Los celos Final

Final de la historia.

Los celos Final

"Al despertar noté el dolor de mi cuerpo, mis pechos estaban rojos a sí como nos nalgas, un increíble escozor me recordaba lo que había sucedido aquella noche, mi cuerpo destilaba sexo por los cuatro costados así como mis sabanas permanecían mojadas producto de mis fluidos, Susana se quedo un tiempo en mi cama, acunando mi cuerpo.

-Mañana estarás dolorida, te dejaré una crema para tu ano, te duchas y te la pones, no te preocupes yo haré que tu culo sea perfecto.

Después se levantó dejándome sola en la cama, conseguí dormir sobre las tres de la mañana pensando en un nuevo día."

Por la mañana me levanté he hice lo que Susana me dijo, me di una ducha y unte la crema, mientras pasaba mis dedos extendiendo la crema recordaba a Susana penetrandome, me sentía contenta de poder estar con ella y saber que me deseaba tanto como yo a ella, simplemente me puse mi tanga y baje a desayunar.

-Buenos días, ¿cómo estás? .-Dijo sonriendo cuando me vio.

-Bien.-Me quedé mirando su cuerpo, sus pechos y a aquellas argollas en sus pezones.

Me acerqué agachándome para besarla, Susana me agarró del pelo haciendo que me pusiera de rodillas entre sus piernas.

-Dame los buenos días como merezco cariño.-Dijo apartando el tanga, no esperé más e hinque mis labios en su coño, mi lengua jugaba con su clítoris, mientras ella seguía viendo las noticias, solo movía las caderas para sentir más profundo mi lengua, hasta que su cuerpo se arqueo y un fuerte gemido salió de su garganta, absorbí toda su corrida sin dejar un espacio sin lamer.

-¡Dios!, que maravilla Lola.-Dijo levantándome para meter su lengua con fuerza en mi boca.-¿Cómo tienes tu culo?.-Susana me giró por mis caderas de manera que mis nalgas quedaron en frente de su rostro, colocó un dedo en cada costado y fue bajando hasta que mi tanga quedo en los pies, comenzó a besar mis nalgas a la vez que las separaba, aún me dolían al hacer aquel movimiento pero el deseo era superior al dolor así que me deje hacer.-Lo tienes un poco irritado, hoy lo dejaremos descansar, creo que mañana ya podremos hacer algo.-Dijo pasando su lengua por el contorno cosa que hizo que mi piel se erizara.-Prepara el desayuno mientras me ducho y luego vamos a buscar tus cosas, bueno eso si quieres quedarte aquí.

-Si...claro.

Eran las diez de la noche, habíamos estado rompiéndonos a trozos durante todo el día y seguíamos en las mismas, aunque cada vez tenía más claro por lo que había pasado Lola, hacía rato que había dejado de oír lo que decía simplemente me sumergí en mis pensamientos esperando a que acabara.

-Creo que estás perdida Lola.-Dije rompiendo mi silencio.

Lola se quedó mirándome fijamente, sus ojos permanecían rojos.

-¿Por? .-Lola se apoyó sobre el respaldo dejándose caer hacia atrás, estaba tan rendida como yo, herida tras herida nuestros cuerpos no dejaban de sangrar convirtiéndonos en despojos.

-La culpa fue mía.-Cada vez lo tenía más claro.-Cuando de alguna manera te empujé a irte de casa.

-Me fui yo, no lo olvides.-Dijo Lola con voz cansada.

-Ya lo sé, pero fue una huida hacia delante, un salto al vacío, entonces aparecieron Pierre y Susana, cuando estos te echaron...-Me detuve unos segundos esperando una reacción de su parte, la cual no se produjo, Lola seguía apoyada en el respaldo con los ojos cerrados.-Fueron Marcos y David los que aprovecharon tu debilidad, más tarde ellos te volvieron a echar y aparece de nuevo Susana y estoy seguro que sucedió algo para que esta sutilmente te cediera a Sergio, Lola ¿entiendes por donde voy?.-Dije intentando que me siguiera.

-No, no tengo ni idea de a dónde quieres ir a parar.

-Es imposible que te sintieras atraída por todos, simplemente te sentías sola y has estado buscando ese punto de apoyo, te has convertido en algo que tú no quieres simplemente por necesidad.

Lola negaba con la cabeza, estaba luchando contra ella misma, sabía perfectamente que tenía razón.

-No sé si lo que me cuentas es verdad o no, pero sí tengo claro que me mentiste cuando dijiste que ya no me querías, si realmente no me quisieras no te habrías negado a seguir con el juego y si embargo te detuviste, de eso solo puedo sacar dos cosas, una que no estás tan colgada por Sergio y dos que todavía me quieres.

-Estoy cansada Carlos, cansada de hablar del mismo tema, ya no puedo más.-Su cara reflejaba el dolor al que nos estábamos sometiendo.

