Los celos 7

Un soplo de aire

Los celos 7 este capítulon esta puesto en dos,es demasiado largo.

Capítulo 7 Un soplo de aire

Dejé el teléfono encima de la mesa, Lola se levantó y salió de la cocina dejándome solo, ya no me podía creer nada de ella, sentía un puñal atravesando mi espalda, sus lágrimas, sus palabras...todo era teatro.

Repasaba una y otra vez los mensajes de texto intentando comprender lo que estaba pasando, era como una película de terror en la cual morían todos los personajes quedando solo uno, y ese uno, no era yo, fui a la foto de contacto queriendo ver la cara de Sergio, necesitaba ponerle rostro, no había foto solo un estúpido muñeco de peluche, ni siquiera daba la cara, me levanté apoyándome en la mesa, mi cuerpo estaba roto, ya no sabía qué hacer, tirar la toalla y dejar definitivamente esa ruleta rusa o apretar otra vez el gatillo y que el bombo decidiera mi suerte, salí a la sala con la boca seca y el nudo de mi garganta apretando cada vez más fuerte, Lola estaba sentada con los ojos irritados, tenía la vista perdida en algún rincón de la habitación, sus piernas cruzadas dejando que su pie danzará como el segundero de un reloj, tic..tac...tic...tac, mi tiempo se acababa y no encontraba la respuesta que necesitaba, la dejaba...aceptaba...

  • Será mejor que nos vayamos Carlos.-Su voz sonó serena.-Ya no hay nada más que decir.-Dijo poniéndose de pie.

  • ¿Me quieres? .-Volví a repetirle la pregunta.

  • ¿A quién te refieres?,¿ al celoso?, ¿al amargado?, nunca te preguntaste si yo era feliz con tus celos y manías, ¡jamás!, me gustaría saber dónde se quedó aquel hombre con el que me casé...aquel que llegué a amar hasta la médula, ¡dime!, ¿qué hice mal?, ¡jamás!, ¿me oyes?¡jamás!, te fui infiel, ¿y sabes porque?...porque nunca había necesitado a otro hombre, ya lo tenía en casa...pero de un año para otro se volvió...un amargado y celoso, acusándolo injustamente, mermando mi personalidad hasta el extremo de hacerme desaparecer como persona, humillándose gratuitamente, así que cuando me preguntas si te amo¿A qué Carlos te refieres?.-Sus palabras habían salido como flechas clavándose en todas las partes de mi cuerpo.-¿Acaso te he juzgado yo?, ¿he dicho algo de Vanesa?, sí lo de los mensajes ha sido muy fuerte, lo reconozco, pero reconoce que te he contado la verdad y no he querido seguir con el juego¿es verdad o no?.

  • Sí.-Contesté con un hilo de voz, no daba tiempo a que pudiera reaccionar a todos los golpes.

  • Ya te digo que aquí acaba lo nuestro, y no te preocupes, no pienso molestarte más.-Lola se dirigió a la puerta.

  • Acepto.-Las palabras se escaparon de mi boca.

  • ¿Qué aceptas? .-Dijo Lola volviendo sobre sus pasos.-¿Ser un cornudo?.

  • Si lo acepto.

  • ¿Y eso por qué?, ¿tanto has cambiado para rebajarte de esa manera?, no sabes lo que significa ser un cornudo, no tienes ni puta idea, así que mejor olvídalo.-Dijo saliendo de la sala, se iba a ir y no tenía nada con que retenerla.

  • No, no pienso rendirme, ya no me preocupa perder todo incluso mi moral, no te vayas.-Dije gritando.

Lola volvió a entrar con una sonrisa sarcástica

  • ¿Tu...tú me hablas de moral?, ¿tú?,¿ dónde estaba tu moral cada vez que me ponía ante el espejo con miedo de enseñar más o menos?, ¿dónde estaba tu moral cada vez que me sacabas arrastras de un local diciendo que tal o cual me miraba demasiado o si yo lo miraba demasiado?, ¿dónde estaba?,¡hijo de puta!, ¿por qué crees que deje de hacer topples en la playa?,¡cabrón de mierda!, no lo sabes ¿verdad?¿a qué no?, claro que no, ¿para qué?, si tú estabas bien, que coño te importaba, pues te lo digo para ver si así lo entiendes de una puta vez, prefería joderme, sí,sí...joderme cabrón, con tal de estar bien contigo, tenía miedo que en cualquier momento creyeras que alguien me miraba más de la cuenta.-Sentía como si el suelo de la habitación se moviera bajo de mis pies.-¿Y ahora me dices que aceptas?, ¡vete a la mierda!.-Dijo en dirección a la cocina.

