Los cuernos a mi marido con mi ligue del MSN (3)
Por fin nos conocimos. Quedamos para cenar y luego fuimos a tomar unas copas. Fue el inicio de una noche de pasión y locura sexual.
III
Advertí que debíamos de ir a por mi coche, aparcado a diez minutos del hotel, lugar donde aparqué al llegar con Silvia. Caminábamos con paso tranquilo, al tiempo que hablábamos. Cosa concretas, de situaciones nuestras, iban siendo tema de conversación, mezclado con otros de cuestiones más generales. En paralelo íbamos caminando, aunque de vez en cuando algún achuchón delator, acercándome a él, demostraba su intención de tenerme cerca. Me sentía deseada, y me encantaba. Me encantaba él y el sentimiento de deseo que notaba le estaba generando, e incluso me encantaba, algunas contestaciones suyas de excesiva contundencia como queriendo demostrar que yo era la que tenía que acabar entregada a él. Esa situación me provocaba. Llegamos a mi coche, me quité el abrigo para conducir con comodidad, abrí la puerta, me coloqué en el asiento y abrí la suya. Entró, se sentó, e inmediatamente acercándose a mi me dio un enorme beso, mucho mas profundo y sobre todo más penetrante que los que me había dado en el bar del hotel, a la vez que unas suaves caricias se desplazaban por mi muslo, subiéndome un poco la falda, y llegando a ese elástico de la media que tanta provocación le había causado mientras estábamos tomando la copa. Incluso algunos de sus dedos se deslizó unos centímetros por dentro de mi falda, sin llegar a alcanzar el objetivo que estaba deseando. Mi deseo era cada vez mayor, y empezaba a notar que mi vulva comenzaba a tener una humedad especial. Cada vez estaba mas caliente. Acabado el beso, finalizaron las caricias, y con una mirada de lujuria y deseo le dije
¿Sabes que me pones?
Y tú a mí. No se porque pero desee el primer momento, y sobre todo desde que empecé a ver tus fotos, he tenido un extraordinario deseo de ti. me confesó-
Un suspiro, lanzado por mí, fu el banderazo de salida para comenzar la marcha. Llegamos a un parking cercano al restaurante, aparcamos y fuimos a cenar. Mucha gente, a pesar de ser día de diario; las cenas y comidas de empresa y amigos, con motivo de las fiestas de Navidad, mantenía casi completas las plazas de estos establecimientos. Logramos una mesa para dos, en un lugar más bien apartado, y nos sentamos. En pocos minutos se acercó el camarero, nos entrego la carta, y en breve decidimos nuestro menú.
- Me vas a permitir que llame por teléfono comenté, al tiempo que puse mi bolso entre las piernas para buscar el móvil-. Voy a llamar a mi marido por tener el tema controlado. Son las nueve y media y supongo que todavía no habrá ido a cenar. Para estar tranquila quiero saber como esta el asunto.
Sin problema, haz lo que tengas que hacer para estar tranquila. Lo entiendo.
Una vez que cogí el móvil me levanté y me fui hacía los baños, quería mantener una mínima y lógica intimidad. Mi caminar estuvo rodeado de miradas, y comentarios en voz baja entre los clientes. Cada vez me sentía más deseada, y cada vez actuaba con mucha más coquetería. Tras charlar con Javi, y asegurarme de que seguía en el pueblo, hablé con amigos suyos que iban a cenar con él, volví a la mesa, desplegando mas coquetería y simpatía, un beso al aire lanzado a Kiko y una amplia sonrisa, según me acercaba a él, propició algún murmullo en la mesa de al lado, dónde cenaban mas de 20 señores, disfrutando de la época del año que comenzábamos a vivir. Según tomaba asiento me dijo
¡¡Tía!! Estas buenísima. Están estos de aquí que no te quitan ojo.
¿No serás como Javi, y te enfadarás?
Que tonta eres. Me encanta que te miren y que sepan que estás conmigo. Por cierto, ¿todo bien?
Todo controlado contesté-
La cena fue muy distendida, cada vez la confianza era mayor, y los temas de conversación iban subiendo de tono. Nuestras risas acompañaban una y otra vez nuestras frases, que cada vez se acercaban a los temas de deseo que uno y otro esperamos tener. Chistes de follar, de culos, de tetas y de poyas comenzaba a ser habitual en nuestra conversación, al tiempo que una y otra vez me iba anunciando las miradas y comentarios que yo estaba provocando de la mesa de al lado. Me daba igual que miraran y lo que dijeran. En poco tiempo nos quedamos solos. Solicitamos la cuenta, no sin antes haber tomado algún chupito de licor, nos levantamos y antes de colocarme el abrigo, Kiko se fundió en un fuerte abrazo conmigo acompañado de un intenso morreo, que me provocó nuevas sensaciones y un cosquilleo tan intenso, que yo ya era deseo puro. Sentía como estaba empezando a mojar mi tanga. Eran más de las doce de la noche, y entre las dos copas de la tarde, el vino de la cena y los chupitos posteriores, tenía un importante "puntillo". El alcohol en mí, me genera un deseo sexual especial, y ya era lo último para acabar estando a cien. Ya en la calle, y antes de comenzar a andar le pregunte
¡¡Bueno nene, ahora una copa!!
