Los Amigos del Gatito (la Gordis)

Oscarito me había hablado de mi a sus amigos, y uno de ellos, con sus mismos gustos, pide ser desvirgado por mi persona... y por supuesto que acepté.

Los Amigos del Gatito: la Gordis

Hola, otra vez soy yo, Tito, quiero empezar esta nueva narración sobre mi vida agradeciéndoles toda su atención y el apoyo que le han dado a mis relatos. Hoy quiero hablarles de otra experiencia más que tuve al lado de mi Gatito, Oscar.

Oscarito, ese niño gay de 18 años, putito pasivo y de mi propiedad, con un ano hambriento y goloso, no estaba solo en su afición por su mismo sexo y en sus negocios, sus 2 amigos más cercanos también tienen su misma inclinación sexual, y con ellos experimentó sus primero ensayos en el sexo. Claro, quien lo desvirgó fui yo, ninguno de los 3 se animaba a hacerlo. Los nombres de sus 2 amigos son Paúl y Miguel.

Hola Gatote… – me dijo por el teléfono Oscar – ¿cómo estás?

Bien, bien, allí pasándola

¿Vas a venir a la capital este fin de semana?

Si, por allá voy a andar… solo tengo que arreglar unos asuntos aquí primero. – estaba en mi natal Zacapa.

Ah bueno, es que te quiero presentar a uno de mis 2 mejores amigos.

¿A un amigo? ¿Quién?

Es Paúl… su mamá no va a estar el domingo entonces podemos llegar a su casa.

¿Estás seguro? ¿Qué pasaría si su mamá regresa?

Nada, decimos que sos mi papá y que pasábamos a su casa por un trabajo o por algo.

Pero… ¿el ya sabe de nosotros?

¡Si Tito, si!… ¡Sabe hasta los últimos detalles!, ¿por qué creés que se muere por conocerte? Además, el también quiere ser una putita mansita como yo, y quiero que tenga su primera vez con vos. ¿Sabés que todavía es virgen?

¡Pero Oscar, ¿cómo me pedís eso?!

Es que quiero que su primera vez sea especial como la mía

¡Ay Dios!… y me imagino que ya le fuiste a contar de mi dotación de verga

¡Está loco porque se la metás! ¡Desde hace un montón de tiempo quiere que te lo cojás!

Pero Oscar

Le encanta meterse cosas en el culo igual que yo. Vas a ver, te va a encantar Gatote, tiene un culo casi tan bueno como el tuyo… ¡y le cabe de todo!

Bueno, al final me convenció, ese domingo lo acompañaría a la casa de su amigo Paúl. Reconozco que tenía enormes ganas de conocerlo, sentía mucha curiosidad por saber si era tan caliente y puta como el Gatito y si su ano podía alojar de todo como el me dijo.

Ese día recogí a Oscar en un centro comercial y me guió hasta la casa de su amigo. Me dijo que su mamá había ido a visitar a unos parientes en Escuintla junto a la hermanita y no regresarían sino hasta por la noche, ella creía que su hijito estaría en su casa. Eran las 10 de la mañana y teníamos todo el día por delante hasta las 6, hora en que tendría que ir a dejar a ambos niños a la casa de mi Gatito.

Paúl vivía en una pequeña casa en un condominio de la capital, de ese tipo cuyas casas más bien parecen huevos por lo pequeñas. Y por la forma de la fachada y la pintura que todas tenían, parecían nichos de cementerio. La casa era perfecta para el, su madre, y su hermanita de 11, sus padres nunca llegaron a vivir juntos y los 3 vivían de la escueta pensión que el padre le pasaba a la mamá. En cuanto llegamos, Oscar tocó a la puerta.

Hola… – dijo Oscarito en cuanto nos abrieron.

Hola mano, ¿cómo estás? – le respondió desde adentro su amigo, al que todavía no había podido ver.

Bien, bien… aquí te traigo lo que te prometí, ¡la mejor verga de este mundo! – dijo mientras yo entraba, me sentí halagado.

Buenos días. – dije.

Buenos días señor… – me respondió Paúl apenado.

Me topé de frente con un muchacho blanquito y gordito, de la misma edad del Gatito (18 años), de cabello negro liso y ojos avellanados, rostro pecoso, vivás y agradable. Vestía una playera blanca holgada y unas bermudas amarillas, además de sandalias. Era redondo de complexión, como ya dije, algo barrigón, y cuando se dio la vuelta para encaminarnos al interior de su casa, pude apreciar lo que Oscar me había prometido, un culito redondo y grande, bien paradito… ¡delicioso!