Lola había estado golpeando mi pecho con sus puños cerrados, notaba que con cada palabra iba un golpe en mi pecho, su cara roja y sus venas hinchadas, mientras yo recibía aquellos golpes, sus palabras formaban una película, la película de mi vida que ahora podía ver, me venían aquellas imágenes a la cabeza, recordaba haberme enfadado con ella por tonterías que después arreglábamos en casa, es verdad que cuando nos casamos Lola siempre tomaba el sol en topples y poco a poco lo dejo de hacer pero desconocía que hubiera sido por mi culpa, pero como dicen; no hay más ciego que el que no quiera ver. Mis pasos siguieron a Lola hasta la cocina me sentía como un gatito siguiendo a su dueño para recibir su plato de leche.

  • Empecemos de cero.-Dije sin mucha seguridad, Lola estaba poniéndose un café, al oírme giró su cabeza para mirarme, sus ojos me estaban examinando.

  • No podemos empezar de cero hasta que no me cuentes qué pasó con Vanesa, entonces podremos empezar a hablar.-Por lo menos había conseguido detener la hemorragia, sabía que el tratamiento sería doloroso pero debía aplicármelo.

  • Esta bien, te contaré todo, pero salgamos a la terraza allí estaremos más relajados.-Esperaba que al aire libre me fuera más fácil abrirme a ella, estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de estar con ella.

-Sal tú, yo voy a ducharme y salgo.

Salí pensando por un momento si sería una excusa para poder hablar con Sergio y ponerlo al día, pero no quise seguir con eso, ya había aceptado ser un cornudo y lo peor era que esperaba que ella me aceptara como tal, era como una operación sin anestesia en la cual el bisturí tiene que cortar aún provocando dolor para que el paciente se salve, y así sería.

Estuve quince minutos esperando en la terraza, le daba vueltas al hecho de contarle a Lola lo sucedido con Vanesa y no sabía por dónde empezar, hasta que apareció por la puerta, llevaba una camiseta donde se marcaban sus pezones y unos pantalones cortos, venía andando con unas gafas de sol a la vez que escribía en el teléfono y una botella de agua bajo el brazo, un chasquido sonó dentro de mi, pero sabía que me tendría que acostumbrar a aquellas situaciones.

-Y bien, cuando quieras soy todo tuya.-Dijo depositando el teléfono sobre la mesa.

-Lo último que te conté fue lo del coche con Vanesa y Sebastián,¿cierto? .-Cogí la botella para beber, tenía la boca seca y todavía no había empezado, me sentía como un alumno delante del director del colegio.

-A sí es, estaban masturbando a tu Venus delante tuyo.-Dijo repitiendo mis últimas palabras con ironía.


  • Párate y compramos unas pizzas.-Dijo Vanesa señalando una pizzería.

-Vale, ¿De qué la queréis? .-Preguntó Sebastián después de frenar bruscamente.

-Que sea suave.-Contestó Vanesa.-¿Y tú Carlos? .-Dijo girándose para mirarme entre el hueco de los asientos.

-Me da lo mismo.-Contesté, me di cuenta que Vanesa en ningún momento había soltado mi mano, me daba la sensación que quería hacerme partícipe de lo que allí ocurriera, eso me daba tranquilidad a la vez que me excitaba, a pesar de sentir esas emociones percibía algo desconocido para mí, algo que no me permitía estar completo.

Una vez que Sebastián se bajó del coche Vanesa volvió a girarse.

-¿Cómo estás cornudito?.-Su sonrisa ocultó el significado de la palabra, simplemente lo tomé como un juego.

-Bien.-Dije sintiendo mi verga totalmente parada, percibía la humedad de mis slips envolviendo por completo mi paquete, estaba excitado imaginando escenas de Vanesa.

