Los celos 7 segunda parte

Un soplo de aire

Capítulo 7 segunda parte

-Dime.-Yo sabía que pasaba algo, hacía días que los veía distantes y murmurando a mis espaldas, yo llevaba tiempo durmiendo en el sofá, me sentía más tranquila y viendo que ellos no reclamaban mi presencia era una tontería dormir en la misma cama, en algún momento pensé en buscar piso pero lo iba dejando más que nada por mí situación económica.

-Volvemos después de reyes, tienes todo el mes para buscar piso, creo que es mejor que cuando volvamos ya no estés.-Dijo poniendo cara de pena.

-¿Ya os habéis cansado de vuestra puta?.-Dije llena de rabia.

-No es eso y lo sabes.-Marcos se levantó y salió sin decir nada más.

Él lunes amanecí sola en la casa, Marcos y David madrugaron para cojer sus vuelos, al verme sola me derrumbé llorando, me llamé estúpida, puta, zorra y todo lo que te puedas imaginar, estuve dos días sin salir de casa, prácticamente hasta que termine la coca que aún tenía, fui a las dos clases , decidí salir y así por lo menos me distraería, las clases se convirtieron en un martirio, prácticamente solo hacía acto de presencia pues no podía concentrarme,mi mente solo pensaba en lo que iba a hacer, pensé en llamar a Cristina pero no me atrevía, me había comportado tan mal que me era imposible volver con ella, el último día Antonio uno de los profesores me dijo que Juanjo me había invitado a la fiesta navideña que se hacía todos los años en la universidad, ¿Te acuerdas lo bien que nos lo pasábamos?.-Lola se dirigía a mi, me acordaba de aquellas fiestas, todo el mundo acababa medio borracho e incluso Lola y yo habíamos descubierto ciertas infidelidades al colarnos en algún despacho, nos hacíamos los borrachos y todo quedaba ahí.

-Estuve por rechazar la invitación pero pensé en Juanjo, el siempre me ayudó y no quería quedar mal con el, la fiesta era un viernes por la noche en un salón de actos de la misma universidad, estuve una tarde completa para elegir la ropa, estaba nerviosa por presentarme a mis compañeros sin saber qué es lo que sabían de mi, al final opté por ponerme un vestido negro con escote en la espalda, el que me regalaste para las navidades pasadas.-Me recordó Lola, recordaba aquel vestido, me gustaba pues Lola tenía que ir sin sujetador pues al llevar la espalda descubierta le quedaría feo, sus pechos se movían debajo de aquel vestido haciendo que sus pezones quedarán tiesos, eso me volvía loco y ella lo sabía con lo cual su excitación aumentaba considerablemente.

-Al entrar en el salón una mezcla de sentimientos me embargaron, había mucha gente hablando entre ellos, por un lado me daba miedo encontrarme con alguien y por otro lo deseaba, deseaba recuperar mi vida, una gran barra atravesaba la sala con camareros sirviendo copas y canapés, deje mi abrigo en un guardarropa improvisado, donde una chica se encargaba de guardarlos en unos percheros, la decoración era la típica de Navidad, recuerdo que me reí al verla, era todo tan clásico, la vida entre aquellas paredes había continuado sin mi, eche una ojeada buscando a Juanjo, antiguos alumnos me reconocieron cosa que me alegré, me hacían ver que algo de mi seguía vivo, al final descubrí a Juanjo estaba entre un grupo de profesores, poco a poco con miedo me fui acercando a él, desconocía si Juanjo sabría algo de mi, notaba un nudo en el estomago, por suerte me vio, se disculpó cortésmente del grupo y lo abandonó para saludarme.

-¡Lola!, estás guapísima.-Dijo abrazándome, me dieron ganas de llorar entre sus brazos, era como si me sintiera segura, con Juanjo era como volver a casa, a sus cincuenta y cinco años era toda una institución en el mundo jurídico.

-Gracias, tú también.-Dije haciendo como si le arreglara el nudo de su corbata.

-¿Ya has visto a tus compañeros?.-Sus manos sujetaron las mías.

-No acabo de llegar, hay mucha gente¿no?.-La verdad es que no me apetecía ver a ninguno de ellos, tenía celos de sus vidas, seguirían con sus parejas, sus clases...una vida normal, cosa que para mí en ese momento ya me parecía cosa del pasado.

