Los castigos de mamá 7.

Ahora le tocará a Amparo, la tía de Paco. ¿Qué le gustará a esta madura de 50 años? ¿Qué echará de menos de su marido? Descubrelo y di que te parece...

Los castigos de mamá 7.

¡Vaya noche! Fue lo primero que pensé al despertarme.

Tumbado boca arriba recordé a mi tía. Magdalena y mi madre salieron de la habitación. Estaba desnudo en aquella cama, tapado levemente con la sábana. Mi tía a los pies de la cama me miraba y presentía que deseaba poseerme.

  • Hijo ¿qué hacemos ahora?

  • Si quieres dormir me voy a mi habitación... - le comenté.

  • ¡La verdad es que no me importaría que

t

e quedases y hablamos un rato! - Asentí con la cabeza. - ¡Me voy a poner el pijama!

Amparo empezó a desabrochar la liviana camisa que llevaba hasta que se la quitó mostrando el sujetador color carne que contenían sus generosas tetas.

Todo el tiempo me miraba y sonreía. Se giró y sus dedos agarraron el elástico del filo de la falda. Empezó a bajarla y se inclinaba cada vez más hacia delante poniendo su culo en pompa. Mi tía me estaba excitando y conseguía que mi polla creciera por momentos.

Cuando la falda estaba por las rodillas la dejó caer al suelo, puso una mano en su culo y me miró.

  • ¿Crees que tengo buen cuerpo? - Me preguntó. No le contesté, me destape y le mostré mi polla erecta. - ¡Parece que sí!

Se puso de pie dándome la espalda, sus manos desabrocharon el sujetador y se lo quitó. Se giró y tapaba cada teta con una mano.

Las liberó aparecieron ante mi vista, redondas, hermosas, con sus oscuros pezones bien erectos.

Despu

és bajó sus bragas hasta que se li

be

r

ó

de ellas.

Erguida, con los brazos abiertos giró para mostrarme su cuerpo. Era una preciosa mujer madura. Se subió en la cama y gateó hasta echarse junto a mí. Me miraba a los ojos con una dulce sonrisa.

  • ¿No te pones el pijama? - Le pregunté.

  • ¡No, yo duermo desnuda!

Me miraba sin decir nada. Su mano busc

ó la mía y empezó a jugar con mis dedos. Estábamos de costado

y nos mirábamos a los ojos. Sus ojos expresaban dudas, como si no supiera qué hacer.

  • Hijo, hace muchos años que no estoy con un hombre en la cama... Desde que murió tu tío, no sé que hacer ahora... Vamos, no es que no sepa cómo se hace... Lo que quiero decir es que con mi sobrino... pues eso, que esto...

  • Tranquila tita. - Le puse un dedo en la boca para que parara de hablar descontroladamente. Sus ojos me miraron tranquilos. - Yo tampoco sé qué hacer, la única vez que lo he hecho fue en la piscina con Raquel y de forma furtiva. ¿Te parece bien que nos acarici

e

mos

para empezar? - Movió la cabeza para afirmar. - Pues ponte boca arriba.

Y así lo hizo. Allí tenía a mi hermosa tía Amparo. Desnuda y esperando recibir de mí "amor".

Me acerqué a ella y la contemplé. Acaricié suavemente su vientre, ella alargó la mano y me acariciaba la polla, sus dedos jugaban con mi glande bajando y subiendo el prepucio. Sus tetas caían a los lados de su cuerpo, me incline y comencé a acariciar con mi lengua aquel pezón que me desafiaba erecto. Al mismo tiempo mis dedos jugueteaban con los pelos de su coño. Sus piernas se abrieron al sentir mi contacto mientras su mano se aferraba a mi polla.

Su otra mano acarició mi cabeza y su boca me regalaba suaves gemidos.

La miré a los ojos y le ofrecí mi boca. Sentí como la mano que tenía en mi nuca me atrajo hacia ella y su boca se preparaba para besarme. Nuestros labios se unieron y su lengua entró en mi boca. Su mano se agitaba con dificultad sobre mi polla mientras mis dedos exploraban la selva que ocultaba su caliente sexo.

Dejé de besarla y me coloqué de rodillas junto a ella. Se colocó de costado y mi polla quedó delante de sus ojos. Su mano la agarró y miraba cómo mi glande salía de su encierro.