Miré a Lola, veía una fina sonrisa en sus labios, se debía estar imaginando la escena e intentando comprender cómo era posible que yo hubiera permitido todo aquello, no fue fácil de comprender para mí con lo cual pude entender sus dudas.

-Quiero que seamos francos.-Dijo Vanesa apretando mi mano más fuerte con voz baja pero firme, miraba sus ojos los cuales esperaban mi afirmación.

-De acuerdo.-Sentía mi pulso a toda máquina.

-Siento una atracción por ti, creo que eso lo sabes, pero si tú sientes algo por mí, piensa que yo no soy Lola, soy como soy, ¿lo entiendes?, soy libre y siempre seré libre, y si tú decides estar a mi lado tienes que entenderlo.

-Si.-Dije sintiéndome como un ciego caminando en un laberinto.

-Nunca he sido de un hombre ni nunca lo seré, antes de seguir lo tienes que tener claro, jamás te obligare a estar conmigo pero tampoco permitiré que me juzgues, eres libre de elegir.

-¿Y si te dijera que querría intentarlo?.-Se que esbocé una sonrisa mirando como el brillo de sus ojos volvía a emanar ternura.

-Sería maravilloso, y no habría nada más que pudiera desear, pero primero tienes que saber realmente lo que quiero y deseo, la clase de mujer que soy, esta noche voy a follar con Sebastián y me gustaría que estuvieras presente, quiero que me veas como me folla pero no participarás, simplemente miraras.-Vanessa se quedó mirándome esperando que asimilaba sus palabras, por mi mente saltaron muchas imágenes de los dos.-No pienses que es para humillarte ni para provocarte, solo quiero que si llega un día en el cual estemos juntos sepas a qué atenerte,¿podrás?.

Una sensación extraña recorrió mi cuerpo, por un lado me excité al pensar en verlos juntos y por el otro desconocía si podría soportar ese acuerdo en una relación estable,pero por lo menos sabía lo que tendría con Vanesa; una relación abierta.

-Quizás, no lo sé, tampoco voy a mentir, tú me atraes y creo que siento algo por ti, deseo...amor, no tengo ni idea de lo que es...pero quizás valga la pena intentarlo.-Sonreí mirando su rostro angelical nada más engañoso que eso, debajo de ese rostro había deseo, lujuria, todo ella estaba envuelta en puro erotismo.

Por el retrovisor del coche percibí que llegaba Sebastián con un par de las típicas cajas de pizzas, Vanesa sonreía satisfecha con mi respuesta.

-¿Tienes cervezas en casa Vanesa? .-Dijo pasándome las pizzas.

-Si, no te preocupes.-Vanesa seguía sin soltar mi mano, era como si me quisiera guiar por aquel remolino de sensaciones, y conseguía tranquilizarme.

-Disculpa pero necesito una cerveza.-Lola se levantó de la silla, pude ver cómo su rostro estaba mojado por las lágrimas, la seguí con la mirada hasta que entró en la casa, notaba que a medida que le contaba más sobre Vanesa más me alejaba de ella.

El sol ya estaba en lo más alto haciendo que el calor aumentara considerablemente, al momento Lola apareció con dos cervezas en la mano.

-He supuesto que querrías una, si quieres podemos seguir dentro de casa aquí hace demasiado calor.-Dijo dejando mi cerveza sobre la mesa.

La miré intentando recordar nuestros momentos... nuestra vida juntos, pero cada vez se hacía más difícil no mezclar aquellos recuerdos con todo lo que Lola me había contado.

-Como tú quieras.-Dije dándole un trago a la cerveza.

-Seguimos aquí y si vemos que...no se.-Su voz salió entrecortada, estábamos los dos agotados de aquella situación.

-No te preocupes pues seguimos dentro.

Lola caminaba delante de mí, sus caderas se movían haciendo que mis recuerdos fluyeron como el agua de un manantial, todavía no me creía como habíamos llegado a aquella situación.

Nos sentamos en el sillón notando el cambio de temperatura, separados cada uno en un brazo dejando espacio entre los dos... un espacio que cada vez era más grande, mi cabeza decía que aquello no iba a terminar bien, nuestra relación ya estaba rota solo nos quedaban los recuerdos, demasiado poco bagaje para poder volver a lo de antes.

