Los chavales del barrio (06:Visita)

Una visita especialmente lasciva

Nuestros amigos se hallaban a finales de mayo, y los profesores del I.E.S. Julián Bastiro empezaban a bombardear a sus alumnos con trabajos de cara a preparar los exámenes finales, y como complemento para los que tenían que recuperar alguna evaluación. Eso le ocurría a Nikolai, que llevaba un lastre enorme en Naturales, y le había tocado hacer el trabajo con el típico calor español de ciudad del interior de la Meseta al que no se acostumbraba del todo. Lo bueno era que, por influencia del azar (o eso creía él) le había tocado hacerlo con la Vane, que había suspendido las dos evaluaciones anteriores. Pensar en poderla ver las tetazas que enseñaba en sus atrevidos escotes era algo que le ponía tiesa la tranca. Y precisamente, aquella calurosa tarde de verano, habían quedado juntos para ver cómo lo organizaban todo; el trabajo tenía que ir sobre la célula y sus diversos tipos y era algo complicado porque había muchos tipos y tenían poco tiempo antes de los exámenes, que era cuando lo tenían que entregar.

De todas formas, Nikolai estaba algo turbado, aparte de por la visión de las tetas de Vanessa, por la extravagante historia que le había contado su padre. ¿Cómo era posible que…?

¡RING! ¡RING!

De repente el timbre sonó brutalmente, y Nikolai despertó de su ensoñamiento y fue a abrir la puerta: en el sonido metálico del interfono escuchó la sensual voz de Vanessa, que le pedía que abriera la puerta.

-Va, sube –contestó él embelesado.

Decidió esperarla con la puerta de arriba abierta, no sin antes pasar rápidamente por su cuarto y cambiarse la camiseta roída que solía usa en casa por otra sin mangas, ajustada, que le marcaba a la perfección el vientre firme y con incipientes cuadraditos que se le marcaban. Llevaba unos meses yendo al gimnasio, y aunque a su padre no le parecía bien del todo por la edad, su cuerpo adolescente se iba definiendo y ya tenía unos bíceps y unos abdominales que le hacían ser la envidia de todas las chicas del insti…y de algún que otro chico.

Pero cuando Vanessa salió del ascensor, se quedó con la boca abierta de la sorpresa: delante de él tenía a toda una mujer; llevaba una camiseta de tirantes de lycra, muy ajustada que hacía que se le notaran los pezones, un pantaloncito vaquero que apenas era más largo que las bragas, y unos zapatos de tacón alto que hacían que enseñara todos sus encantos: sus perfectas piernas, su culo duro y firme, y sus pechos turgentes. Se había maquillado en casa, y aunque ya era guapa de por sí, en ese momento era explosiva.

-¿No me invitas a pasar o qué? –dijo ella medio riéndose, al comprobar que las armas que había utilizado para seducirle habían funcionado.

-Ehh….sí, si…pasa…claro… -dijo vacilante Nikolai.

La invitó a pasar al salón de su caso, y la ofreció un refresco, a lo que ella respondió que vale, pero que prefería un vaso de agua bien fría: en la calle hacía un calor insufrible y estaba muerta de sed. Nikolai fue a la nevera y le echó en un vaso agua fría de una jarra. Vanessa tomó el vaso, y procedió a beber, pero intencionalmente trazó un plan sobre la marcha: fingió que se atragantaba, e hizo que parte del agua se le resbalara por la comisura de los labios y llegara hasta la ajustada camiseta blanca, haciendo que una mancha de humedad marcara aún más sus ya enhiestos pezones, que comenzara a transparentárseles de forma provocativa. Nikolai, ante esta situación, se quedó mudo y pálido. Sabía que la Vane era la chica de Pablito, pero en aquel momento estaba muy lejos, y sus instintos podían más que la razón, que le decía internamente que quererse liar con la novia de su amigo estaba mal. Vanessa decidió provocarle aún más, y  le dijo con voz muy sensual:

-Huy, Niko, perdona…se me ha caído un poco de agua.

-¿Qui…quieres que te ayude a secártelo? –dijo Nikolai, muy nervioso. La verdad es que acababa de decir una tontería, ya que en esos momentos hacía tanto calor que casi se agradecía mojarse.

-Ven aquí, nene, y sécamelo –le dijo Vanessa al rumano, que ya no podía controlarse más. De repente, la tensión sexual estalló por fin: Nikolai estaba donde la Vane le quería. Y entonces sucedió. Nikolai hizo amago de coger un trapo que había en la cocina para intentar secarle el escote, pero ella cogió su cabeza y se la llevó a sus tetas.

-Nikolai, he visto cómo me miras y sé que me deseas, que quieres tenerme, que te mueres de ganas por hacerme el amor. Y yo sé que tu eres un hombre de verdad, un machote y no el niñato ese de Pablo, que se corre enseguida. Tú tienes pinta de ser todo un semental.   Y acto seguido, le besó en la boca con gran pasión, sintiendo sus labios juntarse, y el calor de sus bocas fusionarse en un largo beso. Mientras tanto, Vanessa no perdía el tiempo, y empezó a acariciar a Nikolai, primero sus gruesos y formados bíceps, luego su torso escultural, y por último, su paquete, que estaba empezando a adquirir proporciones enormes. Por otra parte, Nikolai había comenzado a tocar sus enormes tetas, y a intentar quitarla el top de lycra, que se le resistía.

-Espera, te ayudo –dijo la Vane, y se bajó los tirantes de su camiseta, para hacer que Nikolai tuviera acceso a sus tetas, aún detrás del fino sujetador de color gris que llevaba. No tardó mucho en intentar desabrocharlo, y aunque le costó, consiguió deshacerse de él y así poder contemplar en todo su esplendor aquel manjar de la adolescente.

