Los cuernos, compartidos, no engañados (2)

Sigue la relación entre los tres y dedicamos una sesión a contar nuestras experiencias

La relación entre los tres, mi amigo, mi mujer y yo, iba viento en

popa. Ella estaba más guaapa, si cabe, por todo lo que follaba y lo

bien que la sentaba. Él, encantado, al sentirse amado por la

corneadora y el cornudo y ser el único que podía controlar la

situación.

Entonces, se me ocurrió, en una de las sesiones, con mis braguistas

puestas, por supuesto, que cada uno contara sus experiencias, sus

placeres, lo más les gustaba, etcétera.  So volvieron hacia mí

(estaban descansando entre follada y follada) con una mirada entre

incrédula y pícara, y, sin mediar palabra, fue mi mujer la que dijo:

--Empiezo yo. He encontrado lo que quería, un hombre que sepa combinar

una gran dotación, multiorgásmico, con un caballero, que sabe cómo

tratar a las mujeres, con dulzura, cariño y, sobre todo, pasión.

Cuando me besas, me abrazas, me siento protegida y, a la vez, siento

que me falta algo, tu verga dentro de mí. Cuando te beso, estoy

deseándo chupártela y al revés. Y esa extraña sensación, casi

eléctrica, que transmiten tus huevos,cuando los cojo. Eres un

auténtico macho, como el jefe de la manada. Me puedes hacer tuya

cuando quieras y, sin embargo siento que casi me lo suplicas....

(Aluzinaba en colores, como os podéis imaginar, mi mujer sacando lo

que tenía dentro y sin necesidad de hacerlo con las expresiones

típicas de las folladas salvajes y los orgasmos).

--Mira (fulanito) contigo tengo dos orgasmos seguidos, inmediatos, el

primero que me provocas con tu habilidad y el segundo cuando eyaculas.

Nunca me había pasado (mintió), al sentir el esperma, caliente,

abundante, me vuelvo a correr. Es demasiado. Y después, no tienes

prisa para sacarla, me la dejas dentro el tiempo que yo quiero. Aunque

me quedo pegajosa, no me siento sucia., todo lo contrario.

--Cuando follo contigo, me olvido de que él (por mí) existe, aunque a

veces, para darle gusto, le diga alguna cosa. Esto es algo entre dos y

si le gusta verlo y disfruta, mejor que mejor. No creo que le estemos

humillando, todo lo contrario, le estamos dando su papel en la vida,

que es de ser un cornudo, mariquita, que está loca por las bragas y

que, aunque no lo diga, le gusta más tu verga que mi coño. A mi

resulta divertido y y me gustaría seguir, pero creo que deberíamos

echarle un poco de imaginación, tu y yo, claro (dijo mirando encendida

a mi amigo) porque estoy asegura que es posible más placer.

(Ni el mejor orador...)

A continuación, tomó la palabra mi amigo (ni qué decir tiene que cada vez

estábamos los tres más calientes) (habíamos quedado, que nuestra relación

bi, que no era muy frecuente pero sí suficiente, permanecería en secreto),

y se extendió en todo tipo de detalles.

--Una de las cosas que más me gusta es cuando te enfoco el glande en tu

rajita, que se va abriendo poco a poco (tenía la cebeza de la polla un poco

más gorda que el resto. que, además de largo, tenía un gran grosor). Se

abre, se va adaptando a mí, completamente mojado y cuando te veo preparada,

pego el empujón para oirte gritar. El otro día, cuando te penetré por el

ano y me puse de pie, te tenía completamente ensartada. Fue cuando le

pediste a este (por mi) que besara los huevos y me corrí, y le llené la

cara de leche. ¡inmenso!

--Haces que un hombre se sienta hombre, con tu feminidad, con la valoración

que haces de mi cuerpo, como si quisieras no perderte ni un centímetro. No

olvido el beso negro que me hiciste en el último 69. En fin, me llenas de

placer y has conseguido que, te lo creerás o no, que ahora no me apetezca

hacer el amor con otras. Estoy de acuerdo en que tenemos que buscar más

placer, pero con cuidado, no vaya a ser que por ir demasiado lejos,

perdamos lo que hemos conseguido.

¿Y tú, braguitas?, me preguntó mi mujer.

Yo os veo como dioses, cómo folláis, cómo os compenetrais. A veces me llega vuestra respiración, aunque esté sentado a unos metros de la cama, y se huele el amor, la pasión. A veces, con un simple roce por encima de las braguitas, me corro. Procuro no perderme nada y  me gustaría que me pidiérais que estuvuera más cerca, por ejemplo, chupándote el clítoris y la polla a él mientras estáis follando. Cuando tú (por mi mujer) me mirás, con esa cara de placer lujurioso, es demasiado, parece que me quisieras decir que no sabes lo que es esto, el placer inmenso que se puede sentir. Tus pechos, moviéndose rítmicamente según el bombeo que te marca él, parece que se van a romper, pero no. Después, cuando os ducháis, voy a la cama y allí están todos los jugos de tu coño, con ese olor tan especial. En fin, a mí también me gustaría avanzar y, si os parece bien, que me dejárais participar algo más. Ya sabés que no me importa faminizarme hasta donde queráis, mariconear, cuando veo el culo tan abierto de él tan abierto cuando te folla, me entran unas ganas de comérmelo..

--No te digo, expetó mi mujer, si es que es una mariquita. por mí lo de chuparte el culo..si le quieres dejar, pero ten cuidado, que la próxima va a ser que le desvirgues (que te crees tu que soy virgen, pensé mientras ponía cara de víctima).

--Bueno, contestó mi amigo, pero cada cosa a su tiempo. Ahora vamos a la ducha y después, (por mi) nos vas dar la crema hidratante. Después me tengo que ir, pero os aviso que para este fin de semana os tengo preparada una gran sorpresa..