Los cuernos a mi marido con mi ligue del MSN (2)
Kiko, así se llama mi amigo del MSN, y yo habiamos planeado una cita. Estaba a punto de producirse. Deseaba conocerlo en persona.
II
Pues manos a la obra, me había propuesto ir mas sugerente y mas coqueta que el día que no logramos quedar, tenía claro que iba a echar el resto. Tenía que sorprenderle.
Me metí en la bañera, me relajé, incluso me llegue a fumar un cigarrillo dentro del agua. Salí me di crema por todo el cuerpo, y me seque el pelo, me encanta cuando me queda tan liso, y comencé a maquillarme, tampoco en exceso, pero lo suficiente para verme mas guapa. Del baño a la habitación, me quité el albornoz, y me puse el conjunto que había comprado, me quedaba genial, el sujetador me levantaba y ajustaba el pecho, y el tanga tenía todo su erotismo al transparentar mi pubis. Me senté en la cama y con sumo cuidado me coloqué las medias, con su elástico de encaje que llegaban más arriba de la mitad del muslo. Me puse los tacones negros, muy altos y elegantes, por cierto, quise verme en el espejo, y la verdad que me veía sensual, sexy y atractiva.
Decidí ponerme una blusita blanca, entalladita, dejando sin abrochar algún botón para que me hiciera un escote muy sugerente, y una minifalda vaquera que quedaba muy por encima de la rodilla y llegaba hasta prácticamente el encaje de las medias. Una americana negra, tipo torera, completaba mi vestuario. El perfume de rigor, complementos, anillos, pendientes, pulseras, un cinturón muy fino de cadenilla, y un colgante plateado, completaron mi atuendo. Cogí el abrigo, el maxi abrigo de cuero negro largo, el bolso, y fui a por el coche para ir a recoger a Silvia. No lo tenía aparcado muy lejos por lo que no me puse el abrigo, notaba que los hombres me miraban y alguno algún piropo me dijo. Buena señal. Estaba impactante. Llegué al coche, me senté, y me di cuenta que al sentarme la falda quedaba muy corta e incluso se veía el inicio del encaje de las medias. ¡Cuidado al sentarse me dije- se ve todo! Aunque al momento pensé que a lo mejor, estando de frente a él, era lo que quería. Llamé a Silvia antes de arrancar.
¿Silvia?
Si
En diez minutos estoy en tu casa.
OK. Te estaba esperando ya arreglada me contestó-
Dicho y hecho, en doce minutos me encontraba en el portal de ella. Abrí la puerta de mi coche, por el lado del acompañante.
¡¡Hola nena!!
¡¡Hola Silvia!!
¡¡¡¡Vaya guapísima que estás!!! me dijo-
¿En serio?
Ya te digo . ¡¡Y vaya mini!!! Jajajajaja.
¡Pero ya me la habías visto!
¡! Si pero es muy corta, aunque te queda genial!!!
¿es muy "provo"?
¡¡Bueno bien, a ver si te vas a cortar ahora!!
No se ... A mis años, y con lo que he vivido, ¡¡estoy nerviosa!!
¡¡Lo que estas es buenorra, tía!!
Unas risas de las dos acompañaron el avanzar del coche. Concretamos lo que teníamos que decir, por si acaso mi marido sospechaba algo, y fuimos circulando hasta el punto de encuentro. A medida que iba hablando con Silvia, me iba tranquilizando un poco, pero es cierto que había tenido momentos de mucho nerviosismo, o mejor dicho, de expectación e intranquilidad. Aparcamos, llamé por teléfono a Kiko, quedaban apenas cinco minutos para las siete, y me pidió cuarto de hora pues estaba acabando de arreglarse, le expliqué que estaba con Silvia, y quedamos en que a las siete y media nos veríamos en el pub del hotel. Ese rato a mayores lo aprovechamos, para hacer tiempo, y entramos en una cervecería cercana donde nos tomamos nuestro primer copazo, dos JB con Coca Cola Light, y brindamos para que la jornada fuera gozosa.
Después de unas risas y de algún chismorreo propio de mujeres, el centro de la conversación fue Kiko, a veces en un tono serio, otras en un ambiente más bromista
¡¡Que te tiene pillada!! me decía Silvia-
Tampoco es tanto . Me pone!!! Eso si es verdad, pero no es un enamoramiento.
Ya!!!! me cortó ella- ¡¡¡¡Lo que quieres es buen polvazo!!!!!! Jajajajajaja
Diciendo eso me dio un abrazo de amiga, para frenar un posible enfado mío, al cual correspondí mientras contesté
Pues la verdad es que si!!!!!!!! Jajajajajajajaja
Las has pasado muy putas, nena, vive tu vida. Ya te lo he dicho más veces, te mereces más de lo que tienes, o sea . Adelante
Un beso y abrazo cerró esta conversación.
¿Me dices que te debo? solicito Silvia al camarero-
No, deja que pago yo la repliqué-
Que es igual. Déjalo.