-Pues la verdad es que si, ven vamos a tomar algo y me pones al día.-Me estremecí ante aquella propuesta; al día, no podía ponerle al día, como explicarle mi día a día , mientras atravesábamos la sala hasta llegar a una de las barras colocadas en el otro extremo iba dándole vueltas a la historia que debiera contarle, un montón de mentiras se acumulaban en mi cabeza mientras intentaba crear una película que fuera creíble, por un momento pensé en disculparme con el con la excusa de ir al lavabo, una raya de coca me haría estar más segura, pero por desgracia esa noche no llevaba nada, al final llegamos a la barra.

-¿Qué tomas?.-Dijo levantando la mano para llamar la atención de un joven camarero bastante ajetreado.

-Whisky con hielo.-Necesitaba algo realmente fuerte.

-¡Wow!, vas fuerte.- Dijo riéndose.-Pues pediré lo mismo.

-Por una de mis mejores alumnas y profesoras.-Juanjo hizo chocar nuestros vasos a la vez que me cogía por la cintura.

-Gracias pero no creo que sea yo tan buena como crees.-Dije sonriéndole.

La conversación derivó en mi último año, al comenzar a contarle que...bueno tú y yo...pues que nos habíamos dado un tiempo Juanjo se puso serio.

-¿Porqué no me dijiste nada?.-Juanjo seguía con su mano en mi cintura moviéndola lentamente.

-No quería preocuparte.

-Sabes que puedes confiar en mí Lola, ¿trabajas en algo?.-Por un momento pensé que me podía ayudar, podría volver a dar clases e intentar volver a ser yo misma.

-Ya lo sé, pero en aquel momento...no se.-Mis ojos comenzaban a mojarse y eso era lo último que quería que pasara.

-Ven vamos a un sitio más tranquilo y me cuentas.-Juanjo me llevaba de la cintura sorteando a la gente, de vez en cuando se paraba para saludar, estos se me quedaban mirando, Juanjo hablaba con ellos mientras su mano seguía sujetándome, me sentía como una acompañante, él sonreía a la gente y volvíamos a andar, deseaba llegar al sitio que fuera, cada vez las miradas eran más provocadoras, más insultantes, supongo que nadie sabía que no éramos más que colegas y aquella mano era simplemente una demostración de amistad entre amigos.

Al final conseguimos llegar a las puertas del claustro, Juanjo sacó unas llaves del bolsillo y abrió la puerta, me hizo salir primero y luego volvió a cerrar, sentí el frío en mi cuerpo provocando que mi piel se erizara.

-Vamos a mi oficina, estaremos más tranquilos.

-¿Pero y los demás invitados?.

-No te preocupes, por diez minutos no se van a enterar y lo primero ahora eres tú.-Aquello me conforto, quizás si pudiera pedirle la oportunidad de volver a dar clases, su mano seguía en mi cintura pero esta vez más cerca de mis nalgas, supongo que al estar fuera de la vista eso le dio más seguridad.

-Pasa.-Dijo abriendo la puerta de su oficina.-Encendió las luces y me señaló un sillón dándome a entender que tomara asiento.

-Un whisky.-Dijo descubriendo una botella guardada en un armario.-Pero tendremos que aprovechar los mismos hielos.-Mi vaso aún estaba medio lleno pero lo acabo de llenar hasta el borde, él se fue a echar pero mirándome.

-Uf, yo no puedo, tengo mucha gente que saludar y muchos tragos que compartir con ellos, dijo sentándose en el borde del escritorio.-Cuéntame, donde estás ahora, sé que estás haciendo el master y también sé que te has saltado muchas clases.-Eso sonó como a un profesor metiendo la bronca a su alumno.

-Si, lo sé, pero me ha sido difícil concentrarme.-Las mentiras me estaban matando, sí que había sido difícil pero no por la separación precisamente, Marcos y David habían sido los culpables de eso y yo por supuesto, me había pasado tres meses follando y esnifando coca, ese había sido el bagaje de mi vida desde que deje la universidad.

-Si ya lo sé qué fácil no ha podido ser, ¿cómo te puedo ayudar?.-Juanjo se puso de pie y caminó hasta ponerse en mi espalda, yo lo seguía con la vista pensando en que quizás era el momento de pedirle que me dejase volver.

-Me podrías dejar dar clases de nuevo.-Dije sin mirarlo, me sentía abochornada por pedírselo.-Sus manos se apoyaron en mis hombros.