Solo de pensar que todo ese día tendría para mi a esos 2 preciosos lolitos, la verga se me empezó a parar. Llegamos hasta la sala, con visible nerviosismo Paúl me ofreció una bebida.

¿Quiere tomar algo señor?

Bueno… si… lo que haya

Hay cerveza

Entonces una cerveza.

Yo te ayudo. – agregó Oscar, poniéndose de pié y acompañándolo a la cocina.

La casa era pequeña, como ya dije. Constaba de una sala/comedor decorada con muy buen gusto, al fondo se veía la entrada a una cocida pequeña, que daba al patio trasero. Luego, del lado izquierdo viendo de frente a la puerta, un pasillo daba paso a las habitaciones, 3 para ser exactos, una para cada miembro de la familia. Había además un solo baño. Los 2 muchachos regresaron después de unos minutos, traían mi cerveza y una cada uno de ellos.

Son muy jóvenes para tomar cerveza, ¿o no?

Somos demasiado jóvenes para todo lo que vamos a hacer hoy. – dijo Oscar con una enrome sonrisa pícara en el rostro, tomaron asiento a cada lado de mi persona – Bueno, Gatote, le prometí a la Gordis que le ibas a partir el culo por primera vez. – Paúl se puso muy rojo – El se está muriendo por verte el monstruo que traés entre las piernas.

¿Ah siiiiii? – respondí sin atreverme a dar el primer paso – ¿Es cierto Paúl? – Paúl se volvió a poner muy rojo, bajando la mirada.

Gordis, para que el Gatote se anime, empecemos nosotros haciendo lo que nos gusta.

Oscarito se puso de pié y empezó a besar a Paúl apasionadamente, podía ver sus lenguas jugar entre si a través de sus mejillas, acariciándose mutuamente. Paúl agarró al Gatito de sus pequeñas nalgas y lo jaló hacia si, sentándolo sobre sus piernas. Por su parte, Oscarito le sacó la playera a su amigo, dejando frente a mi vista un abdomen prominente y lampiño, blanco y rosado, de niño gordo. Inmediatamente Oscarito se dejó quitar la camisa y continuaron con el apasionado beso, moviendo las caderas en círculos, restregándose mutuamente. Oscar se puso de pié y se bajó el pantalón, mirándome pícaramente.

Te tenemos una sorpresa Tito. – me dijo, bajándose el calzoncillo y dándome la espalda, parando su culito… ¡llevaba un pepino metido entre el culo.

¡Llevás un pepino metido entre el culo!

Si… ¿cómo creés que se me facilita recibir toda tu macana dentro sin tantos problemas?

¡¿Y lo tenías desde que te fui a traer?!

Sip… y Paúl también tiene uno también… pero se lo vas a tener que sacar vos.

Entonces los 2 niños se arrodillaron en medio de mis piernas, desabrochándome el cinturón y empezando a bajarme el pantalón. Podía ver los ojos muy abiertos y ansiosos del Gordis, deseando ver si de verdad estaba tan bien dotado. Yo ya la tenía parada, y en cuando el pantalón dejó a la vista mi bóxer, la punta hinchada de esta aparecía junto a mi ombligo.

¡Puta madre! – oí susurrar a Paúl.

¡Y eso que solo es la puntita! – le dijo Oscar.

Este último me bajó de un tirón el bóxer y dejó descubierta mi tremenda talega, con sus 30 cm. en todo su esplendor. Oscar se inclinó y me la comenzó a chupar, atrapó mi glande entre sus labios y empezó un delicioso mete y saca.

¡Esa cosa no me la van a meter! – gritó Paúl como una niña y salió corriendo, Oscarito y yo nos quedamos mirándonos a las caras.

¡No te preocupés Gordis, Tito no te va a hacer daño!

¡No! – volvió a gritar, casi me hizo gracia esa forma de gritar.

¡Pero esperate! – dijo el Gatito, saliendo detrás de el.

No sabía ni qué hacer, y pensar que aquello nos podía causar problemas hizo que mi erección de caballo desapareciera. Me puse de pié y me dirigí a la habitación, allí me encontré a los 2 niños sentados sobre la cama, mi Gatito abrazaba a un atemorizado Paúl que lloraba sobre su camita. Me dio ternura esa escena y ofrecí retirarme.

