Los antojos de Susana

"no puedo evitar mirar hacia nuestras entrepiernas mientras la frotaba entre sus labios, lo miraba con cierta envidia pues me hubiese encantado sentir esa humedad"

Hola, para los que nunca han leído mis relatos y están interesados en leer este, les recomiendo revisar mi relato anterior “Susana” para que puedan comprender mejor la historia. Gracias por leernos.

Alguien muy cercano a mí me recomendó escribir, me aseguró que así llegaban las grandes ideas, por eso me encuentro aquí en medio del campus de la universidad, cerca del jardín botánico, sentada bajo la sombra de un enorme y viejo árbol, con mi laptop, el sol hace cierto contraste con la brisa fría que se empieza a sentir. Ya han pasado tres años, ¡joder! como vuela el tiempo, aun estando aquí a veces pienso que todo es un sueño, pero por suerte no es así.

En algún momento de estos tres años, determiné que, aunque me molestara admitirlo, la pintura no era lo que necesitaba, como dicta aquel dicho “A veces lo que queremos, no siempre es lo que necesitamos”. Decidí probar suerte con la Arquitectura, después de todo no tenía nada que perder y ¡Veme aquí a mitad de carrera!; aunque aún sigo pintando cada cierto tiempo que tengo libre, después de todo, si me preguntasen como sería un día perfecto para mí, diría que sería un día en que pudiera pintar en compañía de Susana, no necesitaba nada más, no necesitaba ni siquiera que me hablase, tan solo con su presencia me podía sentir cómoda y feliz.

Susana, sigue con esa picardía que la caracteriza, adornada con algunos atisbos de madures, ya culminó su carrera, al final se animó por estudiar fotografía, creo que nunca lo había mencionado. Obviamente sigue modelando, ese es su sueño y no permití que nadie la apartara de él.  Nuestra relación también ha madurado, si, ahora si es una relación y creo que se puso más seria cuando Gabs decidió “mudarse”, y lo coloco entre comillas porque no lo considero una verdadera mudanza, la verdad es que solo se cambió de piso, pero seguimos viviendo en el mismo edificio.

Por su parte Gabs ya es toda una doctora, lleva un año trabajando si no me equivoco. Le ha bajado un poco a su vida nocturna, entre darle atención a sus pacientes en sus largas jornadas y pasar tiempo con Gisela, no le queda mucha energía para nada más, aunque de vez cuando hace de las suyas, a mí no me engaña. Gisela aún vive con sus padres, que tratan de que siempre este centrada en la universidad, un par de noches a la semana se queda en el piso con Gabs, y como no, pasa a visitarnos.

Ideas, ideas, ideas. Ya llevo un rato aquí y aún espero que me llegue al menos una idea. No pensé que sería tan difícil… respiro profundamente y trato de concentrarme, cierro mis ojos, no puedo evitar pensar en aquel episodio ocurrido el fin de semana pasado.

FLASHBACK

-¿se siente bien?

- ujumm –fue su única respuesta mientras se mordía su labio inferior que ya se encontraba rojo, se veía hermosa debajo de mí con las mejillas igual de rojas, con sus ojos entrecerrados, desnuda, casi temblando, presionándose su seno derecho y con la otra mano colocada en mi baja espalda me empujaba más hacia ella. Habíamos conversado sobre esto en innumerables ocasiones, pero nunca pensé que terminaría aceptando, ahora aquí estoy, entre sus piernas coqueteando con su sexo mediante un arnés, no puedo evitar mirar hacia nuestras entrepiernas mientras la frotaba entre sus labios, lo miraba con cierta envidia pues me hubiese encantado sentir esa humedad.

Ella, quien aprendió a leer muy bien mi mirada, soltó su seno y tomó mi rostro acercándome al suyo, regalándome una sonrisa tierna, bajó su mano deslizándola por mis pechos, por mi abdomen, yo solo la seguía con la mirada, tomó aquel juguete y lo posicionó en su entrada para luego instarlo a entrar un poco en ella, deje de ver el espectáculo para ver su rostro, tenía los ojos cerrados.

-despacio, tranquila-le susurre para luego besarla, me preocupaba mucho lastimarla, era mi primera vez usando algo así y no siendo parte de mí, no podía sentir a ciencia cierta que estaba haciendo.Estuvimos así hasta que entró completamente, me quede quieta esperando que dijera algo, pero no dijo nada, ni abría sus ojos, así que sacudí ligeramente mis caderas, abrió sus ojos de golpe y gimió echando su cabeza hacia atrás, mi reacción fue intentar retirarme, pero ella no lo permitió, bajó ambas manos a mi espalda baja pidiéndome que continuara el movimiento.

-por favor-dijo con una voz casi inaudible y sus ojos azules se veían suplicantes, nublados. Me tomé mi tiempo y continúe con un movimiento tímido que fue aumentando de intensidad, no apartaba la vista de su rostro, quería recordarlo todo, la forma en que gemía y trataba de mantener sus ojos fijos en los míos pero no lo lograba durante mucho tiempo. Cuando sentí que era debido baje un poco la velocidad, a lo que ella se quejó dando un pequeño gruñido, sus quejas no duraron mucho cuando sintió mis dedos haciendo círculos sobre su clítoris. Pasó sus manos desesperada por mi espalda y se dejó venir con un gemido agudo.

