Los cuernos a mi marido con mi ligue del MSN (4)

En el bar estuvimos tomando unas copas. Poco a poco comenzamos a disfrutar el uno del otro y sus caricias empezaban a hacerme disfrutar. Al salir del bar propuse ir a mi casa.

IV

No podía. No deseaba levantar la cabeza. Apoyada en su hombro, abrazándome a él, con mi boca junto a su cuello, pasándole mi lengua, mordiendo levemente el lóbulo de su oreja, mientras su mano continuaba acariciando mi sexo, me sentía revivir. Era mi mayor gozo en mucho tiempo. Sus dedos continuaban manejando mi pubis por encima del tanga, a la vez que mi deseo era mayor, y mis caricias con la lengua, en su cuello y oreja, manifestaban una enorme tranquilidad, deseo y sensibilidad hacía él. No quería que acabara, incluso pequeños movimientos de mis piernas demostraban mis enormes ganas para seguir con la situación. No me importaba ser vista, me daba igual. Estaba en un cielo de sexo jamás soñado por mí. Poco a poco iba abriendo las piernas, para facilitar sus caricias, lo cual entendió. Lo que al principio había sido un par de dedos acariciando mi coño por encima de mi tanga, se convirtió en un auténtico paseo de toda su mano desde mi culo hasta mi pubis, cada vez mas mojado. De pronto, Kiko interrumpió mi éxtasis:

Merce, levanta la cabeza de mi hombro. ¡¡Vamos!!

Déjaaaaame Kikoooo, eeeestoy geniaaaaal –contesté, casi susurrando, con una voz más que mimosa-

¡¡Levanta la cabeza!!! –me dijo con esa contundencia, que mas me molestarme me agradaba-

Con una sumisión increíble en mí, cumplí su deseo, casi su orden. Me quedé mirándole fijamente, demostrando que estaba totalmente entregada, mientras me decía.

¡¡¡Quédate así. Y no cierres los ojos!!! Tranquila mi niña que no voy a soltar este tesorito –me dijo mucho mas cariñoso, mientras seguía acariciando con toda su mano mi humedecido tanga, y me colocaba un sensacional morreo que cortó inexplicablemente cuando le seguí con fuerza abrazándole una vez mas por el cuello-

Entendía que se quería hacer desear. Le encantaba demostrar que el mando le llevaba él, y aunque cada vez su deseo hacía mí era mayor, era claro el bulto de su pantalón, no era de su gusto demostrármelo. Lo único que sé, es que me tenía entregada a su antojo. Ya separada mí cara de su hombro, como me ordenó, me miró y me dijo:

Vete poco a poco. ¡¡Todo llegará!! –mientras frotaba con mas fuerza su mano por encima de mi tanga totalmente empapado-

Sin querer me sentía avergonzada al estar tan mojada, no sabría como iba a reaccionar si me comentara algo. Ese era mi pensamiento mientras hacía verdaderos esfuerzos por no mirarle a los ojos. No me contenía. Mi deseo era cerrar los míos. Apoyarme en su hombro y entregarme a él. No podía. Cada vez que intentaba perderme en el éxtasis que estaba viviendo, él me contestaba

¡¡¡¡¡Que abras los ojos!!!! ¡¡¡Estás empapadita mi amor –me susurró, casi entre dientes, mientras mis esfuerzos eran mayores para soportarle la mirada-

El seguía sin sacar la mano, sus movimientos cada vez eran más intensos. En un momento determinado, uno de sus dedos logro entrar entre mi tanga y mis piernas. Éstas, totalmente abiertas, facilitaron su intención. Fue sublime, no me aguante, cayó mi cabeza sobre su hombro, lanzando un sublime gemido

¡¡¡¡¡Aaaagggghhhhh!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡Asíiiiiii mi a moooooooor!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡Sigue poooooor faaaaaavor!!!!!!! –casi le suplique, con una voz suave y cariñosa, casi entrecortada, mientras mi cabeza descansaba ya definitivamente-

Su mano izquierda subió, por detrás, hasta mi cintura y sus dedos se deslizaron por dentro de mi falda hasta llegar al elástico de mi tanga, estaba siendo sobada totalmente y notaba que me iba a deshacer, mientras su dedo, por delante, intentaba entrar dentro de mí. Mi vulva estaba totalmente humedecida y deseando ser totalmente excitada. Dos dedos llegaron a entrar unos centímetros. Ya era suya. Sus grandes morreos, sus exageradas caricias en mi culo, y los rápidos movimientos de sus dedos dentro de mí, estaban casi provocando un orgasmo en mí. Perdí de vista la copa, a los tres tíos que anteriormente me miraban, e incluso casi le perdí de vista a él. Estaba en un sueño. Un fuerte empujón que me dio hacía él, lo aprovecho para meter los dedos casi en su totalidad. Otro gemido salió de mí

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaggggghh hhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!¡¡¡¡¡¡¡Siiiiguuuueee, poor favor! !!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡Noooooo paaare eeesssss!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡Ssssigguuue , nooooo looosss sssaaaaaqquuueesss!!! -susurré en su oído agarrándome a su cuello demostrando el deseo de sentirme suya-

