Los Buenos Años

Este relato es la continuación de recuerdos de una nana, en la primera parte relato como perdí la virginidad e inicié una intensa vida sexual gracias a los hijos de mis patrones.

Este relato es la continuación de recuerdos de una nana, en la primera parte relato como perdí la virginidad e inicié una intensa vida sexual gracias a los hijos de mis patrones.

Los Buenos Años.

Mi pueblo vive o más bien sobrevive gracias a la agricultura y la pesca, una de las cosas que resultan más curiosas a los winkas en que para nosotros no existe la propiedad privada, todo se comparte en armonía y es de la comunidad, para nosotros la comida y la bebida son motivos de festejos y celebración.

Bueno, los 6 años que pase con los muchachos fueron muy buenos en ese sentido, mi conchita no pasó nunca hambre ni sed, Alberto y Antonio se encargaban de mis necesidades sexuales con esmero. Yo, como buen Mapuche, les enseñe el sentido de compartir en armonía, no fueron pocas las veces en que uno esperaba su turno pacientemente mientras yo cogía con el otro, o como buenos hermanos uno permitía que yo le chupara la verga mientras el otro me chupaba la conchita o sencillamente me cogía a placer.

Pero como les dije antes y eso lo muchachos lo tenían súper claro, para nosotros no existe la propiedad privada y las cosas buenas hay que compartirlas. Cuando la Señora me autorizó, más bien me ordenó terminar mis estudios en el liceo nocturno, descubrí un mundo de oportunidades y allí si que definitivamente puedo decir que fueron años muy buenos, mi conchita ya no se alimentó sólo de los muchachos, también ayudaron algunos compañeros de estudios, un par de profesores, Gabriel un chofer de taxi colectivo que me recogía cuando salía del liceo a las 11 de la noche, y que me dejaba puntualmente a las 12 en la puerta de la casa, normalmente me bajaba desarreglada y con las piernas tiritonas, el bruto cogía muy rico siempre tenía ganas.

Sin embargo, el que más recuerdo es al Sargento Armando Millalonco , un Carabinero (policía) que conocí de una forma muy extraña, la verdad es que había muchas cosas misteriosas en él, partiendo por su nombre; Armando es de origen germano y significa El Guerrero, su apellido Millalonco es por supuesto Mapuche y significa Cabeza de Oro. Él era indudablemente un guerrero, tanto por su profesión como por su carácter, y en un sentido muy romántico quizás, su cabeza era de oro, me refiero por su supuesto a su Glande.

Su Glande. La cosa más linda y grande que he visto en un hombre. Su pene no era nada de especial, era más bien corto y de ancho normal. Sin embargo, su cabeza aparecía desproporcionada, era como una inmensa callampa, de un intenso color morado, brillante, esa cabezota me dio los orgasmos más intensos de mi vida, tanto por las especiales sensaciones que me hacía sentir, como por la abundante leche que manaba de esa maravilla.

Me cuesta describirlo con palabras, era sencillamente fabuloso, él no se movía mucho, su pene corto y su barriga se lo impedían, su cabeza se encontraba siempre como a la entrada de mi conchita, donde una mujer tiene mayor sensibilidad, además, como su cabeza era tan grande en comparación con el resto de su pene, se sentía mayor roce, pero concentrado sólo en los bordes de la callampa, normalmente el pene se siente como un cilindro adentro y el placer se reparte por toda la vagina, en este caso era como tener una anillo, un anillo muy grande, que en cada movimiento se concentraba en una zona muy pequeña dentro de mi conchita, pero que amplificaba el placer por mil y me hacía gemir de gusto con cada pequeño movimiento suyo. Cuando eyaculaba, tampoco eran los 4 o 5 chorros de cualquier hombre, él se quedaba quieto y su verga comenzaba como a mearte adentro, era un flujo continuo, que salia salia y salía, caliente y tan rico que siempre me hacía terminar, al sentir ese flujo caliente mi conchita se retorcía de gusto, lamiendo, chupando, estrujando esa cabeza de oro, y junto con mi conchita me retorcía yo, la sensación de placer comenzaba en la entrada de mi conchita y se iba metiendo hacia adentro, la sentía en mi culo, en mi columna, en mis pezones duros, en mis piernas que tiritaban y en mi boca que dejaba escapar un haaaaaaooooooo , como el estertor de una fiera que ha sido mal herida.

