Los amigos
Luego de tener sexo en el jardin, entramos a la casa y alli la fiesta fue completa entre los cuatro.
Los amigos
Mi nombre es Daniel, y lo que les voy a contar lo que nos sucedió a mi esposa Silvia y a nuestros vecinos no hace mucho tiempo, resulta que Gustavo y su mujer Carla compraron la casa de al lado, desde que se mudaron se puede decir que en cierta manera que entre nuestras familias surgió una buena amistad, al igual que nosotros son una pareja joven y sin hijos.
Desde que se mudaron, compartíamos los fines de semana y en ocasiones o ellos nos invitaban, o nosotros a ellos a cenar y compartir en sana camaradería, pero en cierta ocasión en que ellos fueron a nuestra casa a cenar Carla llegó vestida con un traje corto y vaporoso muy ceñido a su cuerpo delatando sus bellas curvas, cada ves que tomaba asiento no se si adrede o por accidente gran parte de sus muslos al igual que parte de su ropa intima quedaba al alcance de mis ojos, de igual forma en más de una ocasión logré ver parte de sus bellos y firmes senos cuando se inclinaba a recoger algún bocadillo de la mesa de centro, desde esa noche no hice nada más que pensar en las bellas piernas y senos de mi vecina. Mi esposa al acostarnos esa noche me comentó lo escasamente que vestía Carla, pero yo me hice el que no me había dado cuenta de ello, pero cuando nos encontrábamos cojiendo me la pase pensando todo el tiempo en el culo y tetas de Carla.
Yo tomé eso como algo pasajero, al fin mi mujer también es tremenda mina y no tiene nada que envidiarle a nuestra vecina, pero las cosas se quedaron ahí, cada ves que me encontraba con Carla me daba la impresión de estar son sacandome, es decir algo en ella me hacía pensar que estaba loca por acostarse con migo, durante un fin de semana tanto su marido como ella acostumbraban a tomar el sol después del medio día al lado de su piscina, al tiempo que yo me dedicaba a realizar mis ejercicios de pesas en la parte trasera de mi casa, de momento comienzo a escuchar un jaleo entre los dos, era ella que se encontraba bajandole el bañador a Gustavo, yo discretamente me oculté tras una ramas y pude ver como Carla le daba tremenda mamada a su marido, luego no contenta con ello luego de quedar toda desnuda se le sentó sobre su pija y cabalgo un buen rato sobre Gustavo, mientras lo besaba en la boca y el le metia los deditos en la cola, hasta que los dos quedaron satisfechos, yo por mi parte mientras que observaba ese espectáculo me comencé a hacer una paja como hacia tiempo que no me la hacía, por suerte mi mujer ese día se encontraba de compras, por que si no en la misma sala de la casa la hubiese puesto en cuatro y le daba pija hasta saciarme.
Desde ese día fue muy difícil para mi ver a esa mujer y no imaginarmela desnuda, a mi me daba la impresión de que ella hacía eso con la expresa intención de que yo la viese en esa faena, durante esa semana no hacía nada más que pensar como sus tetas se movían a medida que ella se enterraba y sacaba la pija de su marido de su conchita, ya sería el jueves cuando por cosas que no vienen al caso llegué más temprano que de costumbre a mi casa, Silvia tardaría en llegar por lo menos dos horas por lo que para aprovechar el tiempo me fui al patio trasero de la casa para hacer algo de ejercicios, no llevaba ni quince minutos levantando pesas cuando sentí que alguien se metía en la piscina de mis vecinos, por curiosidad me levanté a observar y me encontré a Carla bañandose desnuda en la piscina, ella al verme actuó como si fuese lo más natural del mundo el que la viese desnuda, saliendo de la alberca tomó una pequeña toalla y comenzó a secarse su abundante cabello rubio mientras me hablaba, pero justo sonó su teléfono y ella como si nada toalla en mano me dejó con colgado en la verja que separaba nuestras propiedades, y mientras se alejaba para atender el teléfono.
Yo observaba como sus firmes nalgas se movían hasta que desapareció dentro de su casa, yo estaba a punto de saltar la condenada verja cuando Carla re-apareció por la puerta, en esos momentos se encontraba ligeramente vestida con una minúscula bata de baño y con pasos firmes tan firmes como sus senos se dirigió hacía donde yo me encontraba todo excitado y loco por meterle mano, con voz seductora me hiso saber que su marido se encontraba a punto de llegar que luego continuaríamos hablando.