Mis movimientos suaves, dentro de lo que en ese momento podía controlar, hacía atrás y hacia adelante; hacia arriba y hacía abajo, estaban desencadenando en mí un deseo para ser suya de una vez. Una de mis manos le soltó el cuello, para dirigirse hacía lo que era mi deseo. Su poya cada vez mas empalmada, marcaba un deseoso bulto en su pantalón al cual no me resistí a acariciar. Parecíamos dos quinceañeros, mejor dicho lo parecía yo, mi coño y mi tanga estaban empapados, mis tetas y pezones estaban durísimos y dentro de mí tenía dos dedos que se movían sin parar. No me resistía mas y mi mano se lanzó hacía su deseoso bulto.

¡¡¡Ehhh!!!

¿¿Qué?? –contesté, casi asustada-

¡¡¡Tranquila nena!!! La vas a tener, pero cuando te diga yo. Estate tranquila, será tuya, y tú mía. Te voy a hacer gozar como nunca, quiero acabar contigo, y hacer mío ese precioso culo que tienes, y que tanto te han mirado todos estos babosos que andaban por aquí. –me dijo al tiempo que me daba un beso y sacaba sus dedos de mi humedecido coño-

Vale. Como quieras. Vámonos, anda. –me atreví a decir-

Me separé de él totalmente excitada, una sonrisa acompaño mi gesto al coger el abrigo. Parecía volver a una realidad, una realidad que me demostró, según salía, que nuestros movimientos no habían pasado desapercibidos para los tres "tíos" que allí estaban. Kiko estaba satisfecho, la mujer deseada ellos se iba con él. Se sentía triunfador y yo me sentía su trofeo. Notaba, según andaba, mi tanga total y absolutamente empapada, de haber seguido un poco mas hubiera llegado al orgasmo. Era una meta que ya estaba segura de conseguir. Salimos a la calle, y nuestros pasos se encaminaron al coche. Agarrados de la mano, y en la soledad de la madrugada, me decidí a proponer.

Javi no viene hasta mañana, ¿Vienes a dormir a mi casa?

Una mirada fue su respuesta. El silencio de la madrugada –eran cerca de las dos y cuarto-, me hizo pensar que no debía haber hecho esa propuesta. Me salió de dentro. Era una situación temeraria al mismo tiempo que irrespetuosa. Pero no me arrepentía, me apetecía, sobre todo estando segura que Javi no iba a llegar hasta el día siguiente. Esos pensamientos míos se encontraban con una mirada directa, e incluso fría, por parte suya. Sin decir nada reanudamos la marcha, silencio total. De repente el se paró.

¿Estás segura, que quieres que vayamos a tu casa? ¿No estarías mas tranquila en el hotel? Ahora……….!!!! , yo voy donde quieras…………!!!!!

El problema es que mañana me tengo que cambiar. No tengo ropa, me tendría que volver a mi casa, y es un poco lío. Yo estoy tranquila pues se seguro que Javi no va a venir –aseguré-

Si tu quieres yo voy –me contesto- Es un auténtico morbazo acostarme contigo en tu casa, en donde vives con tu marido. ¡¡Desde luego yo no voy a decir que no-

Sus palabras acabaron cuando nos fundimos en un interminable abrazo, mientras sus manos, aprovechando el refugio de mi abrigo, empezaron a subir por mis piernas, superando las medias y recogiéndome, hacía arriba, la falda totalmente. Con fuerza sus manos apretaban y acariciaban mi culo, totalmente al descubierto, sin ser visto por fuera ya que llevaba el abrigo puesto, y quedando yo entregada a sus deseos, mientras me besaba con fuerza introduciendo su lengua en mi boca. Su beso acabó, para decirme al oído, mientras continuaba jugueteando con su manos por el que esa noche había sido, para él y para otros, mi deseado trasero

¡¡¡Este culito esta noche va a ser mío. Me encanta tocártelo!! –nada mas acabar la frase sus labios se volvieron a juntar con los míos en un prolongado beso, que quedaba sellado con un fuerte abrazo por parte de los dos-

Al separarnos mi falda quedó recogida por detrás hasta casi la altura de la cintura, por delante ya mis medias quedaban totalmente a la vista, ese elástico sexy y sugerente, quedaba a la vista de todos. Mi falda por delante apenas quedaba un centímetro por debajo de mi tanga. ¡¡Menos mal que no pasaba nadie !! Él me vio al separarse de mí. Casi como un resorte, dijo lo siguiente.

¡¡¡¡¡Estás para comerte!!!! No te bajes la falda, ¡¡¡¡¡¡¡¡joder tía como me pones!!!!!!

¡¡¡Pero como voy a ir así!!! ¡¡¡Se me ve todo, parezco una puta!!! –le contesté-

¡¡¡¡¡¡¡¡¡Si no pasa nadie, pesada!!!!!!! –se apresuro a decir- ¡¡Calla y vamos andando!!! que se baje la falda sola.

