Los cuernos de mi hermano (02 Ana, mi cuñada)

Ana deja de ser mi cuñadita, y se convierte en mi caliente mujer.

(Cuando cité a Ana para que viniera a follar conmigo a mi despacho, estaba en su casa con su marido (que para más INRI, es mi hermano), pero eso no importaba, ella disimuló como si hubiese olvidado la cita que tenía con su médico… y vino corriendo a follar conmigo)

Cuando Ana entró en mi despacho, nos dimos un beso al lado mismo de la puerta, le quité la falda y la camisa dejándola sólo con las braguitas ya que nunca usa sujetador y volvimos a besarnos y a meternos mano.

Nos fuimos al sofá donde yo me senté y ella se arrodilló ante mí empezando a chuparme la polla, se metió la punta en la boca mientras me sobaba los huevos con una mano y me acariciaba el asta con la otra.

Luego, recorrió toda mi verga con la lengua, desde los huevos a la punta, y cuando llegó a ésta se la metió otra vez toda en la boca, le dio dos o tres chupadas y luego entre chupada y chupada me preguntó:

-¿Y tu secretaria?

-Le di la tarde libre para poder estar contigo.

-No, tonto, no te pregunto dónde está, te pregunto que qué tal la chupa.

-Pues no sé cómo la chupa ni quiero saberlo, porque ella es más fea que tú, a ella no la quiero tanto como te quiero a ti… y además tiene novio.

-¿Y qué pasa porque tenga novio? yo tengo marido, que es peor… y resulta mi marido es tu hermano… y sin embargo, ya ves… él está solito en mi casa y yo estoy aquí contigo… chupántela

Me decía todo esto mientras me lamía la polla, con una voz entrecortada por la excitación, y luego continuó diciéndome en voz baja:

-¿Sabes? si yo fuera tu secretaria andaría por aquí todo el día en tacones y con minifaldas ajustadas, con blusas trasparentes; sin braguitas ni sujetador... así te tendría todo el día caliente...

Mi polla pegó un brinco al oírle decir eso y la muy cabrona se dio cuenta, así que siguió chupando, sonriendo y hablándome:

-Sí, cariño, y cuando me lo pidieras, me sentaría en el sofá y me acariciaría el coñito para que me vieras... me tocaría el coñito y me acariciaría las tetas para ti...

Decía todo esto sin dejar de chuparme la polla, pero noté que me hablaba así porque ella también se calentaba, así que yo seguí con el mismo tema y le pregunté:

-¿Quieres... ?

-Claro que quiero, cariño, claro que quiero, ¿por qué si no crees que he dejado a mi marido en casa y he venido contigo?. Estoy a cien, así que ahora me sentaré en tu polla y me la meteré en el conejito, que lo tengo ardiendo.

-No, cariño, no te preguntaba si quieres follar conmigo, te preguntaba si quieres ser mi secretaria.

-Si me contratas, seré tu secretaria... así sería a la vez tu ex…, tu secretaria…, tu cuñada… y tu amante… ¿qué te parece, mi amor?

Yo estaba muy caliente pensando en aquella posibilidad y quería calentarla a ella al máximo, así que cuando pasó una pierna por cada lado de las mías para meterse la polla dentro, no la dejé, la senté encima de mi mesa y yo, desde el sillón, empecé a acariciarme la polla con una mano y su coñito con la otra.

-Quiero contratarte como mi secretaria, Ana, pero tendrás que hacer todo lo que has dicho que harías ¿serías capaz?

-Pues claro, cariño, ¿te imaginas…? estaríamos todo el día calentitos y follando, tanto que íbamos a trabajar muy poco...

-Tengo más trabajo del que quiero, cariño, lo que necesito es disfrutar de lo que gano, porque apenas me queda tiempo -le dije pensando en lo bueno que sería tenerla nueve o diez horas al día para mí solo, disfrutando de ella cada vez que me apeteciera.

-¿Y cómo lo vamos a hacer, cariño? ¿vas a despedir a la que tienes para contratarme a mí? Además ten en cuenta que yo ahora estoy casada con tu hermano y tú eres el novio Isabel...

Ana seguía sentada sobre mi mesa, así que me levanté, le metí la polla en el coño y empecé a follármela, y cuando más caliente estaba y a punto de correrse, se la saqué, entonces ella empezó a jadear y me dijo:

-No la saques ahora, mi amor, que me estaba corriendo, métemela de nuevo y dame más... , que estoy a puntito….