-Yo también Lola...vuelve conmigo.

-¿A dónde?

-A casa, vuelve, luego haz lo que quieras, no te impediré que veas a Sergio, pero necesito que estés conmigo, pasemos esto juntos.

-No sé si sería lo mejor, y tampoco sería justa contigo.

-Arriesguémonos, necesitas estabilizarte, eso lo sabes también como yo, y la mejor forma es volviendo conmigo, luego tú decides que es lo que quieres hacer, pero dame esa oportunidad.

-¿Y Vanesa ?

-Vanesa es una parte de mi vida, no lo puedo negar, pero ella no eres tú.

-Necesito tiempo Carlos, no es tan sencillo.

-No me pidas más tiempo Lola, ya hemos dejado pasar demasiado tiempo, no volvamos a equivocarnos.-Necesitaba presionarla aún sabiendo que podía perderla,pero algo dentro de mí me decía que hacía lo correcto.

-Será mejor que volvamos a Barcelona.-Lola se levantó de la silla y se encaminó hacia la casa.

A las diez de la noche llegamos a mi casa, Lola había aparcado en doble fila, durante todo el camino estuvimos en silencio, ninguno quería hablar, tal vez por mi parte no me atrevía a decir nada que pudiera perjudicar el poco terreno ganado, y quizás ella le diera miedo dar falsas esperanzas.

Iba a bajar del coche cuando le sonó el móvil, Lola me lo enseñó para que viera quien la llamaba, era Sergio, durante unos segundos nos quedamos mirando a los ojos.

-Le voy a decir que se olvide de ti, pero eso no significa que vuelva a casa,¿lo entiendes? .-Dijo mirándome, su cara reflejaba el dolor de una despedida.

-Lo entiendo, aunque no lo comprendo respetaré tu decisión, pero recuerda que no estoy dispuesto a esperar mucho tiempo, quiero que a partir de ahora pase lo que pase seamos sinceros el uno con el otro.

-Me parece justo.-Lola sonrío tímidamente, ¡Dios!, como amaba esa sonrisa.

No pude reprimirme y le bese en los labios, por un momento sentí sus labios medio abiertos invitándome a entrar, pero no quise, no quería caer en falsas esperanzas, debía dejar un tiempo prudencial para que fuera ella la que quisiera estar conmigo.

-Espero tu llamada.-Dije una vez que logre desprenderme de sus labios.-No tardes por favor.

-Si, hablamos.-Su teléfono dejó de sonar, esa fue mi primera victoria.

Lola arrancó perdiéndose entre la circulación, me llamé idiota, estúpido, insensato, la dejaba ir, podía haber intentado que subiera conmigo, pero no pude, no era lo correcto, eso hubiera sido forzar la situación, presentía que iba por buen camino y me descubrí sonriendo por fin, Lola había dejado la puerta abierta.

Al entrar en casa me di cuenta que estaba agotado física y mentalmente demasiadas emociones en tan poco tiempo, pero sorprendentemente me sentía bien, había hecho todo lo posible ahora solo faltaba esperar, me di una ducha y sin perder tiempo me fui a dormir.

Eran las once de la mañana cuando sonó mi teléfono era Vanesa.

-Carlos?

-Hola Vanesa.

-Como estás?

-Mejor, mejor.

-Me alegro¿te apetece comer conmigo?

-¡Claro!¿dónde ?

-¿Qué tal en el Amor Francés ?

-Genial.-Recordé nuestra primera cita.

-Genial y de paso me acompañas a otro pase.

-Uf! Eso suena calentito.-Dije riendo.

-Jaja, tengo un regalo para ti.-Su voz sonó morbosa.

A las dos de la tarde me encontraba en la puerta del restaurante, para mi sorpresa estaba cerrado, intenté hablar con Vanesa para decirle de buscar otro lugar pero no obtuve respuesta, a los cinco minutos las vi venir, Vanesa y María venían cogidas de la mano, Vanesa me sonreía mientras yo admiraba aquellos cuerpos, el playero de Vanesa apenas le cubría su cuerpo, así como María llevaba unos shorts que dejaban sus piernas al aire descubriendo la largura de estas, destacaban sus gemelos provocados por sus zapatos de tacón, una camisa ancha y su melena recogida en una coleta.

Al llegar a mi altura Vanesa se lanzó a mi cuello, nuestras bocas se juntaron haciendo que nos perdiéramos el uno con el otro, su cuerpo se pegó al mío recordándome sus curvas, mis manos la sujetaban por su cintura acosando aquellas redondas nalgas,¡por Dios!, con ella era paz y armonía, era poseedora de aquel don, podía ser la mujer más morbosa del planeta y a la vez transmitir sosiego, nada forzado sino de una forma espontánea.

