Los años bárbaros. (I)

Historias del mundillo de la noche. Como conocí a Marta, una jovencita que quería pasar un fin de semana destroyer en Madrid.

Los años han pasado pero el recuerdo de las aventuras sexuales de juventud persisten.

Era un verano caluroso y me invitaron a pinchar a un garito de Madrid. Todo sonaba muy bien. Un finde de fiesta en la capital y encima me pagaban... más no se puede pedir. Pero desde el primer momento todo parecía que se iba torciendo. El viaje un infierno de granizo apedreando el pequeño coche en pleno Junio. Llegamos y nadie viene a buscarnos, no sabemos dónde está el club y nuestro contacto no da señales de vida. Mal rollo.

Por fin recibimos una llamada del anfitrión anunciándonos que no puede ir a buscarnos, bla, bla, bla, que quedamos directamente en el bar, que nos espera allí. Nos pasa la dirección ponemos el GPS y allí aparecemos. Al llegar flipamos de lo cutre que es todo. Más que un club o un bar, es una especie de casa viejuna en una planta baja con una barra en entrada y un par de habitaciones al fondo una sobre otra. Un mierdón, vaya.

Si la impresión inicial ya era mala, al ir a comprobar el equipo de sonido fue ya la repera. Unos cd players de juguete y un equipo de altavoces como el que puedes tener en tu puta habitación... Palizón de viaje con una maleta con más de 500 cds que pesa como un muerto para encontrarte ese panorama.

Sólo se salvaba una cosa. A la entrada, apoyada en un taburete de la barra había una chica. Una chica muy joven. Estaba enfrascada en mandar mensajitos con su móvil y llevaba un vestido negro tan corto que no le permitía ni poder sentarse cómodamente. Sus piernas eran maravillosas. No os imaginéis la típica choni con vestido de tubo. El atuendo era realmente provocativo pero el resto de su apariencia indicaba algo más que una jovencita descerebrada. Tenía una larga melena castaña oscura y apenas iba maquillada. Pablo, nuestro anfitrión, nos la presentó y todos dimos por hecho que era su chica, o al menos su ligue. Se llamaba Marta. Asunto zanjado. Chica espléndida pero está pillada, pensé. Espero que en este tugurio por lo menos acudan chavalas... mal empezamos y mal continuamos.

Pablo me dio las llaves la casa donde iba a pasar la noche, su casa. Resulta que un buen amigo mío era su casero y compañero de piso y me permitía hacer noche en su habitación ya que él estaba fuera. Cogí mi maleta de ropa y fui a darme una ducha bastante cabreado por el estado deplorable del bar. Mi compañero de pinchada y su chica se fueron a un hotel ya que iban a pasar unos cuantos días por la ciudad aprovechando el viaje.

Comenté con un amigo la jugada del equipo de sonido paupérrimo que tenía el bar, este llamó a otro amigo y nos consiguió un equipo decente y se comprometió a traérnoslo a tiempo. Bendita sea la gente generosa y fiestera. Un problema menos.

Fuimos todos a cenar a un garito cool cerca del bar. Durante la cena me fijé en algunas miradas furtivas de Marta, sonriendo ante algún comentario pero apenas hablando con los demás.

Por fin llegó la hora de "trabajar". El bar abrió sus puertas y comenzamos a poner discos. Como éramos dos acordamos turnarnos una hora cada uno hasta completar las 5 horas que teníamos por delante. La cabina estaba situada en la habitación del fondo por lo que Marta se quedó con nosotros mientras Pablo estaba en la barra situada a la entrada.

En poco rato comenzó a haber ambientillo. El sitio era pequeño y con 30 personas ya tenía color. El vino de la cena y las primeras copas empezaron a hacer mella en Marta y la chavalica comenzó a bailar con bastante desinhibición. La verdad es que era una belleza. Varios pestruzos comenzaron a acercarse a ella para ligar. Pero ella los despachaba con bastante elegancia.