Bueno, parece que me he ido en mucho detalles que no les interesan, el caso es que me encontraba con Gabriel en su taxi colectivo, normalmente él me esperaba al salir del liceo nocturno y después de una buena sesión de besuqueos y corridas de manos, acabábamos cogiendo en un estacionamiento de un estadio, donde un sinnúmero de parejas hacían lo mismo. Nuestra ropa hace rato que había desaparecido, mi poleron y jeans me servían de cojín para levantar más mis nalgas, mi sostén en el piso sobre la ropa de Gabriel y mi calzón colgaba como una bandera roja del espejo retrovisor. Nosotros en el asiento trasero de un auto lada, mis manos bajo mis nalgas y sobre mi ropa me ayudaban a levantar más el culo, mis piernas sobre los hombros de Gabriel y él arrodillado a mis pies y haciendo equilibrios es tan poco espacio pero ganando fuerzo al apoyar sus pies contra la puerta lateral del taxi, me encajaba su verga hasta los huevos y en un fuerte mete y saca remecía todo el auto y mis tetas bailaban al ritmo de una buena cogida. A ratos paraba para recuperar fuerzas y aprovechando que mis manos estaban bajo mi culo, mi cuerpo estaba a su disposición y él aprovechaba para manosear mis tetas, amásandolas, chupándolas y mordisqueando mi pezones, luego volvía con su fuerte mete y saca a remecer el auto. yo por supuesto en la gloria, Gabriel cogía muy bien y con esos cambios de cogerme duro para luego parar y acariciarme las tetas me tenía como el quería.

Pese a que disfrutaba la cogida como perra en celo, noté de inmediato las fuertes luces rojas que oscilaban en el ambiente. !para¡,!para Gabriel¡ grité yo. Chucha los pacos grito él. sin saber que hacer ni como vestirnos y salir corriendo optamos por quedarnos quietos, él bien apegado a mi cuerpo para que no se viera desde afuera, nuestros corazones latían muy fuerte, ambos teníamos miedo. Con el susto Gabriel se descontroló y se corrió como niño en sus primeras veces, yo lo sentí correrse abundantemente y sin control, pero mi orgasmo no vino, tenía demasiado susto.

Unos pasos sobre el ripio y la luz de una linterna alumbrándonos. ! a ver jovencito¡ deje a esa mujer tranquila y bájese. La voz del Carabinero era fuerte y autoritaria.

¿Me puedo vestir preguntó Gabriel?. !Como se te ocurre weon, bájate de inmediato mierda. Gabriel obedeció y de un salto estaba afuera.

La luz me recorrió entera, mis tetas desnudas, mi conchita abierta y seguramente con la leche de Gabriel fluyendo hacia afuera. Vístase señorita y bájese.

Mis calzones colgaban aún del espejo retrovisor y mis sostenes en el suelo, lo más rápido, mi Jeans y el polerón sin nada abajo. Al pararme al costado del taxi puede sentir como la leche de Gabriel mojaba mi entrepierna y escurría entre mis muslos, mojando mi único jeans.

A Gabriel lo llevaron desnudo hasta la patrulla y metieron esposado en la parte de atrás.

Los Carabineros, eran dos, uno joven y delgado, el otro, el Sargento de unos 40 años y bastante grueso, me miraron un rato sin expresión, eso me intimidó.

El Sargento comenzó su interrogatorio.

¿Nombre?: Angélica Nahuelpan.

¿Edad?: 19 años

¿Su profesión u oficio?, yo estudio y trabajo.

¿en que trabaja? soy nana en..dí mi dirección y el nombre de mis patrones.

ah eso es aquí cerquita, dijo el Sargento y continuó su interrogatorio anotando mis respuestas en su libreta.

Señorita Angélica, ¿tenía relaciones sexuales con el Joven?. Asentí con la cabeza.