-No se Lola, no es fácil, tengo todos las clases ya asignadas.-Sus manos masajeaban mis hombros.-Al irte tuve que hacer juegos de equilibrio, a parte no sé si estás preparada.-El tono de su voz había cambiado, no podría explicarlo pero ya no era aquel Juanjo amable, era más duro.-A demás tu historial...uf... no sé si estaría a la altura que exige la universidad.-Sus palabras fueron como una daga clavada en medio del pecho.

-¿A qué te refieres?.-Dije temblando.

-Lola,Lola, los jóvenes no saben mantener la boca callada, pero a mí eso no me importa,siempre puedo buscarte otro puesto...digamos más apropiado para ti.-Sus manos estaban jugando con el botón que estaba en mi nuca, mis manos temblaban.-No se, se oyen cosas que en un principio no me las creí.-El botón se abrió y las manos de Juanjo comenzaron a bajar por los costados de mi cuerpo acariciando mi piel.-Pero claro, uno vale, pero cuando oyes la misma historia repetida al final acabas creyéndola.-Sus manos entraron en la parte delantera de mi vestido, recorrían mis pechos libres.-Pero sabes que a mí no me gusta acusar a nadie sin pruebas, a sí que llame a dos individuos.-Estaba perdida, Juanjo lo sabia todo desde un principio.-Marcos Sánchez Romero y David Pérez Cubierta, uf, los dos con una gran trayectoria familiar en este mundillo.-Sus dedos apretaban mis pezones, yo estaba parada como en shock.-Y si quieres que te diga la verdad me creo antes a ellos que a una simple puta, que viene a una institución como está intentando engañar a un amigo y compañero de toda la vida, a un amigo que le ayudó, pero es verdad no eres más que una zorra, y puesto que lo eres no hay mejor forma de ganarse el puesto demostrando lo guarra que eres.

-Juanjo, por favor yo no quería mentir.-Dije llorando.

-Si eso ya lo he visto.-Juanjo descubrió mis pechos bajando mi vestido, me deje hacer, era un barco a la deriva, me levantó dejando caer mi vestido al suelo, sentí el frío de la habitación pero más que el frío era la vergüenza.-¿Qué puedo hacer por ti?.-Sus labios besaban mis pezones.-Dime ¿qué puedo hacer por ti puta?.

-No lo sé...-Ya no sabía qué hacer ni qué decir, me daba lo mismo, era como si mi mundo acabará de explotar.

Juanjo metió su mano entre mis piernas acariciando mis labios suavemente mientras sus labios mojaban mis ya duros pezones, un dedo se introducía dentro de mi coño notando mi humedad.

-Tengo un puesto vacante para ti.-Dos dedos estaban dentro de mi cuerpo, instintivamente abrí las piernas dejando más espacio para su mano.-Pero te lo tendrás que ganar, me tienes que hacer un favor.

Sentía la follada que sus dedos me estaban dando tan fuerte que me tuve que sujetar a su brazo para mantener el equilibrio.

-Lo que quieras.-Dije susurrando.

Al momento dos hombres mayores entraron en el despacho, tendrían unos sesenta años como mínimo, uno era bastante alto pelo canoso pero abundante para los años y el otro completamente calvo con bastante barriga, al entrar lo primero que vieron fue a una mujer desnuda y abierta de piernas mientras Juanjo la follaba con los dedos.

-Alberto, Antonio.-Dijo al verlos.-Estos señores son unos buenos amigos que se merecen un buen trato, yo me voy pero me gustaría que los trataras como tú ya sabes.

-Joder Juanjo, vaya puta.-Dijo Alberto que era el más alto.

-Esta es Lola, una antigua alumna y profesora.-Juanjo seguía hablando con sus dedos dentro de mi coño.-Saluda a los señores Lola.

-Buenas noches señores.-Dije susurrando intentando cerrar mis piernas del placer que sentía, ya era una puta hasta en mi misma universidad.

Juanjo sacó los dedos empapados de mis fluidos llevándoselos a su boca, los chupó sin dejar de mirarme.

-Estás deliciosa Lola.-Sin decir nada más se fue dejándome con aquellos hombres desnuda.

-Ven aquí.-Dijo Antonio agarrando mis nalgas con las dos manos.-Juanjo tiene buen gusto.