Niños, no es necesario que hagamos algo hoy… si quieren los llevó ya a la casa de Oscar. – dije, Oscarito negó con la cabeza.

No, vas a ver que al final Paúl va a querer… que primero nos mire a los 2 y que después decida. – Paúl aceptó y Oscarito se me dejó ir encima.

Jalándome del brazo me hizo entrar a la habitación, en donde me bajó apresuradamente el pantalón y los bóxers y se puso de rodillas a chuparme la verga. Me la agarraba de la base, apretándomela y frotándomela con fuerza mientras rodeaba mi glande con sus labios y lo acariciaba con la lengua.

Paúl no dejaba de vernos, veía claramente como estaba de excitado a pesar de que trataba de disimularlo. No dejaba de contemplar el cuerpo delgado y menudo de su amigo, arrodillado frente a mí, lamiéndome las bolas y acariciándome las nalgas y las piernas. Paúl no dejaba de mirar ese grueso pepino metido dentro del ano de su amigo, un ano sediento y hambriento.

Ahora te voy a enseñar que el Gatote no te va a hacer daño cuando te la meta. – le dijo Oscar a Paúl, poniéndose en 4, pies sobre el suelo y rodillas sobre la cama.

Le saqué el pepino, de respetables dimensiones por cierto, coloqué mi pene ensalivado en su entrada y lo comencé a penetrar poco a poco. No usé condón, había decidido que con el no lo necesitaba, ninguno de los 2 iba a pegarla nada al otro. Lo fui empalando poco a poco, a base de metidas y sacadas cortas y lentas. Mi Gatito gemía, cerraba los ojos y ponía cara de placer, a veces le lanzaba miradas de calentura a su amigo para que perdiera sus reticencias.

Paúl… ¡aahh! ¡aahh!… echame… ¡aahh!… echame lubricante mientras me coge… ¡aahh! ¡aahh!

Paúl tomó un tubito de lubricante y empezó a verterlo sobre mi madero que entraba cada vez más profundo dentro del cuerpo del Gatito, que no paraba a de gemir. Pude ver de reojo como los ojos se le abrieron como platos cuando, por fin, mis 30 cm. de masculinidad se alojaron por completo dentro de la cálida gruta anal de mi joven amante, que se abría lo suficiente para brindarle una cálida funda a los 6 cm. de diámetro que tengo.

¡¡¡¡AAAHHHH!!!! – gimió el Gatito - ¡¡¡AHH!!! ¡¡¡AHH!!! ¡¡¡AHH!!! ¡¡¡AHH!!!… ¡¡¡DALE TITO, COGEME CON GANAS, COMO VOS SABÉS!!! ¡¡¡AHH!!! ¡¡¡AHH!!! ¡¡¡AHH!!!

Lo tomé de las caderas y empecé a sodomizarlo, primero despacio, pero a medida que su ano iba dando de si lo hacía con fuerza y velocidad. Paúl estaba como hipnotizado mirando mi larga y venosa barra de carne roja entrando y saliendo del cuerpo de su amigo, seguro que nunca creyó que aquello fuera posible. Los berridos de su amigo eran como sonidos hipnóticos para sus oídos, que lo envolvían y lo atrapaban.

Abracé al Gatito de la cintura y lo levanté del suelo, sentándome yo sobre la cama y con el sobre mi. Así lo levantaba en el aire y lo dejaba caer, haciendo que con su propio peso se clavase hasta el fondo, al mismo tiempo que lo embestía con fuerza con las caderas. Con una mano lo sujeté de los brazos inmovilizándolo, con la otra jalé del pelo a Paúl, que sin poner objeción me dejó llevarlo hasta la paloma de su amigo y hacerlo engullirla completa.

Aquel trío sería de esos que no se pueden olvidar, calientes y excitantes a más no poder, y con el morbo que brinda estarse comiendo la fruta prohibida, convertida en 2 casi pre-adolescentes que me brindaban sus cuerpos para mi disfrute personal. Mientras uno era violentamente levantado en el aire cada vez que mis caderas soltaban poderosas embestidas contra su cuerpo, ensartado en mi poderosa verga, el otro era violado por la boca por la paloma de su amigo cada vez que este se elevaba en el aire.

