Los cuernos
A punto de casarse con su novia de toda la vida. Miguel debe de tomar un decisión que cambiara su destino de una forma u otra.
Los dos hombres fumaban algo nerviosos un segundo cigarrillo del paquete de Ideales, que había sacado Miguel del bolsillo de su pantalón, mientras la oscuridad la noche seguía rodeándolos.
-¿y qué piensas hacer ahora?-Le preguntó el más joven que en esos momentos contaba con unos 23 años.
-Ni idea,… supongo que me largaré del pueblo y me iré para Valencia. Puede que el chache 1 me deje quedarme en su casa durante unos días, solo hasta que encuentre algún lugar mejor. {1} chache es la forma cariñosa en la que se llama a los hermanos en las tierras manchegas
Miguel seguía fumando nervioso no podía creer como de la noche a la mañana su vida había dado un vuelco de noventa grados. Llevaba años saliendo con una moza del pueblo cercano, en el que se había terminado comprando una casa con parte del dinero que le había dado su padre por todos los años que había estado trabajando con él en el campo.
Habían organizado ya todo para la inminente boda, pero no estaba dispuesto a pasar por ahí. ¿Casarse con cuernos?...¿acaso era un toro?
-¿estás seguro de que tú no eres el padre de esa criatura?.Le volvió a insistir su hermano pequeño.
-Te digo que no, …no follé con ella.
-Me acabas de decir que esa noche estabas borracho que apenas recuerdas nada de lo que paso.
-Sí, pero me acordaría de algo así. Yo creo que me quiere cargar con una criatura que no es mía y por ahí no pienso pasar.
-¿y por qué no se lo explicas a padre?
-¿explicarle el qué?...Que creo que la tía con la que llevo saliendo ocho años y con la que estaba a punto de casarme es una zorra. Que me he dejado engañar y hasta le he sacado los pocos cuartos que había ahorrado para comprar una casa en la que no voy a vivir. ¿Qué quieres que me muela a palos?
-¡Ya me los dio a mí una vez!... ¡Sobrevivirás igual que yo lo hice!-Le dijo José mientras apagaba la agotada colilla con el pie.
-Sí pero lo tuyo es distinto.
-¿Distinto por qué?
-Bueno, ya sabes. Por eso tuyo que tienes.
-Sí, ya lo sé. Por eso mío que tengo. Pero me gustaría oírlo de tu boca. ¿Qué es eso mío que tengo?
-¡Joder José, no me hagas decirlo!...
-¡Quiero que me lo digas!. Quiero oírlo de tu boca
-¡Padre te pilló chupándole la chorra al guarda! …¡y te dio de ostias por ello!. Le contestó Miguel algo molesto por tener que decirlo de su propia boca y no de los cuchicheos que corrían por la aldea
-No, chache me dio de ostias por todo, me dió porque era un maricón y siguió dándome aún mas fuerte porque me enfrente a él, porque le dije que me gustaba hacerlo y que no pensaba parar porque él me lo dijera.
-Bueno si, por eso también. ¡Es que ya te vale a ti también, por enfrentarte a Padre de esa forma! … Con el carácter que tiene.
-Sí, ya me vale a mi por ser así…Vienes a buscarme porque dices que quieres contarme algo importante después de pasarte siete años sin hablarme.
-¡Nos prohibió dirigirte la palabra!- Le contestó Miguel al ver como el cabreo del hermano pequeño iba en aumento.
-Sí, lo sé pero déjame terminar…
-Vale te escucho.
-El caso es que vienes a contarme que no sabes cómo decirle a papa que otro tío ha dejado preñada a tu novia y que no piensas celebrar una boda que será dentro de una semana. ¡Hay que joderse y yo que pensaba que me habías buscado esta mañana en el campo, para pedirme que fuera a tu boda!
-¡Lo siento!
-¿Cómo que lo sientes?...¿sientes que Padre me echara de casa por ser Maricón … o sientes no haberme hablado durante todos estos años?...¿Qué es lo que sientes?
Miguel se encendió un tercer cigarro y después de darle una fuerte calada se lo paso a su hermano que seguía mirándolo esperando una respuesta.