-Que ganas tenía de verte.-Dijo una vez nos separamos.

-Yo también.-Por un momento me embargó la culpabilidad, era como si no me mereciera estar bien con ella, hubiera deseado rechazar aquel beso o ignorar su cuerpo, era como traicionar a Lola, pero me era imposible, no, no podía ser impasible ante Vanesa.

-Bueno!!, te lo vas a comer tu solita.-Dijo María que para mi sorpresa me besó en los labios, mis mano se pusieron en sus caderas sintiendo por primera vez su cuerpo, por el rabillo del ojo descubrí a Vanesa riéndose, entonces comprendí su regalo, sujete fuerte a María y la volví a besar, pero esta vez nuestras lenguas se presentaron, recorrí su boca descubriendo nuevos espacios donde habitar, mis manos se dirigieron a sus nalgas apretándose hacia mi cuerpo, allí en medio de la calle, a la vista de todos estaba con dos mujeres maravillosas.

-Vale,vale ya, vais a hacer que me ponga celosa.-Dijo Vanesa haciendo como si se enfadara.

-Vamos a comer.-Dijo María mirándome.

-¿Dónde vamos?-Pregunté.

-A mi casa.-Dino María.

-Y tu negocio?

-Estamos de obras, hasta fin de mes no abrimos.-No quise preguntar por su marido, no era asunto mío.

Íbamos los tres cogidos por la cintura, una a cada lado mío haciéndome dueño de aquellos cuerpos.

María vivía a dos manzanas de su restaurante, nada más subir al ascensor María agarró a Vanesa por la cintura y me regalaron un beso lesbico, sus lenguas entraban con fuerza la una dentro de la otra, lastima que María vivía en un segundo piso y el viaje fue corto, al llegar se separaron riéndose de mi cara.

Nada más entrar María se convirtió en un cervatillo en manos de dos leonés, nada más cerrar la puerta la cogí de la cintura para volverla a besar, mientras nuestras lenguas se volvían a juntar Vanesa le desabrocho sus shorts, no desaproveché para meter mi mano por debajo de sus transparentes bragas, un calor me dio la bienvenida, un fino vello ya un tanto húmedo, solté su boca para dejar a Vanesa que ocupó mi espacio, me separé un poco para admirar sus cuerpos, sus dos colores mezclados, me fui desnudando viendo aquel espectáculo, Vanesa le saco la camisa despacio mientras María me miraba con los labios mojados de nuestras salivas, recorría mi cuerpo deteniéndose en mi verga ya dispuesta para atravesar sus defensas, la lengua de Vanesa recorrió aquellos pechos deteniéndose en sus pezones mientras la María peinaba su cabello, poco a poco la lengua de Vanesa descendía, su ombligo fue invadido preludio de la invasión de sus labios vaginales por Vanesa, María se estremeció al sentir el contacto, me acerqué a ellas desnudo, volví a besar a María y Vanesa intercambio nuestros sexos, intercambiaba su coño con mi verga dándonos placer a los dos, era como si nos estuviera preparándonos generosamente.

Vanesa giro el cuerpo de María quedando sus nalgas a nuestra disposición, abrió sus cachetes dejando a la vista su agujero, dos fuertes nalgadas hicieron que una risa morbosa saliera de los labios de María, yo tenía mi verga a la altura de la cara de Vanesa, vanesa miro hacia arriba mirándome a los ojos.

-Follate a esta puta.-Dijo riéndose.

Inclino a María para que su culo quedará en la posición y agarrando mi verga la guió hacia el coño de María, María suspiraba.

Poco a poco mi verga invadía su interior extendiendo su calor amo cuerpo, despacio pero si pausa mis movimientos cogían velocidad, los ojos de Vanesa estaban clavados en mi verga, acerco sus labios juntándolos en una maravillosa comunión de nuestros sexos, lamia mi verga cada vez que quedaba libre absorbiendo los jugos del sexo de María, para luego retirarse y seguir lamiendo los labios vaginales de María, los gemidos aumentaban llenando el vacío de la casa, María se tensó indicando un orgasmo que fue recogido por la boca de Vanesa, seguí perforando hasta sentir como mi placer se hacía visible, saque mi verga para derramar mi semen en las nalgas de María, nos quedamos quietos reponiendo fuerzas durante un par de minutos.

-Uf!!, será mejor que nos lo tomemos con calma.-Dijo María sonriendo.-Vamos a comer algo y luego seguimos.-Dijo dándose la vuelta para besar mis labios.

Nos reímos los tres de la situación.

  • Me voy a duchar y preparo algo de comer.

María se perdió por el pasillo dejándonos ver sus nalgas todavía manchadas de mi semen.

-Te ha gustado mi sorpresa.-Dijo Vanesa abrazándome.