Aquello era un concierto de gemidos adolescentes, tanto el Gatito como el Gordis no dejaban de berrear y gimotear, especialmente el primero, cuya próstata inmadura recibía una inclemente estimulación por parte de mi larga verga.

¡¡¡¡AAAAGGGGHHHHH!!!! – gritaba como un loco Oscarito – ¡¡¡VOY A ACABAR!!! ¡¡¡VOY A ACABAR!!!

¡Dale, inundá la boca de tu amigo! – le dije, acelerando mis embestidas.

¡¡¡¡AAAAGGGGHHHHH, AAAAGGGGHHHHH!!!!… ¡¡¡¡AAAARRRRRRRRRRGGGGHHHHH!!!!… ¡¡¡¡¡TITO, TITOOOOOOOUUUUUGGGGGHHHHH!!!!! ¡¡¡¡AAAGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAGGGHHHH!!!! – apreté la cabeza del gordito contra la ingle de el Gatito obligándolo a tragarse todo.

Me relajé por un momento y me dejé caer de espaldas sobre la cama, podía escuchar como Paúl tosía atragantado de semen, pero continuaba mamándole la verga a su amigo, que se movía en círculos sobre mi pene aun dentro de su cuerpo. El Gatito sudaba copiosamente, esa cogida que le acababa de pegar lo había dejado agotado.

¿Viste?… ¡ah! ¡ah!… ¿viste Gordis? No me dolió tanto en realidad…¡ah! ¡ah! ¡ah!… cuando tu culo se acostumbra lo sentís en la gloria… ¡ah! ¡ah! ¡ah!… ¿lo querés probar? – solo escuché que Paúl le decía "pero suavecito" en un susurró antes de que Oscar se levantara de mi y se sacara mi gran falo de adentro – Mirá como me dejó el culito de abierto. – le dijo, vi como los ojos de Paúl se abrían.

¡Puta! ¡¿Y no te duele?!

No, para nada… Tito siempre te dilata bien antes de metértela. Además, cuando ya te está cogiendo es muy buena gente y no te lastima. ¿Te animás?

El Gordito todavía se quedó mirando un poco el amplio boquerón que le quedó a su amigo en el culo, enrojecido y muy abierto, le metió hasta 3 dedos sin siquiera problemas y se impresionaba. Pero más por la gran cara de felicidad que Oscar tenía. Lo conocía bien, eran amigos desde hacía mucho y sabía que el no le iba a mentir ni a exponer a una situación peligrosa.

Oscar me jaló de un brazo para ponerme de pié, Paúl por su parte se subía a su cama y se quedaba en 4, con el culito parado y visiblemente nervioso. Inmediatamente le bajé las bermudas, despacio, no quería asustarlo. Me encontré entonces que el pepino que aun llevaba trabado en el trasero, un trasero mejor de lo que Oscarito me había descrito, blanco, totalmente lampiño, suave, redondo y, sobre todo, muy grande, ¡J lo habría querido tener uno así!

Le saqué el pepino, de respetables dimensiones y me puse a lamerle el culito. Le pasaba la lengua por todo lo largo de su raja, deteniéndome en la ya dilataba entrada anal. Lo sentía pegar respingos cada vez que pasaba por allí, sentía fuertes escalofríos y una creciente excitación, delatada por su erección cada vez más completa.

Por su parte, mi Gatito se acostó boca arriba en la cama, frente al Gordito, agarrándose las piernas de los muslos y levantándolos en el aire, mostrándole su horadado y aun súper dilatado ano. Paúl, sin necesitar de instrucciones, bajó la cabeza y clavó su lengua dentro de ese delicado órgano, dándole un beso negro tan bueno como el que yo le estaba brindando a el.

Por fin consideré que ya estaba listo, todavía lo veía ansioso y nerviosos, pero esta vez era de lo caliente que andaba.

Bueno, ¿listo? – le pregunté.

¿Me la va a meter suave y con cuidado?

Si, no voy a dejar que te duela nene. – le dije lo más paternal que podía.

¿Y me va a pagar por mi culito después?

Hasta el último centavo… es más, si querés podés ser mi puto personal igual que Oscar. – vi un vejo de celos en la cara del Gatito, pero luego cambio y abrazó a su amigo.

¡Vamos a ser las 2 putas del Gatote Gordis!

