Los chicos de las cartas
Desde siempre me han gustado los chicos, y siempre he tenido la mala o buena suerte de enamorarme de mis amigos. De modo que decidí, que ese año no me iba a fijar en ningún chico...
Los chicos de las cartas
Hola, mi nombre es Ramiro y tengo 25 años. La historia que contaré a continuación sucedió hace dos años. Yo entré en un colegio de la capital, para estudiar C.O.U.
Desde siempre me han gustado los chicos, y siempre he tenido la mala o buena suerte de enamorarme de mis amigos. De modo que decidí, que ese año no me iba a fijar en ningún chico y me dedicaría sólo a terminar el curso. (Nada más lejos de la realidad). El segundo día de curso ya me estaba fijando en un chico muy joven de mi clase. Él tenía 17 años, mientras que yo, ya contaba con 22 primaveras a mis espaldas. Ese joven, de pelo moreno, delgadito y con el rostro mas bonito que os podáis imaginar, me volvía loco, pero yo fiel a mi palabra decidí no hacer nada, aunque me diese
cuenta, de que por su parte, cada día había muchas miradas dirigidas a mí, en plan...
Un día, ya por el mes de noviembre, se me acercó y empezamos a charlar de cine, que a los dos nos encantaba. Empezamos a quedar varios días, y finalmente nos hicimos inseparables. Yo, estaba enamoradísimo de él, pero no le decía nada.
Pasaron los meses, y llegó el verano. Como cada fin de semana, mi padre se marchaba de viaje fuera de Madrid. Y Víctor y yo, (Víctor es su nombre), nos íbamos cada fin de semana a mi casa y allí pasábamos las tardes, fumando un poco de Marihuana, riéndonos y viendo películas... Pero hubo un fin de semana que... Bueno, estábamos en casa y
empezamos a jugar a las cartas, hacíamos apuestas y quien perdiese tenia que quedarse desnudo. Finalmente, terminamos los dos sin nada de ropa, y... Madre mía, era precioso, todo su cuerpo, los pezoncitos, el culito tan suave y ese pene, erecto, y caliente me ponía a cien... Cuando ya no nos quedaba mas prendas que quitarnos, él sugirió una apuesta, masturbarnos, quien perdiese tenia que masturbar al otro, y así fue. Primero él me masturbó y después me llegó mi turno... ¡¡Dios!! Por fin, tenía aquel pene entre mis manos para hacer con él todo lo que yo quisiera. Empecé a masturbarle, tocándole a la vez esos huevecillos que eran perfectos, para que el placer fuese mayor.
Finalmente, las apuestas fueron subiendo de nivel, nos dábamos lametazos en los huevos, nos tocábamos los pezones... En fin, nos poníamos a cien! Y como postre, lo mejor de lo mejor, una mamada. Para él, era su primera vez, y no lo hizo nada mal y cuando me llegó el turno... Le cogí toda su polla y me la comí entera, él gemía bastante, yo no quería sacármela de la boca, de modo que fui despacio, para que el placer aumentase y se corriera con tanto gusto, que no lo olvidase. Y así fue, perfecto, le chupe, todo entero, desde ese capullito tan brillante, hasta los huevecillos...
Así estuvimos tres fines de semana seguidos, pero había algo que a mí no me gustaba.
Él no quería besarme, es decir, era sexo por sexo. Yo lo que quería era irme a la cama con él y hacerle el amor apasionadamente, pero él se negaba, decía que no le gustaba besarse con un chico, solamente quería sexo. Y eso sí, el sexo fue de lo mejor que he tenido, pero siempre echaré de menos el no haber podido hacerle el amor como me hubiese encantado hacérselo.