Los chavales del barrio (05: Un pasado inquie.. 2)

Las extravagantes aventuras del teniente Ion Pentrescu en Berlín...

Berlín, aeródromo de Tempelhoff, 30 de octubre de 1943

El viento otoñal, que presagiaba un duro invierno arreciaba fuertemente cuando un Junkers-JU 52 de transporte de tropas hizo la maniobra de aproximación. Al cabo de unos segundos el aparato tomó tierra y completó el aterrizaje. De él salieron dos compañías de soldados de las SS que habían sido relevados de la campaña, 3 zorras de compañía y nuestro risueño teniente. La verdad es que los SS se habían divertido de lo lindo con aquellas muchachas… ¡joder! En teoría eran azafatas auxiliares, personal aéreo de la Luftwaffe pero… ¡vaya panda de rameras! Tragaron polla y lefa hasta casi reventar, y en las 4 horas de vuelo desde Kiev, se habían cepillado a 20 soldados y le habían limpiado el sable a Ion Pentrescu y al capitán de la aeronave. Todas chorreaban goterones de simiente de macho nazi por las bragas y los muslos, con el coñito ardiendo de tanto ser folladas y los carnosos labios mayores de las 3 enrojecidos de recibir tanto rabo.

Una vez en la pista de aterrizaje, un oficial de la GESTAPO, alto, delgado, con un abrigo de cuero negro y un sombrero de fieltro, algo raido y también negro se acercó y le pidió de forma brusca que se identificara.

-Aquí tiene mi documentación –dijo el teniente muy seguro.

El policía le miró, comprobó el permiso de viaje y la cédula de identidad de Ion Pentrescu se los devolvió.

- Herr Teniente… ¿cuál es el motivo de su visita a la Gran Alemania? –preguntó inquisitivo el nazi.

-Vengo en misión oficial por orden del general de brigada Petre Calinesco, del 2º Ejército rumano. Tengo órdenes de visitar al Profesor Gabriel von Hammersmarck.

-¡Vaya! ¡Qué casualidad! Resulta que yo soy muy amigo de Herr Professor . Estaba destinado con él en la sección IV/A hasta que me trasladaron a Vigilancia Aeroportuaria. Bueno, teniente… ¿puedo ver qué lleva en su maletín?

-Lo siento, Herr Offizier, es estrictamente GEKADOS –dijo Pentrescu con cara de póker, y le enseñó el salvoconducto que se le había proporcionado por correo urgente apenas unas antes de salir de Kiev, gracias al profesor amigo de su padre.

El policía se quedó pálido al ver la firma al pié de la carta: el mismísimo SS-Reichsführer Heinrich Himmler.

-Está bien…todo en orden…disfrute de su estancia en el Reich. ¡Heil Hitler! –exclamó marcialmente el oficial del Servicio Secreto, que hizo el saludo nazi y desapareció entre la niebla.

Como miembro de un país aliado, podía utilizar el transporte público alemán a un precio casi ridículo, por lo que paró a un taxista en el mismo aeropuerto y le indicó al taxista la dirección, que hizo palidecer a éste: Prinz-Albretch-Strasse Nº. 8, donde se ubicaba el lugar más peligroso de Alemania: la RSHA. En sus sótanos habían desparecido miles de personas, consideradas enemigos raciales, políticos, sociales o sexuales del "Nuevo Orden", y cuyo jefe dirigía y supervisaba todo lo que allí acontecía: el SS-Obergruppenführer Ernst Kaltenbrunner. Pero no lo controlaba todo: había en el último piso del edificio viejo y gris una sección sobre la que no tenía ningún control, y que actuaba únicamente a las órdenes del Reichsführer Himmler: la División de lo Paranormal de las SS, en la que mandaba el Profesor, amigo del padre de nuestro teniente. Allí se practicaban en secreto multitud de rituales mágicos, en los que el Profesor ejercía de una especie de chamán, y podía dar rienda suelta a su gran y excéntrico apetito sexual: en resumen, era un gran jodedor.

Prinz Albretch-Strasse, 8, Oficina Central de Seguridad del Estado

Ion Pentrescu entró por la imponente puerta del monstruoso edificio situado en el Berlín decadente y bombardeado de 1943, dónde, en palabras del SS-Gruppenführer Hermann Fegelein, cuñado de Hitler y mano derecha de Heinrich Himmler, "todo se va a la mierda". Era un hombre acostumbrado a buenas dosis de cocaína y hermosas zorritas a las que solía llenar su cara de caliente semen.

