Los cuatro mosqueteros (04. Haciendo zapping)

Una película erótica en un canal extranjero de tv: dos parejas haciendo el amor… ¿Seréis capaces de no leerlo?.

Advertencia previa: esto va de intercambio de parejas. Pero me resulta muy difícil condensar una historia en cuatro hojas, porque me gusta explicar cómo se inician las cosas, y por qué sucede lo que sucede, de modo que me han salido nada más y nada menos que 10 capítulos. Puede que los aficionados al género se impacienten un poquito al principio. Paciencia, y seguid la serie, que no quedaréis defraudados, palabra.

Faltaba más de una hora para que llegaran Toni y Asun. Any y yo nos fuimos a la ducha, antes de vestirnos para la reunión. A pesar de la broma de Any: "¿qué te parece si, después de lo del domingo, les recibimos en pelotas directamente?".

Pero era eso, una broma.

Any estaba en la ducha, y yo, completamente desnudo en el aseo, esperaba a que terminara para hacerlo a mi vez. En eso, sonó el zumbador del portero automático. Extrañado, oí la voz de Asun en el interfono. Pulsé el botón que accionaba la cerradura del portal, y volví al cuarto de baño.

  • Son Toni y Asun, cariño, que parece que se han confundido de hora.

Me puse un albornoz, y abrí la puerta de casa. Asun venía sola. Traía un vestido estampado de una pieza, corto por debajo, que permitía contemplar más de la mitad de sus muslos muy bien hechos.

  • Toni está en casa de su hermano, que necesitaba que le echaran una mano para trasladar unos muebles. Vendrá más tarde.

  • Pasa, no te quedes en la puerta

La conduje a la sala de estar, y le serví un refresco. Por el camino, entré un momento a informar a Any de la situación. Asomó la cabeza entre las cortinillas de la ducha, con cara de picardía:

  • A ver que haces con Asun. Por si no te has dado cuenta, querido, estás desnudo debajo de la bata

Hizo un gesto para que me acercara, y luego continuó en voz baja, en tono confidencial:

  • ¿A que no te atreves a meterle mano?.

  • Mujer, así… Además, ¿tú que harías si nos pillas haciendo manitas en el sofá?.

  • Mmm, no sé. Me encantaría ver la cara de Asun si yo entro en la habitación cuando estáis en plena faena.

Se echó a reír.

  • Anda, ve, que no está bien que la dejes sola.

Asun evitaba mirarme a los ojos. De seguro estaba recordando las circunstancias en que nos despedimos la última vez. Además, supongo que tenía claro que debajo de mi albornoz no había nada. Bueno, sí había. Llevaba un rato tratando de disimular mi erección.

Pensé que lo mejor era "coger el toro por los cuernos", a ver si así se relajaba un poco.

  • ¿Desde cuando estabas mirando la otra noche?.

La cara de Asun se puso como la grana.

  • Yo, pues

Me miró de frente por primera vez.

  • Asomé la cabeza por la ventanilla de tu lado cuando aún estabais dentro del auto, pero no me viste porque estabas inclinado hacia Any.

  • O sea, que no te perdiste detalle

  • Pues no. ¿Quieres que te regale los oídos?. Vi toda la escenita que montasteis. Por cierto, ¿acostumbráis Any y tú a exhibiros así en público?.

  • No, sólo lo hacemos contigo -respondí-. Es la segunda vez

Asun enrojeció aún más. Parecía imposible.

  • ¿Cómo sabes que os estuve escuchando a través del teléfono?.

Se interrumpió, y su rostro reflejó lo que estaba pensando.

  • Entonces, tú también me oíste

  • Pues sí. E imagino que el domingo también aprovechaste el espectáculo

Asun no respondió, totalmente confundida, pero no hacía falta. Me la imaginé a dos pasos de nosotros, con una mano dentro de la braguita de su biquini, "haciéndose un dedo". O a lo mejor, sin braguita, con la mano acariciando su sexo.

(¿Qué sucedería si la "metiera mano", como dijo Any? -pensé-).

Pero Any no nos dio tiempo. Se unió a nosotros en aquel momento, con un toallón de baño anudado sobre los pechos por toda ropa, e intercambiaron los besos de rigor.

Any se dirigió a nuestro dormitorio.