Mi primer turno acabó y me quedé a un lado echándome una copichuela. Marta se me acercó. Iba un poco tostada. –Me ha gustado mucho la música que has puesto pero no puedo bailar porque me acosan los chicos– me dijo con una sonrisa pícara. No sabía muy bien que contestarle. Todas las cosas que se me pasaban por la cabeza estaban orientadas a comentarios jocosos o aduladores... Mal plan si no quería que me partieran la cara por tontear con novias ajenas... Opté por una respuesta baste seca y me apoyé en la pared para guardar las distancias. Pero Marta parece que lo tenía muy claro. –Necesito que me protejas de ese chico que está allí, me mira todo el rato y me da miedo. Ven, haz como si fueras mi novio– Madre mía no me lo podía creer... acercó mi mano a su cintura y pegó su cuerpo contra el mío sin pestañear. –¡Ay dios que la estoy liando!– pensé, pero antes de que si quiera pudiera reaccionar me pegó un morreo en toda regla. Me quedé pasmado, acojonado y muy muy cachondo. Sólo pude atender a preguntar –¿Pero tu no estás con Pablo?–,–¡Qué va!, yo estoy de vacaciones y Pablo me ofreció su casa para pasar unos días. Ha intentado meterme mano pero ya le he dicho que no estaba interesada– ¡Joder! ¡Cojonudo!, vía libre, manos de la cintura al culo y apretón del bueno mientras le comía la boca con máxima avidez.

Mis amigos, que seguían pensado que era la chica de Pablo, me hacían gestos con cara de espanto. Se te va la pinza, Corta corta, etc… con un simple gesto de todo está Ok entendieron que no me la estaba jugando tanto. La noche trascurría entre magreos y temazos. La chiquilla me estaba poniendo muy caliente, era puro fuego. Cada ronda de copas se soltaba más y más, contándome confesiones al oído. La verdad para lo pequeña que era estaba ya bien pervertida. Aventuras con novios muy mayores, rollos con chicas en fiestas… todas las historias hacían que cada vez tuviera mas ganas de meter la mano entre sus piernas. Y lo hice… allí mismo… sentados en un rincón su falda apenas le llegaba para tapar nada y mis manos no dejaban de acariciar sus piernas y rozar con sus bragas. De un blanco impoluto pronto comencé a notar que estaban húmedas. No podía más y no nos podíamos ir. Aún tena varias ﷽ bragas e soltaba m De un blanco impoluto pronto comenc acariciar sus piernas y rozar con sus bragas e soltaba mía que pinchar de nuevo. Solución, el baño. Si el tugurio era cutre el baño ya, ni te cuento. Me metí con ella y nada mas cerrar la puerta no pude evitar subirle la falda hasta la cintura mientras nos morreábamos. Sus largas piernas morenas acababan en un culo firme, no demasiado respingón. Era un placer apretarlo y hacer que sus bragas se introdujeran en su raja. Nos besamos apasionadamente, mordiendo sus labios y mirándola a los ojos. La cogí por el cuello mientras la besaba y le di la vuelta. La empotré contra la pared y metí mi mano en sus bragas. Estaba caliente y húmedo, Marta suspiraba cada vez más agitada. Apreté mi cuerpo contra el suyo comiéndole el cuello, con una mano en su garganta y la otra frotando su clítoris. No podía dejar de gemir. Tuve que taparle la boca para evitar el escándalo. Su coño era muy muy suave, prácticamente sin vello, sólo un poco de pelusilla que lo hacía aún más atractivo. Al ver semejante caramelo se me pasó por la cabeza preguntarle cuantos años tenía. Nada me hubiera parado en ese momento pero para suerte de todos acababa de cumplir la mayoría de edad…

-Fóllame, por favor- Marta quería más pero no estaba dispuesto a echarle un mal polvo en el baño de un tugurio. Quería que se corriera varias veces y que luego al llegar a casa me lo agradeciera con una buena sesión de sexo acabando con una buena mamada.

Unos golpes en la puerta interrumpieron mi búsqueda de su orgasmo. Sólo había un baño y unisex… salimos con la máxima dignidad y había varias personas esperando. Que entráramos en pareja no fue sospechoso para nadie, es bastante habitual, amigos de drogas… La noche alternaba mi actuación como dj y mi actuación como amante. Al acabar mi parte íbamos ya directos al baño. Los besos se nos quedaban cortos y sólo quería recorrer su cuerpo con mis manos. Me encantaban sus piernas. De nuevo apoyada contra la pared con el culo en pompa me agaché para bajar sus bragas y acariciar la corva de su pierna subiendo hasta masajear su coño desde atrás. Esta vez si que se iba a correr. El vestido era cerrado por la parte de arriba y así como su culo estaba a mi disposición sus tetas eran inaccesibles sin quitarlo de todo. Me conformé con magrearlas sobre la ropa mientras metía insistentemente mis dedos en su chorreante pussy. Un calambre recorrió su cuerpo y se corrió chillando como una loca, supongo que esta vez la gente que estaba fuera la oirían con claridad… -Venga cabrones que me estoy meando, iros a un hotel-  nos gritó una chica des de fuera. Salimos del baño entre avergonzados y sonrientes. La chica nos miró con cara reprobatoria pero a la vez comprensiva. Because the night belongs to lovers, Because the night belongs to love…