No la escucho, responda por favor. Si afirmé con voz temblorosa

¿El joven la forzó a tener sexo o ud. lo hace en forma voluntaria? No respondí turbada, es mi pololo, él no me forzó.

ah, asistió el Sargento, ya veo, mirándome a lo ojos fijamente me dijo: ¿Ud me dice, que en forma absolutamente voluntaria, sin ninguna presión o intimidación por parte del joven, Ud. se bajó los calzones, abrió las piernas, las puso sobre los hombros de su pololo y permitió que se la metieran hasta los cocos.?

Avergonzada por el tono que el Sargento empleaba asentí.

!qué afortunado es su pololo¡ me dijo en forma burlesca. Dese vuelta, abra las piernas y las manos sobre el taxi, el cabo revisará si no está armada o tiene drogas. Que estúpido pensé, me acaba de ver en pelotas cogiendo con mi pololo y cree que puedo esconder un arma.

El más joven se puso detrás de mi y con profesionalismo fue tocando mis tobillos y subiendo por mis por mis piernas, sin dejar de tocar ningún rincón, se detuvo cuando toco mis muslos mojados y se retiró.

¿Que pasa Cabo?....es que está toda mojada Sargento, contesto él.

JAJAJA, se rió el Sargento, por supuesto que está mojada, no te diste cuenta que se la estaban culeando.

Me salió escrupuloso el Cabo, a ver déjeme a mi que soy más viejo y ya no me asusto por tan poco.

El Sargento comenzó a registrarme desde los tobillos, no se paro al notar mi pantalón húmedo en el entrepierna, más bien afirmó toda su palma sobre el lugar donde estaba mi conchita y se dirigió al Cabo. Esta arma es peligrosa Cabo, ya se comió una buena verga y todavía se siente calentita, seguro que se comería dos más sin problemas. El cabo se rió y yo me mordí los labios para no insultarlo.

El Sargento siguió su revisión, primero mi espalda, luego la cintura hasta posar ambas manazas en mi tetas, me agarró descaradamente por detrás y sin soltarme las tetas le dijo al Cabo. Mire Cabo, estas si que son armas peligrosas, una mujer con un buen par de tetas, consigue lo que quiere de un hombre. Ambos rieron, ya trataba de mantenerme calmada para no empeorar las cosas y explotar de rabia.

Sin soltarme las tetas que amasaba a su gusto el Sargento me dijo al oído, Angélica, dado que Ud. es tan buena persona, que solita se baja los calzones y abre las piernas para que su pololo se la meta, va pololear con el Cabo primero y después va a pololear conmigo. Solita y en forma voluntaria, se va a bajar los pantalones, va a abrir su lindas piernas y va a dejar que se la metamos hasta los cocos. ¿De acuerdo? Me estremecí de susto, su voz sonaba sádica.

¿y si no quiero?, conteste en forma altanera y segura de mi misma. El Sargento no se asustó, sólo dejó de amasar mis tetas para apretármelas fuertes hasta hacerme doler y me dijo; En ese caso, los llevaremos a los dos detenidos, luego iré donde sus patrones a informarle el motivo de su detención y donde la señora de su pololito, también le tendré que explicar porque los detuve. Mañana ante el juez, sus patrones, la mujer de su pololo y unos periodistas amigos que se encargaran de publicar la noticia con una buenas fotos. tendré que explicar el motivo de su detención. El Juez sólo les pondrá una multa pero te aseguro que no la pasaras bien.

Me mantuve en silencio, él comenzó nuevamente a amasar mis tetas pero con una sola mano, con la otra bajo por mi cintura hasta mi entrepierna y también comenzó a sobarla. ¿estamos de acuerdo? Tragándome mi orgullo, asentí en silencio.

Cabo, acompañe a la señorita a la patrulla que le tiene un regalo, el Cabo me miró extrañado pero obedeció.

En la patrulla estaba Gabriel, desnudo y esposado a una ventanilla, estaba arrodillado sobre una frazada que lo protegía del duro y frío piso de la patrulla. Una pequeña lamparita daba una luz tenue y lúgubre a la celda de la patrulla.

