Te vas a correr aquí mismo?

-. .... Si...

-. Serás zorra.

Cerró los ojos. La vi estremecerse.

-. Pues venga córrete. ¡Y en cuanto acabes me vas a chupar el rabo!

Jadeando decía, pero pueden verme...

-. Ya lo sé puta, por eso lo hago. A ti te gusta lucir tus tetas ¿no? Pues a mí me gusta lucirte guarra, que te vean comerme el rabo como una zorra, que piensen que eres una puta que acabo de recoger en la carretera.

No respondió. Simplemente cerró los ojos y se abandonó completamente al placer. En medio minuto comenzó a correrse.

Apenas la dejé reponerse. En cuclillas la hice darme unos buenos lametones.

-. Para ya zorra, ya la terminarás en casa.

Hizo amago de subirse el pantalón.

-. Ni se te ocurra. Camina puta. ¿No te gusta lucirte? Pues vas a ir así a casa.

Entramos en el portal y en el ascensor la abrí de par en par la blusa. Agarré las solapas y tiré de la tela hacia atrás hasta ponérsela a la altura de los codos. Aun estaba jadeando. La empujé contra la pared y volví a tocar su coño. Retorcí sus pezones de punta.

-. Zorra... Te gusta enseñar las domingas ¿eh?

No contestó. Cerró los ojos y jadeo poniendo una cara de placer tremenda.

-. Pues las vas a lucir bien lucidas. No te vas a vestir en todo el día. Es más, vas a salir al balcón completamente desnuda, que vean todos lo puta que eres.

Se puso colorada. Sabía que podían vérselas los obreros de enfrente y me lo recordó. Eso la daba mucha vergüenza porque cada vez que salía al balcón, la decían auténticas barbaridades. Muchas de las burradas se referían al tamaño de sus tetas.

-. ¿Te acuerdas lo que dicen los obreros de tus tetazas? Pues hoy te las verán al natural. Dudó, pero bastaron unas caricias en su coño para hacerla temblar otra vez y conseguir que ella misma se quitara la blusa del todo. Apreté el botón de nuestro piso.

No la dejé bajar del ascensor. Apreté otro botón. El del último piso.

. Vas a bajar desnuda las escaleras…

Llamó al timbre. Miré por la mirilla. Esperé un poco recreándome. Prolongando la situación. Haciéndola desear aun más y más el satisfacer su sexo. Abrí la puerta. Jadeaba. Como si estuviera sofocada… y no precisamente por el esfuerzo.

Nada más cerrar la puerta, allí mismo en el hall la puse a cuatro patas y se la metí por detrás. La fui empujando y dando palmadas en las nalgas hasta llegar al balcón. Y entonces se la metí por el culo.

No paré de de sodomizarla hasta que me corrí mientras ella se acariciaba el coño gimiendo sin parar. No sé si nos vio alguien. Lo dudo. A esas horas no sé si habría gene asomada. Además a cuatro patas estábamos muy bajos, casi sin ángulo. Pero era igual. La bastaba con el morbo de saber que los obreros a lo mejor estaban enfrente o simplemente, que podían vernos.

No la dejé vestirse en todo el día, bueno tampoco hizo ella ademán, y desde luego cumplió encantada mi castigo, si a eso se le puede llamar castigo porque cuando volvieron los obreros creo que ella disfrutó más que yo saliendo a la terraza con una cerveza en la mano solo para provocarles y oír sus burradas. La gustó. Sobre todo cuando la dijeron a voces que la esperaban en el sótano.

-. Si te pillan esta mañana en el garaje te follan viva. Te hubiera gustado follar con ellos ¿eh?

-. Ahora no, pero según bajamos del coche y me empezaste a pegar azotes, con lo caliente que estaba. Uuuufffff. Creo que hubiera follado con ellos o con cualquiera. Para qué negarlo, me has puesto… Y mira que ya venía ardiendo de la playa.

La miré. Estaba preciosa. Con cara de cansada pero para mí, súper atractiva. Espatarrada en la terraza, después de pasarse la tarde enseñando sus enormes tetas a los obreros se lo  dije otra vez.

-. Si tanto te gusta habrá que repetirlo.

-. ¿Cuál? ¿Lo de la playa?

-. Si bueno… pero me refería a lo de que folles con otro.

-. ¿En serio? Dijo exultante, ¿De verdad me dejas que folle con otro?

-. Si en serio.

Se levantó y me besó sonriendo.