Pentrescu preguntó a un alto y guapo oficial con el grado de Obersturmbannführer y las charreteras de plata de teniente coronel por el despacho del Doctor Von Hammersmarck, y le enseñó el documento que le había ido abriendo todas las puertas. A pesar de su mayor rango, el teniente coronel, impresionado sin duda por el mágico pasaporte firmado por Himmler le indicó servilmente cómo llegar al piso de " Herr Professor ". Subió una bonita escalera de madera tallada con motivos de la mitología escandinava y se encaminó hasta la entrada del despacho. Dio un breve golpe a la puerta, y una voz madura pero elegante le indicó que pasara.

El despacho era enorme. Estaba decorado con una gran mesa de madera de roble maciza que ocupaba casi toda la estancia. En una pared se encontraban los numerosos títulos y honores académicos que el Profesor había cosechado por todo el mundo escritos en casi todos los idiomas del globo, y en una estantería que ocupaba la práctica totalidad de las paredes se encontraba una enorme colección de libros de diversas disciplinas. Si nos fijamos bien, veremos que en la biblioteca privada de Gabriel von Hammersmarck predominaban los libros sobre antropología sexual y las revistas pornográficas, prohibidas entonces en todo el Tercer Reich. Pero lo que más llamó la atención al joven teniente rumano fue su gran colección de falos conservados en formol, de auténticos pollones, de rabazos bien grandes y jugosos (alguno llegaba a los 30 cm de longitud) conservados en la vitrina. Ion se quedó mirando las trancas, absorto, con la cabeza ida y solo pensando en meterse una de aquellas pollas en la boca. Empezó a ponérsele morcillona la suya.

-Niño, ¿te gustan mis pitos?

Pentrescu reaccionó de repente y giró la cabeza hacia dónde procedía la voz. Un hombre de unos 50 años, atractivo y vestido con uniforme de SS-Gruppenführer con numerosas condecoraciones cruzándole el pecho se hallaba detrás de la mesa. Era rubio oscuro, con ojos azules-grisáceos y mediría 1,73m, aunque sin ser alto imponía mucho. El teniente se cuadró ante él.

-Déjate de bobadas, anda, podrías ser mi hijo. ¡Dame un abrazo! –Exclamó. No te veía desde hace mucho tiempo, Johann –el profesor siempre le llamaba por su nombre traducido al alemán.

El teniente abrazó al profesor, que apretó su cuerpo fibrado contra el del teniente, lo que hizo que la dura polla del rumano se frotara con el muslo del profesor. DE repente, éste notó cómo se frotaba con lascivia la polla con el muslo del general, aunque lo atribuyó a la euforia del momento. Después pidió al teniente que se sentara en una butaca de terciopelo, le sirvió una copa de coñac recién traído de Francia y le habló en los siguientes términos.

-Hijo mío, te agradezco que hayas venido de tan lejos velozmente, pero el asunto no es para menos. Si lo que dices que has encontrado es lo que creo, estamos ante una situación muy delicada. El poder de ese instrumento es muy grande, y utilizado en la manera apropiada puede convertir a toda la humanidad en un ejército de zombis hambrientos de sexo y lujuria, en una palabra: permitiría al dueño del Falo de los Kurganes dominar el cuerpo y las almas de toda la humanidad. Por ello, creo que tienes las cualidades necesarias para ser el custodio de esta reliqui maldita por Aquel cuyo nombre debe permanecer en secreto. Las iniciales que viste en Kiev, "D.A.F." son su nombre, que no debe ser pronunciado en presencia del objeto. Déjamelo ver

Nicolai abrió el maletín de aluminio dónde guardaba envuelto en un paño de lino el extraordinario objeto. Al sacarlo, una corriente aire recorrió la estancia, y el cielo se oscureció de repente. El profesor lo cogió, pronunció unas palabras en una lengua extrañísima, y después dijo en rumano:

"Yo te bautizo en el nombre de Aquel Cuyo Nombre no Debe Ser Pronunciado, de ahora en adelante la orgía será tu única meta, y tu sagrado deber custodiar el Santo Falo de los Kurganes de Dacia"

Después de decir esto, el tiempo pareció detenerse para los dos hombres de la habitación; sin mediar palabra, teniente y general se fusionaron en un beso apasionado, y sintieron de repente una excitación terrorífica, por lo que empezaron a acariciarse lascivamente, cómo sin ser conscientes de ello, cómo si una conciencia ajena a ambos hubiera tomado el control de sus cuerpos, y les guiara cómo si fueran títeres de una mano oscura y poderosa.