Bueno… dele Tito… – dijo finalmente el gordito.

Solo me voy a poner un condón.

No… dele solo así… al Gato no se lo cogió con condón. – Paúl era aun más tierno que el Gatito, ¡qué par de niños tan lindos!

Tomé mi falo enardecido y lo apunté al ano de ese culo glorioso. Apliqué un poco de la crema lubricante en la entrada y lo fui metiendo, muy despacio y con suavidad, pero sin detenerme, cortos movimientos de vaivén, cogiéndomelo desde ya. Mientras lo hacía le acariciaba la espalda y le decía palabras dulces para que se relajara, a veces pasaba mi mano bajo su vientre y comprobaba un fuerte erección en su inmaduro, y aun algo infantil, pene. Por su parte no dejaba de lamer con ansias el culito recién usado de su amigo, que cerraba los ojos y gemía junto con el.

¡¡OOHH!! ¡¡OOHH!! ¡¡OOHH!!… ¡¡¡DIOS MÍO, ME LO ESTÁ METIENDO!!! ¡¡OOHH!! ¡¡OOHH!!

Aguanto un poco más bebé, solo un poco más… falta poquito Gordito precioso.

¡¡MMMMMMFFFFFF!! ¡¡MMMMMMFFFFFF!!… ¡¡MMMMMMFFFFFF!! – gemía con la cara metida entre el culo de su amigo, que lo sujetaba del pelo, me sonreía, me susurraba en silencio cosas bonitas y me tiraba besitos en el aire.

Por fin mis testículos pesados toparon con los pequeñines del Gordis, este volteó a ver sorprendido de estar ya empalado completamente, esperaba que le hubiese dolido un poco más. Entonces, tirándome una dulce mirada de confianza, me dijo:

¡Cójame Tito, deme duro!

Lo sujeté de las caderas y le empecé a dar. Oscarito se movió y se deslizó debajo de el, con las piernas muy abiertas y en el aire, guió el pene parado de su amiguito hasta su ano y se hizo penetrar de nuevo. El pene de Paúl entró como cuchillo caliente en mantequilla, Oscarito continuaba muy abierto. Y así, cada vez que le dejaba ir mi fuerte herramienta al Gordis entre su estrecho y recién estrenado culito, este penetraba al Gatito con fuerza, metiéndole casi hasta los huevos. A medida que yo aumentaba el ritmo y fuerza de la cogida, ellos aumentaban la suya.

¡No saben lo delicioso que es tener la verga metida entre el culito de un nene como Paúl!, grande, redondo, firme y, sobre todo, estrecho y apretado. Su sobrepeso, en lugar de hacerlo ver más, le confería un aspecto de osito de peluche, abrazable, apretable, suave, pachoncito como dirían en México.

Aquella tarde me los cogí como se me dio la gana, luego de la primera vez de Paúl, que reventó dentro del ano de Oscar, inundándoselo, quedó picado y me pidió que me lo cogiera en todas las posiciones que me sabía y en todos los rincones de su casa… ¡hasta se nos olvidó almorzar!

Y al final, tirados los 3 sobre la cama de la madre, me encontraba en medio de 2 cálidos cuerpos adolescentes, cubiertos de sudor y esperma, suaves, tiernos, delicados. Ellos descansaban con las cabezas sobre mis hombros, rostros llenos de semen que les bajaba por las barbillas. Yo los acariciaba mientras me tenían empiernado, tocaba sus nalgas llenas de sudor, metía mis dedos entre estas. Quería sentir sus anos exageradamente abiertos como terribles boquetes, podía meter hasta 3 de mis dedos sin ningún problema, estaban llenos de semen y de líquidos lubricantes. Rezongaron cuando les dije que ya nos teníamos que ir, ya eran como las 6:30. Y para acallar sus protestas les prometí que, en cuanto ellos quisieran, les volvía a romper el culito a los 2.

Desde ese día el Gatito y la Gordis se convirtieron en mis putos personales, sabía que de lo contrario se buscarían otros clientes y no quería que les pasara nada malo. Siendo solo de mi propiedad podía cuidarlos siempre.

En la segunda parte les voy a hablar del tercer amigo de Oscarito. Mientras, recuerden que pueden mandar sus comentarios y opiniones al correo electrónico de mi nuera, gracias por su atención.

Tito (Garganta de Cuero).

Pueden enviarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.