Me miró asustado. Sin decirle nada y de espaldas al Cabo y de frente a Gabriel me saqué el polerón, mis tetas bailaron por lo brusca que fui. Me dí la vuelta mostrándole mis grandes tetas al Cabo y me senté en el piso de la patrulla a los pies de Gabriel, sin esperar una nueva orden y siempre en silencio me saque los pantalones, doble un poco las rodillas hacia mí y abrí las piernas. Mi sexo quedó expuesto, "en forma voluntaria, sin presiones, me había bajado los pantalones, había abierto las piernas y me había ofrecido al Cabo", ahora sólo faltaba que él me la metiera hasta el fondo.

El Cabo miró al Sargento en busca de aprobación, éste asintió en silencio y el cabo no se hizo de rogar, sin desabrocharse la guerrera o quitarse la gorra, sólo se bajó el pantalón hasta las rodillas y se puso entre mis piernas, sin besarme, sin acariciarme y sin hablarme, tomó su verga y la dirigió hacia mi abertura, me tomó de los hombros para afirmarse y sin contemplación alguna comenzó a follarme. en silencio y con los dientes apretados miré hacia Gabriel, prefería mirarlo a él que ver la cara de mi violador. Gabriel me miraba con la boca abierta, una cosa es saber que a su polola le gusta coger con otros hombres y una cosa muy distinta es verla en vivo y en directo mientras se la cogen. Traté de sonreírle con la mirada.

Al cabo de unos cinco minutos, en los que me esforcé por mirar siempre a Gabriel y no sentir nada, el Cabo terminó y eyaculó dentro mio. Pese a que se retiró satisfecho, rápidamente estaba entre avergonzado y cohibido por las bromas del Sargento. JAJAJA, Cabo, si no le hizo ni cosquillas, así no se trata a una hembra como esta. Le apuesto un cargador de balas que la hago acabar. El cabo mosqueado por las bromas del Sargento aceptó la apuesta.

Yo me mantuve en la misma posición, con la mirada fija en Gabriel y con las piernas abiertas, dispuesta a morderme los labios hasta sangrar para que el Sargento perdiera su apuesta. . Él se acercó a Gabriel, le sacó las esposas pero le ordenó permanecer arrodillado al fondo de la patrulla, casi con gentileza me dio la mano para que me incorporara, me sentó en el banco lateral, al costado de Gabriel.

Me fije que mirabas a tu pololo mientras el cabo te cogía, ¿cómo se llama él?, Gabriel dije en voz apenas audible. Bueno linda, Gabriel también te miró. !Qué me dices Gabriel¡, ¿Te gustó lo que viste?. Gabriel cohibido negó con la cabeza.

Jajaja, weon mentiroso, mira linda como tiene el pico tu pololo. El pene en Gabriel no mentía, estaba erecto, el muy puto se había calentado mientras el Cabo me cogía.

Jajaja, no sea tímido compadre, acérquese. Gabriel todavía cohibido obedeció. El Sargento le tomó su mano y al dirigió a mis muslos, lo obligó a acariciarme la zona que se encontraba mojada por l a leche del Cabo. Ve compadre, está mojadita, ¿y cómo cree que está aquí?, la mano del Sargento llevó la palma de Gabriel hasta mi sexo,. ¿Está calentito?. Gabriel me miró a los ojos y asintió.

¿Está rica cierto?, la mano del Sargento obligaba a Gabriel a acariciarme mi conchita. No se tímido hombre, acaso no es su mujer, métale los deditos. Dos dedos se introdujeron en mi vagina, no sé si eran de Gabriel o del Sargento, o uno de cada uno, pero la situación me estaba calentando, mis pezones se pusieron duros.

El Sargento se dio cuenta y puso la otra mano de Gabriel sobre mi seno. Vamos hombre, hagale cariñito a esa tetita. Gabriel me acarició un seno y el Sargento el otro, su mano seguía firme abajo empujando a Gabriel en mi sexo, los dedos entraban y salían con total libertad, ayudados por mi propia lubricación y la leche de los dos hombre que me habían cogido antes.

El Sargento me besaba el pezón, Gabriel hizo lo mismo sin esperar a que se lo ordenaran, yo me mordía los labios en silencio, se me estaba muy difícil hacer que el Sargento perdiera su apuesta.