-La verdad es que si, creía que iba relacionado con Marta.-Dije besándole la frente.

-Jaja, bueno eso también lo puedo conseguir, ya sabes que está loca por mi chochito.

Después que salió María de la ducha fue el turno de Vanesa, estuve a punto de acompañarla pero la visión de María en bragas moviéndose por la cocina me distrajeron, ella miraba por encima del hombro y me sonreía sabiendo dónde tenía clavados mis ojos.

-Tienes vino blanco en la nevera, puedes servir dos copas mientras sale Vanesa de la ducha.-Dijo sin mirarme.

Llené dos copas y le ofrecí una a ella, me fijé en sus pequeños pechos, sus pezones junto a dos aureolas marrón claro me llamaban la atención y sin poder resistirme atrape uno con mis labios sintiendo como María se estremecía al sentir el contacto de mi lengua, automáticamente bajo su mano hasta alcanzar mi verga.

-Uf!!, sigues cachondo.-Su voz era morbosa.

-Es culpa tuya.-Le dije besando su cuello.

-Déjame que te ayude con esto.

María se arrodilló y tras besar mi glande se la introdujo por completo en su boca, recordé a Sebastián cuando Vanesa le estaba haciendo una relación mientras él se fumaba un porro, solo que yo había cambiado el porro por una copa de vino, María la sacaba y metía de su boca sin dar tregua mientras me miraba con la mirada cargada de vicio, así estuvo hasta que sentí como me corría dentro de su boca, María se la saco de la boca mostrándome la corrida, sonrío y la engulló, se levantó sin dejar de mirarme y se bebió la copa de vino de un trago.

Al poco entró Vanesa en la cocina, llevaba su pelo aún mojado, no hizo falta que preguntara lo que había pasado pues lo supo nada más vernos, más tarde me confesó que había tardado más de la cuenta a propósito pues sabía que algo pasaría entre los dos.

Después de comer María nos llevó a su habitación donde entre las dos me poseyeron sin darme cuartel.

Hacía casi un mes que habíamos llegado de Sitges Lola y yo, no tenía noticias de ella, incluso pensé que la había perdido definitivamente, que mi esperanza había sido en vano, estuve tentado en llamarla pero ya no tenía fuerzas para seguir con todo aquello, lo había intentado y había fallado hasta que un lunes por la tarde cuando llegué de una urgencia, unos riegos habían estallado por culpa de una subida de presión, recuerdo que hacía una calor horrorosa, al llegar a mi portal sentí un puñetazo en mi estomago, mi garganta se cerró sin dejarme respirar, Lola estaba sentada en un banco con las piernas cruzadas, al lado habían tres maletas, quise pellizcarme pues no me lo creía, a medida que me acercaba veía su cara dibujando una sonrisa tímida, tenía miedo de llegar a su altura y que su imagen se esfumara, pero no, esa vez era real.

  • ¿Lo intentamos?.-Su voz me llegó como una fina lluvia en el desierto, mis ojos se nublaron y al sentir sus labios me cerciore que era cierto.

-Pues claro.-Fue lo único que pude decir.

Lola recorría la casa con la mirada, como si aún no se lo creyera, todo estaba igual que cuando se fue, de eso se encargó Vanesa, recuerdo la expresión de su cara al sentarse en nuestra cama, si, nuestra cama, nuestra casa, nuestra vida.

Hicimos el amor, como dos amantes que quieren recuperar su vida, nuestros cuerpos se reconocieron nada más tocarse.

Lola quiso contarme lo ocurrido después de dejarme en mi casa, había pasado un tiempo y nuestras heridas comenzaban a cicatrizar.

Cuando arranqué el coche sentía como si mi cabeza fuera a explotar, miré por el retrovisor viendo cómo te ibas haciendo más pequeño a medida que me alejaba y volví a llorar dándome cuenta que mi pozo se hacía más profundo alejándome de la luz.

Sergio volvió a llamar, no quería contestar y por un momento pensé en arrojar el teléfono por la ventanilla, algo se había roto en mi, pero simplemente contesté.

-Lola?

-Hola Sergio.-Tuve que expulsar las palabras, pues no querían salir.

-¿Como ha ido?.-Su voz era pura excitación pero esa vez no me la contagio.

-¿Lola?,¿Lola? .-Insistía Sergio al ver que no contestaba.

-Todo bien, pero no vamos a seguir con esto.-Cuando pronuncié aquellas palabras me lleno un sentimiento de liberación.

-¿Como?, pásate por casa y hablamos, cariño ahora quizás lo veas mal pero seguro...

-¡No! .-No lo deje acabar.-Estoy muy cansada, mañana hablamos.

-Pero...¿seguro?.

-Si, ya hablamos.-Mis manos temblaban como un drogadicto antes de meterse su dosis.