¿Qué te doy? pregunto al camarero mientras se acercaba a nosotras-
Dejarlo dijo él- Os invito yo. Para dos chicas guapas que han venido hoy, no voy a permitir que discutan por pagar. Ahora eso sí la condición es que tenéis que volver por aquí.
¡¡Muchas gracias!! contesté- Volveremos ya lo verás.
A ver si es verdad me replicó con una sonrisa-
¡¡Venga hasta luego!! dijimos las dos-
Adiós, hermosas.
Salimos del bar, fuimos caminando hacía el hotel mientras charlábamos de cosas nuestras, dejando un poco de lado el tema de Kiko, Silvia me iba hablando de cómo la iba su matrimonio, del trabajo, recordando alguna aventura nuestra, como la de aquellos cinco días de vacaciones, ella y yo solas en Lanzarote (Canarias)
Sin darnos cuenta estábamos ya en la puerta del hotel, entramos al tiempo que nos mirábamos con una pícara sonrisa, acompañada de un profundo suspiro que lancé al entrar.
¡¡Estás como una colegiala, en su primera cita!! Jajajajajaja comentó mi amiga-
La verdad que si. ¡¡No sé!! es como una cita a ciegas. contesté-
Anda, Anda!!!
Ya te contaré la insinué-
¡¡¡Eso no lo dudes, estoy impaciente para que luego me cuentes!!!
Conversando de esta manera llegamos a la recepción.
Buenas tardes.
Buenas tardes, señoritas. contestó el recepcionista-
Verá indiqué a la persona de la recepción-, hemos quedado con un amigo que está alojado aquí, en el pub del hotel. ¿Nos indica por donde vamos?
Sin problema. Al fondo, donde están esos sillones blancos, giran a la izquierda y verán al fondo una doble puerta de madera y acristalada. Es ese el lugar. Si me dicen su nombre llamo a la habitación por si no ha bajado todavía.
No, no es necesario, no se preocupe, gracias. respondió Silvia-
Como quieran señoritas, buenas tardes.
Nos dirigimos hacía donde nos habían señalado, la puerta del pub estaba al alcance de nuestra vista.
Traspasamos la puerta del pub, la barra estaba vacía, dos señores de edad madura sentados , a nuestra derecha, alrededor de una mesa baja, y otra persona de pie en medio de la sala hablando por su teléfono móvil, eran todos los clientes del coqueto pub, ambientado en estilo inglés.
¿Es ese? me pregunto Silvia-
Espera que se de la vuelta y le veo la cara.
Nos quedamos paradas unos segundos cerca de la puerta, como esperando conocer si la persona del teléfono era él o no, escasos momentos antes de decidir acercarnos a la barra él se dio la vuelta. Una cara sorprendida con una sonrisa, y un gesto con su mano, nos confirmó que se trataba de quién buscábamos. Nos apoyamos en la barra dando tiempo a que acabara su conversación, mientras le observábamos. Alto, cerca de 1,90, atlético, pelo corto, bien arreglado. Un vaquero que marcaba perfectamente sus formas, una camisa blanca, y una americana negra. Un "tío" de buena planta, sin duda, atractivo, muy atractivo.
Pues está bueno ... me comentó Silvia-
Si maja, si. Ya te lo había dicho.
¡¡¡¡De ésta no te escapas!!!! dijo Silvia entre risas-
¡¡¡Ni él!!!! contesté entre las mismas risas-
La conversación nuestra fue cortada por su llegada.
¿A ver si adivino? ¿Merce? afirmó dirigiéndose a mí-, y ¿Silvia? haciendo lo propio con mi amiga-
¡¡Premio!! contesté- Tu, Kiko
¡¡Premio, también!! nos respondió, al tiempo que nos acercaba su cara para darnos los besos de rigor-
Mientras Kiko pedía unas copas y nos invitaba a sentarnos para charlar, pasó su brazo por mi hombro para darme un pequeño abrazo y un tierno beso en la mejilla, nos dirigimos hacia la mesa, charlando, y nos dispusimos a tomar asiento, me quite el abrigo, dejándolo a un lado con el bolso, Silvia puso encima su cazadora, y nos sentamos mi amiga y yo, una junta a la otra, y él en frente. No quería parecer excesivamente lanzada, y lo cierto es que tuve un excesivo cuidado al momento de sentarme, sabía del "peligro visual" que tenía esa falda, crucé las piernas, y en ese momento noté su mirada fija en mi muslo que dejaba asomar el inicio del elástico de mis medias. Comenzamos una charla, sólo interrumpida por la llegada del camarero al servirnos las consumiciones. La charla fue siendo cada vez más animada, más distendida, me iba sintiendo mas tranquila, a la vez que iba generando en mi alguna pasión interna. Algún guiño cómplice me envío, sobre todo cuando yo, disimuladamente, trataba de estirar la falda para esconder ese final de la media en la que cada vez fijaba más su mirada. Unos cigarrillos y los sorbos a nuestras copas acompañaban el pasar de los minutos a la vez que me tranquilicé definitivamente. Poco a poco el eje de la conversación la llevaba yo, contando anécdotas de trabajo