La miré antes de seguir hablando, sus gafas de sol habían desaparecido dejando que se vieran sus ojos rojos, su semblante era serio pero no autoritario.

-Sigue por favor.-Dijo descubriendo mi mirada.-Acabemos con esto cuanto antes.-Sentenció.

-Íbamos cogidos de la mano por la calle.-Comencé a hablar sin mirar a Lola, notaba que se estaba rompiendo por dentro a medida que escuchaba.-Sebastián llevaba las pizzas delante nuestro, me sonaba extraño que el que se la fuera a follar y sin embargo era a mí a quien cogía de la mano, mire a Sebastián buscando algo de enfado por la situación pero no percibí nada en el que pareciera molestarle, Vanesa movía sus caderas sensualmente haciendo eterno el camino hasta su casa.

-Me gustaría ducharme¿puedo? .-Dije nada más entrar en su casa.

-Por supuesto, al final del pasillo está el lavabo, entra que ahora te llevo toallas.-Dijo Vanesa dándome un beso cariñoso en los labios.

El lavabo era el clásico de los años noventa, sus azulejos y grifería clamaban una reforma, me miré al espejo descubriendo en mi rostro algo que no conocía...miedo, tenía miedo de meterme en algo que no sabía si podría soportar, en mi vida hubiera imaginado una situación similar, al momento se abrió la puerta, Vanesa entro simplemente con unas bragas brasileñas siendo perceptible su pubis.

-Mira te dejo estas toallas y un albornoz...¿estás bien? .-Dijo, supongo que es verdad que la cara es el espejo del alma.-Sabes que no tienes que hacerlo...

-Ya lo sé.-Dije intentando sonreír.

-Te esperamos para cenar.-Dijo saliendo del lavabo.

Me desvestí pensando en todo aquello, me preguntaba el porqué de aquel miedo, ¿qué podía pasar?, deje que el agua cayera sobre mi intentando quitar algo más que mi entrepierna manchada por mi propio semen reseco, en un momento me vino a la cabeza, no era miedo lo que sentía...era culpabilidad, me sentí culpable de aquella situación, no hacía un mes que habíamos estado juntos y yo me excitaba con una mujer a los dos días, me dejaba llamar cornudo y lo peor era que me excitaba la posibilidad de serlo, y mientras todo eso pasaba por mi cabeza mi mano aferraba mi verga percibiendo la fogosidad de esta, la mano subía y bajaba haciéndome sentir más bajo...más bajo pero como si de una droga se tratara no lo podía parar, necesitaba estar, sentir ese momento, mis piernas se doblaban cayendo de rodillas en el baño a la vez que por mi mano corría un fino hilo de semen, me levanté y volví a enjabonarme.

Al salir vi que ya estaban sentados en el sofá, en una pequeña mesa estaban las pizzas junto a tres cervezas, oí como hablaba.

-¡Venga que la pizza se enfría! .-Dijo Vanesa al verme aparecer.

-Si que tengo un hambre que me muero.-Dijo Sebastián apurándose, este estaba solamente con sus slips, se notaba un cuerpo musculoso, sus rastras caían sobre un lado de su pecho, me senté al lado de Vanesa sintiendo como su pierna se pegaba a la mía, la cena pasó hablando de cosas sin importancia en medio de una atmósfera cargada de erotismo, Vanesa repartía las miradas entre los dos, a veces Vanesa colocaba su mano sobre mi pierna encendiendo mi cuerpo, era como si quisiera que yo también formaba parte, mis ojos recorrían su cuerpo observándola, sus pechos duros, su piel tostada, sus piernas cruzadas,sus labios dibujados linealmente en sus rostro, sin duda era la musa de cualquier pintor, tenía ese don de hacer que siempre estuvieras encendido, que la desearás en cualquier momento.

-Voy a hacer un peta.-Dijo Sebastián levantándose.

-¿Cómo estás? .-Vanesa se giró hacia mí, sus piernas se abrieron por el movimiento.

-Bien, tranquila.-Dije sonriéndole.

Vanesa cogió mi mano llevándola hacia el triángulo, levantó la costura de la braga la metió dentro, noté su calor, mis dedos recorrieron sus labios sintiendo sus formas, sus ojos no dejaban de mirarme viendo mi cara de deseo, era como la manzana prohibida allí estaba su mejor secreto, los dedos buscaron el interior de su cueva, Vanesa se separó un poco para ayudar, nuestros labios se juntaron nuevamente, su mano desató el albornoz dejándome desnudo, su mano comenzó a jugar con mi pecho.