  • ¡Cuánto tiempo sin una polla! - Su mano empezó a agitarla.

  • ¡Tuya es, cómetela! - Puse mi mano sobre su cabeza y le acerqué la polla.

Liberó por completo mi glande y lo miraba con lujuria, quería disfrutar el momento y su lengua acarició con suavidad el orificio del glande saboreando el transparente líquido que empezaba a brotar de mi polla.

La pegó contra mi cuerpo y su lengua recorrió toda

su longitud

desde los huevos hasta llegar de nuevo a mi glande donde se agitaba rápidamente para darme mucho placer.

Yo

a

cariciaba sus tetas mientras ella disfrutaba de mi polla.

Su boca se abrió y sus labios rodearon

la enrojecida cabeza de mi polla, daba succiones fuertes y un calambre de placer recorrió el tronco de mi miembro. La hundió en su boca hasta que llegó a su garganta. Empezó un suave movimiento con su cabeza y me mamaba. Alargue mi mano y acaricié los pelos de su coño. Sus piernas se abrieron para que la tocara.

No decíamos nada, ella mamaba sin parar mientras yo empecé a buscar los labios vaginales para abrirlos.

De nuevo tenía ante mí el rosáceo interior de su coño. Mi dedo buscó su clítoris y lo acaricié. Sus caderas se movían involuntariamente y recorrí su mojada raja. Pude sentir la entrada de su vagina mientras ella gimoteaba con su boca llena por mi polla. Hundí mi dedo y la penetré. La follaba

con mi dedo

y ella se agitaba sin soltar mi polla.

-

¡Ven aquí, encima de mí! - Me liberó y se tumbó boca arriba en la cama. Yo me fui a colocar entre sus piernas para follarla. - ¡No, no me folles aún, primero cómeme el coño mientras te chupo tu polla!

Torpemente intentaba colocarme siguiendo sus indicaciones, ponía una pierna por aquí, otra por allá, le presionaba en un brazo, en una teta... Vamos, un desastre a la hora de hacer mi primer sesenta y nueve. Pero por fin nos colocamos de forma que yo estaba encima de ella, mi polla quedó a la altura de su boca que se puso a trabajar al momento tragándosela por completo. Sus piernas estaban flexionadas y su coño peludo expuesto para que yo lo trabajara. Con mis dedos separé los labios, un intenso olor me invadió. El olor de aquel maduro coño me excitó y mi polla se endureció más aún. Sobre la rosada piel de sus labios corría un leve hilo de flujos.

Hundí mi boca en su sexo y mi lengua saboreó los flujos que me regalaba. Recorrí aquella húmeda raja de arriba hasta abajo y sus caderas se movían excitada. Sentí su abultado clítoris y mi lengua lo acarició suavemente. Ella daba gemidos apagados al tener su boca llena. Mientras mi lengua jugaba con su clítoris metí un dedo en su vagina. Ella seguía retorciéndose de placer sin dejar de mamar. Varios minutos castigué su clítoris, con tanta intensidad que noté que tenía un orgasmo. Pero ella no dejó en ningún momento mi polla que permaneció en el interior de su boca dándome succiones más intensas y consiguiendo que me llegara a mí mi momento de gozar. Moví mis caderas y follaba su boca cuando ya me faltaba poco para correrme.

-

¡Oh, tita, me corro, me corro! - Gemía yo mientras hundía mi polla hasta su garganta mientras ella se afanaba en mamar sin parar. - ¡Lo voy a soltar, me voy a correr!

Sentí como mi polla descargaba todo mi semen en el interior de su boca. Ella tragaba con dificultad pero no soltaba mi polla, ni siquiera hizo el intento de dejarla libre. Un momento después me había vaciado y toda mi leche había desaparecido de su boca.

-

¡Hijo, ha sido maravilloso! - Ella aún se retorcía un poco por el placer. - ¡Hacía mucho que no sentía un placer tan intenso!

-

¡Yo también he gozado mucho! - Me levanté y me tumbé junto a ella abrazándola y besándola.

Nuestras bocas se unieron de nuevo y las lenguas empezaron a acariciarse yendo de una boca a otra. El sabor de sus flujos en mi boca se mezcló con el sabor a mi semen de la suya.