Esa tarde a penas llegó Silvia mi mujer, la coji en medio de la sala sin darle tiempo a que terminase de llegar a la casa.
Al día siguiente cuando me dirigía a mi trabajo me encontré caminando a Carla con rumbo a un pequeño Centro Comercial cercano a nuestras casa, le ofrecí llevarla en mi auto y sin necesidad de insistir se monto en el auto, apenas cerró la puerta yo arranqué al tiempo que le preguntaba que deseaba hablar con migo el día anterior, Carla con una sonrisa seductora fue directa diciendome que ella tenía ganas de pasar un buen rato en la cama con un hombre como yo, valga decir que entre Gustavo y mi persona hay marcadas diferencias, él es algo más pequeño que ella de estatura, delgado por no decir flaco, a pesar de lo mucho que se la pasa en la piscina su color de piel es casi cadavérico, y presenta un par de entradas en su insipiente calva que de seguro pronto tendrán salidas, mientras que yo soy alto de porte atlético y no es por alabarme yo mismo pero casi todas las mujeres del banco han pasado agradables momentos con migo en mi oficina.
Por lo que su comentario no me extraño justo en ese momento le ofrecí que siguiéramos para un hotel cercano con el fin de darle gusto a ella, pero cuando nos encontramos cerca del centro Comercial me pidió que me detuviese para ella bajarse, yo no pensaba complacerla pero me indicó que el auto que venía tras nosotros era el de su marido, y desde luego que caballerosamente la complací, al descender del mi auto me dí cuenta que la muy calienta pijas o no usaba bombacha o eran de esas tipo hilo dental que se le desaparecen entre las nalgas de quienes las usan. Al arrancar dejé que Gustavo me pasará para luego regresar al Centro Comercial donde mi futura presa, me costó algo de tiempo el localizarla pero cuando lo hice la invité a tomar un café para poder poner en claro nuestro mutuo interés, de la misma forma que me dijo que se quería acostar con migo me soltó que tan soló lo haría si su marido se acostaba con mi mujer, eso fue como un baño de agua fría que me echó la muy puta, de momento y por salir del paso le respondí que lo pensaría para darme tiempo, pero con la clara y fuerte convicción de que no era algo que se pudiese negociar, que se había pensado la tipa esa que mi mujer estaba cortada con la misma tijera con que la cortaron a ella, se encontraba muy equivocada si pensaba que yo me rebajaría a tal cosa por acostarme con ella, tipas como Carla me sobraban en el banco y cuidado sí hasta mejores y sin tantos problemas.
Esa misma tarde cuando regresé a mi casa mi mujer se encontraba vistiendo para salir de compras con Carla, y me pidió que las acompañase yo muy desinteresadamente desde luego acepté, y durante esos interminables momentos en que mi mujer entraba a los probadores de ropa, Carla se me acercó y me preguntó con gran naturalidad que había decidido, yo antes de responderle le pregunté a que se debía esa curiosa petición de su parte, e indagué si era idea de su marido, su respuesta me dejó más confundido aun, ya que como dijo ella era una especie de seguro ya que si su marido o mi mujer se daban cuenta de nuestro asunto no armarían ningún escandalo por ello ya que los dos también quedarían en evidencia, tras pensarlo un rato por ver como ella actuaba y buscando que me fuese adelantando algo le pregunté como había pensado ella llevar a cabo ese encuentro, tomando en cuenta que mi Silvia no era una mujer que le interesase el acostarse con su marido, Carla no hiso más comentarios al respecto pero me prometió el pensarlo detalladamente y que para la próxima vez que hablaremos ya de seguro lo tendría resuelto. Su confianza me dejó impresionado y lleno de curiosidad, esa misma tarde en el Centro Comercial fue Silvia quien le dio la respuesta como luego me lo haría saber Carla, mientras nos encontrábamos tomando café por no peder la costumbre Silvia vio el anuncio de un espectáculo que daban en uno de los teatros de la ciudad, era algo sobre un afamado ilusionista que se encontraba de gira y que ella desde hacía mucho tiempo deseaba ver en persona, al ver el nombre del "mago" Carla brincó de alegría y nos comentó que ese tipo era pariente de ella que de seguro con hacerle una llamada le regalaría unas entradas para los cuatro o sea que el Gustavo también nos acompañaría.