Sebastián caminaba hacia nosotros con un porro en la mano completamente desnudo, me di cuenta que mi turno llegaba a su fin, sin saber el porque mi mano abandonó su coño, Vanesa me sonrió agradecida de mi postura, Sebastián se plantó enfrente de Vanesa quedando su verga flácida delante de los ojos de esta, mi cuerpo empezó a sudar sintiendo la morbosidad del momento, Sebastián le ofreció el porro a Vanesa pero esta negó con la cabeza.

-Prefiero esto.-Dijo cogiendo la verga de este, nuevamente giró su cabeza para verme, al momento volvió su vista a la verga que ya sostenía entre sus manos, levantó la verga para poder besar sus huevos, Sebastián tenía poco bello con lo cual podía apreciar la lengua de Vanesa recorriendo cada uno de ellos, miraba hacia arriba mostrando su sonrisa lasciva, Sebastián apoyo una mano sobre la cabeza de esta mientras que con la otra daba pronunciadas caladas a su porro, seguramente sería como estar en lo alto de la cima, que más podía desear el en ese momento, su porro y una mujer como Vanesa arrodillada ante el chupándole sus huevos"el puto amo del mundo", mi cuerpo cada vez estaba más mojado, intenté mantener la compostura lo máximo posible, Vanesa fue subiendo por el tronco despacio sin prisa, tenían toda la noche, cuando llegó al glande se detuvo en el recreándose con lamidas, su lengua lo enrollaba, hasta que hizo desaparecer toda aquella verga en el interior de su boca, Sebastián gimió en ese momento, Vanesa la mantuvo en el interior de su boca durante unos segundos, después comenzó a mover su cabeza adelante y atrás en un principio despacio para luego aumentar la velocidad, podía ver aparecer y desaparecer la verga de Sebastián rodeada de los labios carnosos de Vanesa, sentí mi mano rodear mi parada verga ni siquiera supe en qué momento comencé, no había podido resistirme ante aquel espectáculo, la verga de Sebastián aparecía brillante por las babas de Vanesa mientras los gemidos de este ya eran claros haciendo una sintonía de ruidos entre él y ella absorbiendo su verga, Sebastián la agarró para levantarla y fundirse en un beso, Vanesa se volvió poniéndose apoyada en el respaldo del sofá dejando su culo a disposición de Sebastián, busco mi mano apretándola fuertemente, traspasábamos nuestra excitación, Sebastián bajo sus bragas gasta sacárselas acto seguido hundió su cara entre las nalgas de Vanesa en ese momento pude ver la representación del placer en el rostro de esta puso sus ojos en blanco a la vez que mordía su labio inferior, quería besarla, tocarla pero no era mi momento, me olvide de Sebastián solo quería verla gozar, su cabeza empezó a moverse hacia adelante despacio empujada por los movimientos de las embestidas de Sebastián, Vanesa abría la boca intentando aspirar aire, una y otra cada vez más rápido la verga se le hundía hasta las profundidades de su ser y mi mano subía y bajaba sobre mi verga simplemente con ver su cara podría llegar a correrme, sus gemidos cada vez eran más fuertes, mire a Sebastián tenía tensado su cuerpo mientras bufaba, sus dos manos agarraban las caderas de Vanesa acometiendo con todas sus fuerzas, el sudor de su cuerpo hacía que brillara, al final se tensó sacó su verga y espesos chorros de semen fueron a parar sobre la espalda de Vanesa, Vanesa se dejó caer sobre mi hombro, mientras seguíamos cogidos de la mano, tenía revuelto el pelo, el sudor de su cuerpo se mezclaba con el mío, nos quedamos mirando y nuestros labios se encontraron , percibía el sabor del sexso de Sebastián pero no me importó, en ese momento la deseaba.

-Gracias.-Dijo susurrando una vez nos separamos.

Sebastián se desplomó sobre el sofá.

-¡Dios eres maravillosa! .-Dijo besando a Vanesa.

-Si ya lo sé, pero creo que sería mejor que te fueras ya es tarde.-Le dijo para sorpresa mía.

