Los chicos de la pandemia

Durante la pandemia conocí a un chico muy joven, René, con el que tuve sexo y nos hicimos “amantes”, pero sólo de ocasión, pues era sólo de ocasión que nos encontrábamos, sin embargo, nuestros encuentros eran altamente gratificantes y René quiso experimentar nuevos horizontes de placer compartido.

Los chicos de la pandemia

Resumen

Durante la pandemia conocí a un chico muy joven, René, con el que tuve sexo y nos hicimos “amantes”, pero sólo de ocasión, pues era sólo de ocasión que nos encontrábamos, sin embargo, nuestros encuentros eran altamente gratificantes y René quiso experimentar nuevos horizontes, haciéndome descubrir otros chicos, con los que tuve también relaciones muy voluptuosas y deliciosas, que a continuación les describo.

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Luego de que comencé a salir con René, sus juegos eróticos eran de más en más “fuertes”; siempre tenía alguna “ocurrencia” y yo siempre lo complacía en todo cuanto me pedía.

Para la cuarta vez que “estuvimos juntos”, me propuso que le dijera a Alicia que hiciéramos un trio, pero sinceramente, no me gustó la idea, ni por el trío mujer hombre mujer MHM, ni por el hecho de que fuera Alicia mi compañera de trabajo, aunque también sabía que compartíamos al mismo hombre y seríamos algo así como “hermanas de leche”.

Siempre que teníamos sexo, René me preguntaba sobre cómo me habían cogido otros hombres, cómo cogía con mi esposo, si me gustaban las vergas grandotas, si me gustaba mamar, si me gustaba que me mamaran, cómo fue mi primera vez, con quien, cuándo, dónde, qué sentí, etc. Me preguntaba si me hacían gemir, si me sacaban pujidos, gemidos, si me hacían gritar de placer!. Me comentaba de sus fantasmas eróticos: ¡siempre me imaginaba haciendo el amor con otros hombres!, y eso nos excitaba mucho, ¡a ambos!.

Un viernes por la noche, llegó René de su trabajo y nos sentamos en un sillón de la sala a tomar una copa. René estaba a mi lado y me jaló más hacia él y se puso a besarme y a acariciarme, a excitarme y luego de un rato, que ya me tenía al bordo del orgasmo, me dijo que había invitado para el día de mañana, que era un sábado, en la noche, a dos conocidos de nosotros, más bien de él, Andrés y Morales, que eran de su edad, más o menos.

Me quedé sorprendida; esos dos chicos..., yo casi no los conocía, más que “de vista” y..., eran unos mujeriegos, borrachos y parranderos. Varias veces habían intentado "ligarme", pero siempre los había yo "ignorado". Se lo dije a René, pero él sólo se sonrió y se puso a justificarlos:

= ¡Son simpáticos los dos…!.

Pero eso no fue todo;  me dijo además que me pusiera un mini-vestidito negro, de licra, ajustable completamente a mi cuerpo, que a él le gustaba muchísimo pero que era muy corto. Me lo puse solamente una vez, en la casa, para satisfacer nuestras fantasías.

Sentí que me ponía roja de la pena, de tan solo pensar en la noche del día de mañana... ¿De verdad me “ofrecería René a ese par de tipejos...?.

No se porqué pero... me sentí muy excitada; ¡algo caliente se empezaba a remover en mi vientre!.

  • bueno, se hará como tú me digas...,

Le respondí, de manera obediente y nos fuimos a dar salida a nuestros deseos sexuales, que se habían aumentado una enormidad y estaban a punto de desbordarnos.

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Yo creo que, cuando platicábamos al momento de nuestros coitos y luego de ellos, de cosas que nos gustaban, que nos hacían volar la cabeza, la imaginación, la fantasía y, por supuesto, el deseo y la morbosidad, fue cuando René se acordó de Morales y Andrés, y juzgó de inmediato que los dos, de acuerdo a lo que se decía, eran muy “cogelones”, muy mujeriegos y siempre estaban "buscando pelea",  por lo que se le fue metiendo la idea de que me “co…nocieran”.

A mí nunca me comentó nada de esos dos, hasta ese viernes que les mencioné ya. Luego de que pasó lo que voy a narrar, René me comentó que desde mucho antes que me conociera, cada vez que él se los encontraba, las pláticas siempre terminaban en "viejas y en sexo", así que, un día, luego de haber tenido sexo y calenturas conmigo, se fue a buscarlos y comentó con ellos de mí. Por las señas que les dio de mí, los otros dos me ubicaron y le dijeron que ya me conocían, por lo que se entusiasmaron de inmediato por "co…nocerme" más a detalle.

