Los cuatro mosqueteros (01: Sexo telefónico)

Cuando llegué a casa, Any estaba hablando por teléfono, pero no terminó la conversación

Advertencia previa: esto va de intercambio de parejas. Pero me resulta muy difícil condensar una historia en cuatro hojas, porque me gusta explicar cómo se inician las cosas, y por qué sucede lo que sucede, de modo que me han salido nada más y nada menos que 10 capítulos. Puede que los aficionados al género se impacienten un poquito al principio. Paciencia, y seguid la serie, que no quedaréis defraudados, palabra.

Any y yo llevamos casi cinco años viviendo como pareja. No nos hemos casado, aún no sé muy bien por qué. Lo hemos hablado en varias ocasiones, pero ella siempre termina la conversación con un "no tenemos hijos, y nos va bien así, ¿no?. Pues entonces, ¿a qué meternos en convites, invitaciones, regalos?…". Supongo que en algún momento tendremos que decidirnos. Por mi parte, ningún inconveniente.

Y es cierto que nos va bien, tanto en la cama como fuera de ella, a pesar de no haber pasado por el juzgado (o quizá precisamente por ello). Bueno, hay que matizar. Desde hace un poco de tiempo, el sexo entre nosotros se ha convertido en… "rutinario" no es la palabra. Quizá "previsible" o "familiar".

Ya no es todos los días, como al principio, aunque la media está más o menos en cuatro polvos por semana, que no está nada mal. Y tampoco aguantamos horas, ni lo hacemos normalmente dos o más veces en una sesión, como entonces. Pero cuando nos ponemos a ello, Any siempre consigue por lo menos un orgasmo, a veces dos o tres, si no estoy demasiado cansado para "darle lengua" un ratito después de los preliminares y antes del "mete y saca". Le vuelve literalmente loca que le dé sorbetones en el clítoris, y alcanza el clímax rápidamente con ello.

En este tiempo hemos ensayado todas las posturas que se nos han ocurrido (y otras que hemos visto en "pelis" porno, aunque no somos demasiado aficionados a ellas). En un momento determinado, introdujimos "juguetes" en el fornicio, y aunque la novedad no duró demasiado, aún de vez en cuando los utilizamos.

En contadas ocasiones, Any se ha masturbado ante mí, digamos que como introducción a la cosa. Yo lo he hecho una sola vez, porque dijo que la idea le "ponía", pero como después no hubo manera de que se me levantara de nuevo, y esa vez sólo hubo "lengua", pues no ha insistido más en ello. Es que para Any el sexo sin penetración no es sexo ni nada (lo que me encanta, por cierto).

Hacemos lo que podemos para ponerle un poco de pimienta al tema. Nada original, pero las veces que nos hemos decidido… hemos vuelto a disfrutar de polvos sensacionales. El día de mi último cumpleaños, por ejemplo. Ella fue a esperarme al trabajo. Era otoño, y llevaba una gabardina. Bueno, pues cuando íbamos camino de casa en el auto (conducía ella, porque yo uso el transporte público) pude darme cuenta de que no llevaba nada debajo, cosa que me puso "a mil". Le metí mano en el mismo coche, y luego lo hicimos de pie, nada más cerrar la puerta de nuestro piso.

Yo quise corresponderla, y cuando llegó su cumpleaños, le hablé de que tenía un compromiso con unos clientes, que quería que me acompañara, y quedé citado con ella en la cafetería de un hotel, donde había hecho una reserva sin decirle nada. Entró en el juego enseguida. Nos comportamos como si acabáramos de conocernos, le dije que me llamaba Octavio, y luego subimos a la habitación, y nos dimos el mejor revolcón en mucho tiempo. Ese día, hasta me dio para dos veces y todo. Fue curioso que Any, mientras se corría tan descontroladamente como en los primeros tiempos, me llamaba "Octavio". ¡Coño!, que hasta sentí una punzada de celos idiotas por un momento, como si me estuviera siendo infiel.