-Siento todo lo que pasó… ¿No te vale con eso?
-Mira chache, te voy a ser franco. Creo que estas muerto de miedo y que no sabes cómo afrontarlo. Al final terminaras agachando la cabeza y te terminaras casando. Yo no iré a tu boda porque no te atreverás a enfrentarte a Padre,… ni siquiera por eso.
-Sí, sí,… voy a decírselo ahora mismo.
-¡Déjame terminar!....
-Vale,… Te escucho.
-Te casaras con ella. Serás infeliz toda tu puta vida y cuando Padre falte, harás lo que creas conveniente. Puede que esperes también a que falte Madre. Si por el contrario vas y le cuentas todo, te dará de palos, pero no demasiados. Creo que gasto todas las fuerzas conmigo. Eso si te echara de la casa y no tendrás lugar al que ir.
-Después de consolar a madre para que no se preocupe. Saldrás de la casa sin un duro por lo que no podrás ni coger ese tren a Valencia. Por eso creo que has venido a buscarme, para ver si yo te daría los pocos cuartos que tengo ahorrados para poder irte de aquí.
-¿Y me los darías?- Le preguntó Miguel mientras miraba nervioso a su hermano.
-Sí,…si los tuviera. Los ingresé en el banco porque la semana que viene, me van a traer las ciento cincuenta ovejas que he comprado con ellos.
-Te daré lo que necesites, para que te vayas donde te venga en gana, pero eso será cuando las ovejas hayan parido y pueda vender los primeros corderos.
-No, puedo esperar tanto. Papa me echara de casa cuando le diga que no quiero casarme.- Le reprochó Miguel mientras se encendía otro cigarrillo
-Puedes quedarte conmigo en el corral. Es lo único que puedo ofrecerte. A no ser que tengas problemas por irte tu solo a vivir y a dormir con un maricón…Puede que hasta te termine gustando y te quedes conmigo
-Chache por favor. ¿Todavía vas a seguir con eso?
-Sigo y seguiré…¿Acaso has olvidado lo bien que lo pasábamos cuando éramos críos?. Le dijo el joven pastor mientras se acercaba a su hermano.
Cuando rozó discretamente el brazo con la ruda y curtida mano, no encontró rechazo alguno por eso prosiguió con mucha más seguridad en sí mismo.
-¡Tu lo has dicho!... ¡Éramos críos y aquello que hacíamos no estaba bien!
Las ásperas ropas de Miguel le empezaban a subir la temperatura. A pesar del frio que hacía esa noche, notó que estaba empezando a sudar, una extraña sensación olvidada empezaba a recorrer su cuerpo haciendo que su polla se empezara a llenar de sangre, mientras todos sus prejuicios le pedían que saliera corriendo cuanto antes de allí.
La mano de José alcanzo por fin su objetivo. Bajo el pantalón se encontró con esa polla palpitante y dura. Se acercó hasta la bragueta mientras seguía esperando una reacción de su hermano.
-José, por favor, aquí no… pueden vernos.
-Entonces te esperaré en el corral. Yo no puedo hacer más por ti hermanito.-Le dijo mientras agarraba con fuerza la dura polla de su hermano, antes de darse la vuelta y perderse en la inmensa oscuridad de la noche.
Miguel se encendió un nuevo cigarro mientras en su cabeza no paraban de darle vuelta los remordimientos.
Solo le quedaban dos salidas posibles. Sabía que su padre terminaría echándolo de casa y no le quedaría más remedio que acudir al corral donde en un reencuentro con su hermano volvería a suceder lo que tantas veces hacía ocurrido.
La otra posibilidad le asqueaba con sólo de pensarlo. Volver a casa para pajearse fantaseando con los que no podía hacer con otros hombres y admitir los dos cuernos que ya empezaban a surgir como dos astas de su enmarañada cabellera.
Arrojó la colilla al suelo y después de apagarla se dirigió con decisión hacía la casa en la que su Madre y Padre lo esperaban para cenar.
¡Tenía más claro que nunca lo que debía hacer en esos momentos!