Una semana después, les hizo la invitación a venir. No se dijo nada muy abiertamente, pero todo quedó en el subentendido. René jugaría el papel de "maestro de ceremonias" y los otros dos serían los actores, junto conmigo, por supuesto, “de actriz”.

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A la mañana siguiente, durante el “mañanero” del sábado René no dejó de “atizar” el fuego en la hoguera, y me decía cosas como:

= ¡quiero ver cómo te la meten…, cómo te cogen…!, ¡que te hagan venir, gritar y gemir…!.

Y eso me provocó enormidades; toda la mañana del sábado, en mi trabajo, me sentí muy caliente.

Comimos juntos en la casa y ahí siguió avivando el fuego de mi pasión, con frases y tocamientos, hasta que se acercaba la hora de la “cita”, por lo que me fui a la regadera, en donde me tuve que dar dedo solita, aunque fuera para aguantar y llegar a la hora convenida.

Me acababa de bañar y me iba a vestir. Me había puesto una pantaleta roja, coqueta, muy sexy, del tipo de las que le llaman “cacheteras”, que se me  hundía por detrás enmedio de mis dos nalgas, y por delante dejaba escapar algunos de mis vellos púbicos.

Saqué mi mini-vestidito negro, de licra y me planté delante de mi espejo para contemplarme. Delante  del armario observaba mi propia imagen. Tenía en las manos mi vestidito y me tapaba y me destapaba mis senos y una parte de mi cuerpo. ¡Me sentía apenada conmigo misma de las ideas que tenía!; ¡me sentía ya excitada!: ¡estaba presagiando algo así como una noche de lujuria y depravación y me veía yo desnuda, y me cubría y me volvía yo a ver, y me volvía a descubrir. ¡Estaba tremendamente excitada!.

Por fin me enfundé el vestidito, sin ponerme brasier. Mis senos, como no son muy grandes, se detienen por sí mismos, sin necesitad de brasier y, además, ese vestido ajustable, ayudaba también para sostenerlos. ¡Se me marcaban perfectamente mis senos desnudos y mis pezoncitos, ya muy erectos por lo terrible de mi excitación!. Por abajo, mi vestidito se detenía por arriba de medio muslo. ¡Me sentí casi desnuda!, y de manera inconsciente me jalé mi mini-vestido hacia abajo, para tratar de cubrirme los muslos.

Después de soltar un suspiro, me vi nuevamente en el espejo. Ya me había maquillado y tenía los labios muy rojos y la sombra de mis ojos la había puesto color violeta. Me sentía más "interesante" de esa manera. Mis cabellos largos, que me daban a los hombros, los tenía cepillados y enmarcaban de una manera muy linda mi rostro: ¡me gustó la imagen que reflejaba mi espejo!, aunque también, como estaba sentada en una silla frente al espejo, reflejaba mis piernas, desnudas, y un triángulo rojo que formaba mi pantaleta a la mitad de mis piernas: me sentía algo avergonzada, ¡pero también tremendamente excitada!.

Me puse de pie, me levanté un poco el mini-vestido y me palpé mi sexo por encima de mi pantaleta: ¡estaba muy húmeda y caliente!.

Respiré profundo y me fui hacia la sala, a alcanzar a René, que ya se encontraba instalado tomándose unos alcoholes:

= ¡qué bárbara, estás súper sexy esta noche...!.

Exclamó sorprendido en cuanto me vio

  • ¿no crees que esté muy impúdico...?

= ¡por  supuesto  que no!,  sobre todo cuando se  tienen las piernotas que tú tienes, no hay que ocultarlas, para nada. ¡Exhíbelas...!.

  • ¡es que voy a ser el polo de atracción de todas las miradas...!., de tus “amigos”…

No acababa de decir esa frase, cuando sonaron el timbre. Me asustó la forma en que lo tocaron y brinqué. René se  rió y se dirigió  a abrir la puerta. Oí unas voces y la puerta que se cerraba; ¡me sentía tremendamente excitada!, ¡sentía que mis mejillas estaban muy coloradas...!, y de esa manera vi cómo entraban aquel par de tipos:

= ¡les presento a Marel...!.