Ambos militares empezaron a desnudarse, y una vez hecho esto el profesor pronunciaba extrañas frases en una lengua incomprensible, perro que a los pocos segundos una voz interior traducía a órdenes que el teniente obedecía. Sin más preámbulos, se introdujo el cipote del general en la boca, notando un sabor a macho madura al que se acostumbró enseguida. Comenzó a chuparle la polla lentamente, lamiendo el capullo y después engulléndolo, mientras hacía que el general se retorciese de placer. La polla del general, de unos 17 cm y muy dura, comenzó a segregar líquido preseminal que se iba tragando nuestro excitado teniente, que se masturbaba frenéticamente. En su cabeza resonaban miles de pensamiwentos obscenos, pero al final tuvo que rendirse al capricho de uno de ellos: la sodomía pasiva.

-¡Ahh…joder, no aguanto más….sodomízame, profesor, bautízame con el semen del guerrero kurgano! Lléname el culo de leche caliente, ¡sí!-exclamó poseído por la lujuria el teniente.

-¡No!...no debemos consumar esto…me correré en tu cara…presenta tus respetos, basura...Mámame el nabo…chúpalo como si fueras una ramera del demonio, pedazo de cabrón.

Dicho y hecho: el teniente se puso de rodillas y empezó a masturbar frenéticamente al profesor alemán, que empezó a poner los ojos en blanco. Con la otra mano se descapullaba frenéticamente la polla, que estaba al rojo vivo fruto de la tensión acumulada y de aquella fuerza invisible que se llevaba a actuar como animales. –Ahh, si, yo también me voy a correr, profesor.

-Sigue niño, córrete, pero traga mi santa lefa de chamán kurgano…joder…me corro, trágatelo… -y pronunció, mientras expulsaba un chorrazo enorme y bestial de semen más caliente de lo normal, una serie de palabras en aquella lengua incomprensible para el teniente, pero que tragó como un famélico puto aquella leche, deliciosa sin dejar ni una gota.

-Ahora, córrete en el Falo…llénalo de leche..¡Ven, trae aquí! –el profesor le cogió por la polla y empezó a masturbarle a un ritmo frenético, que provocaba un éxtasis total al joven rumano, que al poco tiempo estalló.

-¡JODEEER, SIIII, ME CORRO….TOMA LECHE….AHHHHMMMM! –y eyaculó fuertemente en el objeto de piedra, aunque con menos fuerza que el profesor. De repente, empezó a tomar consciencia de lo que había ocurrido, y abrumado por la emoción, se desmayó...

Cuando el teniente Pentrescu recobró el conocimiento, el profesor Gabriel von Hammersmarck y él estaban vestidos, y recostados en dos ámplios sofás turcos en otra habitación. El profesor, al ver que Ion empezaba a reaccionar, le propinó una bofetada que lo espabiló del todo y le dio un sobre con el maletín que había traído.

-Johann, debes ir a España sin pérdida de tiempo, ya he arreglado tus papeles; has sido testigo del gran poder que tiene ese objeto, y por ello debemos asegurarnos que no cae en malas manos, ya que, junto a él, si se recita una clave secreta escrita en arameo, junto con el nacimiento de un descendiente del Elegido Sagrado y la Gran Ramera, el sujeto fruto de esa unión será la reencarnación del espíritu de D.A.F., nombre que no debe pronunciarse. La Gran Ramera desciende de un antiguo linaje de brujas desde tiempos de la Hispania romana, y la clave está en un pergamino custodiado en la iglesia de San Martín de Frómista, en la localidad de Palencia, España. Debes ponerte en contacto con un militar español, pronazi, que sabe casi tanto como yo y que está buscando el falo. Para ello, te harás pasar por un nazi rumano que quieres entregarle el objeto para lo que él y otros miembros de la jerarquía nazi lo ambicionan: dominar el mundo ahora que la guerra está cambiando las tornas y es muy probable que todos seamos consumidos en un infierno. Una vez que entres en contacto con él, deberas asesinarlo, quemar su cadáver y robar el pergamino y huir. Varios agentes de confianza del ABWEHR te servirán de cobertura, y te pondrán en contacto con este poderoso militar: se trata del Duque de Bilbao, Felipe de Zumalacárregui