-¿Tan pronto? .- A Sebastián le sorprendió igual que a mí.

-Si, necesito estar con Carlos y ahora mismo me sobras.-Dijo riendo.

-Como quieras princesa.- Dijo sin atisbo de rencor en sus palabras.

Una vez que Sebastián salió por la puerta Vanesa se sentó a mi lado abrazándome.

-¿Todo bien? .-Dijo apoyando su cabeza en mi pecho.

-Si, pero no sé qué quieres de mí.-Mis labios besaron su mojada frente, desconocía para que me quería,¿qué pintaba yo allí?.

-No es fácil encontrar a un hombre que me respete, que no pregunte o cuestione mi vida.-Dijo levantando la cabeza para mirarme.

-¿Y tú crees que yo sería ese hombre?.-Me vinieron tus palabras, "celoso""controlador"

-No lo sé, pero me gustaría intentarlo, desde el primer día me atrajiste, no puedo decir los motivos y por supuesto no sabía nada de tu historia con Lola, pero sé que en verdad no eres de esa manera que describes, desconozco tus motivos para dudar de tu mujer, quizás necesitabas abrirte con alguien que no te conociera, igual te sentías encerrado en ti mismo con miedo a salir de tu caparazón, a veces no es fácil romper los roles que alguien impone por ti, tu familia, amigos, conocidos son muchas veces los principales frenos de nuestros sentimientos, ¿Qué pensaría tu familia si se enterara de lo que ha sucedido hoy?, ¿te ayudarían ?,¿seguirán viéndote igual?, no lo creo, seguramente habría como mínimo comentarios por unos y por otros el total silencio, y el miedo a eso es lo que nos hace esclavos de nuestra propia vida, intentamos mantener las pautas marcadas por una sociedad manchada de hipocresía.-Escuchaba su voz imaginando a mi familia y amigos, tenía razón no lo comprenderian.-Ahora sí tú quieres nos duchamos y después me gustaría que me hicieras el amor, no quiero follar...quiero hacer el amor,¿Quieres?.

¡Dios!, lo estaba deseando, esa noche recorrí todo su cuerpo con delicadeza, sin prisa, esa noche era mía y lo que pasará al otro día sería otra historia.

Cada vez estábamos más juntos, hasta que un día Vanesa se mudó a mi casa.

Me quedé mirando a Lola sus ojos estaban perdidos en la habitación.

-Tu casa.-Dijo mirándome, no me había dado cuenta del significado de las palabras, ya no era nuestra casa, la había despojado de ella sustituyendola por Vanesa.-Sigo sin entender porque me has vuelto a llamar, ya tenias a tu zorra y ella a su cornudo,¡¿para qué coño me llamaste?!.-Lola escupió sobre mí aquellas palabras.

Continúe hablando no quería entrar en una guerra dialectal con Lola, nuestros mundos se separaban a medida que recordaba a Vanesa.

Todo iba bien, estábamos juntos nunca se volvió a repetir lo de aquel día, sabía perfectamente que ella era libre igual que yo, pero a pesar de todo había algo que no me permitía sentirme lleno, era como un vacío que no conseguía llenar hasta que un día que estaba repasando unas facturas en el ordenador, no sé el porque encontré una carpeta de fotos dentro de la de un cliente, al abrirla descubrí fotos nuestras del viaje de novios en París, sentí como si una daga atravesará mis pulmones dejándome sin aire, en ese momento descubrí lo que provocaba mi vacío.

-¿La quieres? .-Vanesa estaba a mi lado sin que me hubiera dado cuenta.

-No lo sé...ya no lo sé.-Dije sintiendo como las lágrimas empezaban a descender por mis mejillas.

-Creo que es mejor que lo averigües, por mí no te preocupes, entendería perfectamente que la quisieras, vamos a hacer una cosa, yo me volveré a mi piso, no quiero presionarte y si vuelves con ella prefiero que no me encuentre aquí, y si no solo llámame.

-Ya es tarde Vanesa.-Dije rodeándola con mi brazo.

-Nunca es tarde Carlos, habla con ella, yo seguiré aquí.-Dijo Vanesa besándome.