Al estrecharnos las manos, sentí que yo ardía.  Sentía que los ojos de aquellos dos tipos me perforaban el cuerpo, me desnudaban casi totalmente.

= ¡pónganse cómodos...!.

y les señaló un sofá para que se sentaran. Enfrente de ellos había dos sillones de una sola plaza; ¡yo iba a sentarme justo enfrente de ellos!, lo cual creo que les provocó un gran placer, pues así tendrían oportunidad de verme las piernas durante todo el tiempo que estuviera sentada, y quizás muy por arriba de ellas también.

= ¿Qué cosa beben...?,

les preguntó René, y mientras él se dirigía a preparar las bebidas, ellos se disponían a gozar del primer espectáculo de la noche: yo, al sentarme en ese sillón tan profundo.

A pesar de todas las precauciones posibles, mi mini-vestido no dejó de subir y subir conforme yo me iba sentando, descubriendo así todas mis piernas y muslos, desnudos. Me  quedé con las rodillas cerradas, tratando de evitar que me vieran “los chones” (calzones, pantaletas), pero los dos chicos tenían fijos sus ojos en cualquier pequeño resquicio por donde los pudieran ver.

= a ver..., aquí están las bebidas...,

y mientras que René se las repartía yo trataba de ponerme de lado, pero era eso casi imposible.

En cuanto me dio mi bebida, me puso a tomarla, para ocuparme yo de algo, pero

+  ¡qué bárbaro..., “se te pasó la manita”..., está “rete” fuerte!.

No me hizo ni caso; se puso a platicar con los dos invitados, aunque estos no me quitaban los ojos de mis piernas, hasta que alguien dijo ¡salud!, y como si tuvieran resorte, todos se pusieron de pie. Yo también quise hacerlo pero

/ ¡no se levante señora, así está muy bien!

< ¡por supuesto señora, esto es un brindis en honor suyo!

/ ¡brindamos por las señoras bonitas!

< ¡sí..., aunque no nos contesten cuando las saludemos!

  • ¿cuándo me saludaron...?,

le dije, haciéndome yo la loca:

< en dos o tres ocasiones la hemos visto en la calle,

/ ha pasado varias veces enfrente de nosotros…

< pero usted es muy seria y no responde a saludos de extraños

/ pero nosotros siempre saludamos a las mujeres bonitas...

¡Este par de…, ca…nijos…!, ¡qué poca vergüenza de tipos…!.

Brindamos y no se porqué, me tomé de golpe esa copa y me volví a sentar de un sopetón. La conversación continuó, siempre con las miradas clavadas sobre mis piernas, siempre hablando de mujeres bonitas, con formas atractivas, de caras bonitas, de mis piernas, mi figura, y cada vez…, estrechando el círculo de la plática que se cerraba sobre de mí.

En el transcurso de la velada sirvieron y sirvieron copas, una tras otra; ya me sentía un tanto “tomada”, sin embargo, René me servía una y otra vez más, mientras les contaba de nuestras intimidades, diciéndoles que yo era "una fiera" en la cama, y todo cuanto me  gustaba a mi hacer. ¡Yo estaba de todos colores y con ganas de abofetearlo!, pero me quedaba muy lejos.

Tendríamos como una hora y media de haber empezado a beber cuando René le hizo una proposición a la concurrencia: ¡que yo les iba a dar un strip!. ¡Me sentí tremendamente  excitada y mis senos se me pusieron erectos!.

René puso New York-New York, que era nuestra pieza favorita para el strip.

Con todo lo que ya había hecho y que ya habían visto de mi vestimenta, serían muy pendejos pa' no darse cuenta que lo único que traía bajo ese mini-vestido, eran mis pantaletas; luego de eso..., todo dependía del cabrón de René..., que él se dignara querer..., que él se dignara “entregarme” a esos tipos, yo ya no contaba, yo ya estaba dispuesta..., y demasiado tomada.

Al comenzar la música, me levanté del sillón y me pasé los brazos por detrás de mi espalda, para desabrocharme el seguro y del mini-vestido y luego para bajármele el cierre.

Me lo deslicé artísticamente a lo largo de todo mi cuerpo y luego me lo detuve a la altura de mi cintura. Mis senos no necesitaban brasier, eran firmes y bien hechecitos, con unas areolas muy grandes y los pezones erectos por, toda mi excitación.