Mis manos acariciaban sus pechos, sus endurecidos pezones. Subí una pierna sobre ella y mi polla se colocó sobre su cadera, me froté suavemente con ella y la vida volvió a mi pene, en poco tiempo adquirió una considerable consistencia y tamaño. Me coloqué sobre ella y nuestros sexos se acariciaban con el suave vaivén que mi pelvis le imprimía.

No parábamos de besarnos, acariciándonos. Dejé su boca y me dediqué a lamer y mamar sus pechos. Ella me acariciaba la cabeza mientras gemía levemente con los roces de nuestros sexos. Levantaba un poco las caderas y nuestro contacto se hacía más intenso. Me levanté y la hice girarse. Ahora tenía delante de mí su redondo culo. Mis manos amas

aron sus nalgas mientras ella me miraba. Mi polla había vuelto a tomar la dureza propia de mi juventud. Me eché sobre ella y mi

polla se colocó donde quiso entre sus piernas. Dejé caer mi cuerpo sobre ella y apartó su pelo para ofrecerme su nuca.

Instintivamente mi boca se lanzó a morder su nuca y cuello mientras mis movimientos hacían que mi polla empujara allí abajo. Daba leves gemidos y gruñidos de placer. No estaba seguro donde daba mi polla, no sabía si era su culo o su coño, sólo sabía que no podía dejar de moverme para que mi tía disfrutara. Ella puso su culo un poco en pompa y mi polla acertó a introducirse entre los labios vaginales y mi glande comenzó a penetrar su vagina.

-

¡

Ouf

, sí, eso es, métela en mi coño! - Su culo se movió y su vagina estaba preparada para recibirme. - ¡Sí, clávala con suavidad!

Empujé y sentí como el calor de su vagina iba envolviendo mi polla. Mi glande iba dilatando su vagina y el flujo constante que ella me regalaba hacía que la penetración fuera completa en poco tiempo. La dejé clavada por un momento, saboreando la sensación de estar completamente dentro de mi tía.

-

¡Tita, me encanta follarte! - Le dije al oído y ella gimió.

Agarré su pelo y giré su cabeza para unir mi boca a la suya mientras comenzaba a penetrarla con suavidad. Ella se retorcía y gemía de placer. Solté su pelo y ella agarró mi mano colocándola delante de su cara. Sus labios envolvieron mi dedo gordo y lo mamó como si fuera mi polla. Aquello me excitó y mis penetraciones aumentaron de ritmo arrancándole gemidos de placer que cada vez eran más seguidos y fuertes. Mi pelvis golpeaba contra su culo produciendo sonidos que nos provocaban a los dos. Mis dientes hicieron presa en su cuello y me moví todo lo rápido que pude. Ella no decía nada, se limitaba a gemir y mover la cabeza enloquecida. Sin duda estaba sintiendo mucho placer y se estaría corriendo por los gruñidos que daba. Aquellos movimientos, mis penetraciones y sentir mi polla aprisionada en su vagina consiguieron que en poco tiempo sintiera un gran placer y quisiera correrme.

-

¡Me corro, me corro! - Le dije a mi tía y sentía que mi semen empezaba a subir por mi polla. - ¡Ya viene, ya va a salir!

-

¡Sácala y échalo sobre mi culo! - Dijo entre gemidos y convulsiones al sentir su orgasmo.

Con mucha dificultad logré sacarla. Un primer chorro salía justo cuando abandonaba aquel cálido refugio. La agarré y con la mano ayudé a dejar vacíos mis huevos

lanzando mi leche sobre su redondo culo.

Y con ese recuerdo desperté esa mañana, ni que decir que de nuevo mi polla cobró un poco de vida al recordar la noche con mi tía. Pero estaba allí solo, ninguna de las mujeres se iban a escandalizar si era pillado en la cama de mi tía, mi amigo tampoco ya que él era el que más caliente estaba de los dos aunque el pobre no se había estrenado aún. Me enorgullecí de haber follado dos veces mientras que él aún no se había estrenado. El problema es que mi primo me pillara allí, cómo iba a explicarle que hacía metido en la cama de su madre, era difícil decir que no había tenido una loca noche de sexo con ella.