Yo me senté en el sillón, empecé a acariciarme la polla y le dije:

-No, Ana, si no me prometes que vas a venir a trabajar conmigo, no te la volveré a meter, lo dejamos para otro día.

-Serás cabroncete, cariño, métemela, por favor, que no aguanto más, métemela, que te prometo convencer a tu hermano para que me deje trabajar contigo ¿vale? así me tendrás a tu lado siempre que quieras, pero ahora quiero tu polla... por favor...

Cuando Ana prometió venirse a trabajar conmigo, la bajé de la mesa, la apoyé con los codos sobre ella y le metí la polla de nuevo en su coñito hambriento, y a las cinco o seis embestidas se corrió, empapándome la polla de sus jugos y cuando yo me corrí dentro de su coño, me dijo:

-Te quiero, cariño, tú consigues siempre ponerme a tope -y dándome un beso en la boca susurró: -Ya verás qué secretaria más buena vas de contratar, amor mío, ya verás...

Continué follando con Isa y con Ana, aunque con ésta ahora follaba mucho menos porque quería tenerla encelada y caliente para cuando empezara a trabajar conmigo.

Cuando despedí a mi empleada, se lo comenté una tarde en la que estábamos todos tomando café y, como el que no quiere la cosa, le propuse a Ana que viniese a trabajar conmigo, le ofrecí un buen sueldo a cambio de 8 ó 10 horas diarias de trabajo; y entre mi hermano, mi novia y yo conseguimos "convencerla".

El primer día que empezó a trabajar conmigo, recuerdo que llovía a raudales, Ana traía un impermeable largo, negro, y cuando se lo quitó me quedé sin habla: bajo él tenía una minifalda cortísima y muy ajustada, una camisa trasparente que me dejaba verle las tetas redonditas con pezones muy marcados y calzaba unas botas altas, de las que llegan hasta más arriba del muslo, lo que hacía que sus piernas fueran doblemente atractivas. Me besó en la boca, se giró sobre sí misma y me preguntó:

-¿Te gusta lo que ves, cuñado?

-Muchísimo, cariño, me gustas muchísimo, estás buenísima, y con esa ropa me vas a tener todo el día caliente, mirándote y con ganas de follarte.

-¿Es mejor de lo que te esperabas, eh, cariño? es lo que te prometí, tenerte todo el día caliente... pero tienes que quitarte la calentura conmigo, cariño, porque no estaría bien que yo te ponga malito y luego te desahogues con Isabel...

Como estábamos abrazados, le apreté el culito, subiéndole la faldita hasta dejársela en la cintura, luego me separé de ella para verla desde lejos, tenía un minúsculo tanga blanco, que contrastaba con el negro de las botas que casi le llegaban hasta el coñito, ella, mientras, se quitó la blusa, se estrujó las tetas y me dijo:

-La dejaré por aquí, cerquita, por si tengo que ponérmela deprisa, cuando entre alguien...

Volví a acercarme a ella, nos dimos otro beso en la boca y le di dos azotitos en el culo con una mano, mientras con la otra le sobaba los muslos por encima de las botas; luego la llevé hasta mi sillón, la senté en él, me arrodillé entre sus piernas, retirándole la cinta de la braguita y separándole los labios del coñito con dos dedos, empecé a chupárselo; Ana se derretía del gusto, empapó el cuero de mi sillón de los calditos que le salían por el coño y exclamó:

-¿Notas lo encharcadito que tengo el coñito, mi amor? está calentito desde que empecé a vestirme así para ti, mi vida... cuando me estaba vistiendo ya empecé a mojarme...

Luego nos cambiamos de posición, yo me senté en el sillón y Ana se arrodilló entre mis piernas, empezó a chuparme la polla que había cogido con una mano, mientras con la otra me acariciaba los huevos; luego, metió un dedo varias veces en el coño y cuando vio que lo tenía bien lubricado de sus calditos, me lo metió en el culo, seguía chupándome la polla y me preguntó:

-¿Qué tal, mi amor, empiezo bien mi primer día de trabajo? ¿te gusta mi forma de trabajar?

-Eres estupenda, cariño, pero ¿porqué no funcionáis mi hemano y tú si estás buenísima?.. porque si fueras feliz con Juan no estarías así ahora para mí ¿verdad?