¡Ah!, que no os he contado cómo es Any: tiene 29 años, dos menos que yo. Alta para la media de las mujeres (1,70 descalza) tiene el pelo castaño oscuro liso, cortado en media melena, que enmarca atractivamente su rostro. Ojos castaños, pero más claros, y una cara francamente bonita, sobre todo cuando sonríe, que lo hace con aire de picardía. Labios llenos, que tientan a mordérselos (y se los muerdo, ¡vaya si se los muerdo!). Ha engordado unos kilitos desde que estamos juntos, pero como estaba más bien flaca, y se han distribuido por donde deben, pues el resultado son unos pechos más que medianos, solo un poquitín caídos, con unas aréolas claritas, y los pezones casi siempre erectos. Buenas caderas y trasero, y unos muslos que quitan el hipo. No se rasura completamente, pero sí las ingles, porque le gusta usar tangas en la playa o la piscina. De modo que tiene como un camino de vello recortadito por el pubis que continúa por los labios mayores de su vulva. Así es Any, y estoy loco por ella.

Aquel día regresé muy tarde a casa, casi a las 10 pm. Habíamos hecho planes de ir a cenar, pero la cosa se complicó en la oficina, porque estábamos "en cuadro" con las vacaciones, y total, que a las 8 llamé a Any, y decidimos dejarlo para el día siguiente. La verdad es que tampoco me apetecía demasiado: hacía un calor de mil demonios, y no refrescaba apenas cuando se ponía el sol. Mejor una velada tranquila en casa, ligeritos de ropa, una cena improvisada, y después… ¡Ejem!. Dependía de si Any estaba inspirada aquel día, y de que yo no me quedara dormido enseguida, que andaba falto de sueño.

Esto último era lo que estaba pensando cuando cerré la puerta de casa a mis espaldas, y la idea me produjo una media erección.

Any no estaba en el salón. Tampoco en la cocina, pero al ir aproximándome a nuestro dormitorio, escuché su voz a través de la puerta entornada. No sé por qué me dio por no abrirla del todo enseguida, pero luego me alegré de haber echado un vistazo antes de entrar: estaba hablando por teléfono, tendida sobre la cama. Llevaba una especie de camisola totalmente transparente, que permitía ver, casi como si no llevara nada puesto, sus pechos coronados por los pezones enhiestos como de ordinario. Por debajo, un tanguita mínimo, que además le tapaba muy poco: se ceñía a sus caderas con dos cordoncitos, atados con una lazada, y estaban flojos, con lo que el triangulito de tela de la parte delantera estaba ahuecado por arriba, permitiendo ver el inicio de su vello púbico. Pero además, se había desplazado un tanto, con lo que por uno de sus lados quedaba al descubierto una ingle y la mayor parte del labio mayor de su vulva, aunque no se llegaba a distinguir la abertura de su sexo.

La media erección se convirtió en completa con el espectáculo. Pero además, la idea de follarme a Any mientras hablaba con Asun (en algún momento la había llamado por su nombre) me "ponía" aún más. Era casi como hacerlo en público, aunque la otra chica no se enterara de nada.

Me desnudé rápidamente, tirando la ropa al suelo de cualquier forma. Y entré sigilosamente en el dormitorio. Any no tardó en verme. Abrió los ojos como platos, y luego se relamió los labios, con los ojos brillantes (yo sabía que de lujuria) entrando rápidamente en el juego. Continuó la conversación, sin referirse para nada a mi entrada.

Yo me arrodillé en la cama, entre sus piernas, e introduje el dedo índice entre la braguita y la piel. Acaricié lentamente el caminito de vello de su vulva, evitando cuidadosamente tocar la abertura de su sexo. Any cambió de postura, poniéndose boca arriba, y abriéndose de piernas para facilitarme la labor.

Sin cesar con mis caricias, me incliné sobre ella, lamiendo alternativamente sus dos pezones sobre la finísima tela que las cubría, dejando manchas de saliva sobre sus pechos. Luego mordí delicadamente sus botoncitos erectos, arrancándole un leve gemido que no pudo contener.

  • No, Asun, no pasa nada. Continúa -dijo a su interlocutora-.

Levanté la prenda superior, que quedó recogida en su cuello, para así tener acceso directo a aquellos pezones que me vuelven loco, sin ningún estorbo entre ellos y mi boca, y los rodeé circularmente con la lengua, atrapándolos de cuando en cuando entre mis labios, en un indoloro mordisco.

Parecía que todo el "gasto" de la conversación lo hacía la otra chica, porque Any intervenía muy de tarde en tarde. Ahora tenía la mano de canto entre sus labios, sin duda para evitar otro ruidito delator.