Llegaba la hora de cerrar. Por fin voy a poder ir a un sitio tranquilo y hacerle el amor como dios manda. Mientras esperábamos nuestra conversación no podía ser mas cerda. Marta susurrándome al oído que cuando llegáramos a casa me iba a hacer la mejor mamada de mi vida. Tenía una erección que no podía disimular y encima la muy cabrona no dejaba de acariciarme el paquete. –Cuando lleguemos a casa te voy a tumbar en la cama, te voy a quitar las bragas y me voy a comer ese melocotón que tienes entre las piernas– Calentón máximo.

Ya pensando en irnos a casa, el grupo de gente con el que estábamos quería continuar de juerga, y bueno la verdad es que yo también. Veía tan hecho lo de esta chavala que el ansia de salir por ahí a desbarrar me pudo.

Decidimos ir a una discoteca que cerraba más tarde. En tropel y bastante perjudicados hicimos el camino en poco más de 15 minutos andando. Durante el camino las caricias fueron fugaces pero las confesiones sexuales eran explosivas. –Antes de ayer me enrollé con una chica y me gustó mucho– por lo que contaba Marta se había tomado estos días de vacaciones en modo destroyer. Me describió con pelos y señales como había sido ser masturbada por otra chica en la pista de baile de un club abarrotado. Para colmo un amigo de las dos se había dedicado a arrimar cebolleta mientras bailaban… no podía aguantar más… ¡qué caliente era la niña!. Llegamos a la discoteca y Marta estaba demasiado pedo, no se tenía en pié y yo iba a tope, no quería marcharme. Mi anfitrión, y el suyo, dijo que se iba a casa, que si quería me quedará y me abriría la puerta cuando llegara. Me pareció buena idea, Marta duerme un rato la mona y cuando llegue a casa me la tiro con todo mi pedo… mi cabeza no daba para mucho más. Me despedí dándonos un buen filete, metiendo mi mano por debajo de su falda, casi a la vista de todos, y susurrándole al oído que me esperara en la cama desnuda que cuando llegara iba a ver las estrellas… y así, ella se fue, y me quedé de fiesta… hay que ser imbécil para desperdiciar tal diosa del amor pero me pudo mi impulso parrandero…

Todo terminó ahí. Pues no, no terminó ahí. Parece que era mi noche de suerte, debí haber echado una bonoloto o algo… Una chica que nos había acompañado desde el bar se acercó a mi y me preguntó por Marta. -¿Ya la has despachado?– Me extraño su frontalidad pero se la veía bastante puesta de speed y es lo que tiene, que suelta la lengua, y la lívido… Esa tía me sonaba de algo, a parte de habernos acompañado en el camino. –He quedado con ella en casa luego para rematar- le dije sonriendo. –¡Ah! ¿que no habíais rematado ya en el baño? Si que estás hecho un campeón entonces- Ostia era la que estaba esperando para mear cuando Marta se corrió a gritos. Sonreí de nuevo un poco avergonzado. –Ella si que ha disfrutado pero yo aún no- Me tiré el pisto riéndome y levantando aleatoriamente una ceja. Ella soltó un sonora carcajada. –anda, venga vamos a “disfrutar tu y yo- Y me arrastró a la pista de baile. Puede ver claramente que esa tía me estaba tirando los tejos. No me lo podía creer... en la vida me había pasado que me entraran a mi, y ¡dos veces!. Lo dicho, mi puto día de suerte. La muchacha no estaba mal. Una morena de pelo rizado un poco planeta (de plana) pero tenía unos ojos azules muy bonitos. De momento me dejé querer y nos echamos unos bailes tropezando continuamente “sin querer”.  Se arrimaba a mi poniendo el culo en pompa, claramente quería tomate. La música no era precisamente para bailar pegados pero la chavala no se separaba.