y algunas situaciones mías matrimoniales. Estaba perfectamente estabilizada en ese momento, a pesar de las miradas insinuantes que me dirigía. Mi decisión de levantarme a por un paquete de tabaco, llevó su vista a mi falda, el breve y directo comentario, con gracia y educación, me hizo darme cuenta que en efecto se me había visto todo. Una sonrisa mía, e incluso un ligero sonrojo invadió mi cara. Tras coger monedas sueltas de mi cartera fui hacía la máquina de tabaco, el contar y recontar las monedas que llevaba en mi mano facilitaban mi lento caminar, que cada vez trataba de hacer mas sugerente. Era claro que estaba siendo observada, y esa situación me provocaba una extraña excitación, por lo que cada vez remarcaba más mi caminar. Mi vuelta hacía ellos transcurrió de la misma forma, máxime cuando estaba observando claramente la mirada disimulada de Kiko. Al llegar a la altura de ellos y cuando me disponía a sentarme, noté que sus ojos no se apartaron de mí, esa sensación de deseo que estaba generando en él, propició que no pusiera al sentarme tanto cuidado como la primera vez. No me importaba en absoluto mostrar mi intimidad, como así fue. Al momento y mientras apuraba Silvia sus últimos tragos de la copa, ella señaló:
¡¡Las nueve menos cuarto!! Yo ya me marcho. Se me ha pasado el tiempo volando
Bueno, rubia. Encantado de conocerte dijo Kiko levantándose, mientras se acercaba a darla los besos de despedida-
¡¡Igualmente, guapetón!! ¡¡ Cuida bien a la niña!!
No lo dudes la replicó al tiempo que yo también me levantaba para despedir a Silvia-
Un largo abrazo nos despidió a las dos, mientras agarrándome las manos me dijo al oído:
Goza, y ya me contarás. ¡¡Disfruta bonita, tiene un polvo !!
Una última despedida, al tiempo que cogía su cazadora, fue el punto y final a la estancia de Silvia entre nosotros. Según se marchaba, Kiko se sentó, y a los escasos segundos lo hice yo rodeada de una profunda y lasciva mirada de él. Lo notaba entregado y no me importaba, es mas, me seducía tremendamente su mirada, una mirada que no perdió detalle hasta que no estuve sentada, para volver a observar lo que, imagino, tanto deseaba ver, y a mi no me importaba enseñar. Unos segundos de silencio cruzándonos la mirada, cuando ya estaba sentada, fueron nuestros primeros momentos de intimidad. Por fin los dos solos.
¿Te digo una cosa, Merce? me interrogó-
Dime
Con esa falda, por llamarla de alguna manera, ya que parece un cinturón, con ese escote y con esas medias me vas a volver esta noche loco
Me gustan mucho las minifaldas repliqué-, aunque si que es cierto que ésta es muy corta. A mi me encanta, y sobre todo aprovecho cuando no salgo con Javi, para ponérmela, pues él la odia. Dice que parezco una puta.
¡¡¡Será gilipollas!!! Estás preciosa, y me vuelves loco.
Al momento acercó la silla hacía mi e inclinó su cuerpo para estar mas cerca de mí.
Acércate que te voy a decir una cosa, y quiero decírtela cerca . Para ti y para mí.
Dime contesté acercando mi cuerpo hacía él, al tiempo que descruzaba las piernas, sin importarme nada de lo que pudiera ver-
Permíteme
Fue su única palabra antes de juntar sus labios con los míos, fue una sensación alucinante. Estaba total y absolutamente entregada a él. Me encantó ese primer beso, tranquilo, pausado, y sobre todo deseado, al menos para mí, aunque mi intuición femenina me decía que él estaba loco por hacerlo y abrazarme. Unos segundos duró ese primer beso, que yo deseaba que no acabara. Retiró un poco la cara, lo suficiente para verme la cara y los ojos, y volvió a besarme en esta ocasión agarrándome con sus manos, como una sutil caricia, mi cara por ambos lados a la altura de las mejillas. Este beso fue mas largo, mas profundo, e incluso nuestros labios y lengua juguetearon por un corto espacio de tiempo. El fin de ese beso nos llevó a los dos a nuestra posición natural en la silla, en silencio, con la música suave y de ambiente que sonaba en el pub.
Son casi las nueve, ¿Vamos a cenar un poco? me solicitó-
Si. Como quieras. ¿Dónde quieres ir?
Escoge tú. Soy tu invitado. exclamó al tiempo que nos levantamos de la silla y me agarraba de la cintura cuando estaba cogiendo mi abrigo y mi bolso-
De la mano nos dirigimos a la barra, abonó las consumiciones, y sin soltarnos tomamos dirección a la calle. Me sentía como una adolescente en su primera cita de amor. Era mucho el tiempo que había pasado ya sin notar esas sensaciones. Mi deseo hacía él crecía por momentos. Educada y galantemente me ayudó a ponerme el abrigo cuando los dos ya estábamos en la calle.
(Continuará)