El dedo que seguía acariciando su entrepierna había encontrado la hendidura de su sexo, y estaba cada vez más húmedo por su lubricación, lo que indicaba claramente su grado de excitación.

Descendí un poco, lamiendo al paso el pequeño orificio de su ombligo, y puse los labios sobre la abertura de su vagina, a través de la braguita. Aquí, la humedad era claramente distinguible, en forma de una pequeña mancha que se iba extendiendo sobre el tejido. Aparté sin ningún esfuerzo la tela, dejando completamente al descubierto la hendidura entre sus abultados labios mayores, y dediqué mis caricias bucales a la parte superior, a la pequeña protuberancia que yo sabía que se inflamaría aún más con el roce.

Any había comenzado ya a elevar ligeramente la pelvis, como tratando de introducirme en la boca la totalidad de su sexo. Lamí arriba y abajo durante unos segundos su vulva, impregnándome de su sabor ligeramente salobre de hembra en celo.

En una de las ocasiones en que mi lengua resiguió el contorno de la entrada de su vagina, para luego introducirse ligeramente en ella, Any no pudo reprimir otro gemido ahogado, incluso con la mano en la boca.

Podía haber desanudado las lazadas de sus caderas para quitarle las braguitas. Pero me gusta más de otro modo: las piernas de Any elevadas, muy juntas, apoyándose en uno de mis hombros, de modo que cuando al fin la prenda está a mitad de sus muslos, es visible entre ellos la hendidura cerrada. Y ella facilitó mi labor, elevando ligeramente el culito sobre la cama. Cuando al fin la prenda estuvo en sus tobillos, y luego quedó en mis manos, volvió a su postura anterior, con las rodillas flexionadas y los muslos muy separados, para facilitarme lo que ella sabía que vendría a continuación.

Y no la defraudé. Ayudándome con la mano, acaricié con mi pene toda su vulva, y luego se lo introduje muy despacio, retirándome de cuando en cuando para volver a penetrarla después. Luego me tendí sobre ella, y comencé a empujar con mis caderas, lentamente, manteniéndome unos instantes inmóvil con la totalidad de mi pene en sus entrañas, para luego retirarme muy despacio, y volver a empezar.

En aquel momento, Any estaba respondiendo a algo que había preguntado Asun, y su respuesta sonó más o menos así, entrecortada al ritmo de los empujones de mi pelvis:

  • De… acuerdo… mañana… a las cinco… en vuestra… casa.

Yo tenía la cabeza muy cerca del auricular, así que pude escuchar perfectamente a Asun al otro lado del hilo:

  • Any, ¿de veras no te pasa nada?. Estás jadeando, y hablas como si

Hubo una pausa. Luego, la chica debió imaginarse lo que estaba sucediendo, porque oí su risa:

  • Dile a Alex que si no puede esperar a que terminemos de hablar

Any se puso muy encarnada, se despidió apresuradamente, y tiró el microteléfono sin molestarse en colgarlo. Y luego se dedicó en cuerpo y alma (sobre todo en cuerpo) al "asunto" que teníamos entre manos. Se abrazó a mí con brazos y piernas, y se dejó llevar por uno de sus ruidosos orgasmos:

  • ¡Siiiiiiii!. ¡Alex, mi amor!, ¡Alex!, ¡Alex!. ¡¡¡¡Por favor!!!!. ¡Me viene, me viene!. ¡Ah, ah, ah, ahhhhgggggggg!.

Me corrí abundantemente dentro de ella. Y luego su cuerpo se relajó sobre la cama, mientras me besaba suavemente en los labios, sonriente:

  • ¡Dios, Alex!. ¿Por qué no vienes así a casa más veces?.

Se echó a reír. De pronto se puso seria. Yo tuve la misma idea, y tomé rápidamente el teléfono. Había en el otro extremo una suave respiración entrecortada, apenas audible. Y sentí indistintamente los pequeños gemidos de Asun, probablemente en el clímax de una masturbación, antes de que hubiera un "clic" y la línea quedara en silencio.

  • ¿Me habrá oído? -preguntó Any, avergonzada-.

  • No, mujer -mentí-. Ya había colgado.