No sé el tiempo que pasé con ellos en el despacho de Juanjo, me deje hacer...simplemente deje que la corriente me llevará, solo recuerdo escenas como si fueran fotografías pegadas en el álbum de mi vida, yo encima de Alberto mientras se la chupaba a Antonio, los dos follandome a la vez, aquellas vergas ni grandes ni pequeñas colándose por cada uno de mis agujeros, el olor a sexo que destilaba mi cuerpo y la sensación de sentir el semen cayendo por todo mi cuerpo, los sudores mezclados con el alcohol y la colonia de mi cuerpo, tan solo fotografías de mi álbum, al final se vistieron, yo estaba tumbada en el suelo repleta de semen más o menos seco, antes de marcharse Antonio sacó un par de billetes de su bolsillo y los tiro sobre mi cuerpo.

-Eres una buena puta.-Oí como se cerraba la puerta dejándome en silencio, entonces estallé, mis ojos se llenaron por completo de lagrimas estaba perdida, sin rumbo, no tenía dinero ni casa ni trabajo, no tenía nada.

Salí de aquella oficina rota, intente arreglarme lo mejor que pude, solo quería irme a casa y pensar en lo que haría al otro día, al llegar a la puerta un sudor frío me recorrió, no sabía si abrían echado la llave y me tendría que esperar a que vinieran a abrirme añadiendo mas si cabía mi humillación, por suerte la habían dejado abierta, empecé a caminar entre la gente con la vista clavada en el suelo, cuando sentí una mano sujetándome por el brazo, al girarme sentí un pinchazo en el estómago.

-¡Lola!.-Era Susana.

Llevaba un vestido rojo, abierto por el costado dejando que su pierna quedara al descubierto, un escote de rejilla semi transparente dejando sus pechos casi visibles simplemente unos adornos tapaban parte de estos para disimular, sentí como me temblaron las piernas de la emoción.

-Hola, ¿Qué haces aquí?.-Dije después de sentir sus carnosos labios besando mis mejillas, su olor, su tacto todo ello me reconfortó.

-Una amiga me invitó.-Dijo sonriéndome.-¿Y tú ?.

-El director de la universidad me invitó y como que fui alumna primero y maestra después...pues bueno aquí estoy.-No podía apartar la vista de sus ojos.-Pero me voy ya es tarde.-Me tenía que ir, Susana se daría cuenta de lo que había pasado, simplemente con mirar mi ropa arrugada y mis cabellos aunque intenté arreglarlos se notaban despeinados, ya no decir el olor de mi cuerpo.

-Susana!, por fin te encuentro.-Un hombre trajeado, apareció de la nada.

  • ¡Sergio!.Te he dejado libertad de movimientos, estabas muy ocupado con tus amigos.-Le dijo, note cono Sergio me repaso de arriba a abajo con su mirada.-Perdona, esta es Lola, una buena amiga, él es Sergio magistrado de poder judicial.-Dijo abriendo los ojos de manera burlesca.

-Hola que tal estas, no le hagas mucho caso, son celos.-Dijo riéndose antes de darme dos besos, su perfume era intenso, notaba la fuerza de sus manos sujetándome por la cintura.

-No te irás ahora, tenemos muchas cosas de las que hablar y Sergio está muy ocupado no me dejes sola.-Dijo haciendo pucheros de forma graciosa.

-No se es que yo...-Por un lado quería estar con ella a la vez que sentía miedo...miedo de mi, Susana era diferente, desde un principio me dijo lo que era sin rodeos, y en cierta forma era como un flotador en medio de la tempestad por la que estaba atravesando.-Estoy cansada Susana, mejor quedamos otro día y hablamos, ¿te parece?.-Dije sintiendo pena de mi decisión.

-Mañana.-Dijo sin pensarlo.-Mañana te llamó y pasamos el día juntas, y no quiero un no como respuesta.-Dijo al verme dudar.

-Vale mañana.-Dije sonriendo.

-¿Me lo prometes?.-Susana me había cogido de las manos como dos buenas amigas.

-Te lo prometo.-Mi cuerpo se excitó simplemente por ese gesto de complicidad.

-Pégate una buena ducha, hueles a zorra.-Dijo disimuladamente a la vez que me daba dos besos de despedida.

-Si...si,hasta mañana.-Dije avergonzada.

-Un placer Sergio .-Le dije sin atreverme a darle dos besos, por si se daba cuenta igual que Susana.