Al llegar a casa afloró todo el miedo encerrado en mi cuerpo, solo veía una casa vacía, no había nada en ella que me hiciera sentir bien lo mismo pasaba con mi vida, me desplomé en el recibidor llorando, aquello ya no era mi vida,no sé el tiempo que pasé sentada en el suelo, y como si estuviera en trance fui a la cocina era como una marioneta donde alguna mano desconocida moviera mi cuerpo, abrí el cajón y saque un cuchillo, solo recuerdo que lo miraba, veía aquel filo afilado, me fui al lavabo y comencé a llenar la bañera, deje el cuchillo en el borde y mientras el agua caía sacando creando vapor me fui desnudando, quería terminar con todo, necesitaba cerrar los ojos y dormir...dormir...dormir, solo quería descansar de una vez, me metí en la bañera sintiendo como el agua me iba cubriendo hasta el cuello, busqué en mi mente algo en lo que agarrarme, alguna imagen que llevarme de recuerdo, quería morir recordando algo que me hiciera feliz, sumergí mi cabeza durante unos segundos, se me pasaron por la cabeza retazos de mi vida, pequeños trazos que a penas componían una imagen, mi adolescencia, mis padres, mis primos, nuestra boda...entonces cogí el cuchillo, extendí mi brazo buscando el lugar, mi mano temblaba sintiendo el afilado filo del cuchillo, pero algo pasó...aquel cuchillo iba a cortarme mi vida pero supongo que alguna parte de mí se resistió y venció, me salí de la bañera me mire en el espejo y decidí cortar, cortar aquella parte de mí que me estaba ahogando, necesitaba irme, desaparecer, me vino a la mente mi tía Clara, una hermana de mi madre, hacía tantos años que no la había visto, igual que a sus hijos Andrés y Sofía, salí del la amo y la llamé por teléfono, se asustó pues no eran horas de llamar, pero en cuanto oyó mi voz me reconoció, me reconoció después de tantos años sin hablar conmigo, aquello me emocionó y me hizo sentir que todavía quedaba algo de mi, le dije si podía ir a verla, por supuesto que quiso, así que esa noche me dormí pensando en ver de nuevo a una parte de mi familia, una parte que desconocían lo que era.

Por la mañana hice un par de maletas y emprendí el viaje, mi tía vive en un pequeño pueblo en la provincia de Teruel, durante el viaje se repetían los retazos de mi vida, el día que volví a ver a Pierre, a finales de enero, eran las diez de la noche, Susana y yo estábamos sentadas en el sofá delante de la chimenea tomando una copa de vino, habíamos estado follando o más bien Susana me había estado follando durante toda la tarde, hasta acabar agotadas.

Oímos la puerta y allí estaba Pierre, al verlo sentí una punzada en mi corazón sintiendo como mis ojos se volvían cristalinos.

-Buenas noches bellezas.- Pierre miraba nuestros cubiertos solo por nuestras bragas.

-Llegas tarde dijo Susana.-Cosa que hizo descubrir que ella estaba enterada de su llegada.

-Me han retrasado.

Pierre se despojó de su cazadora de cuero gastado dejando al descubierto un suéter negro de cuello alto, unos tejanos y zapatos marrones, Susana se levantó deprisa para aferrarse a su cuello, al momento sus lenguas jugaban juntas, yo estaba sin moverme sin saber qué hacer, no me atrevía a decir o hacer nada, recordaba sus últimas palabras en el barco, una vez que se separó de Susana se acercó a mí, notaba mis lagrimas recorriendo mi mejilla, quería lanzarme a sus labios ¡Dios!, los pocos segundos que tardó en besarme se hicieron eternos, al sentir su lengua mi cuerpo se deshizo, quería que ese beso fuera eterno.

-¿Como estás Lola?.-Dijo abandonando mis labios.

-Bien.-Un nudo en mi garganta no me dejaba hablar.

-Voy a cambiarme y ahora vuelvo.-Le dijo a Susana.

Mire a Susana y descubrí un brillo en sus ojos, ella estaba disfrutando más que yo de la presencia de Pierre, mi cuerpo comenzó a arder, sabía que Pierre y Susana iban a disfrutar de mi cuerpo, que Pierre estaba allí para eso.

Tras unos eternos minutos Pierre descendió las escaleras, se había puesto unos pantalones cortos tan finos que podía verse su verga moverse libremente por dentro de ellos y una camiseta sin mangas dejando ver sus fuertes brazos.