Después de un rato que me pareció eterno, el Sargento se detuvo y ordenó a Gabriel arrodillarse en su posición original al fondo de la patrulla, a mi me puso a cuatro patas pero sin afirmar mis manos en el suelo sino abrazando a Gabriel del Cuello, de esa forma mi trasero quedaba hacia la puerta d ella patrulla donde estaba él.

Ya Campeón, ahora bese a su mujer para que ella vea que no está enojado porque dejó que se la culearan. Gabriel y yo comenzamos a besarnos como si estuviéramos solos, su lengua se metía en mi boca y yo le echaba saliva con la mía. sus manos comenzaron a acariciar mis senos, yo acaricié sus bolas, tenía su verga muy dura, me hubiera encantado chuparsela pero no me atreví, seguro que s ella hubiera tenido que chupar a los tres y no estaba dispuesta eso todavía.

El Sargento me dejó tranquila un rato mientras nos besábamos con Gabriel, después comprendí que en ese tiempo se había desnudado, me dí cuenta cuando sentí su besos en mis nalgas y sus dedos en mi conchita. Besé con más fuerza a Gabriel, no quería que mi boca dejara escapar ningún gemido, todavía no me daba por vencida y pensaba que le podía ganar al Sargento. Él separó mis labios vaginales con sus dedos y puso la cabeza en posición, la dejó un rato allí mojándola con mis jugos y los de mis amantes, luego me tomó de las caderas, en un gesto infantil e inútil yo apreté mis nalgas y cerré las piernas para evitar que me penetrara.

Fue peor, él Sargento en vez de hacer fuerza hacía mí para metérmela, me tomó de las caderas y me atrajo hacía él con todas sus fuerzas, su verga entró hasta el fondo sin obstáculos, y apretada como estaba yo la sentí su cabeza mucho más grande, hayy, hoo, hoo, hoo, quedé boqueando buscando aire. Gabriel me miraba con ojos de una tremenda calentura, y sus manos no soltaban mis senos. Sin soltarlo del cuello me dediqué a besarlo apasionadamente mientras el sargento me cogía tan rico, no quería me mi boca me volviera a traicionar.

Fue inútil, después de un rato de sentir esa maravilla que me metía el Sargento, yo gemía pegada a la boca de Gabriel, haaa, haaaa, haaaaa, haaaaa, Gabriel me acariciaba las tetas con una mano y con la otra se masturbaba. Yo cada vez necesitaba más aire y gemía más fuerte y más rápido, hao, hao, hao, hao, aho, Finalmente me corrí en un largo aahhhaaaaaaaa. que vergüenza, me había corrido muy fuerte y mi pololo no sólo había visto todo, sino que me había oído gritar abrasada a su cuello. Para terminar de embarrarla, no se de donde le dije al Sargento, "échamela toda adentro papito, échamela, toda, quiero sentir tu lechecita dentro mio. El Sargento se corrió con un gruñido de animal, GRRRRRRRRRR, era como si hubiera abierto una llave de agua caliente, una cantidad inmensa de leche me llenaba la conchita y salía saliendo haciendo gritar de gusto. hayyy papito, hayy papito que rico, la cagaste rico weon, muy rico.

El Sargento se retiró con una palmada en mi nalgas y dejándome las rodillas tiritonas y sin fuerzas, me dejé caer a los pies de Gabriel, me costaba respirar y mi pecho aún se agitaba, apretaba las piernas para prolongar mi placer y evitar que esa maravilla de acabada que me habían echado dentro se cayera. Gabriel se seguía masturbando, cerré los ojos. Creo que se corrió sobre mi pero ni lo sentí.

Los hombres se vistieron y me dejaron sola, cuando me dio frío me incorporé, al hacerlo una gruesa cantidad de semen cayó de mi conchita, me limpié como pude y me vestí, al salir todavía me costaba caminar y me afirmaba de la patrulla. Gabriel, el Cabo y el Sargento fumaban y conversaban despreocupadamente, les sonreí. Gabriel por favor anda dejarme, .........cuando estaba ya en el auto agregué, Sargento, Ud. tiene mi dirección, no se pierda, yo tengo libres los domingos.