  • Voy a vestirme, que no es plan que Toni me encuentre medio desnuda. Aunque imagino que aún tardará un rato, ¿no?.

Asun se levantó también.

  • Sí, no creo que venga hasta dentro de un par de horas. Te acompaño, y así dejo a Alex que se arregle.

¡Vaya ducha!. Estaba deseando terminar para reunirme con las chicas. Una vez medio seco, me puse el albornoz. Luego, lo pensé mejor y salí con una toalla arrollada a la cintura. Me dirigí al dormitorio y entré, obviamente sin llamar. Me quedé parado en el quicio de la puerta, mientras Any me miraba con cara de picardía.

Any estaba sentada en nuestra cama, completamente desnuda, y Asun, de pie ante el espejo, sólo llevaba puestas unas braguitas negras de encaje, que reconocí enseguida: yo mismo se las había regalado a Any.

Asun se tapó los pechos con un brazo, intensamente ruborizada. Any me reconvino en tono humorístico:

  • ¿Por qué no has llamado a la puerta?.

  • Yo… veréis, no pensé encontraros así.

  • Danos tu opinión: ¿cómo le quedan a Asun las braguitas que me regalaste?.

La miré apreciativamente. La chica tenía cara de "tierra, ¡trágame!".

  • Está muy sexi, le quedan muy bien. Bueno, chicas, me tengo que vestir, si no os importa.

  • Pues ¡vístete! -saltó rápida Any-. ¿O es que alguna de nosotras te lo impide?.

  • Yo… mejor os espero fuera. -ofreció Asun-.

  • No tienes por qué irte. Supongo que a Alex no le matará el pudor

(No parecía la Any que yo conocía. Estaba provocándome claramente). Hice intención de quitarme la toalla, y advertí que Asun, que se había destapado los pechos, seguía ruborizada, pero me estaba mirando muy fijo, sin apartar la vista del bulto que se marcaba claramente en mi entrepierna.

  • No, -concedí-. Mejor esperaré fuera a que terminéis vosotras.

Aún tardaron un rato. Mientras tanto, yo estaba imaginándome a las dos chicas desnudas en la habitación y, aunque trataba de alejar el pensamiento, la erección se me calmaba hasta que de nuevo me representaba la imagen de Any desnuda y Asun poco menos, tal y como las había visto un momento antes.

Toni no se demoró dos horas, porque llamó a la puerta antes de que las chicas volvieran. Se sorprendió al verme de aquella guisa:

  • ¿No ha venido Asun?. Y tú, ¿qué haces en bolas?.

Aquello se merecía una buena contestación.

  • ¡Gracias a Dios que has venido!. Nos habíamos montado una orgía los tres, pero ya me estaba haciendo falta una ayudita

Toni se puso serio. Pero sólo dos segundos:

  • ¡Qué mas quisieras!.

Y me devolvió la broma:

  • Aunque, bien mirado, la idea no me desagrada, no. ¡Vamos allá!.

En ese instante, las chicas aparecieron en la puerta de nuestro dormitorio, afortunadamente vestidas.

Después de cenar (serían como las 0:30, calculo) Any había retado a Toni a una partida de ajedrez. Mi chica es francamente buena también en eso, y Toni se las da de maestro, de modo que aceptó el reto. Asun seguía la partida, sentada junto a ellos. Y yo me estaba aburriendo, porque me gusta jugar, pero no soporto estar de espectador.

En contra de lo que yo esperaba, ninguno de ellos se había referido todavía al "incidente" como lo llamábamos Any y yo, después de mi conversación con Asun. Pero sí que note que Toni, mientras estuvimos sentados en los sofás, estuvo dirigiendo miradas insistentes a los muslos de Any, que llevaba "aquellos" pantalones cortos que, más que tapar, resaltaban sus encantos. Aunque imaginé que, desde la posición que se encontraba, no tenía a la vista la parte "indiscreta" de aquel pantaloncito.

Por hacer algo, encendí el televisor, quité el sonido para no molestar, y me dediqué a hacer zapping. Tenemos TV vía satélite, así que la cosa dio para mucho tiempo. En un momento determinado, llegué a un canal, con un nombre que no puedo recordar, pero que me preció alemán, donde vi una extraña escena: dos parejas, todos ellos vestidos con batas de seda, estaban sentadas en sendos sofás, hablando al parecer animadamente. Daba la impresión de que, al menos los tíos, no llevaban nada debajo, o puede que solo los calzoncillos, pero lo que estaba claro es que no llevaban pantalones.