Me levanté y decidí ir a mi habitación, tal vez Roque aún estaría dormido y no notaría que había pasado toda la noche fuera. Abrí la puerta con cuidado y caminé por el pasillo. Todo estaba despejado y lo único que vi fugazmente fue a mi madre entrar en su habitación, pero ella sabía lo que había pasado, así que entre en mi habitación.

Roque ya no estaba, sin duda se habría levantado y estaría por la piscina o por cualquier otro lugar de la casa. Ya estaba en el refugio de mi habitación y tomé un bañador li

mpio y me fui a la ducha. Abrí el agua y empecé a ducharme. Tuve la tentación de hacerme una paja al volver los recuerdos de mi tía a mi mente, pero no, tenía que guardar fuerzas por si alguna de mis dos amantes me exigía un poco más de amor.

Acabé y cerré el agua. Empecé a escuchar unos sonidos extraños que venían de la habitación de al lado, era la de mi madre y Raquel. Cogí un

v

aso del lavabo y lo pegué a la pared. Me puse a escuchar y diferenciaba claramente que eran gemidos de mujer... ¡Gemidos de mi madre! ¡Sería posible que Roque por fin tuviera el sexo que tanto deseaba!

Me sequé rápido y me puse el bañador. Con sigilo caminé por el pasillo y llegué a la puerta de la habitación de mi madre. Giré el pomo y la puerta se abrió, la empujé lo suficiente para ver lo que allí ocurría. Allí estaban mi madre y Roque. Ella estaba a cuatro patas y él detrás enganchado y follándola salvajemente. Mi polla creció por la excitación. Me daban la espalda y no podían verme. Me asusté cuando mi amigo se separó un momento y mantenía separados los cachetes del redondo culo de mi madre, su ano aparecía totalmente dilatado. Se agachó un poco y escupió en aquel agujero negro. Manteniendo sus nalgas separadas, acercó de nuevo su polla y la hundió hasta que los huevos impidieron que entrara más. El gran gemido de mi madre me excitó y me asustó, me retiré intentando no hacer ruido con la puerta y me marché impresionado por la visión del dilatado agujero negro de mi madre.

Llegué a la cocina y allí estaba Raquel pensativa mientras miraba una taza de café. Entré y me senté en la mesa frente a ella. Se sobresaltó cuando llegué y después me miró a la cara.

-

¡Me han dicho que anoche te lo pasaste bien! - La ironía destacaba en sus palabras mientras clavaba su mirada en mí. - ¿Qué te pasa? ¡Tienes una cara rara!

-

Raquel ¿te han dado alguna vez por el culo? - Sonó demasiado basto, pero me salió del alma.

-

¡Bueno hijo...!

-

¿Da placer que te metan... una cosa de esas por ahí? - Me había impresionado ver a mi madre.

-

¡Tranquilo! - Raquel agarró mis manos y me acarició para tranquilizarme. - ¿Qué te ha pasado? Dime.

-

Le conté lo que había visto en su habitación. - ¡

Ja

,

ja

,

ja

! ¡Verás, a algunas mujeres... personas eso les da placer!

-

¿Y a ti te gusta?

-

Bueno, cuando estaba casada mi marido intentó una vez meter su cosa. Nada más empujar un poco en mi agujerito sentí tanto dolor que lo tiré

de la cama de un empujón. - Se cambió de silla y se colocó junto a mí. - ¡Vamos Paco, si tu madre lo hace será porque le gusta! ¡Roque no es capaz de forzar a una mujer y tu madre le daría una buena tunda si lo intentara! - Rio imaginando a su amiga en tal situación. - ¡Vamos a la piscina!

Mi tía estaba en una tumbona descansando antes de preparar la comida. Me sonrió feliz al verme, después de la noche de sexo que había pasado

,

su vida cambió. Raquel se echó en la tumbona que había libre junto a Amparo. Me senté junto a mi tía, en donde ella reposaba, quedé en medio de las dos. Ellas comenzaron a hablar y yo las miraba. No sé cuanto tiempo pasaría hasta que Roque y mi madre aparecieron.

Los dos parecían satisfechos. Los cinco estábamos sentados charlando.