Mi intención era agotar el horario del local, churrar un poco más e irme a casa a desayunar un jugoso conejito tierno… las dos primeras partes se cumplieron sin incidentes pero al salir del local me di cuenta que no tenía ni idea de donde estaba, ni de cómo llegar a mi casa de acogida. La morena de pelo rizado me dijo que ella vivía cerca, que la acompañara a casa y me indicaría como llegar. Mucho peligro ¿no?. Sé fuerte, sé fuerte, se fuerte… nos despedimos del resto de fiesteros y nos metimos en el metro. Aquí la verdad es que iba ya bastante tostado, el garrafón del último sitio me estaba haciendo más efecto del esperado y estaba en un estado de felicidad y catatonia. La morena (vamos a llamarla así porque no recuerdo su nombre) iba aún mas trujada que yo y en cuanto nos sentamos en el vagón se recostó sobre mi con su cabeza en mi regazo, en mis piernas… al ver como se agachaba con mi descontrol y jocosidad de borracho sólo se me ocurrió decir en tono de broma –te dejo que me la chupes pero sólo un poco que luego tengo rendir, nada de dejarme seco- Levantó la cabeza y me miró con un gesto reprobatorio –no te pases- pero al recostarse puso su mano debajo de su cabeza y empezó a acariciarme. ¡Booom!… liada… Se me ha ido de las manos a mi, y a mi verga. Con una erección del copón solo pensaba en sacármela allí mismo. –Estate quieta que no respondo- Al decirle esto me la apretó con fuerza. –tranquilo que no te voy a dejar que me toques ni un pelo, te vas a ir tan caliente que mañana lamentarás no haberte quedado conmigo-. Pero que hija de puta, sólo lo estaba haciendo por joder. Aún así no me moví hasta que bajamos, me tuve que colocar el paquete porque no podía ni andar aguantando las risas de mi torturadora. Salimos a la superficie de nuevo y caminamos por varias calles… ni idea de dónde estaba y el móvil había muerto por batería hacía ya unas horas. –Espera que tengo que mear- ni corta ni perezosa, entre dos coches y delante mío, se subió la falda larga, bajo sus bragas, se agachó y se puso a mear como si no hubiera mañana. –Chica que desde aquí se ve tu casa- le dije riéndome al verle todo. Tenia unas piernas blancas, delgadas y bonitas, rematadas con un gran felpudo. La verdad mas que excitarme me dio un poco de grimilla. No me van tan peludos y tampoco me hace gracia lo de mear… además de que en el último de los suspiros por la satisfacción de la meada se tambaleó quedando sentada en la esquina con todo el gato acostado a punto de empaparse en su propio orín… poco sexy la verdad. Con la potra de no haberse manchado, parece que no era la primera vez que lo hacía, nos encaminamos a su casa. Al llegar a su portal me pidió que subiera, que no sabia muy bien donde estaba la casa y que tenía que buscarla en Google… Me estaba metiendo en la boca del lobo… o del gato acostado, pero otra cosa no podía hacer.

La morena se veía que era acomodada. La casa era grande y llena de detallitos de diseño. Me dijo que era arquitecto y que estaba allí estudiando un master. Me senté en el sofá mientras ella iba a por su portátil. Estaba bastante petado ya. Serían como las 7 de la mañana, era de día de nuevo… Le pregunté desde el sofá si por un casual no tendría un redbull. –Mira en la nevera- Y allá fui, la cocina era pequeña pero nueva y la nevera estaba llena de productos veganos y mierdas orgánicas… confirmado era una pihippie (hija de papas con pasta, pija que se creía hippie… sólo hay que verle el parrús). Y no, no había nada energético así que me volví al sofá con una lata de birra (más alcohol). Oí como la morena volvía de la habitación. Se había cambiado de ropa, bueno más ben se había quitado… se había despojado del vestido y quedado con una bata de estar en casa. Ni siquiera llevaba botones, era de una tela suelta que dejaba ver en su apertura sus inexistentes pechos y sus bragas. Muy despreocupado todo. La verdad es que eso si que me puso cachondo. Se sentó a mi lado con las piernas cruzadas y puso el portátil en su regazo. Solo podía mirar a su felpudo que se notaba abultado bajo sus bragas de encaje. Me pilló mirándola. –Las mujeres de verdad tienen pelo, no como esa niña que te quieres tirar-. Siguió tecleando como si nada, no le importaba una mierda que la mirara o juzgara su pubis. –No me gustan con tanto pelo y menos meados- le dije un poco ofendido. –Me lo acabo de lavar gilipollas, ya te gustaría catarlo-, -soy un gran catador, ¿sabes?, por eso me gustan sin pelo- le contesté haciendo el monguer con la lengua y levantando las cejas. No pudo evitar reírse. –Ya tengo como llegar, te lo imprimo y ya te puedes ir con la muñeca-. Se levantó cruzándose por delante de mío y pude ver su espléndido culo… ¿Qué hago?, ¿me quedo aquí y me intento hacer a esta?… no es seguro que quiera tema conmigo pero tampoco es muy normal que se pasee en pelotas y me toque el ciruelo… La otra está mucho mas buena, me ha prometido el oro y el moro y su coñito es crema. Pero estaba muy cocida, lo mismo está en coma… Aaaaaaarg… ¡Qué dilema!...