No lo dudes. ¿Dónde me vas a llevar, bombón? me contestó-
¡¡¡uuuyyyy!!!! ¡¡Bombón!! contesté mientras me lancé a su boca para continuar el intenso morreo que habíamos tenido en el restaurante-
Ummmmmmmmmmmm . ¡¡¡¡Que bueno, si también sabes a bombón!!!! me contestó al acabar el beso y retirarme la cara, mientras lanzada una penetrante mirada de deseo, como advirtiéndome de lo que nos esperaba-
Acabado el beso me abracé a él, y caminamos hacía una discoteca cercana. Una vez en la puerta entramos, había bastante gente, no era un llenazo, pero existía un buen ambiente de música y baile. Me quité el abrigo, colgándolo del brazo, dejando a la vista esa exagerada minifalda, que todavía destacaba más con la coquetería y sensualidad con la que andaba, Kiko me agarró de la mano y muy junto a mí nos dirigimos a la barra a pedir unas copas.
Una banqueta vacía , junto a una esquina permitió que me sentará, quedando yo de espaldas a la pared y con la barra a mi izquierda mientras él se colocó de frente. Un brindis por nosotros, inicio de nuestra estancia allí, fue sellado con un largo morreo que juntó nuestros labios y enredó nuestras lenguas. Me levanté de la silla, y el abrazo se prolongó mas al tiempo que sus manos se deslizaban por mi espalda hasta llegar a mi culo que pronto notó la fuerza y el deseo de sus caricias. El apretaba con fuerza para juntarme a él, mientras yo le abrazaba con un intenso deseo por el cuello. Tan juntos estábamos que notaba su bulto juntándose a mí. Ya no había vuelta atrás. Estaba deseando ser follada. Deseaba su poya dentro de mí.
Volví a sentarme, mi falda quedaba recogida, y los sugerentes elásticos de mis medias quedaban al aire.
Estoy deseando estar contigo, los dos solos. Quiero hacerte gozar.
Te deseo le dije mientras volvía a abrazarlo por el cuello-
Y yo a ti mi amor. Ya verás que bien lo vamos a pasar esta noche.
Cogí mi bolso para sacar el tabaco, y de paso cogí el móvil. Había convenido con Javi que me llamaría al ir a casa, y debía de estar atenta. Debía de tener todo controlado.
Una rápida mirada al teléfono, mientras encendía un cigarro, me dejó tranquila pues mi marido aún no había llamado. No me sentía mal, pero tampoco excesivamente bien por este comportamiento, algún remordimiento me venía a la cabeza, pero enseguida se iban por dos cosas: por las palabras de Silvia antes del encuentro con Kiko, y por que estaba cada vez mas excitada y deseando llegar al máximo con él. Además mi marido no se había comportado bien conmigo, y mi matrimonio con él no tenía fuerza. Todo esto lo pensaba en silencio, mientras daba una serie de caladas a mi cigarro. Fueron apenas diez segundos de vacío mental y de silencio, lo suficiente para que me interrogara:
¿Pasa algo?
No, nada. Cosas mías.
¡¡Tía que estabas genial! Anímate anda. Pide unas copas en lo que voy al cuarto de baño.
Así lo hice. La verdad es que no me apetecía en absoluto estropear una noche que me estaba devolviendo sensaciones y deseos que hacía mucho tiempo no tenía, estaba feliz, la mirada fija que me dirigían tres "tíos" apoyados entre la pared y la máquina de tabaco detrás de mí, aumentaba mi excitación. Impactar. Sentirme lo deseada que no me había sentido en meses, me devolvió la fuerza que pensé había perdido, tanto es así que me levanté de la silla, para demostrar todo mi físico. Me sentía poderosa. Mi excesiva minifalda, y mi posición de frente a la barra, inclinada hacia delante, dándoles la espalda y analizando ellos mi culo, pidiendo yo las copas al camarero, generó murmullos, cometarios y miradas entre ellos tres. Yo no los veía, ni los oía, pero esa intuición femenina de la que disponemos las mujeres, y con la que somos capaces de notar cuando te miran de una forma "especial", me permitía pensar que me estaban desnudando con la mirada. En ese momento me encontraba, cuando una palmada en mi culo, manteniendo la mano, y un acercamiento por mi parte derecha, con la intención de un beso, me aseguro que Kiko había vuelto.