  • Eres un… ¡Mira que follarme mientras hablaba con Asun!.

  • Pues no parece que te haya disgustado -repliqué-. ¿A que te ha puesto muy cachonda que te lo hiciera?.

  • No te lo voy a negar.

Bajó la vista, un poco confundida:

  • ¿Sabes?. Mientras me corría, tuve una fantasía.

  • ¡A ver! -apremié-.

  • No te lo voy a decir.

  • Venga, mujer, no me dejes así

Finalmente se decidió:

  • Cerré los ojos, y me imaginé que Asun y Toni estaban también en la habitación, y eso me excitó enormemente.

A mí aún me quedaban ganas de "lío". Le mordí ligeramente los labios.

  • Me gusta. Imagínate que están de verdad en el otro lado de la cama

Any cerró los ojos, entrando en el juego que yo estaba proponiendo.

  • Mira, Toni ha desabrochado la blusa de Asun. Lleva un sujetador de copas muy pequeñas, que dejan ver el inicio de sus pezones

Any abrió los ojos y se incorporó ligeramente:

  • ¿Cómo sabes tú que Asun usa ese tipo de sujetadores?.

  • Mujer, alguna vez las chicas os descuidáis… Y Asun lleva casi siempre prendas escotadas

Any se relajó de nuevo. Y yo proseguí:

  • Ahora Asun tiene los dos pechos fuera del sujetador. Toni está sobre ella, mordiéndole los pezones. Toni le desabrocha el sujetador, y le acaricia sus pechitos con las dos manos.

  • Le ha levantado la falda hasta la cintura, y tiene una mano metida debajo de sus braguitas, acariciándole el coño de arriba abajo -proseguí-.

  • Mmmmm -continuó Any, totalmente entregada-. Asun le ha desabrochado la bragueta, y Toni tiene su largo pene al aire.

Ahora me tocó a mí sorprenderme:

  • Y tú, ¿cómo sabes las medidas que se gasta Toni?.

Any se ruborizó un poco:

  • ¿Recuerdas la excursión que hicimos en mayo al monte?. Pues Asun y yo estábamos en un momento determinado recogiendo flores, y nos encontramos a Toni orinando. Y la tenía más bien larga "en reposo", así que supongo que empalmado

Nos estábamos "enfriando" con las interrupciones. Así que continué:

  • Asun está ahora desnuda de cintura arriba. Toni está mordiendo sus pezones, que se están poniendo claramente erectos. Tira de sus braguitas con los dientes hacia abajo. Las tiene en la mitad de los muslos. Ella se las quita, y luego se incorpora y saca el vestido por la cabeza. Ahora, Asun está completamente desnuda.

Any se quitó la camisola que todavía conservaba puesta, quedando despatarrada sobre la cama, completamente desnuda como en nuestra fantasía común. Esa es una tentación que jamás puedo resistir, así que de nuevo comencé a pasar la lengua arriba y abajo por su sexo.

  • Mmmmm ,Alex, me encanta… ¿Podrías dedicarte al tesorito que te gusta tanto, en la parte de arriba?.

Atrapé entre los labios los pliegues en los que ya era perfectamente distinguible al tacto su clítoris endurecido, y lo lamí circularmente. Yo tenía la boca ocupada, así que Any continuó con la voz entrecortada por el placer que estaba experimentando:

  • (¡Ahhhh!). Asun le está… (mmmmm)… desabrochando el pantalón, y se lo baja hasta las rodillas. (¡Ayyyyy, Alex, no pares!)... Toni se desprende de él…. (¡Cariño, me encanta!).

A gatas, me puse sobre ella en posición invertida, de forma que mi pene completamente erecto quedó al alcance de su boca. Any lo tomó con una mano, mientras con la otra amasaba suavemente mis testículos. Y noté perfectamente su lengua sobre el glande, lamiéndolo como si se tratara de una golosina.

En una actitud familiar para mí, su pelvis comenzó a elevarse y bajar espasmódicamente. Otras veces, sus caderas se contorsionaban a derecha e izquierda. Supe que su orgasmo estaba cercano, y lamenté no poder contemplar su rostro. Me encantaba verla boquear como un pez en el momento inmediatamente anterior al clímax. Y finalmente, explotó:

  • ¡¡¡¡Alexxxxxxx!!!!, ¡¡¡me corro!!!. ¡¡¡Cariño, sigue!!!. ¡¡¡Ahhhhhhhhh!!!, ¡¡sigue así, por favor!!, ¡¡¡ahhhhh!!!, ¡¡ah, ah, ah, ah, ayyyyyyyyy!!.