  • Me voy a bañar. Dijo mi tía. - ¿Alguien me acompaña? - Se quitó la camiseta

y sólo llevaba las bragas del bikini.

  • ¡Buenas tetas! - Dijo Roque.

  • ¡No seas maleducado! - Replicó su madre que se puso en pie, se quitó la camiseta y liberó sus tetas. - ¡Las de tu madre son mejores!

Raquel le dio la mano a Amparo y las dos caminaron hacia la ducha.

  • ¡Esperadme! - Dijo mi madre que se quitó la ropa y también quedó con sus pechos al aire.

Roque y yo nos miramos y él se quitó el bañador que llevaba quedando totalmente desnudo. Yo hice lo mismo y con nuestras pollas

morcillonas

nos fuimos en busca de nuestras maduras familiares.

Todos pasamos por la d

u

cha y nos fuimos tirando al agua. Ver a nuestras madres y mi tía en el agua con sus tetas libres era una sensación especial, me producía una leve excitación. Jugábamos en el agua y algún beso impropio para unas madres y sus hijos hubo. Me acerqué a mi tía y ella me abrazó por el cuello, su boca se unió a la mía. Roque hizo lo mismo con mi madre. Raquel me miraba y en cuanto mi

boca

se separó de mi tía, su mano giró mi cabeza para que la besara a ella. Roque acabó de besar a mi madre y ofreció su boca a Amparo que lo aceptó sin dudar. Mi madre me acariciaba mientras su amiga me besaba y tu

v

e

que alternar a besar a una y otra. Aquello era una orgía de bocas que deseaban besarse.

Mi polla se puso dura y suponía que Roque estaría igual que yo.

Roque se separó de Amparo y se sumergió bajo el agua.

  • ¡Eh, pero! - Protestó mi tía. - ¡Condenado diablo!

Emergió con el bikini en las manos agitándolo como si fuera un trofeo. Mi tía puso cara de enfadada pero no intentó quitárselas. Cogí a mi madre por la cintura y la coloqué delante de mí dándome la espalda. Me sumergí tras ella y bajé su bañador hasta quitárselo por

completo, le di un beso en el culo antes de salir del agua.

Raquel intentaba huir de nosotros. Roque salió del agua y corrió por el filo de la piscina mientras yo nadaba hacia su madre. Ella se refugió detrás de Amparo para que la ayudara.

  • ¡No hija! - Mi tía la aferró por los brazos. - ¡Todos estamos desnudos y tú vas a caer ahora! - Mi madre llegó a ellas y le quitó el bañador a Raquel.

  • ¡Ahora estamos todos desnudos! - Dijo mi madre agitando el bikini de su amiga fuera del agua.

Roque caminaba y llevaba la polla bastante erecta. Mi madre no le quitó ojo hasta que se tiró al agua.

Después de un rato bañándonos el la piscina, pasamos otro buen rato en las tumbonas. Los cinco, desnudos con toda normalidad. Bueno, he de reconocer que Roque estuvo todo el tiempo alerta al estar con aquellas tres maduras mujeres que se mostraban totalmente desnudas, su polla estuvo casi todo el tiempo con una medio erección.

  • ¡Bueno, ya son cerca de las una y hay que hacer la comida! - Dijo mi tía. - ¡Además habrá que vestirse para que no nos pillen mis hijos! - Todos volvimos a ponernos nuestras pocas ropas y Roque y yo preparábamos la mesa mientras las mujeres hacían la comida.

Las tres mujeres estaba en cocina y Amparo sacó una botella de vino y ofreció un baso para cada una. Cada una preparaba algo de comer, Amparo preparaba unas carnes en salsa mientras Raquel hacía una especie de ensalada y Pili se dedicaba a freír patatas. Treinta minutos después aún no había acabado toda la comida, pero si acabaron con aquella botella de vino.

  • ¡Gracias Pili! - Dijo Amparo. - ¡Gracias por comprender lo que ocurre con mis hijos!

  • ¡Gracias a ti también por no esca

n

dalizarte

al saber lo que hacemos con los nuestros! - Dijo Pili. Se dieron un beso de cariño mutuo.

  • ¡Eso está bien, pero yo tengo que rega

ñ

arte por pervertir a mi Roque! - Raquel sonreía mostrando el tono de broma.

