Los cinco castigos - Inicio
Una relación tóxica y la gota que colmó el vaso.
Un viernes después de clases, Viviana y yo decidimos pasear por la plaza del centro de la ciudad, estábamos planeando nuestro fin de semana, sus padres habían decidido irse al pueblo así que tendríamos su piso vacío para nosotros dos. Vivi y yo teníamos esa rutina de pelear y discutir sin ninguna razón y después, cuando alguno cedía, sencillamente lo olvidábamos y buscábamos algún sitio para follar; sus padres no tenían ni idea de que yo iba a su piso cada vez que ellos se viajaban, o al menos, eso era lo que nosotros pensábamos. Asi bien, durante nuestra busqueda por el centro, queríamos comprar una película para ver antes de dormir y la comida necesaria para pasar el finde. Por suerte condones no hacían falta porque Vivi usaba la píldora.
Lo que fue un día normal, cambió radicalmente cuando por alguna razón, y es que no hacía falta mayor excusa, Viviana y yo comenzamos a discutir, primero comenzó con malas caras y comentarios sarcásticos del uno al otro. Si me preguntaran cuál era la razón de la pelea, no podría decirlo, no recuerdo, podía ser una nimiedad, podía ser algo importante, pero la pelea siempre estaba allí, una batalla de voluntad que se luchaba día a día en nuestra relación. La discusión comenzó a subir de tono hasta que yo ya cabreado decidí irme a mi casa, le dije que me llamara cuando se calmara, le di la espalda y me fui. Iluso yo, que pensaba que aquí iba a terminar la cosa. Viviana me dijo dos veces, que no le diera la espalda, que estaba hablando conmigo, desde el principio ya estaba gritando, pero ya la segunda vez que lo repitió fue casi un alarido, todas las personas que estaban a nuestro alrededor se detuvieron y se quedaron viendo lo que estaba pasando.
Ella siguió, ahora tenía el público y el show debe continuar; yo me detuve en seco cuando escuché por tercera vez mi nombre, me volteo a verla, mi cara roja de la vergüenza y del enfado que tengo. Puedo contar a cinco personas que están tratando de entender qué está pasando; yo comienzo a caminar hacía ella otra vez, algo tuvo que haber visto en mi cara porque decidió callarse y esperar a que me acercara, le pedí que bajara la voz que estaba haciendo un escándalo. Vivi no se aguantó la oportunidad para continuar con su discusión, diciendo que ella tenía la razón, que yo era un falta de respeto, pero a pesar de que ella seguía hablando, ya yo no la escuchaba, decidí mantener mi cara sería, contener mi ira y decirle que tenía razón, que era verdad todo lo que decía y qué haríamos los que ella quisiera. Eso la calmó, me miró un par de veces perpleja tratando de entender mi cara, pero yo le aseguré que sí, que lo que ella quisiera, así sería.
Con eso y ahora tranquila, me cogió del brazo y me sacó de la calle dónde estábamos, diciendo que todo el mundo nos estaba mirando y que mejor buscáramos lo que queríamos en otro sitio. Y así fue, continuamos pasando el día juntos, yo me mantuve callado la mayor parte de él, respondiendo sí a cada pregunta sobre lo que quería para cenar y no cuando me preguntaba si algo me pasaba. Por dentro, mi ira no amainaba, seguía muy enfadado y decidí que esto no podía ser así, que no iba a permitir que ella me humillara de esa manera en público, me mantuve lo más sereno que pude durante el resto del día hasta que sus padres le comunicaron que ya estaban camino al pueblo.