En algún momento, Asun se acercó a mí por detrás, y puso las manos sobre mis hombros.

  • ¿Qué ves?.

  • No sé -respondí-. Estaba haciendo zapping, y me ha llamado la atención esta escena. Mira.

Poco después, se nos habían unido los jugadores de ajedrez, y estaban también atentos a la pantalla.

Una de las chicas de la película se inclina para tomar un vaso que está sobre la mesita, ante el sofá, y al hacerlo se entreabre su bata por la parte superior, dejando ver en su totalidad dos pechos perfectos.

El varón de la otra pareja dice algo (recordad que no había sonido, ni maldita la falta, porque ninguno hablábamos alemán) y la chica que tenía las tetas al aire se abre más la bata, riéndose, y luego saca las mangas, quedando desnuda de cintura arriba.

La otra chica deja sobre la mesa el vaso que tenía en la mano. Se cruza de piernas, y la bata queda totalmente abierta por la parte inferior, mostrando desde el ombligo hasta los dedos de los pies, aunque el sexo no se vio en ningún momento.

Esta le dice algo al hombre de la otra pareja, y todos ríen. No sé que le diría, pero lo cierto es que el tío se pone en pie y se quita la bata de espaldas a la cámara, mientras las chicas palmotean y se ríen. El varón desnudo se sienta, pero tampoco se le ve nada, porque ahora la cámara le toma de costado. Les suelta un largo parlamento a los otros, con cara risueña.

La mujer de la pareja contraria le imita. Esto es, se pone en pie, y deja caer la bata al suelo, pero ella de frente, aunque tampoco se le ve el sexo en ningún momento, sino sólo un pequeño triangulito de pelos en el pubis.

Miré a mi alrededor. ¡Era para inmortalizarlo en vídeo!. Las chicas estaban un poco encarnadas, pero todos miraban la pantalla sin pestañear. Y las expresiones eran de clara excitación.

La chica desnuda se sienta al lado de su pareja. Este comienza a acariciarle los pechos. Se vuelve hacia los otros, y les habla.

El otro varón mete la mano entre las piernas de su chica, con lo que le abre la bata. No se ve el coño de la mujer, porque lo impide el brazo de él, pero está claro que le está dando un buen masaje.

Unos segundos después, cambio de plano, y la cámara enfoca ahora a los otros. La chica en pelotas ha metido la cabeza y una mano entre las piernas de su chico, y la mueve arriba y abajo, aunque tapando con su melena su boca y el pene objeto del homenaje.

De nuevo se ve a la otra pareja. La chica ya no tiene bata, y están tumbados en el sofá, él encima. Le acaricia los pechos, y le pellizca suavemente los pezones varias veces, mientras se besan y se frotan las lenguas fuera de la boca. Ella mete una mano entre los dos cuerpos, a la altura de los sexos, él ahueca un poco el culo, y luego empieza a subirlo y bajarlo. Se la está follando claramente, aunque siguen sin verse los genitales de ninguno.

Nuevo cambio. El tío de la otra pareja está tumbado de cara a la cámara, sobre el segundo sofá. La chica, también de cara, está acuclillada sobre él, con una mano tapando su sexo, y se mueve arriba y abajo.

Nuevo cambio de plano. La pareja tumbada ha mudado de posición. Ella da la espalda a la cámara, doblada por la cintura, y él, de pié, le está "dando caña" por detrás. No se sabe por qué orificio, porque casi lo único que se ve es el culo del tío. De ella solo se muestra una cadera y parte de una nalga, la espalda, y las tetas balanceándose con las embestidas del hombre.

Corte. Publicidad de teléfonos eróticos.

  • ¡Joder!. La putada de los anuncios en lo más interesante no es exclusiva de nuestro país -exclamó Toni-.

En aquel momento, la pava de Any se sentó sobre el mando a distancia, que estaba a mi lado, en el sofá, y cambió la emisora. Yo no recordaba el canal en que salía, y aunque estuve intentando localizarla de nuevo, no hubo forma. Finalmente, desistí.

  • ¿Os habéis fijado? -intervino Asun-. No se le ha visto el… sexo a nadie en ningún momento.