¿Ya pediste las copas? me preguntó-
Estoy en ello.
Su mirada recorría todo mi cuerpo, mientras yo ya sólo pensaba en él. Una mirada fija, profunda, directa y sensual, acompañó el servicio del camarero. Al oído, en bajo, casi susurrando le comenté:
¡Vaya como están de quedados conmigo, esos tres!
¡¡Que les den!! me contestó, al tiempo que movía la silla hacía su lado, se sentaba y me acercaba junto a él entre sus piernas, quedando él a mi derecha, yo mirando de frente a la barra -
¡¡¡Joooo, tío!!! Están pendientes de mí le contesté con cierta voz mimosa-
¿Eso te molesta?, ¡¡¡Si además te gusta !!! Te gusta que te miren y a mí también
Un largo morreo, cerró la conversación, mientras el sonido de mi teléfono ponía fin al profundo beso.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡Javi!!!!!!!!, Espera, ahora vuelvo. Salgo a la calle. Aquí no oigo.
De acuerdo !!! Acaba pronto tía, y que nos deje en paz !!!! me replicó-
Me fui apartando de él, mientras buscaba una salida que me permitiera escuchar, la música estaba muy alta, y debía hablar con él. Apenas un par de minutos para contarme que ya estaba en casa que pronto para él, tan sólo ¡¡la una y media!!-. En la calle pude charlar un rato con Javi. Mi único objetivo era estar segura que se encontraba en Ávila, en el pueblo de su madre. Una vez segura de ello, volví al bar. Según caminaba hacía donde se encontraba Kiko, las miradas de los tres tíos de antes se chocaron en mí, incluso alguna sonrisa cómplice y algún guiño "picantón" me dedicaron. Rápidamente me dirigí hacia él, volviendo a buscar su compañía como refugio. Colocándome muy cerca de él, entre sus piernas, le confesé
¡¡¡Estoy hasta las tetas de esos tres, no dejan de estar pendientes de nosotros!!
¡¡¡Que tonta eres!!! Pasa de ellos y que sufran. ¡¡Ven aquí!! me contesto acercándome hacía él entre sus piernas, mientras se mantenía sentado en la silla, con su brazo derecho apoyado en la barra sujetando su copa-
Al momento comenzó a pasar su mano izquierda suavemente por mi culo, por encima de la falda, no era una caricia, era un magreo total
¡¡Kiko, que nos están viendo!!
¡¡¡¡¡¡¡ Que les den. Paso de ellos!!!!!!!! me contestó con su contundencia habitual, esa que a veces le hacía ser borde-
¡¡¡¡¡No entiendes que esta !!!!
No me dejo acabar la frase. Su mano se separó de mi culo, y abrazo rápidamente mi cuello, manteniéndome en la misma posición solo giró mi cara hacía él, para acercar mi cara y mis labios a los suyos. Mientras me besaba su mano recorría mi espalda de arriba abajo hasta que llegó a mis muslos. Caricias leves e intensas, fuertes y suaves, me sentía estremecer mientras poco a poco sus manos iban subiendo por mis piernas hasta entrar unos centímetros por dentro de mi falda. Círculos con los dedos y caricias cada vez más dentro de mi falda me iban a hacer explotar. Estaba totalmente entregada, y él lo sabía, lo que es peor. Yo sabía que lo sabía y me gustaba que lo supiera. Un abrazo poderoso, mientras me giraba hacía él, al tiempo que me daba un delicado beso entre mis tetas, aprovechando la excesiva apertura de los botones de mi camisa, me entregaron totalmente a él.
- ¿Sabes que me encantas? Pregunté al tiempo que apoyaba mi culo en su pierna izquierda, manteniéndome enfrente de la barra y él a mi derecha-
Y tú a mi, nena.
El abrazo que nos dimos, sirvió para que siguiera controlando a los tres de antes, por encima del hombro de Kilo, los busqué con la mirada, y aunque habían cambiado de sito, hay seguían dirigiéndome una mirada, casi "feroz", que me provocaba mas. Mi excitación era máxima, cada vez me sentía más húmeda y más excitada. Fue en ese momento, al estar más abrazados, y mi cabeza apoyada en su hombro, cuando la mano derecha de Kiko comenzó a acariciar mis piernas por delante. Sus manos subían, recorriendo mis muslos, al tiempo que nos fundíamos en un intenso morreo. Nuestras lenguas jugaban, al mismo tiempo que sus dedos, de la mano derecha, acariciaban mis muslos a la altura del final de las medias. La barra impedía ver lo que hacía por delante. Por detrás, su otra mano, jugueteaba con mi culo. Sus dedos empezaron, por delante y por dentro de la falda, a buscar el tesoro que deseaba, y creo que yo también. Casi sin darme cuenta su mano tocaba mi pubis por encima de un tanga, ya totalmente empapado.
(Continuará)