  • ¡Oye, que tú también lo has hecho con mi hijo! - Protestó Pili.

  • Sí, pero yo no le pedí que me diera por el culo...

  • ¡Cómo... Cómo sabes eso! - Pili mostró sorpresa. Amparo abrió los ojos mirando a su hermana cómo si fuera una pervertida.

  • Tu hijo me lo contó... - Raquel le narró lo que Paco le había contado antes en la cocina.

  • ¡No sabía yo que te gustaban esas cosas!

  • La verdad es que nunca lo había hecho hasta hoy. - Pili empezó a narrarles lo que su joven amante le hizo hasta conseguir entrar por la puerta de atrás. - ¡El orgasmo fue tan intenso cómo si me la hubiera clavado en el coño, aunque era una sensación diferente!

  • ¡Tendré que registrar la habitación de mi hijo para ver en qué revistas o películas ha aprendido esas cosas! - Dijo Raquel.

  • ¡Pues al escucha

r

os se me ha mojado el chichi! - Amparo estaba de pie con las piernas cruzadas como si intentara que no se le escaparan los flujos de su coño por la excitación.

  • ¡Y a ti cómo te fue

hermanita

! - Preguntó Pili. - ¿Te hizo gozar mi Paquito?

  • Después de tanto tiempo sin un hombre en mi cama, tu hijo me hizo ver el cielo.

  • ¡Pero te gusta que te den por el culo! - Pili le dio una cachetada en su culo.

  • ¡Veréis! - Amparo abrió otra botella de vino y llenaba los vasos de las otras. - Cuando estuve casada con el Rogelio, cuando hacíamos el amor empezábamos con caricias. Después él se metía entre mis piernas y me daba una buena comida de coño hasta que tenía un orgasmo. A continuación me penetraba hasta arrancar

m

e otro orgasmo y por último me daba por detrás y me corría de nuevo. No tenía una polla extremadamente grande, pero me hacía gozar y me dio dos hijos.

  • ¡Pues si quieres le digo a Roque que tiene otro culo que puede partir! - Pili lanzó una gran carcajada.

  • ¡Todo se andará! - Añadió Amparo. - Primero a ver cómo le digo a mis hijos que todos conocemos su relación y que en casa se pueden comportar como una pareja.

Eran las dos y media. Roque y yo estábamos en el porche del jardín esperando a que viniera el resto de la familia

,

Mauricio y Magdalena

de su trabajo y nuestras mujeres de la cocina. Habíamos hablado de cómo estaban de buenas las tres mujeres y Roque me confesó que le encantaba el redondo y abundante culo de mi tía. Quedé pensando en la imagen de mi madre a cuatro patas con su culo dilatado, cómo la polla de mi amigo entró sin dificultad haciéndola gozar, porque ella gimió de placer, no fue un grito de dolor.

  • ¡Hola chicos! - La dulce voz de mi prima me sacó de mis pensamientos. - ¿Ya está la comida?

  • Creo que sí... - Contesté.

  • ¡Pues vamos a la cocina para traerla! - Magdalena caminó delante de nosotros que la seguimos admirando su delicioso cuerpo.

Entramos

en

la cocina y allí estaban las tres entre carcajadas y bromas. Las tres no miraron.

  • ¡Aquí están tres de nuestros niños! - Dijo mi tía y se tambaleó levemente al ponerse en pie. - ¡Os quiero a todos! - Se abrazó a nosotros y nos besó en la frente uno a uno. - ¡A ti también te quiero aunque no seas de mi familia, te considero como mi sobrino! - Miró por detrás de nosotros. - ¡Y a ti mi niño grande! - Nos apartó y abrazó a Mauricio.

  • ¡Vamos mamá, nosotros también te queremos! - Mauricio le dio un fuerte abrazo y vio en la mesa las dos botellas de vino vacías. - ¿Entre las tres?

Mi madre y Raquel afirmaron con la cabeza. Ellas fueron al porche y entre los hijos llevamos toda la comida. Nuestras madres seguían riendo cuando empezamos a comer. Se terminó la comida y mientras rec

ogimos

todo entre Roque, Magdalena, Mauricio y yo, ellas se fueron a descansar un poco a las habitaciones. Mi amigo y yo quedamos en la cocina fregando mientras los hermanos se preparaban de nuevo para volver al trabajo. A los pocos minutos los dos se despedían de nosotros y se marchaban. Terminamos de fregar y nos fuimos al salón para descansar un poco.