Se desmadejó sobre la cama. Yo estaba al mismo límite, de modo que gateé para cambiar de postura. Entonces, con una sonrisa traviesa, Any se incorporó, y se bajó del lecho, dirigiéndose hacia el armario.

Yo quedé un poco defraudado, pero no demasiado, porque me encantan los andares de Any completamente desnuda, como se encontraba ahora. Tiene un modo muy sensual de balancear las caderas al caminar, y sus firmes nalgas oscilan enloquecedoramente al ritmo de sus pasos. No sabía cuales eran sus intenciones cuando la vi revolver en el ropero, hasta que finalmente, se volvió con una sonrisa pícara, y se acercó de nuevo, con dos de mis corbatas en las manos.

Se arrodilló a mi lado, y me anudó una de ellas a modo de venda sobre los ojos. Yo continuaba sin saber qué se proponía, pero le seguí el juego. A tientas, tomé la segunda, y le vendé los ojos como ella había hecho conmigo. Y entonces, su intención quedó totalmente clara:

  • Toni, mi amor, quiero tener tu larga polla dentro de mí, llenándome por completo.

Y yo entré en el juego:

  • Ponte sobre mí, Asun, cariño. Me encanta que me cabalgues.

Any/Asun puso cada una de sus rodillas en mis costados. Después tomó mi pene, y lenta, muy lentamente, se dejó caer sobre él, empalándose completamente.

Mis manos se dirigieron a sus pechos, encontrando sobre ellos sus propias manos. Y luego comenzó a deslizar arriba y abajo su vagina empapada sobre mi pene, con un ritmo endiablado. No resistimos mucho.

Noté como mi semen fluía en su interior, y en ese mismo instante, Any se tumbó sobre mi cuerpo, mordiéndome el rostro completamente fuera de sí. Y chilló absolutamente descontrolada mientras se corría de nuevo, contorsionándose sobre mí como una posesa. Finalmente, con un largo suspiro, su precioso cuerpo se relajó. Nos quitamos las corbatas de los ojos, y estuvimos mucho, mucho rato sin movernos, estrechamente abrazados.

De repente, Any se incorporó sobre un codo, mirándome fijamente a los ojos:

  • Oye, Alex. Quiero hacerte una pregunta. Es que la fantasía de que tú lo hacías con Asun y yo con Toni ha sido muy excitante, y me he corrido como nunca, pero ¿de veras estarías dispuesto a cambiarme por ella?.

Lo pensé unos instantes. No estaba seguro de que pudiera aceptar tranquilamente que Any follara con Toni mientras yo lo hacía con su pareja, pero la idea me producía una tremenda excitación.

  • No lo sé. Así en frío, me repele un poco la idea, pero pienso que si se dieran las circunstancias apropiadas, y llegara a estar tan caliente como hace unos momentos… creo que sí, que lo haría. ¿Y tú?.

  • Mira, la idea de hacerlo con Toni, al que conozco desde hace tiempo, me causa sentimientos encontrados. Creo que al principio, sentiría una enorme vergüenza

Se interrumpió unos instantes pensativa.

  • Pero sí, creo como tú que si te viera con Asun, y estuviera tan excitada como antes, a lo mejor me enrollaba con él.

  • Además -prosiguió en tono juguetón- me apetece probar con una polla más larga que la tuya.

Y me mordió ligeramente la comisura de los labios.

Más tarde me informó de la conversación telefónica que yo había interrumpido: Asun y Toni nos habían invitado a comer con ellos en plan "picnic", sobre el césped que rodeaba la piscina comunitaria de la urbanización en la que vivían.

A.V. Octubre de 2003.

¿Te ha gustado?. ¿Qué opinas sobre el intercambio de parejas?. ¿Lo has practicado alguna vez?. ¿Y sobre el sexo en grupo?. ¿Fantaseas sobre ello, solo/a o con tu pareja?. Me gustaría recibir vuestros comentarios al respecto. ¡Ah!, y no dejes de leer la continuación.

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