Al entrar al piso me fui desnudando hasta el plato de ducha, sentía asco de mí misma y mucho rencor hacia Juanjo, jamás pensé que él se aprovecharía de aquella manera, el estaba felizmente casado, ¡joder!, conocía a Esther su mujer, sus dos hijas Ana y Gloria que habían sido alumnas mías, si me lo hubieran dicho hubiera puesto mi mano en el fuego por el, pero así eran las cosas, la gente a veces no son lo que parecen.

A las diez sonó mi teléfono, un número desconocido pero supe que era Susana, eche la vista atrás y recordé aquel día en el metro, si aquel día hubiera contestado quizás no estaría en la posición que estaba, no habría conocido a Marcos ni a David, igual no me habría peleado con Cristina y ahora tendría un lugar donde ir, ¿cuántas cosas hubieran cambiado?

-Si?.-Deseaba oír su voz.

-Hola guapa, ¿ya despierta?.

-Si, ya llevo un rato.

-Paso a buscarte, mándame tu posición por whatsapp.

-Ok, te lo mando ahora mismo.

Le mande mi dirección y decidí olvidarme por un día de mis problemas, tenía que desconectar de mí misma cosa difícil pero debía de hacerlo.

Me di una ducha rápida mientras pensaba en la ropa, al salir de la ducha abrí la ventana para ver el tiempo, hacia un día frío y nublado cosa que me entristeció, como sabes odio los días de invierno, así que busque entre mi ropa hasta decidir qué serían unos leotardos, un jersey de lana y unas botas negras, mi vieja chaqueta de cuero marrón por si tuviera frío.

A la hora entró un mensaje de Susana diciendo que me esperaba enfrente de casa, un escalofrío recorrió mi cuerpo, me miré al espejo intentando descubrir algún desperfecto en mi pelo y después de repasar mi silueta en el salí emocionada como una adolescente en su primera cita.

Un claxon me sitúo a Susana en un Audi 4 X 4 negro metalizado, Susana sacó la mano por la ventanilla para hacerse ver, unas gotas comenzaron a caer para mí desesperación.

-Vaya día....

Me cogió por el cuello sin dejarme acabar de hablar, nuestras lenguas se juntaron sin hacerse preguntas.

-Que ganas tenía de besarte.-Dijo sonriendo.

-¿Dónde vamos?.-Dije reponiéndome de la bienvenida.

-No se, con este día igual sería mejor que fuéramos a mi casa y así hablamos tranquilamente,¿te parece bien?.

-Si claro.-Como si me llevas al mismísimo infierno, pensé.

Susana vivía en una casa en la falda de la montaña debajo mismo del Tibidabo( para los que no conozcáis Barcelona, el Tibidabo es un parque de atracciones situado en una de las montañas de Barcelona), una casa prácticamente nueva en medio del bosque, un sitio idílico aunque para mí demasiado peligroso en verano, demasiados árboles para quemar, pero tenía encanto, unas grandes vidrieras que te hacían visible prácticamente en toda la casa pero al estar rodeada de árboles era muy difícil que alguien que no fuera a la casa pasara por allí, dos plantas con cuatro dormitorios con sus respectivos cuartos de baño, todo estilo industrial, techos altos, suelo de madera antigua, una amplia cocina americana y un salón con chimenea y dos grandes sofás, la temperatura del interior hizo que mi ropa se pegara a mi cuerpo enseguida,la chimenea estaba encendida cosa que hizo que pensara que Susana tenía planeado llevarme a su casa.

-Ponte cómoda, en la habitación de arriba tienes ropa más cómoda.-Me quede parada pues no tenía ni idea de dónde estaría dicha habitación y no era cuestión de ir entrando en las habitaciones como si fuera mi propia casa.

-Ven, vamos.-Dijo cogiendo mi mano.

Un distribuidor con varias puertas hasta que abrió una, una cama de hierro forjado con un visillo a modo mosquitera la cubría, un armario empotrado cuyas puertas eran espejos, un tocador con frascos de colonia y un retrato de Susana en blanco y negro, la foto tenía ya algunos años, se veía a una cría vestida con la típica toga el día de su graduación.

-Mi graduación de Economía.-Dijo al verme interesada en la foto.

-¿Economía ?.-Dije sonriéndole, eres de números.

-Bueno, quizás fue lo único bueno que saqué de mi padre.-Sus tono era de rencor.