-. ¡¡Pues lo haremos!!. Follaré con otro. Y te pondré unos cuernos enormes, pero ahora no, ahora soy tu puta, solo para ti. Puedes hacerme lo que te de la gana. Pero tienes que dejarme bien servida, dijo cogiendo me pene fofo y tratando de revivirlo, que si no... Ya sabes, si no me follas bien…. y volvió la cabeza hacia donde estaban los obreros mientras se subía a horcajadas sobre mí.

-. So zorra. Eres incansable. Te mueres de ganas por follar.  ¿O no es verdad?

No contestó pero agachó la cabeza. Yo estaba destrozado. Sus caricias me gustaban pero dudaba que mi polla reviviera. Menudo día llevaba… pero no quería que ella se quedara con las ganas. Al menos una buena pajilla.

-. Venga guarra, confiesa. Si estás deseando que te follen hasta reventarte. ¿A que si? Y quieres volver bien follada... Con su leche manchando todo tu cuerpo. Si quieres bájate al sótano…En serio… fóllateles.

Su mano disimuladamente se fue acercando al coño.  Sus ojos me miraron indecisos como pidiendo permiso.

-. ¿Quieres tocarte cerda? ¿Se te pone caliente el coño? Adelante so puta, no te cortes, mastúrbate... Prepárales el potorro. Baja con el chocho caliente. Anda zorra que no gozarías mientras te manosean todos, mientras te tiran en la arena de la obra y te clavan el rabo... ¿gritarás cuando te metan sus pollas por el culo?...

No respondía. Solo se acariciaba. Cada vez más rápido. Cada vez gimiendo más alto.

-. Contesta puta. A que es lo que estás pensando ahora mismo. ¿O no?...

Los jadeos no la dejaban hablar. Tuvo que ser su cabeza la que asintiera.

-. Joder... Te imagino completamente desnuda con esos cabrones salidos. Un empujón y al suelo. Se sacarán las pollas tiesas como estacas. Directos. Encima de ti. Apestando a sudor. Y tú gritando de placer con una polla entre las piernas. Y ellos haciendo cola para follarte, y tu allí, chupándoles el rabo y dejándote joder de uno en uno. Si guarra si, eres tan puta que antes de que te follen se la chuparás a todos.

Su mano se movía cada vez más rápida... sus jadeos eran más y más intensos.

-. Por favor… haz que se te ponga dura y fóllame…. Dijo jadeando y suplicando…

-. Eso es puta, sigue tocándote, ponte bien caliente, quiero que llegues allí con el coño chorreando.  Te vas a presentar ahora mismo en la obra, y ya verás como no hace falta nada más. Van a flipar. Lo bien que se lo van a pasar contigo.

-. Vale. Iré. Me dejaré joder por esos hijos de puta, pero por favor fóllame tu ahora… Venga… Primero fóllame tú. Lo necesito... Y si no, no haberme puesto así… Vamos cornudo…Métemela.... aquí mismo joder... Enséñales a esos cabrones como se folla a una puta. Hazme gritar... Que lo vean bien.

-. Hay que ver lo que te gusta lucirte zorra.

-. Déjate de bobadas y fóllame…. quiero que me folles ahora mismo… que vean que me tratas como a una guarra, así me joderán más a lo bestia… Venga… por favor… fóllame ahora… Fóllame… fóllame o no sé lo que soy capaz de hacer….

Mi polla apenas había revivido. No conseguía ponerla otra vez en posición. Estaba sin leche en los huevos. Dejó caer su saliva sobre la punta del capullo y así fofa, se la metió en el coño. Dijo que al menos algo notaría… Necesitaba sentirla dentro.

De repente se levantó. Sin decir nada. Fue a la cocina. Regresó con una pequeña zanahoria. Y un cordoncito. Aluciné. Puso la zanahoria junto a mi polla y la ató. Fue como “entablillar” un hueso.

Volvió a colocarse y susurrando al oído dijo: ¡me vas a follar quieras o no!

Literalmente se la ensartó. Sentí perfectamente como apretaba los labios de su sexo. Desde abajo se levantó las tetas y me las puso en la cara.

-. Por lo menos cómemelas cornudo.

Su orgasmo fue bestial. Sus movimientos fueron súper obscenos. Sus posturas súper exhibicionistas. Y de los gemidos mejor ni hablar. Se tuvo que enterar todo el vecindario.

Quedamos extenuados en el balcón.

Se levantó a por unas cervezas.

En cuanto se la tomó, volvió a intentar reanimarme la polla. Nada.