Viviana y yo no somos una pareja de modelos, ella mide 1.60, tiene la piel muy blanca, cabello castaño que le cae por la espalda y unos ojos entre verdes y marrones, una sonrisa picarona que combina con las pecas que lleva en todo el pecho que la hacen ver espectacular cuando está en bañador o, en mi caso favorito, desnuda, no es delgada, pero tampoco gordita,su figura se completa con unas tetas pequeñas y un muy buen culo, que me ha dado en pocas ocasiones. Por otro lado, yo mido 1.80, delgado con cabello y barba negra que hacen que me vea mayor de lo que soy. Vivi y yo nos conocimos en el instituto, nos hicimos novios en el bachillerato y perdimos la virginidad juntos, ambos tenemos un alto deseo sexual, lo que ha hecho que follemos donde podamos, en ascensores, en las escaleras del edificio, en mi habitación mientras mis padres toman la siesta, etcétera. Eso es lo que ha logrado que nunca nos separemos por completo, porque para desahogar nuestro enfado follando como locos, más de una vez dejando moretones en el cuerpo del otro por algún mordisco, apretón o rasguño que se fue de las manos, todas esas veces fue buscando placer, disfrutando el uno del otro, sin embargo ella no estaba preparada para lo que iba a suceder esa noche.
Finalmente llegamos a su casa sobre las seis de la tarde, el atardecer estaba comenzando detrás de las montañas lo que le daba al piso una tonalidad cálida, le di las cosas que habíamos comprado para que las pusiera en su sitio, yo me quedé parado en la puerta de la casa esperando que ella saliera de la cocina, ella estaba hablando de lo bien que la íbamos a pasar el fin de semana, que teníamos toda la casa para nosotros solos, yo no le respondí, momentos después salió de la cocina y se puso a buscarme por la casa, se sorprendió cuando me vió de pie en la puerta de la casa con mi cara de enfado, se acercó y me preguntó “ ¿qué te pasa, porque no vienes a ayudarme? ”, su tono era dulce y curioso; “lo de hoy es imperdonable Vivi ”, le respondí, “ los gritos en la calle, la vergüenza que pasé hoy fue peor que todas las peleas que hemos tenido juntas; que pienses que puedes tratarme así y quedar impune hace que me sienta fata l”. “ Ah! ” exclamó ella creyendo entender lo que pasaba por mi mente, “ Ya sé lo que quieres ”, mientras se acercaba a mi con sensualidad y ponía sus manos en mis hombros para apoyarse y darme un beso en los labios, “ No, no es eso lo que quiero ” a la vez que rechazaba su beso y la veía a los ojos, “ esto que te voy a decir, llevo todo el día pensándolo y tienes dos opciones, aceptar tus castigos, sentir la humillación que yo sentí o, puedes negarte, pero que sepas que nuestra relación termina en este momento, aunque nos veamos en clase, aunque quedemos con amigos, ya lo nuestro terminó, no te dirigiré la palabra y esperaré que tú hagas lo mismo ”.
Su rostro mostraba confusión, ella pensaba que había sido la vencedora en nuestra batalla anterior y ahora, viendo mi ira, que no iba dirigida solamente a ella, sino a mi también por soportar esto y más. Comenzó formular palabras sin sentido, abriendo la boca buscando alguno que decir, poco a poco comenzó a llorar, sus ojos normalmente marrones se tornaban verdosos cuando lloraba, yo me mantuve allí, callado, viéndola, esperando que dijera algo, atrás quedaron las veces en que en el momento que lloraba yo me disculpaba y la consolaba, hoy no, hoy iba a ser distinto, me miró varias veces y finalmente me dijo “ ¿qué castigos? ”. Yo respiré y la miré con calma “ no te diré qué castigos serán, tienes que aceptar que vas a ser castigada por mi, que serán cinco castigos, que si en algún momento me pides que pare o te niegas me iré y será como si te hubieses negado desde el principio. Me llamarás Señor durante todo el tiempo que seas castigada, para ti no seré Francisco, no seré tu novio, no seré tu amor. Después de cada castigo me dirás ‘Gracias por castigarme, perdoname por ofenderte’. Si aceptas, desnudate y arrodíllate frente a mi ”
Viviana seguía llorando, me decía que yo no podía hacer eso, que se suponía que yo la amaba. que fui yo el que se disculpó por lo de esta tarde, que yo le dije que ella tenía la razón, pero a pesar de todo eso, la seguí viendo con calma, esperando una respuesta firme por su parte. Decidió caminar por la casa, llorando y mirándome, hasta que se detuvo frente al sofá, ve que mi expresión no ha cambiado y lentamente comienza a quitarse la ropa, comenzó por la blusa que tenía puesta, descubriendo su pecho lleno de pecas, se quitó los zapatos y el jean, quedó en ropa interior y se acercó a mí, la cara picarona de hace rato había desaparecido hace bastante rato, su rostro ahora mostraba enfado y rebeldía, se quitó el sujetador y lo dejó caer al suelo, acercó sus manos a las bragas y las bajó hasta sus rodillas, con un movimiento de su cintura terminaron de salir hasta que las arrastró por el suelo también.