-Mira ponte esto, seguro que te quedará bien.-Susana había sacado unos pantalones cortos de deporte y una camisa tres tallas más grandes que la mía.-Me cambio y te espero abajo, hoy tengo ganas de cocinar.

-¿Tú cocinas?.-Dije sorprendida pues nunca me la hubiera imaginado entre fogones.

-Pues claro, ¿tiene algo de malo?.-Dijo abrazándome.-Todavía no me conoces, espera y ya veras las sorpresas que te puedo dar.-Susana me sujetó la cabeza para besarme con fuerza, nos veamos como si no hubiera un mañana, mis brazos la rodearon libremente acariciando su espalda, quería sentirla dentro de mi.

-Tranquila putita, hay tiempo para todo, ahora cámbiate y baja a ayudarme, hoy aprenderás a cocinar.-Dijo dándome una palmada en mis nalgas.

Al salir Susana de la habitación sentí que un calor dominaba mi cuerpo, miraba la ropa desnudándome deprisa, sentí la humedad de mi vagina apoderándose de mis labios, cuando me puse la camisa sin darme cuenta me mordí el labio inferior llena de lujuria, deseché ponerme sujetador y haciendo un nudo sin abrocharme la camisa baje a la cocina, notaba como mis pechos se movían libremente dando más excitación a mi cuerpo, quería que Susana me comiera entera, que no pudiera resistirse a tocarme, besarme o lo que que quisiera.

Susana estaba en la cocina, llevaba unas bragas brasileñas y una camiseta ancha sin mangas, íbamos las dos descalzas sintiendo el calor del suelo de madera.

-Wow, sabía que estarías de muerte.-Dijo nada más verme, me hinche como una pava deseándola.

-Échame una mano, saca dos cebollas y las troceas bien pequeñas...

Susana hizo un cordero al horno, fue uno de los me mejores momentos de mis últimos tiempos, allí estábamos las dos sin prisas ni presiones, sencillamente dos mujeres que se deseaban.

-¿De dónde te viene esto de la cocina?.-Le pregunté a Susana.

-De toda la vida, soy la única chica de cuatro hermanos, mi padre un militar chapado a la antigua y mi madre la virgen María, así que no me quedó otro remedio, al principio lo hice por obligación pero con el paso del tiempo encontré en la cocina un punto muerto a mi vida, me gusta, siento que me relaja.

-¿Y Pierre ?.-Tenía que preguntar por el, me lo imaginaba con ella en aquella cocina, seguramente desnudos haciendo algo más que cocinar.

-En Francia, suele pasar las Navidades con su familia.-Me sentí aliviada, tenía miedo que en cualquier momento se presentará y no supiera que decirle.-¿Y tú ? ¿Dónde pasaras las Navidades?.

-No lo sé, no tengo ni idea de lo que haré mañana así que menos aún en Navidades.-Sentí nostalgia, me vino a la mente las navidades en casa de tu familia.

Lola se detuvo mirándome, las navidades en casa eran especiales, mi familia era muy conservadora con las tradiciones cosa que a mí no me hacía gracia pero a Lola se le notaba siempre feliz en esas fechas.

-Pásalas conmigo.-Lola continuó hablando.-Eso es pásalas en mi casa, yo no me voy a ninguna parte así que un poco de compañía no me iría mal.- Susana se había acercado a mi, podía notar sus labios casi rozando los míos, sus ojos verdes brillaban haciéndome estremecer.-¿Que dices?.-Sus labios depositaron un suave beso en mi mejilla justo cuando los míos se abrieron esperando su lengua.

-Si.-Dije recomponiéndome.-Pero no quiero ser una carga...

-No digas tonterías.-Dijo cortándome en seco.-Metió su mano por dentro de la camisa acariciando mi pecho suavemente, notaba como mis pezones se ponían rectos por ese tacto.-A demás así no estarás sola, no quiero que te vuelvas a perder.-Sus dedos apretaban con fuerza mi pezon,sus ojos brillaban más al ver como abría la boca aspirando una bocanada de aire.-Pero venga vamos a comer que el cordero se enfría.-Dijo volviendo a ser una simple mujer cocinando, tenía las piernas temblando y mi vagina excitada, me hubiera masturbado allí mismo.