Se acercó a nosotras las cuales nos corrimos para dejarle sitio en el sofá entre las dos, Susana le pasó una copa de vino, me quede embobada viendo como su garganta se expandía para dejar pasar el vino por su interior viendo su nuez subiendo y bajando, era como una muñeca incapaz de tomar la iniciativa solo esperaba que ellos decidieran por mi, Pierre dejó la copa en la mesita y después de mirarme se giró y comenzó a besar a Susana, sentí celos de que el primer beso fuera para ella, sus bocas se comían dejándome de pura espectadora, Susana comenzó a bajar sus bragas sin separarse de la boca de Pierre, mis manos como si tuvieran vida propia bajaron recorrían mi cuerpo, retorcía mis pezones solo viendo aquellas lenguas entrelazadas, dos dedos me perforaron como si de una verga se tratara sintiendo mis fluidos, Susana ya liberada de sus bragas introdujo su mano por dentro del fino pantalón de Pierre, podía ver perfectamente cómo blandía la verga liberándola de su cautiverio, se separaron y Susana me miró con sus ojos cargados de morbosidad, la soltó y llevó su mano a mi cabeza, me agarró del pelo he hizo que me agachara entre las piernas de su macho, sabía lo que quería, no lo dudé.

Mis labios recorrían la largura de la verga mientras mis manos acariciaban sus huevos, levanté la vista y los vi mirándome, ante aquellos ojos la introduje hasta el fondo de mi garganta manteniéndola completamente en mi interior, después subía y bajaba mi cabeza llenando por completo mi boca, al rato Pierre me agarro de los pelos he hizo que cambiara de sexo, ahora era Susana la que disfrutaba de mi lengua, lamí sus labios, estiraba su clítoris jugando con su piercing sintiendo como Susana apretaba mi cabeza contra su coño, me iban cambiando como simple mercancía, eso lo veo ahora pero entonces provocaban en mi un ardor haciendo que me calentará más, me sentía parte de aquello.

En un momento Pierre me apartó de sus piernas y Susana se levantó para apoyarse en el respaldo del sofá dejando sus nalgas preparadas para Pierre, el me volvió a coger de los pelos para meter mi cabeza en medio de las nalgas de Susana, comencé a lamer aquel agujero negro, introducía mi lengua humedeciendo, salía de él para recorrer el camino hasta su coño húmedo transmitiéndome su sabor, Pierre me quito las bragas cosa que hizo que me encendiera más si cabe pensando que en cualquier momento me atravesaría, pero lejos de eso me aparto dejándome de nuevo al margen, apuntó su verga entre los labios vaginales de Susana y la enterró en su interior, Susana se estremeció al notar los huevos de Pierre contra sus nalgas, la había embestido de golpe, comenzó a follarla despacio para después comenzar el vaivén a toda velocidad, Susana se retorcía aferrada al respaldo del sofá siéndose atravesada, se oían los golpes de los huevos de Pierre como si de un tambor de guerra se tratara, Pierre bufaba mientras su cuerpo se llenaba de sudor,el cuerpo de Susana se tensó señal de sus orgasmos pero Pierre no daba tregua y aún aumentaba más su velocidad hasta que sus nalgas se contrajeron dejado su corrida en el interior de Susana, Pierre se desplomó sobre la espalda de está descansando, poco a poco vi como la verga abandonaba el coño de Susana dejando un reguero de semen por el camino, Pierre se sentó de nuevo en el sofá y cogió una copa de vino para bebérsela de un solo trago.

Susana se volvió para mirarme, allí estaba yo, mis dedos habían seguido las embestidas de Pierre sobre Susana, mojada, caliente pero sola, Susana sonrío al verme, se sentó y con un dedo me indicó que me acercara señalándome su coño hinchado y rebosado de semen.

-Ven puta, aquí tienes tu premio.-Dijo mirándome morbosamente.

Sin levantarme del suelo fui arrodillada hasta su coño, metí mi lengua entre los pliegues de su coño absorbiendo cada mi entrometió de él, notaba el sabor del semen mezclado con los fluidos de Susana, está jugaba con mi melena apretándose más a ella.

-Este pelo habría que cortarlo¿no crees Pierre ?

-Si, no le iría mal.

Hablaban de mí como si yo no estuviera, yo seguía con mi lengua en el interior del coño de Susana.

-Mañana iremos a hacer algunos cambios.

-¿Qué quieres hacer?.-Preguntó Pierre.

-Ella desea ser una puta, pues eso haremos, pero no una puta barata como es ahora, me gustaría agujerear esos pezones y poner un piercing en su coño, ¿has traído lo que te pedí?.-Susana restregaba mi cabeza sobre su coño sin dejarme descansar.

-Si, creo que te gustara.-Percibí que Pierre se levantó y abandonó el salón.

-Así cariño, eres un diamante que hay que pulir.-Dijo Susana antes de volver a correrse en mi cara.

Pierre volvió, entonces note como Susana hacía una coleta con mi pelo y lo levantaba dejando mi cuello expuesto, Pierre lo rodeó con un collar y lo unió con un pequeño candado.