  • Es que en la televisión alemana no está permitido mostrarlo -informó Toni con suficiencia-.

  • No es cierto, -aclaré-. A uno de los tíos si se le ha visto el pene fugazmente.

  • ¿Y por qué no avisaste?. Nos lo hemos perdido Asun y yo, -bromeó Any-.

  • ¡Qué cosa más erótica! -intervino Toni-. No había visto nunca una película de intercambio de parejas.

  • Pero, ¿qué dices? -exclamó Asun-. No ha habido intercambio, sino simplemente dos parejas haciendo el amor a la vista de los otros.

  • A lo mejor lo habrían hecho en la continuación, si Any no hubiera metido la pata… Bueno, el culito, para ser más exactos -reprochó Toni, con voz irónica-.

  • Aunque… -prosiguió-. En cierto modo ya hemos hecho algo parecido entre nosotros, me refiero a lo de "hacerlo" en público. Primero, os mostramos la cinta aquella, y el domingo por la noche, vosotros pues… Aunque sólo estaba Asun, yo me lo perdí.

Any y yo nos miramos consternados.

  • Creo que el que ha metido ahora la pata soy yo -continuo Toni-. Ya me perdonaréis

  • Te diré lo mismo que tú: que no podemos fingir que Asun no vio lo que vio, y que después no te contó lo que te contó -dije, encogiéndome de hombros-.

  • Las dos veces que ha sucedido con nosotros ha sido casualidad. Nosotros no teníamos intención de mostraros la cinta, y vosotros creíais estar solos. Lo que más me intriga de la película que acabamos de ver, es cómo se llega a una situación así, aunque no haya intercambio, sino sólo sexo a la vista de los otros.

Asun acababa de plantear una cuestión que a mí también me intrigaba.

  • Porque, digo yo, -continuó-. No creo que así, de golpe y porrazo, un buen día alguien le diga a los otros, "¡oye!, tengo una idea, ¿por qué no echáis un polvo al mismo tiempo que nosotros?".

  • No tengo respuesta a eso -repliqué a Asun-. Yo imagino que será un proceso gradual, en el que poco a poco se irán perdiendo las inhibiciones, hasta que un día, una de las parejas dé el paso definitivo, y los otros les imiten.

  • Más difícil será dar el siguiente paso, supongo -intervino Any-. Si ya parece difícil llegar al punto que hemos visto, ¿qué tiene que pasar para que un día las chicas se cambien a sus hombres?. Y lo más importante, ¿cómo cada uno de los cuatro puede aceptar tranquilamente que su pareja esté con otro u otra?.

  • ¡Uffffff!. Efectivamente, tienes razón -replicó Asun-. Por eso sólo sucede en las películas eróticas, no en la vida real.

Yo no estaba tan convencido de ello, pero no dije nada. Y finalmente, la conversación fue por otros derroteros.

Se había acabado el hielo, por lo que Any fue al refrigerador, y yo tras ella. Y, bueno, nos entretuvimos algo más de la cuenta, porque yo estaba muy caliente entre unas cosas y otras, de modo que la acorralé contra el frigorífico, y metí una mano bajo su falda, mientras me comía su boca. No era yo solo: la entrepierna de las braguitas de mi chica estaba húmeda, y no de sudor precisamente. Ella correspondió inicialmente a mis caricias, y llegó a poner la mano sobre el bulto que había crecido en la delantera de mi pantalón. Pero finalmente, me empujó, apartándome de ella:

  • ¿Acaso quieres darles otro espectáculo?. Va, compórtate, que ya tendremos tiempo cuando se vayan

Tuve que resignarme, porque cuando Any tiene razón, pues la tiene. Nos entretuvimos aún un poco más, porque Any tenía las braguitas descolocadas, y yo parte de los faldones de la camisa fuera del pantalón.

Cuando llegamos al salón, nos quedamos parados en la puerta. Toni y Asun componían una imagen similar a la nuestra en la cocina de unos momentos antes: Asun tenía la blusa desabrochada, y la mano de Toni estaba masajeando claramente sus pechos, uno de los cuales asomaba por la abertura de la prenda. La otra mano de nuestro amigo estaba entre los muslos de la chica, que tenía la falda subida hasta casi la cintura.