Con un meneado de mis caderas hice que se bambolearan mis senos y luego me giré dos o tres veces, para finalmente dejar caer el vestido a mis pies.

¡El silencio se hizo profundo!, estaba únicamente con mis zapatillas blancas de tacón alto y mis pantaletas. Por debajo de ella se escapaban a cada lado, dos mechones de vellos, que semejaban a un pajarito atrapado y con sus alas abiertas.

A través de ese tejido translúcido se dibujaba mi triángulo mechudo de vellos púbicos, que ocultaba mi sexo. Sólo sonaba la música y

  • ¿qué…, esto no merece un aplauso...?,

les dije con una voz ya pastosa. Los aplausos llegaron en cuanto concluí yo mi frase:

  • ¡denme algo para tomar..., tengo la boca muy seca...!,

y me tendieron de inmediato otra copa que me bebí de un tirón. Ahora sí, ¡ya estaba yo muy “bebida”!.

Los seis ojos estaban clavados en mis senos desnudos, y mis pezones estaban erectos,  reflejando mi deseo de una manera reveladora.

Con una sonrisa algo estúpida, le di mi vaso a alguno de mis "mirones", quienes empezaron   a gritarme, ahora sí, descaradamente: "¡pelos, pelos, pelos...!".

Como no los obedeciera a todo su “coro”, entonces trataron de convencerme, de uno por uno:

/ ¡ándale Marel…, sácate los calzones...!.

Era la primera vez que me hablaban de "tú" desde que había comenzado la noche...

Comencé pues a bajarme mi pantaleta. La respiración de todos los espectadores se les detuvo en cuanto esa prenda comenzó a descender y dejó al descubierto los vellos que recubrían a mi pubis, pero ahí lo dejé y...., las protestas no se hicieron esperar ni un instante:

< ¡ándale Marel..., no seas cabrona y enséñanos...!.

Poco a poco, y con movimientos muy escogidos, fui haciendo descender esa pantaleta a lo largo de mis piernas desnudas, y una vez que estuvo hasta la altura de mis tobillos, me la zafé de uno de ellos y me la dejé colgada en el otro, de donde me la aventé hasta mi mano y separé ampliamente mis piernas!. Los tres chicos gritaban:

= ¡sí…, sí…, sí…!,

y..., comencé a frotarme mi sexo con mi pantaleta roja, agarrándola con una mano por adelante y con la otra detrás.

¡Estaba desnuda delante esos chicos!, pero no solo eso, ¡estaba caliente y andaba haciendo puras cachonderías!. ¡Estaba muy peda (borracha)!.

< ¡culo, nalgas, culo, nalgas...!,

y también los decidí complacer.

Me di una vuelta completa y empecé a mover mis caderas y me empecé a frotar la pantaleta de la misma manera que había  hecho con mi “chochito” (sexo).

= ¡hoyo, hoyo, hoyo...!,

estaban gritando y..., también decidí complacerlos.

Dándoles a ellos mi espalda, me flexioné hacia adelante y…, pasando mis brazos por detrás de mis piernas, me tomé mis nalgas con mis dos manos y me las abrí, enseñándoles mi culito...

/ ¡ahora por adelante...!,

gritó el depravado Morales

= ¡todavía no nos lo has enseñado...!

< ¡enséñanoslo "con todo detalle"!,

dijo aquel otro chico, haciéndole la segunda.

Me senté del sofá y coloqué mi coxis a la altura de la orillita y luego me abrí bien de piernas. Levanté mis piernas a la altura de mi cabeza y me las detuve con las manos de mis tobillos.

En los ojos de aquellos chicos se les leía el deseo y la mirada morbosa. No le perdían el detalle a mis mucosas rosadas que se separaron con un ruido mojado cuando me las abrí con los dedos, para que pudieran verme también a lo largo del "túnel de amor".

Mi sexo estaba abierto y mojado; ¡desde mi clítoris hasta mi ano!, como una larga rajada húmeda. Todos podían ver como mi sexo estaba batido de mis secreciones, de mis venidas. ¡Sabían que lo estaba deseando, que estaba caliente, que no me aguantaba...!.

= ¿ya vieron...?

< ¡sí, está toda venida...!

/ ¡está muy caliente...!,

= ¡vamos a la recámara!,

propuso René, y ahí:

= ¿le llegas...?,

le dijo al Andrés. Yo abría los ojos enormes, tratando de comprender qué iba a suceder.