Así que llamé a mi hermana para pedirle tu teléfono ya que en anterior me salía que no estaba disponible, note a mi hermana rara e incluso me preguntó si estaba seguro y que tú ya no eras la misma, en eso no se equivocaba.-Me detuve mirando a Lola.-Esa es mi historia, te toca, como llegaste...ya sabes con tu jefe.

Lola se levantó del sofá sin decir nada, en ese momento creía que se iría sin contármelo.

-Me voy dar una vuelta, necesito despejar mi mente, ahora mismo no puedo hablar lo siento, no me saldrían las palabras.

La vi cómo se perdía en el pasillo , me di cuenta de la diferencia entre las dos, Vanesa no se escondía ante nada ni nadie y Lola era todo lo contrario, sumisa pero podía ver la vergüenza en sus ojos, cargada con deseo sí, pero había algo en ella que detestaba en lo que se había vuelto, estaba seguro que luchaba cada día contra su cuerpo pero no lo conseguía, no sé si yo había sido el culpable de su mutación pero sin duda ya no podría verla con los mismos ojos, los dos éramos nuevos en ese mundo, y quizás ella pagó un precio más alto que yo.

Decidí salir a caminar, no quise agobiarla cuando estuviera lista retomaríamos la conversación, eran las cuatro y el sol seguía castigando mi espalda, recorrí el paseo marítimo observando a los turistas desafiando al sol, se veían grupos de jóvenes riendo mientras que algún que otro quería demostrar lo machito que era ante las chicas lo típico de la adolescencia, ¿quién no había pasado por eso?.

Recibí un mensaje de Vanesa, ella sabía que estaba con Lola, no dejaba de sorprenderme su generosidad, hacía más de un mes que no nos veíamos y sin embargo sabía que podía confiar en ella.

16:05 Vanesa

Todo bien ? cornudito.

16:07 Carlos

No lo sé.

16:10 Vanesa

No te rayes y piensa con la cabeza...pero recuerda que siempre estaré aquí pase lo que pase.

16:15 Carlos

Lo sé, gracias

16:19 Vanesa

¿Dónde estás ?

16:21 Carlos

He salido a dar una vuelta, necesitaba aclarar mis ideas, ¿y tú ?

16:26 Vanesa

En casa, ayer me llamó Marta proponiéndole un día para hacer de modelo.

16:28 Carlos

Esa Marta...no se... la vez que la vi me miró con cara extraña.

16:35 Vanesa

Jaja, estaría celosa.

16:37 Carlos

Celosa, por?

16:40 Vanesa

Cotilla, jaja, ¿cómo crees que conseguí el trabajo?

En ese momento mi corazón empezó a bombear más fuerte, decidí sentarme en una terraza, notaba una sonrisa en mis labios.

16:45 Carlos

No me jodas?

16:48 Vanesa

Pues si...es una bollera que le gusta comer chochitos jóvenes....uhmmm y que bien lo hace.

16:50 Carlos

Qué fuerte...

16:52 Vanesa

Ahora en serio....¿cómo lo llevas?

16:58 Carlos

No se...es muy fuerte lo que ha hecho...

17:00 Vanesa

Que ha pasado?

17:10 Carlos

No sé qué decisión tomar, no es la misma...es como si ya no nos conociéramos...ya no sé qué creerme, no se distinguir entre la verdad y la mentira...no se...no se Vanesa, igual es mejor dejarlo como esta.

17:15 Vanesa

Lo que decidas estará bien para mí, pero piensa que si cierras la puerta ya no la podrás abrir de nuevo.

17:20 Carlos

Ya lo sé y es lo que temo, te dejo quiero volver y solucionar este tema, luego hablamos.

17:22 Vanesa

Ok, un beso.

17:23 Carlos

Un beso.

Tenía que volver y acabar con todo aquello, para bien o para mal se tenía que terminar, necesitaba retomar mi vida buena o mala pero sería mía, con Vanesa sabía a lo que me esperaba pero con Lola...¿qué me esperaba con ella?, ¿hasta donde llegaría su jefe?, pero seguía siendo Lola, una parte muy importante de mi vida.

Volví a casa con mi cabeza más liada que cuando me fui, Lola estaba en la terraza pues el sol ya empezaba a aflojar dejando que pudiéramos sentarnos mirando al horizonte.