Me fijo en las fotos de la estantería donde está la impresora y veo unas fotos de la morena con un gacho. -¿Es tu novio?-, -si, ¿por?- Ostia porque me estás calentando pensé, no pude evitar mi cara de asombro. –Me has tocado el rabo y estas aquí desnuda- Vi como su cara cambiaba a vergüenza y casi lloraba. –La verdad es que se me fue la olla en metro. Estaba bastante pedo y no estoy nada bien con él, no quería dormir sola. En cuanto a ir desnuda siempre voy en bragas por casa, no es por provocarte-. Se tapó como buenamente pudo. Ahora el avergonzado era yo.. no tenía derecho a decir nada ni juzgarla… -bueno creo que es hora de que me vaya, no quiero que te sientas mal- Espera ¿me ha dicho que no quiere dormir sola? Eso es una invitación en toda regla ¿no?. Y ahora ¿que hago?... No me puedo quedar a dormir, no tengo móvil, ni mi maleta de discos, ni más ropa… Joder me tenia que haber ido a casa con Marta…

En ese momento se me ocurrió un plan, algo infalible según me mente hiperalcoholizada, le doy unos abrazos, le digo que no puede ser, que soy un caballero, que no quiero que luego se sienta mal, que está sensible y estamos muy pedo, cojo el mapa y me piro quedando como un señor. Mi pene tenía su propio plan. Al abrazarla sentí su pubis contra mi pantalón, y se me puso como una piedra, ella me miró con sus ojos azules y me besó. A la mierda el plan… la agarré del culo y comenzamos a besarnos. Estaba bastante delgada pero tenía un culo respingón y duro. Supongo que sería de hacer yoga o algo así, le pegaba bastante. Me empujó y caí sobre el sofá.

El teléfono móvil que ella había puesto a cargar se encendió y empezaron a entrarle mensajes sin parar. Yo estaba ya bajando mis pantalones. Iba a reventar, ya no podía más… Vi como su cara cambiaba al leer los mensaje y supe que lago iba a mal. –Joder, joder, joder mi novio está viniendo, tienes que pirarte ya-. Yo estaba tumbado con el rabo de la mano -venga no me jodas, ¿no ves como estoy? Una pajica o algo por lo menos-, -Con el pedo que llevas no te vas a correr y hace un rato que está de camino, esto es un error, por favor vete ya- No me quedaba otra, ya no estaba para gracietas y era imposible que pudiera conseguir algo. Cogí el mapa y me fui. Ni siquiera me dio un beso de despedida… Bajé a la calle con todo el sol en la jeta y una güaza buena. La última cerveza había colmado el vaso y me costaba caminar recto. Tras dar varias vueltas y perderme llegué al portal de mi posada. Llamé al portero y esperé... llamé de nuevo insistentemente y esperé más… No contestaban. ¡Me cago en la puta, qué liada! ¿Y ahora que hago?. Sigo llamando, prácticamente quemando el portero y nada. Por suerte un vecino que salía a pasear al perro me abre el portal. Intento hacerme el digno y le agradezco que me haya abierto. Subo las escaleras y me planto en la puerta de casa, pico el timbre y de nuevo nada… no hay respuesta… ¡No me jodas! ¿Están muertos o que?... después de casi media hora de llamar a la puerta veo que es inútil. Con mi güaza me cojo un taxi y me voy a la estación, sin mi maleta de discos, ni la ropa, con las lentillas puestas después tropecientas horas y bastante pedo. Reservo para el próximo AVE a mi ciudad…

Moraleja. Mas vale pájara en mano que fiesta volando. Destrozado y cabreado llego a mi casa, me doy una ducha, me tumbo en la cama y procedo a aliviar mis ganas de sexo yo mismo… ni me da tiempo, me quedo frito antes de si quiera poder fantasear con Marta… Eso si, a la mañana siguiente nada pudo evitar que hiciera un brindis al sol a la salud de tan caliente chiquilla.

Poco o nada más supe de mi anfitrión o la morena. Marta un tiempo después me comentó que Pablo había intentado meterle mano cuando llegaron a casa, que tuvo que echarlo de su habitación de mal rollo y con el pedo había dormido profundamente y no se había enterado de nada…

Años mas tarde volví a coincidir con Marta pero ambos teníamos pareja. Una pena pero la vida es así. Supongo que ambos nos quedaremos con las ganas y una amistad para siempre…