De vez en cuando miraba hacía mis piernas, y me hacía sentir erótica y provocativa, excesivamente provocativa. Un señor y una señora, de mas de cincuenta años, supongo que de regreso de alguna fiesta navideña, un par de chicos jovencitos, y los trabajadores de una camión de la basura, fueron las únicas personas que nos cruzamos en nuestro caminar. Las miradas de unos y de otros ponían de manifiesto mi llamativa situación. Él me llevaba cogida por el hombro, y yo iba abrazado a su cintura, unos leves silbidos, y un irónico buenas noches, por parte de los trabajadores del servicio de limpieza, contestado con cierta ironía por él , me volvieron a demostrar que se sentía triunfador, y que yo era su trofeo. Le gustaba ver que era deseada, y que de alguna manera, era totalmente suya. Me excitaba pensar lo mismo que él. Me excitaba ser su conquista. Una vez más volvió a preguntar si estaba segura de ir a mi casa, mi respuesta afirmativa generó en él una pícara sonrisa, al tiempo que, después de mirarme las piernas, dije

¡¡¡Tío!!! Me pongo la falda bien ¡¡No puedo ir así!!

Haz lo que quieras, pero no te esta viendo nadie –me contestó-

Ya no es que me vean. Es que no es normal ir así.

Otro abrazo, otro beso, otro sobeteo disimulado mientras él me bajaba la falda, nos hizo volver a parar, al tiempo que me aconsejaba

¿Vas bien para conducir? Has tomado copas. Podíamos coger un taxi, no quiero que nada nos estropee la noche.

La verdad es que sería mejor ir en taxi –contesté sin separarme de él, manteniendo el abrazo-

¿Por fin a tu casa? –me interrogó-

Sí. Decididamente sí. –volví a contestar antes de recibir un pequeño beso, que yo entendí mas de cariño que de deseo-

Nuestra manos, al reanudar la marcha se volvieron a entrecruzar, nuestro rápido caminar, indicaba el deseo, el gran deseo, que teníamos por llegar a casa, por culminar una noche que para mí estaba siendo mi gran noche de placer. Volví a sentir la sensación de mujer deseada, quería aprovecharlo y disfrutarlo, con un hombre, además, que aún siendo educado y galante, tenía ese toque de dureza y masculinidad, que aumentaba mi deseo de ser suya, auténticamente suya.

¡¡¡Taxi!!! –gritó de repente-

El coche paró, nos dirigimos a la puerta. Me abrió gentilmente la puerta mas cercana a la acera, la que va detrás del conductor, y él, tras cerrar la puerta, giró al lado contrario. La mirada del taxista se quedó fija en mis piernas, mientras el se acomodaba al lado mío.

¿Dónde vamos cariño? –me preguntó-

Indique la dirección al taxista, que conduciendo en silencio era testigo de los besos de pasión que nos íbamos dando, al tiempo que, a través del espejo, controlaba una y otra vez mis posturas en el asiento, ya que mi falda cada vez quedaba mas recogida. El camino se me hizo corto, el tiempo se pasó volando, y en un suspiro llegamos a la puerta de mi casa. Mi salida del coche, pues tuve que recorrer el asiento trasero para salir por la puerta contraria, provocó la mirada descarada del conductor, fijando su vista en mis piernas, casi totalmente desprotegidas de la falda, y que mostraban los elásticos de mis medias, e insinuaban mi tanga. A esta situación no di la más mínima importancia, ya que mi deseo era llegar a casa.

Es aquí, en el 24 –dije en voz baja a Kiko-

Abriendo mi bolso, y buscando dentro de él, saque las llaves, entramos en el portal, llamamos al ascensor, que rápidamente se abrió. Entramos, y al tiempo que apretaba la tecla del número 3, sus brazos me abrazaron por la cintura, por dentro del abrigo, volviendo a bajar a mis muslos y a subir lenta y deseosamente por ellos hasta hacer suyo mi culo. Sus empujones hacía él, me demostraban su gran deseo de hacerme suya, al tiempo que volvía a repetir sus ganas de poseerme. Con mi falda en la cintura por los movimientos y toqueteos recibidos, salimos del ascensor.

Espera un momento, voy a ver si está todo en orden. No habrá problema, pero por si acaso…………. –advertí-

¡¡ No me jodas que puede estar el pavo este!! como esté en casa nos vamos al hotel. ¿Vale? –me replico con cierto enfado-

Tranquilo.

Abrí la puerta, entre en casa, controle la vivienda, encendí la tenue luz del pasillo, y regresé a buscarlo a la escalera.

Todo en orden, ya te dije que era raro que estuviera. Si hubiera tenido alguna duda no hubiéramos venido aquí. –explique con un tono de voz muy bajo, casi susurrando-

Vamos dentro –fue lo único que me contestó empujándome prácticamente hacía adentro-

Comenzaba para mí, la que luego sería mi mejor noche de placer.

(Continuará)