Parecía un loro. No paraba de hablar y hablar. Me repetía constantemente que si no me la follaba esa noche lo iba a hacer… que si, que lo iba a hacer… que lo necesitaba…

Volvió a intentar que “eso” reviviera… sin éxito.

En tono de broma me amenazaba con que si no se me levantaba, no la iba a quedar más remedio que bajar a follar con los obreros... Habría alguno en el turno de noche… Y si no, pues con el vigilante… y si no… pues ya vería, pero ella esa noche, tenía que follar como fuera, me decía una y otra vez…

Este no se puede quedar así, decía acariciándose lasciva el coñito…

Todo inútil. No eran ni las 10 de la noche pero yo tenía que irme a la cama. No podía más. Estaba agotado. Extenuado.

Me levanté bastante pasado ya el medio día. Estaba completamente desnuda terminando de hacer la comida.

Un súper morreo…

-. Buenos días cornudo… Dijo acariciando mi frente y restregándose entera contra mí…

Agarrando mi polla y haciendo como que hablaba con ella dijo: -. ¿Has descansado bonita? Hoy tienes que portarte bien… que si no… Volvió a pasar la palma de la mano por mi frente y me besó. Estaba radiante.

-. Venga vamos a comer que ya es tarde…

La mesa estaba puesta en la terraza… Una botella de vino. Íbamos a comer desnudos a la vista de cualquiera. No a la vista de cualquiera no, a la vista de los obreros…

Al poco de sentarnos oímos el típico silbido de admiración. Fiuuu fiuuuu. Sabíamos de dónde venía.

Sonrió y le mandó un coqueto beso con la palma de la mano.

El tío devolvió el saludo con la mano.

Me miró sonriendo. Algo iba a pasar. La conocía muy bien. Y esa sonrisa solo podía significar eso. Que algo iba a pasar. Estiró la pierna y acarició suavemente mi polla con el pie. Lógicamente algo noté. Estaba reviviendo. No era necesario que habláramos. No hacía falta decir nada.

A ella también la estaba gustando. Vi perfectamente como sus pezones se recogían sobre su aureola…

Me hizo levantar y me empujó la espalda contra la pared. Se arrodillo frente a mi… Retiró la piel de mi polla descubriendo el capullo. Me giró un poco. Así ladeado. Quería que el obrero lo viera… Cuando creyó que el otro podía ver lo que hacía, me miró sonriendo segura de sí misma. Se colocó en cuclillas. Mi polla desapareció inmediatamente en su boca. Por debajo la mano acariciaba deliciosamente mis huevos…

Cerré los ojos. Y jadeé… No pude evitarlo.

Tal y como ella se había situado podía mirar de reojo qué hacia el obrero. Controlaba perfectamente la situación. Se detuvo un momento. Abrí los ojos.

El tío se había bajado los pantalones.

-. Se está cascando una paja…. Joder… Parece que se gasta un buen pollón, dije.

Paró un instante de mamármela. Y sonrió mirándome directamente a los ojos, como diciendo no lo sabes tú bien…

Volvió la cara hacia el. En ese momento, hizo el típico gesto que hacemos los tíos moviendo los brazos  adelante y atrás, a la altura de las caderas, el que significa “follar” y apuntó hacia unos bultos.

El tío hizo un molinillo con la mano. Obviamente significaba algo así como “después te espero” .

Ella asintió con la cabeza y con su mano hizo el mismo gesto del molinillo.. La estaba diciendo que fuera con él, que se la iba a follar y delante de mi le respondió tan tranquila que sí, que esperase.

Intenté levantarla para follármela allí mismo. Se lo dije, se lo pedí, hasta se lo rogué. Sin sacar la polla de la boca lo negó con la cabeza.

Miré al obrero. Ya no se la tocaba. Se la está reservando pensé… Estaba colocando los bultos aquellos. Un poco hacia adentro de la obra. No había ángulo ninguno. Solo si mirabas en línea recta podías ver lo que pasaba. Si se la calzaba allí iba a poder verlo desde el balcón. Cómodamente sentadito tomándome una copa. Mejor que en el cine.

-. Joder has planeado hasta el último detalle.

Ni respondió. Siguió lamiendo mi rabo.

No sé si esa noche al final bajó o no. Ni se lo pregunté. Me daba igual. Si tenía que enterarme ya me enteraría… Lo que si tenía claro es que cinco minutos después de que yo me corriera en su boca, otra polla iba a hacer lo mismo y a lo mejor dentro de su coño.

Francamente, no solo no me importaba sino que encima solo con pensarlo se me ponía más dura. Y lo mejor de todo. Iba a poder verlo.

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