Al llegar a nuestra casa se comunicó con el teatro y con la gran suerte de que se encontraba su pariente ensayando sus rutinas de magia, para hacerles el cuento largo corto les diré que no tan solo entramos de gratis, sí no que además de eso cuando pidió voluntarios casualmente escogió a Gustavo y a Silvia para realizar un acto de hipnosis, fue cuando ellos dos subían a escena que Carla me comentó que eso lo había preparado ella con su pariente, una vez que tanto mi mujer como el marido de Carla fueron hipnotizados se volvieron el hazme reír de toda la concurrencia, tras un buen rato de esparcimiento "sano" los sacó del trance y los dos regresaron a sus respectivas sillas, una vez terminada la función Carla se empeñó en que regresaremos a nuestra casa, y estando en nuestra sala solicitó que se abriera una botella de vino, de momento cuando los cuatro nos encontrábamos conversando de lo más tranquilos sobre el estupendo acto de magia Carla repitió dos veces la palabra "ciclotroncho", a partir de ese momento tanto mi Silvia como Gustavo quedaron en un trance hipnótico.
Apenas me di cuenta de ello le comenté que había resuelto nuestro problema ya que al estar hipnotizados podíamos hacer lo que se nos antojase y no se darían cuenta, fue cuando ella me explicó que eso no era así de fácil, que en los casos de personas preparadas e inteligentes como nuestras parejas lo más que se podía hacer era el pre- condicionarlos para que realizaran ciertos actos pero para que tuviesen memoria de lo ocurrido la acción debía pasar realmente, y eso era lo que ella quería, fue cuando me puso entre la espada y la pared al preguntarme si yo realmente quería acostarme con ella o no, mi respuesta fue un si automático luego de lo cual Carla me convenció de que la dejase a ella el orientarlos para que surtiera efecto la programación hipnótica, se llevó a los dos a un lado de la sala los sentó y comenzó a darle ciertas direcciones las cuales yo no logré escuchar muy bien del todo debido al bajo volumen de su vos, pasaron unos quince minutos cuando regresó donde mi y tras tomarse una copa y darme un gran beso que me dejó más caliente y excitado que caballo en primavera procedió a dar una palmada y de inmediato tanto como su marido como mi mujer salieron del trance, y se sentaron frente a nosotros dos, mientras que Carla les servía a todos otra copa de vino, en eso ella misma hiso el comentario de que hacía algo de calor dirigiendo su mirada a Silvia la cual como si de momento le entrase un sofocón comenzó abrir su blusa dejando ante la vista de todos los presentes sus bellos senos parcialmente, fue luego que se dirigió a su marido Gustavo y le preguntó si él realmente sentía tanto calor como el resto de nosotros, a lo que el calvo respondió en la afirmativa al tiempo que se retiraba la corbata y se despojaba de la chaqueta que había estado usando hasta esos momentos.
Silvia de inmediato comenzó abanicarse con una revista lo interesante era que de vez en cuando abría las piernas y sin pudor alguno se echaba aire dejando ver claramente sus pantis de color rosa, mientras que el marido de Carla no despegaba su vista de las piernas de mi mujer, por su parte Carla como siguiendo el ritmo de los hechos se despojó de la chaquetilla que estaba usando para quedar en una clara blusa transparente que me permitía el ver sus hermosos senos, luego ante la improvisada ola de calor Gustavo propuso el que continuáramos la conversación al lado de la piscina de su casa.
Ya en camino a la piscina se despojó de su camisa, yo siguiendo las orientaciones de Carla me quité mi saco y me puse más cómodo, al estar a la orilla de la piscina Carla volvió a realizar otro comentario sobre el calor y como por arte de magia Gustavo se despojó de sus pantalones y mi Silvia de su pollera, a partir de ese momento las cosas fueron sobre ruedas entre ellos dos, era como si tanto mi mujer y el marido de Carla entraron en una competencia de quien se quitaba más ropa.