-Ahora comienzas a ser una buena perra.-Susana me apretujo mis mejillas y me besó introduciendo la lengua.

Ahora te duchas y te vas a dormir mañana será un día muy largo.

Antes de entrar en el pueblo me detuve en la cuneta, justo allí estaba el pueblo, mi tía, mis primos a los cuales hacía diez años que no veía, me vino a la mente mi infancia corriendo por aquellas estrechas calles junto a ellos, el olor a pan recién hecho, las tardes el río comiendo un bocadillo y la costumbre de mi tía de reñirnos si no hacíamos la digestión antes de volvernos a bañar, todo eran recuerdos que hicieron que las lágrimas volvieran a aparecer, me dolían los ojos de tanto llorar, me miré en el retrovisor y lo que descubrí me hundió, ya no era esa persona,¿cómo presentarme ante ellos?,no podía mentirles cuando me preguntaran por mi vida, ¿qué contarles?, que parte de mi vida se libraría de la quema, no, no era capaz de presentarme ante ellos y no bajar la cabeza, arranqué el coche y di media vuelta dejando atrás el pueblo, mientras lo veía desaparecer por el retrovisor mi pesadumbre aumentaba, era mi último flotador, decidí conducir sin dirección, a unos cien kilómetros pare en un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza, una veintena de casas componían el pueblo, un hostal que hacía las veces de bar y gasolinera.

Detuve el coche y entré en el bar, el local se había quedado estancado en el tiempo, después supe que cuando construyeron la autovia el pueblo había quedado en el olvido, una mujer de unos cincuenta años estaba pasando la tarde repasando unos vasos que por su aspecto tenían demasiados lavados.

-Buenas tardes.-Dijo la mujer con una gran sonrisa.

-Hola buenas tardes, una cerveza negra por favor.

-Lo siento cariño, solo tengo rubias.

-Esta bien, no se preocupe.

Me senté en la barra observando el lugar mientras ella ponía una copa de cerveza dejando dos dedos de espuma.

-¿Te has perdido? .-Dijo sin perder la sonrisa.

-¿Tanto se nota?.-Realmente estaba perdida, pero no en un mapa sino en mi vida.

-Uf!!, aquí solo llegan los que se pierden.

-Busco una habitación por unos días.

-Que casualidad, me queda una libre.-Note su ironía pues seguramente sería la única huésped que tendría.-Aunque aquí no hay mucha cosa que ver, te lo digo por si querías hacer turismo te has equivocado de sitio.-Otra vez volvió su sonrisa.

-Jaja, ya lo veo, pero no es precisamente lo que busco.-Me estaba contagiando sus risas.

-Pues perfecto, cuando quieras te enseño la habitación, mientras acabas con la cerveza voy a prepararla, por cierto me llamo Belén.-Dijo extendiéndome la mano.

-Lola, mucho gusto.-Nos estrechamos la mano como si de un pacto se tratara, Belén sello aquel trato con una sonrisa.

La habitación era una réplica del local, eso sí limpia y confortable, un plato de ducha y un viejo bidet algo desconchado pero en perfecto estado de limpieza, deshice las maletas y me tumbé en la cama notando como se hundía bajo mi peso; ¿y ahora qué?, me pregunté, totalmente perdida.

A la media hora sonó el viejo teléfono de la habitación, era Belén preguntándome si quería cenar, su voz irradiaba simpatía cosa que hizo que me decidiera a bajar aún sin tener hambre.

Al entrar en el bar vi un grupo de hombres mayores sentados en una mesa, estaban jugando a las cartas, al verme se detuvieron para inspeccionarme, pero a los diez segundos volvían a lo suyo olvidándose de mi presencia, Belén me contó que allí la media de edad era de sesenta años cosa que hacía difícil encontrar ningún pretendiente, aunque me confesó que no le importaba pues había salido de un matrimonio conflictivo y lo último que deseaba era un hombre en su cama, dejó a su marido en la ciudad y se fue al pueblo, en cierta forma teníamos muchas cosas en común aunque lo mío era mucho más complicado.

Pasaron un par de días en los cuales solo salía de mi habitación para comer algo, notaba como me iba ahogando cada vez más en mi propia mierda, una mañana cuando estaba tomando café note que Belen se me quedó mirando.

-Te apetece un baño en el río ?.-Preguntó de golpe,me la quedé mirando sin saber qué responder.-¡Vamos!, no puedes seguir así, no te pido explicaciones, pero no te estás haciendo ningún bien, puedes hacer dos cosas, seguir hundiéndote en tu pozo o doblar las piernas para coger impulso hacia arriba, tú decides, pero no creo que un baño en nuestro magnífico río te haga ningún mal,¿qué decides?.

-No tengo bañador.-Dije agradecida de sus palabras.