-Porque tú me vuelves loca cada vez que me tocas, y sabes calentarme como nadie, cariño, además estoy enamorada de ti y no de él...

La llevé hasta la habitación que había montado en el piso, y le mandé ponerse a cuatro patas encima de la cama; como las botas le llegaban casi hasta el culito, estaba buenísima, así que se la metí sin pensármelo más, empezando a follarla, acariciándole las piernas y el culito, hasta que empezó a mover éste y cuando lo hacía me rozaba las piernas con el cuero de sus botas y me ponía a cien; Ana se corrió rápidamente diciéndome:

-¿Notas cómo me corro, cariño? ¿sientes los calditos que salen de mi coñito? A ti te resulta fácil tenerme entregada para ti, amor mío, porque contigo me corro en cuanto me tocas... me corro... me corro... ya... ya... ya...

Cuando noté que yo también iba a correrme, la tumbé boca arriba, me senté sobre su barriguita, sobándole las tetas, y metí el rabo entre ellas, estrujándolas y apretándolas contra mi polla, hasta que me corrí encima de ellas, Ana se esparció mi corrida por todo su cuerpo y por su cara y luego terminó metiéndose las manos en la boca, chupando los dedos que llevaban colgando parte de mi corrida.

Luego, nos dimos un beso y nos vestimos, yo completamente y Ana se bajó la faldita que hasta ese momento llevaba por la cintura, y me dijo:

-Voy a ir todo el día sin camisa, amor mío, así cuando quieras tocarme las tetas sólo tienes que acercarte a mí, porque yo las tendré siempre dispuestas para ti, amor mío, siempre...

Después de trabajar un rato, salimos a comer y aquella tarde, cuando habíamos despachado todos los asuntos pendientes, Ana se sentó en uno de los sillones de mi despacho y empezó a tocarse el coño con una mano y a acariciarse las tetas con la otra, empezamos a mirarnos sin decirnos nada, entonces me acerqué a ella, le dí un beso para agradecerle el placer que me brindaba, la levanté del sillón y le dí un azote fuerte en el culito, luego se lo acaricié un ratito y al momento, volví a darle otro azote en la otra nalga; mi cuñada movía el culito mimosa, se giró para mirarme y me dijo:

-Me enloquece esto, amor mío, me gusta lo que hacemos...

Le puse la polla por la canaleta del culo, se empapó con los calditos que salían de su coño, luego se la metí de un sólo golpe, agarrándola por las caderas y empezando a bombear con fuerza dentro de su coño, luego la llevé hasta el sofá y la tumbé boca arriba, metiéndole de nuevo la polla en su encharcadísimo coño, mientras Ana escupía encima de sus tetas y se esparcía luego la saliva con las manos.

Al momento, nos vino a los dos la mejor corrida que recuerdo en muchísimo tiempo, Ana gritaba de placer mientras yo me derretía dentro de su coño, llenándoselo con mi corrida, y besándonos en la boca hasta hacernos daño en los labios.

A partir de ese día, Ana me sorprendía cada día con un modelo distinto, todos pensados para calentarme al máximo, porque -según decía ella-:

-Tengo celos de Isa, quiero que seas feliz conmigo y que no la necesites a ella para nada... para nada...

Así, había días que venía con un vestidito cortísimo, con la faldita de vuelo, que cada vez que se movía un poquito se le veían las braguitas, otros días se ponía un vestido largo con una raja que le llegaba hasta medio muslo y éste le quedaba fuera cada vez que se movía, otras veces con ligueros, otras con una minifalda ajustadita y sin braguitas... hasta que pasó lo que ambos deseábamos: Yo, en calidad de abogado, tramité su divorcio: yo dejé a Isabel, Ana dejó a mi hermano y nos casamos.

Ana ahora es mi esposa y mi secretaria, pero continúa siento "mi amante", vivimos en un piso grande al que he trasladado el bufete y siempre soy yo el que primero sale de él, luego viene mi mujercita con un modelo distinto cada día, no quiere ponérselo en casa delante de mí porque dice que si la viera con él en casa, perdería el factor sorpresa con el que quiere sorprenderme cada día; y aunque ahora somos marido y mujer, follamos más en el despacho que en casa, porque como dice Ana:

-Quiero seguir encelándote, amor mío, quiero que me desees cada día y que te calientes sólo con verme.

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Fdo.- Luis Alonso.

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