Aun Silvia permanecía sentada a mi lado y Gustavo al lado de su mujer, cuando Carla comentó algo sobre lo bella que eran las piernas de mi esposa, a partir de ese instante a Silvia le dio por comenzar a acariciarse las piernas al principio para luego seguir pasando sus dedos sobre su conchita, la reacción de Gustavo no se hiso esperar como si el resto de nosotros no existiese se fue acercando a las piernas de mi mujer, en esos momentos Carla que ya también se encontraba desnuda me tomó por un brazo y dirigiendose con migo a una de las sillas tipo playeras de esas que uno se tira para tomar el sol, comenzó a besarme y acariciarme mientras que el calvo de su marido se arrodillaba frente la conchita de mi mujer y comenzaba a pasarle su lengua por los muslos, al principio me resultó algo incomodo ver ese espectáculo frente a mis ojos, pero cuando Carla se arrodilló frente a mi e introdujo mi pija en su boca, el ver como le chupaban el conchita a mi sra, me excitó más aun, y comencé a disfrutar del doble espectáculo que tenía ante mi persona, lentamente Gustavo se fue acomodando hasta que su pedazo de carne quedó frente a los labios de mi mujer y esta con avidez comenzaba a chuparle la pija al marido de Carla al tiempo que esta me lo hacía a mi. Yo estaba a punto de venirme en la boca de Carla cuando Silvia y Gustavo dejaron de darse lengua, Silvia se tiró al piso y abriendo sus piernas las colocó sobre los hombros de él, Gustavo por su parte con su pija al palo la fue dirigiendo directamente al conchita de ella, lentamente vi como su pija se desaparecía dentro de la concha de Silvia, yo por mi parte tomé a Carla por la cintura y la coloqué en cuatro patas, dejandome esta su culo a mi completa disposición y a medida que Gustavo se lo introducía y sacaba de la conchita a mi mujer yo se lo estaba enterrando a la mujer de él por el culo.
Carla dio un pequeño grito de dolor pero continúo moviendo sus nalgas como lo que era como una tremenda puta, mientras que Silvia gemía de placer a medida que Gustavo le daba por su conchita, para mi era impresionante el ver como mi mujer se movía y disfrutaba estando con otro, mientras que el culo de Carla me proporcionaba un placer inmenso, hasta que al fin cuando me dispuse a eyacular dentro de Carla no les puse más atención a mi mujer y a su pareja, cuando terminé al buscarlos con la vista ya no se encontraban los dos, tanto Carla y yo nos besamos.
Silvia y Gustavohabian ido dentro de la casa y sentados en un sillon se besaban apasionadamente, mientras mi esposa le hacia una paja con esos movimientos d emano que tanto me gustan. Al ver esa escena me pija se recupero al instante y comence a acariciar el culo de Carla mientras ella tocaba mi pija, a la vez que mirabamos el espectaculo de nuestras parejas.
Nos acercamos al sillón y ahí la fiesta comenzó en toda su plenitud, las chicas se besaban entre ellas apasionadamente mientras nosotros besábamos sus culos y metíamos los dedos en sus conchitas, luego ellas arrodillándose nos chuparon las pijas a ambos turnándose para cambiar de pareja.
Gustavo con su pija al palo se sentó en el sillón y Carla llevo a mi mujer y la sentó en la pija de su marido, el cual se la enterro a Silvia hasta los huevos ante el grito de placer de ella... ahhhhhhhh. Carla comenzó a chuparme la pija mientras veíamos la escena era maravilloso ver a a mi sra cojiendo y cabalgando sobre esa pija mientras sus tetas se movían acompasadamente. Carla mientras tanto metía tres de sus dedos en el culo de Silvia y con su otra mano seguía tocándome la pija.
Carla humedeciendo con su saliva mi poronga la acerco al culo de Silvia y yo sin pensarlo se la metí de una, el gemido de placer de mi mujer la sentir dos pijas dentro suyo fue algo que nunca olvidaree.. ahhhhhhhhhhhhhhhhh uffffffff así así, grito, mientras Carla la besaba en la boca y chupaba sus tetass hasta que acabamos dentro de ella llenándola con nuestra lechita en la concha y en su culito.
Carla y Silvia arrodilladas limpiaron bien nuestras pijas con su boca mientras se besaban y acariciaban nuestros huevos.
Desde de ese día tuvimos muchos mas encuentros que en otro momento les contare...