Mientras tanto, Vanessa le empezó a bajar el pantalón de chándal y a acariciarle la polla por encima del bóxer que llevaba Nikolai. Éste estaba a reventar: llevaba 3 días sin hacerse una paja, y estaba cachondísimo, además de que esta podría ser ser, por fín, su primera vez con una chica. Vanessa le bajó los calzoncillos del todo, y empezó a pajearle, mientras el chaval comenzó a meter mano a la zorrita y a acariciarle su suave coño depilado. Esto la puso en órbita: ya no podía más. Estaba segura de que Nikolai era ÉL. Y se lo tenía que follar. En seguida.

-¡Vamos Nikolai, no aguanto más. ¡FÓLLAME, JODER! –dijo Vanessa descontrolada.

-Pero…no tengo condones aquí. Si quieres bajo a comprarlos –dijo Nikolai un poco preocupado pese a su excitación. No se veía en condiciones de hacer la marcha atrás.

-Da igual, coño…tomo la puta píldora, no te preocupes.-mintió Vanessa. ¿Es la primera vez que lo haces?

-Pues…si –dijo el chico rumano, algo avergonzado.

-No te preocupes…yo te guiaré…quítame las bragas –dijo con un tono extraño en la voz.

Nikolai la quitó el diminuto pantalón, y las bragas que llevaba, dejando a la luz un bellísimo coñito juvenil, mojadísimo. Tenía los labios gordos y llenos de sangre, lo que le daba un color rojo casi diabólico, como si estuviera pidiendo que se la metiera sin piedad para consumar el éxtasis. Vanessa de sentó en la mesa de la cocina, y expuso su coño ante la alucinada vista de Nikolai, el cual acarició suavemente el clítoris de Vanessa, pero sus torpes movimientos no hicieron más que ponerla a 1000.

-Venga, ahora agárrate la polla y ponte sobre mi coñito, guapo.- le indicó. Él la hizo caso: cogió su gordo aunque corto cipote, y lo puso en los labios vaginales rebosantes de flujos de Vanessa, que se estremeció al sentir el tacto suave y ardiente de su polla en su jodido coñito de ramera.

-Ahora, ¡empuja! –dijo la chica, totalmente desquiciada. Quería sentir ese cipotazo gordo dentro de ella. Y además, necesitaba su semilla.

Entonces Nikolai, muy cachondo y excitado, empujó suavemente, con miedo, y le metió el gordo capullo dentro de su coño, donde sintió una sensación de humedad y placer indescriptible. Soltó un gemido algo escandaloso y la metió toda entera. Había perdido por fin la virginidad.

Vanessa sintió una descarga eléctrica cuando palpitó dentro de ella la polla de Nikolai. ¡Por fin la tenía dentro! Ahora sabía que los planes del Amo iban a funcionar…sólo tenía que conseguir que aquel muchacho se corriera dentro, cosa que no parecía que tardaría en ocurrir, y de paso se pasaría un buen rato. Y es que Nikolai estaba en la gloria. Su rabo salía y entraba torpemente del coño de Vanessa, lo que le provocaba un enorme placer al no haber nada entre su polla y las paredes ardientes del coño de Vanessa, que le acogían la polla y le estaban volviendo loco.

-Mmm, si, joder…ahhh…..joder tía, me voy a correr, que gusto. –gemía cada vez más fuerte Nikolai.

-Venga nene, córrete en mi chocho caliente, joder…¡CÓRRETE YA! –suplicó la chica, totalmente descontrolada, y como poseída, empezó a contraer la vagina: quería extraerle hasta la última gota de leche. Nikolai ya no aguantaba más: llegó al punto de no retorno y notó cómo le palpitaba cada vez más la polla.

-Ahh…sí… ¡ME CORRO PUTA, ME CORROOOOOO! –dijo Nikolai descontrolado, sin importarle ya Vanessa…se sentía cómo en el paraíso cuando empezó a llenar de espesa leche rumana el coño de la española, que absorbía los trallazos de semen que le propinaba el muchacho.

-¡ARRRGGGG…SIIII…CÓRRETE CABRÓN! –rugió Vanessa con una voz que no parecía humana. Estuvo así unos 30 segundos, hasta que Nikolai desfalleció y  se sentó en una de las sillas de la cocina. En estas, cerró los ojos y echó la cabeza atrás. Pero Vanessa, que ya estaba repuesta porque no le había dado tiempo a correrse, se vistió en seguida, y según salía al pasillo, vislumbró en el salón algo que hizo que se le iluminara la cara: de casualidad había visto aquello que el abuelo de Nikolai y luego su padre habían guardado celosamente durante más de 60 años: una caja de madera, con el sello de las viejas armas de Rumanía dónde se hallaba el objeto más preciado para Vanessa. Entre  el polvo que acababan de echar y esa visión, pensó que tenía que recuperar aquella caja y su contenido al precio que fuera. Había sido una suerte que ambos chicos tuvieran el mismo profesor de Ciencias Naturales, ya que a Vanessa no le fue difícil convencer para que hicieran el trabajo juntos a cambio de limpiar el sable y tragarse el amargo semen de aquel viejo verde. Por ello, se dirigió a la puerta, y sin haber dado tiempo a Nikolai siquiera a recuperarse de aquella tremenda corrida, gritó “¡Adiós Nikolai, ya quedaremos otro día para lo del trabajo!” cerró la puerta por fuera sin darle tiempo al chico siquiera a reaccionar. En cualquier caso, sabía que no tardaría en volver a aquella casa…