-Cuando quieras.-Dije sentándome en la silla, Lola me miró detrás de sus gafas de sol y volvió a dirigir su vista al horizonte, pasaron un par de minutos en los cuales mantuvimos silencio, simplemente mirábamos la lejana línea del horizonte quizás buscando las respuestas en ella.

-Bueno...-Lola dudó antes de empezar a hablar.-Al principio todo iba bien con Marcos y David, se portaban bien conmigo e incluso me regalaban ropa y zapatos aunque todos tenían el mismo corte, me querían ver cómo a su puta y en aquel momento no me importaba, es más me excitaba yo de treinta y cinco años seducía a dos veinteañeros, me pasaba todo el día estudiando en casa...muchas rayas de coca y sobre todo buenos polvos, no había nada establecido, unas veces con uno y otras con el otro, incluso dependiendo de la fiesta con los dos a la vez, eso estaba bien...si...estaba bien.-Lola se detuvo un instante se quedo con la vista perdida como recordando.-Pero no todo es así de fácil, fui idiota al pensar que podía salir bien, una tarde aparecieron con dos chicas, María e Isabel, me quedé de piedra al verlas, eran las hijas de dos compañeras mías de universidad, Carla y Sara, ¿Te acuerdas de ellas?.-Dijo mirándome.

-Si, las que estuvieron en casa para las navidades.-Sus rostros me vinieron a la cara, recuerdo como sus maridos no dejaban de mirar a Lola durante toda la noche.

-Esas exactamente, olvidaremos la bronca que tuvimos cuando se fueron, ¿no? .-Su comentario irónico no pasó desapercibido para mí.- Al verlas allí no supe cómo reaccionar, ellas no me conocieron gracias a Dios, iban vestidas como dos putitas buscando polla.

-Lola estas son María e Isabel.-Dijo Marcos cogiendo a las dos por la cintura, por los ojos que ellas traían vi que iban puestas, se acercaron a mí y me dieron dos besos, recuerdo todavía su olor a perfume, eran tan jóvenes ¡por Dios!.

Recuerdo que me levanté enfadada y me fui a la cocina, estaba rabiosa ya no porque hubieran traído dos adolescentes a casa sino que me estaban dando de lado.

-¿Qué pasa Lola? .-Marcos había venido detrás de mí sin enterarme.

-Nada, no pasa nada.-Intentaba disimular mi enfado.

Marcos se acercó a mí, puso sus manos en mi cintura y acercándose a mi oído.

-¿Está celosa mi puta?.-Dijo susurrando.-Que no se te olvide que aquí no eres más que una puta y las putas no se quejan.-Me cogió fuerte de mis mofletes haciendo que mis labios dibujaron una o.

-No estoy celosa.-Dije notando como se mojaban mis ojos.

-Entonces dime cuál quieres que me follé primero, a María o a Isabel, con cuál quieres compartir mi polla.-No solo me rebajaba a su puta si no que me obligaba a elegir a una.

-No lo sé...no lo sé.-Mi voz salía entrecortada, sentía miedo, celos, y muy a pesar mío, excitación.

-Más vale que te quedes callada y no me jodas,¿Lo entiendes? .-Dijo metiendo su mano por mi escote y agarrando mi pezón con fuerza.

-Si...si lo entiendo.-Dije abriendo la boca para intentar soportar el dolor de sus dedos en mis pezones.

Marcos salió de la cocina mientras yo me quedaba temblando, no me atreví a salir hasta que estuve segura que estaban en las habitaciones, esa noche dormí en el sofá oyendo los gemidos de aquellas chicas, esnife dos rayas para dejar de escuchar, pero solo me venían las imágenes de sus madres, si ellas se enteraban de aquello no podría explicárselo e incluso me podían denunciar, por abuso de menores, al final a las cinco de la mañana me desperté con el ruido de los tacones, al cerrar la puerta todo se quedó en silencio, a partir de ese día Marcos y David cambiaron, ya no les valía ni como puta ni como compañera de piso, en ese momento sentí lo que significaba la soledad,a principios de diciembre Marcos y David se irían con sus familias saltándose las dos últimas clases, el último día era domingo por la tarde estaba comiendo en la cocina cuando entró Marcos.

-Lola, tenemos que hablar.-Dijo sentándose en la mesa conmigo.