René estaba tirado en un sofá que tengo en mi recámara, agarrándose su pene por encima del pantalón... Los otros dos ya estaban desnudos y no tuve más que voltear los ojos hacia donde estaba Andrés, como para darle “luz verde”; fue él quien me metió el “fierro” primero.

En cuanto me lo metió, sentí un estremecimiento, ¡y me vine de golpe!.

  • ¡Aaaaggghhh…!.

Se puso a bombearme con mucho ímpetu y velocidad; ¡estaba desatado!. Me cogía con mucha energía y al mismo tiempo me mamaba mis senos. ¡Lo estaba disfrutando muchísimo!; ¡sentía una bola de fuego que crecía y que crecía adentro de mi vientre!.

  • ¡Sí…, sí…, sigue así…!.

¡No pude contenerme y comencé a venirme y a gritar de placer!.

  • ¡Así…, así… síiiiiiiiiiiiiiiiii…!.

Tuve tres o cuatro orgasmos en repetición y luego..., me quedé toda desmadejada, con Andrés tirado y venido sobre de mí.

Nos quedamos así por algunos minutos, hasta que Morales, tendiéndome su mano me dijo:

/ ¡levántate...!,

y toda temblorosa, me levanté. Morales se me acercó diciéndome:

/ ¿sabes...?, me tienes loquito, nada más de estar viendo cómo se mueven tus chichis (senos),

y me los palpó y luego los acarició:

/ me encanta cómo meneas tus nalguitas,

y me las apretó con algo de fuerza y luego me dio una nalgadita y

/ me fascina cómo palpita tu vientre...

y me deslizó su mano por encima de mi monte de venus, por encima de mi pelambrera húmeda.

/ Espero que te hayan dejado un poco flojita, para poderte meter todita mi verga,

que es de bastante mayor calibre que la de Andrés...

En cuanto me tomó de las caderas, supe que me iban a dar otra buena cogida..., y voltié a buscar los ojos de René, que parecía todo embobado mirando cómo me la metían...

Morales me sentó de nuevo en la cama, pero en lugar de acostarme, como hacía un ratito, el que se acostó en la cama fue él, y una vez acostado, entonces se sacó sus calzones. ¡Vaya sorpresa...!, ¡tenía una vergota de burro!, ¡por eso le dicen así!, ¡de una longitud verdaderamente impresionante, y monstruosamente gorda, además..., perfectamente parada y muy tiesa!.

¡Quedé como hipnotizada...; la veía y veía, sin dar crédito a aquello que yo veía...!.

Morales parecía saborearse de mi sorpresa. Ese estupor que debía reflejar mi mirada lo llenaba de satisfacción...

/ ¡…órale mi putona..., date vuelo conmigo...!, ¡trágate todo este kilo de verga...!, ¡y sácame toda mi leche...!.

Los otros dos chicos estaban pendientes de mis movimientos.

Me coloqué encima del “burro” con las piernas muy separadas y dispuesta a sentarme en  su pene, como me lo estaba ordenando.

Él me tomó de las caderas y me puso en la posición adecuada, encima de sus caderas y justamente debajo de su “tranca” parada.

Me apoyé sobre su pecho y con precaución comencé a colocarme su verga en mi rajadita, que a pesar de la cogida anterior, se había vuelto a cerrar y no dejaba entrar a esa intrusa, ¡y menos con las dimensiones bestiales que ésta tenía!.

Costaba mucho trabajo que entrara;  tuve que abrirme mis labios vaginales con mis dos manos y luego de ello moverme muy lentamente de arriba p’abajo y de manera rotativa para que penetrara.

Ante ese espectáculo, René se aproximó hasta a nosotros para observarnos mejor,  mientras que al mismo tiempo se masturbaba golosamente.

Estaba yo haciendo mi mejor esfuerzo para que penetrara; ese pito tan grande estaba obligando a mi vulva a dilatarse completamente para poder adentrarse, con mucha dificultad, entre los pliegues de mi vagina.

Muy lentamente comencé a "devorarme" ese chorizo tan grande; mi vientre estaba todo vibrante..., mi respiración se volvía entrecortada y mis mucosas estaban  segregando líquidos a lo bestia, para permitirle a ese pito que penetrara.

