Los clientes de Telmex
Mi esposo me pide que atienda a dos proveedores de Telmex pues él esta de viaje. Yo, tengo que usar mi cuerpo para dejarlos satisfechos.
Me casé hace apenas un año y mi marido casi no llega a la casa ya que siempre esta de viaje y la mayor parte del tiempo me quedo sola. Él había salido hace 4 días de viaje con su jefe a Sudamérica y aunque me llamaba cada que era posible , no era lo mismo que tenerlo cerca.
Esa noche antes de acostarme me llamó y me dijo que no podían regresar hasta después del fin de semana. Tal vez el domingo…Pero existía un contratiempo. Ambos habían hecho una cita con el representante de una compañía de USA y que éste llegaría el fin de semana para reunirse con ellos, aquí en el D.F.
Mi esposo me comentó que habían pensado llevarlo a cenar y luego hablar de negocios. Por tal motivo me pedía, junto con el jefe de mi marido, que llamara al Sheraton el fin de semana y que lo invitara a cenar a la casa para compensarlo y hacer tiempo. El previamente le había llamado y mandado un mail, disculpándose y diciéndole que yo lo llamaría. Me dijo que el y su jefe harían lo imposible para tomar el avión y llegar después de la cena o al otro dia, temprano.
Yo le comenté que no sabría qué hablar y él me respondió que únicamente había que atenderlo bien para que su estadía fuera alegre. Colgó el teléfono.
Al día siguiente al llegar a mi oficina comenté con mis amigas sobre la cena que tendría que dar y me empezaron a gastar bromas.
Ese viernes desde la oficina llamé al hotel para averiguar si había llegado y cuando me respondieron que si, pedí que me comunicaran a su habitación. Me contestó y me dijo que estaba esperando mi llamada, así que tuve que explicarle la situación nuevamente y decirle que ellos no podían atenderlo a la hora acordada, sino tal vez mas tarde o al otro día, pero que me habían pedido lo invitara a cenar a nuestra casa para compensarlo por el retraso. Él me dijo que no había venido solo, sino con un socio más y me preguntó si no había ningún inconveniente. Le dije que no, pero por dentro me decía que iba a hacer yo sola con dos tipos en mi casa.
Le dí la dirección, y me contestó que irían en un taxi del hotel como a las 8 de la noche. En el camino compré comida preparada, de tal forma que solo la pondría a calentar cuando llegaran. Me di un baño y fui a mi habitación para escoger que ropa me pondría esa noche, ya que debía darles una buena impresión y atenderlos cortésmente, según me lo había pedido mi marido.
Me puse tanga y bra color negro, además de unas medias de nylon del mismo color. Escogí un vestido que había comprado para salir alguna noche con mi esposo, pero como nunca paraba en casa no había tenido oportunidad de estrenarlo. Era color celeste acero y modelo Jane, que es más corto de un lado de la pierna y largo por el otro lado. Lo único malo era que por la parte corta, se notaba un poco el encaje de mis medias, así que debía sentarme con cuidado para que no se levantara mucho ese lado del vestido. Me coloqué unos zapatos negros y me miré al espejo para ver que tal estaba.
Me miré por detrás y debido a que el vestido es de un material delgado, en el costado de mis nalgas se notaba muy pegado, pero ya no tenía mucho tiempo para escoger algo más, ya que de un momento a otro llegarían. Mientras me maquillaba y peinaba, pensaba que a mis 25 años no disfrutaba a plenitud de la vida, ya que casi nunca salía a ningún sitio aparte de mi trabajo y ni que decir de la parte sexual.
Apenas terminé de arreglarme, tocaron a la puerta y fui a atender un poco nerviosa. Esperaba que se llevaran una buena imagen de la atención que les iba a dar. Cuando abrí la puerta me llevé una impresión, ya que eran dos hombres de raza negra, pero su piel era de un negro color aceituna y ambos median como 1.90 de estatura. Estaban vestidos de manera casual con unas camisetas Lacoste.
Los saludé y los invite a pasar. Uno de ellos me entregó dos botellas de vino y los tres nos sentamos a conversar en la sala un momento. Como asesora de Tecnologías de Información, sé sobre el tema. Ambos me prestaban mucha atención cuando yo hablaba y yo notaba que ellos disimuladamente aprovechaban para mirar mis piernas. Les pedí que me disculparan que los dejase solos, ya que iba a servir la cena. Desde la cocina podía escucharlos conversar en inglés y como yo no domino totalmente ese idioma, no entendía completamente.