Nos sentamos a la mesa y Susana quiso ponerse al día preguntándome qué es lo que me había pasado desde que me fui del barco de Pierre, cuando le describí lo sucedido con Marcos y David sus ojos volvieron a brillar imaginándose la escena.

Eran las cinco de la tarde cuando terminamos de comer, Susana había permanecido en silencio escuchándome, se oía el chispear de la chimenea creando un ambiente cálido mientras Susana apuraba la segunda botella de vino, en ningún momento me interrumpió.

-Vaya, veo que te lo has pasado muy bien.-Dijo sonriendo cuando termine de explicarle prácticamente mi vida.-Recoges todo, yo me voy a duchar.-Dijo levantándose de la mesa.

-Si por supuesto.-Dije sorprendida pues esperaba que me dijera otra cosa, o que quisiera comentar algún detalle, pero sin embargo simplemente se levantó y desapareció por las escaleras, me levanté y recogí los platos, fregué los trastos y los sequé dejando todo como estaba cuando llegue.

A la media hora Susana apareció con un camisón transparente, se podían ver sus grandes pechos con aquellos aros que me habían vuelto loca en el barco, yo seguía sentada en la mesa esperándola nerviosa pues desconocía que es lo que quería hacer, aunque deseaba que me abrazara para poder besar otra vez sus labios algo me decía que debía esperar a que ella lo decidiera.

-Ven vamos a la sala.-Dijo cogiendo mi mano.-Estaremos más cómodas.

Susana tiro unos cojines delante de la chimenea para sentarnos sobre ellos, nuestra espalda se apoyaba en los pies de los sillones.

-¿Qué quieres Lola ?.-Dijo pasando su brazo por mis hombros para que me apoyara sobre sus pechos.

-No lo sé, me siento cada vez más perdida.-Dije levantando la cabeza para poder mirarla.

-Ya lo veo, pero todo tiene solución.-Susana desató mi camisa haciendo que se abriera por completo dejando mis pechos al descubierto.-Simplemente has elegir a las personas adecuadas para que te ayuden.-Sus manos recorrían mis pechos suavemente.-Lo primero que vas a hacer es dejar de consumir coca como una loca, yo solo consumo cuando quiero.

-No sé si podré.-Dije sintiendo como su mano bajaba por mi cuerpo hasta el borde de mi pantalón.

-Yo te ayudaré, ¿quieres que te ayude? .-Su mano se hizo un hueco para descender por dentro del pantalón, mis piernas se abrieron permitiendo que su mano abrazara mi sexo sin dificultar.-Pero para ello necesito que confíes en mí, y hagas lo que te digo sin rechistar, te puedo asegurar que puedo hacer de ti una persona nueva,simplemente di que sí.-Sus dedos acariciaban mis labios vaginales despacio sin prisa, percibía sus dedos como simples roces que provocaban la pasión en mi interior.

-Si.-Dije a la vez que dos dedos habían entrado en mi coño abriendo las paredes vaginales.

Nuestras bocas se juntaron por fin, lo había estado deseando desde el día anterior y ahora ya la podía sentir en mi cuerpo.

-Vamos a la cama.-Susana se levantó agarrando mi mano, la seguía viendo sus caderas moverse delante de mí, era como si me llevase en volandas deseando llegar a la habitación, quería meterme en su cuerpo, recorrer sus líneas con mis labios, notar la humedad de su interior en la lengua, quería ser suya al cien por cien.

Nos tumbamos en la cama sintiendo nuestras lenguas, era un beso eterno, no podía dejar de besar sus labios sintiendo su aliento, su perfume mezclado con el mío, sus manos deslizaron mis pantalones hasta quedar a la altura de los tobillos, sus pechos eran acariciados por mi mano recorría los aros suavemente con mis dedos.