Pude ver el momento en el que dudó, miró al suelo frente a ella, sus pies y los míos estaban muy cerca, me volvió a mirar a los ojos con orgullo, las lágrimas ya habían parado, sin embargo sus mejillas seguían rojas, tomó una bocanada de aire, y se arrodilló frente a mi. Por dentro ya me estaba sintiendo mejor, como si fuera la hazaña más grande del mundo haber doblegado a mi novia a mi voluntad, normalmente soy yo el que se disculpa, pero no más, sentía como si mi masculinidad hubiese llegado a niveles nunca antes vistos; Viviana tenía las manos apretadas fuertemente, con los nudillos casi blancos, estaba mirando hacia abajo y si fuese en otra ocasión ya ella tendría mi verga en su boca, dándome una de sus increíbles mamadas.
Pero hoy no, su sentencia había comenzado y llegaba la hora del primer castigo.
Le levanté la cara con mi mano, sus ojos expectantes se posaron en los mios, “ Este será tu primer castigo, recuerda las condiciones que aceptaste ”. Esperé un segundo a que pensara en lo que había dicho hasta que volvió a verme, le sostuve la mirada por un par de segundos para hacerla esperar, cuando titubeó y apartó sus ojos de los míos, le di una bofetada de derecha a izquierda, ella no se esperaba eso, yo nunca le había pegado, se llevó sus dos manos a la cara y comenzó a llorar, viéndome con odio, yo volví a poner mi semblante de seriedad, para que recordara que no estaba lidiando con el Francisco de siempre, casi un minuto pasó hasta que volvió a verme, Viviana hizo el amago de levantarse y le puse la mano en el hombro y le dije “ Gracias por … ” esperando que ella entendiera lo que tenía que decir y me dijo “ Gracias por castigarme señor, perdóname por ofenderte** ”.
Otra vez sentí la adrenalina corriendo por mis venas, mi pene estaba completamente duro dentro de mi pantalón, quería follármela como un animal allí mismo, usar cada uno de sus agujeros y tratarla como la puta que era. Pero me contuve, faltaban cuatro castigos más, ya tendría oportunidad de usarla a mi antojo.
“ Tu segundo castigo es desnudarme completamente y después de hacerlo, vas a limpiarme el cuerpo entero ”, “ no entiendo ” me dijo extrañada “ ¿quieres que te de una ducha? ”, cuando vi que no se refirió a mi de la manera correcta, le di una segunda bofetada, esta vez mucho más suave que la primera, a pesar de todo, ella sigue siendo mi novia y no quiero dejarle marcas en la cara; “ Recuerda que cada vez que te dirijas a mi me llamarás Señor, yo no soy tu Francisco. Y no, no vas a darme una ducha, vas a usar tu lengua para limpiar todo mi cuerpo, desde los pies, hasta la cabeza ”. La segunda cachetada no le dolió tanto como la primera, pero sí hizo que se impresionara, porque no la estaba esperando, “ Si señor ” me dijo, y comenzó a quitarme los zapatos, no lo hizo de mala manera, poco a poco fue despojandome de todo lo que tenía encima, cuando quedé solo en calzoncillos le dije que parara, que eso lo dejaremos para el final. que comenzara con la limpieza, se volvió a arrodillar y lamió cada uno de los dedos de mis pies, escuché sus sollozos de vez en cuando, mientras lamía mi rodilla derecha, más de una vez tuvo que pararse para generar más saliva y yo me sentía como el Genghis Khan después de haber conquistado China, con todo el poder en mis manos y una esclava a mi disposición.