La cena transcurrió y en su conversación se notaba que habían viajado mucho y mencionaron que era una pena que mi marido ni su jefe no estuviesen presentes, pero que ya habría oportunidad de reunirse con él mas tarde. Cuando estábamos cenando, sentí que la pierna de uno de ellos rozó la mía, pero supuse que había sido en forma casual. Terminamos una de las botellas que ellos trajeron en la mesa y luego los invité a pasar nuevamente a la sala, mientras yo retiraba los platos.
Les pregunté si deseaban que abriese la segunda botella y ambos dijeron que sí. Me senté a acompañarlos y mientras yo bebía mi copa, ellos conversaban entre sí. Los miré con detenimiento y ambos tenían manos grandes y sus pies también lo eran. En ese momento recordé las bromas de mis amigas del trabajo, cuando me decían que los negros tenían vergas enormes. Uno de ellos estaba sentado frente a mí, con las piernas abiertas como se sientan los hombres, y yo empecé a divagar imaginando que me sentaba sobre él. Rápidamente alejé esos pensamientos de mi mente, que seguro eran producto de la falta de continuidad de sexo.
Mis pensamientos hicieron que se me subieran los colores al rostro, que debido a mi piel blanca cuando me pongo colorada se me nota más, y uno de ellos me preguntó si el vino me había afectado. Riéndome le dije que no y cambie de tema rápidamente, preguntándoles si les había gustado la ciudad.
El que estaba sentado junto a mí, me dijo que ellos cada vez que llegaban a un país, no se iban contentos si no probaban la comida típica, el trago típico y la mujer típica. Su amigo se río de la ocurrencia y yo también sonreí y tragué saliva, ya que parece que estos negros querían comer algo más que la cena.
El negro que tenía al frente me dijo que mi esposo era muy afortunado en tener una mujer tan bonita como yo, y el otro puso su mano en mi pierna derecha, añadiendo que estaba de acuerdo. La mano de este negro emanaba un calor que me hizo estremecer y no la apartaba, dejándola sobre mi pierna un buen rato. Uno de ellos mencionó que mi marido le había contado que yo sería muy hospitalaria con ellos, con el fin de concretar negocios muy pronto.
No sabía que hacer en ese momento, ya que no quería echar por la borda los sueños de mi marido, pero por otro lado ¿qué haría si los negros se empezaban a propasar?.
Dejé que pasara lo que tenía que suceder. Si, soy una esposa como pocas: sacrificada.
Ellos al ver que no mostraba rechazo, empezaron a insinuarse aún más. El que tenía al costado se pegó a mí y llenaba una y otra vez mi copa, logrando que el licor me desinhibiera y en un momento conversábamos como si fuéramos amigos de toda la vida. Tanto así, que en un momento el negro quitó su mano de mi pierna y me pasó su brazo por la espalda y sentí que su mano llegaba a tocarme una teta por lo largo de su brazo.
El otro negro nos miraba y lo noté inquieto por los toqueteos que su amigo me daba. El que me abrazaba me dijo que yo tenía unas piernas hermosas y cuando voltee a mirarlo me besó en la boca, rodeando mis labios con los suyos que eran enormes. Yo no hice nada por separarlo y mientras me besaba y metía su lengua en mi boca, el otro no aguantó más y también se acercó a mí. Se inclinó y con sus manos separó mis piernas, para ver mi tanga.
Pensaba: ¿cómo era que había llegado a este punto? y me preguntaba también ¿si esta era la hospitalidad que mi marido esperaba que les brindara?
Mientras pensaba esto me hicieron poner de pie y empezaron a meterme mano sobándome las nalgas y mi chocho. Uno de ellos me sacaba el vestido, mientras el otro se bajaba el pantalon. Cuando se quedó sin, pude ver que tenía una verga enorme. Era larga y gruesa y me daba la impresión de estar viendo una macana como la que usan los policías. El otro también se quitó la ropa y quedó desnudo ante mí.
Entre los dos me quitaron el bra y la tanga dejándome solo los zapatos y las medias negras puestas. Se notaba fuertemente el contraste entre la piel negra de ellos y la mía. Estaba excitada y a la vez asustada por la envergadura de sus miembros, pero sería la primera vez que experimentara como se sentiría tener la verga de un negro dentro de mí.
Ambos me lamían todo el cuerpo, y mientras uno separaba mis nalgas para lamer mi ano, el otro se encontraba delante lamiéndome el chocho. Los tres nos fuimos a mi habitación y me senté al borde de mi cama, poniéndose ellos frente a mí con sus vergas apuntando a mi cara. Se las empecé a mamar, sin lograr que entren totalmente a mi boca. Me eché sobre la cama y uno de los negros se puso un condón y comenzó a bombearme. Su verga era tan gruesa, que mis labios vaginales la rodeaban a duras penas y me hizo sentir en la gloria de tanto que la metía y sacaba. El otro se puso de rodillas a la altura de mi cabeza y puso su verga dentro de mi boca para que se la chupara.