Ninguno de los dos advirtió nuestra presencia, ocupados como estaban en morderse mutuamente los labios, de modo que Any y yo contemplamos el espectáculo unos instantes, cada vez más excitados. Luego, tomé a mi pareja por un brazo, y retrocedimos en silencio.

Nos dirigimos de nuevo al salón, pero ahora hablando en voz alta y haciendo todo el ruido que podíamos, para avisarles de nuestra presencia. Pero cuando entramos, ya decididamente, sólo Asun parecía haberse dado cuenta de nuestra llegada: con la cara muy encarnada, estaba tironeando de su falda para taparse los muslos, pero Toni continuaba con las manos donde las tenía unos momentos antes. Finalmente, Asun le empujó, y el chico pareció volver en sí. Nos miró, sólo ligeramente avergonzado:

  • Lo siento, chicos, creo que nos dejamos llevar un poco

  • Nada, nada -repliqué yo-. Si queréis, podemos repetir la escenita de la "peli" alemana

El codazo de Any me dio justo en las costillas flotantes. Asun se estaba abotonando de nuevo la blusa, y su cara era la imagen misma de la confusión.

Toni consultó su reloj:

  • Bueno, chicos, es un poco tarde ya, de modo que… Creo que Asun y yo os vamos a dejar.

Nada más cerrar la puerta a espaldas de nuestros amigos, fue Any la que se me echó encima. Me besó con la boca muy abierta, mientras pugnaba por desabrocharme la bragueta. Mis manos tampoco estaban quietas: una estaba en su sexo, mientras con la otra tironeaba de sus braguitas sobre las nalgas, intentando bajárselas. Mis pantalones fueron a parar a los tobillos, y el boxer, en las caderas, permitía que las manos de Any tuvieran agarrada mi erección. Las braguitas de ella terminaron en sus rodillas, y dos de mis dedos fueron a parar al interior de su vagina, increíblemente húmeda.

Intenté conducirla hasta el dormitorio, pero a los dos pasos me enredé con los pantalones, y fuimos a parar al suelo, aunque afortunadamente la gruesa moqueta amortiguó bastante el golpe. Any quedó encima, y en mi urgencia por llegar a sus pechos, arranqué la mayor parte de los botones de su camisa, de la que terminó de desprenderse rápidamente, permitiéndome contemplar sus pezones enhiestos al máximo. La atraje contra mí, y succioné uno de ellos, lo que arrancó gemidos de placer de su boca.

Las manos de Any estaban entre nuestros dos cuerpos, y no tardó nada en conseguir introducirse mi pene ella misma. Luego comenzó a cabalgarme furiosamente, absolutamente fuera de sí, oscilando las caderas como una posesa. Sus manos tan pronto estaban en sus cabellos, como amasaban sus propios pechos. Pocos segundos después, se tumbó sobre mi cuerpo, y comenzó a cubrir mi rostro de hambrientos besos con la boca abierta.Y entonces, la tremenda excitación que yo acumulaba desde hacía rato, estalló en forma de contracciones que proyectaban mi semen en el interior de su cuerpo.

Creo que perdí la conciencia durante unos instantes. Cuando la recuperé, Any estaba corriéndose violentamente. Y cada uno de sus espasmos de placer era acompañado de un empujón de su pelvis que mantenía mi pene profundamente introducido en su interior unos momentos, para luego relajarse y reiniciar el movimiento de vaivén, una y otra vez, en lo que ella misma no supo determinar si habían sido varios orgasmos, o el más largo que había experimentado nunca.

Más tarde, en nuestro dormitorio, hicimos inventario de daños: la blusa de ella estaba rasgada y sin un solo botón, inservible. A la cremallera del cierre de su falda, arrugada como si hubiera dormido con ella puesta, le faltaban muchos dientes, y precisaba ser sustituida.

Mi ropa había resistido mejor, pero yo tenía un hematoma en las costillas, otro enorme en una cadera, y un labio partido.

Pero, creedme si os digo que mereció la pena. ¡Vaya si la mereció!.

A.V. Octubre de 2003.

¿Te ha gustado?. ¿Qué opinas sobre el intercambio de parejas?. ¿Lo has practicado alguna vez?. ¿Y sobre el sexo en grupo?. ¿Fantaseas sobre ello, solo/a o con tu pareja?. Me gustaría recibir vuestros comentarios al respecto. ¡Ah!, y no dejes de leer la continuación.

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