-Pues desnuda, no te preocupes nadie del pueblo va donde voy yo, y a mí no me gustan las mujeres con lo cual no hay peligro.-Dijo mostrándome su dulce sonrisa.

-¿Y el bar?

-Tranquila, hasta las ocho esto está muerto, y si viene alguien ya volverá, es el único bar del pueblo con lo cual no tengo miedo de perder clientes.

Belen hizo un par de bocadillos, metió unas cuantas latas de cervezas en un cubo con hielo y nos fuimos en un viejo cuatro por cuatro hacia una poza que conocía.

Hasta las siete estuvimos bañándonos, las dos desnudas pues Belen dijo que así estaríamos a la par, tenía razón la poza estaba tan apartada del pueblo que no vimos a nadie husmeando por los alrededores, por primera vez en mucho tiempo me sentí bien y en paz, Belen destilaba pureza y sinceridad por sus poros, en ningún momento me presionó para saber los motivos que me habían llevado hasta aquel pueblo perdido, nos bañamos sintiendo el agua fría sobre nuestros cuerpos e incluso Belen me convenció de saltar de un saliente que estaba lo suficiente alto para hacerme temblar, parecíamos dos adolescentes jugando, Belen consiguió que mi cabeza se olvidara de todo dejando aparcados todos mis fantasmas.

A las ocho volvimos al bar, me sentía agotada físicamente pero llena de paz, me duché y bajé al bar, Belén estaba preparando unos pinchos y alguna tortilla, sin pensárselo entre detrás de la barra.

-¿Qué puedo hacer? .-Dije guiñandole un ojo.

-¡Nada por Dios!, tú eres clienta.-Dijo extrañada por mi pregunta.

-Déjame que te ayude, lo necesito.- Dije haciendo pucheros con la cara.

Al final cedió y mientras ella preparaba los pinchos yo hice un par de tortillas, pocas pues no es que tuviera mucha afluencia.

A las doce estábamos las dos solas recogiendo, mientras yo barría ella fregaba los cuatro platos que había, una vez terminamos cogió un plato con cuatro trozos de tortilla.

-Coge dos cubiertos y un par de cervezas, y sígueme.-Su mirada era traviesa.

Agarré lo que me dijo y la seguí, subimos por la escalera de incendios hasta la azotea, al llegar encendió una bombilla de baja intensidad, se podía ver una mesa llena de polvo y un par de hamacas con la misma suerte que la mesa.

Me la quedé mirando sin saber qué es lo que quería hacer, entonces ella me señaló el cielo y supe el porque me había llevado allí, un millón de estrellas estaban sobre nuestras cabezas, una emoción invadió todo mi cuerpo, no recordaba cuándo fue la última vez que había visto tantas estrellas, nos sentamos en las hamacas olvidándonos de que si tenían polvo o no, y sin darme cuenta me abrí totalmente a ella, en ningún momento me reprocho o cuestionó, simplemente escuchó.

Al acabar de contarle prácticamente mi vida se quedó mirando las estrellas por unos minutos sin decir nada, allí estábamos las dos mirando al cielo como dos buenas amigas hasta que.

-No soy nadie para dar consejos, pero creo que la vida es como un vaso, si lo llenas de cosas sin importancia no dejas espacio para aquellas que de verdad importan, te tengo aprecio y me haría ilusión que te quedaras aquí, ya ves que no tengo no tengo mucha gente con la que poder hablar ni compartir mi vida, pero creo que por tu bien deberías cerrar las puertas que no te llevan a ningún sitio y solo dejar abiertas las que realmente te llenen.

Estuve tres días disfrutando de su compañía, pero desde la conversación en la azotea había algo dentro de mí que me empujaba a cerrar las puertas como me había dicho Belén, una mañana me levanté decidida a dar ese paso, al despedirme sentí como si dejara atrás algo más que un simple pueblo, dejaba a una amiga, ni siquiera quiso cobrarme, eso sí me obligó a jurarle que no sería la última vez que nos veríamos, al salir de ese pueblo estaba decidida, no sabía cómo resultaría pero ya no me iba a esconder nunca más.

Vendí mi negocio y mi piso, Lola y yo nos mudamos junto a Belén donde compramos una vieja casa muy bien de precio, aproveché el establo para montar un pequeño taller, Lola sacó unas oposiciones para el ayuntamiento del pueblo vecino que es más grande que el nuestro, a veces nos visita Vanesa que se lleva muy bien con Lola y Belén, de vez en cuando se pierden las tres de fiesta pero ya no me incomoda, por cierto conocí la sonrisa secreta de Belén...siempre con Lola delante.

Este es el final, quiero dedicárselo a todas las personas que me han seguido siempre, sé que mis relatos se sumergen en las tinieblas, pero es mi manera de escribir, creo que el amor y el dolor van cogidos por un fino hilo, y que nada es blanco o negro.