Así me tuvieron un buen rato, hasta que ambos eyacularon bañando el interior de mi concha y mi boca. Yo solo quería que me dieran más y les pedí que me cogieran entre ambos. Fui al baño por aceite corporal y cuando se los entregue en mano, comprendieron.
Se acostaron en la cama cada uno a un costado mío y me puse de rodillas en la cama, chupándoselas alternadamente, dejándoles ver mi culo mientras lo hacía. No tardaron mucho en ponerse otra vez listos y me puse encima de uno de ellos, mirándolo de frente. Nos besábamos en la boca, mientras me metía su verga en mi panocha y le dije al otro que me cogiera por detrás.
Se puso de pie en la cama y dobló un poco sus piernas, hasta poner la cabeza de su verga en mi anito. El aceite escurrió entre ambos. Poco a poco empezó a empujar hasta meterla por mi recto y así ambos me cogian por delante y por detrás. Yo me preguntaba como me había vuelto tan puta, pero esos dos negros me estaban haciendo gozar como tal.
Mientras me cogian sonó el teléfono que se encontraba en el buro y estiré mi brazo para alcanzarlo. Contesté y era mi marido. Me preguntó si su cliente había ido a la casa y yo le dije que si. (no le dije que eran dos) Me dijo que si lo estaba atendiendo como me lo había solicitado y le respondí que lo estaba atendiendo en ese momento y que por eso debía colgar el teléfono.
Me volvió a decir que me recompensaría el sacrificio que yo estaba haciendo y le contesté que no era necesario…. mientras sentía que la leche de ambos negros se derramaba en mis dos agujeros. Colgué.
Seguimos cogiendo una hora mas. Nunca había gozado tanto y de tantas maneras.
Cuando los tres terminamos, se vistieron, me puse una bata y los acompañe a la puerta.
Uno de ellos me dijo:
-La noche es joven aún. Ya que tu esposo está trabajando, lo menos que podemos hacer es que tú te la pases súper bien. Por favor, acompáñanos a Garibaldi, queremos escuchar mariachi y no conocemos muy bien la ciudad.
Analice la situación. Mi marido a más de mil kilómetros de la casa, yo sola, aburrida y dos hombres a mi disposición.
Ya con el taxi en la puerta de la casa les dije:
Denme 15 minutos.
Subí corriendo los escalones. Me duche en tres minutos y me coloque un bra de media copa, liguero y zapatillas altas. Todo en color blanco (para contrastar) y un abrigo que me llega debajo de las rodillas. Me olvide de la tanga.
Si había una noche donde podía ser la puta de dos hombres, era esa. No me puse más ropa.
La noche fue muy breve. Dos hombres me llevaron por la ciudad en la parte trasera de un taxi. Seguramente el conductor miró que me metían mano por todos lados y a mí no me importó. Para acceder a mi cuerpo, mi abrigo tenia que ser abierto y el taxista se dio cuenta de ello. Varias veces tuve a los clientes de mi esposo pegados a mis tetas y unos ojos mirando por el retrovisor. Si mi marido quería apoyarse en mis tetas y nalgas para conseguir negocios, yo le ayudaría como su abnegada esposa.
Esa madrugada escuche mariachis en Garibaldi con un dedo metido en la vagina. No sé de quién era.
Mi marido y su jefe llegaron el lunes y tras un par de horas de conversación con Peter y Joe, firmaron el contrato.
El trabajo de convencimiento yo ya lo había efectuado. Dos días en la ciudad de Mexico con dos hombres cogiéndome por todos lados y el todos los sitios. El domingo estuve con ellos en su hotel.
Tal vez no me lo crean pero sobrepase los 50 orgasmos. En dos días tuve mas sexo y placer que en toda mi vida
El martes por la noche los lleve al aeropuerto y camino a, me cogieron nuevamente. Es muy rico atravesar la ciudad en una camioneta mientras dos hombres tienen sus vergas metidas en tu boca y culo.
El miércoles mi esposo me llevo a cenar y toco el tema de la cena de manera minima. Nada mas. Jamas pregunto por detalles y yo no se los di.
Casi al final me dijo que era probable debido a mi buen papel de anfitriona, hubiera más cenas de negocios.
Me entrego un reloj de diseñador precioso. Ya en casa en la sala estaba una maletin que también era un obsequio. Dentro, minivestidos , lencería, y dos pares de zapatillas altas.
Y se fue a dormir, alegando cansancio.
Así que si tu velocidad de internet es magnífica, tal vez mi liguero y mi panochita y mi anito hayan colaborado en algo.
Mujer sexy….solo con Infinitum