  • ¡Nuestras madres nos deberían dar uno de sus premios por lo que hemos hecho! - Dijo Roque.

  • ¿Vamos a verlas? - le sugerí.

Saltó del sillón como un resorte. Subimos en silencio hasta que llegamos a la puerta cerrada de la habitación de nuestras madres. La abrimos despacio para verlas.

  • ¡Aquí no están! - Dije al ver la cama vacía. - ¿Donde estarán?

  • ¡Miremos en la habitación de tu tía!

Recordé de la noche anterior que mi tía tenía una cama muy ancha, tal vez se hubieran ido todas allí. Volvimos a cerrar la puerta y nos dirigimos a la otra habitación. La puerta estaba abierta y allí estaban las tres.

Cada uno nos colocamos por un lado de la cama. Estaban profundamente dormidas.

Llevaban las mismas camisetas de antes, aquellas que se quitaron para mostrarnos sin ningún pudor sus hermosas tetas. Las tres estaban bocarriba, mi tía en medio, mi madre en

el

lado en que estaba yo y Raquel en el lado opuesto. Agarré el filo de la camiseta de mi madre y la deslice por sus muslos hasta que pudimos contemplar su coño. No llevaba bragas y podíamos ver perfectamente los labios. Roque hizo lo mismo a su madre y también apareció su depilado coño. Hice un esfuerzo para ver si mi tía iba también con todo libre. Apoyé una mano en el colchón con mucha delicadeza y conseguí destapar el poblado coño.

  • ¡Ojalá pudiera comerme ese coño! - Susurró Roque.

  • ¡Prue

b

a

! - Lo animé.

Mi intensión fue animarlo para que se echara atrás y poder reírme de él, pero no lo conseguí. Roque se fue a los pies de la cama, frente a mi tía. Con habilidad se su

bi

ó

en la cama de forma que su boca quedó encima del coño de Amparo. Se inclinó hasta que sus labios tocaron aquellos oscuros bellos que custodiaban su vagina. Su boca se movió haciendo cada vez más intenso su contacto. Sacó su legua y la pasaba por donde podía alcanzar pues sus piernas estaban juntas. Mi tía no despertaba con la furtiva comida de coño, pero podía ver perfectamente que aquello la excitaba pues sus pezones crecieron y se marcaban en la tela de la camiseta.

Aunque no se terminaba de despertar, mi tía abrió un poco las piernas y mi amigo pudo lamer más abajo. Ella empezaba a retorcerse levemente por el placer. Roque era tozudo

y continuaba metiendo su cabeza entre las piernas.

  • ¡Eh, niños pervertidos! - Dijo mi tía al ser consciente de que entre sus piernas tenía a Roque. - ¿Qué estáis haciendo?

  • Yo nada, tita. - Respondí. - Pero Roque lleva un rato intentando comerte.

  • ¡Uf, y qué bien lo hace! - Sus piernas se doblaron y le dio por completo su coño.

Los gemidos de mi tía aumentaban de volumen. Mi madre despertó y Raquel empezaba a moverse incomodada por los sonidos y el movimiento de Amparo. Mi madre se sentó en la cama dándole la espalda a su hermana. Raquel se levantó y caminó hasta que se colocó junto a mí. Roque había levantado las piernas y

mi

tía

las sujetaba bien abiertas para que él se hundiera por completo en su húmeda vagina. Los tres mirábamos extasiados el trabajo de mi amigo. Los espasmos y gemidos de mi tía no tardaron en demostrar el orgasmo que su joven amante le había provocado con su boca.

Roque no la hizo sufrir. Se subió sobre ella y en un momento la estaba penetrando hasta llenar por completo su vagina. El cuerpo de ella se tensó al sentirse completamente penetrada y su boca lanzó un gran gemido.

  • ¡Uf, cabrón clávamela más fuerte, lléname con tu polla! - Raquel, mi madre y yo mirábamos excitados pero sin movernos, viendo como mi tía disfrutaba siendo follada por el animal de Roque. - ¡Dame más, fuerte, más fuerte!