Espere a que se calmara un poco para salir lentamente de ella, respondió con un jadeo y me abrazó para tumbarme totalmente sobre su cuerpo, sentí aquello que no me había quitado aún restregarse en nuestros cuerpos, fue incomodo, pero no me dejo levantar. Acomodé mi cabeza en su pecho, también estaba exhausta, acaricié sus brazos y algo me hizo sentir que era el momento correcto para preguntarle aquello que tenía dándome vueltas en la cabeza desde hace un tiempo atrás.

-¿quieres casarte conmigo?-yo seguía en la misma posición, ni me había molestado en moverme, pero en cuanto el silencio se prolongó más de lo que esperaba, sabía que los ojos de Susana me estaban taladrando la cabeza, me tomó de la barbilla para que dirigiera mi mirada hacia ella, me miraba muy seria sin decir nada.

-No-me dijo para darme un beso corto en los labios, me tomó de la cintura para alejarme de ella y así poder levantarse. Yo miraba anonadada como caminaba desnuda hacia el baño, ¿me había dicho que no? Me levanté como un resorte de la cama para seguirla y meterme en la ducha con ella, no sin antes sacarme al “amiguito” con desesperación para dejarlo en la mesa. Entré sin importarme la temperatura del agua que caía sobre nosotras,  tomé a Susana por la cintura y la pegue a mi cuerpo, y no pude evitar besarla en los hombros.

-¿Me has dicho que no? ¿No quieres casarte conmigo?-salió de mi agarre  para darse la vuelta y quedar frente a frente.

-Claro que quiero-me sonrió dulcemente y eso me tranquilizó un poco – pero no quiero que cuando la gente me pregunte como me lo propusiste, tener que decir “pues venga me lo propuso después de una noche larga y exquisita de sexo”- está bien, tal vez debí currármelo más, pero ¿no es mejor cuando sale así? ¿Inesperadamente? -pensé.

-¿Así que fue  una noche larga y exquisita de sexo?-le dije en un torno divertido para acercarla a mí de nuevo.

-No estas prestando atención a lo importante-entrecerró los ojos mientras me apartaba y me daba la espalda de nuevo –Sé que estoy grande para los cuentos de princesas, solo quiero que sea especial- me abrace a su espalda, la acaricie y bese con ternura sus hombros, me separe para salir de la ducha – ¿A dónde vas?- me preguntó con un tono de preocupación, tal vez pensó que me había enojado.

-Debo hacer algunas cosas-hice una pausa para sonreírle - cumpliré vuestro antojo princesa- le dije en el acento españolete más falso y exagerado que me salió mientras hacía reverencia, ni en tres años he logrado ese acento, ella comenzó a reírse.

FIN DEL FLASHBACK

-¿Qué haces?- su voz me sacó de mis recuerdos, y por efecto reflejo cerré mi laptop antes de que pudiera ver algo. Susana estaba parada junto a mí con una cara de curiosidad, mientras se acomodaba algo de cabello detrás de su oreja, sus ojos azules ahora resaltaban más, esta vez llevaba el cabello castaño oscuro, con reflejos cobrizos.

-Terminaba un informe- mentí, ya lo había hecho mal una vez, dos veces sería demasiado. Me sentí aliviada cuando vi a Gabs y a Gisela caminando hacia nosotras tomadas de la mano, no las veía desde el viernes pasado.

-¿Dónde os habíais metido guarrillas?- preguntó Susana mientras  saludaba con abrazo efusivo a Gisela. Yo iba saludar a Gabs cuando note que tenía esa sonrisa, ¡Oh no! Si, esa misma, ya saben de cual hablo.

-¡Que me caso tía! – me da abrazo de oso que me levanta del suelo y yo solo puedo decir “Espera… ¿qué?”; Gabs y Susana tienen una algarabía de la alegría, cuando Gabs por fin me baja puedo escuchar su historia por parte de Gisela. Nos conto como Gabs la había llevado a un lugar súper romántico lejos de la ciudad, bajo la luz de la luna y las estrellas, hablando de todo y de nada, Gabs se puso muy seria y por un momento la hizo hasta pensar que iba a terminar con ella, muchas cosas le pasaron por la cabeza, Gisela emocionada comenzó hablar más rápido hasta el punto en el que no le entendíamos ya nada -mi vida cálmate, ¡respira!- le dijo Gabs muy alegre mientras me sostenía, me sentía como un muñeco de trapo, en fin, que se calmó y continuó relatando que se sintió en las nubes cuando Gabs puso delante de ella una cajita con un hermoso anillo, que nos mostró estirando la mano.

-¡Fue hermoso!- dijo mientras se secaba las lágrimas junto con Susana, Gabs vuelve a levantarme y solo me baja cuando escuchamos a Gisela decir – siempre pensé que si un día me lo pedía, seria después de follar - Susana se puso roja de la risa que le dio y trataba de verme disimuladamente, Gisela la miro un poco extrañada pero se contagió de su risa.

-mi vida, no soy tan tonta- todas continuaron con su risa, cuando Gabs nota que no me estoy riendo se vuelve para preguntarme – ¿y ustedes que hicieron el fin de semana?

-Nada- respondimos al unísono. Susana no paraba de reír. ¡Me lleva la que me trajo!