Susana besaba mi cuerpo dejando un rastro húmedo por mi cuerpo con su lengua, descendía a través de mis pechos hasta mi ombligo jugando en la oquedad de este a la vez que sus dedos entraban con total libertad en mi interior, mi gemidos aumentaban a la vez que me sentía llena, nuestros cuerpos se convertían en uno solo compartiendo fluidos y sudor, los gemidos de placer eran los únicos que tenían libertad para escaparse siendo su prisionera, prisionera de sus manos, de su lengua, su boca llegó por fin a mi interior sesgando con su lengua, absorbiendo mi ser, un dedo busco mi negro agujero acariciando su contorno, yo estaba a su merced simplemente me dejaba llevar sintiendo el escalofrío que me producían sus dedos, uno después otro hasta tener los tres en el interior de mi ano, mi clítoris era mordido acompasando el ligero picor que me producían los dedos en mi recto anal, luego dos...tres dedos invadieron mi vagina quedando penetrada por mis dos cavidades, mire los ojos de Susana descubriendo lujuria en ellos, sus labios brillaban producto de mis fluidos, uno...otro y hasta otro fueron orgasmos encadenados, mis piernas impregnadas de mis propios fluidos, no soportaba más placer e instintivamente mis piernas intentaban cerrarse dejando prisionera la cabeza de Susana entre ellas, dos palmadas en mis inglés me indicaron que no me estaba permitido cerrar las piernas todavía.

-¡Abre las piernas zorra!.-Decía Susana lascivamente.

No sé cuánto tiempo estuve vaciándome en sus labios o en sus manos, al final hizo el camino opuesto hasta encontrar mi boca, volviendo a juntar a dos lenguas amigas jugando alocadamente.

Susana se levantó de la cama dejándome sedienta de su cuerpo, quería devolverle todo el placer que ella me había dado, la seguí con la vista hasta que salió de la habitación sin decir nada, mis dedos volvieron a mi coño intentando recordar todo el placer que hacía escasos momentos Susana me había proporcionado, cuando la vi con un arnés del cual colgaba una verga negra y grandiosa, jugaba con sus manos imitando una masturbación mirándome con lujuria, al llegar a la cama me levantó agarrando mi pelo hasta bajarme de la cama.

-¿Quieres jugar puta?.-Dijo golpeando mis pechos, sentía una mezcla de miedo y excitación.-¡Contesta!.-Su mano seguía golpeando mis pechos.

-Si.-Dije sonriendo sádicamente.

-¿Vas a ser una buena zorra?.-Susana me estiraba de un pezon.

-Si.-Era lo único que decía, sobraban las palabras.

Hizo que me pusiera a cuatro patas sobre el piso, se puso delante de mi esgrimiendo aquella verga de silicona, sin preguntar abrí la boca intentando introducir lo máximo posible aún sin poder, era demasiado grosos para mi boca.

-Eso es, abre bien la boca, traga....traga zorra.-Me tenía sujeta del pelo con una mano mientras que con la otra empujaba la verga, sentía que mi boca se desencajaba intentando albergar aquella verga de silicona en su interior. Sentí untar mi ano con un líquido lo introducía junto a sus dedos sintiendo cómo se escurría entre mis piernas, empujó mi cuerpo para quedar apoyada con mis codos en el suelo y mis nalgas a su disposición, poco a poco fue empujando abriendo las mis paredes anales, un poco...un poco más hasta que sentí que estaba completamente empalada, el dolor se liberó por todo mi cuerpo sintiendo que me había roto, esperó durante unos segundos que se me hicieron eternos y comenzó a follarme primero despacio para ir poco a poco aumentando la velocidad, llego un momento que me sentía empujada con fuerza notando sus inglés chocar contra mi cuerpo, mi cabeza se levantó por la fuerza de tirón de pelo para introducir dos dedos en mi boca.

-Chupa puta, no querías ser una zorra, demuéstrame lo puta que puedes ser.-Sus dedos se metían provocando arcadas, creía que me iba a morir en cualquier momento, pero sus guantazos tanto en mi cara como en mis pechos me decían que seguía viva, pero sin embargo sentía como me estaba calentando todo aquello sintiendo un placer extraño en mi, una marea de placer invadió mi cuerpo hasta gemir como una zorra, quería más...más de aquello, deseaba que hiciera conmigo lo que le diera la gana, cerré los ojos y sentí como me corrí.

Al despertar noté el dolor de mi cuerpo, mis pechos estaban rojos a sí como nos nalgas, un increíble escozor me recordaba lo que había sucedido aquella noche, mi cuerpo destilaba sexo por los cuatro costados así como mis sabanas permanecían mojadas producto de mis fluidos, Susana se quedo un tiempo en mi cama, acunando mi cuerpo.

-Mañana estarás dolorida, te dejaré una crema para tu ano, te duchas y te la pones, no te preocupes yo haré que tu culo sea perfecto.

Después se levantó dejándome sola en la cama, conseguí dormir sobre las tres de la mañana pensando en un nuevo día.