Él se movía como un conejo y su polla entraba y salía de aquel ansioso coño que no paraba de hacer sonidos cada vez que la polla entraba con fuerza. Esta vez tardó menos en tener otro orgasmo, los gritos y gemidos ahora eran casi insoportables, pero causaban gran excitación.

  • ¡Qué maravilla! - Gritaba mi tía mientras mi amigo seguía follándola con ganas. - ¡Ahora mi culo, mi culo! - Roque le estaba dando lo que a ella le gustaba.

Él saltó al escuchar culo. Estaba de rodillas en la cama y esperaba que ella se pusiera a cuatro patas para jugar con su redondo culo. Puso sus manos sobre los cachetes y los acarició disfrutando de su redondez. Sus labios daban suaves besos y ella ronroneaba de placer. Las manos hicieron firme en sus cachetes y los separó. Un redondo ano, oscuro y rodeado de diminutos pelos apareció ante los ojos de Roque al que se

le

hacía la boca agua. Su lengua rápidamente exploró aquel agujero negro que tenía ante él, su húmeda nave recorrió el leve manto de pelillos que rodeaban la entrada, circundó el rugoso anillo que lo sellaba. Su lengua reco

rrió

aquel oscuro lugar y lo dejó bien mojado.

  • ¡Ya no puedo más! - Mi tía gemía y se retorcía del placer que le daba. - ¡Deja de chupar y clávame ya la polla!

Las manos de mi tía se abrían el culo para ofrecerle su ano a Roque. Agarró su polla y la hundió con fuerza en su vagina. Ella protestó pues la quería en su culo. Concedió su deseo y puso su glande en aquel redondo esfí

n

ter

que deseaba ceder para dejar entrar la polla que llamaba a la entrada. Poco a poco fue dejando que entrara aquella polla invasora que obedecía a mi tía. Ella sabía manejar su culo y lo relajaba o lo tensaba a su voluntad. Él sentía como aquel culo masticaba cada centímetro de polla que entraba. Amparo agitaba el culo con placer mientras gemía sensualmente. Roque sentía un tremendo placer, no sólo por follar un culo, cosa que le excitaba, además aquel culo tenía vida propia y le daba sensaciones nuevas para él. La lujuria se apoderó de él y de una fuerte embestida la insertó profundamente. Mi tía sintió los huevos que chocaron en su coño una y otra vez. Había perdido el control y aquella polla entraba y salía rápidamente de su culo produciéndole un gran placer.

Súbitamente aquella polla abandonó por completo su ano y ella quedó esperando que volviera a entrar con el esfínter completamente dilatado. Una nueva descarga de placer envolvió su cuerpo al sentir como el glande le invadía la vagina. La follo con fuerza su vagina mientras ella no dejaba de gemir. De nuevo la abandonó y ella esperó. Él agarró su polla con una mano y la clavó de golpe en su culo hasta el fondo, después la sacó y su mano la dirigió para clavarse hasta el fondo en su vagina. Amparo estaba en gloria sintiendo como aquella joven polla pasaba por sus dos agujeros dándole un placer que su marido nunca le dio al darle por el culo. Mi madre y Raquel se pusieron detrás para ver como Roque insertaba a mi tía por sus dos dilatados y húmedos agujeros que mostraban una espumilla blanquecina por los filos al igual que la base de la polla.

  • ¡Me estás matando de placer! - Gimió Amparo al sentir un nuevo y extraño placer. - ¡Estoy mareada!

Roque no bajó el ritmo de las penetraciones, la sacó del culo y la clavó enloquecido en su vagina deseando correrse. Mi tía estaba rendida y agotada, las pocas fuerzas que le quedaban eran para mantener su culo en pompa mientras Roque follaba su coño. Él empezó a gruñir y

clavó la polla hasta lo más profundo de aquella madura vagina. Amparo sentía placer cuando el semen empezó a inundarla.

Ca

y

ó

rendida en la cama con su joven amante encima.

  • ¡Vayámonos que están agotados! - Dijo mi madre. - ¡Ya acabaron!

Salimos de la habitación y caminábamos hacia la cocina. Estábamos muy excitados y si me lo hubieran pedido las hubiera follado a las dos, incluso a mi madre.

CONTINUARÁ.