Me quedé quietecita tratando de que mis mucosas se acostumbraran a la invasión de esa tranca tan pavorosa:

/ ¡estás apretadita…, y muy rica...!,

gritaba jubiloso Morales, al sentir esas sensaciones tan placenteras

/ ¡muévete más Marel..., siéntate bien..., que te llegue hasta adentro...!, ¡quiero meterte mis huevos...!.

Me tomó de las caderas y me obligó a descender sobre de su pito, que ya tenía a medio clavar en mi sexo.

Sentí como si me estuvieran partiendo por la mitad y grité...

  • ¡Aaaahhhyyyy…!, ¡despaciooo…, suaveee…!, ¡me duele…!, ¡detente…!.

Me dolía tanto que sentía como si estuvieran “dormidas” mis piernas y la parte de abajo de mi cintura. La verga de Morales estaba hecha una verdadera “tranca”..., ¡durísima!.

Lo increíble de todo este caso fue que enmedio de tanto dolor, comencé a encontrar un placer muy inmenso que me hizo que comenzara a girar mi cabeza, para un lado y para otro, al mismo tiempo que soltaba gemidos, pujidos y gritos.

  • ¡Aaaahhh…, sí…, aaahhh, aaaggghhh…!.

Morales me estaba agarrando de los costados y yo tenía, como él me lo había pedido, su “matracón” (pene grandote) hundido hasta topar con sus huevos; ¡estábamos disfrutando aquella penetración!.

  • ¡Aaaahhh…, sí…, asíiiii…, aaaggghhh…!.

Ahora que ya estaba hasta adentro, Morales comenzó el mete y saca. Sentía que me penetraba, a cada metida, un poco más en profundo; sentía un dolor algo agudo pero el placer aumentaba.

No pude contener un grito tremendo que me arrancó la llegada de un nuevo orgasmo.

    • ¡Aaaahhh…, sí…, ricooo…., aaasíiiiii…, aaaggghhh…!.

¡Mi grito resonó por toda la pieza y creo que por toda la unidad habitacional debió de haberse escuchado!; igual de enorme había sido mi orgasmo.

El calor de mis jugos sexuales, las contracciones de mi vagina y el placer de tenerme “empalada” hicieron que Morales también se viniera. No podía ya aguantarme y me desplomé sobre el pecho del cabrón de Morales...

Por el otro lado, René, lujurioso y degenerado como el que más, seguía con su pito en la mano, continuando su masturbación al mismo tiempo que detallaba mi cuerpo con los ojos llenos de su acostumbrada depravación, hasta que comenzó a venirse en mi cara, haciéndome que recogiera su “leche” con mi lengüita y mis dedos.

Me quedé recostada por un rato, hasta que sentí que el pene de Morales se me zafaba de mi vagina y, entonces me reincorporé. Mis piernas aún me temblaban, luego de esa salvaje penetración...

¡René había consentido que ese par de ca…brones se aprovecharan de mí..., ¡me había ofrecido a ese par de tipejos!.

Me fui hasta el baño y me di un “regaderazo” (ducha) para tratar de limpiarme...

Los dos chicos comenzaron a vestirse y a murmurar en voz baja el “atracón” que acababan de darse..., y todavía se tomaron otra copa para esperar a que yo saliera del baño:

/ bueno..., nosotros nos retiramos...,

dijo Morales, y Andrés le hizo segunda:

¡gracias por todo..., nos la pasamos muy bien...!

= ¡ciao...!

Los acompañé hasta la puerta, en donde todavía me volvieron a besar, abrazar y fajar entre los dos, agarrándome las chichis (los senos), mi sexo y mis nalgas, por debajo de un camisón rosa, transparente, que me acababa yo de poner.

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Luego de que se fueron, apenas voltee mi cara hacia el interior de la casa, me encontré con el rostro de René, que me miraba con una sonrisa de satisfacción:

= ¡Cabrona tan puta…!.

Y me abrazó con pasión y con fuerza, buscando mi boca, besándonos con mucha lujuria, en un beso que se hizo muy largo, y que quise que durara una eternidad.

Sentí que me bajaba una mano sobre de mi “trasero” y me lo acariciaba, introduciendo sus dedos por esa rajadita posterior:

= ¡Me gustó mucho cómo te cogieron, putita…!. ¿Te gustó…?

  • ¡Sí…, lo sentí muy sabroso…!.

Y luego de eso, nos fuimos hasta la cama, para tener un gran sexo, con desenfreno, hasta el día lunes, que tuvimos que irnos a trabajar.