Viviana siguió lamiendo y sollozando mientras cubria mi pecho de su saliva, saboreando el sudor de mi cuerpo; cuando terminó allí y antes de que fuera a la espalda la acerqué completamente a mi, con una mano la tenía aprisionada y de la otra mano introduje dos dedos en su boca, esperé a que lamiera mis dedos y los metí en su sexo, ella se quejó por la brusquedad y la falta de lubricación de su vagina, comencé a mover mis dedos lentamente, de adentro hacía afuera, su cuerpo se relajó un poco, yo quería disminuir el dolor que había sentido durante la bofetada, luego comenzó a excitarse, gemía por lo bajito y buscó besarme otra vez, pero me negué, cuando sentí que ya estaba muy excitada me detuve por completo, abrió los ojos y me pidió “ Sigue, por favor Señor, sigue ”. “ No has terminado ” le dije, cachonda siguió con su labor, esta vez con más ganas que antes, dándome besos en el cuello, mordiendo suavemente mis hombros, terminó con mi espalda cuando que volvió a arrodillarse, le pedí que me quitara la ropa interior y besó mis nalgas con suavidad, lamió ambas y justo cuando iba a seguir le dije “ Te faltó aquí ” abrí mis nalgas, ella nunca se había acercado a mi ano, yo sabía que no le gustaba; extendió su lengua y le dio una lamida, “ Así es, continúa hasta que te diga ”. Viviana siguió haciendo lo que le pedí, cada vez con menos pudor, ella misma abrió mis nalgas y se esmeró en lamer. Yo disfrutaba doble, de sus lamidas y de su sufrimiento. Cuando pensé que ya era suficiente me di la vuelta y puse mi pene en su cara, esperé a que abriera la boca y comenzara con su mamada.
Vivi siempre ha sido buena chupándome la polla, esta vez lo hacía con más calma, momentos de lengua seguidos de succión, escupiendo saliva y chupandola toda de vuelta. Yo estaba demasiado excitado, dejé que hiciera, cuando sentí que estaba más cerca de acabar, la agarré por el cabello y comencé a follarmela por la boca, le hundía la polla hasta la garganta, se comenzó a quejar, y la sostuve con más fuerza, empujando hasta que la dejaba respirar, repitiendo una y otra vez el proceso, yo estaba a punto de llenarla de leche, la sostuve una última vez por más tiempo, ella trataba de zafarse “ No te lo vayas a tragar ” le dije mientras mi leche salía con fuerza hacia su garganta, no saqué mi polla de su boca mientra notaba mi verga bombear.
La solté y comenzó a respirar con dificultad, su rostro estaba rojo, parecía una amazona derrotada, desnuda en el suelo, su cabello alborotado, el maquillaje corrido en sus ojos y su boca llena de semen y saliva; mi excitación no paraba, no ha habido momento en mi relación con ella donde me sintiera con más fuerza y vigor. Fui a la cocina, busqué un plato grande y me devolví hacia donde estaba, Viviana seguía tratando de recuperar el aliento. Puse el plato frente a su boca y le ordené que escupiera todo en él. “ ¿Cómo se dice? ” le dije con total naturalidad. Mientras escupía todo lo que podía en el plato, me miró a los ojos y me agradeció por el castigo y se disculpó por ofenderme.